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‘El jorobado de la morgue’ y ‘El gran amor del Conde Drácula’ se suman a la Colección Fantaterror

Tras una larga espera ya podemos anunciaros los dos nuevos títulos de la Colección Fantaterror: El jorobado de la morgue y El gran amor del Conde Drácula. Al habla Joan Castello, responsable del sello:_
Han pasado tres meses desde el último lanzamiento de la colección y los hemos aprovechado para rodar más de 20 horas de extras para las 11 películas que sacaremos del gran Paul Naschy este año. Hemos disfrutado compartiendo experiencias con auténticas leyendas de nuestro cine (de delante y de detrás de las cámaras) y con un equipo maravilloso que no para de crecer. Pero sobre todo hemos redescubierto al genial artista que era Jacinto Molina: actor, director, guionista y escritor. Un auténtico talento multidisciplinar al servicio del fantástico y nuestra mayor estrella de cine de terror de todos los tiempos.
Capítulo a parte merece la gran implicación de la familia Molina, que se ha volcado con todo tipo de materiales para hacer las mejores ediciones posibles. Especialmente, Sergio. Pero sin olvidarnos tampoco de Bruno. Estas ediciones son un regalo para vosotros, para vuestro padre allí donde esté y para todos los fans de la obra de Paul Naschy.
Todas las películas van estar editadas con el mejor master disponible, sin ningún tipo de censura y también con los títulos de crédito españoles por primera vez restaurados. Así como los trailers de tanto la edición internacional como la española. Tendréis la opción de ver las escenas con censura (o con camisón, si preferís) e incluso los títulos de crédito de la edición internacional.
En todas las ediciones limitadas, añadiremos a parte de la funda, el libreto y la entrada de cine serializada: un segundo libreto con un relato inédito del gran Paul Naschy transcrito para la ocasión. Podréis descubrir películas que nunca se rodaron o versiones alternativas de su legendaria filmografía, del puño y letra del propio maestro.
El 22 de julio podréis disfrutar de este lanzamiento y así inauguramos (¡por fin!) nuestro año de homenajes al gran Paul Naschy. Y no hemos podido escoger dos películas mejores, dirigidas por el gran Javier Aguirre («El astronauta», «La gran guerra de los niños»), rodadas prácticamente al mismo tiempo (1972) y con Paul Naschy interpretando a dos personajes icónicos pero diferenciales en su filmografía: Gotho el jorobado y el mismísimo Conde Drácula.
Muy pronto empezaremos preventa exclusiva en el 79 y en www.teejuanita.com y luego, como siempre, en el resto de puntos de venta: FNAC, DvdStoreSpain.es, Amazon y tiendas especializadas. Estarán también disponibles de salida ediciones sencillas de las películas tanto en Blu-ray como en DVD.
Y sí, alguna sorpresa os tenemos reservada para más adelante. Pero eso ya para después de verano.
Stay tuned!
Joan Castelló Sánchez

DETALLES


Comienza la exposición itinerante ‘Madrid, escenario de cine fantástico’.

14 febrero 2022 Deja un comentario

Una nueva exposición de la Red Itiner de la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid, con el apoyo de Film Madrid, comisariada por el cineasta Víctor Matellano, recoge el fenómeno del cine de fantasía, de terror e imaginario, rodado en la región con el título, Madrid, escenario de cine fantástico.La exposición, que será itinerante, ha comenzado su andadura el 11 de febrero, y recorrerá diferentes salas de municipios de la región hasta finales de este año 2022.

Visitaron la exposición en su primer día de exhibición, los cineastas Alejandro Ibáñez y Sergio Molina, hijos respectivamente de Narciso Ibáñez Serrador y Paul Naschy, así como los clásicos actores habituales del género, Jack Taylor y Saturnino García.

La exposición, que recorrerá durante este 2022, diferentes salas de municipios de la región, cuenta con diferentes obras que recuerdan la relación de la región con el fantástico.  Y entre las piezas expositivas, destacan los vestuarios originales de Christopher Lee en El Conde Drácula, y de Javier Botet en Mi adorado Monster; dibujos y bocetos originales de Paul Naschy, José Ramón Larraz, Ramiro Gómez y José Luis Galicia, para películas como Pánico en el Transiberiano o Los crímenes de la calle morgue; maquetas y atrezzo original de Supersonic ManEl ataque de los muertos sin ojosLa grieta o Wax, obras de Emilio Ruiz del Río, Colin Arthur o Amando de Ossorio; y el guion de rodaje de La marca del hombre lobo o el material publicitario de estreno de películas como La residencia de Narciso Ibáñez Serrador, o de Conan, el Bárbaro, película que cumple su cuarenta aniversario este 2022.

El comisario de la exposición, Víctor Matellano con la criatura de la película ‘La Grieta’.

La exposición repasa producciones y coproducciones nacionales, rodadas en la Comunidad de Madrid, ya sea La invasión de los zombies atómicos o El buque maldito. También películas extranjeras, y la presencia de estrellas internacionales como Boris Karloff, Vincent Price, Peter Cushing o Christopher Lee. Sin olvidar al mago de los efectos especiales, Ray Harryhausen, y su trilogía dedicada a Simbad.

Con el género western que se rodaba en España, ya en situación de cierta saturación, se plantea la necesidad de ofrecer nuevos géneros exportables con la fórmula de coproducción entre países, para conseguir productos baratos y muy rentables, optándose por el fantástico y terror. Y se desata una fiebre de rodajes, insólita para un cine dedicado a la comedia. Rodajes que se realizan en su inmensa mayoría en la actual Comunidad de Madrid como La noche de Walpurgis de León Klimovsky o No profanar el sueño de los muertos de Jordi Grau.

Jack Taylor visitando Madrid, escenario de cine fantástico y posando con un efecto especial de ‘Wax‘ (Víctor Matellano)

Un género necesitado de localizaciones y edificios singulares, ya sean bosques tenebrosos u oscuros castillos, que se localizaron por toda la actual Comunidad de Madrid, y muy especialmente en Talamanca de Jarama, San Martín de Valdeiglesias, Pelayos de la Presa, Navacerrada, Lozoya, Torrelodones, o la propia capital. Así, hasta llegar a la actualidad, con un género vivo, con títulos recientes como Voces de Ángel Gómez, rodada en Torrelodones, o el largometraje-antología, Vampus Horror Tales de Manuel M. Velasco, Isaac Berrocal, Piter Moreira, Erika Elizalde y Víctor Matellano, rodado en Leganés, Navacerrada, Colmenar Viejo y Madrid. O La abuela de Paco Plaza, rodada en la capital.

Las piezas de la exposición pertenecen a las colecciones de Domingo Lizcano y Antonio Garcinuño, de la familia Molina-Primavera, de Colmenar Viejo, Tierra de Cine, y del propio Víctor Matellano.

Itinerancia 2022

11 febrero – 12 marzo. Centro Cultural (Moralzarzal)    

15 marzo – 25 marzo. Centro de Cultura (Hoyo de Manzanares)

22 abril – 17 mayo. Sala de Exposiciones La Estación (San Martín de Valdeiglesias)

25 mayo – 14 junio. Sala Martín Chirino (San Sebastián de los Reyes)

16 junio – 13 julio. Casa de la Cultura (Majadahonda)

15 julio – 3 agosto. Ayuntamiento (Lozoyuela-Navas-Sieteiglesias)

10 agosto – 28 agosto. Sala Polivalente (La Hiruela)

30 agosto – 19 septiembre. Salón de Actos Municipal (Navalafuente)

Más fechas próximamente

Alejandro Ibáñez -Hijo de Ibáñez Serrador- y Sergio Molina -Hijo de Paul Naschy-, visitando Madrid, escenario de cine fantástico

VAMOS DE ESTRENO: * Viernes 21 de enero de 2021 *

A mediados de los años noventa una nueva generación de cineastas españoles conseguía rodar sus primeros largometrajes. Marcados por el cine fantástico que vieron en su infancia y por la televisión, directores llegados desde el mundo del fanzine y del cortometraje como Álex de la Iglesia, Santiago Segura, Paco Plaza o Jaume Balagueró, conseguían entrar en la industria del cine de la mano de importantes productoras como El Deseo o Filmax. Pero no todos lo consiguieron. Mi adorado Monster es la historia de uno que desde la independencia más feroz, se detuvo en el camino y su proyecto quedó estancado durante más de 20 años hasta que,  inesperadamente, fue finalizado y estrenado en el festival de Sitges, de donde fue a la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donosti y a la Filmoteca Española, además de editarse en DVD.

Esta es la historia de Los Resucitados y de su director, Arturo de Bobadilla.

Producida por Enrique López Lavigne para El Estudio, en coproducción con Infilmity, ViMa, y con la participación de EMB Documental, Mi adorado Monster está dirigido por Víctor Matellano y basada en una idea propia, con guion de Matellano y uno de los protagonistas de Los Resucitados, Manuel Tallafé. Un documental que llega a los cines de la mano de 39 Escalones.

Mi adorado Monster narra una historia más grande que la vida, la obsesión de revitalizar en los noventa ese fantástico español que Arturo de Bobadilla y su generación vieron en los cines de barrio de sesión doble durante los años setenta. Películas protagonizadas por el hombre lobo de Paul Naschy o los templarios de Amando de Ossorio, unas cintas que el tiempo ha revalorizado en todo el mundo y que Bobadilla quiso recrear en su guion, haciendo referencia a personajes de esas películas y revistiendo todo con un halo literario autóctono al basarla, al igual que ya hiciera otra de las películas de aquella época, La cruz del diablo (John Gilling, 1975), en las leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer.

Matellano, Tallafé y Babadilla

Bobadilla juntó a algunos de los nombres de aquel terror español como Paul Naschy y Antonio Mayans, y algunos actores pescados de las cintas que rodaba un primerizo Álex de la Iglesia como Tallafé y Santiago Segura, además de algunos amigos y actores entonces principiantes como Zoe Berriatúa y otros intérpretes aficionados e incluso accidentales. El resultado es difícil de definir. Rodada sin presupuesto, sin sonido y con el guion que improvisaba Bobadilla en el momento del rodaje, se dobló 22 años después como bien se pudo y rehaciendo los diálogos, de los cuales no se conservaba nada. Toda una epopeya que Víctor Matellano narra gracias a la colaboración del propio Arturo de Bobadilla y de los actores y técnicos de aquel caótico rodaje, que cuentan anécdotas que han pasado a formar parte recurrente en la biografía de los que las cuentan.

Los paralelismos con Ed Wood, que señala Santiago Segura, también están presentes en el propio documental, con Paul Naschy como su Lugosi particular, recuperado, al igual que aquel, durante la peor época laboral y personal de su carrera; y Álex de la Iglesia como su Orson Welles. El reflejo de lo que pudo ser y lo que finalmente fue.

De lejos, lo mejor del documental, que tiene mucho de mockumentary, es cuando Matellano permite que sean los propios actores y actrices protagonistas, técnicos y el propio Arturo de Bobadilla los que narren sus experiencias durante el rodaje de Los Resucitados, así como las diferentes visitas a las localizaciones y el testimonio de Ángel Sala, que sitúa al director en el contexto de la época. También da buen resultado la química entre Bobadilla y su monstruo, que le persigue a todos lados con la forma de un podrido caballero templario «a la Ossorio» y encarnado por el siempre estupendo Javier Botet. Asimismo resulta curioso ver las reacciones de los actores Macarena Gómez, Cristina Alcázar, Nacho Guerreros y Carlos Areces ante el visionado de Los Resucitados. Todo ello en un necesario documental sobre una de las figuras más carismáticas del fandom aunque, como es mi caso, deja al espectador con más ganas de conocer a la persona y al personaje. Su historia y su tragedia.

En cuanto a lo peor, su inicio, pretendidamente didáctico y los, en gran parte innecesarios, testimonios de Pedro Ruiz (¡Pedro Ruiz!), la cantante Alaska, los  cómicos Diego Arjona, Javivi (¡Javivi!) y Millán Salcedo o Antonio Miguel Carmona (ex-político del PSOE, tertuliano y ahora vicepresidente de Iberdrola) y su pareja Yolanda Font, que junto a Marian Clar y Valeria Vegas interpretan una parte del documental. Por su parte el encuentro entre Álex de la Iglesia y Arturo de Bobadilla pasa de ser un momento que podría haber sido mágico, a resultar algo impostado y exento de naturalidad al estar, en gran parte, guionizado.

Rodada en Digital 4 K durante 28 sesiones en localizaciones de Barcelona y Madrid, Mi adorado Monster, que cuenta con un estupendo póster, como todos los de los films de Matellano, participó en festivales como Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, el Festival de Cine Fantástico de Canarias, Isla Calavera o el Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror Mórbido (México/Chile), obteniendo el Premio Especial del Jurado durante la 11ª Setmana de Cinema Fantàstic i de Terror de Girona.

Seven Chances propone una cita con la historia oculta y el futuro del fantástico

9 septiembre 2020 Deja un comentario

El Sitges – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya y la Associació de la Crítica i l’Escriptura Cinematogràfica (ACCEC) siguen explorando los márgenes y rincones oscuros del género fantástico en Seven Chances, la sección que programan en común. La selección de este año vuelve a reunir rarezas insólitas, títulos de culto restaurados y documentales, en sesiones presentadas por miembros de la ACCEC.

Si el año pasado la sección desenterró un film perdido de Jesús Franco, en esta ocasión se recuperará otro nombre esencial del Fantaterror: Jacinto Molina “aka” Paul Naschy, de quien se presentará la flamante versión restaurada de El huerto del francés (1978), uno de sus títulos menos vistos, que el director consideraba su mejor película. Protagonizado por María José Cantudo, Agata Lys y el mismo Naschy, el film se desvía de las coordenadas habituales de su obra para adentrarse en un oscuro episodio de la crónica negra española del siglo XIX.

Tampoco se podía obviar la muerte, el pasado mes de febrero, del especialista en spaghetti western Rafael Romero Marchent. El cineasta madrileño, que solía trabajar junto a su hermano Joaquín, desarrolló una trayectoria caracterizada por películas polvorientas, violentas y a menudo amorales, todavía hoy poco conocidas en nuestro país. La que Seven Chances propone es Manos torpes, una historia de venganza que tiene entre sus actores a Manuel de Blas, Premio Nosferatu de este año en el Festival.

A estos homenajes se le sumará el recuerdo de José Mojica Marins, desaparecido hace unos meses. El Festival presentará la icónica y perturbadora À meia-noite levarei sua alma (1964), carta de presentación de su alter ego, el perverso Zé do Caixao, y acta fundacional del cine de terror brasileño. También fue absolutamente pionero otro título de la sección, Viy (1967), de Konstantin Yershov y Georgi Kropachyov, adaptación de Nikolai Gogol que se considera oficialmente la primera cinta de horror producida en la Unión Soviética.

El placer más trash llegará de la mano de Spookies (Eugenie Joseph, Thomas Doran y Brendan Faulkner, 1986), leyenda de videoclub y todo un festival demente de FX artesanales, que lucirá en toda su gloria gracias a la restauración del film realizada por Vinegar Syndrome. Spookies es una auténtica rareza dentro del horror independiente norteamericano de finales de los ochenta.

Además de plantear un canon alternativo a la historia oficial del género, el marco crítico de Seven Chances también permitirá dialogar sobre las nuevas formas del fantástico. La sección acogerá el estreno en España de Host, de Rob Savage, uno de los títulos de terror más comentados y esperados de la temporada: rodada en pleno confinamiento y con el equipo técnico y artístico separado, la película toma la forma de una videollamada en la cual un grupo de amigas realiza una sesión de espiritismo, con consecuencias escalofriantes. Las características de su ingeniosa puesta en escena serán el punto de partida del debate en que varios socios de la ACCEC analizarán las nuevas expresiones formales del fantástico, y qué efectos puede tener la COVID-19 en sus motivos temáticos y visuales.

Finalmente, Seven Chances se acercará a la compleja y poliédrica personalidad del genio japonés Takeshi Kitano a través de Citizen K, el revelador documental que le ha dedicado Yves Montmayeur y que tendrá su premiere mundial en Sitges.

Seven Chances: siete películas. Siete ocasiones para acercarse con una mirada crítica al pasado olvidado y a los interrogantes de futuro del cine fantástico.

Selección Seven Chances 2020

El huerto del francés (Jacinto Molina, 1978), presentada por María Adell.

Manos torpes (Rafael Romero Marchent, 1970), presentada por Alejandro G. Calvo.

Host (Rob Savage, 2020), presentada por Daniel Pérez Pamies y con coloquio posterior a cargo de Marla Jacarilla, Javier Parra y Aaron Cabañas.

À meia-noite levarei sua alma (José Mojica Marins, 1964), presentada por Albert Elduque.

Viy (Konstantin Yershov, Georgi Kropachyov1967), presentada por Ignasi Franch.

Citizen K (Yves Montmayeur, 2020), presentada por Mariona Borrull.

Spookies (Eugenie Joseph, Thomas Doran, Brendan Faulkner, 1986), presentada por Albert Galera.

Entrevista a Silvia Aguilar: «Los mejores personajes que he interpretado en mi carrera, son aquellos del cine de terror y suspense”

13 septiembre 2019 4 comentarios

Silvia Aguilar fue una de esas actrices todoterreno que cuando llegó al cine se encontró que muchos de los papeles que le encargaban no eran del tipo que hubiera deseado. Y es que su  desembarco en el cine español se produce a mediados de los setenta y se desarrolla durante los ochenta, así que vive en primera persona el denominado cine de destape en el que los desnudos, eso sí, por «exigencias del guion», eran más que frecuentes. Un tipo de cine que vivieron/sufrieron todas las actrices, desde las veteranas a las recién llegadas y que afectaba a todo género, ya fuera comedia como cine social. Siempre había lugar para mostrarnos una o más duchas o hacer una llamada telefónica en ropa interior o sin ella. Aún así, Silvia tuvo ocasión de participar en algunas películas que, por diversas razones, resultan memorables. Muchas de ellas, por desgracia, difíciles, cuando no imposibles de ver al no estar editadas en formatos domésticos. Pero por suerte es posible revisar alguna de las perlas del Fantaterror en las que colaboró, varias de ellas para Paul Naschy justo cuando el cine de género español se batía en retirada ante los profundos cambios que experimentaban los gustos del público.

En absoluto dada a conceder entrevistas, tuvimos la gran suerte de que Silvia Aguilar accediera a compartir con nosotros  los  recuerdos de su carrera cinematográfica.

SILVIA AGUILAR: SER ACTRIZ EN LOS OCHENTA

Nacída en Elche y sin antecedentes artísticos en mi familia, ya desde pequeñita adoraba el cine y el teatro. Recuerdo que con tan solo diez años organizaba pequeñas obras de teatro con mis compañeras de clase en el patio de mi casa. Y a los doce participaba en un grupo de teatro amateur de mi ciudad.

Con tan  solo 16 años fui elegida ‘Chica 74’ en un concurso organizado por una emisora de radio muy popular en la comunidad valenciana. A raíz de este concurso me propusieron presentar un programa de radio en ‘La voz de Alicante’, que obtuvo mucho éxito y a partir de ahí, me trasladé a vivir a Barcelona, donde comencé mi andadura profesional.

Mi primer casting fue para un anuncio de televisión: Jaime de Armiñán buscaba un nuevo rostro para un anuncio de Bankinter y fui la elegida. Tengo que decir que no me lo podía creer. Un rodaje con Antonio Ferrandis  y como director nada menos que Jaime de Armiñán  ¡Increíble! El anuncio fue un gran éxito, me llamaban ‘La chica de Bankinter’.

A través de este anuncio me contactó Chicho Ibañez Serrador para sustituir a Victoria Abril en el ‘Un, dos, tres responda otra vez’. Pero tan solo estuve en tres programas porque me esperaban varios rodajes. Armiñán me ofreció un pequeño personaje en la película ‘Al servicio de la mujer española’ (1978),  junto a Marilina Ross y Adolfo Marsillach; y  Jordi Feliu me contrató para interpretar una de las tres Alicias en ‘Alicia en la España de las maravillas’ (1979)

Participa además en otros rodajes, entre ellos ¿Y ahora qué, señor fiscal? (1977) para la ‘factoría Iquino’, que basada en una moralista y retorcida novela de Martín Vigil, tradujo en imágenes León Klimovsky sin ahorrarse ningún elemento truculento: delincuencia juvenil, malas compañías, homosexualidad, necrofilia… Un perfecto ejemplo de exploitation cañí,  que Iquino denominaba cine-denuncia y cuya sordidez no pareció salpicar a nuestra protagonista.

Fue mi primera interpretación en un film, tan solo tuve una sesión de trabajo y me sentía maravillada por todo ese oropel que representa el cinema. De Iquino solo recuerdo que me pareció un personaje bastante raro. (¿…?)

