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VAMOS DE ESTRENO * Viernes 2 de junio de 2023 *
SPIDER-MAN: CRUZANDO EL MULTIVERSO (Spider-Man: Across the Spider-Verse, Joaquim Dos Santos, Kemp Powers, Justin Thompson, 2023)
USA. Guion: Phil Lord, Christopher Miller, Dave Callaham Personajes: Stan Lee Música: Daniel Pemberton Productoras: Sony Pictures Animation, Marvel Entertainment, Lord Miller, Pascal Pictures, Arad Productions Género: Acción.
Sinopsis: Tras reencontrarse con Gwen Stacy, el amigable vecindario de Spider-Man de Brooklyn al completo es catapultado a través del Multiverso, donde se encuentra con un equipo de Spidermans encargados de proteger su propia existencia. Pero cuando los héroes se enfrentan sobre cómo manejar una nueva amenaza, Miles se encuentra enfrentado a las otras Arañas y debe redefinir lo que significa ser un héroe para poder salvar a la gente que más quiere.
Spider-Man es la pieza que le falta al imperio Disney para tener toda la franquicia de los súper-héroes Marvel en su poder. Spider-Man es el pilar, el emblema y el símbolo de la «casa de las ideas». El personaje más innovador y el que revolucionó el género. Así que es de agradecer que, al contrario de lo que Disney está haciendo con el Marvel Universe, que da graves muestras de conformismo y agotamiento -también entre los fans-, Sony haya optado por la experimentación, por la innovación, ofreciendo lo más parecido al espíritu Marvel: puro cómic. Pero no cómic de la forma peyorativa que se utiliza generalmente para definir una película tontorrona de aventuras, no, hablamos de noveno arte, de belleza de trazo, de imaginación, en un espectáculo dinámico, multiétnico y diverso, en el que la música juega un papel fundamental. Y todo ello sin forzar ni introducirlo con calzador, saturando la pantalla de diferentes tonos, colores, grafismos y estilos. Es animación que no busca imitar a la vida, sino al arte. Y lo hace utilizando todo lo que está a su alcance: «bocadillos» de cómic, viñetas y onomatopeyas; texturas de óleo e incluso aquel Sienkiewicz más punk.
Spider-Man: Cruzando el Multiverso es apabullante. Brillante. Repleta de experimentación.
Aunque utiliza y actualiza personajes, con los inevitables guiños a los más veteranos, es quizás el argumento lo que puede resultar más confuso, con esa trama de diferentes dimensiones y universos, pero pese a todo, no será difícil conectar con el personaje, pues este Spider-Man, si bien no es aquel cuyos cómics coleccionábamos los que ahora pasamos de los cincuenta, si que sigue manteniendo el espíritu adolescente de siempre, el que le ha hecho sobrevivir desde 1962 ininterrumpidamente. Conectando con nuevas generaciones de lectores -y ahora- espectadores.
VAMOS DE ESTRENO * Viernes 19 de mayo de 2023 *
UNA BUENA PERSONA (A Good Person, Zach Braff, 2023)
USA. Duración: 129 min. Guion: Zach Braff Música: Bryce Dessner Fotografía: Mauro Fiore Compañías: Killer Films, Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), Elevation Films, Elevation Pictures. Distribuidora: United Artists Releasing Género: Drama
Reparto: Florence Pugh, Morgan Freeman, Zoe Lister Jones, Molly Shannon, Celeste O’Connor, Chinaza Uche, Nichelle Hines, Toby Onwumere, Ignacio Diaz-Silverio, Oli Green
Sinopsis: Allison (Florence Pugh), una joven con un futuro brillante, y Daniel (Morgan Freeman), el padre de su prometido, sufren la misma pérdida trágica. En un momento de crisis, los dos protagonistas forjan una amistad que suscita la compasión y el perdón necesario para superar su culpa y encontrar la libertad. Una historia conmovedora sobre las formas impensadas en que las personas se conectan, sanan, perdonan y encuentran nuevas formas de seguir viviendo.
Todos, absolutamente todos, estamos a una décima de segundo de la tragedia. Del cambio radical en nuestra existencia. De descender a los infiernos. Y todos también tenemos una posibilidad de redención. Una buena persona, la nueva película del director, guionista y actor Zach Braff, habla de eso y de mucho más. De cómo de entre las cenizas de la tragedia pueden surgir tesoros. Por supuesto, llamándose Una buena persona, no resulta extraño que el film cuente con la presencia de Morgan Freeman. Pero también con la de una enorme Florence Pugh, que vuelve a demostrar su gran clase y que también podría ser la buena persona a la que el título hace referencia, pues ambos personajes son buenas personas que han tenido un mal día. O un mal momento. O un mal vino. Completan el reparto Molly Shannon, Chinaza Uche, Celeste O’Connor y Zoe Lister-Jones.
A destacar el momento, seguramente involuntario, en el cual se encuentran en un bar los dos protagonistas de las dos películas dirigidas por Ari Aster, Florence Pugh (Mindsommar) y Alex Wolff (Hereditary).
VAMOS DE ESTRENO * Viernes 12 de mayor de 2023 *
BLANQUITA (Fernando Guzzoni, 2022)
Chile/México/Luxemburgo/Francia/Polonia. Duración: 99 min. Guion: Fernando Guzzoni Música: Chloé Thévenin Fotografía: Benjamín Echazarreta Productora: Don Quijote Films Género: Drama
Reparto: Laura López, Alejandro Goic, Amparo Noguera, Marcelo Alonso, Daniela Ramírez, Ariel Grandón, Katy Cabezas, Nicolás Durán
Sinopsis: Blanca, una residente de un hogar de acogida de 18 años, es la testigo clave en un escándalo que involucra a niños, políticos y hombres ricos que participan en fiestas sexuales. Sin embargo, cuantas más preguntas se hacen, menos claro se vuelve exactamente cuál es el papel de Blanca en el escándalo.
«A veces la verdad no es suficiente». En esta frase promocional se encuentra la clave de Blanquita, la película que llega hoy a los cines y que ofrece al espectador una propuesta totalmente diferente al resto de la cartelera. Blanquita denuncia un caso de abuso de menores centrándose en si es ético utilizar todos los medios posibles con el fin de conseguir hacer justicia. La película está basada en un hecho real, el turbulento y confuso Caso Spiniak, un proceso judicial que en la década de 2000 conmocionó a Chile destapando una red de prostitución infantil y pedofilia urdida por un famoso empresario chileno, con la supuesta implicación de tres senadores.
Esta ficción girará en torno a la tragedia de las víctimas y los prejuicios de clase social, la impunidad de los poderosos, las debilidades del sistema judicial y la corrupción política, con la participación de la Iglesia y la (falta) de ética de algunos medios de comunicación. En Blanquita, cuarta película de su director y guionista, Fernando Guzzoni, está ausente el morbo y el amarillismo, dejando también que sea el propio espectador el que extraiga sus conclusiones bajo la mirada acusadora de Blanquita, encarnada por una estupenda Laura López.
Centrada la acción la casa de acogida que regenta el padre Manuel (gran Alejandro Goic), un hogar para huérfanos y niños descarriados. Será allí donde, en boca de Carlitos (Ariel Grandón), un adolescente con problemas mentales, comenzaremos a vislumbrar «algo» en lo que le cuenta a Blanquita, la única persona en la que confía. Carlitos compartirá su dolor con ella y ella lo convertirá en propio al relacionarlo con los abusos que sufrió a manos de su abuelo. A partir de ahí comenzará la denuncia y posterior investigación. Guzzoni aborda su guion atraído por un personaje concreto, «Tras adentrarnos en los detalles del caso, a través de una exhaustiva investigación de las numerosas fuentes como noticias, archivos del caso, expedientes judiciales y entrevistas, hubo un personaje en esta condenada historia que fue el que más me fascinó: Gema Bueno, «La testigo clave», «la menor», «Gema Malo». Una chica de veinte años que dividió a la opinión pública y mantuvo en vilo a la nación durante nueve meses. Acabó entre rejas, pero la sociedad se desgarró con su caso».
Y Blanquita no es mostrada como una santa. Se trata de un personaje complejo, con varias caras y no todas impolutas. No es una heroína al uso. Con su denuncia intenta hacer justicia a su propio abuso, sufrido de niña y del que nunca fue creída. Como prosigue el director, «Me gusta la idea de una protagonista compleja que tenga dos caras, no la típica heroína ingenua de Hollywood. La feminista española Clara Serra -a quién admiro mucho- solía decir que el feminismo también debe defender la idea de que una mujer no tiene por qué ser buena. Me gusta pensar que Blanquita, como cualquier otro ser humano que vive en una estructura tan precaria, quería acceder a bienes materiales, pero también a la dignidad y la justicia. Y de alguna manera, tras este caso, ha conseguido reconstruir su identidad y recibir el respeto y la atención que siempre se le negaron«.
Entre sombras, estancias oscuras, caras largas y ausencia de risas y alegría, se desarrolla una historia que aboga por algo tan inequívocamente justo como es la justicia social, un bien que, como hemos visto recientemente, consigue despertar el sarcasmo en, precisamente, las mismas capas de poder e ideología de nuestro país.
VAMOS DE ESTRENO * Viernes 5 de mayo de 2023 *
THE LOST KING (Stephen Frears, 2022)
UK. Duración: 108 min. Guion: Steve Coogan, Jeff Pope Música: Alexandre Desplat Fotografía: Zac Nicholson Compañías: BBC Film, Baby Cow Productions, Pathé, Ingenious Media Género: Drama
Reparto: Sally Hawkins, Steve Coogan, James Fleet, Sinead MacInnes, John-Paul Hurley, Jessica Hardwick, Phoebe Pryce, Alasdair Hankinson, Glenna Morrison, Robert Maloney
Sinopsis: Comedia dramática basada en la historia real del descubrimiento de la tumba del rey Ricardo III bajo un anodino aparcamiento municipal de la ciudad de Leicester. Se centra en Philippa Langley, entusiasta de Ricardo e historiadora aficionada, cuya pasión y empuje impulsaron el proyecto, a pesar de las objeciones y burlas de historiadores y académicos.
