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La biblioteca del Festival de Sitges
Se han cumplido 52 ediciones del festival más importante de cine fantástico y de terror del mundo. Y no hay duda de que durante tantos años el festival ha generado mucho papel. Y más hablando de un evento que desde sus inicios ha basado su política en la información, tanto hacia la prensa, como hacia el público. También, como acontecimiento cultural de primer orden, el Festival de Sitges ha querido, al igual que otros certámenes, editar libros sobre géneros, sus protagonistas más destacados o ilustrar sus ciclos retrospectivos, y aunque no siempre se ha hecho con la regularidad o el cuidado deseable, hay que añadir que los años en los que no se editó ningún libro, fueron compensandos por otros en los cuales se llegaron a publicar hasta cuatro libros oficiales.
Realmente ha sido labor complicada el reunir todos estos tomos, pues el propio festival no ha realizado ningún inventario oficial hasta la fecha, aunque una gran parte de los libros oficiales, catálogos y otras publicaciones, se pudieron ver en la exposición «50 Aniversari. SITGES – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya 1968-2017: Memòria del Fantàstic», centrada en el 50 Aniversario del SITGES en el año 2017. Asimismo es justo añadir que ha sido fundamental para completar esta lista el estudio Bibliografía del festival de Sitges publicado en 2014 en el blog Fantasía: Cine sin cortaprisas. También desde aquí queremos agradecer a Diego López sus aportaciones y sugerencias.
Sin más preámbulos vamos a ofrecer una amplia panorámica de las diferentes publicaciones que el Festival de Sitges ha editado durante estos más de cincuenta años, poniendo especial cuidado en los libros publicados para a venta durante y posteriormente al certamen. Unos tomos que, en muchos casos, forman parte de la bibliografía imprescindible de todo buen amante del cine.
CATÁLOGOS Y PUBLICACIONES GRATUÍTAS PARA PRENSA Y PÚBLICO
Ya desde aquella Primera Semana Internacional de Cine Fantástico de 1968, el futuro Sitges Film Festival editó un programa-catálogo con las películas y eventos que tendrían lugar. Con los años esta publicación se dividió en dos: uno en forma de catálogo de bolsillo destinado al público, que se encargó de editar principalmente la entidad bancaria en la que, antes de los tiempos de internet, podían adquirirse las entradas de manera anticipada; y un catálogo más voluminoso, vertical y tamaño folio destinado a la prensa. El formato destinado al público ha sido conservado y puede encontrarse en los puntos oficiales y salas cinematográficas del festival, pero el catálogo de prensa, ante el imparable crecimiento de las secciones del festival se tuvo que, primero, dividir con catálogos adicionales dedicados a la sección de animación (Anima’t) y de la crítica (Seven Chances) durante los años noventa; para finalmente y ya a inicios del nuevo milenio, juntar todas las secciones en un voluminoso y único catálogo apaisado. Ni que decir tiene que estas publicaciones son un impagable archivo histórico del Festival.
Por su parte el popular Brigadoon, nacido en 1986 cuando el certamen estaba bajo la dirección de Joan Lluís Goas, se ha convertido en todo un «festival dentro del festival» que ha ido adquiriendo mayor importancia año tras año y que recientemente ha celebrado su treinta aniversario con un acto oficial. En 2003, cuando esa sección estaba dirigida por Hernán Migoya, se editó un Brigadoon’zine y también se potenciaron los ciclos cinematográficos, como el dedicado a los Hermanos Calatrava y el cine de Manuel Esteba, entre otros. Aunque la publicación no tuvo más continuidad, en la actualidad Brigadoon es una sección totalmente consolidada que además de ofrecer títulos actuales, otorga una especial importancia a las retrospectivas y homenajes. También se celebra anualmente el premio Brigadoon Paul Naschy para el mejor cortometraje, así como el Premio Nosferatu como homenaje a diversas personalidades destacadas del cine fantástico.