Hace una breve aparición en Borrasca (1978), de Miguel Ángel Rivas antes de obtener su primer papel importante en el giallo Tráfico de menores (Alberto Negrín, 1978), una coproducción entre España, Alemania e Italia que cuenta en su reparto con actores de la talla de Fabio Testi, Jack Taylor, Helga Liné y Tony Isbert: La flor y nata del cine de género europeo.

Tengo excelentes recuerdos de cada uno de ellos, tanto de mis compañeros de rodaje, que ya eran grandes estrellas, como de los directores. Me sorprendió su modestia y el cariño con el que todos me trataron.

Por entonces Silvia Aguilar era, cuando no confundida con Ángela Molina, presentada como ‘La otra Molina’ incluso en una portada de la revista Fotogramas.

La gente nos encontraba un cierto parecido, pero más que físico yo diría que era en nuestro estilo: éramos diferentes a las jóvenes actrices de esa época.

Nos encontramos a finales de los setenta en pleno boom del cine erótico y Silvia protagoniza  Trampa Sexual de Manuel Esteba.

Esto es lo que más me duele  de mi paso por el mundo del cine. Cometí el gran error de fiarme de una representante que tenía poderes de mis padres, ya que yo era menor. Ella firmó ‘Trampa sexual’  sin que yo hubiera leído  el guion y sin ni siquiera explicarme el argumento. Este no es el cine ni arte que yo deseaba hacer.

Rueda también comedias picantes con Chumy Chúmez, Paco Lara Polop y participa en La sombra de un recuerdo (José Antonio Barrero, 1978). Los dos últimos años de la década de los setenta resultan ser cruciales para la carrera de la actriz, pues ya es un rostro más que popular y gracias a su fama rueda varias películas, programas de TV (Sumarísimo), y protagoniza muchas portadas en revistas (Fotogramas, Garbo, Interviú…)

Esa fama no correspondía con mi personalidad. Cuando veía la imagen que proyectaba en esas revistas no me identificaba. Y  fue a partir de ahí  cuando cambié de representante e intenté tomar las riendas de mi carrera y siguiendo el verdadero camino de actriz.

Una de las decisiones que toma es la de participar en cortometrajes (El jardín romántico de Pérez Calviño, o Christine fue la culpable y Navda de Guillermo Suso) colaborando así con nuevos talentos que comenzaban a despuntar y que tenían en este pequeño formato una forma de darse a conocer.

Evidentemente estos cortometrajes me hacían vibrar. Encontraba creatividad e ilusión por parte de los directores, actores, equipo… El tipo de cine que me atraía era el de autor y desgraciadamente nunca pude participar en él.

Naturalmente compaginando estas colaboraciones con el cine comercial, recibiendo alguna atractiva oferta, como en la coproducción El felino (Jaguar Lives! Ernest Pintoff, 1979), cinta de acción con la que se pretendió lanzar a Joe Lewis, un nuevo artista marcial, y en la que cuenta con Christopher Lee, Barbara Bach, Capucine o John Huston como compañeros de reparto.

Recuerdo que congenié  muy bien con Capucine, una mujer extraordinaria. Y que lo que más me impactó de este rodaje era la cantidad de cámaras que había para realizar planos al mismo tiempo y desde todos los ángulos.

También a principios de los ochenta entra en contacto con Jacinto Molina (Paul Naschy) con quien rueda cuatro películas (Madrid al desnudo, El caminante, El retorno del hombre lobo y El carnaval de las bestias)

No le conocía, me contrató a través de mi representante. Comencé a trabajar con Paul Naschy en ‘Madrid al desnudo’ y me encantó el trato y mimo que daba a los actores. El respeto a todo el equipo y, sobre todo, el amor que ponía en sus rodajes. Tenía una energía tan grande, que transmitía todo lo que deseaba sin apenas hablar.

Paul Naschy a punto de pasarlo realmente mal en El carnaval de las bestias (Archivo Serendipia)

Silvia también recuerda con cariño a los actores japoneses que participaron en El carnaval de las bestias (1980), cinta que contó con presupuesto y parte de su elenco japonés

Eran grandes actores  y muy simpáticos.

De las rodadas con Naschy la más recordada es, sin duda, El retorno del hombre lobo (1981), en la que trabaja junto a Pilar Alcón, Azucena Hernández y Julia Saly. Rodada en su mayor parte en Talamanca de Jarama, contiene una escena en la que Silvia propina una –muy realista- bofetada a  Pilar Alcón tras ser asaltadas por unos bandidos. Según nos comentó Pilar, quedó tan convincente porque no fue fingida.

Lo pasé en grande haciendo de vampira. Me fascinaba el entorno, la decoración  tan tétrica  y tan lograda,  las telarañas por todas partes… ¡¡¡Realmente MAGNIFICA!!! Y sinceramente no recuerdo haber dado un bofetón real a Pilar, el cine es cine y no vas dando palizas de verdad a tus compañeros…

Con PIlar Alcón al fondo en una escena de El retorno del hombre lobo (Archivo        Serendipia)

El ‘zasca’ de Silvia a Pilar en El retorno del hombre lobo. Las observa Azucena          Hernández (Archivo Serendipia)

… y va vampirizada junto a Julia Saly y Beatriz Elorrieta hacen una visita a Paul Naschy en su estancia de Talamanca (Fotos archivo Serendipia)

Silvia se muestra muy feliz de su participación en películas  de terror, muchas de ellas cintas de culto en medio mundo editadas en lujosos formatos domésticos. De tal modo que quizás ha sido una de las experiencias más satisfactorias de su carrera artística.

Silvia Aguilar vampirizada en una imagen de rodaje de El retorno del hombre lobo (Gentiliza de Silvia Aguilar)

Estoy al corriente del impacto actual de estas películas y de hecho tengo los DVD. Me encanta el cine de terror y disfruté enormemente de todos los personajes que interpreté en los films de Paul. En esa época el género de terror no se valoraba en España, tenía más éxito fuera que aquí, y jamás pensé que 40 años después me convertiría en casi una heroína del terror ¡Me encanta!  Y aunque también me gustaba interpretar comedia, me he sentido muy a gusto con el cine de terror y suspense y creo que los mejores personajes que he interpretado en mi corta carrera son aquellos del  cine de terror y suspense.

Como en Aquella casa en las afueras (1980), de Eugenio Martín, donde comparte protagonismo con la legendaria actriz italiana Alida Valli

Mi personaje de Nieves en ‘Aquella casa en las afueras’ ha sido el más complejo y difícil de interpretar. Para mí ha sido una experiencia inolvidable. De hecho, recibí por esta película el premio Luis Buñuel a la mejor joven actriz.

Tras Todos me llaman gato (1980), película inscrita al cine quinqui, Silvia participa en varias comedias, alguna protagonizada por el inefable Fernando Esteso (Queremos un hijo tuyo, de Mariano Ozores). Y tras dos intrascendentes cintas junto a María José Cantudo (Las chicas del bingo y La vida, el amor y la muerte),  decide abandonar el cine, que no su carrera como actriz, en 1982.

Todos me llaman gato’, esta película marginal, empezó a marcar mi cambio. A partir de ahí, o participaba en el tipo de cine que realmente me aportara algo como actriz, como persona y como artista, o ya no estaba interesada en participar en cualquier película.

Me enrolé con la compañía Tirso de Molina, que dirigía Manuel Manzaneque, y me marché de gira durante seis meses por toda Europa con la obra ‘El tragaluz’ de Buero Vallejo, junto a José María Escuer. Una vez finalizada la gira me instalé en Ginebra (Suiza), donde participé en alguna coproducción suizo-francesa. También monté una compañía de teatro amateur donde dirigí obras como ‘La casa de Bernarda Alba’ y ‘La zapatera prodigiosa’ de García Lorca, ‘Bajarse al Moro’ y ‘Maribel y la extraña familia’, obteniendo financiación de la Agregaduría Española para llevar a cabo estas producciones, que representaban autores españoles por toda Suiza. Con esto evacué todos los demonios de mi frustración por el  paso del mundo del cine, porque para dirigir tienes que interpretar todos los personajes. Esta ha sido mi mejor experiencia.

Pero no piensen con todo esto que Silvia no recuerde su paso por el cine con cariño. Muy al contrario, no descartaría incluso volver a rodar algún día.

Claro que sí, lo recordaré hasta el resto de mis días.  Y por supuesto, sí me gustaría volver a interpretar algún día un personaje consistente, aunque sea un pequeño rol.

Una soberbia Silvia Aguilar en una imagen reciente (Gentileza Silvia Aguilar)

Homenaje a Paul Naschy en el Festival de Cine Fantástico de Canarias

El Festival de Cine Fantástico de Canarias Isla Calavera rendirá tributo en su tercera edición -que tendrá lugar del 23 al 30 de noviembre- al prolífico actor, director y guionista madrileño especializado en cine de terror Paul Naschy, cuando se cumple el décimo aniversario de su fallecimiento, precisamente el día de la clausura del certamen. Su hijo Sergio Molina, director del Festival Internacional de Cine Fantástico Nocturna Madrid, visitará Isla Calavera para recordar al artista y presentar al público la proyección de uno de los títulos clave en la filmografía de Jacinto Molina Álvarez, quien desde su participación en la película ‘La marca del hombre lobo’ (Enrique López Eguiluz, 1968) adoptó el nombre artístico de Paul Naschy.

Asimismo, el Festival Isla Calavera contará también como invitado con Ángel Sala, director desde el año 2001 del Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña – Sitges, el encuentro dedicado al género más importante del mundo que alcanza el próximo mes de octubre su 52ª edición. El también escritor, guionista y crítico de cine participará en el programa de actividades paralelas.

La inscripción de obras a concurso para las secciones oficiales de largometraje y cortometraje del Festival Isla Calavera se encuentra abierta a través de las plataformas digitales Festhome y Filmfreeway. El plazo de registro finaliza el 10 de octubre.

Pronto se darán a conocer más novedades e invitados de la tercera edición del Festival de Cine Fantástico de Canarias Isla Calavera, una iniciativa de la Asociación Cultural Isla Calavera, la Asociación Cultural Charlas de Cine, la publicación especializada TumbaAbierta y Multicines Tenerife.

Helga Liné, diosa del cine de género

De pequeño Serendipia ya era muy enamoradizo. Les hablo de la vertiente platónica del tema, por supuesto. Inma de Santis, Emma Cohen, Maribel Martín, Marisol … Me enamoré de todas ellas y puedo decir que lo sigo estando. Incluso a una de ellas pudo conocerla y confirmar lo que suponía: que era un tipa fenomenal. Pero Helga Liné era otra cosa. Cuando la veía en el Súper-8 de El espanto surge de la noche o en el de El asesino de muñecas le sugería otras cosas. Por lo pronto ya no era tan joven como sus queridas Emma e Inma (que también salían en esas películas, por cierto). Su mirada no era, ni mucho menos, inocente y sus formas… no tardó en entender lo que le sugerían. Si, a Serendipia Helga Liné le imponía respeto pero también le abrían un mundo de sensualidad situado más allá de pasear por el campo cogido de la mano de su amada.

 

(Archivo Serendipia)

Y cómo no iba  a hacerlo si ya lo traía de nacimiento, pues, Helga Lina Stern nació en Alemania, concretamente el 14 de julio de 1932 en un Berlín convulso que veía como, tan solo tres meses antes, el partido nazi ganaba las elecciones y poco después el ridículo personaje de bigote a lo Chaplin era nombrado canciller. Y ya saben lo que vino a continuación. Así que la familia de Helga decidió poner pies en polvorosa ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos y en 1940 se refugiaron en Portugal, donde se crió la pequeña Helga, a la ya desde pequeña y alentada por su madre se le despertó la faceta artística, destacando primero por el baile, más tarde como modelo, contorsionista y acróbata, lo que la llevó a trabajar en el circo. Una disciplina que le ocasionó algunas secuelas en la espalda de las que todavía hoy se resiente. Y de ahí a realizar sus primeros pinitos en el cine gracias a un concurso que gana, debutando en Porto de Abrigo (1941) de Adolfo Coelho, lo que dio pie a varias películas más, algunas en régimen de coproducción con el país vecino y otras enteramente españolas, en las que Helga desempeñaba una función poco menos que decorativa (El negro que tenía el alma blanca, La trinca del aire, El gran galeoto…). En 1951 protagoniza en Portugal la que todavía hoy es su película favorita: «Para mí la mejor película en la que participe fue la primera que hice, que se llamaba ‘Saltimbancos’, una película de circo rodada antes de que Fellini hiciera La Strada«. Y si bien no es la primera película en la que participa, si que es la que le proporciona su primer papel importante, además de retratar un mundo que la actriz conocía bien. Saltimbancos fue la opera prima de su director, Manuel Guimarães, que dedicaría gran parte de su carrera al documental.

Una jovencísima y rubísima Helga Liné demonstrando sus dotes como contorsionista

Helga compaginaría el cine con su trabajo como vedette en la Compañía de Revista del Teatro Albéniz, con la que sale de gira por España a mediados de los cincuenta protagonizando Una rubia peligrosa y Mujeres de papel, comedias musicales dirigidas por Manuel Paso. Esta temporada de escenarios dejó una profunda huella en la actriz, que considera que «El medio en el que estoy más a gusto es el teatro. Es más directo y me gusta mucho más. El cine, ya sabes, puedes empezar a rodar primero el final, cortar… es otra cosa. El cine es otra cosa, es una técnica.»

Helga ya va adquiriendo la expresión y mirada que la convertirán en leyenda (Archivo Serendipia)

Ya en los años sesenta Helga Liné vuelve al cine, trabajando prácticamente en todo lo que le proponen. Había enviudado y debía sacar adelante ella sola a sus dos hijos. Rueda películas en España como apoyo a las niñas prodigio Rocío Dúrcal (Canción de juventud, Rocío de la Mancha) o Maleni Castro (Las gemelas),  participando en un buen número de cintas interpretando al interés romántico del héroe, muchas de ellas coproducciones hispano-italianas como El capitán intrépido (Mario Caiano, 1963), Los invencibles (1963) de Alberto de Martino o Espartaco y los diez gladiadores (1964) y El triunfo de los diez gladiadores (1964) de Nick Nostro, además de participar en su primera película de terror, la poco vista Horror (Alberto de Martino,1963). Es en esa época cuando la actriz marcha a Italia, donde en seis años hace la friolera cifra de 36 películas, inscritas en  los más diversos géneros: espías (La muerte espera en Atenas, Operación Poker: agente 05-14, Operación Mogador, Operación Lady Chaplin…), peplum (Ercole contro i tiranni di Babilonia), bélico (Los leopardos de Churchill), aventuras (El arquero de Sherwood), comedia (con los inefables Franchi y Engrassia en Brutti di notti) y también terror, coincidiendo con Barbara Steele, otra ilustre refugiada en el cine de género italiano, en Amantes de ultratumba (Amanti d’oltretomba, 1965) dirigida por su viejo conocido, Mario Caiano.

Operación Mogador ( Terence Hathaway -Sergio Grieco, 1966)

«El máximo de películas que llegué a rodar en un año fueron seis. Por eso ahora no me gusta levantarme muy temprano, porque entonces me levantaba todos los días a las cinco de la mañana, viajaba y a lo mejor debía rodar en un sitio en verano vestida de invierno o de verano en pleno invierno. Y te metían hielo en la boca para que cuando hablaras no te saliera vapor… ¡Esto es el cine!«

En la práctica totalidad de estos títulos Helga Liné participa como coprotagonista, o al menos figura en una posición destacada del reparto, pero conforme su nombre comienza a bajar, decide instalarse en España. Estamos en 1970 y la actriz tiene 38 años y, no lo olvidemos, dos hijos que mantener.

Pronto demuestra que no tiene miedo a nada ni nadie y confirma, como ya lo había hecho en Italia, su lugar de honor como leyenda del cine europeo de género, «Me daba igual todo. Yo aceptaba todo menos pornografía». Interpreta comedias picantes como señora estupenda que hace desfallecer a José Luis López Vázquez o Alfredo Landa; y también aventuras, western y sobre todo terror. En 1972 rueda a las órdenes de Eugenio Martín Pánico en el Transiberiano (1972) de la que recuerda con cariño «las escenas que tuve con Peter Cushing, maravillosas» aunque no conserva tan buen recuerdo de Christopher Lee. Y Pánico en el Transiberiano es tan solo la primera de una lista que incluye El espanto surge de la tumba (Carlos Aured, 1973), Las garras de Lorelei (Amando de Ossorio, 1973), La saga de los Drácula y La orgía nocturna de los vampiros ambas de 1973 y dirigidas por León Klimovsky, cintas dirigidas por la flor y nada del Fantaterror español, realizadores de los que la actriz guarda, en general, buenos recuerdos «Klimovsky es un amor dirigiendo. He hecho muchas películas con él. Con Amando de Ossorio también. El mejor para mí es Carlos Aured, que es alumno de Paul Naschy, que en su momento no fue reconocido y ahora sí.» Eso sí, cuando Serendipia le mostró a Helga Liné una radiante copia alemana en Blu-ray de Las garras de Lorelei, le dejó bien claro que no figuraba precisamente entre sus películas favoritas, «Ay, esa la odio, ¡Las garras de Lorelei no me gusta nada!». Recordaba entre divertida e irónica que le gustaba hacer cine de terror, «Me divertía abrirle el pecho a un muñeco y fingir que me comía su corazón, que en realidad era de cerdo».

Lobby Card alemán de El espanto surge de la tumba (Carlos Aured, 1972)

También reconoció que de estas películas se rodaban escenas con desnudos destinadas a la exportación, algo que «no estaba en el contrato, pero se hablaba. No creas tampoco que eran desnudos totales ni cosas de esas, pero sí, se hacían dobles versiones. Algunas actrices se lo tomaban

Helga en la época ‘señora estupenda’ del cine español. 

bien, otras mal. Yo me lo tomaba mal pero lo hacía. Pero pornografía no».

En 1974 obtiene el premio del Sindicato Nacional del Espectáculo a la mejor actriz de reparto por El chulo de Pedro Lazaga. Y poco después, con la muerte de Franco, desaparece la censura y se desata la fiebre del destape, moda que afecta la carrera de la estrella, «Mira, yo solo hacía lo que estaba en el guión. Si pasaba de ahí, no lo hacía. No me gustaba, y bastaba si el guión era bueno. Con Paul Naschy nunca tuve problemas», y junto a él encarno a una fascinante Zanufer en La venganza de la momia (Carlos Aured, 1975), última colaboración de la actriz con Naschy y Aured. Ese mismo año también se estrenó la peculiar El asesino de muñecas, que «no me gusta, porque querían que hiciera cosas que no estaban en el guión. Y por ahí no paso. Yo me he llevado bien con todo el mundo siempre y cuando me respetaran. Pero que no me pisaran porque entonces me enfadaba».

Mucho tiempo pasó antes de que los españolitos de a pié pudiéramos ver aquellas dobles versiones. En la imagen, El espanto surge de la tumba.

Y es que como vemos, quizás por su edad, Helga Liné tenía claro hasta donde quería llegar, por eso no se mostró de acuerdo con que las actrices denunciaran los abusos sufridos por parte de productores o directores años antes, lo conocido como ‘Mee Too’:

«Eso es una tontería ¿Por qué no lo han dicho en su momento? En mi época la que quería se destapaba y hacía lo que quería. La que sabía comportarse y poner la manita para que no pasara nada o para que no se atrevieran, no le pasaba nada. Y ahora dirán ‘Ay, me han obligado’, no, yo no estoy de acuerdo. Que lo digan en el momento. Y yo soy feminista, me gusta que la mujer trabaje y que llegue a ser directora, que haya productoras… en fin, que haya mujeres en el mundo del cine. Pero eso de quejarse de lo que pasó hace veinte años, me parece una tontería»

Flanqueada por Antonio y Mariano Ozores

Helga Liné quizás se encontraba en aquella época encasillada en papeles de señora estupenda -que indudablemente lo era- y villana, pero eso no parecía importarle «es más fácil hacer de villana que de buena. Pues de buena tienes que estar maravillosa y de villana… en fin. No me importaba hacer de villana, me daba igual. Puede que estuviera encasillada, pero así fue la cosa. Y fueron más de cien películas».

La actriz pasó los años setenta y ochenta tomando parte en todo tipo de producciones, algunas de ellas de alto contenido erótico. También participa en Laberinto de pasiones (1982) de Pedro Almodóvar,  además de hacer teatro y televisión, donde destaca su papel como madre de Javi (Juanjo Artero) en la popular serie  Verano azul (1981). En 1987 vuelve a ser llamada por Almodóvar con quien rueda La ley del deseo, de la que no guarda buen recuerdo por el trato recibido por el director.