Si el póster de The Lost King llama la atención del espectador, la intriga prosigue con los títulos de crédito que, por cierto, hay. Y llaman la atención por su inequívoca adscripción hitchcockiana, con líneas que se cruzan como si Saul Bass las hubiera realizado y a lo que se añade una banda sonora en la que Alexandre Desplat se transforma, por un momento, en la reencarnación de Bernard Hermann. Pero la película lejos de ser un thriller, es una historia íntima, de una búsqueda de la verdad que significará también la del objetivo en la vida de su protagonista, una desencantada, y siempre impecable, Sally Hawkins una, y con esto retornamos a las referencias cinematográficas, Jefferson Smith, una Longfellow Deeds, una, en definitiva Jane Doe al modo de cualquiera de los anti-héroes de Frank Capra. Anónimos, surgidos de la tierra, de la calle, utilizados y, finalmente, devorados por el implacable sistema.
The Lost King de Stephen Frears (director) y Steve Coogan (co-guionista y actor), equipo creativo de la exitosa Philomena (2013), es una emotiva e increíble película ambientada en Londres que parte de un hecho verídico: la búsqueda de la verdad histórica sobre Ricardo III, considerado un usurpador, y del lugar anónimo donde reposan sus restos, con intención de restituir su figura y darles digna sepultura. Y aquí volvemos al bueno de Hitch, pues estamos ante una historia de falso culpable, con una heroína que deberá demostrar la inocencia del monarca. Esta heroína, Philippa Langley, el personaje que encarna Hawkins, vive inmersa en un trabajo que no le apasiona y una situación doméstica que deja bastante que desear, naciendo en ella una obsesión, un objetivo vital, hacia la figura de Ricardo III, estudiando e investigando todo sobre el personaje y descubriendo que, la tumba perdida del defenestrado rey podría encontrarse bajo un aparcamiento de Leicester.
Realismo mágico, fantasía y una búsqueda del grial que dará sentido a la vida de la protagonista en un film delicioso y cargado de emoción.
ASEDIO (Miguel Ángel Vivas, 2023)
España/México. Duración: 100 min. Guion: Marta Medina. Historia: Miguel Ángel Vivas, José Rodrigo Música: Sergio Acosta Fotografía: Rafael Reparaz Productoras: Apache Films, RTVE, México City Project, Amazon Prime Video Género: Drama
Reparto: Natalia de Molina, Bella Agossou, Francisco Reyes, Fran Cantos, Chani Martín, Jorge Kent, Efraín Rodríguez, Lucas Nabor, Federico Pérez, Luis Hacha
Sinopsis: ¿Qué es ser español? Dani (Natalia de Molina) lo tiene muy claro. En su caso es servir a su país como antidisturbios, honrar su bandera. Hacer cumplir la Ley. Siempre pensó que ser policía era una forma de proteger a la gente, de hacer justicia. Pero durante un desahucio en un barrio conflictivo de Madrid, Dani se encontrará con un dinero escondido, una trama de corrupción policial y un crimen que harán que tenga que huir por su vida en un territorio hostil, en el que no conoce el idioma, no es bien recibida y su autoridad no vale nada. Sólo podrá contar con la ayuda de Nasha, una joven nigeriana a la que acaba de desahuciar, y su hijo Little. Y será entonces cuando se dé cuenta de que si el sistema para el que trabaja no es la solución, quizás siempre fue parte del problema.
Miguel Ángel Vivas ofrece con Asedio un impecable thriller de acción, con sus gotas de contenido social y sororidad femenina. El sevillano ya ha demostrado de sobras que sabe perfectamente como captar la atención del espectador. Impactarlo y no soltarlo hasta la conclusión. Y eso es lo que hace, magníficamente, en Asedio, introduciéndolo mediante largos planos secuencia en la acción, de tal modo que el público puede, casi, oler el sudor de los personajes, en especial el de Dani, su protagonista, encarnada por la estupenda Natalia de Molina, una todoterreno que se desenvuelve perfectamente en todo papel. Tan sólo basta verla en Asedio o en la serie Fácil para comprobarlo.
En su rol de agente antidisturbios, no especialmente simpático, Natalia de Molina entrará junto a su unidad en un bloque ocupado por inmigrantes que deberá desalojar, pero pronto comprobará que, en esa ratonera en la que se ha convertido el bloque, los recién llegados no serán su mayor problema. Y todo ello narrado desde bien cerca y rodado en largos plano-secuencia que no ofrecen respiro al espectador y dotan a la acción de toda la inmediatez que se desea ofrecer.
Además de Natalia de Molina, la cinta cuenta con un buen número de actores africanos y españoles racializados, de entre los cuales destaca la beninesa Bella Agossou, y entre los compañeros de la agente Dani, los siempre desagradables (en sus papeles), Fernando Valdivielso y Francisco Reyes.
Beau tiene miedo, una colosal y desquiciada odisea
Cercado es (cuanto más capaz, más lleno)
de la fruta, el zurrón, casi abortada,
que el tardo otoño deja al blando seno
de la piadosa hierba, encomendada;
la serba, a quien le da rugas el heno,
la pera, de quien fue cuna dorada
la rubia paja, y -pálida tutora-
la niega avara, y pródiga la dora.
Para algunos, quizás bastantes, esta octava real será un galimatías sin pies ni cabeza. Otros reconocerán las palabras de Góngora y sabrán que se trata de la descripción del zurrón lleno de frutas de Polifemo. El culteranismo, o mejor, el gongorismo pretende construir un mundo de belleza verbal y sensorial mediante la intensificación del uso de procedimientos estilísticos que desafían la capacidad intelectiva del receptor, quien debe desentrañar el significado de cada unidad temática sabiendo distinguir y relacionar las figuras estilísticas del texto. Cuando el lector logra descifrar su sentido, comprendiendo bien las figuras presentes en los versos, goza de la satisfacción de la captura de la belleza. Y Ari Aster no es Góngora, pero sí es un autor que se plantea nuevos retos cada vez que emprende una obra, sus propuestas han sido siempre arriesgadas y con Beau tiene miedo alcanza un cénit. Su última película no es una cinta que pueda abarcarse en su totalidad en un primer visionado, cualquier reseña nacida de la lectura en caliente será incompleta. Incluida esta que estoy escribiendo ahora.
Aster ha engendrado un trabajo que le exige al espectador pararse a pensar, algo a lo que ya estamos poco acostumbrados en esta época de consumo rápido en la que importa más estar a la última que detenerse en disfrutar cada detalle. Más que parar el reproductor y analizar, lo que se lleva es ver cualquier producto audiovisual a doble velocidad. Quien mucho abarca poco aprieta, advierte el dicho popular, pero la especialización no está de moda, cualquiera puede verter su opinión subjetiva vendiéndola, además, como juicio categórico en su red social amiga. Hay que agradecerle a Aster su valentía para nadar a contracorriente y apostar por lo pausado en la era de la prisa, por lo reflexivo en un mundo regido por la precipitación, por lo denso cuando los más padecen un auténtico trastorno de déficit de atención.
Con tres largos en su haber, ya podemos hablar de rasgos de autoría y constantes temáticas. Si algo subyace a toda su producción es la disección de las relaciones humanas, las familiares en Hereditary (2018), las de pareja en Midsomar (2019), las maternofiliales en Beau tiene miedo (2023), expuestas siempre en clave de terror, sobre todo en las dos primeras, pero manteniéndose en el ámbito de lo fantástico en su último trabajo. El núcleo del relato es la relación entre una madre freudiana de manual y un hijo incapaz de enfrentar con madurez su control abusivo (hay amores que matan) ni siquiera cuando llega a la edad adulta. Y todo en el seno de una familia judía. No es nuevo bajo el sol el esquema, como no lo es casi ninguna historia, lo que imprime carácter es la forma de abordarlo. Una de las principales quejas que perlarán los comentarios, profesionales o no, será el lamento por su larga duración, tres horas que en el corte del director habrían sido cuatro. Que la misma temática, psicoanalista incluido, combinando también lo humorístico y lo fantástico, se puede abordar en un lapso más breve, lo prueba Edipo reprimido (Oedipus Wrecks), el segmento de Woody Allen en Historias de Nueva York (1989), un lúcido ejercicio de comicidad inteligente que dura apenas 40 minutos; pero a Aster no le interesaba hacer un sketch, aunque la cinta está trufada de ellos, sino estirar la peripecia del protagonista hasta darle a su circunstancia el carácter de viaje épico.
Y hemos dicho estirar porque ya en 2011 firmaba el corto Beau, siete minutos de nada que condensan el alma de su versión extendida. La película que nos ocupa es la puesta de largo de su idea más querida y que él se había propuesto realizar como debut en el largo. No sabemos que habría sido de Aster si se hubiera cumplido su deseo, pero, probablemente, la crítica lo habría tenido en otra consideración y los fans, seguramente, se hubieran formado expectativas muy distintas de las que los llevarán a su cita con Beau tiene miedo. Los más de diez años en los que la idea ha estado en barbecho la han engrosado, también enriquecido, hasta ver la luz como pieza de enormes proporciones que contiene más capas que círculos tiene el infierno en La divina comedia. La mención a Dante puede no ser gratuita, después de todo también Aster plantea lo iniciático como proceso interior, tan interior que “no se explora tanto la vida de un hombre sino su experiencia, poniendo al espectador en su cabeza, dentro de sus sentimientos, con suerte a un nivel casi celular”, no le interesa el plano objetivo, no quiere contarnos una historia, quiere que la vivamos, “no se trata de seguir su trayectoria sino de experimentar sus recuerdos, sus fantasías, sus miedos” en palabras del director. Aster, como el conejo a Alicia, nos propone que nos dejemos caer en un pozo, del que no avistamos el fin, para que nos sorprenda el país de las maravillas que puede contener la mente. En especial una mente alterada.