También y conforme el catálogo de películas y actividades aumentaba, se optó por informar al público de manera más detallada, así que se comenzó a editar, como complemento al pequeño catálogo con la programación, un periódico que, además de horarios, contenía información adicional sobre las diferentes películas y actividades, así como entrevistas con los invitados. Si bien se tiene constancia de alguna iniciativa en forma de fanzine a finales de los setenta, el primer periódico diario del que tenemos noticia se publica en 1983, coincidiendo con el relevo en la cúpula del festival, que hasta entonces había estado en manos de su creador, el histórico Antonio
Ráfales, y que pasaría a manos del mencionado Joan Lluís Goas, que también iniciaría de manera regular la edición de El Diari del Festival. Primero en blanco y negro y editado por el propio certamen para, posteriormente y ya con portada a todo color, pasar a ser editado por el Grupo Z (El Periódico), que se hará cargo de una cabecera que evolucionará con los años a publicación en color. Hasta 2009, en que tomará el relevo La Vanguardia manteniendo, eso si, el formato.
El número de ejemplares variará según los días de los que conste el festival. En la actualidad se editan un total de 12: Diez con la programación diaria; uno general sobre el festival; y uno fotográfico con el palmarés.
A todo esto hay que sumar diferentes catálogos que se han realizado sobre exposiciones, de los que también el festival ha realizado postales coleccionables, que junto a su rica cartelería y otros objetos como sellos, posavasos, postales o juegos, conforman un conjunto de material altamente atractivo para el aficionado y coleccionista.
CATÁLOGOS MONOGRÁFICOS
Editados por el propio festival, de tirada más limitada y menor número de páginas, estas publicaciones posiblemente estuvieron tan solo al alcance de la prensa o disponibles únicamente durante los días del certamen. Resultan más difíciles de localizar que los libros y los catálogos.
1968
– Índice analítico del cine fantástico
Autor: Antonio Cervera. Edita: Semana Internacional de Cine Fantástico de Sitges. Encuadernación en rústica, 48 págs. 23 x 15.5 cm
1994
– Jan – Eva Svankmajer: el lenguaje de la analogía
Autor: VV.AA. Edita: Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges. Cartoné, 56 págs. Edición bilingüe: castellano-catalán
1995
– Segundo de Chomón
Autor: VV.AA. Edita: Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges/Filmoteca de la Generalitat de Catalunya. Cartoné, 75 págs. Editado con motivo de la retrospectiva dedicada al cineasta aragonés.
1996
– The Spanish Fantasy Pictures Show
Autor: Marcos Ordóñez. Edita: Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges. Cartoné, 95 págs. Edición trilingüe en castellano/catalán/inglés. Editado con motivo de la retrospectiva dedicada al cine fantástico español.
2000
– Ladislaw Starewicz
Autor: Fernando de Felipe. Edita: Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges. Cartoné, 48 págs. Editado por la sección Anima’t.
2001
– Quay brothers
Autor: Jordi Costa. Edita: Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges. Cartoné, 47 págs. Editado por la sección Anima’t.
2002
– Hayao Miyazaki
Autor: Antonio Trashorras. Edita: Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges. Cartoné, 51 págs. Formato apaisado. Editado por la sección Anima’t.
2003
– Curtis Harrington. Danza Macabra
Autor: Jordi Sánchez-Navarro. Edita: Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges. Cartoné, 38 págs.
– Alexandre Alexeieff: Poemas de Luz y Sombra
Autor: Giannalberto Bendazzi. Edita: Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges. Cartoné, 37 págs. Editado por la sección Anima’t.
2010
– No por mucho madrugar amanece más temprano
Autor: Jack Torrance. Edita: Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges. Cartoné, 315 págs. Editado con motivo del 30 º aniversario de la película El Resplandor, se trata de un objeto destinado a invitados y prensa seleccionada.
NOTA: Al no haber podido revisar físicamente todas estas publicaciones, no podemos asegurar que estuvieran redactadas, tal como suponemos, en los tres idiomas oficiales del festival, catalán, castellano e inglés.
CATÁLOGOS EXPOSICIÓN
Desde el inicio del festival se organizaron todo tipo de exposiciones relacionadas con el fantástico. Las primeras fueron realizadas por el artista Pierrot, que tuvo problemas con la justicia por alguna de sus obras artísticas. Desde hace unos años la salida de l’Auditori del hotel Melià ha servido de espacio para exposiciones, las últimas comisariadas por Borja Crespo en las que diversos ilustradores han ofrecido su visión sobre el leitmotiv escogido anualmente por el festival. Estas ilustraciones se han reunido asimismo en catálogos gratuitos y también, y de forma individual, se han puesto a disposición del público postales coleccionables también gratuitas.