A comienzos de los años noventa, durante una gira por Argentina con Luís Aguilé y su espectáculo teatral Escándalo en el Grand Hotel, decide instalarse allí, donde permanece en la actualidad,

Un alto en el rodaje de la serie ‘Verano azul’

volviendo cuando es llamada para algún trabajo puntual, ya sea en el medio teatral: La Hermana Pequeña (1999), adaptación de una obra de Carmen Martín Gaite; Ellas, la Extraña Pareja (2001), versión de un texto de Neil Simon de la que la crítica ponderó su labor (1); o El Cianuro… ¿Solo o Con Leche? (2003), de Juan José Alonso Millán. También televisión: El comisario (2001), Hospital Central (2004) y Vientos de agua (2006). Y, por supuesto, cine: Torrente 3. El protector (Santiago Segura, 2005). Aunque naturalmente va espaciando sus trabajos, pero sin descartar nada: «Tuve la manía de dirigir. Pero se me quitó y ya se acabó. Ya soy muy viejita».

Para Helga Liné, que en la actualidad tiene una vida de lo más tranquila en Buenos Aires, acompañada de sus mascotas, le resulta curioso que su trabajo sea recordado y que sus películas

En Sitges, radiante (Foto: Serendipia)

de terror sean consideradas de culto, «me parece muy extraño, porque aquí en España en aquella época no les hacían mucho caso», así que cuando le propusieron visitar en 2018 el Festival de Cine Fantástico de Sitges para recoger el Premio Nosferatu «me sorprendió muchísimo. Fueron dos veces a Buenos Aires. La primera vez dije que no, y la segundo vez Diego (2) me convenció. Y aquí estoy, (…) feliz de que me hayan invitado. Hay pocos festivales de cine dedicados exclusivamente al cine fantástico».

Y allí Serendipia tuvo ocasión de, como le pudo expresar a ella misma, cumplir uno de sus sueños, algo que ella tildó de exagerado. Pero no. Conocer a Helga Liné ha sido una de las circunstancias más felices que Proyecto Naschy le ha ofrecido a Serendipia. Fotografiarla mientras le indicaba donde debía de ponerse para sacarla con la mejor iluminación. Y hacerla sonreír. Ver sonreír a aquella mujer de rasgos duros y gélida mirada. Ver transformar su rostro en la expresión de la dulzura. Y ser testigo de su gran profesionalidad y experiencia con los medios, dejándose preguntar todo pero respondiendo, diplomáticamente, lo que quiso. Una experiencia realmente deliciosa. «Tengo muy buenos recuerdos. Me he llevado bien con todo el mundo.  Si empiezo a contar anécdotas… mejor que no». Y ya es una lástima. Pero no hubo tiempo. Helga Liné, con gran temple, tuvo que hacer frente a cinco medios que la entrevistaron conjuntamente durante diez minutos. De ahí han surgido las declaraciones textuales de la actriz incluidas en este artículo, además de otras confidencias que comentó a Serendipia cuando, una vez pasados esos veloces minutos, todos abandonaron la sala y quedó la actriz y su reducido séquito de amigas, entre ellas la maquilladora y peluquera cinematográfica Toñy Nieto y Serendipia, recogiendo sus cosas.

Todo había acabado. O eso pensé cuando me despedí dándole las gracias por todo. Pero Helga me sonrío y, de forma inesperada, me plantó dos besos en la cara. Y Serendipia retomó el día como el protagonista de Jupiter’s Moon, levitando.

¡Gracias Helga!

(1) : «Helga Liné vuelve a demostrar sus singulares dotes cómicas. Su belleza, elegancia y sofisticación, en contraste con la aguda ingenuidad de su carácter, la convierten en un personaje y una actriz de comedia deliciosa e indispensable» Juan Antonio Vizcaíno en: http://elmeteoritodelteatro.blogspot.com/2010/07/entre-amigas-anda-el-juego.html
(2) Diego López, responsable, entre otras cosas, de la Sección Brigadoon del Festival de Sitges, editor del fanzine ‘El Buque Maldito’ y autor de libros y documentales dedicados al cine fantástico y de terror español.

Cine apocalíptico español: el fin del mundo y el ocaso del régimen franquista

Las explosiones nucleares que tuvieron lugar en Hiroshima y Nagasaki en 1945 abrieron un nuevo pulso por la supremacía mundial entre Estados Unidos y la Unión Soviética y sus países de influencia, alineados en la OTAN y el Pacto de Varsovia respectivamente. Mientras tanto la carpetovetónica España vivía entonces en tierra de nadie y no padecía un temor especial a sufrir un ataque nuclear, lo cual no significaba que no existiera una preocupación por el tenso equilibrio ocasionado por el nuevo orden mundial. Así al menos dos magníficas producciones españolas abordaron el tema: Calabuch (1956) de Berlanga y Bombas para la paz (1959) de Antonio Román, una gema a redescubrir, dos comedias de cariz pacifista que abrían una puerta a la esperanza.

Y es que el temor era más que fundado, pues en octubre de 1962 la humanidad estuvo a un tris del holocausto atómico cuando Estados Unidos descubrió una base de misiles nucleares de alcance medio soviéticos en territorio cubano. La que sería conocida como la Crisis de los misiles puso, en plena Guerra Fría, en Defcon 2 a los Estados Unidos. La crisis se supero con el desmantelamiento de los misiles y su traslado a la Unión Soviética, pero el mundo contuvo la respiración y nunca más recuperó la tranquilidad.

Mientras tanto, España seguía a lo suyo: si por un lado el gobierno franquista iniciaba una tímida apertura hacia el exterior; por otro lado, mandaba ejecutar en 1963 al militante Comunista Julián Grimau. Todo ello el mismo año en el que ante el creciente aumento del turismo exterior el ministerio del ramo acuñaba el recordado eslogan “España es diferente”, que aún hoy resulta válido para definir la idiosincrasia propia del país y de su paisanaje.

No resulta difícil asegurar que a Mariano Ozores la tensión entre las potencias nucleares le preocupaba. Y también que le había impresionado La hora final (On the Beach, 1959), filme de Stanley Kramer sobre el holocausto nuclear. De hecho, tanto le gustó que decidió, por primera y última vez, dejar de lado los ingresos asegurados por sus comedias y rodar una historia similar a la que escribiera Nevil Shute pero, a la española y sin renunciar al humor, encarnado especialmente por los personajes interpretado por sus hermanos Antonio y José Luís Ozores. En La hora incógnita Mariano Ozores refleja el apresurado éxodo que se produce en una ciudad, claramente española, ¿el motivo?: por un error de cálculo va a caer, sobre las diez de la noche, una bomba nuclear en ella. Así que, con la ciudad desierta como fondo, iremos descubriendo a varios personajes que todavía permanecen en sus oscuras calles, prolongando su estancia antes de marchar en el último tren, que como averiguarán más tarde, ha sido cancelado: un borracho porque se ha dormido; un ladrón para desvalijar algunos museos y tiendas; unas ancianas para cotillear en casa de sus vecinos; una prostituta porque duerme de día y no se ha enterado; un criminal porque huye; un policía porque lo persigue; unos amantes porque quieren hacer el amor sin que nadie les pueda descubrir; un anciano para librarse de su mujer con la excusa de buscar a su gato Agustín… un variopinto plantel de personajes cuyas motivaciones son magníficamente retratadas por el director, que irá de un personaje a otro de forma modélica informando al espectador, en todo momento, del paso del tiempo y de como los personajes van acercándose a las diez, la hora final.

La ciudad en sombras, magníficamente retratada en un matizado blanco y negro y realzada por la acertada y jazzística partitura de Adolfo Waitzman, consigue dotar a La hora incógnita de una modernidad ejemplar, en contraste con los caracteres, castizos e inconfundiblemente ibéricos de sus personajes, de un costumbrismo muy de la época. Una disparidad que funciona a la perfección, al menos hasta que topamos con la Iglesia y su beatífico cura, encarnado por Fernando Rey, que consigue aglutinar a los supervivientes bajo su techo. Pero en contra de lo que cabía esperar, el sacerdote demostrará su soberbia escogiéndose como juez y salvador con potestad para decidir quien, de los diez individuos, merecerá salvarse huyendo de la ciudad en su moto. Acción que ganará el rechazo de los demás, no reconociéndole ese derecho.

Como es previsible, pues todos tienen cuentas y pecados que saldar, todos morirán por la explosión redentora, convirtiéndose en mártires y ejemplo de lo que pasa cuando se juega con fuego. Finalizando la película con una, como veremos, profética advertencia: “Es lo que puede suceder en cualquier ciudad… En cualquier momento… Ahora mismo”.

La hora incógnita permanece, a pesar de la inevitable moralina y la redención de los personajes, como una interesante e insólita propuesta de cine apocalíptico con toques de comedia netamente española que, desgraciadamente, no tuvo continuidad. Entre otras cosas por su batacazo en taquilla, lo que hizo jurar y perjurar a su director que “a partir de entonces nunca haría una película porque me gustara a mí. Haría lo que el público quisiera ver, como siempre había hecho mi familia”. Y así lo hizo.

Pero si lo de la crisis de los misiles podría sonarle al españolito medio como algo lejano, de rusos y americanos, el incidente de Palomares demostrará que, como predijo Ozores, el desastre “Puede suceder en cualquier ciudad… En cualquier momento… Ahora mismo”.

El 17 de enero de 1966, en una maniobra de aprovisionamiento, explosionó un bombardero norteamericano B-52 y un avión nodriza KC-135 (cargado con 110.000 litros de combustible), perdiendo las cuatro bombas termonucleares Mark 28, de 1,5 megatones cada una, en la costa de la pequeña localidad almeriense de Palomares.

Ya teníamos pues aquí, en plena España del Desarrollismo, un accidente nuclear de los gordos. De hecho, el más gordo, pues todavía es considerado el Broken Arrow (pérdida total de armas nucleares) más grave de la historia. Y es que “España es diferente”. Lo que sucedió a continuación ya lo habrán visto en el NO-DO: tres bombas fueron recuperadas en tierra y la que cayó en el mar, tras una búsqueda infructuosa por parte de la Armada norteamericana, que desplegó un gran operativo con buceadores, 34 buques y 4 minisubmarinos, fue encontrada gracias a la inestimable ayuda de un pescador, Francisco Simó, que desde entonces fue conocido como “Paco el de la bomba”. Y para cerrar el tema y demostrar la inexistencia de contaminación nuclear en la zona, el gobierno español y el estadounidense iniciaron una campaña, muy recordada, que consistió en bañarse conjuntamente Manuel Fraga (ministro de Información y Turismo) y Angier Biddle Duke (embajador estadounidense) en la playa de Quitapellejos (¡ejem!) en Palomares.

Pero ni mucho menos las cosas estaban bien, pues en la actualidad se calcula que una quinta parte del plutonio que se esparció en 1966 todavía contamina la zona, que permanece como la más radiactiva de España.

Poco después de este incidente Fata Morgana, la siguiente cinta española de tintes apocalípticos, se exhibió en el Festival de Cannes, concretamente en mayo de 1966, aunque no fue estrenada hasta noviembre de 1967 en Barcelona y estrictamente en salas de arte y ensayo. Y es que Fata Morgana es una película más bien extraña.

 “Esta fábula tiene lugar después de lo acontecido en Londres”. Naturalmente nunca se nos explica lo sucedido allí. Lo que sí vemos es que la ciudad está siendo abandonada por sus habitantes, algo que servirá de fondo para contar la historia de Gim (Teresa Gimpera con su apodo de modelo), con la que viviremos un intenso día durante el cual profetizarán su muerte y finalizará con un lacónico: “Y entonces sucedió lo mismo que en Londres”.

La película, que contiene alguna referencia visual a El hombre invisible (The Invisible Man, James Whale, 1933), e incluso al, tan en boga por entonces, cine de agentes secretos, supone un intento de sumarse a las vertientes progresistas del cine europeo, algo que consigue con éxito ofreciendo un resultado no exento de gracia y también glamour, aportado por la prometedora Marianne Benet y Teresa Gimpera en su mejor momento. Toda una boutade que respira el divertimiento de sus autores, el clima de broma privada en el que brillan los referentes cultos que debieron perlar las conversaciones de esos jóvenes artistas que tenían en Bocaccio su cuartel. De fondo aparecen ya algunas de las obsesiones de Gonzalo Suárez, su querencia por los mitos románticos, su indagación sobre la dialéctica entre el bien y el mal desde la perspectiva de lo maldito. Así, la tesis de fondo de la cinta (las víctimas son las que atraen a sus verdugos) nos hace recordar la expresionista El asesino esperanza de las mujeres, pieza teatral que firmó Kokoshka y que fue convertida en ópera por Hindemith, una de las cimas del movimiento die brücke, la forma más radical y salvaje del expresionismo. Y todo ello hilvanado con una especie de humor que nace del extrañamiento.

Rodaje de Fata Morgana

Calificada en su momento de “Kafka mediterráneo”, “pesadilla en estado de vigilia” o incluso de “osadía, casi provocación, un atrevimiento”, lo que no se puede negar es que la película de Aranda se apoya en sistemas narrativos diferentes y posee un tono de pesadilla regado de una atractiva estética pop que le ha impedido envejecer, muy al contrario, sigue siendo una cinta de lo más moderno y sorprendente. No en vano el guión era de Aranda y Gonzalo Suárez y la película representa uno de los mejores y más sólidos ejemplos de lo que dio de sí la denominada Escuela de Barcelona. A partir de ahí Vicente Aranda iniciaría una carrera más convencional, aunque aún persistieran ramalazos de esta estética en La novia ensangrentada (1972), película realizada en pleno boom del cine de terror español, que tendría su apogeo y cúlmen durante esa década.

Y el cine de género no podía dejar escapar el cine de temática apocalíptica, abordándolo en tres ocasiones y de forma harto similar con El refugio del miedo, Último deseo y La casa. Tres producciones que se desarrollan, en su mayor parte, en un único escenario en el que los protagonistas holgazanearán, cometerán infidelidades, beberán como cosacos y lucharán por el liderazgo, conflictos que se desarrollarán con más o menos violencia. “Algo que quizás podría suceder mañana”

La productora barcelonesa Profilmes, especializada en el cine de género (fantástico, terror, aventuras…), estrenó El refugio del miedo (José Ulloa, 1974), que se desarrolla en su mayor parte en el refugio del título, en el que los protagonistas se protegen de la radiación del exterior. La acción se sitúa en Estados Unidos, tal y como se esfuerzan de demostrarnos en los títulos de crédito mediante la técnica de rodar unas cuantas escenas allí o, directamente, sacarlas de archivo. La película cuenta nuevamente con Teresa Gimpera, en esta ocasión acompañada de su marido en la vida real, Craig Hill, Fernando Hilbeck, Patty Sheppard y Pedro Mari Sánchez, como hijo de la Gimpera.  Rodada directamente en inglés, pues Profilmes tenía un buen mercado en Estados Unidos, la película cuenta con discretos desnudos de Patty Sheppard, actriz que por otra parte realiza el mejor y más intenso trabajo de los cinco protagonistas.

Con una intriga bien manejada y unos diálogos que no resultan sonrojantes, tan solo sabe mal que se desechen esos sonidos espectrales, como lamentos, que coge la emisora a modo de interferencia, lamentos a los que no se vuelve a hacer referencia antes de que comiencen a sucederse las muertes de los habitantes del refugio en extrañas circunstancias a la manera de los whodunit.

La casa (1976) de Angelino Fons parte, al parecer, de un guión que compró el productor a… Pedro Mari Sánchez. Y en vista de las similitudes existentes entre El refugio del miedo, en la que, no olvidemos, actúa Pedro Mari Sánchez y la cinta de Angelino Fons, no parece disparatado pensar que, de ser verdad, se trate de un desarrollo del guión de la anterior. En esta ocasión los habitantes (¿o mejor decimos tripulantes?) descubrirán que se encuentran en una nave espacial, con mobiliario futurista pero bastante estándar, aunque sin llegar a los recios muebles castellanos que pueden verse en El refugio del miedo.

Esta producción hispano-italiana que se inicia con explosiones atómicas por obra y gracia de los efectos especiales de Emilio Ruiz se ubica también en Estados Unidos, donde conoceremos a tres parejas que progresivamente descubrirán que se encuentran en un OVNI con aspecto de olla a presión y con comida para unos 40 días, al parecer un plazo razonable para volver a la Tierra si la radiación ha disminuido.  Diálogos pretensiosos y supuestamente trascendentes a porrillo, crítica social, lucha por el liderazgo, ridícula lluvia de meteoritos y unas actrices como Helga Liné y Magda Konopka desaprovechadas, serán tan solo algunos de los detalles a destacar de este adorable delirio kitsch.

Increíble el drama… y sin embargo cualquier día… aquí o más lejos”. Con esta confusa frase promocional nos adentramos en Último deseo (León Klimovsky, 1976), tercera muestra de Fantaterror hispano con la que conoceremos a varios ricos ociosos (médicos, empresarios, traficantes de drogas…), con mucho de secta o sociedad secreta de adoradores del divino Marqués, que se disponen a pasar un fin de semana en una mansión centroeuropea junto a un volquete de prostitutas compuesto por, entre otras, Julia Sali, Nadiuska y… ¡Teresa Gimpera!, capitaneadas por Maria Perschy como madame lesbiana y su sádico y homosexual secretario. Mucho vicio y depravación.

Paul Naschy y Alberto de Mendoza viéndolas venir en Último deseo

Pero la orgía no llega a comenzar pues en la bodega de la mansión, excavada bajo los cimientos de la casa “igual que hacen los chinos”, se produce un temblor. Más tarde averiguarán que también se ha producido un gran resplandor que ha dejado ciegos a todos los habitantes de la zona. La casa, pues, servirá de refugio hasta tener más datos de lo sucedido y ya allí comenzarán a producirse las habituales rencillas entre los habitantes. Todo ello en un guión que ha tomado elementos de Soy leyenda de Richard Matheson, El día de los trifidos de John Wyndham y de La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, George A. Romero, 1968), a lo que ha añadido algunos elementos de crítica social nivel párvulos.

Último deseo pretende venderse como filme erótico, ya no únicamente por su título, sino también por el póster, que explota la presencia de la diva Nadiuska. Algo, por cierto, absurdo, pues en la película apenas hay desnudos, y menos en la versión que pudo verse en los cines españoles. Algunas ediciones videográficas potenciaron aún más la vertiente erótica engañando al respetable con títulos como La mansión del deseo (Video Cine) o La mansión del deseo oscuro (Whisky Home Video), cuando sin lugar a duda resultaba más acertado el título que tenía durante el rodaje, Planeta ciego.

El atractivo cartel del estreno norteamericano de Último deseo

En todo caso, Último deseo tiene todo el encanto del cine de aquella época, con sus virtudes y defectos, que no hacen más que añadirle valor y encanto: todos los que han quedado ciegos por la explosión llevan gafas de sol y bastón (¿?) y muestran la proverbial mala leche que se les otorga, tradicionalmente, a los invidentes. A esos lugareños cegados por la explosión los vemos protagonizar una escena hilarante: todos se hallan reunidos en la iglesia del pueblo dando vueltas cual musulmanes en La Meca, blandiendo sus bastones y dándose trompazos dignos de un tebeo de Bruguera, a buen seguro no era intención de los autores mover a risa al público, pero, sea como sea, logran que se nos quede marcada a fuego en la retina.

La película contó con aportación norteamericana, concretamente de Sean S. Cunningham Films, la compañía que llenó los cines y video clubs de medio mundo de Viernes 13, House y sus secuelas y remakes, además de producir La última casa a la izquierda (The Last House on the Left, 1972-2009). En Estados Unidos se estrenó como The People Who Own the Dark y fue distribuida por Cinematic Realeasing Corporation, responsables de poner en los cines la infausta Last House on Dead End Street (Roger Watkins, 1977). De todos los títulos que hemos comentado hasta ahora, y también de los que quedan por comentar, este es el único que cuenta con edición digital, aunque tan solo ha sido publicada en Estados Unidos.

“Esta historia no es de ciencia ficción, es de ciencia angustia” Sin lugar a duda una frase antológica para promocionar el siguiente filme apocalíptico que dio la cinematografía española. Más allá del fin del mundo (Espectro), película dirigida por Manuel Esteba entre rodajes con los Hermanos Calatrava y películas clasificadas ‘S’, se contagia del mal hacer del director. Y es que, sí amigos, Esteba es el culpable de El E.T.E y el Oto (1983) y de otras lindezas, entre las que destaca, como una rara avis a recuperar, Viciosas al desnudo (1980).

Pero vayamos con el filme que nos atañe, Más allá del fin del mundo inicia su acción en mayo de 1989 y narra como dos hermanos, Antón (Eduardo Fajardo) y Daniel (Daniel Martín) bajan a una sima para batir el récord de permanencia. Tras tres meses, durante los cuales averiguaremos que Antón, el mayor, odia a Daniel a causa de unos terribles celos, volverán a subir a superficie averiguando que todo está desierto. Cuando lleguen a la ciudad verán que nunca anochece y que todos están muertos y con los ojos en blanco. Así que la participación de actores de la talla de Julián Ugarte y Víctor Israel se limitará a unos pocos planos iniciales antes de ponerles las lentillas. Los hermanos, presas de un ataque agudo de verborrea pseudo científica, dirán un buen puñado de barbaridades ininteligibles con las que explicar el extraño fenómeno que ha sucedido, hasta que se encuentren con Mary Ionesco (Inka María), una científica que resultará ser, ¡ejem! la avanzadilla de unos extraterrestres que buscan un planeta que poblar. La científica tiene un perro (que la protege de los avances de los cada vez más calientes hermanos) y dos monos, que luego sabremos para qué están ahí.