Porque Beau, el personaje, es alguien cuyo desarrollo se ha visto seriamente atrofiado: reservado y tímido, no es capaz de superar sus traumas, no ya infantiles, sino embrionarios (desde su salida del útero, con la que arranca el filme, estará marcada la tensión madre-hijo). Aunque adulto, apenas tiene la madurez de un adolescente, y vive encerrado en el circuito de su propia ansiedad. Beau carga con el peso de una madre autoritaria y de un padre ausente, una madre henchida por un amor que, de tan desmesurado, lacera. Y a la que Beau teme constantemente decepcionar. Porque… ¿Y si en cualquier circunstancia toma la decisión incorrecta a ojos de ella? Al comienzo, la decisión que la madre quiere que tome, por encima de todo, es que se suba a un avión y vaya a visitarla, pero entre ellos existen barreras físicas y psicológicas. Beau no está preparado para la aventura de la vida. Su disposición y su temperamento son singularmente inadecuados para las pruebas y desafíos de enfrentarse a su entorno, su familia y su propia vida interior. Joaquin Phoenix lo borda, se diría que su especialidad es encarnar con convicción personajes emocionalmente dislocados. Él como nadie era el indicado para hacer creíble a este protagonista que tiene problemas para demostrar y devolver amor, tan paralizado por su ansiedad, tan atrapado en sí mismo y en la relación edípica, como está. Un adulto herido emocionalmente, que se habrá de ver obligado a emprender una odisea delirante para honrar las voluntades de su progenitora.
Viaje del (anti)héroe en sentido propio, las diecisiete etapas que estableció Joseph Campbell son recorridas, y distorsionadas, en el guion. Especie de picaresca freudiana infernal, como define a la trama el director y, a la postre, también escritor del texto, la película se desarrolla en secciones independientes, con cuatro capítulos principales y dos secuencias adicionales, incluida una retrospectiva en un crucero que consolida la dinámica madre-hijo, para culminar en un enigmático desenlace. Pasamos de un paisaje urbano barriobajero kafkiano a un surrealista suburbio acomodado, para después atravesar el bosque, ese lugar común del terror y espacio de fantasía por excelencia, y llegar como destino a una nueva casa, de diseño acristalado, que bien podría ser el mirador desde el que nos observa, sin perder ojo, la Bruja mala del Oeste. Y asociados al paisaje de la travesía irán aflorando multitud de retóricas, imágenes y conceptos, posiblemente demasiados para ser aprehendidos a simple vista. Sirva como ejemplo una enumeración, no ordenada, de los más obvios. Resalta la vivencia de la culpabilidad, una culpa desmedida que hinca sus raíces en el pecado original, esa mácula previa al nacimiento que entronca con la herencia de las faltas de los padres. Temer la herencia, incluso genética, es una idea que ya se expuso en Hereditary, pero aquí llega más sobredimensionada todavía, con sexos castrados que duermen en los altillos. Porque Beau tiene miedo va un paso más allá que sus precedentes, Aster en ella no se ciñe a lo individual sino que da el salto a lo social, con apuntes a la deshumanización de la vida urbana y a las debilidades del sueño americano y la
familia ideal. Pero no se queda ahí, aún perfora más capas, hasta llegar al inconsciente colectivo junguiano, con un paréntesis animado que es toda una aproximación paródica a las llamadas fábulas de origen, todo un relato fundacional perfumado de Antiguo Testamento. Beau, el hombre del agua (Wassermann es su apellido), va atravesándolo todo en su mente y nosotros quedamos anegados en ella, habituados como estamos a que haya un punto de referencia externo al yo protagonista. Cuando nos desprendemos de la vocación de realismo es cuando empezamos a comprender qué estamos viendo. Y cuando empezamos a desear que no se nos saque de vuelta a la supuesta realidad. Se diría que todo responde a la pregunta que capitanea el carrolliano viaje a través del espejo: “Pero ¿Qué es real? ¿Está Alicia demente o puede realmente viajar entre mundos?”
Sólo podemos concluir: véanla. Pero, sobre todo, repósenla con la parsimonia de un rumiante. Al fin y al cabo, rumiar no se define únicamente como “masticar por segunda vez, volviéndolo a la boca, el alimento que ya estuvo en el depósito que a este efecto tienen algunos animales”, sino que alude también, y, en este caso, sobre todo, a la reflexión pausada y adulta. No rezonguen a bote pronto en redes y dispónganse a disfrutar de una lenta, pero grata, digestión.
VAMOS DE ESTRENO * Viernes 28 de abril de 2023 *
PLAN 75 (Chie Hayakawa, 2022)
Japón/Francia/Filipinas. Duración: 105 min. Guion: Chie Hayakawa Música: Rémi Boubal Fotografía: Hideho Urata Productoras: Happinet Phantom Studios, Loaded Films, Urban Factory Género: Drama
Reparto: Chieko Baisho, Hayato Isomura, Stefanie Arianne, Yumi Kawai, Taka Takao, Hisako Ôkata, Kazuyoshi Kushida, Yûsaku Mori, Yôko Yano, Mari Nakayama, Motomi Makiguchi, Koshirô Asami, Hiroaki Kawatsure
Sinopsis: En Japón, en un futuro cercano, el envejecimiento de la población se acelera. La película, dirigida por Chie Hayakawa, narra el día a día de una anciana y de otros personajes en una Japón distópica donde el gobierno dicta un plan para que las personas de mayor edad se sometan a una eutanasia voluntaria.
Japón envejece. La pirámide poblacional invertida ya es un hecho en el futuro distópico imaginado por la debutante Chie Hayakawa, un futuro que apenas parece un mañana, acaso porque nuestro hoy ya tiene mucho de distopía. Los ecos de Shichiro Fukazawa y su balada de Narayama parecen saludarnos desde el fondo, si en la novela dos veces adaptada al cine (tan magistral la de Keisuke Kinoshita en 1958 como la de Shohei Imamura en 1983) se parte de una leyenda según la cual aquellos ancianos que ya no puedan servirse por sí mismos y que, por tanto, supongan una carga para el sustento y supervivencia familiar, podrán ser transportados por su primogénito con objeto de hallar el descanso definitivo en la cima del Monte Narayama, en Plan 75 la inspiración parte de las deshumanizadas relaciones en las sociedades (post)modernas, pero, ya sea por tradición, en los clásicos, o ya sea por modernidad, en la ópera prima, se concluye lo mismo: los ancianos son una carga para la economía y hay que buscarles una “solución final”. La misma crítica es la que se escucha, una denuncia de una sociedad que se aleja del humanismo y se erige en salvaguardia de lo económico por encima del sentimiento y de lo personal.
“El “Dejar de pensar” me da mucho miedo” declaraba a la prensa Chie Hayakawa, porque dejar de pensar es la cualidad que nos pone a merced de los intereses de la maquinaria social, de la tutela del Estado convertido en un Leviatán con piel de cordero. “Plan 75”, el programa que propone a los ancianos un acompañamiento logístico y financiero para poner fin a su vida, podría ser más peligroso que la violencia directa porque parece agradable y amable. Con este Soylent Green puesto al día, la directora nos advierte sobre los peligros que supone que el vínculo familiar sea cada vez más débil. La falta de vínculo (no sólo entre la familia, sino también con otras personas/parientes no consanguíneos) es una de las razones que hacen que la gente sea apática con los demás. De la apatía a la insolidaridad solo media una delgada línea. Plan 75 defiende la necesidad de la compasión, no como sentimiento de pena, sino como muestra de ternura y de identificación ante los males de alguien, porque el acompañarnos en nuestros sentimientos es lo único que puede preservarnos de caer bajo las ruedas de la instrumentalización de nuestras propias vidas. Plan 75 es un canto fúnebre, pero no es derrotista, el agridulce final nos deja un regusto de esperanza en el paladar.
Supone el debut en solitario de Chie Hayakawa en la dirección, tras varios cortometrajes y su colaboración en la película Ten Years Japan, una antología de cinco cortometrajes de diferentes directores donde se narraban historias costumbristas de la Japón contemporánea. En Plan 75, Hayakawa ha elegido como protagonista a la veterana Chieko Baishô, actriz con más de 150 apariciones acreditadas en la gran pantalla.
Plan 75 participó en el Festival de Cannes – Un Certain Regard y recibió la Cámara de Oro a Mejor Ópera Prima (Mención especial). Tras Cannes, Plan 75 fue nominada a mejor debut internacional en el Festival de Jerusalem y pudo verse tanto en la sección Contemporary World Cinema del Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), como en la sección New Directors del Festival Internacional de Cine de Chicago. Plan 75 también participó en la sección Historias Extraordinarias del Festival de Cine Europeo de Sevilla. Además de tres galardones en el Festival de Cine de Salónica: FIPRESCI, Alejandro de Oro y Valores Humanos. Participó también en las secciones de Horizontes del Festival de Cine de Karlovy Vary y en la Internacional del de Melbourne. La película fue la elegida para representar a Japón en la edición de los Óscars de 2023.
SISU (Jalmari Helander, 2022)
Finlandia. Duración: 91 min. Guion: Jalmari Helander Música: Juri Seppä, Tuomas Wäinölä Fotografía: Kjell Lagerroos Productoras: Subzero Film Entertainment, Stage 6 Films. Distribuidora: Nordisk Film Género:Western
Reparto: Jorma Tommila, Aksel Hennie, Jack Doolan, Onni Tommila, Mimosa Willamo
Sinopsis: Durante los últimos y desesperados días de la Segunda Guerra Mundial, un solitario buscador de oro (Jorma Tommila) se cruza con los nazis en una retirada al norte de Finlandia. Cuando los nazis le roban el oro, descubren rápidamente que no se han metido con un minero cualquiera. Aunque no existe una traducción directa de la palabra finlandesa «sisu», este legendario ex-comando encarnará lo que significa: una forma de coraje y determinación inimaginables frente a probabilidades abrumadoras. Y no importa lo que los nazis le echen encima, el escuadrón de la muerte de un solo hombre hará todo lo posible por recuperar su oro, aunque eso signifique matar a todos los nazis que se crucen en su camino.
