Gravity, es necesario siempre intentar vivir
El subtítulo que le hemos dado a este comentario es la traducción del último verso de El cementerio marino de Paul Valery. El mismo verso que me sirve desde ni sé cuándo para dejar constancia de mis condolencias en cada funeral al que acudo. Es el resumen más conciso del optimismo trágico que me ayuda a levantarme cada mañana a esta existencia diseñada para llegar a la muerte como único destino infalible. Valery es mi excusa para armarme de valor y encarar día a día mi existencia nada ajena al pensamiento de la muerte. Si lo traigo aquí es porque siento que esa filosofía de vida es la misma que imprime Alfonso Cuarón a su última odisea cinematográfica, Gravity.
Gravity, tras su éxito en el Festival de Venencia, ha sido comparada al Avatar de James Cameron y el 2001, una odisea del espacio de Kubrick. Durante un paseo espacial rutinario, dos astronautas sufren un grave accidente y quedan flotando en el espacio. Una es la doctora Ryan Stone (Sandra Bullock), una brillante ingeniera en su primera misión espacial en la Shuttle. Su acompañante es el veterano astronauta Matt Kowalsky (George Clooney). Durante el paseo algo sale mal y ocurre el desastre: el shuttle queda destrozado, dejando a Ryan y Matt completamente solos, momento a partir del cual intentarán por todos los medios volver a la Tierra (argumento extraído de Filmaffinity). La respiración de la doctora Stone se agita cuando se ve flotando sin rumbo en el espacio y con ello se nos anuda la angustia en el estómago como espectadores y no nos despegamos de nuestras butacas hasta que termina la proyección. Si se la puede emparejar con 2001 es porque como la película de Kubrick la de Cuarón es más que una película del espacio, es toda una metáfora del sentido de estar vivos como humanos. Todos sabemos que vamos a morir, todos estamos en la piel de la protagonista, todos sentimos su miedo y todos aprendemos con ella a aceptar la muerte y la vida a la misma vez. Porque tanto la una como la otra son experiencias límite y limítrofes. Gravity nos habla de renacer y de alzarnos heroicos sobre nuestros pies aunque bajo ellos sólo se extienda una superficie resbaladiza de transitoria belleza.
La película de Cuarón funciona como metáfora, pero no es un filme discursivo ni retórico. Se trata de un guión en el que sólo queda lo esencial, esa fue la aportación de Jonás Cuarón a este trabajo con su padre: “El experimento del guion era despojar todo de narrativa y crear un viaje visceral y emocional donde el espectador se convierte en otro personaje”. Para su director la película había de funcionar como thriller pero también como drama y ese difícil equilibrio está perfectamente logrado, asistimos a noventa minutos de tensión continúa, pero a la vez empatizamos con ese personaje cuya psicología va perfilándose sin subrayados y esa conexión emocional es la que nos lleva al trasfondo, a los temas profundos que hemos esbozado. Gravity funciona como un mecanismo de relojería perfectamente engranado. Y todo ello rodeado de un derroche visual de altos vuelos en el que la ingravidez espacial está filmada como si realmente el filme estuviera rodado en atmósfera cero.
La idea de Gravity fue concebida antes de que hubiera la tecnología suficiente como para grabarla, en verdad se ha tenido que ir inventando y desarrollando durante los cuatro años y medio que duró el proceso de concepción, rodaje y postproducción del filme. Sobre los aspectos tecnológicos declaró Alfonso Cuarón para La Vanguardia que: «Es una combinación de muchas cosas. Depende de qué tomas. Lo principal es una combinación de robótica, que son esos robots que están para construir autos, que aquí usamos para mover las luces y las cámaras, junto con unos robots especiales donde estaba Sandra y que la movían de una manera absolutamente milimétrica. Por otro lado utilizamos un cubo perfecto de 3×3 metros donde todas las paredes internas son luces LED. En ese cubo se presentaba lo que básicamente era el punto de vista de Sandra cuando flotaba en el espacio. Pero, como ella está girando, ese punto de vista se está moviendo y eso es lo que ilumina al personaje. El cubo tenía agujeros por donde la cámara podía ver al personaje. Era todo una combinación, pero tenía que estar todo perfectamente programado. Las luces, la cámara, el movimiento de los robots y toda la logística de Sandra. En esta película ella fue como una bailarina que tuvo que aprenderse cuarenta y cinco pasos para cada fragmento. Y lo que resultó impresionante de ella era que se los aprendía a la perfección para tenerlos muy claros, para después preocuparse únicamente por la parte emocional.«
Cuarón destaca justamente el trabajo de Sandra Bullock porque la actriz salda con excelentes resultados el reto de sostener casi la totalidad del metraje. Bullock que en 2009 aceptó simpáticamente la concesión del razzie a la peor actriz a la vez que recibía el óscar por The Blind Side, compone para Gravity un trabajo modulado y preciso para encarnar a esa joven ingeniera que puede estar acometiendo el último día de su vida. Demuestra su excelente estado físico para llevar a término la acción trepidante del filme, además de belleza suficiente como para llevar a cabo un pseudo estreaptease que recuerda al de Jane Fonda en Barbarella, y la sensibilidad necesaria para hacernos comprender el calado emocional del drama que está viviendo. El nombre de Bullock empieza a sonar ya como uno de los favoritos para la nominación a los Óscars por este papel. Por otra parte, su único compañero de reparto, George Clooney, le da convenientemente la réplica interpretando al veterano Kowalsky cuyo carácter vitalista y extrovertido tendrá un peso definitivo en uno de los momentos más decisivos del filme.
Gravity, apabullante en lo visual, emotiva en lo humano, con mimbres de tragedia griega, inscribe el nombre de Cuarón con letras de oro en el género. La mejor película del espacio para James Cameron, según declaraciones a Variety. Un filme ingrávido y sutil que nos encoraja para seguir intentando vivir.
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