El extraño diseño para la carátula de la edición VHS del filme

Todo contado con gran torpeza por un Esteba que no se preocupa demasiado en mover la cámara, consiguiendo unos resultados que, precisamente, no son los mismos que obtiene Haneke. Cada vez que un personaje tropieza, descubre algo. Cuando cae, encuentra un libro y este se abre por un pasaje que hace referencia a la historia que estamos viendo. La luz viene y va. Y en una de estas se enchufa un magnetófono que explica, precisamente, algo sobre la historia que se está desarrollando. Todo muy burdo.

El único escenario decente que consigue perfilar el director es el del lugar donde vive la profesora Mary Ionesco, interpretada (es un decir) por una señora con aspecto de vedette de verbena (con posible sorpresa) y que cuenta con una breve filmografía que comprende títulos como Haz la loca…  no la guerra (José Truchado, 1976) y La isla de las vírgenes ardientes (Miguel I. Bonns, 1977). Así que mal vamos si la Tierra deber ser repoblada por esta señora y los dos hermanos, que, en lugar de ponerse de acuerdo, se pelearán por los favores de la dama. Al final todos morirán y tan solo quedarán vivos los dos chimpancés, que ya les dijimos que estaban ahí para algo.

¿El resultado de todo esto? Un desenlace totalmente opaco al que la falta de presupuesto posiblemente impidió el uso de efectos especiales, pero es el nulo ingenio del artífice el que convierte el final en un jerogrífico de planos cortos cuyo significado es imposible descifrar, sobre todo cuando la trama no permite presumir la dirección del relato. Para más INRI el filme fue presentado en el Festival de Sitges de 1977 y obtuvo una Mención Especial del jurado de ese año, presidido por Dario Argento, “por lo que significa el contenido espiritual de la esperanza de una nueva vida”. Ahí queda eso.

Como vamos viendo, progresivamente la calidad de las películas va descendiendo y llega a su sima más profunda con Animales racionales (1983) de Eligio Herrera. Toda una bomba como colofón a este listado ibérico-apocalíptico. La guinda perfecta para semejante pastel.

“…Porque todo final, es el comienzo de un principio” De nuevo explosiones atómicas, paisaje desolado y tres personajes jóvenes. Dos que parecen salidos de un cóctel de lujo y uno rockero de barrio. Los dos elegantes son hermanos, pero los convencionalismos sociales quedan de lado ante la lucha por la supervivencia. Y la lucha por ser el macho alfa será encarnizada entre el hermano, el proletario y… un perro que aparecerá por allí. El que provea alimento tendrá derecho a ser pagado con las atenciones de la hembra. El que traiga la presa más grande o sabrosa, tendrá derecho a sexo. Incluido el perro (interpretado por el perro Larry). Seremos testigos del nacimiento del oficio más antiguo del mundo. Y del segundo, el de macarra.

Una de las denominadas, por algunos, películas de culto en la que los buenos son rubios y con clase, mientras que el papel de villano será adjudicado al proletario, moreno y con bigote. Todo ello en una narración muy surrealista. En la que nadie habla, así el espectador se ahorra unos diálogos que podrían estar a la altura de la película. Al menos esta metáfora, no sabemos muy bien de qué, pero importante metáfora, está muy bien rodada. Resulta un pelín pedante y tiene espíritu trasgresor al incluir incesto, zoofilia y unas gotas de homosexualidad.

Rodada en Lanzarote y Las Palmas, algo que salta a la vista, la banda sonora está compuesta por una selección de temas pertenecientes al catálogo de Harmony Ed. Musicales.

¿Los protagonistas? Geir Indvard y Carole Kirkham, que encarnan a los hermanos, participaron en Jane, mi pequeña salvaje (1982), la otra película del director de Animales racionales, también rodada en Lanzarote. Carole puede presumir de haber tomado parte en perlas del calado de Yo amo a Hitler (Ismael González, 1984) uno de los higos chumbos del cine español. Por su parte José Yepes tiene una extensa filmografía a sus espaldas, la mayoría compuesta por pequeños papeles, de entre los que posiblemente Animales racionales sea su película más importante. Lástima que sea un despropósito con ínfulas que puede continuar en la oscuridad.

Como hemos visto, el cine español se ha aproximado a la temática apocalíptica adaptándose en todo momento a la corriente imperante. Y si bien son pocos los largometrajes que han abordado el tema, estos resultan muy representativos de cada época, ya sea del cine español de los cincuenta; como de las corrientes experimentales de los sesenta; el cine de género de los setenta; o de, finalmente y en este caso, nuevos discursos cinematográficos con cierto aire exploitation, de los ochenta.

“Los Resucitados” verá la luz veinte años después

Veinte años después de terminar su rodaje, iniciado en 1995, “LOS RESUCITADOS” de Arturo de Bobadilla, verá la luz el próximo otoño de la mano del sello RedRum de Tema Distribuciones.

Considerada por unos como una leyenda urbana y por otros como la película “más maldita y de culto del fantástico español”, el título que Arturo de Bobadilla comenzó a filmar con Paul Naschy y Santiago Segura, durante la producción de “El día de la bestia” de Álex de la Iglesia, ha despertado siempre la curiosidad de los aficionados al fantástico.

Bobadilla consiguió en su momento reunir a grandes nombres del fantaterror, como Paul Naschy o Antonio Mayans, con algunas de las jóvenes promesas de aquel entonces, como Santiago SeguraManuel Tallafé o Zoe Berriatúa, en una barroca historia sobre un soldado de los Tercios de Flandes que es poseído por el demonio, con muertos vivientes incluidos. El propio Segura la ha definido como “demencial” en los medios, encantado con que Arturo de Bobadilla haya perseguido su sueño.

Veinte años después, “LOS RESUCITADOS” acaba de terminar su nuevo doblaje con las voces de los actores originales como Santiago SeguraAntonio Mayans o Toni Fuentes, que se han reencontrado dos décadas después. La nueva sonorización ha contado con otras ilustres colaboradoras como las actrices Lone Fleming y Sandra Alberti, dos clásicas del fantástico español que también han prestado su voz a este título. Por su parte, para poner voz al fallecido Paul Naschy se ha contado con el veterano Héctor Cantolla, actor que ha doblado a Marlon Brando o Arnold Schwarzenegger entre otros, y quien habitualmente ponía voz a Naschy en películas como “El retorno del hombre lobo” o “El carnaval de las bestias”.

“LOS RESUCITADOS” comienza con la siguiente leyenda que resume el tortuoso proceso del proyecto:

“Madrid, año 1994. Comienza el rodaje del largometraje Los Resucitados de Arturo de Bobadilla inspirado en leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer, un proyecto plagado de misterios. La película se rueda en varios formatos.

Tras un proceso tortuoso, en 1997 la película se edita, pero poco tiempo después la primera copia desaparece y los materiales originales parecen inencontrables, como por arte de magia.

Décadas después, el material de rodaje, mudo, vuelve a aparecer también como por arte de magia, y a pesar del deterioro sufrido se decide volver a editar y postproducir en base al guión original, con el fin de que la película exista.

Veinte años después, que diría Alexandre Dumas. Cosas de brujas y otros misterios”.

Sin duda “LOS RESUCITADOS” es una auténtica rareza que no dejará a nadie indiferente. Estad atentos.

LOS RESUCITADOS
Director: Arturo de Bobadilla
Guión: Arturo de Bobadilla, inspirado en leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer
Reparto: Santiago Segura, Paul Naschy, Toni Fuentes, Antonio Mayáns,

Sinopsis: España. Mil seiscientos dos. Los caballeros de la orden de la espada de Juana de Arco han sido derrotados.  Tras generaciones de lucha encarnizada contra el heraldo del infierno, El Caminante, que ha quebrado las armaduras y los corazones de los generales de la Fe. Poseyendo al más célibe y virtuoso de todos ellos el enemigo ulterior ha conseguido lo que ni mil leviatanes y brujas jamás soñaron. La posesión demoníaca y espiritual del líder de la orden, el General Molina. Retirados y mutilados; encarcelados y medio locos, los veteranos tercios de Flandes que antaño lucharon por la cristiandad en mil cruzadas en nombre de la Fe, conseguirán reunir de nuevo el valor necesario para evitar el más atroz de los crímenes: La caída del reino de Dios en la tierra.Pero el demonio no se lo pondrá fácil… Los muertos han comenzado a levantarse.

Rossana Yanni, el delicado erotismo

Esta actriz argentina de contundente físico y de presencia tan familiar en el cine de género que se  hizo en la España de los 70, comenzó formando parte de repartos de comedias dirigidas por Pedro Masó, Pedro Lazaga o Fernán Gómez en las que interpretaba a señoras estupendas, de ensueño, muchas veces la sueca o la alemana liberada. El sueño imposible del españolito medio. Aunque también tuvo oportunidad de interpretar registros dramáticos en cintas como El paseíllo (Ana Mariscal, 1969) o Cuadrilátero (1970), drama pugilístico de Eloy de la Iglesia. Y naturalmente también ha participado en algunos de los títulos favoritos del degustador de cine fantástico y de terror español. Jesús Franco la dirige a finales de los años sesenta en El caso de las dos bellezas y Bésame, monstruo, formando tándem junto a Janine Reynaud. Cae fulminada bajo las garras del licántropo en La marca del hombre lobo (Enrique López Eguiluz, 1969), coincidiendo nuevamente con Paul Naschy en El gran amor del conde Drácula (1972) y El jorobado de la morgue (1973) de Javier Aguirre. A las órdenes de Amando de Ossorio interviene en Malenka, la sobrina del vampiro (1969), compartiendo reparto con nada menos que Anita Ekberg.

Con la irrupción del destape el físico de Rossana no pasa desapercibido para los directores, y su presencia en pantalla se incrementa hasta 1980, año en el cual decide retirarse tras ser madre. A partir de ahí ha realizado alguna intervención esporádica en el cine, ya que el veneno de la actuación nunca le abandonó y su recuerdo siempre ha estado en la memoria de los directores que decidieron contar con ella, como Antonio Giménez Rico o Berlanga.
Merecidamente homenajeada en 2015 con el premio Nosferatu a toda su trayectoria durante la 48 edición del Festival de Sitges, allí tuvimos ocasión de conversar con ella.

INICIOS

img319b_editado-1Era modelo y vine a España desde Italia en 1962 sin idea de entrar en el cine. Un día fui  al teatro con unas amigas a ver un musical de un argentino que se llamaba Alfredo Alaria (1), que era una estrella. Estuvimos en un palco y al día siguiente me llamó un señor que se llamaba Hugo Ferrer, que era representante. Me preguntó que cuanto tiempo me quedaba en España, ya que quería presentarme a los productores de una película que se iba a llamar ‘Sol de verano’ (Juan Bosch, 1963), que iba a protagonizar Arturo Fernández. Yo le contesté espantada que tan solo tenía 23 añitos, que no era actriz, que era modelo, pero no le importó, me dijo que cuando me presentara a estos productores les dijera que había trabajado en varias películas en Italia y Argentina. Como era la época franquista y había una fuerte censura no llegaba casi nada,  y lo que llegaba estaba todo cortado. Tuve el valor de seguir el juego, decir que sí y me contrataron para ‘Sol de verano’, donde debuté en el cine con Arturo Fernández. Fue un regalo que me hizo España, porque yo cómo me iba a imaginar que se me abrirían las puertas del cine.

A partir de entonces fue un sin parar. Hacíamos en poquísimo tiempo, de dos a cuatro semanas, una película y era la época de las comedias de José Luis López Vázquez, Alfredo Landa y de todos estos grandes actores en las que nosotras éramos las chicas guapas. Yo siempre hacía de sueca (risas), la extranjera, y era la que se ponía el bikini, ya que las extranjeras se lo ponían, las españolas no. Entonces ya teníamos a veces doble versión: la película con traje de baño entero para España, y la que se vendía a Sudamérica  en bikini. ¡Qué época! ¿Eh? (risas)

21776496Era una época muy especial, por ejemplo, recuerdo que con Fernando Fernán Gómez, ya sabes como era, tuve una escena en la que estaba frente a Gracita Morales y ella en contraplano me daba el diálogo a mí. Yo tenía la manía de pestañear mucho cuando hablaba y Gracita, que estaba  delante de mí, me avisaba haciendo muecas para que no lo hiciera. Nos dio tal ataque de risa que Fernando nos echó del plató “¡Estas señoritas fuera!”. Nos hizo volver, repetimos y… ¡Otra vez! (risas).

El primero que me propuso doble versión con desnudo creo que fue José María Forqué. Analía Gadé y yo hicimos juntas ‘El ojo del huracán (1971), y eran los primeros destapes. Pero era algo muy difícil de hacer en esa época, era arriesgado, siempre me daba un poco de… porque yo no era española  y había que tener siempre una conducta impecable y un cuidado. Y entonces pensé “Ya verás tú…”. Pero tenían mucho éxito. Recuerdo una anécdota: fui a cargar gasolina en aquellos primeros tiempos del destape y entonces el señor de la gasolinera me dijo “Rossana Yanni, he visto la película que has hecho con Analía Gadé…” como diciendo, a ver si se destapa aquí (risas). La gente te confundía…

EL TERROR

De ‘Malenka, la sobrina del vampiro’ (1969) me acuerdo. Aprendí mucho con Amando de Ossorio, porque yo era bastante novata y era un hombre de una gran sensibilidad y muy cariñoso. Buen director. En algunas fuentes 1969 Malenka, la sobrina del vampirofiguro como productora, pero es un error, no produje. Con Anita Ekberg llegué a coincidir alguna vez durante el rodaje, era una mujer abierta y natural. Muy natural, me hizo el rodaje muy cómodo porque, claro, ella ya era una estrella, pero para nada tenía aires de diva, era una compañera genial y una buenísima actriz que te hacía sentir bien. Siempre la tendremos presente en la mente en la Fontana di Trevi. Es su imagen inmortal.

Jesús Franco era un hombre especial,  muy especial. Pero era muy cariñoso, un buen director que supo sacar lo mejor de mí, ya que no hay que olvidar que todavía era una novata en esa época. Me enseñó muchas cosas y con él lo pasé agradablemente bien. Tenía muy buen humor.

Con Paul Naschy hice una colaboración en ‘La marca del hombre lobo’. Fue inolvidable. Hay una escena dramática, de terror, en la que me entra el pánico y yo no estaba acostumbrada a ese tipo de escenas, ya que venía de la comedia y me costó. Pero él me enseñó muchísimo, y al finalizar la escena los técnicos aplaudieron, y yo extrañada preguntaba ¿Qué pasa? ¿A quien aplauden? Y me dijo que era a mí, porque lo había hecho muy bien. Paul era un hombre generoso.

Rossana descubierta por Paul Naschy tras haber sido atacada por el licántropo en 'La marca del hombre lobo'

Rossana descubierta por Paul Naschy tras haber sido atacada por el licántropo en ‘La marca del hombre lobo’

Para Javier Aguirre hago ‘El gran amor del Conde Drácula’ y ‘El  jorobado de la Morgue’. A Javier lo quiero mucho, éramos muy buenos amigos y sacaba lo mejor de nosotras. A Mirta Miller la introduje yo en el cine cuando llegó de Buenos Aires. Nos conocíamos

Foto: Serendipia

Foto: Serendipia

de allí, le dije que si quería trabajar en el cine le podía presentar a un productor, Pedro Masó. La protagonista, Haydeé Politoff desapareció, no se supo nada más de ella. Pasamos muy buenos momentos con todas estas películas de terror. No tiene nada que ver el terror de aquella época, el terror de entonces, con el de ahora. Técnicamente ha cambiado todo enormemente, así que el valor de esas películas era grande. Es que estaban bien hechas para los medios que tenían. Yo me las tomaba muy en serio. Estas películas eran la moda de ese momento y eran películas serias, de éxito. Qué valor tenían todos estos directores entonces, no les era fácil, no, ahora me doy cuenta.

No tenía ni idea de que hubiera este cariño por este cine, por el que se hace ahora sí, pero no pensé que por el de mi época los jóvenes se interesaran tanto. Y lo que me gusta de este festival es que dedica homenajes a toda esa época para que no nos olvidemos.
Hace más de treinta años que me retiré del cine y cuando me llamaron para  decirme que me daban un premio en el festival de Sitges lloré al colgar el teléfono. Mi marido me miraba. Es que no me lo podía imaginar. Si me lo hubieran dicho hace años no me lo habría creído. Esto es un regalazo que me habéis hecho. Toda la vida oyendo hablar de este festival tan importante, como voy a pensar que me iban a rendir este homenaje. No tengo palabras y todavía no me lo creo. Cuando termine el festival, seguro que me lo creeré.

1.- Alfredo Alaria (1930-1999) fue un actor, bailarín y coreógrafo argentino que protagonizó Diferente (Luís María Delgado, 1961) primera película que abordó la temática homosexual en el cine español y que, sorprendentemente, se estrenó en la época sin problemas de censura.

EXTRAS

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En marcha ‘O Apóstolo – Secretos de un rodaje’

Se pone en marcha un Verkami con intención de editar un completo libro sobre la gestación y rodaje de O Apostolo, mostrando toda la magia del cine de animación stop-motion a través del proceso de desarrollo creativo, de realización y producción de esta maravillosa película de misterio y fantasía. Sin duda una interesante iniciativa de la que damos algunos detalles. 

La historia

La leyenda de la Santa Compaña, con sus almas en pena vagando por los bosques, nos trasladará a un pueblo con una maldición centenaria. El origen de esta historia tiene que ver con el propio origen del Camino de Santiago y las tradiciones milenarias de origen celta.

El rodaje con los actores

Durante 15 días se realizó un rodaje con los actores para capturar su interpretación y que sirviese de referencia para los animadores. También se consiguió una versión original que aporta una calidad muy superior a la de un doblaje en estudio.Tendremos anédotas, opiniones y entrevistas a grandes actores como Geraldine Chaplin, Paul Naschy, Luis Tosar, Celso Bugallo y Carlos Blanco.

La construcción de los muñecos

Alta tecnología y desarrollo para unos puppets realizados en silicona y con esqueletos totalmente artículados. Descubriremos los secretos de un equipo de modelmakers internacional proveniente de películas como La Novia Cadáver o Coraline.

Los decorados

Disfrutaremos del arte y la artesanía del impresionante proceso de creación de decorados y atrezzo. Aprenderemos los procesos, así como las diferentes técnicas y materiales utilizados. La dificultad añadida de la pequeña escala y el rodaje frame a frame será superada con mucho ingenio y creatividad.

El rodaje

Un equipo internacional de casi 200 personas trabajando a lo largo de 4 años, consiguió un gran trabajo pionero gracias a que cada miembro del equipo aportó su experiencia, su arte y su talento. Un rodaje para el que se realizaron 25 sets, más de 90 puppets y cerca de 50 decorados diferentes. Descubriremos todas las dificultades de realización, los retos superados y la difícil tarea de coordinar una gran producción con un bajo presupuesto.

La música

La Banda Sonora compuesta por Philip Glass, Xavier Font y Arturo Vaquero nos envolverá en ese ambiente de misterio y fantasía. Para su grabación se contó con la Real Filharmonía de Galicia y el Coro Orfeón Terra a Nosa

La estereoscopía

Detallaremos cómo ha sido el complicado proceso de desarrollo para la captura estereoscópica de la animación stop-motion. Esta es la segunda película a nivel mundial realizada con esta técnica, tras Coraline de Henri Sellick

Características del proyecto, objetivos y recompensas 

Aquí os detallamos las características técnicas del libro:

  • Medidas 21x21cm .
  • Nº páginas: 240 páginas interiores mas cubiertas
  • Papel interior:Estucado mate 130 gr.
  • Papel portada: Estucado brillo 170 gr.
  • Impresión: 4/4 tintas (A todo color)
  • Encuadernación: Tapa dura al cromo con sobrecubierta polastificada mate 1c. Incluirá el DVD de la película, con versión original en español y galego, así como subtítulos en 8 idiomas.

El objetivo de esta campaña es cubrir los gastos de producción e impresión de la primera edición en español del libro, incluyendo las previsiones de empaquetado, envios y gastos de la propia campaña de verkami.

Como agradecimiento al apoyo de este proyecto recibiréis en casa el libro, que como ya comentamos, incluye el DVD de la película. Será una edición limitada y numerada, con cada ejemplar personalizado con nombre y apellidos del mecenas, y firmado manuscrito por el director de la película.