El cine nórdico parece estar convirtiendose en la gran esperanza del cine moderno, en especial de terror. Y si no, al menos, no deja de sorprender al aficionado con desacomplejadas cintas. Y Sisu es una de ellas. Escrita y dirigida por el finlandés Jalmari Helander, quien ya cogió desprevenido al público y jurado del Festival de Sitges de 2010 con su gamberra Rare Exports, que le supuso el premio a la mejor dirección de ese año, vuelve a repetir la jugada y, en esta ocasión, se lleva cuatro premios gordos: película, actor, música y fotografía. Vista por pocos durante el festival, llega ahora a las pantallas este western fuertemente influenciado por Sergio Leone protagonizado por un casi inmortal buscador de oro que se enfrentará a un ejército de nazis. Protagonizada por Jorma Tommila, junto a Aksel Hennie (‘Marte (The Martian)’, ‘The Cloverfield Paradox’), Jack Doolan (‘White Gold’, ‘The Boys’) y Mimosa Willamo, Sisu es una perfecta cinta para un festival como el de Sitges: rápida, divertida, sangrienta e increible. De esas para ver en el cine en comandita dejándose, eso sí, la credibilidad en la puerta. Pero también es una película bella y muy bien rodada, con impresionante banda sonora y una fotografía que refleja las llanuras desoladas a la manera de lienzos animados, cual Monument Valley de John Ford. Pero inundado de sangre.
PDT: Un consejo: vayan a verla y ni se acerquen al, demasiado revelador, tráiler
VAMOS DE ESTRENO * Viernes 14 de abril de 2023 *
RENFIELD (Chris McKay, 2023)
USA. Guion: Robert Kirkman, Ryan Ridley Fotografía: Mitchell Amundsen Compañías: Universal Pictures, Skybound Entertainment Distribuidora: Universal Pictures Género: Comedia
Reparto: Nicholas Hoult, Nicolas Cage, Awkwafina, Ben Schwartz, Adrian Martinez, Ahmed Zakzouk, Shohreh Aghdashloo, Bess Rous, Brandon Scott Jones, Jenna Kanell, Caroline Williams, William Ragsdale, Derek Russo
Sinopsis: Renfield es el torturado asistente del vampiro más narcisista de la historia: Drácula. Renfield se ve obligado a procurarle víctimas a su amo y hacer todo aquello que este le ordene, por inmoral que sea. Pero ahora, tras siglos de servidumbre, Renfield está listo para descubrir si hay vida lejos de la alargada sombra del Príncipe de las Tinieblas. ¿El problema? Que no sabe cómo romper esa relación tóxica.
La nueva propuesta de Chris McKay (La guerra del mañana, Batman: La LEGO película), basada en una idea original de Robert Kirkman, creador de The Walking Dead e Invencible, lejos de ser una película de terror es una cinta de acción. Con terror, claro. Y comedia también, pero sobre todo es una película de acción con un Renfield (Nicholas Hoult), que con tan solo saborear la sangre de un insecto se transforma en un ágil y magnífico luchador.
Y, claro, sale Nicolas Cage.
Un Nicolas Cage que se lo pasa de miedo encarnando al Drácula de Lugosi, pues tanto él como Nicholas Hoult reinterpretan al vampiro y al Renfield de la película de 1931, que interpretó, en el caso del segundo, Dwight Frye. Así, el film contiene bastantes guiños al de Tod Browning, algunos evidentes y otros mucho menos, destinados a los que conocen en profundidad la película clásica. Renfield también cuenta con la participación de Awkwafina, que interpreta a una deslenguada policía marcada por el asesinato de su padre, también agente de la ley.
Desde el primer plano se desata la acción, ajustada al tipo de espectador al que va destinada la cinta. Con muchas peleas y una cámara desbordada que, lamentáblemente, no se detendrá demasiado en la abundante sangre y el gore por lo que, en general y a pesar de la violencia, el film es un producto (casi) apto para menores. Nicolas Cage en su rol de Drácula resulta convincente y su interpretación ajustada al tono de la película. Además, por mucho histrión que sea, más lo era, a pesar de nuestra inquebrantable admiración, Bela Lugosi.
Renfield no pasará, seguramente, al rico canon cinematográfico de Drácula, pero sí que resultará imprescindible para los -extraños- fans de Nicolas Cage y para todo aquel que quiera pasar un rato delicioso con una cinta que, por suerte, tiene una duración bastante ajustada a la duración del chiste, que incluso contenía, y se llegó a rodar, un número de música y baile que, descartado, posiblemente quedará para su edición doméstica. De haberla, claro.
VAMOS DE ESTRENO * Viernes 10 de marzo de 2023 *
SCREAM VI (Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, 2023)
USA. Duración: 123 min. Guion: James Vanderbilt, Guy Busick.Personajes: Kevin Williamson Música: Sven Faulconer, Brian Tyler Fotografía: Brett Jutkiewicz Compañías: Paramount Pictures, Project X Entertainment, Spyglass Entertainment. Distribuidora: Paramount Pictures Género: Terror.
Reparto: Melissa Barrera, Jenna Ortega, Courteney Cox, Hayden Panettiere, Jasmin Savoy Brown, Mason Gooding, Samara Weaving, Dermot Mulroney, Jack Champion, Liana Liberato
Sinopsis: Tras los últimos asesinatos de Ghostface, los cuatro supervivientes abandonan Woodsboro para dar comienzo a un nuevo capítulo en la ciudad de Nueva York.
Hace casi treinta años Kevin Williamson creaba Scream. Vigila quien llama (Scream, Wes Craven, 1996) como una especie de crítica-burla hacia los manidos slashers,que inundaron las pantallas de cines y video-clubs en los ochenta, proponiendo un juego en el que las víctimas propicias del asesino enmascarado de turno, se preguntaban y respondían -con su propia vida- a todas esas cuestiones que todos nos hemos hecho alguna vez al ver una película de este tipo, en especial sobre los comportamientos comunes de todas las potenciales víctimas: ¿por qué abre la puerta? ¿por qué se separan los integrantes del grupo en lugar de permanecer juntos? ¿por qué mueren los que practican sexo? ¿por qué si siempre vuelve el asesino, les dan la espalda pensando que está muerto? Aquella película fundacional fue dirigida por Wes Craven, integrante de aquella generación de directores de aburridas películas de terror de los ochenta, aunque en su caso pasó a la historia por crear uno de los grandes iconos del terror moderno. La parodia, bien orquestada y con estructura casi de soap opera, dio paso a las inevitables secuelas y a su retorno, ya en el nuevo milenio, primero a televisión y más tarde a las salas, recuperando algunos de los personajes de la saga original y añadiendo más carne de cañón a lo que es whodonit de toda la vida, aquel que diera pié al slasher y a su aventajado vecino transalpino, el giallo.
Pero el caso de Scream es excepcional, y basa su éxito a la secta de fans de la serie, la que capta todos los guiños, no solo los obvios, y celebra el retorno, en muchos casos absurdo de personajes supervivientes de otras entregas (¿agente del FBI?¿en serio?). A ellos va dirigido Scream VI y ellos son los que disfrutarán más, mientras otros la miramos, desde la distancia, con la misma expresión de incredulidad que ponemos cuando oímos reggaeton. Dicho lo cual cabe añadir que, si uno es consciente de lo que va a ver, resulta incluso disfrutable, pues Scream VI tiene buenos momentos y magníficas cuchilladas, plenas de limpieza y vitalidad ¿el problema? los muchos momentos isla en los que los protagonistas charlan y charlan y hacen sus tesis y conjeturas. Consiguen que uno eche de menos el ir directo al hueso de Art the clown en Terrifier 2, el último sleeper del cine de terror que va camino de convertirse en ícono de los que se esfuerzan en hacer distingos y echar pestes del calificado Elevated Horror. Pero bueno, esa es otra guerra. Scream VI gustará mucho a los seguidores de la saga, que los tiene y muchos, así como a quien quiera pasar la tarde con Ghostface, intentando adivinar quien de sus personajes se encuentra tras máscara, sin caer en las triquiñuelas ideadas por los continuadores de Kevin Williamson.
En Scream VI, a los cuatro supervivientes de la anterior cinta, Melissa Barrera («Sam Carpenter»), Jasmin Savoy Brown («Mindy Meeks-Martin»), Mason Gooding («Chad Meeks-Martin»), Jenna Ortega («Tara Carpenter»), se les unen los veteranos Hayden Panettiere («Kirby Reed») y Courteney Cox («Gale Weathers») que retoman sus papeles en la franquicia, junto a nueva carnaza interpretada por Jack Champion, Henry Czerny, Liana Liberato, Dermot Mulroney, Devyn Nekoda, Tony Revolori, Josh Segarra y Samara Weaving.
VAMOS DE ESTRENO * Viernes 3 de marzo de 2023 *
TO LESLIE (Michael Morris, 2022)
USA. Duración: 119 min. Guion: Ryan Binaco Música: Linda Perry Fotografía: Larkin Seiple Compañías: BCDF Pictures, Shaken Not Stirred, Baral Waley Productions, Bluewater Lane Productions, Clair de Lune Entertainment Género: Drama
Reparto: Andrea Riseborough, Marc Maron, Stephen Root, Allison Janney, James Landry Hébert, Matt Lauria, Owen Teague, Andre Royo, Chris Coy, Derek Phillips, Mac Brandt
Sinopsis: Basada en hechos reales, cuenta la historia de Leslie, una madre soltera del oeste de Texas, que hace seis años ganó la lotería pero rápidamente despilfarró el premio, gastándolo todo en fiestas y alcohol. Desahuciada, acude a su hijo en un intento de recuperar el rumbo de su vida.