2008
– King Kong Solidario
Autor: VV.AA. Edita: ScifiWorld. Tapa blanda, 160 págs.
2013
– Exposición de pósteres del Festival de Sitges en el Palau Maricel.
Pequeño catálogo folleto editado con motivo de la exposición. Tapa blanda, A5. Ejemplar gratuito.
2015
– Dossier Sinclair: L’Art de Vicente Ballester
Autor: Vicente Ballester. Edita: Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges. Cartoné, A5, 28 págs. Catálogo de la exposición que tuvo lugar durante el festival de Sitges en el Palau Maricel comisariada por Borja Crespo. Multilingüe catalán/castellano/inglés. Ejemplar gratuito.
2016
– The Vault of Rob Zombie – A Comic Tribute
Autor: VV.AA. Edita: Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges. Cartoné, A5, 20 págs. Catálogo de la exposición que tuvo lugar durante el festival de Sitges comisariada por Borja Crespo. Multilingüe catalán/castellano/inglés. Ejemplar gratuito.
2017
– Ink of Dracula – A Comic Tribute
Autor: VV.AA. Edita: Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges. Cartoné, A5, 20 págs. Catálogo de la exposición que tuvo lugar durante el festival de Sitges comisariada por Borja Crespo. Multilingüe catalán/castellano/inglés. Ejemplar gratuito.
2018
– Psycho Killers Superstars – A Bloody Comic Tribute
Autor: VV.AA. Edita: Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges. Cartoné, A5, 20 págs. Catálogo de la exposición que tuvo lugar durante el festival de Sitges comisariada por Borja Crespo. Multilingüe catalán/castellano/inglés. Ejemplar gratuito.
2019
– Mad Max World – An Apocalyptic Comic Tribute
Autor: VV.AA. Edita: Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges. Cartoné, A5, 20 págs. Catálogo de la exposición que tuvo lugar durante el festival de Sitges comisariada por Borja Crespo. Multilingüe catalán/castellano/inglés. Ejemplar gratuito.
LIBRO JUEGO
– The Game – El joc de preguntes sobre Sitges i el cinema fantàstic
Edita: Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges/Patronat Municipal de Turisme de Sitges, 1994. Cartoné, A5. Edición Trilingüe: castellano/catalán/inglés.
LIBROS
Diversos han sido los sellos editoriales que han publicado bajo el auspicio del Festival de Sitges. Todos los libros que vamos a enumerar se pusieron tanto a la venta durante el festival como posteriormente en librerías, una costumbre que se inició en 1985 adquiriendo cierta continuidad hasta la actualidad.
1985
– Terrores Íntimos
Autor: VV.AA. Edita: Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges. Impreso en Gráficas 82. Tapa blanda con solapas, A5, 185 págs.
Primero de una serie de tres libros en los que varios colaboradores del festival escogían y comentaban de manera informal sus películas favoritas. Se publicó este primer tomo centrado en el cine de terror y la intención era que fuera seguido al año siguiente por otro dedicado al fantástico y, ya en 1987, un último centrado en la Ciencia Ficción, aunque finalmente tan solo se llegó a editar este.
1992
– 25 anys. Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges
Autor: VV.AA Coordinado por Jordi Batlle Caminal. Edita: Patronat Municipal Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Sitges. Tapa blanda con solapas, 24×22, 272 págs. Edición limitada de 1500 ejemplares para el certamen y 1000 más destinados a la distribución comercial. Edición bilingüe catalán/castellano.
1997
– David Lean & Karel Zeman
Autor: Sergi Sánchez y Artur Amorós. Edita: Paidós Ibérica. Rústica, 143 págs.
Con este libro se inicia una colaboración entre el festival y la editorial Paidós Ibérica, que se prolongará hasta 2003. Todos los libros de esta editorial se publicarán simultáneamente en castellano y catalán
1998
– Alain Resnais: viaje al centro de un demiurgo (Edición en castellano. Colección Paidós Comunicación 102 Cine)
– Alain Resnais: viatge al centre d’un demiürg (Edició en català)
Autor: VV.AA. Edita: Paidós Ibérica. Rústica, 23×15, 256 págs.