Una vez que todo esté listo, se realizará un acto de presentación del libro en Santiago de Compostela, estará presente Fernando Cortizo, director de la película. Todos los mecenas podréis asistir y recibir el libro de manos de su autor.

Los que no podáis asistir, recibiréis el libro en un plazo máximo de dos meses desde que haya finalizado la campaña. Necesitaremos como mucho unos 45 días para trabajar en las tareas pendientes de texto, diseño y maquetación. Una vez rematado, la imprenta quedará resuelta en 10 días y damos 5 días de margen para el empaquetado y el envío.

Más información:

Verkami

Scifiworld

Premios e info de la película

Web de la película

Talamanca de Jarama, escenario de fantasmagorías

156wtbnmapa-talamanca-3Existen algunos escenarios que se han repetido en diversas películas y que, a fuerza de verlos, se han convertido en familiares para el fan. En el cine de terror español, y particularmente en el de Paul Naschy, Talamanca es, sin ningún género de duda, el lugar donde localizó la mayor parte de sus películas, donde más ha vivido sus personajes, donde se han desarrollado esos míticos rodajes: “Talamanca ha sido para mí, mi casa cinematográfica preferida. Cuantas horas, cuantos días, cuantos meses he pasado en su bodega, en su desván, en sus escaleras, en sus  salas… En aquellos escenarios hice realidad muchos de mis sueños y mis guiones adquirieron vida.” (1)

Y es que Talamanca de Jarama, población situada a 45 Km. de Madrid, dispone de varios puntos que han servido de escenario para diversas películas, como la Iglesia de San Juan Bautista o el puente romano, pero todos van a remolque de la Cartuja, emblemática construcción religiosa destinada a la actividad agraria construida en el siglo XVII que, dotada de una extensión de 17.437 m2, dos plantas y un desván, ha sido testigo de más de 200 rodajes.

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Foto: ¿?

Más de diez veces visitó Paul Naschy la Cartuja para rodar sus inolvidables cintas y actuar en las de otros directores. La marca del hombre lobo (Enrique López Eguiluz, 1968),  la primera aparición de Waldemar Daninsky no recurrió a este escenario, pero si tuvo días de rodaje en Talamanca, y pueden verse tanto el puente romano como la chopera, que está justo al lado. De hecho, los arcos del puente son testigos de la primera aparición de la bestia que inmortalizaría Paul Naschy. Después vinieron más películas: Dr. Jekyll y el hombre lobo (León Klimovsky, 1971), El espanto surge de la tumba (Carlos Aured, 1972), El gran amor del conde Drácula (Javier Aguirre, 1973), Los ojos azules de la muñeca rota (Carlos Aured, 1973), El mariscal del infierno (León Klimovsky, 1973) y Último deseo (León Klimovsky, 1975). Una vez que Naschy accede a dirigir sus propias películas, demuestra que la Cartuja es su escenario predilecto, ya que allí rueda su primera cinta tras las cámaras, Inquisición (1976), que es seguida por muchas más: El caminante (1979), El carnaval de las bestias (1980), Los cántabros (1980), La bestia y la espada mágica (1983) y, sobre todo, El retorno del hombre-lobo (1980), que está rodada casi enteramente en las distintas dependencias de la Cartuja.

Más allá de las cintas de y con Naschy, Talamanca, y particularmente su Cartuja, han sido escenario de muchas más películas desde que inició su actividad como plató cinematográfico en 1964 con el filme Los cien caballeros (I Cento Cavalieri) de Vittorio Cottafavi. Sus estancias han sido testigo (tan solo hablando de cine de terror), del rodaje de El monte de las brujas (Raúl Artigot, 1972),  La orgía nocturna de los vampiros y La saga de los Drácula (León Klimovsky, 1972), Una vela para el diablo (Eugenio Martín, 1973),  La cruz del diablo (John Gilling, 1975), El extraño amor de los vampiros (León Klimovsky, 1975), La noche de las gaviotas (Amando de Ossorio, 1975), Akelarre (Pedro Olea, 1983), La lengua asesina (Alberto Scimma, 1995), 99.9 (Agustín Villaronga, 1997) y El espinazo del diablo (Guillermo del Toro, 2001).

Por sus dependencias han deambulado actores como Marlon Brando (Cristóbal Colón, el descubrimiento, John Glen, 1992); Natalie Portman (Los fantasmas de Goya, Milos Forman, 2006); Arnold Swarzenegger (Conan, el bárbaro, John Milius, 1982) o Michael York, Oliver Reed y Richard Chamberlain (Los cuatro mosqueteros, Richard Lester, 1974), entre otros.

Siempre había sido un sueño personal pasear por ese escenario, sobre todo por su bodega. Finalmente en el verano de 2015 tuvimos ocasión de hacerlo y de entrevistar, además, a su actual propietario, José Carlos Rodríguez, que nos abrió gentilmente las puertas de la Cartuja gracias a la inestimable colaboración de nuestro amigo el escritor y director de cine Víctor Matellano, que nos puso en contacto con él.

ENTRANDO EN LA CARTUJA

DSC_0597Esto era de los frailes cartujos, y con la desamortización de Mendizábal (2), el Estado lo saca a subasta a particulares. Ha convergido en mi llegando de una tía abuela política de mi abuela y de mi madre, o sea, tres partes han muertos en mí, digamos. Mi madre murió en el 1998; mi abuela en los años setenta; y la señora en los años ochenta o así. Pero he sido testigo de la actividad que había en estas paredes desde mucho antes de heredar, porque estaba aquí mi padre y mi madre y yo he vivido aquí de pequeño. Luego me fui a estudiar a Madrid, pero venía aquí los veranos. Los primeros rodajes los firmaba mi padre, pero yo estuve en muchos y me he encargado de los rodajes y todo eso desde 1982, porque mi padre estaba muy mal. O sea, que llevo ya  unos años. Empezó a funcionar como plató en los años sesenta, en 1964, y ha habido, entre series, películas  y demás, más de 250 rodajes”.

PATIO DE ENTRADA

Lo primero que el visitante se encuentra al atravesar el portón de entrada es el patio. Una extensión que ha servido en muchas ocasiones para recrear calles y mercados medievales. José Carlos me comenta que “En la parte de atrás Paul Naschy hizo un cementerio”. Una ventana me resulta familiar y la identificamos como el lugar por el que se escapan María Kosty y  Víctor Petit de los Templarios en La noche de las gaviotas (Amando de Ossorio, 1975), aunque algo cambiada por el paso del tiempo: “Ahí donde está la casa de madera había una casa de barro que no tenía nada que ver con la casa original. La hizo un antepasado en 1900 para poner una máquina de vapor para una prensa de aceituna y se cargó el edificio”. Y es que su actual propietario no es partidario de conservar pegotes o partes que no fueran originales del edificio: “Yo tengo 63 años, lo que ves hundido, está hundido desde entonces, menos una fachada que se ha caído hace poco y que yo estaba deseando que se cayera. Sí, porque no era original  de la casa, era un pegote, pero si algún día tengo muchos cuartos, reharé el claustro, que el antepasado este que te digo también se lo cargó.”

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CUADRA

José Carlos echa mano de un enorme llavero y abre la puerta de un edificio. La primera estancia que visitamos es la cuadra, que consta de dos pisos unidos por una escalera de madera. “Esta cuadra se conserva prácticamente igual a como la dejaron los frailes. Lo último que se ha rodado aquí ha sido para ‘El Ministerio del Tiempo’. En los setenta había tantos rodajes que perdimos muchas películas porque no se  podían atender. Ahora está volviendo. Yo he tenido un contrato con la serie ‘Águila Roja’ cinco años, pero claro, si en esos cinco años no hubiera estado ‘Águila Roja’, pues habrían sido unas 30 películas”. Le pregunto por una secuencia que sé que se rodó en la cuadra, de Los ritos sexuales del diablo (1982) coprotagonizada por un macho cabrío. Y me señala el lugar a la primera, ya que él estuvo presente cuando se realizó: “Aquí se rodó la de Larraz. Larraz era muy duro (risas). Ha rodado aquí bastante. Fue concretamente en esa columna. La acción está aquí”.

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 CLAUSTRO

Salimos de la cuadra y entramos en un segundo edificio, la Cartuja en sí, en cuyo interior está el Claustro, ajardinado y en bastante mal estado, lleno de escombros. “El antiguo claustro se me ha hundido a mí, pero no tengo interés en arreglarlo. Como sabes un claustro se compone de cuatro partes iguales para que los monjes recen. Se cayó una parte, yo puse unas columnas y se fabricó ahí un pasillo, pero yo siempre estuve acojonado de que alguien pasara por allí y… Hace años lo tenía ya vallado y por fin se cayó, con lo cual me alegré mucho. Pero viene el bueno de Terry Gilliam, ve los escombros y todo el follón y quiere rodar aquí. Quiere ponerme al Quijote por aquí, por ahí arriba ¿Cómo voy a dejar yo, con los problemas de seguro que puede dar? Depende de si la productora se empeña. Esas columnas que tienen el plátano arriba son las originales, el resto las he puesto yo, incluidas las de arriba, porque sabía que tarde o temprano iba a caer”. El claustro puede verse claramente en, por ejemplo, Alatriste (2006) de Agustín Díaz Yanes.

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LA COCINA

Entramos en otra estancia de la Cartuja, la cocina, donde rápidamente José Carlos me localiza una escena de la película Polvos mágicos (1983), también de Larraz. Como veo que el aspecto es muy diferente, con las paredes pintadas, José Carlos me explica: “Hacer obra no puede hacerse, ya que esta casa  está protegida, es monumento, pero todo lo que sea poner pintura es proteger la pared, así que no tengo ningún problema. Luego tienen que dejar todo como estaba. Aquí también se rodó hace tiempo uno de los capítulos de ‘El Ministerio del Tiempo.’ Como rodaron con sonido directo colocaron unas guatas colgadas grapadas para que no hubiera eco”.

El propietario me dice que tanto Paul Naschy como Larraz han rodado en la cocina. Para comprobarlo tan solo hay que visionar, por ejemplo, El caminante (1979) de Jacinto Molina.

En una esquina hay unas hojas de guión utilizadas en un rodaje. Tienen anotados cambios en los diálogos. José Carlos intuye (y más tarde comprobé que así era), que pertenecían a lo último que se había hecho allí, un episodio de ‘Amar es para siempre’. Resulta ser un bonito souvenir y un testigo silencioso de la actividad en ese  escenario.

EL GRANERO

El granero está sobre la bodega y tiene una estructura similar a esta, como comprobaremos cuando bajemos. Encima está el desván. Al ser el granero una estancia bastante amplía y despejada, ejerce como estudio. Así que a José Carlos le vienen a la cabeza sus admirados decoradores, directores de arte y técnicos de efectos especiales: “El granero es donde más se rueda, pero queda irreconocible. Aquí se ha rodado de todo, desde escenas del oeste (Al este del oeste de Mariano Ozores), a series. Retocan los arcos, lo que haga falta. Mi amigo Gil Parrondo (3), el decorador, montó ahí el interior de un chalet que le decías ‘Oye Gil, déjamelo montado que  me quedo a vivir aquí’. Y ahí delante un bosque, pero un bosque con un forillo bestial, que lo hizo Julianín (4), que aquello era un monstruo. Te metías dentro del chalet, mirabas por la ventana y estabas en el bosque. Eso es arte. A Emilio (5) , el maquetista, yo lo he visto hacer una maqueta del Castillo de Loarre (6) que te quedabas patidifuso. Era una maquetita pequeña y luego lo veías proyectado en panorámica y no cantaba nada. Los cromas cantan más. Eso hoy en día no saben hacerlo. He conocido a gente de los clásicos, escayolistas, y esos para mí eran los verdaderos artistas. Tengo una anécdota de ‘El regreso de los mosqueteros’ (The Return of the Musketeers, Richard Lester, 1989): habían hecho un torreón alto. El día antes del rodaje viene mi cuñado que conoce bien la casa y me dice ‘¿Cómo te has dejado hacer esto aquí? Ya sé que es para la película pero…’  no se daba cuenta de que era escayola, no pensaba que lo fuera. Genial. Las calidades que yo he visto en películas de hace 20 años, no las he visto ahora. Y que me perdonen los técnicos de ahora, que también hay gente muy buena, pero como los de antes… Ahí detrás se hizo el pueblo de ‘Don Quijote’, la serie protagonizada por Fernando Rey (7) . Si no fuera porque picabas en el decorado y sonaba hueco, colaba. Repito, para mí esos eran los artistas”.

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‘El retorno del hombre lobo’. en esta imagen puede verse la escalera y la puerta del granero de fondo.

Hablamos sobre el respeto a la profesión y de ahí la conversación derivó hacia la conservación del patrimonio cinematográfico, algo que parece no se respeta tanto como se podría:

Hace 10 o 12 años empecé a coleccionar todas las películas y series que se habían hecho aquí. Habré llegado a conseguir una tercera parte, porque hay cosas que… mira, hablaba con Juanjo Puigcorbé, que lo conozco mucho y que ha rodado aquí la serie que hizo sobre Miguel Servet8, y le decía: ‘Juanjo, lo que daría por encontrar la serie esa en DVD’ y él me decía ‘Toma, y yo’. Esa serie ha desaparecido, no se sabe bien porqué, y era una buena serie, pero no queda nada. El Ayuntamiento de Talamanca organiza cada año la Semana del Cine y el penúltimo premiado fue Juanjo. Esa conversación fue aquí donde estamos. En este país pasa de todo. Yo conozco a uno que ha trabajado en Radio Exterior de España y estaba escandalizado: llegaron allí un día,  cogieron los archivos del NODO de no sé que año a que año, hicieron una pila y les prendieron fuego. No se dan cuenta de que eso es historia”.

También hablamos de las facilidades que Talamanca ofrece para rodar, tanto en cuanto a espacio e infraestructura como en cuanto a personal:

Si quieren meter 200 camiones detrás, los pueden meter, ya que hay espacio casi hasta el arroyo. El ayuntamiento aquí no pone pegas, al contrario. Tú dices que vas a rodar, vas al ayuntamiento, pagas un canon más o menos simbólico y te cortan la calle para que no tengas ruidos. Aquí tienen facilidades de rodaje. En la Cartuja hay habitaciones que son normales que se usan como oficinas de producción, vestuario…Y no solo ya el personal técnico, los actores también se sienten cómodos porque cuando paran, o no tienen que rodar, y van a tomar una cerveza vestidos de romano nadie les dice nada. Tú puedes entrar en un bar y ver a cinco legionarios romanos y a gente del pueblo y aquí no pasa nada. Así que los actores están muy relajados. Recuerdo… no sé… en ‘Águila Roja’ preguntó Francis Lorenzo: ‘¿Dónde podemos comer por aquí?’, y se fueron a comer Francis, el chaval que hace de Águila Roja (David Janer), y el ayudante (Javier Gutiérrez), no porque el catering estuviera mal, sino porque querían ellos tres… y se fueron vestidos de romano, y aquí no ha pasado nada. Aquí la gente está vacunada (risas). Mira, yo era joven y se rodaba la versión que se hizo de ‘La Celestina’9 para televisión con Gemma Cuervo, entonces contrataron figuración del pueblo. Yo estaba de vacaciones, venía de estudiar de Madrid y me apunté. Se pusieron unas mesas representando una tasca, un tugurio, y recuerdo que a mí me tocó con otros tres o cuatro en la mesa de al lado de los protagonistas y estuvimos ahí metidos cuatro o cinco días. Sin embargo, el resto de la gente del pueblo que estaba en las otras mesas no se veía en el plano , así que se marchaban a casa, cobrando claro, pero a mí me tocó el muerto… (risas). Ahora a casi toda la figuración la traen de Madrid, porque bueno, como la tienen que dar de alta en la Seguridad Social, pues con las compañías de figuración se apañan mejor, pero antiguamente la pedían aquí. Llegaban y decían ‘Mañana hay rodaje y se necesitan 30 hombres, 20 mujeres…” Entonces, no digo ya de mi edad, sino mucho más jóvenes, raro es el que no haya rodado alguna película”.

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EL DESVÁN

Estamos, ni más ni menos donde se instaló el laboratorio del Dr. Jekyll (Jack Taylor) en Dr. Jekyll y el hombre lobo (León Klimovsky, 1971); o en el mismo lugar donde se rodaron escenas de Brujas Mágicas (1981), cinta cómica ambientada en la Edad Media con Pajares, Antonio Ozores y, entre otras actrices, Azucena Hernández y Pilar Alcón. José Carlos me cuenta una anécdota de esa cinta. En un descanso del rodaje le pregunta Mariano Ozores, el director, a su hermano Antonio que va disfrazado de monje medieval ‘¿Tienes hora?’ y Antonio, con toda naturalidad, mira su reloj y le dice la hora, a lo que Mariano añade: ‘¿Ves como eres gilipollas?’. Esto viene a cuento de algunos gazapos que se colaban en los rodajes de aquellas épocas, muchos por culpa de los figurantes:

Cuando rodaron ‘La caída del Imperio Romano’ (Anthony Mann, 1964) o ‘55 Días en Pekín (Nicholas Ray, 1963)… las de Bronston, venían por estos pueblos con autobuses recogiendo gente para llevarla a los rodajes para hacer de extra. Les decían, ‘Dejen aquí su reloj’ y nada. Así que a la hora de la verdad en las películas se ven relojes, gafas…. Se ve de todo” (risas).

Y hablando de ver de todo: “Imagínate a un chico con 14 o 15 años que llega aquí cuando no había ni revistas de despelote ni nada y  veías a una docena de señoras desnudas caminando por la galería y cosas de esas… ¡Una sobredosis! (risas). Y eso que aquí a veces había temperaturas de 16 grados bajo cero. Yo creo que a las actrices las ponían ligeras de ropa para joder, con perdón. En invierno todas en bikini, por no decir otra cosa, y en verano con abrigo de visón” (risas).

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LA BODEGA

Finalmente bajamos a la bodega. Con sus arcos en el techo y sus columnas de las que tantas antorchas han colgado. Y sobre todo sus enormes tinajas, que como me cuenta José Carlos eran para el vino que hacían los Cartujos. Estamos donde volvieron a la vida Alaric de Marnac (Paul Naschy) y Mabille de Lancré (Helga Liné) en El espanto surge de la tumba; o donde, dentro de una tinaja, Judy Geeson descubría a las víctimas de las hermanas homicidas de Una vela para el diablo; o donde se celebraban los orgiásticos banquetes de El caminante, Último deseo y El mariscal del infierno. Por allí deambularon la condesa Elisabeth Bathory (Julia Saly) y sus huestes vampíricas salidas de El retorno del hombre lobo. También los templarios realizaron en la bodega de la Cartuja un sangriento sacrificio a su extraño ídolo en La noche de las gaviotas. Y este escenario fue testigo de terrores más contemporáneos, como los vividos en El espinazo del diablo (Guillermo del Toro, 2001) o Vampyres, de Víctor Matellano, hasta ahora la última cinta de terror que se ha rodado allí.

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Aquí finaliza nuestro itinerario. Al salir, José Carlos me cuenta que, gran aficionado a la fotografía, dispone de un archivo fotográfico de los distintos decorados y rodajes que guarda celosamente. Me indica el camino para llegar a la chopera y al puente romano, señalando que por el camino encontraré el paseo del cine, donde hay un homenaje a las distintas personalidades que han sido premiadas por el Ayuntamiento de Talamanca de Jarama durante su Semana del Cine. También me informa sobre un lugar en el que comer. Agradecido me despido de José Carlos. Todavía quedaban cosas por ver y momentos que vivir en Talamanca, pero marcho sabiendo que había pisado un escenario cinematográfico de leyenda. Pura historia del cine español.

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Fotos: Serendipia

NOTAS
1.- Naschy, P. ‘Epílogo’ en Un plató de siglos. Talamanca de Jarama, escenario cinematográfico. Ayuntamiento de Talamanca de Jarama, 2007.  Pág. 166
2.- Que en 1835 obligó a la Orden a vender todas sus posesiones y abandonar la zona. Por cierto, la Iglesia tomó la decisión de excomulgar tanto a los expropiadores como a los compradores de las tierras, lo que hizo que muchos no se decidieran a comprar directamente las tierras y lo hicieron a través de intermediarios o testaferros.
3.- El más importante director artístico del cine español con dos Oscar y cuatro premios Goya en su haber
4.- Julián Martín “Julianín” comenzó a trabajar con Francisco Prosper a finales de los años 50 y rápidamente aprendió el oficio de pintor trabajando entre otras en las películas de Samuel Bronston. Ha trabajado bajo las ordenes de Francisco Prosper y Francisco Asensio para directores de arte como Gil Parrondo o Enrique Alarcón. (http://efectosespecialescinespaniol. blogspot.com.es/2012_07_01_archive.html)
5.- Emilio Ruiz del Río era uno de los técnicos de efectos especiales del cine español más importantes. Su carrera abarca multitud de títulos entre finales de los años cincuenta hasta el momento de su fallecimiento en 2007. Ha trabajado con Piquer Simón e incluso con Guillermo del Toro.
6.- El castillo abadía de Loarre es un castillo románico situado en la localidad del mismo nombre, en la sierra de Loarre, en la provincia de Huesca  (Aragón)
7.- El Quijote, de Miguel de Cervantes (Manuel Gutiérrez Aragón, 1991-92) Serie de 5 episodios protagonizada por Fernando Rey y Alfredo Landa como Don Quijote y Sancho Panza respectivamente.
8.- Miguel Servet, la sangre y la ceniza (José María Forqué, 1989) Serie de 7 episodios protagonizados por Juanjo Puigcorbé, José Luis Pellicena y Pepe Soriano.
9.- La Celestina (Juan Guerrero Zamora, 1983) Mini-serie de tres episodios protagonizados por Gemma Cuervo, Miguel Ayones, Toñi Soler y Nuria Torray.