To Leslie, cinta dirigida por Michael Morris y protagonizada por Andrea Riseborough, es un viaje redentor, iluminador, que lleva al espectador a contemplar el día a día de una derrota, la de su protagonista, a la que conoceremos de cerca, de incomodamente cerca, mediante la inexorable mirada del director. Asistiremos al resultado de seis años de autodestrucción, durante los cuales, envuelta en una espiral de alcohol y locura, las llamas han dejado tras de sí unas cenizas repletas de los espectros de familiares y amigos, que ya dan por imposible su recuperación. Y todo ello en un trágico melodrama, aliviado con algún pasaje cómico pero nada estridente, y un desenlace que nos transporta al cine más clásico, aquel con el cual el espectador, tras ver la película, vuelve a casa con una sonrisa de oreja a oreja.
Todo ello en un film que es totalmente de su actriz, una inmensa Andrea Riseborough que saber captar el personaje otorgándole una personalidad, una vida, que atraviesa la pantalla, calando en el espectador. Tanto que a pesar de que la actuación de Riseborough había pasado prácticamente desapercibida durante esta temporada de premios, gracias al apoyo de decenas de compañeras y compañeros de profesión, se consiguió que la actriz fuera nominada al Oscar 2023 como Mejor actriz protagonista.
Junto a Riseborough, está protagonizada por Marc Maron, Allison Janney y Owen Teaguela película, que tuvo su première mundial en el Festival de SXSW de Austin y se presentó en la Sección Oficial del Festival de Gijón, donde ganó los premios a la Mejor actriz y al Mejor actor, .
VAMOS DE ESTRENO * Viernes 24 de febrero de 2023 *
MISSING (Nicholas D. Johnson y Will Merrick, 2023)
USA. Duración: 111 min. Guion: Nicholas D. Johnson, Will Merrick. Historia: Aneesh Chaganty, Sev Ohanian Música: Julian Scherle Fotografía: Steven Holleran Compañías: Sony Pictures Entertainment (SPE), Stage 6 Films.Distribuidora: Sony Pictures Entertainment (SPE) Género: Thriller.
Reparto: Storm Reid, Nia Long, Amy Landecker, Ken Leung, Thomas Barbusca, Lisa Yamada, Joaquim de Almeida, Tim Griffin, Megan Suri, Tracy Vilar
Sinopsis: Cuando su madre (Nia Long) desaparece estando de vacaciones en Colombia con su nuevo novio, la búsqueda de respuestas por parte de June (Storm Reid) se ve entorpecida por la burocracia internacional. Atascada en Los Angeles a miles de kilómetros de distancia, June utiliza toda la tecnología a su disposición para intentar encontrarla antes de que sea demasiado tarde. Pero cuanto más profundiza en su búsqueda, su investigación digital aporta más preguntas que respuestas… y cuando June revela secretos sobre su madre, se da cuenta de que nunca la conoció realmente.
En Missing, el lenguaje cinematográfico se trasmite mediante las diversas pantallas que, al parecer, ya forman parte integrada de la mayor parte de la humanidad. Un whodunit cibernético ingenioso y bien construído que consigue captar al espectador que entre en el juego de pantallas. Una forma de hacer cine, que ya habían experimentado los responsables en Searching (Aneesh Chaganty, 2018) y que tiene ciertos puntos en común con el denominado found footage, pues en ambos las cámaras de teléfonos móviles, ordenadores e incluso cámaras de seguridad son los encargados de contar una historia. Una forma de narrar, en resumen, muy del siglo XXI y que es posible no sea plato al gusto de todos.
Una visión, posiblemente involuntaria, pero que los más mayores constatamos con mentalidad del siglo pasado, lo cual añade inquietud y horror a una propuesta que aborda, con toda naturalidad, la sobreinformación que hay en las redes y que no garantiza más conocimientos, muy al contrario, y la necesidad, especialmente entre los más jóvenes, aunque no con carácter exclusivo, de exhibir continuamente su actividad diaria o incluso estado de ánimo. Eso sí, si bien cambian las formas, no lo hacen los contenidos: dolor por la pérdida, adolescencia, secretos… un amalgama que consigue captar al espectador y en el que los giros argumentales van tomando caminos inesperados conforme avanza la investigación de la protagonista, interpretada por Storm Reid y que contará con el apoyo de un inesperado aliado, encarnado por Joaquim de Almeida. A ellos se les sumarán Ken Leung, Amy Landecker, Daniel Henney y Nia Long.
Escrita y dirigida por Will Merrick y Nick Johnson, Missing es un vertiginoso y electrizante misterio que nos hará preguntarnos qué tanto conocemos a nuestras personas más cercanas.
VAMOS DE ESTRENO * Viernes 10 de febrero de 2023 *
LA NIÑA DE LA COMUNIÓN (Víctor García, 2022)
España. Duración: 98 min. Guion: Guillem Clua.Historia: Víctor García, Alberto Marini Música: Marc Timón Fotografía: José Luis Bernal Ibañez Compañías: Ikiru Films, Atresmedia Cine, Rebelión Terrestre, La Terraza Films Género: Terror
Reparto: Carla Campra, Aina Quiñones, Marc Soler, Carlos Oviedo, Olimpia Roch, Maria Molins, Xavi Lite, Anna Alarcón, Victor Solé, Sara Roch
Sinopsis: Mayo, 1987. Las campanas de un pequeño pueblo del interior tañen con motivo de fiesta. La iglesia está preparada para celebrar una misa de primera comunión; entre los niños está Judith, la hermana pequeña de Sara (Carla Campra). Sara acaba de llegar al pueblo y no encuentra su lugar en ese espacio cerrado. Su mejor amiga es Rebe (Aina Quiñones), mucho más extrovertida. Un día Sara y su amiga Rebe salen una noche de fiesta y al hacérsele tarde, tienen que regresar haciendo autostop. Durante el trayecto, el conductor del coche las intimida con bromas de mal gusto hasta que alguien (o “algo”) se les cruza en la carretera.
Salen del coche para investigar y solo se encuentran con… una vieja muñeca de comunión en medio del oscuro bosque. A partir de ese momento, comenzará la pesadilla.La niña de la comunión entra dentro de ese cine de terror, digamos, «costumbrista» y con aire «vintage» que tan bien sabe hacer Paco Plaza (Cuento de Navidad, Verónica), ubicado en una reconocible España en los años ochenta y setenta. Un tipo de cine de terror que nos parece muy interesante, pues al menos saca al espectador de tanta juventud y niñez norteamericana para ubicarlo en su propia infancia y en los miedos autóctonos. En el caso de La niña de la comunión, además, la ambientación está muy lograda y tiene algunos detalles comunes para casi todos los adolescentes de aquellas épocas en las cuales el ordenador era todavía algo como de ciencia ficción y no basura en la que se ha convertido con las redes sociales. También es un acierto que la acción se desarrolle en un pueblo, entre Catalunya y Valencia, en el que todos se conocen y los jóvenes se aburren, con pocos sitios en el que pasar el tiempo: las recreativas, «el garito» y el fin de semana, la discoteca, si se consigue alguien con coche para ir, con un guion que mezcla de manera satisfactoria leyendas urbanas, con gotas de slasher fantástico y Elm Street y The Changeling en el recuerdo. A todo lo cual se le suma el sabor de aquel crimen de Alcàsser que tanto conmocionó a la sociedad española.
La película resulta, cuanto menos, muy agradable como retrato de la juventud de provincias de finales de los setenta, cuya vida trascurre muy alejada de Barcelona o del Madrid de La Movida. Los actores contribuyen al buen desarrollo de la trama, pues Carla Campra (presente también en Verónica) y Aina Quiñones (Cuéntame) forman un buen tándem como las dos amigas que deberán enfrentarse a la maldición que se cernirá sobre ellas. También Carlos Oviedo (Las leyes de la frontera), está correcto como el skinhead maquinero encargado de los recreativos.
Víctor García conoce a la perfección el funcionamiento y el tempo del cine de terror, pues ha aprendido en la mejor escuela posible: la del cine de terror de serie b norteamericano, donde inició su carrera realizando, para cine y televisión, secuelas de éxitos como Return to House on Haunted Hill (2007), 30 Days of Night: Blood Trails (serie 2007), Mirrors 2 (2010) o Hellraiser: Revelations (2011), quedando más que demostrado su oficio, tal y como se percibe desde la pantalla. Pero pese a todo la película no queda redonda. Su conclusión queda un tanto confusa, precipitada, estropeando el resultado final, aunque sin dejar de resultar una obra simpática y perfecta para una tarde de asueto.
VAMOS DE ESTRENO * Viernes 3 de febrero de 2023 *
LLAMAN A LA PUERTA (Knock at the Cabin, M. Night Shyamalan,2023)
USA. Duración: 100 min. Guion: M. Night Shyamalan, Steve Desmond, Michael Sherman. Novela: Paul Tremblay Música: Herdís Stefánsdóttir Fotografía: Jarin Blaschke, Lowell A. Meyer Compañías: Universal Pictures, Blinding Edge Pictures, Filmnation Entertainment, Perfect World Pictures, Wishbone Entertainment Inc. Distribuidora: Universal Pictures Género: Terror
Reparto: Dave Bautista, Jonathan Groff, Rupert Grint, Ben Aldridge, Nikki Amuka-Bird, Abby Quinn, William Ragsdale, Kristen Cui, Satomi Hofmann, Kat Murphy
Sinopsis: Durante unas vacaciones en una cabaña en un bosque alejada de todo, una niña y sus padres se convierten en rehenes de cuatro desconocidos armados que obligan a la familia a tomar una decisión imposible, pero necesaria para evitar un mal mayor.
