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Sitges 2013: Magic Magic, descenso a la demencia
Si el año pasado Chile estuvo presente de la mano de Aftershock, protagonizada por Eli Roth, dirigida por Nicolás López, en esta edición y dentro de la Sección Oficial se pudo ver Magic Magic del también polifacético Chileno Sebastián Silva. Director, guionista, actor, cantante y pintor se ha labrado una aún corta pero interesante filmografía desde que debutara detrás de las cámaras en 2007 con La vida me mata. Su reconocimiento internacional le llegaría en 2009 con el interesante drama social La nana, elegida por Chile para competir por el Óscar a la mejor película de habla no inglesa. Nominado a los Globos de Oro en esa misma categoría, sí obtuvo, sin embargo, el Premio del Jurado en Sundance. En la edición de 2013 de este mismo festival, estrenó dos títulos interpretados por el joven cachorro del cine indie norteamericano Michael Cera (Scott Pilgrim contra el mundo, Juno): la road movie en clave de comedia Crystal Fairy –que le reportó el premio al mejor director (World Cinema)– y Magic, Magic, el extraño drama psicológico que nos ocupa.
Magic Magic nos presenta a Alicia (Juno Temple), una joven estadounidense que viaja hasta Chile para pasar unas vacaciones en compañía de su prima Sarah (Emily Browning) y los amigos de ésta. Ya desde el principio, el nuevo miembro de la pandilla no se sentirá integrado, algo que se acentuará cuando vayan a pasar unos días a una casa de campo situada en una isla. Una vez allí, Alicia comenzará a sufrir serios trastornos psicológicos, atormentada por oscuras alucinaciones que le harán dudar entre lo que es real y lo que no. Esto hará que entre en un estado de paranoia constante y su comportamiento se vaya volviendo cada vez más salvaje e imprevisible.
Lo mejor de la cinta es Juno Temple, a la que los espectadores de Sitges recordarán por su papel en Killer Joe de William Friedkin, película sorpresa en la edición de 2010. La joven se entrega a su papel de inadaptada en el que llegará a transmutarse en desquiciada. Asistimos, pues, al descenso de la protagonista a los abismos de la locura. Se pretende construir un entorno atmosférico en el que la naturaleza, bellamente fotografiada por Christopher Doyle, juegue un papel opresivo a semejanza de lo que ocurría en Anticristo de Lars Von Trier. En ese marco habría de comprenderse que Alicia se sintiese acosada por las circunstancias, agravadas, además, por la conducta de sus compañeros recién conocidos. Su comportamiento le resultará chocante (especialmente el de Brink interpretado por Michael Cera) a Alicia, quien se sentirá cada vez más extrañada en su situación, extrañamiento reforzado por la barrera idiomática (ella no habla español). Se busca que el espectador se solidarice con la visión de la protagonista, para que juntos perciban lo misterioso en lo más cotidiano. Pero esa identificación no acaba de producirse, quizás porque el público aficionado al género ante esa situación, jóvenes aislados en una cabaña, espera que la película gire hacia el survival, y ese giro ni está ni se le espera.
El problema es que Sebastián Silva impone a Magic Magic un tempo pausado hasta la extenuación, de modo que se produce la impresión de que la acción no acaba de empezar. A la película le falla el nudo, casi se diría que este es inexistente, llega a parecer que a la larguísima introducción se la ha forzado a llegar sin transición a un desenlace precipitado. Definida por algunos como trhiller psicológico, habría de concluirse que la intriga no ha sido bien contemporizada y en vez de desasosiego el filme produce tedio.
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