Publicado coincidiendo con la retrospectiva de Sitges 98-Festival Internacional de Cinema de Catalunya dedicada a la filmografía de Alain Resnais.
1999
– Profondo Argento. Retrato de un maestro del terror italiano (Edición en castellano. Colección Paidós Comunicación 108 Cine)
– Profondo Argento. Retrat d’un Mestre del terror italià (Edició en català)
Autor: VV.AA. Edita: Paidós Ibérica. Rústica, 23×15, 268 págs.
Publicado coincidiendo con la retrospectiva de Sitges 99-Festival Internacional de Cinema de Catalunya dedicada a la filmografía de Dario Argento.
2000
– El tiempo del héroe. Épica y masculinidad en el cine de Hollywood (Edición en castellano. Colección Paidós Comunicación 122 Cine)
– El temps de l’heroi. Èpica i masculinitat en el cinema de Hollywood (Edició en català. Colección Paidós Cine)
Autor: Núria Bou y Xavier Pérez. Edita: Paidós Ibérica. Rústica, 23×15, 234 págs.
2001
– Vida secreta de las sombras. Imágenes del fantástico en el cine francés (Edición en castellano. Colección Paidós Comunicación 131 Cine)
– Vida secreta de les ombres. Imatges del fantàstic en el cinema francés (Edició en català. Colección Paidós Cine)
Autor: Gonzalo de Lucas. Edita: Paidós Ibérica. Rústica, 23×15, 294 págs.
– Imágenes para la sospecha: falsos documentales y otras piruetas de la no-ficción
Autor: VV.AA Edición a cargo de Jordi Sánchez-Navarro y Andrés Hispano. Edita: Glénat. Rústica, 21×14, 174 págs.
– El Giallo italiano. La oscuridad y la sangre
Autor: VV.AA. Edición a cargo de Antonio José Navarro. Edita: Nuer Ediciones. Rústica, 20×13, 336 págs.
2002
– Fantipodas. Una Aproximación Al Cine Fantástico Australiano y Neozelandés (Edición en castellano. Colección Paidós Comunicación 140 Cine)
– Fantipodes. Una aproximació al cinema fantàstic australià i neozelandés (Edició en català. Colección Paidós Comunicación Cine)
Autor: VV.AA. Edita: Paidós Ibérica. Rústica, 23×15, 222 págs.
– La Nueva carne. Una estética perversa del cuerpo
Autor: VV.AA. Edición coordinada por Antonio José Navarro. Edita: Valdemar. Colección Intempestivas 006, 14×21, rústica con solapas, 400 págs.
Con este título, la emblemática editorial Valdemar entra en juego colaborando con algunos de los títulos más interesantes ofrecidos con relación al festival de Sitges.
– Nosferatu. Revista de cine 41-42 Euro-Western
Autor: VV.AA. Edita: Donostia Kultura con la participación del Festival de Cinema Fantàstic de Sitges. Editado con motivo de la retrospectiva dedicada a este género. Rústica, 21×30, 298 págs.
2003
– El principio del fin. Tendencias y efectivos del novísimo cine japonés (Edición en castellano. Colección Paidós Comunicación 150 Cine)
– El principi de la fi. Tendències i efectius del novíssim cinema japonés (Edició en català. Colección Paidós Comunicación Cine)
Autor: VV.AA. Edita: Paidós Ibérica. Rústica, 23×15, 280 págs.
– El día del niño
Autor: VV.AA. Edición coordinada por Rubén Lardín. Edita: Valdemar. Colección Intempestivas 009. Rústica con solapas, 14×21, 352 págs.
– Mondo Macabro: El cine más alucinante y extraño del planeta
Autor: Pete Tombs. Edita: Círculo Latino. Rústica, 23×29, 240 págs. con numerosas ilustraciones a todo color. Todo un festín de cine fantástico y de terror extraño proveniente de lugares tan exóticos como Pakistán, Turquía, Indonesia y Filipinas, pero también Hong-Kong, Japón y Brasil, entre otros. Una lectura imprescindible para los más inquietos y desprejuiciados lectores y demás buscadores de gemas ocultas que adaptaba y ampliaba el tomo original publicado por Brainiac Books en 1997.