El pensamiento es lenguaje. Cuando encuentro la palabra que resume mi idea, puedo explicarme; cuando identifico la palabra que resume la idea de quien me habla, puedo entenderlo. Vamos a aceptarlo así, aunque pueda problematizarse, y vayamos a la analogía: el cine también es lenguaje, sólo que en este caso los monemas son imágenes. Saltémonos las premisas y vayamos a la conclusión: cuando identificamos la sintaxis de imágenes que está en la base de su puesta en escena, entendemos la película. Y ello sería así aunque el argumento fuera incomprensible o incoherente. En un filme importa más el cómo nos lo cuenta mediante la gramática de la imagen, que el qué nos cuenta su trama literaria. El dominio de la puesta en escena es lo que distingue la calidad de un director. Y en esto M. Night Shyamalan es maestro. Después de argumentar la petición de principio, procedamos al comentario.
Es notorio que, desde su opera prima, el cine de Shyamalan tiene el giro de guion como bandera, aunque algunos ya vieron venir que Malcolm Crowe está muerto desde el principio. Y es que la cámara no ha mentido, a pesar de que el montaje (efecto kuleshov mediante) lo haya enmascarado. No hay trampa ni cartón, solo buen manejo de la gramática del plano. El director de El protegido parece saber (sabe) siempre qué recurso utilizar para que sea el espectador mismo el que se engañe, las imágenes le fuerzan siempre a formularse hipótesis plausibles que el propio avance en la cinta, antes o después, revelará erróneas. Si el suspense se establece gracias a que el espectador ve lo que no ven los personajes, Shyamalan le da al código una vuelta de tuerca, la intriga avanza conforme el respetable va modificando sus lecturas, sólo en la reflexión sobre lo visto somos capaces de comprender qué ha pasado ante nuestra mirada. Somos sujetos de la propia trama. Llaman a la puerta no es un caso aparte, desde su arranque empieza el juego de la reinterpretación y, antes de que la acción se encierre dentro de la cabaña, habremos tenido que cambiar de posicionamiento tres veces. Dónde creíamos ver una cinta de invasiones, el propio cartel ya nos había predispuesto a ello, pronto se instalará una situación en la que los personajes (todos) deben elegir una acción en medio de dos alternativas en conflicto, sin que ninguna de ellas resulte del todo aceptable o rechazable desde un punto de vista moral. Lo terrorífico viene de la mano de un dilema ético.
El llamado dilema del tranvía es el esqueleto que sostiene la historia. Un armazón en el que se imbrican las nociones de sacrificio, milagro y fe. Y tan bien construido que, incluso los que salgan diciendo que no han entrado en la historia y que no se creen el final, habrán comprado el relato y dado internamente el último giro que propone el filme. Como en la novela que adapta, La Cabaña del Fin del Mundo de Paul Tremblay, lo que está en juego sobre el tablero es la hipótesis sobrenatural, la factibilidad o no de creer lo imposible. Quienes hayan leído la novela descubrirán que la de Shyamalan es una adaptación con licencias, el director toma el conflicto de ella, pero lleva la premisa y su resolución a su propio universo. Como el Kierkegaard de Temor y Temblor, la cinta maneja sus elementos para plantear el salto mortal de la fe, un salto que daremos, o no, según cómo entendamos el peso del azar y la casualidad. No creernos el final es ya un modo de haber aceptado lo sobrenatural como presupuesto.
Serán muchos los que viéndola recordarán a Yorgos Lanthimos y su El sacrificio de un ciervo sagrado, serán menos los que sepan que el griego revisaba a otro griego más clásico y, por tanto, pocos alcanzarán a ver que es el espíritu de Eurípides el que planea sobre el relato. Ifigenia en Áulide es una de las más hermosas reflexiones sobre la aceptación del fatum, Ifigenia se somete de grado a lo que el destino le ha deparado, dejándose sacrificar es como ejerce su libertad y derrota a los Hados. Shyamalan comparte la idea de sacrificio como acto de abnegación inspirado por la vehemencia del amor. La ofrenda voluntaria es una celebración del hecho de amarnos. La vida es el auténtico milagro.
Quien haya leído hasta aquí ya habrá cometido el error de no enfrentarse a la película limpio como tabula rasa. Olviden los spoilers encubiertos, acudan dispuestos a dejarse enamorar por Kristen Cui en su estreno como actriz y disfruten de la acción, pero sobre todo entreténganse en contemplar el cómo está siendo narrada. Ni sus detractores podrán negar que Shyamalan es uno de los más diestros cuentacuentos que posee el cine actual.
VAMOS DE ESTRENO * Viernes 27 de enero de 2023 *
LA BALLENA (The Whale, Darren Aronofsky, 2022)
USA. Duración: 117 min. Guion: Darren Aronofsky. Obra: Samuel D. Hunter Música: Rob Simonsen Fotografía: Matthew Libatique Compañías: A24, Protozoa Pictures. Distribuidora: A24 Género: Drama
Reparto: Brendan Fraser, Sadie Sink, Samantha Morton, Ty Simpkins, Hong Chau, Sathya Sridharan, Jacey Sink
Sinopsis: Un solitario profesor de inglés con obesidad severa (Brendan Fraser) intenta reconectar con su hija adolescente en una última oportunidad de redención.
Brendan Fraser tuvo ocasión de demostrar que, además de poseer un músculado físico, era un buen actor en Dioses y monstruos (1998), la estupenda cinta de Bill Condon sobre la decadencia del director de películas como El doctor Frankenstein (1931), La novia de Frankenstein (1935) o El hombre invisible (1933), James Whale. Y con The Whale (La ballena), Fraser vuelve a demostrar que, quien tuvo retuvo y que se trata de un actor a tener muy en cuenta, aunque aquel físico ya esté en el recuerdo, y que se trata de un actor que raro sería que no se llevara el Oscar por esta interpretación.
Basada en una obra teatral de Sam D. Hunter, The Whale es un sobrecogedor retrato sobre la soledad y el dolor que, a pesar de todo, consigue resultar optimista. El personaje de Fraser vive preso en su hogar (de donde no nos alejaremos durante todo el metraje), y también en su enorme cuerpo. Se asemeja a un animal herido, que se disculpa constantemente por existir y que ve la muerte como una liberación, pero que conseguirá la redención haciendo las paces con su hija, y así, consigo mismo.
Darren Aronofsky ha querido adaptar The Whale al cine desde que vio por primera vez la obra hace casi una década. La obra lo impresionó de inmediato por su inteligencia y por la forma intrépida en que cuestiona la condición humana sin ofrecer una respuesta fácil. Según Aronofsky: “Lo que más me gusta de The Whale es que te invita a ver la humanidad de personajes que no son ni buenos ni malos, sino que viven en esos tonos grises en los que vive la gente de a pie; personajes que tienen una vida interior profunda e intrincada. Todos han cometido errores, pero comparten un corazón inmenso y el deseo de amar a los demás, aunque los demás parezcan incapaces de amar. Es una historia que nos plantea una pregunta simple y a la vez esencial: ¿podemos salvarnos los unos a los otros? Es una pregunta muy importante en estos momentos, sobre todo ahora que nos damos la espalda más que nunca”.
Todos los protagonistas de The Whale realizan una labor excepcional, tanto Sadie Sink (Stranger Things), como Hong Chau (El verano de Cody) y Samantha Morton (Minority Report, En América), pero es Brendan Fraser el que sobresale sobre todos ellos, y a pesar de que el filme ha sido ignorado en los Globos de Oro, el Oscar a la mejor interpretación ya tiene su nombre grabado en la placa de su base.
Darren Aronofsky ha realizado un filme más asumible para el público general que su anterior propuesta, Mother (2017), pero sigue permaneciendo en él ese aura de director maldito, que levanta tantas pasiones como críticas y que con la incómoda The Whale, no dejará a nadie indiferente.
THE OFFERING (Oliver Park, 2022)
USA. Duración: 93 min. Guion: Hank Hoffman.Historia: Hank Hoffman, Jonathan Yunger Música: Christopher Young Fotografía: Lorenzo Senatore Compañías: Millennium Media Género: Terror
Reparto: Nick Blood, Emily Wiseman, Paul Kaye, Allan Corduner, Jonathan Yunger, Velizar Binev, Daniel Ben Zenou, Nathan Cooper, Sofia Weldon, Boyan Anev, Yonko Dimitrov, Jodie Jacobs
Sinopsis: Desesperado por pagar sus deudas, un hombre intenta secretamente manipular a su padre para que venda su funeraria. Sin saberlo, desatará a un espíritu maligno que tiene la mirada puesta en su esposa embarazada.
The Offering tiene un prometedor punto de partida que mezcla tradiciones arcanas, conocimientos milenarios, sortilegios y brujería, todo ello envuelto en una tan atractiva como amenazadora oscuridad. Nos introduce, como ya hiciera la interesante The Vigil (Keith Thomas, 2019), en las poco conocidas tradiciones funerarias de la comunidad judía ortodoxa y en sus mitos. En esta ocasión se trata de una figura demoniaca femenina temida por sus prácticas relacionadas con abortos y muertes de niños, conocida como roba niños.
Acertadamente la acción del film se ubica en una antigua funeraria judia de Nueva York, a donde llega el hijo pródigo, Art (Nick Blood), junto a su nueva esposa, Emily (Emily Wiseman), embarazada de varios meses. Viejos rencores y enfrentamientos con su padre (Allan Corduner) saldrán a flote y en esas llegará el cadáver de un anciano que se ha suicidado de una manera un tanto extraña: con una certera puñalada en el corazón. Ese será el detonante que facilitará la entrada del mal en el hogar de los protagonistas, un lugar especialmente siniestro, lo que permitirá al director la utilización de varios elementos y sustos comunes con las narraciones de fantasmas y casas encantadas, lease voces, sonidos, puertas que chirrían, sombras, pasadizos con ventadas en las que el viento azota sus cortinas… Nada nuevo, desde luego, pero con resultado siempre eficaz, lo cual unido al atractivo argumento y el marco donde se desarrolla, conformará una atmósfera inquietante que preparará al espectador para el climax.