Vic Winner: el galán del Fantaterror

19 diciembre 2016 Deja un comentario

untitledVic Winner representa para el cine de terror español la encarnación del galán. Su atractivo rostro y su atlética figura fueron el principal reclamo para los directores y productores, que lo requirieron para interpretar al ‘chico’ de la película, que rescata a la protagonista de las zarpas del villano, del monstruo de turno. O que muere en el intento. Una figura presente en el cine de terror desde sus inicios que también pasó a formar parte del imaginario autóctono de los años setenta, muchas veces interpretado por actores como Tony Kendall, Andrés Resino, Tony Isbert o nuestro protagonista, Vic Winner, el que más reincidió en este género, ya que tuvo la fortuna de formar parte del reparto de cinco de las más importantes cintas pertenecientes al boom del cine de terror español de los años setenta, así que su físico resulta familiar para el aficionado, algo que no dejó de sorprenderle cuando se lo destaqué.

Siendo como es un actor que no se prodiga mucho en entrevistas, nos resulta todo un placer el poder hablar con él y repasar toda su carrera, deteniéndonos, por supuesto, especialmente en su fructífera etapa en el cine de terror.

LOS COMIENZOS

Víctor Barrera Rodríguez nació en Carmona (Sevilla). Se licenció en Derecho pero tras ver unas imágenes de Venezuela en un documental, decide marcha hacia allí en 1957. En Caracas ejerce de abogado, trabajando también de corresponsal en diversas publicaciones españolas y como presentador de televisión en el canal Venevisión. Pero el cine se cruza en su vida, cambiándolo todo:

En los estudios de Venevisión

En los estudios de Venevisión

“Mi entrada en el cine fue por casualidad. Siendo abogado de una productora venezolana, que había firmado una coproducción de dos películas con otra productora italiana, resultó que el actor italiano que debía interpretar el papel de Inspector de Policía en ambas cintas no se presentó, y el director de las películas me convenció para que yo lo hiciera. Estas películas fueron Goldface (Goldface il fantastico Superman, Vitto Albertini, 1967) y Acción en Caracas (AKA El hombre de Caracas, Juan Xiol, 1970)[1] y en ninguna de las dos aparecí en los créditos, porque para mí fue un hecho esporádico. Así que fue casualidad más que vocación, aunque ésta estuviera larvada en mi subconsciente”.

Con el showman televisivo Renny Ottolina y la cantante Mina. Precisamente Renny Ottolina es padre de la actriz Rina Ottolina, que interpretó junto a Naschy, La venganza de la momia (1973) de Carlos Aured.

Con el showman televisivo Renny Ottolina y la cantante Mina. Precisamente Renny Ottolina es padre de la actriz Rina Ottolina, que interpretó junto a Naschy, La venganza de la momia (1973) de Carlos Aured.

A pesar de ser estos sus primero filmes, las filmografías consultadas del actor se inician generalmente con Las endemoniadas (Nelle pieghe della carne, 1970) de Sergio Bergonzelli.

Las endemoniadas no fue mi primera película. Fue la cuarta o quinta. La rodamos en Pescara, una bella ciudad italiana a la orilla del Adriático. Era una coproducción hispano-italiana con Pier Angeli y Eleonora Rossi Drago, por parte de Italia, y por parte española Emilio Gutierrez Caba, Alfredo Mayo, Fernando Sancho y yo. Y la verdad es que lo pasé muy bien. Pier Angeli -la exnovia de James Dean- ya estaba mayorcita, pero aun conservaba su belleza y elegancia. Así como Eleonora, otra belleza italiana. El director y productor, Sergio Bergonzelli, desde entonces hasta que murió hace unos años fue un gran amigo mío. Era un viejo profesor de filosofía que abandonó la universidad por el cine. Era un enamorado de la música clásica y llevaba el coche lleno de discos antiguos”.

con Pier Angeli

Con Pier Angeli en Las endemoniadas (Nelle pieghe della carne, 1970) de Sergio Bergonzelli.

A continuación participa, ya como protagonista, en Fray Dólar (Raúl Peña, 1970), una comedia coproducida entre España y Puerto Rico rodada en ese país y en Estados Unidos.

“Fue una película un tanto deslavazada. Allí conocí a Manolo Zarzo, de quien me hice muy amigo durante el rodaje, y a Marisa Paredes (…) Recuerdo que lo pasábamos genial. Incluso nos echaron del primer hotel por bullangueros. Me encantó Puerto Rico, sobre todo sus playas y sus mujeres”.

La Araucana (Julio Coll, 1971) su siguiente filme, es una importante coproducción entre España, Italia, Perú y Chile en la que Víctor obtiene un papel destacado, el del

Como el indio Lautaro en La Araucana.

Como el indio Lautaro en La Araucana (Julio Coll, 1971).

cacique indio Lautaro, el antagonista, compartiendo reparto con Elsa Martinelli, Venantino Venantini, Julio Peña, Ricardo Palacios y Eduardo Fajardo, entre otros.

“Rodamos en varias localizaciones de Chile (en la capital Santiago, en Valparaíso, desierto de Atacama etc.) Estuvimos más de un mes, en junio de 1970, durante la campaña electoral que ganó Allende. Fue emocionante conocer un pueblo tan culto políticamente y con un sentido democrático tan arraigado como el chileno. Lástima que asesinaran en 1973 a Allende, un gran político, aunque algo ingenuo para mí parecer. El rodaje fue totalmente placentero. Conocí mucha gente interesante, sobre todo a Venantino Venantini[2], un bohemio italiano, encantador como persona y un gran actor, que hablaba inglés perfectamente. La película, si mal no recuerdo, fue seleccionada en el Festival de Moscú y funcionó en España bastante bien”.

Precisamente durante el rodaje de La Araucana Víctor Barrera conocerá al productor Josep Anton Pérez Giner, con quien entabla una larga amistad y que le abrirá el camino de retorno a España, ya definitivamente como actor, para rodar en Profilmes, productora recién fundada por Pérez Giner y Ricardo Muñoz Suay que iniciaba su plan de producción dedicado al cine de género, especialmente de terror.

Vic Winner con Josep Anton Pérez Giner

Vic Winner con Josep Anton Pérez Giner

EL CINE DE TERROR

Víctor Barrera, que en los anteriores rodajes había sido acreditado con el nombre artístico de Víctor Alcázar decide, una vez en España, pasar a llamarse Vic Winner.

Como normalmente estas películas tenían dos versiones, una para España, recatada e hipócrita; y otra para el extranjero, más realista y desenfadada en lo que a las relaciones sexuales y vestuario se refiere, quise también diferenciar los nombres. Creo que fue decisión mía. Lo mismo hizo Jacinto con lo de Paul Naschy”.

Y precisamente junto a Paul Naschy compartirá el rodaje de cuatro películas: El espanto surge de la tumba (Carlos Aured), El jorobado de la Morgue (Javier Aguirre), El gran amor del conde Drácula (Javier Aguirre) y La rebelión de las muertas (León Klimovsky), rodadas todas en 1973. Victor Barrera piensa que el cine español no valoró lo suficiente a su amigo Paul Naschy:

“No, no lo valoró. Esa pena la tuvo mucho tiempo. Porque él era muy inteligente, y sobre todo, de una gran hipersensibilidad.

Creo que me lo presentó José Antonio Pérez Giner, Director de Producción de dos películas en las que intervine en Venezuela. (…) Era un profesional como la copa de un pino. Un gran actor, de una paciencia infinita en maquillaje. Un gran compañero y amigo. Con él, su esposa y la mía, salíamos a cenar y de copas casi todas las noches durante el tiempo que trabajamos juntos, que fueron varios años.

Amenazando a Alaric de Marnac (Paul Naschy) con los Martillos de Thor.

Amenazando a Alaric de Marnac (Paul Naschy) con los Martillos de Thor.

Tengo muchos recuerdos de mi gran amigo. El que me viene a la mente ahora es el siguiente: estábamos rodando El Espanto surge de la tumba. Era de noche, estábamos en una presa o embalse que hay en la Sierra Norte de Madrid. La escena es esa donde, desde una lancha, tenemos que tirar al embalse dos cuerpos embutidos en sacos, si no recuerdo mal. Cuando los echamos por la borda, y nos disponíamos a regresar a tierra, me dí cuenta de que a unos metros de nosotros estaba la caída del agua y la corriente nos llevaba hacia allí. El que manejaba los remos era Paul y se dio cuenta de la situación y de que yo estaba preocupado. Recuerdo que me dijo: ‘Eso está chupado. No olvides que soy campeón de España de levantamiento de pesos.’ Y no sin tener que recurrir a todas sus fuerzas salimos de la situación. Pero yo sentí verdadero miedo. Y no soy de los más miedosos”.

En esta película, que el actor recuerda como la que más le gustó interpretar de esta etapa, Vic interpreta al pintor Maurice Roland, descendiente de uno de los ejecutores del brujo Alaric de Marnac (Paul Naschy), que resucita con el ansia de vengarse de sus verdugos. Maurice intenta terminar con el brujo, pero este lo mata lanzándole un hacha.

La película se rodó en un tiempo record y se utilizó la cartuja de Talamanca del Jarama y la casa familiar del propio Naschy en Lozoya como escenarios.

En aquella época las películas se hacían con las letras que anticipaban los distribuidores regionales. Recuerdo que el Espanto surge de la tumba la hicimos con ocho millones de pesetas”.

Junto a Paul Naschy en una foto perteneciente a una sesión promocional realizada en casa de Vic

Junto a Paul Naschy en una foto perteneciente a una sesión promocional realizada en casa de Vic

El filme fue dirigido por Carlos Aured, ayudante de León Klimovsky, que debutaba con este filme

“(…) fue un buen director. No hubo problemas en el rodaje y terminamos siendo buenos amigos”.

Como tantas películas de la época, para El espanto surge de la tumba se rodaron algunas escenas alternativas con desnudos para incluir en la versión para exportación.

“Unas escenas se rodaban con sujetadores y en otras se enseñaban las mamelas. Las actrices ya eran advertidas antes de contratarlas, y conscientes de ello, rodaban sin poner ningún pero. Recuerdo con especial deleite el busto tan perfecto que tenía mi amiga y paisana María José Cantudo, a quien más de una vez fui a recoger al colegio donde estudiaba en mi Mercedes. Iba por ella por hacerle el favor a su novio y luego esposo, Manolo Otero, con quien estuve rodando La Araucana. Era un buen tipo, aunque un poco poseído (Con lo guapo que era y lo bien que cantaba, ¿Quien no es poseído?)”.

Otra imagen de Naschy y Winner perteneciente a la misma sesión promocional privada.

Otra imagen de Naschy y Winner perteneciente a la misma sesión promocional privada.

A continuación Paul Naschy y Vic Winner vuelven a compartir reparto en dos películas dirigidas por Javier Aguirre: El jorobado de la Morgue y El gran amor del Conde Drácula.

El jorobado de la Morgue narra los descabellados experimentos que realiza el Dr. Orla (Alberto Dalbés) para crear un ‘primordial’, contando con la colaboración del jorobado Gotho y del Dr. Tauchner, personaje encarnado por un Vic Winner que se verá obligado a memorizar frases como “Los niveles de proteínas solubles y lúcidos no disminuyen”. Cuando Tauchner deja de prestar ayuda a Orla tras ver que sus experimentos se le van de las manos, él y su novia Frieda (Maria Perschy) serán apresados para formar parte de la dieta del ‘primordial’. Finalmente y liberados por Gotho, el Dr. Tauchner, Frieda y Elke (Rossanna Yanni), conseguirán escapar con vida.

Rodada en parte en Viella, una población ubicada en pleno Pirineo de Lleida que da totalmente el pego como población bávara, El jorobado de la Morgue incluye una de las mejores interpretaciones de Paul Naschy.

“Paul, Javier Aguirre, Manu Leguineche (qepd) y yo fundamos una productora, Janus Films y con ella realizamos cuatro películas, que vendimos antes de empezarlas. Una de ellas era El Jorobado de la Morgue, de la que recuerdo una anécdota muy graciosa. Estábamos rodando las escenas finales de la película, en unos alcantarillados de un pueblo de la sierra. Yo acababa de liberar a mi novia en la película, la bella y maravillosa Rosanna Yanni[3], que todo lo que tenía de guapa lo

El truculento cartel americano de El jorobado de la Morgue

El truculento cartel americano de El jorobado de la Morgue

tenía de hembrona. Es una mujer de alta talla y buen peso, y como estaba desmayada, tenía que correr con ella en brazos a través de aquel alcantarillado de aguas negras y malolientes. Yo era joven y fuerte (aunque no tanto como Paul) y durante los ensayos no tuve problema, porque ella se agarraba a mi cuello y eso facilitaba mi acción. Pero cuando llegó la hora del rodaje y ella estaba desmayada, era un cuerpo muerto con el que yo ya no podía correr como en los ensayos. Se lo dije a Javier y entre las risas de todo el equipo, y sobre todo de Rosanna, improvisamos una carretilla sobre la cual, sin que se viera por cámara, yo apoyaba mis brazos, que sostenían a una Rosanna desmayada ¡¡Cómo pesaba la condenada!!”.

La película cuanta con algunas escenas remarcables, como la que demuestra la sangre fría que poseía la actriz María Elena Arpón, rodando cubierta de ratas; o aquella que levantó cierta leyenda de que se habían utilizado cadáveres reales en algunas tomas.

“Lo del cadáver de verdad yo no lo recuerdo. Pero no me extraña nada. Los de producción eran tan buenos que si necesitaban un cadáver y no lo encontraban, se cargaban al primero que pasara por allí. Es broma. Lo de las ratas de María Elena no eran ratas de verdad. Eran cobayas blancas de laboratorio teñidas de marrón, que dan el pego total”.

Por su parte, El gran amor del conde Drácula, el otro filme que rueda con Aguirre, cuenta con un gran reparto femenino: de nuevo Rosanna Yanni, Mirta Miller, Ingrid Garbo y como estrella internacional Haydée Politoff, que parece ser tuvo un serio accidente durante el rodaje. En el filme Imre Polvi, su personaje, era vampirizado y lucía prominentes colmillos, así como unas lentes de contacto que le daban un aspecto más siniestro, obra del equipo de maquilladores formado por Emilio Puyol y Carlos Moreno. El film contenía en su doble versión alguna escena picante protagonizada por Vic Winner e Ingrid Garbo, que interpretaba a Marlene, su novia. Imre es destruido por Drácula, personaje que encarna Paul Naschy, clavándole una estaca cuando ataca a Karen (Haydée Politoff), muchacha de la que el conde se ha enamorado y por la que terminará auto inmolándose.

¡Todos vampirizados!Con Mirta Miller e Ingrid Garbo en El gran amor del Conde Drácula

¡Todos vampirizados!Con Mirta Miller e Ingrid Garbo en El gran amor del Conde Drácula

“La verdad, no recuerdo nada en particular de esa película. Que rodamos en un palacete de la Alameda de Osuna. Que las actrices eran bellísimas. Que lo pasamos muy bien. Que Ingrid Garbo tenía un admirador del norte de España médico con el que se casó después. Por cierto, tuvimos un ayudante de producción (el que nos traía al rodaje las Coca-colas y los bocadillos) que se llamaba Enrique González Macho[4]

Las lentillas molestaban un poco, pero los colmillos en absoluto. De Emilio me acuerdo. Era genial y la pesadilla de Paul.

Del supuesto accidente de Haydeé no recuerdo nada. Ni siquiera de ella”.

En La rebelión de las muertas, Vic Winner encarna al doctor en psiquiatría Lawrence Radcliffe, escéptico amigo de la protagonista Elvire (Romy) a la que rescatará de las garras de una satánica secta, no sin antes ser capturado y estar ambos a punto de morir en manos de Elsie (interpretada por una joven María Kosty) que es abatida por la policía tras desvelar a los prisioneros sus aviesas intenciones: “Os mataré a ti y a ese estúpido entrometido de Lawrence. Luego me serviréis de zombies porque mi misión es crear un imperio ¡Un imperio de muertos que sojuzgarán a los vivos!”

El actor apenas recuerda nada de esta película, su última colaboración con Paul Naschy y última también con Profilmes, pero sí de su director:

“Lo único que recuerdo es lo buena persona y buen director que era Klimosvsky y lo bella que era su esposa”.

En La rebelión de las muertas, junto a Romy, Mirta Miller y Paul Naschy, que interpreta el doble papel de Krisna / Kantaka.

En La rebelión de las muertas, junto a Romy, Mirta Miller y Paul Naschy, que interpreta el doble papel de Krisna / Kantaka.

Se cierra así su breve etapa en Profilmes, que constó de dos cintas ya que aunque hay filmografías del actor que incluyen Tarzán y el misterio de la selva, dirigida por Miguel Iglesias Bonns en 1973, el actor no tuvo nada que ver con esa película.

Una vela para el diablo es el siguiente proyecto en el que participa Vic Winner. Pieza capital del cine de terror dirigida magistralmente por Eugenio Martín, contó con un excepcional reparto que incluía a Esperanza Roy y Aurora Bautista como Verónica y Marta, dos hermanas que regentan un hostal en la Andalucía profunda. La llegada a su establecimiento de jóvenes turistas con actitudes liberales escandalizará a las frustradas hermanas, siendo el detonante de sus instintos homicidas. Entre las actrices que caerán bajo sus zarpas se encuentran Lone Fleming, Blanca Estrada, Loreta Tovar y, por poco, la inglesa Judy Geeson que interpreta a Laura Barkley, hermana de May, personaje interpretado por Loreta Tovar cuya búsqueda destapará los crímenes. En el filme Vic Winner interpreta a Eduardo, joven que ayudará a Laura y que morirá en manos de Marta.

Con Lone Fleming y Aurora Bautista en un fotocromo de Una vela para el diablo

Con Lone Fleming y Aurora Bautista en un fotocromo de Una vela para el diablo

Una vela para el diablo la hice después de rodar las cuatro que hice con Paul Naschy. Entre las actrices, que yo recuerde, como eran tan distintas entre sí, no hubo problemas.

Recuerdo que Esperanza era muy divertida. Aurora muy chapada a la antigua. Blanca Estrada casi mata de celos a su marido. Lone Fleming era encantadora. Tanto que creo que enamoró en aquella película a Eugenio y continúan juntos. Judy Geeson, la inglesa, que acababa de hacer Brannigan[5] con John Wayne, estuvo poco en el rodaje. Con ella tuve una escena de cama bastante cálida que luego no vi en la película. Nunca supe por qué la quitaron, si por montaje o por censura.

Rodamos en Grazalema, el pueblo donde más llueve de España. Un pueblo precioso con una gente entrañable. Eugenio Martín genial. Es un señor como director y como persona. Aprendí muchas cosas de él. Sobre todo cómo tratar a los actores y actrices. Guardo recuerdos muy gratos de él y de todo el equipo, sobre todo del malogrado Teo Escamilla, el cámara, con quien hice una gran amistad. La película fue seleccionada para el Festival de Cannes de aquel año y fue bastante bien en taquilla”.

Premiere en Madrid de El espanto surge de la tumba (de izq. a drcha. crítico no identificado, Carlos Aured, Paul Naschy, María José Cantudo, Helga Liné y Vic Winner.

Premiere en Madrid de El espanto surge de la tumba (de izq. a drcha. crítico no identificado, Carlos Aured, Paul Naschy, María José Cantudo, Helga Liné y Vic Winner.

La voz de Vic Winner, como era bastante habitual en aquella época, era doblada, concretamente por Juan Miguel Cuesta, voz habitual también de actores como Ian McKellen o Michael Caine. Pero para este filme, que se rodó directamente en inglés, fueron muy bien los conocimientos del idioma que poseía el actor.

La última película de terror en la que participó nuestro protagonista fue El espectro del terror. En ella realiza un pequeño papel como inspector de policía, coincidiendo en su reparto con, de nuevo, María Perschy, además de Sancho Gracia, María Dolores Tovar, hermana de Loreta Tovar, y el extraño actor Aramís Ney.