2004
– Sam Raimi. De la transgresión al neoclasicismo
Autor: VV.AA. Edita: Calamar Editores. Rústica con solapas, 19×13, 176 págs.
2005
– Tiburón ¡Vas a necesitar un barco más grande! El Filme que cambió Hollywood
Autor: Ángel Sala. Edita: Círculo Latino. Rústica, 23×29, 141 págs.
– Johnnie To. Redefiniendo el cine de autor
Autor: VV.AA. Edita: CineAsia. Rústica, 21,7×14,4, 212 págs.
– Diez Años de Terror Asiático: 1995-2005 (Hong Kong, Japón, Corea del Sur)
Autor: VV.AA. Edita: CineAsia. Rústica, 21,7×14,4, 254 págs.
– Freaks en acción, Álex de la Iglesia o el cine como fuga
Autor: Jordi Sánchez-Navarro. Edita: Calamar Ediciones. Rústica con solapas, 19×13, 192 págs.
2006
– Universo Lynch
Autor: VV.AA. Edita: Calamar Editores. Rústica, 19×13, 176 págs.
– Europa imaginaria. Cinco miradas sobre lo fantástico en el Viejo Continente
Autor: VV.AA. Edición coordinada por Antonio José Navarro y Ángel Sala. Edita: Valdemar. Colección Intempestivas 016. Rústica con solapas, 14×21, 192 págs.
2007
– American Gothic. El cine de terror USA 1968-1980
Autor: VV.AA. Edición coordinada por Antonio José Navarro. Edita: Donostia Cultura- Festival de Cinema Fantàstic de Sitges. Rústica con solapas, 17×24, 414 págs.
– El demonio en el cine. Máscara y espectáculo
Autor: VV.AA. Edición coordinada por Antonio José Navarro. Edita: Valdemar. Colección Intempestivas 018. Rústica con solapas, 14×21, 760 págs.
– Sitges 1968-2007. Viaje alucinante. Historia de un festival en 100 carteles
Coordinado por Antonio José Navarro. Edita: Notorious Ediciones. Rústica con solapas, 20,5×29,5, 223 págs. Edición trilingüe: catalán, castellano e inglés.
2008
– El cine de ciencia ficción. Explorando mundos
Autor: VV.AA. Edición coordinada por Antonio José Navarro. Edita: Valdemar. Colección Intempestivas 020. Rústica con solapas, 14×21, 752 págs. La presente edición es producto de una colaboración entre el Festival de Sitges y Fanzine (XVIII Festival de Cine Fantástico -Universidad de Málaga)
– King Kong, 75 años después
Autor: VV.AA. Edición coordinada por Antonio José Navarro. Edita: Valdemar. Colección Intempestivas 021. Rústica con solapas, 14×21, 176 págs.
2009
– Las sombras del horror. Edgar Allan Poe en el cine
Autor: VV.AA. Edición coordinada por Antonio José Navarro. Edita: Valdemar. Colección Intempestivas 022. Rústica con solapas, 14×21, 272 págs.
2010
– Pesadillas en la oscuridad. El cine de terror gótico
Autor: VV.AA. Edición coordinada por Antonio José Navarro. Edita: Valdemar. Colección Intempestivas 023. Rústica con solapas, 14×21, 456 págs.
2011
– The Twilight Zone
Autor: VV.AA. Edita: ScifiWorld. Rústica con solapas, 24×17, 432 págs.
2012
– Neoculto. El libro definitivo sobre cine de culto
Autor: VV.AA. Edición coordinada por Ángel Sala y Desirée de Fez. Edita: Calamar Ediciones. Rústica con solapas, 24×17, 224 págs.
2013
– Takashi Miike. La provocación que llegó de Oriente
Autor: VV.AA. Edición coordinada por Ángel Sala y Desirée de Fez. Edita: Calamar Ediciones. Rústica con solapas, 24×17, 148 págs.
2014
– Pantalla Rasgada. Quince conversaciones con cineastas y escritores sobre sueños y cine
Autor: Desirée de Fez y Jordi Sánchez-Navarro Edita: Arkadin Ediciones. Rústica con solapas, 17×24, 272 págs.