The Offering, cinta encargada de clausurar la 33ª Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, no ofrecerá grandes alicientes al aficionado al cine de terror, más allá de su prometedor punto de partida y el novedoso entorno en el cual se desarrolla, pero en conjunto funciona en su misión de inquietar, a pesar de caer en uno de los handicaps de este género, ¿es necesario mostrar siempre la criatura?
TÁR (Todd Field, 2022)
USA. Duración: 158 min. Guion: Todd Field Música: Hildur Guðnadóttir Fotografía: Florian Hoffmeister Compañías: Focus Features, Emjag Productions, Standard Film Company Género: Drama
Reparto: Cate Blanchett, Nina Hoss, Mark Strong, Noémie Merlant, Sam Douglas, Sydney Lemmon, Murali Perumal, Diana Birenyte, Vivian Full, Amanda Blake
Sinopsis: La innovadora, y mundialmente famosa, directora de una de las orquestas más importantes de Alemania, Tár (Cate Blanchett), se encuentra en la cúspide de su carrera, a punto de publicar un libro y de dirigir la Quinta Sinfonía de Mahler. Sin embargo, su vida empezará a desmoronarse en las siguientes semanas. El resultado es un mordaz examen del poder, de su impacto y de su perdurabilidad en el mundo de hoy.
Esta reseña que escribo ahora mismo es la reseña que tú lees ahora mismo. Y esta frase que acabo de escribir, y que tú acabas de leer, es un anómalo bucle autorreferencial que podría tender al infinito. También la música de Bach es un eterno y grácil bucle que, en su pulcritud matemática, ha conseguido expresar como ninguna otra el humano diálogo con lo divino, con el absoluto. Decir Bach es pronunciar un sinónimo de genio. Ahora bien, en un mundo completamente laicizado como lo es el nuestro, no queda nada sagrado. El propio autor de la Misa en si menor, auténtico Everest entre las cimas que ha coronado la música de todos los tiempos, ha sido repudiado. Incluso entre estudiantes de conservatorio (a los que se presume la voluntad de comprender la esencia de la música). El Cantor de Leipzig engendró 20 hijos y eso a ojos de un alumno, pongamos por caso, racializado y pansexual, ya es motivo para denostarle por ser prototipo de la explotación del cisheteropatriarcado blanco. Todd Field dibuja este ejemplo en una de las escenas nucleares de Tár. Estamos ante la cultura de la cancelación que no distingue la obra de la persona que la crea.
Tár, Lydia Tár, pianista, etnomusicóloga, compositora, primera mujer en ser directora titular de la Filarmónica de Berlín y promotora de Accordion Foundation, fundación que beca a jóvenes aspirantes a directoras, también se verá triturada por esa tendencia en la que, además, ser acusado equivale a ser juzgado culpable. El tercer largometraje de Todd Field explora, con una ficción, este fenómeno que se ha convertido en actitud dominante del espíritu de nuestro tiempo y del que todos conocemos casos reales (no es gratuito que en uno de sus viajes la protagonista sea alojada en la suite de Plácido Domingo). Ahora bien, reducir Tár a la denuncia de la cancelación, sería quedarse en la epidermis del filme. Bajo ese epitelio, en la dermis de la cinta se siguen y persiguen, como en una fuga de múltiples voces, consideraciones que van más allá de la coyuntura. Temas universales entre los que emergen como notas dominantes el poder y el amor.
La maestro (feminizar el apelativo para ella resulta tan absurdo como llamar astronautrices a las astronautas) está en la cúspide de su carrera, a punto de publicar su esperada autobiografía y de ser la primera en registrar en directo la integral de las sinfonías de Mahler. Sólo le falta la más célebre, la 5ª, de la que casi todos conocemos, al menos, su adagietto. Visconti lo utiliza en Muerte en Venecia, y no ha sido el único cineasta que ha arropado sus imágenes con este movimiento cuya instrumentación consta únicamente de cuerdas y arpa. Una métrica y una melodía flotantes dan la impresión de una frágil intimidad. Precisamente por eso, el movimiento fue repetidamente interpretado como una declaración de amor de Mahler a su esposa Alma. En el guion, del propio Field, nada es azaroso, que sea la quinta y no otra la que le queda pendiente es una decisión intencionada, es la manera que elige para desarrollar la visión que tiene Tár del amor. Sharon, su esposa y concertino de la filarmónica, le espeta en un momento dado que todas sus relaciones han sido interesadas, excepto la que la une a Petra, la hija de ambas. Y el espectador puede coincidir en ese juicio viendo como trata a todos los que la rodean, especialmente a su alumna Krista Taylor, personaje que nunca aparece encarnado, pero de cuyo suicidio no le queda dudas al público de que Tár ha sido la inductora. Suicidio que prende la hoguera en la que se consumirá la protagonista. Las apariencias nos hacen sentir que ella es una fría cazadora a la que no le importa la situación en la que quedan sus presas cuando se le ha apagado la pasión que la movió a seducirlas. Pero, ¿es realmente una insensible? Para responder a esta pregunta hemos de partir de que, la música en especial, pero el arte en general, es la única vía mediante la que expresar sentimientos que no caben recogidos en la palabra. Tár llorará sólo una vez, cuando los sucesos ya la han superado, viendo en su habitación de adolescente una grabación del programa de Leonard Bernstein en la que el célebre músico y director establece la mencionada premisa. Tár no miente cuando afirma que ella elige el amor, pero lo expresa en la abstracción musical, en lo concreto apenas es capaz de dar abrazos.
Solo Cate Blanchett podía dar cuerpo a esa mujer poderosa (¿O hay que decir empoderada?) que es Tár, tan semejante a la Petra Von Kant de Fassbinder, triunfadoras en lo profesional, pero abocadas a perderse en lo sentimental. Apenas maquillada, la actriz compone una interpretación sobria que deja fluir los matices de un carácter que recorre un arco que va de la soberbia a la inseguridad, pasando por todos los estados intermedios. En sus manos Tár no es un personaje sino una persona. El trabajo de Blanchett permite incardinar el mordaz examen del poder, de su impacto y de su perdurabilidad en el mundo de hoy, que desea llevar a cabo Todd Field. La Tár de Blanchett es adicta a la seducción, pero, más que el hambre por la carne fresca, lo que la motiva es subyugar al talento. Como la Jean Brodie de Maggie Smith, podría suscribir: “Dadme una niña [joven en el caso de Tár] en una edad influenciable y será mía para siempre”. Modelar aspirantes sobresalientes como si fueran barro en manos divinas. La naturaleza de su deseo no es definida por el sexo (aunque pueda haberlo) sino que viene conformada por el ansia de tener potestad sobre el destino.
Tár es un filme brillante. Y lo es no solo por su guion y por el trabajo interpretativo, sino también por su puesta en escena que ha sido elogiada por el mismísimo Martin Scorsese. Para el director de Taxi Driver, la mayoría de las producciones actuales no hacen presagiarle al cine un buen futuro, pero ver Tár le hizo atisbar luz más allá de las nubes. Y ello gracias a su “magistral mise-en-scène, con ángulos y bordes controlados, precisos, peligrosos y escarpados, geométricamente cincelados en una maravillosa relación de aspecto de 2:3. Los límites del propio encuadre y la provocación de tomas largas medidas reflejan la arquitectura brutal de su alma: el alma de Tár [personaje]”. Field logra el milagro por su dominio del lenguaje cinematográfico, pero también por su condición de músico que le permite usar estructuras musicales para explicitar su narración. Tár empieza con un silencio (no suena la cabecera de Universal), como lo hace la Quinta de Beethoven, y la coincidencia no es casual. La secuencia rítmica de tres notas cortas seguidas de una larga (ta, ta, ta, taaaa) con la que Beethoven comienza su 5.ª Sinfonía, es uno de los pasajes más icónicos de la historia de la música, con ella el portentoso creador alemán quiere expresar la llamada del destino. Y la 5.ª en su totalidad, que es un viaje hacia las estrellas a pesar de todas las dificultades, representa la imposibilidad de vencer al destino. Tampoco Tár, que ha querido ser demiurgo de vidas ajenas, es capaz de cambiar el rumbo, la derrota, de su periplo vital.
El descenso de Lydia Tár es un viaje al corazón de las tinieblas. Todo lo planificado se ha desbaratado y nada va a permanecer. Sólo queda el olvido. “This is the end, my only friend”.
VAMOS DE ESTRENO * Viernes 20 de enero de 2023 *
BABYLON (Damien Chazelle, 2022)
USA. Duración: 188 min. Guion: Damien Chazelle Música: Justin Hurwitz Fotografía: Linus Sandgren Compañías: Paramount Pictures, Material Pictures, Marc Platt Productions. Distribuidora: Paramount Pictures Género: Drama.
Reparto: Margot Robbie, Brad Pitt, Diego Calva, Katherine Waterston, Tobey Maguire, Li Jun Li, Olivia Wilde, Max Minghella, Samara Weaving, Eric Roberts
Sinopsis: Ambientada en Los Angeles durante los años 20, cuenta una historia de ambición y excesos desmesurados que recorre la ascensión y caída de múltiples personajes durante una época de desenfrenada decadencia y depravación en los albores de Hollywood.