“Esta fue una película en la que ciertos cineastas colaboramos desinteresadamente para ayudar a Elorrieta. Yo ni siquiera la vi. Recuerdo que allí conocí, y nos hicimos amigos, a Sancho Gracia. Como los dos vivíamos en la avenida Nazaret, todas las mañanas de rodaje yo lo recogía en su casa y nos íbamos juntos en mi coche. Sí, recuerdo que encendía un cigarrillo tras otro. Y que era campechano y muy buen actor”.

Thespecterofterror1973Aunque este tipo de películas eran humildes, Víctor Alcázar recuerda que algunas tuvieron honores de estreno: “De algunas sí se hicieron galas. A los estrenos de Madrid y alguna capital de provincias, sí asistí”.

A pesar de que  muchas de estas películas han pasado a ser títulos de culto en países como Estados Unidos, Alemania o Inglaterra, donde han sido editadas y reeditadas en algunos casos de forma lujosa, Vic Winner duda de su valor en la actualidad e incluso no es consciente de la popularidad de estos filmes para el aficionado

“No. Hasta ahora no lo supe. En cuanto a si tienen un valor, económico claro. Artístico, no lo sé. Depende de los países y de los críticos. Como ya dije, las hacíamos y ya estaban vendidas. Normalmente, nos las compraban baratas ‘para todo el mundo’. Por eso se perdía el control de los derechos de reproducción. En cuanto a lo de la posteridad, a estas alturas me importa bien poco».

Respecto al cine de terror actual en España opina que “En menor cantidad y con otro tipo de historias se sigue haciendo. Y bueno”. Aunque no es un género que le interese especialmente: “El terror gusta cuando eres joven y no lo has vivido. Cuando lo vives en la realidad diaria, deja de interesarte en el cine”.

ÚLTIMA ETAPA

Con Lina Morgan y Patty Shepard en el estreno de Una Monja y un Don Juan

Con Lina Morgan y Patty Shepard en el estreno de Una Monja y un Don Juan

Retomamos la carrera de Vic Winner, que tras las películas de terror, a las que por desgracia no volverá, vuelve a ser Víctor Alcázar y colabora en comedias como Una monja y un Don Juan (Mariano Ozores, 1973) con Lina Morgan, José Sazatornil y Tina Sainz; Cinco almohadas para una noche (Pedro Lazaga, 1974) con Sara Montiel, Craig Hill, Manuel Zarzo y Manuel Tejada; y Cuando Conchita se escapa… no hay tocatta (Luis María Delgado, 1976) junto a María Luisa San José, Carmen Platero y Bárbara Rey. Es en esta etapa cuando hace también sus primeros pinitos como guionista

“Mi experiencia en Una Monja y un Don Juan fue doblemente buena: por una parte aprendí de Mariano Ozores que un director de fotografía rápido abarata los rodajes una barbaridad; y la otra, que rodearse de buenos cómicos hace que el rodaje de las películas transcurran en un ambiente de fiesta permanente. Nunca me he reído más en mi vida que durante ese rodaje. En particular, la hora de comer parecía un bautizo o una boda. Todavía me estoy riendo con los chistes de Sazatornil o de Pedro Valentín o de Emilio Laguna. Son únicos como cómicos, como actores y como compañeros. En cuanto a lo de guionista, es verdad, yo hice la primera adaptación de la novela Reportero de sucesos[6], del periodista Valdeón (jefe de redacción de aquel hontanar de buenos periodistas que fue el diario Pueblo, independientemente de su ideario político). Luego metieron la mano otros guionistas, entre ellos el mismo director, Luis María Delgado, (QEPD) que era un ‘cachondo’. Recuerdo una anécdota de esa película. Hay una escena de cama entre María Luisa San José y yo en la que, como había química entre nosotros, estábamos los dos tan ‘metidos’ en el papel que no oímos cuando Luis María dijo ‘corten’ y seguíamos besándonos y abrazándonos. Entre las risotadas correspondientes, Luis María tuvo que acercarse a la cama y separarnos materialmente gritando ‘¡ya está bien, coño!’  María Luisa es una gran actriz, una bellísima persona y estaba como un tren… y lo sigue estando, porque no hace mucho la vi por televisión y los años no han pasado por ella. La película no está mal, pero el título es tan horroroso y me gustó tan poco que dejé de hablarle al Productor Ejecutivo que se lo puso, que era mi amigo y dejó de

Con Sara Montiel en Cinco almohadas para

Con Sara Montiel en Cinco almohadas para una noche

serlo desde entonces. Ah, me dejaba atrás Cinco almohadas para una noche. El primer día de rodaje, mientras me maquillaban, entró una señora—que no conocía—y se sentó en el sillón de al lado para que la maquillaran. Cuando se levantó del sillón…¡¡Era Sara Montiel!! La Sara era mucha Sara y había aprendido mucho en Hollywood de su marido Anthony Mann. Recuerdo que cuando entramos en el Salón del Palacio de Aranjuez, donde íbamos a rodar mi primera escena con ella, lo primero que hizo antes de saludar al bueno de Pedro Lazaga fue señalar y gritar ‘A aquel foco ponedle una gasa. Y a aquel. Y al que está al lado’. El jefe de los eléctricos saltó como una bala. ¡Menuda era Doña Sara! En el plató la que mandaba era ella. Sin embargo, mientras no rodábamos, pues éramos ella y yo solos. Le salía Antonia la Manchega, la verdadera mujer, la que se sentaba en el sillón de maquillaje para que la convirtieran en La Sara. Me contó la de veces que había ido a Sevilla a visitar en el Hospital de El Tomillar al hermano que tenía allí, donde murió de tuberculosis, y al que quería entrañablemente.

Que en paz descansen los eléctricos del Cielo, porque ella no se quedará quieta ni un segundo…»

Después de participar en una supuesta coproducción hispano-alemana, Erdbeben in Chili (1975), tan solo rueda El avispero (Ramón Barco, 1976) acreditado como Víctor Winner y con la que termina, por el momento, su carrera como actor.

47085663“Ni se rodó en Chile ni fue una coproducción de verdad, sino de pacotilla de las de entonces. Lo que sucedió en verdad fue lo siguiente: A una alemana loca que trabajaba en la televisión alemana le dieron una subvención en Alemania para realizar una TV movie del cuento del mismo título del poeta alemán del romanticismo Heinrich von Kleist, que como buen romántico se suicidó. Como la directora alemana quería hacer una película para la pantalla grande, se presentó en Madrid con su amigo y director de fotografía y la ‘pasta’ en marcos, que cambiados sumaron unos cuantos millones de pesetas. Se buscó un productor español -que no recuerdo- para que le diera el “service”, y a quien le entregó la ‘pasta’. Ese productor se encargó de organizar la producción en Madrid, para que pareciera Chile (¿?) y la legalizó en el Ministerio como una coproducción -en aquella época el tener coproducciones con productoras extranjeras te daba derechos de importar películas -, donde él, que yo sepa, no puso un duro, sino que se pagó todo con dinero alemán. La historia iba sobre el preceptor mestizo de una jovencita blanca, a quien deja embarazada. La familia prócer de ella la mete en un convento, y durante uno de esos terremotos que hay en Chile todos los días, la joven se escapa del convento y da a luz en plena naturaleza -como debe ser para los románticos, que eran los ecologistas de entonces-, creo que en un riachuelo. A mí me escogió la directora porque vio un retrato mío en la fachada del Cine Gran Vía, donde yo aparecía en gran tamaño como el indio Lautaro en el estreno de la Araucana, que fue por aquella fecha. Esa película, o lo que fuera, que vi no hace mucho en video y que creo no llegó a las pantallas de los cines, es quizás donde peor lo pasé. La directora ni siquiera hablaba inglés, sino que daba sus instrucciones en alemán, que el ayudante de dirección nos traducía como podía. Total un desastre. Un día me enteré que la directora dio por finalizado el rodaje y se despidió a la francesa. Y no sé más. En cuanto a El Avispero, del malogrado Ramón Barco (qepd)[7], recuerdo que mi pareja era una catalana muy guapa y muy buena actriz, Marta May, que en una escena me introduce en la boca, mientras duermo, unas abejas para que, al picarme, la garganta 46567046se me inflame y yo muera. Lógicamente a las abejas yo mismo, sin delegar en nadie, les quité el aguijón y las guardé en un bote que guardé en mi bolsillo hasta el momento del rodaje. En la película intervino también Junior (qepd) y no estaba mal, pero no tuvo una buena distribución.

En cuanto a por qué dejé de actuar. Fue una mañana. Mi mujer me despierta porque tengo una llamada de mi representante, Butragueño. Me pongo al teléfono y me dice:’Víctor pásate por mi despacho que tengo un guión para ti’. Yo le contesté ‘No, no voy a actuar más’.’¿Pero qué dices?’. ‘Lo que oyes’.

Y hasta hoy. Supongo que se me habría llenado ya el hueco narcisista que tendría, digo yo».

Pero Vic Winner no abandona el cine. En 1978 dirige su primera película, cuyo guión también escribe, El terrorista, en coproducción con Venezuela. El filme, planteado en plena transición española, narra los preparativos de un atentado contra el presidente Adolfo Suárez. Un tema un tanto arriesgado de rodar en aquella época.

«No, yo no tuve problemas, nadie me amenazó. Lo que sí tuvo la película una mala distribución en España. Ya las ‘majors’ norteamericanas comenzaban a imponer sus criterios a los exhibidores».

Nueve años después, en 1987, escribe y dirige Los invitados, para su propia productora, Víctor Barrera P.C., película que narra el crimen de los Galindos y con la 12774581que fue invitado a acudir al Festival de Sitges. El filme cuenta con un variopinto reparto compuesto por Amparo Muñoz, Sonia Martínez, Lola Flores, Pedro Reyes y Pablo Carbonell, entre otros.

“El rodaje, a pesar de llevarse a cabo en la Vega de Carmona en septiembre a 50 grados al sol, no tuvo problemas. Y en su estreno fue un éxito de crítica y de público (¡Claro, la distribuía la Warner Bros.¡). Fue candidata a los Goya y Declarada de Especial Calidad por el Ministerio de Educación. En ella debutaron Pablo Carbonell, Pedro Reyes (qepd) y Sonia Martínez (qepd) y recuerdo de ella algo surrealista. Resulta que las plantas de marihuana que usamos en la película no eran de marihuana droga, sino de marihuana cáñamo. Para suelas de alpargatas. Y a pesar de ello la Guardia Civil nos obligó, al terminar el rodaje con las plantas, a hacer una pira, rociarlas de gasolina y quemarlas. Ante mi extrañeza, pues no era droga, me contestaron: ‘Es para evitar que alguien las venda y pueda estafar a los compradores’.

¡Eso es una guardia civil preocupada por los consumidores!”

Al año siguiente se estrena Contra la pared, escrita y producida por él y dirigida por Bernardo Fernández.

“Esa película, que se rodó con una cámara de 16 mm. de mi propiedad y con el dinero que me dieron por una sortija con un brillante que me traje de Venezuela, y por la que me dieron 600.000 pesetas, en realidad fue rodada en 1968. Lo que ocurrió fue que, al rodarla con un guión que nos había prohibido la censura, luego no autorizaron la película hasta que llegó la democracia y Pilar Miró a la dirección de Cinematografía. Demasiado tarde. La película ya no tenía ninguna vigencia. En ella debutó mucha gente, entre ellos el inolvidable Antonio Gamero, que hacía de mi compañero en la película, y Manolo Gutiérrez Aragón, que hacía de verdugo. El Jefe de producción fue el luego gran director, José Luis García Sánchez. Y mis hijas intervinieron de niñas en la película. Por cierto, y como algo curioso, una de ellas, Gracia, la mayor, que entonces tendría unos 10 años, hoy en día vive en Miami casada con un guionista californiano, es Vicepresidenta Senior del Grupo Comcast[8] de los Estudios Universal de Estados Unidos”

Amar_y_morir_en_Sevilla_Don_Juan_Tenorio-985504423-largeEn 2001 dirige, ya como Víctor Barrera, Amar y morir en Sevilla (Don Juan Tenorio), una adaptación escrita por Aitor Aguirre del clásico que realizó con su nueva productora, Gamiani, sin ningún tipo de apoyo público y con los mejores actores andaluces del momento, como María Alfonsa Rosso, Paco León, José Luis García Pérez, Ana Ruiz o Cuca Escribano.

“Don Juan es la única película que no ha recuperado su costo, y sin embargo es la que más me gusta y de la que me siento más orgulloso. Fue seleccionada en 14 Festivales, incluido el Festival de Festivales de San Petersburgo y ganó tres premios: la Garza de Oro de Miami, el premio Uninci en Burgos y el de Mejor Adaptación en Varna (Bulgaria). Hay quien dice que a la gente no le gusta el verso ¡Qué le vamos a hacer¡ Allá ellos, es su problema”.

Y Víctor Barrera (o Vic Winner o Víctor Alcázar, pues todos son él) sigue sin desvincularse del cine. Entre algunos proyectos que de momento no han podido ser, figura la adaptación al cine de Gamiani, una novela de Alfred de Musset, y coproducir, con dirección de Cecilia Bartolomé, El silencio de las sirenas. Proyectos que no han salido de momento adelante, pero que no han impedido que continúe en la brecha realizando cortometrajes con las ventajas que ofrecen los avances técnicos.

“La técnica ha hecho cambiar todo. Pero desde luego la facilidad de hacer cine que hay ahora no la ha habido nunca. Acabo de hacer un corto que se llama La cuñadita donde todos: actores, actrices y técnicos hemos colaborado desinteresadamente. Es una película de función social para las ONG antisida, y espero que sea el corto del año”.

Escritor también, ha publicado varios libros:  El Cine en Venezuela  (Arte Hispanoamericana, 1975), Qué es una obra de Arte (Al-Andalus, 1990) y El Mono Infeliz. Un Nuevo Humanismo (Al-Andalus, 1993). En 2002 publica la novela Un tigre en el Jardín (Al- Andalus) y, por último, Conticinio, su última novela, editada en 2003.

Académico de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, Víctor Barrera ha recibido, en reconocimiento a su dilatada trayectoria dedicada al cine andaluz, el Premio Asecan de Honor 2015.

“Me otorgaron el premio y estoy muy agradecido a mis compañeros. Lo que hace que quiera seguir rodando es que rodar y crear te hace vivir, y a mis años, eso es mucho.

El cine que hice lo hice por placer. Me pagaron por divertirme. Aquella etapa la veo muy lejana y la recuerdo con nostalgia. Pero lo único importante de la vida es el presente. El pasado ya no cuenta, porque pasó, y el futuro no cuenta porque no existe. Así que lo único válido para mí ahora es mi familia, (mi mujer, mis cinco hijos y mis ocho nietos) que es LO ÚNICO que es pasado, presente y futuro a la vez”.

Desde Proyecto Naschy agradecemos encarecidamente la amabilidad y la paciencia que ha tenido con nosotros Víctor Barrera, ya no solo respondiendo a nuestras numerosas preguntas, también cediéndonos todas estas imágenes, muchas de ellas inéditas, que en su totalidad (exceptuando carteles), pertenecen al archivo personal del actor y director. De nuevo, muchísimas gracias.  

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[1] Aunque también participó en ese título de Juan Xiol, la otra cinta de Vitto Albertini en la que participó Vic Winner fue seguramente Supercolpo da 7 miliardi, único filme que nos consta dirigió ese mismo año Albertini.
[2] Todavía en activo, este actor de prologadísima carrera ha participado en muchas cintas italianas de género, entre ellas las terroríficas Miedo en la ciudad de los muertos vivientes (Paura nella città dei morti viventi, Lucio Fulci, 1980) y Caníbal Feroz (Cannibal Ferox, Umberto Lenzi, 1981).
[3] Aquí Víctor ha cometido una confusión, pues el papel de su novia lo realiza la también bella y maravillosa Maria Perschy, aunque a Rosanna Yanni, tal y como recuerda, la rescata y lleva en brazos durante el desenlace del filme.
[4] Tras realizar diversas tareas en el mundo del cine, González Macho se estableció como exitoso productor en los años noventa, teniendo en su haber cintas como Flores de otro mundo (1999) o Te doy mis ojos (2003) de Iciar Bollaín, entre muchas otras.
[5] Brannigan (Douglas Hickox, 1975). El dato no acaba de cuadrar mucho. Según filmografías, la actriz había interpretado poco antes Holocausto radioactivo (Doomwatch) un film de ciencia ficción dirigido por Peter Sasdy y Miedo en la noche (Fear in the Night) un film Hammer dirigido por Jimmy Sangster. Todavía en activo, la actriz parece agradar a Rod Zombi, pues participó en The Lords of Salem (2012) y en la próxima cinta del realizador, 31 (2016)
[6] Que se adaptó al cine con el título ‘Cuando Conchita se escapa, no hay tocatta’ (Luis María Delgado, 1976) interpretada por Víctor Alcázar, María Luisa San José, Bárbara Rey y Máximo Valverde, entre otros.
[7] Tal y como comenta José Luis Salvador Estébenez en su artículo sobre otro de los filmes del director, Todos los gritos del silencio, publicado en su estupenda web La abadía de Berzano, Ramón Barco, de origen cubano, tuvo una accidentada vida personal que repercutió en su carrera. Rodó tan solo tres películas y su final fue un tanto bizarro: su cadáver fue hallado en el metro de Nueva York en avanzado estado de descomposición sin que se aclararan nunca las causas de su muerte. https://cerebrin.wordpress.com/2010/11/05/todos-los-gritos-del-silencio/
[8] Comcast Corporation es la mayor compañía proveedora de servicios televisivos por cable más grande del mundo, es la mayor proveedora de servicio de Internet banda ancha y líneas telefónicas digitales en la mayor parte del área en el que ofrece sus servicios.

 

El retorno del hombre lobo: El retorno de Waldemar Daninsky

30 noviembre 2016 Deja un comentario

“En El retorno del hombre lobo están las coordenadas , todas ellas, de mi propia vida, plasmadas en piezas que, si se analizan, encajan: el claustrofóbico castillo, las tumbas góticas, los amores sin futuro, las amenazas de los no muertos, la marginación de alguien condenado porque es distinto y la muerte, que lo impregna todo. Todos estos elementos forman mi personalidad y mi obra.”[1]

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Tras adquirir bagaje dirigiendo seis películas y asegurarse de disponer de medios y control absoluto sobre su obra, Paul Naschy por fin se anima a dirigir su primera película sobre su más popular creación, el licántropo Waldemar Daninsky. Y lo hace en un momento en el que dispone de total libertad para hacerlo, ya que gracias a un acuerdo de preventa cerrada con Japón, puede rodarla con su propia productora, Dálmata Films, fundada junto a Julia Saly, Augusto Boué y el japonés Masurao Takeda y con la que ya ha coproducido con Japón El carnaval de las bestias (1980) y Howaito Rabu (1979), filme para el mercado japonés en el que Naschy ejerció exclusivamente labores de producción.

En un principio el director piensa en realizar una secuela de La maldición de la bestia, anterior cinta de la serie protagonizada por el licántropo rodada en 1975 por Miguel Iglesias Bonns con guión, como es habitual, del propio Naschy y que, al contrario que todas las demás películas de la saga, tenía un final feliz con Waldemar curado de su maldición. Pero El asesino de la luna llena, que es como se piensa titular esta secuela, no se rueda, optándose por realizar un inconfeso remake de La noche de Walpurgis (León Klimovsky, 1971) al que se le añaden diversos elementos de otros títulos de la saga.

Waldemar Daninsky con la máscara de la ignominia a punto de ser apuñalado con la cruz de Mayenza

Waldemar Daninsky con la máscara de la ignominia a punto de ser ejecutado con la cruz de Mayenza

La acción se inicia en Hungría en el siglo XVI, donde es juzgada la Condesa Erzebeth Wandessa Bathory[2] acusada de beber la sangre de sus víctimas para conservar su juventud. También se enfrentan con la justicia sus cómplices, entre ellos el licántropo Waldemar Daninsky. Declarados culpables son condenados y mientras la Condesa será emparedada de por vida en su cuarto, Waldermar será apuñalado con una cruz forjada con la plata del cáliz de Mayenza. La acción pasa a la actualidad donde tres estudiantes, Karen (Azucena Hernández), Bárbara (Pilar Alcón) y Erika (Silvia Aguilar) viajan a los Cárpatos en busca del lugar donde fue enterrada la Condesa maldita. Lo que no saben sus compañeras es que Erika quiere resucitarla con ayuda de un medallón que ha sustraído a su profesor (Narciso Ibáñez Menta), tras asesinarle.

Póster español del film.

Póster español del film.

Este es el punto de partida de El retorno del hombre lobo, casi un compendio mejorado de varios filmes de la saga extrayendo de La noche de Walpurgis la mayor parte de la trama: en ambas historias un Waldemar revivido y desterrado en un caserón salva del peligro y acoge a unas jóvenes estudiantes, se enamora de una de ellas y se enfrenta como licántropo con la condesa sangrienta, vuelta a la vida como vampira. Una vez destruido el mal, la joven de la que se ha enamorado tendrá que liberarlo de la maldición hundiendo la cruz de Mayenza en su pecho.