2015
– Seven. Los pecados de David Fincher
Autor: VV.AA. Edición coordinada por Desireé de Fez. Edita: Tyrannosaurus Books. Rústica con solapas, 15×21, 205 págs.
– Taboada
Autor: VV.AA. Edita: Tyrannosaurus Books. Rústica con solapas, 15×21, 162 págs. Este libro inauguraba una colección de libros editados por la sección Brigadoon del festival y contó con la colaboración del Mórbido Fest de México.
2016
– El imperio del miedo: el cine de horror norteamericano post 11-S
Autor: Antonio José Navarro. Publica: Valdemar. Colección Intempestivas 028. Rústica con solapas, 14×21, 528 págs.
– Donde nadie ha llegado antes
Autor: VV.AA. Edición coordinada por Ángel Sala, Jordi Sánchez-Navarro y Luís M. Rosales. Publica: Tyrannosaurus Books. Rústica con solapas, 15×21, 312 págs.
– Red Planet Marx: la conquista soviética del espacio
Autor: VV.AA. Edición coordinada por Ángel Sala, Desirée de Fez y Luís M. Rosales. Publica: Tyrannosaurus Books. Rústica con solapas, 15×21, 147 págs.
2017
– 50 Sitges. 50 festival internacional de Cinema Fantastic de Catalunya
Autor: VV.AA. Edita: Fundació Sitges. Tapa dura sin sobrecubierta, 241 págs.
2018
– Michele Soavi. Cineasta de lo macabro
Autor: VV.AA. Edita: Hermenaute. Colección Janus. Edición coordinada por Diego López. Rústica con solapas, 15×21, 174 págs.
2019
– Apocalypse Domani. La década dorada de la exploitation italiana de ciencia ficción (1977-1990)
Autor: VV.AA. Edita: Hermenaute. Colección Janus. Edición coordinada por Ángel Sala. Rústica con solapas, 15×21, 260 págs.
CON EL FESTIVAL COMO ESCENARIO
Finalmente, y a modo de curiosidad, incluimos dos novelas escritas con el Festival de Sitges como telón de fondo.
– Festival de terror
Autor: Manuel Quinto. Publica: Timun Mas (1988). Rústica, 13×20, 300 págs. Publicado en edición catalana y castellana.
Sinopsis: El festival de Sitges ha comenzado. Stanley Hyde, actor de films de terror, no sabe que su vida ya ha sido puesta a precio.
– El Festival Maldito
Autor: Monica Parra Edita: Createspace Independent Publishing Platform, United States (2019) Rústica, 160 págs.
Sinopsis: La celebración de la edición número cuarenta y dos del Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges se ve alterada por las amenazas anónimas de un fanático obsesionado con el séptimo arte. Pronto la prensa se hace eco de la noticia y bautiza al desconocido autor de dichas intimidaciones como «el loco cinéfilo.»Al contrario de lo que opina Richard Sedano, director del festival, el retrato psicológico trazado por la policía caracteriza a la persona que se esconde detrás de los inquietantes mensajes como peligrosa y retorcida. Por ello, el inspector Ignacio Aguilera deberá descubrir y detener al culpable antes de que sea demasiado tarde. La clave para la resolución del caso, sorprendentemente, no procederá de su labor policial, sino de su propia hija, Cata, una gran aficionada al cine fantástico, al igual que sus amigos Eduard, Fer, Silvia y Nico.
Sitges 2019: In the tall Grass, inaugurando en el laberinto
El Festival de Sitges inauguraba su 52 edición con una producción Netflix, plataforma online que cada vez parece más vinculada al futuro del audiovisual, con la consecuente discusión sobre si sus producciones deben o no considerarse cine, controversia que tuvo su punto álgido con Roma de Alfonso Cuarón. No corresponde al espacio de este artículo desarrollar en profundidad este, sin duda fundamental, debate, pero era oportuno mencionarlo porque se diría a priori que esta nueva forma de consumo marcará nuevos modos narrativos y, sin embargo, las producciones de la plataforma siguen adscritas a la gramática clásica del cine, hasta el punto de que, en verdad, algunas de ellas (como la mencionada Roma) no podrán ser apreciadas en su justo valor si no se disfrutan en la gran pantalla. Este es también el caso de In the tall Grass. Vincenzo Natali, nos trae una obra concebida cinematográficamente, por el uso de los espacios, la puesta en escena y, sobre todo, por su lenguaje fílmico. No voy a juzgar si era la mejor opción para inaugurar el principal certamen de fantástico y terror, pero lo que está claro es que se nos brindó la mejor ocasión de poder disfrutar con propiedad el último trabajo del canadiense.