Babylon se inicia en la puerta de servicio de Hollywood, en donde trabaja, realizando todo tipo de labores y encargos, el protagonista, encarnado por Diego Calva. Y de ahí pasa a la locura de una fiesta en la que se rebasan todos los excesos imaginables. Estamos en 1926, el sistema de estrellas ha nacido y los actores y actrices son dioses. El cine mudo está alcanzando su cénit y el séptimo arte nunca volverá a ser tan mágico como lo fue entonces pues, con la llegada del sonido, dejará de ser arte. Una Babilonia que hace referencia a la que mostró el mago Kenneth Anger en su díptico Hollywood Babilonia, dos libros que resultan imprescindibles para el que desee desentrañar las verdades y mentiras que se explican en el film. Un Kennet Anger que, su vez, tituló sus libros así en referencia a Intolerancia (Intolerance, 1916), el majestuoso filme de D.W. Griffith cuyos majestát icos decorados, junto a metros y metros de celuloide mudo de los archivos de la MGM sirvieron para alimentar las llamas del incendio de Atlanta que se reprodujo en Lo que el viento se llevó. Pero para entonces, ese Hollywood de pecado, sexo, drogas y escándalo, que es el que muestra Babylon, ya había desaparecido, al menos, del ojo público.
Drama y comedia se dan la mano en este viaje a la fábrica de sueños con un periodo que cubre de 1926 a 1952, cuando el denominado sistema de Estudios comenzó a desmoronarse. Pero Damien Chazelle se mantiene durante la mayor parte del metraje en aquel primer Hollywood, que tan profundamente cambiaría con la llegada del sonido.
Babylon construye su historia con los ecos de los auténticos personajes de aquella época: Clara Bow, Anna May Wong/Marlene Dietrich, John Gilbert y otros, que encarnarán en el film, respectivamente, una desatada Margot Robbie; una elegante Li Jun Li (cuyo personaje se permitirá reproducir la más famosa escena del film Marruecos de Josef von Sternberg) y un Brad Pitt cínico y mítico. Otros nombres que circulan por la historia de Babylon son los de los actores Buster Keaton y Lya de Putti, y el de los productores Irving Thalberg y Paul Bern, ambos fallecidos tempranamente. Bern se saltó la tapa de los sesos por sus problemas de erección dos meses después de casarse con Jean Harlow, la rubia platino. Hay tanto detalle y tanta referencia que en un plano incluso se muestra a un oriental tras la cámara. Y no es un error, o uno de esos planos inclusivos que se hacen ahora para satisfacer a la audiencia: uno de los más importantes directores de fotografía de la época fue el chino James Wong Howe, cuya carrera cubrió 50 años (de 1923 a 1975) con un largo número de películas importantes a sus espaldas.
Babylon, pues, es un torbellino de vida, tan efímera como intensa, muy intensa, en el que unos personajes pasan de la nada a formar parte de un nuevo Olimpo y de ahí, devueltos a los más infectos callejones del Poverty Row, pasando otros nuevos dioses a sustituirlos. Damien Chazelle, dándole la mano a Cantando bajo la lluvia, usa esos materiales como un cincel con el que labrar un magno epitafio a esa época dorada del cine. Pero todo lo que nos cuenta de ese momento es fácilmente trasladable al presente del séptimo arte, el director nos lo hace sentir sin necesidad de explicitar los paralelismos. Ahora, quizás más que entonces, también el cine se enfrenta a un radical cambio de paradigma y nos parece vislumbrar una transformación que le hará tan otro que no lo reconoceremos. Babylon entona una bella oración fúnebre que, como la que pronunciara Perícles sobre Atenas durante las Guerras del Peloponeso, loa las virtudes de un espectáculo cuando ya parece ser pasto para la memoria. Y todo esto en el tiempo en el que se consume una llama ¡Pero qué llama!
DECISION TO LEAVE (Heojil kyolshim, Park Chan-wook, 2022)
Corea del Sur. Duración: 138 min. Guion: Jeong Seo-Gyeong, Park Chan-wook Música: Cho Young Wuk Fotografía: Kim Ji-yong Compañías: Moho Films, CJ Entertainment Género: Drama
Reparto: Tang Wei, Park Hae-Il, Park Yong-woo, Yoo Seung-mok, Kim Shin-young, Lee Jung-hyun, Seo Hyun-woo, Park Jung-min, Ha-dam Jeong, Go Min-si, Go Kyung-pyo, Jung Yi-seo, Lee Hak-Joo
Sinopsis: Hae-Joon, un veterano detective, investiga la sospechosa muerte de un hombre en la cima de una montaña. Pronto, comenzará a sospechar de Sore, la mujer del difunto, mientras la atracción que siente por ella le desestabilizará.
“Quiero el amor o la muerte, quiero morir del todo, // quiero ser tú sangre, esa lava rugiente// que renegando encerrada en bellos miembros extremos// siente así los hermosos límites de la vida”. Estos versos componen la más hermosa y célebre estrofa de la poesía de Vicente Aleixandre, el poeta expresa mediante la disyuntiva no excluyente la identidad de Eros y Thanatos, pues hay que morir del todo para alcanzar la unidad plena con la amada, disolverse entero para fusionarse por completo uno en el otro. Es el ideal del romanticismo que aspira a la comunión con el absoluto cósmico a través del amor, esa destrucción de la que habrá de nacer una nueva creación que nos elevará. Como escribió Goethe en el último verso de su Fausto: “El eterno femenino nos eleva”. Una profundidad desmesurada de la acción de amar, que a día de hoy nos parecería insana, pero que todavía perdura en el imaginario colectivo como el límite sublime de la pasión. Los franceses le dieron nombre: amor fou, y ese es el que nacerá entre los protagonistas de Decision to leave.
El último trabajo de Park Chan-wook es un thriller que cumple con todos los códigos del género los cuales tienen como objetivo tejer una trama que tenga al espectador sumido en la intriga, ocupado en desvelar las incógnitas de la acción como si él mismo fuera el detective, valiéndose para ello de los giros de guion y de la creación de suspense en el sentido hitchcockiano del término, el público tiene o cree tener más información que el personaje y sufre por lo que el destino parece depararle. Y toda esa tensión dramática, además, se desarrolla mediante un inteligente uso del montaje y la planificación. El coreano domina la técnica milimétricamente, tanto que logra coser un relato de amor sobre las mismas costuras que definían el thriller. La acción policíaca y el interés romántico se vuelven aquí indisolubles y de su maridaje surge una historia trágica de un voltaje que, quizás, no habíamos visto desde Hana-Bi (1997, Takeshi Kitano). En verdad, se podría decir que la estructura de intriga policíaca es el Macguffin, una mera falsilla sobre la que se escribe lo que importa que no es otra cosa que sumergirnos en las profundidades de la pasión romántica. En su sentido estricto, no en el laxo que tiene por patrón un santo agrario y que muchos celebran cada 14 de febrero.
El romanticismo apostaba por exaltar los sentimientos y los estados de ánimo por encima del racionalismo, en Decision to leave nos encontramos con un sentimiento desaforado que nace por causa de la racionalidad obsesiva de su protagonista masculino. El que fuera el detective más joven de la unidad, Hae-Joon, es ahora un policía maduro perseguido por el insomnio y la fijación en los casos no resueltos. Su expediente es impecable y su matrimonio está bien asentado pese a que, por razones de trabajo, sea una relación a distancia, nada explica, pues, porque no puede conciliar el sueño. Perfeccionista y meticuloso, su rigor en la investigación se convertirá en obsesión cuando se cruce en su camino Sore, una joven china esposa de un agente de inmigración que acaba de morir al despeñarse de una cima. Todo parece apuntar que se trata de un accidente, pero el celo profesional del detective le lleva a seguir de cerca a la recién enviudada como si fuera sospechosa. Durante su turno de noche, al que es asiduo por causa de su trastorno del sueño, se convertirá en la sombra de Sore. La sigue a todas partes con un desvelo que nos recuerda al James Steward de Vértigo, quizás porque sus persecuciones en coche son tratadas por Park Chan-wook con una puesta en escena similar a la que usó Hitchcock en su cinta de culto. La coartada de Sore resulta sólida y las pruebas que van apareciendo acaban apuntando al suicidio como causa de la muerte. Sin embargo, aún cuando la investigación se cierra, Hae-Joon continúa su asedio a distancia y sigue manteniendo las fotografías del asunto en el tablón en el que colecciona las imágenes de los casos no resueltos. Sore no ignora en ningún momento el acoso y sabrá jugar sus cartas, el director le muestra al espectador detalles que inducen a pensar que todo lo que se va sucediendo entre ellos es fruto de su manipulación. Porque conocemos las claves del argumento de Vértigo, formamos la hipótesis de la insinceridad, pero, nuevamente como en la obra de Sir Alfred, la película entra en una segunda parte bien diferenciada de la primera (los giros de guion son vertiginosos y casi nos podemos perder si no ponemos la mirada en el tema de fondo) en la que el desafuero que los vincula alcanza su máxima expresión. Estamos ante la destrucción o el amor, e igual que Scottie desea a una Madeleine muerta, Sore (y nosotros con ella) sabe que Hae-Joon la desea culpable. Todo concluye con un desenlace que plásticamente recuerda la pintura de Caspar David Friedrich y que bien podría haber salido de la pluma de E.T.A. Hoffmann. Un final propio de novela gótica escrita desde el romanticismo más negro, acompañada como sintonía por el Adagietto de la 5ª de Mahler (el mismo al que acudió Visconti en su versión de Muerte en Venecia).
Una fina línea distingue la tragedia del folletín: el sentido e intención de la narración y la pericia del narrador a la hora de expresarlo. Park Chan-wook tiene maestría de sobra para penetrar en la fibra de lo trágico y con Decision to leave nos regala una obra que está destinada a engrosar la larga lista de tragedias imperecederas. Sus personajes trascienden su circunstancia y se elevan universales como puntos de referencia del amor convertido en fatalidad. El coreano nos deja abandonados en la bruma de la contrariedad, acompañados sólo por los versos de una canción desolada de Chung Hoon Hee. “¿Adónde fue esa persona?// Solo en la niebla, voy sin fin”.
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