Pero el argumento también posee puntos en común con otros filmes: así a bote pronto el inicio en pretérito en Hungría, con ejecución de Bathory (encarnada entonces por María Silva), pudo verse en El retorno de Walpurgis (Carlos Aured, 1973); la ejecución de  los brujos, con maldición y promesa de volver de por medio, nos la hicieron también Alaric de Marnac y Mabille de Lancré en El espanto surge de la tumba (Carlos Aured, 1973); otros forasteros fueron atacados por bandidos en la carretera de Baliavasta en Dr. Jekyll y el hombre lobo (León Klimovsky, 1972), donde la joven superviviente fue  rescatada por Waldemar, al igual que en este filme, de ser violada y asesinada.

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El retorno del hombre lobo mantiene también constantes con el cine de terror clásico, del que Paul Naschy era un gran entusiasta. Baliavasta es un lugar anclado en el siglo XIX y situado en la misma Europa que nos mostraba los filmes de Universal. Habitada por supersticiosos lugareños que fuman en pipa, visten ropas autóctonas y se reúnen en la acogedora taberna, donde el espantado dueño no deja de recomendar a los forasteros no frecuentar ciertos lugares de noche. Quizás por ello no parece extrañar a las tres jóvenes la forma de vestir que tiene el revivido Waldemar, a la usanza de un caballero del siglo XVI. Otra presencia familiar en las cintas clásicas era la del criado o ayudante deforme o jorobado, personaje recurrente tanto en las películas Universal como Hammer, que no olvidemos en principio adaptaron, con su propia idiosincrasia,  los filmes americanos. En El retorno del hombre lobo este personaje, habitual también en el cine de Naschy, recae en Beatriz Elorrieta[3], que encarna a la fiel sirvienta de Waldemar, Mircaya, con su bello rostro sepultado tras unas capas de látex.

Pilar Alcón como una de las atractivas vampiras de El retorno del hombre lobo

Pilar Alcón como una de las atractivas vampiras de El retorno del hombre lobo

Más iconográficas y particulares resultaron algunas escenas incluidas en El retorno del hombre lobo. Tanto que pueden calificarse como homenajes: la máscara que le ponen a Waldemar antes de ejecutarlo nos recuerda inevitablemente a La máscara del demonio (La Maschera del Demonio, Mario Bava, 1960), y la forma de resucitar a la Condesa Bathory con  el cuerpo de Bárbara suspendido sobre el sarcófago, para que al degollarla caiga la sangre sobre los restos de la bruja, es similar a la de la resurrección de Drácula príncipe de las tinieblas (Dracula: Prince of Darkness, Terence Fisher, 1966).

Quizá sea acertado pensar que todas estas referencias (propias y ajenas) forman parte del ideario de Jacinto Molina, responsable de todos los guiones de las películas protagonizadas por su licántropo, y cuya posible intención al escribir y rodar El retorno del  hombre lobo, sea la de poder hacer, por fin, su película definitiva sobre Waldemar Daninsky, un objetivo para muchos conseguido.

Rodada en el verano de 1980 en familiares localizaciones de Talamanca del Jarama, así como en los castillos de Villafranca del Castillo (Madrid) y Belmonte (Cuenca), además de otros lugares de Madrid como Navacerrada y Valdepiélagos, brilla especialmente en El retorno del  hombre lobo la fotografía de Alejandro Ulloa, elogiada unánimemente, que sigue fielmente las indicaciones que Naschy tenía en mente:

La fotografía de Alejandro Ulloa, tiene una textura quemada, como de pergamino antiguo; para lograr este efecto, estuvimos en el Prado estudiando a Brueghel (…) Tenía muy claro que el tono de la película tenía que ser gótico, pero por elementales problemas de presupuesto tenía que ambientarla en la actualidad. Así que opté por hacer la película en la época actual, pero aislando a Waldemar en un castillo, lo que me permitió conservar el decorado y el vestuario medievales. (…) Solo me arrepiento de haber empleado en más ocasiones de las debidas el zoom; pero se trataba de un  recurso muy de la época que entonces a todos nos parecía pintiparado[4]

Fotocromo que muestra la atmosférica iluminación y los colores predominantes en el film.

Fotocromo que muestra la atmosférica iluminación y los colores predominantes en el film.

La resurrección de los espectros y la aparición de las vampiras entre brumas y a cámara lenta (inspirado por Klimovsky) resultan muy efectivas. Sobre todo con ese acompañamiento de coral fantasmal. Según Ángel Agudo, para la banda sonora Naschy contacta con Ennio Morricone, que le vende una base musical que luego el cineasta trabaja con dos músicos españoles. Pero también hay música enlatada de Guido y Maurizio de Angelis y Stelvio Cipriani seleccionada por el propio director en los archivos de CAM, ediciones musicales.

Diseños dibujados por Jacinto Molina para el maquillaje en El retorno del hombre lobo

Diseños dibujados por Jacinto Molina para el maquillaje en El retorno del hombre lobo

En otros aspectos técnicos, como productor figura, junto a Julia Saly, un viejo conocido del director, Modesto Pérez Redondo, al que Naschy conocía desde La noche de Walpurgis y los tiempos de Profilmes. Del montaje se encargó Pedro del Rey,  y del vestuario León Revuelta, que también lo habían hecho en recientes cintas de Naschy como Los Cántabros (1980) y El carnaval de las bestias (1980), ambas de Jacinto Molina.

En la parte artística Naschy recurrió a experimentados actores que conocía por otros rodajes, varios de ellos presentes en El carnaval de las bestias, su película anterior, como Julia Saly, Azucena Hernández, Silvia Aguilar, Rafael Hernández, Pepe Ruiz, Ricardo Palacios, Tito García, Manuel Pereiro, Ramón Centenero, Alexia Loreto y José Thelman. Contando con el veterano Narciso Ibáñez Menta para un pequeño papel, al igual que con David Rocha, que se incorporó al rodaje porque “Jacinto me llamo una mañana y me pidió que le hiciera un papel por la tarde, porque falló el actor que iba a hacerlo y por supuesto que allí estuve. También recuerdo algo de una escena que hice junto a Pilar Halcón[5]. Precisamente la escultural actriz, que debutaba en el cine con este film, recordaba el buen ambiente que hubo durante el rodaje y como se hizo una de sus escenas, aquella en la que es degollada cabeza abajo para, con su sangre,  revivir a la condesa Bathory:

“La noche del hombre lobo era el titulo del guión que me dieron para estudiar. La primera escena que rodé creo que fue en la que me colgaron. Y… ¡vaya tela! Nueva en el rodaje y me dejé hacer ¡Casi me quedo sin pies! Me pusieron una atadura en los tobillos para colgarme boca abajo e hicieron mal la sujeción y me dolía terriblemente. Como yo no quería que por mí cortasen la escena, aguanté como una jabata mucho rato ¡Y encima los demás se equivocaban mucho! (risas). Cuando me descolgaron se echaron las manos a la cabeza de como tenía los tobillos. ¡Qué malos los de atrezzo o quien cñ  hiciese la atadura! “¿Quien cñ ha hecho esto tan mal?” gritaba Paul…”[6]

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Con Paul Naschy volvería a coincidir Pilar Alcón en Aquí huele a muerto (Álvaro Sáenz de Heredia, 1990). Lamentablemente esta sería la última colaboración de Azucena Hernández con el director. La actriz sevillana sufrió un trágico accidente de circulación en octubre de 1986 que truncó su carrera cinematográfica.

Julia Saly pone toda la carne en el asador para encarnar a la malvada condesa vampira, pero no consiguió hacernos olvidar a Patty Shepard. Como tampoco El retorno del hombre lobo, a pesar de su cuidada factura, consiguió que muchos de sus fans dejaran de mostrar preferencia por La noche de Walpurgis. Para Ángel Sala Fue una película algo anacrónica para la época, pero vista en la perspectiva de la saga Daninsky, se revela posiblemente como el mejor título de la misma, y uno de los mejores trabajos de su realizador, aunque no contenga la magia del filme de Klimovsky.”[7] Algo en lo que coincide Adolfo Camilo Díaz[8]

¿Cartel? ¿Diseño para video? en todo caso una variación del que no hemos podido averiguar procedencia.

¿Cartel? ¿Diseño para video? en todo caso una variación del que no hemos podido averiguar procedencia.

Por entonces los monstruos clásicos ya formaban parte de otra época y el público parecía haberles perdido el miedo. Lluis Bonet Mojica, que destaca que el filme está “realizado con esmero y cierta brillantez formal[9], también opina que  “Al guión le falta garra –y no es un chiste fácil, tratándose del hombre lobo-, o tal vez ocurra que los mitos clásicos del terror ya no infunden ningún temor en una época en la que el pánico cotidiano tiene aspectos nada fantásticos.”Conviene no olvidar también que la más cuidada entrega de la saga de Waldemar Daninsky, a pesar de que contenía uno de los más elaborados maquillajes de hombre lobo realizado hasta la fecha, llegaba en un momento en el que las carteleras nos mostraban  unos licántropos muy diferentes al de Naschy, pues el mismo año que se estrenaba El retorno del hombre lobo, llegaban a las pantallas Un hombre lobo americano en Londres (An American Werewolf in London, John Landis) y  Aullidos (The Howling, Joe Dante), películas que revolucionaron el concepto del licántropo

Cartel del último filme estrenado en cines de Paul Naschy

Cartel del último filme  de Paul Naschy estrenado en los cines norteamericanos

despojándolo de la humanidad que caracterizaba a Waldemar Daninsky, mostrando además unas transformaciones como nunca antes se habían visto en el cine. Lo que no fue  óbice para que Joe Dante incluyera en su película un reconocimiento hacia la labor de Naschy bautizando como Jack Molina a uno de los personajes. Y precisamente Jack Molina es el nombre que pusieron en el cartel americano de El retorno del hombre lobo cuando como The Craving, se estrenó  fugazmente en 1985 en  los cines norteamericanos de la mano de Film Concept Group con cerca de tres minutos de película cortados, la mayoría pertenecientes a una escena ‘cómica’ protagonizada por Pepe Ruiz. The Craving también fue la última película de Naschy estrenada en salas cinematográficas estadounidenses.

Los años han pasado y el film ha despertado pasiones encontradas. Donde unos ven virtudes: “(…) universo de goticismo lúgubre nunca igualado en la cinematografía española. (…) Un portentoso alarde técnico en el que nada chirría.”[10] “(…) una de las cumbres del fantaterror mundial y una obra de culto para el verdadero aficionado.”[11] Otros ven defectos: “(…) abundancia de zooms, montaje descuidado, música enlatada y hortera en el mayor de los casos (…) interpretaciones mediocres y guión deslavazado.[12]  “Calamitosa planificación, destartalada banda sonora, evidentes fallos de raccord.[13]

Pero Paul Naschy, que tiene este filme como favorito dentro de la saga del licántropo junto con el posterior La bestia y la espada mágica (Jacinto Molina, 1983), tuvo claro que consiguió el objetivo que buscaba: “En ella pude reflejar mi carácter y mis obsesiones, así como mi concepto de cine fantástico, con absoluta libertad.”[14]

Pilar Alcón y Silvia Aguilar, huéspedes de Paul Naschy.

Pilar Alcón y Silvia Aguilar, huéspedes de Paul Naschy.

Lamentablemente la película no consigue rentabilizar la inversión, lo que motiva el cierre de Dálmata Films. Naschy no tarda en abrir una nueva productora, Acónito Films, con la que abordará nuevas películas: Latidos de pánico[15] (1983), La bestia y la espada mágica (1983), Mi amigo el vagabundo (1984), El último kamikaze (1984) y Operación Mantis (1985), que será la más costosa y que causará la ruina de la productora, empañando la relación que Naschy mantenía con los productores japoneses.

Tras la debacle de Acónito, Julia Saly se retiró del cine y se dice que tiene un restaurante en algún lugar de España. En 1987 murió Takeda, el socio japonés de la compañía, que continuaba incansablemente buscando financiación japonesa para los filmes de su amigo.

Por su parte Paul Naschy atravesó una mala temporada (que analizamos en este artículo) de la que afortunadamente fue resurgiendo poco a poco gracias, en parte, a los homenajes y rodajes que tuvo en el extranjero y al reconocimiento de su labor por parte  de las nuevas generaciones de amantes del cine.

waldemardaninsky_01gEn 2007 el argumento y la estética de El retorno del hombre lobo, fueron adaptados con éxito en el cómic Waldemar Daninsky por Javier Trujillo y el propio Naschy, lo que llevó al veterano actor a realizar diversas presentaciones personales, como la que tuvo lugar en el Salón del Cómic de Barcelona en 2009, donde coincidió con otro invitado de excepción, Ray Harryhausen, al igual que Naschy, un mito del cine fantástico.

Escudo que luce Waldemar Daninsky en su pecho (Propiedad de Ángel Gómez Rivero)

Escudo que luce Waldemar Daninsky en su pecho (Propiedad de Ángel Gómez Rivero)

[1] Naschy, P.: Memorias de un hombre lobo. Alberto Santos Editor, Madrid, 1997. Pág. 129-131
[2] Noble húngara (1560-1614) obsesionada con la belleza a la que se le atribuyen 630 muertes de jóvenes, a las que desangraba para bañarse en su sangre. También se dice que todo fue una invención de sus enemigos para buscar su perdición y muerte. Fue juzgada y emparedada de por vida en su cuarto.
[3] Beatriz Elorrieta es hija del director José María Elorrieta y hermana de Javier Elorrieta. Inició su carrera con el nombre de Beatriz Lacy y dentro del cine de terror ha participado en Necrophagus (Miguel Madrid, 1971) y La llamada del vampiro (José María Elorrieta, 1972), volviendo a coincidir con Paul Naschy en Mi amigo el vagabundo (Jacinto Molina, 1984).
[4] Prada, J. M. de: ‘El ciclo de Waldemar Daninsky’. La marca del hombre lobo. Alberto Santos Editor, Madrid, 2003. Pág. 133
[5] Declaración de David Rocha al autor de este artículo.
[6] Benítez, C.: ‘De El retorno del hombre lobo a Conan el Bárbaro, pasando por otros rodajes’ Proyecto Naschy, Barcelona, 2012.
https://proyectonaschy.wordpress.com/2012/07/04/pilar-alcon-de-el-retorno-del-hombre-lobo-a-conan-el-barbaro-pasando-por-otros-rodajes/
[7] Sala, A.: Profanando el sueño de los muertos. Scifiworld, Pontevedra, 2010. Pág. 168.
[8] Camilo Díaz, A.: ‘Los ojos de Paul Naschy’. Fangoria Nº 18, Ed. Zinco, Barcelona, abril 1993. Pág. 65.
[9] Bonet Mojica, Ll. ‘El retorno del hombre lobo’ La Vanguardia, Barcelona, martes 21 de abril de 1981.
[10] Prada, J. M.: “El ciclo de Waldemar Daninsky” en La marca del hombre lobo. Alberto Santos Editor, Madrid, 2003. Pág. 133.
[11] Alonso Barahona, F.: El cine fantástico y de terror en España” en Las tres caras del terror. Alberto Santos editor, Madrid, 2000. Pág. 198.
[12]  Aguilar, M.: “El retorno del hombre lobo” en Quatermass Nº 4-5, Bilbao, Otoño 2002. Pág. 108
[13] López, D. y Pizarro, D.: Silencios de Pánico, Tyrannosaurus Books, 2013. Pág. 279.
[14] Prada, J. M.: Ibídem.
[15] Donde el director recuperaba a Alaric De Marnac, protagonista de El espanto surge de la tumba (Carlos Aured, 1973) y otra creación de Naschy, basada en esta ocasión en el personaje histórico Gilles de Rais (1405-1440), aristócrata francés que mato a centenares de niños y niñas en su corte formada por brujos, alquimistas y adoradores del diablo antes de ser juzgado y ajusticiado por sus atroces crímenes.
Figura de Waldemar Daninsky lanzada por Scifiworld en claro homenaje a la caracterización y vestuario del actor en El retorno del hombre lobo

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El cine en zapatillas: La sonrisa del lobo

28 octubre 2016 Deja un comentario

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LA SONRISA DEL LOBO (Javier Perea, 2014) DVD Vial of Delicatessens

Duración: 47 min. Guión: Javier Perea Género: Documental Audio: DD 2.0 Castellano. Subtítulos: Inglés. Formato: 1:78:1 – 16:9.

Sinopsis: Un recorrido por las películas que Paul Naschy interpretó dentro de la piel del licántropo. Repleto de imágenes y curiosidades comentadas por el propio Naschy con la ciudad de Toledo como telón de fondo.

EXTRAS:

Introducción del realizador Javier Perea.

Cortometraje: The Vampyre de Alejandro Ballesteros y Antonio Curado, protagonizado por Paul Naschy como Lord Ruthven.

Presentación de The Vampire a cargo de Antonio Curado

Presentación y entrevista a Paul Naschy por la Orden del Toledo Oculto

"Oye ¿Y esta, cuando la sacais?

«Oye ¿Y esta, cuando la sacais?»

Desde que supe de la existencia del material que conforma el documental La sonrisa del lobo, casi se trató de un empecinamiento personal el verlo editado alguna vez en DVD. Me enteré de su existencia por ciertas fotos de rodaje. Más tarde Javier Perea, director del mismo y alma mater de Imagen Death, una veterana distribuidora y productora toledana de objetos y películas ‘brutales y de culto‘ comenzó a mover unos flyers que anunciaban la buena nueva sobre el documental, o al menos su intención de editarlo. Mala idea la de Javier, que se encontró conque cada año le preguntaba por el dichoso documental. Tan pesado debí haberme puesto que Javier me pasó un primer montaje previo, pidiéndome opinión sobre el mismo. Pensé que, con sus más y sus menos, el material era interesante: Paul Naschy repasando todas sus intervenciones como hombre lobo en la pantalla. Una a una y en el marco de pintorescos rincones de Toledo que ya por si solos despiertan la imaginación del espectador. Un material casi en bruto con algunas deficiencias de sonido, pero que mostraba a un Naschy 100% puro. Sin duda un metraje con muchas posibilidades, tal y como quedó demostrado cuando se proyectó en la edición de 2013 del Festival de Sitges.

A principios de 2014 realicé una entrevista (concretamente esta) a esa enorme mole de amistosa humanidad que es Javier Perea para preguntarle sobre su larga carrera al frente de Imagen Death, entrevista en la que naturalmente hablamos sobre La sonrisa del lobo que, por desgracia, permanecía todavía en dique seco.

Así que cuando Diego López, colaborador en el documental original, me comentó que estaba seleccionando imágenes de películas para incluirlas en el metraje del documental, clamé a los cielos porque La sonrisa del lobo parecía más cerca de hacerse realidad. Incluso nosotros colaboramos con alguna imagen (creo recordar que con el póster de Um Lobisomem na Amazônia).

Y ahora, por fin, lo tenemos disponible y en las mejores condiciones de la mano de Vial of Delicatessens, que ha tratado este documento con el cariño que merece, añadiendo unos extras íntimamente relacionados con el mismo que dan aún más valor a este DVD que es, tal y como indicamos en su carátula, imprescindible para los fans de Naschy y del Fantaterror la-sonrisa-del-lobo-frontal-v2español. Imprescindible porque La sonrisa del lobo es puro Naschy, con anécdotas y recuerdos de todos esos rodajes en los que se calzó la piel del lobo. Y también emocionante, porque ese es el sentimiento que trasmite Javier en la larga presentación que realiza de su documental. Por su sinceridad al rememorar tantos encuentros con Paul Naschy, con el que llegó a fraguar una buena amistad. Por ese homenaje en Toledo que no pudo ser. Emocionante también por los agradecidos recuerdos que comparte Antonio Curado sobre la gestación y rodaje del cortometraje The Vampire, que se incluye entre los extras de DVD y que está rodado en glorioso blanco y  negro en las calles de Toledo, con Naschy ofreciendo el que podría ser su mejor personaje vampírico. Y también emocionante por ver al propio Naschy disfrutar de una distendida entrevista realizada por dos componentes de la Orden del Toledo Oculto, jóvenes estudiosos de los temas ocultos, con especial referencia a su ciudad, que demuestran gran afición al cine fantástico y que realizan una entrevista al entrañable actor que termina siendo una conversación  en la que se le nota suelto y cómodo. Una charla durante la que Naschy no deja de hablar de proyectos nuevos, del futuro y de las increíbles localizaciones que le sugieren las calles de Toledo. Extras, como vemos, que no son puro relleno, que conforman un todo al estar tan estrechamente ralacionados, con Toledo como centro neurálgico y con Paul Naschy como protagonista.

Más información y pedidos: http://vialofdelicatessens.blogspot.com.es/