Guion adaptado. Natali parte, como materia prima, de un relato escrito a medias entre Stephen King y su hijo (Joe Hill), “cuando leí esta historia pensé que era la cosa más perturbadora que había leído. Y quería hacerlo” confiesa, pero lo cierto es que el atmosférico y asfixiante relato de King-Hill gana en manos del Natali guionista, puesto que extrae la esencia del original y la refuerza con giros propios de la narrativa de Borges, uno de cuyos títulos, El jardín de senderos que se bifurcan, se cita de forma expresa en el filme. Y es así como In the tall Grass se convierte en lo que es: una nueva revisión del lugar común del Laberinto, algo que el autor de Cube domina a la perfección desde ese su debut en 1997.
Una excusa argumental sencilla. Es la historia de dos hermanos que huyen a San Diego para afrontar el embarazo de la joven. Cuando Becky (Laysla De Oliveira) y Cal (Avery Whitted) oyen el llanto de un niño (magnífico Will Buie Jr en el papel del relevante Tobin) pidiendo ayuda, ambos se adentrarán en un gran campo de hierba alta en Kansas, donde quedarán atrapados por una fuerza siniestra que rápidamente les desorienta y les separa. La hierba alta es un lugar de extrañamiento ya en la narración original, pero a esa condición Natali le suma una paradoja temporal. No se trata, sin embargo, de viajes en el tiempo, lo que ocurre es que los personajes quedan atrapados en un laberinto que despliega sus caminos, no en el espacio como es habitual, sino en el tiempo. Es decir, aunque los veamos deambular por ese prado de altura considerablemente inusual, ellos, en realidad, están circulando en el tiempo, por eso en los recovecos que transcurren se encuentran con ellos mismos en circunstancias cambiantes y a la vez ineludibles. Esta es la materia que Natali extrae del borgiano jardín de senderos que se bifurcan, una parábola (casi una adivinanza) en la que el tema es el tiempo.
Los senderos que se bifurcan no son lo único que nos remite a Borges. El laberinto temporal encierra en su centro (que está en el centro del centro de Ámerica) una roca negra que contiene todo el conocimiento. Fácil es representárnosla como la antimateria de El Aleph, ese “punto que contiene todos los puntos del universo», porque aquí el que entra contacto con la roca obtiene la visión de todos los desenlaces y con ese saber se convierte en señor de todos los destinos y se alimentará de todos aquellos que queden atrapados por la trampa de la alta hierba. El punto omnisciente se convierte en la cinta de Natali en manifestación del terror abstracto, el mismo que admira el canadiense en la obra de Lovecraft, del horror que se desprende de la posibilidad (o no) de contemplar la eternidad. De ahí que lo podamos ver como el reverso de El Aleph porque de su epifanía no se desprende una experiencia extática sino el más profundo horror existencial.
Todo laberinto esconde su Minotauro. En In the tall Grass ese papel lo representa Ross Humboldt, padre del niño que se convierte en señuelo para la pareja protagonista, solventemente interpretado por Patrick Wilson, una presencia habitual en el género desde que James Wan le hiciera protagonizar Insidious en 2010. Ross hace las veces de guía y carcelero de esa especie de infierno que es el laberinto de hierba alta. Se granjea la simpatía de los hermanos, pero, en verdad, lo hace para obligarles a someterse a ese destino que él, como iluminado por la roca que es, conoce y administra. Es el monstruo que custodia el orden enfermizo del horror. Y Wilson en su interpretación nos hace recordar (salvando las distancias necesarias) a aquel otro “ogro” que compusiera Robert Mitchum para La Noche del cazador. Es el guardián que mantiene cerrado el bucle de la repetición, el que vigila que todo quede cerrado por el círculo.
Romper el círculo requiere el sacrificio del héroe. Una de las grandes diferencias entre el relato original y el de Natali es el lugar de la esperanza. Mientras en el texto de King-Hill nada de lo que entra sale, Natali rompe el pesimismo permitiendo que haya lugar para la salvación de la inocencia. Salvación que sólo puede darse desde la asunción de responsabilidades, el laberinto se manifiesta también como encrucijada moral, de hecho uno de los valores que lleva adscritos desde el mito fundacional minoico. Si en su centro se guarda todo el conocimiento sobre lo que ha de ser, el peso determinista de la fatalidad puede romperse mediante un acto de generosidad extrema en el que se llegue a poner el futuro de los demás por encima del propio. El sacrificio, como resolución del enigma, abre el laberinto y permite la mutación, esa fuente eterna de vida.
Natali se maneja bien con la trama y con la dosificación de la intriga que permite el buen ritmo del filme, en una entrevista en Fotogramas explicaba su truco: “Hago storyboards de todo, literalmente lo dibujo todo. Es solo mi método, pero, para bien o para mal, está todo cuidadosamente planeado y hay un aspecto musical en diseñar los planos y como funcionarán con el ritmo de la escena. Así es como lidio con ello”. Su amor por el dibujo se siente en su puesta en escena, el canadiense logra transmitirnos la asfixiante opresión del laberinto gracias a sus composiciones geométricas, dentro de un plano, pero también en la suma de ellos que supone una escena. Sus juegos de cámara son estrictamente cinematográficos y narran más todavía que los propios diálogos que se ponen en boca de los personajes. In the tall Grass, con una acogida desigual por parte del público, es una de esas cintas que nos ganan enteros cuando las repensamos. Sin duda un buen inicio para el Festival.
Sitges 2015: ‘Slow West’ y ‘Hellions’. De órbitas lejanas y fantástico
SLOW WEST (John McLean)
My name is john Ford, i make westerns. Todo el mundo conoce esta concisa autopresentación del genial cineasta, escueta y contundente. Decir Western es pensar en Jonh Ford, porque casi todas las claves del género nacen en él y los mejores personajes, también. Ford es el padre de los arquetipos, a los que capturó en memorables escenas que darían para hacer toda una tesis sobre qué es el cine. Uno de los más memorables (y de los más queridos por mí) es el tío Ethan de Centauros del desierto (me gusta mucho más el poético título en español que el original en inglés). Ethan Edwards (de otro modo, John Wayne) es el solitario, el outsider que no pertenece a ningún grupo, con cierto toque de perdedor (estuvo en la batalla de El Álamo), pero que será vital en la reconstrucción del hogar, de un hogar del que nuevamente quedará ausente porque él no puede echar raíces, sólo actuar como catalizador y luego partir (ese emocionante plano final). Elegir un sólo momento del filme es casi un sacrilegio, pero quería hacer hincapié en uno de los más emblemáticos: aquel en el que Wayne alza al vuelo a Nathalie Wood (su sobrina raptada en la ficción) y vence su primer impulso (el mejor indio es el indio muerto y ella ya es casi una india) para acabar abrazándola tiernamente. Ahí está la redención del héroe, o mejor del antihéroe, y uno de los elementos más relevantes del relato.
Encabezar un artículo sobre Slow West hablando de Ford puede inducir a pensar que hemos elevado excesivamente el listón, pero es que la película de John Maclean es fiel a los cánones del género (para algunos hasta demasiado) y Fassbender se resuelve excelentemente en la encarnación de un personaje que en otro tiempo habría sido encargado a Wayne. Por otra parte Slow West comparte con Centauros su estructura de viaje de iniciación, de camino hacia el crecimiento de los personajes, y de historia de redención (con una interesante vuelta de tuerca en su final). El título se le ajusta a la película como un guante, porque vamos a encontrarnos ante un fresco que retrata el Oeste tomándose su tiempo, como si nos condujera a cámara lenta (sin usar ese recurso, no se me asusten) hacia un entorno mitológico poblado de seres casi fantasmales. Y a esta humilde comentarista le ha venido a la mente Dead Man, el clásico de culto de Jim Jarmusch, por ese abanico de personajes extravagantes, esas charlas en campamentos surreales y esa atmósfera casi onírica que se sostiene durante todo el filme .
Slow West tiene mucho de crepuscular, pero a la vez también de amanecer, porque después de todo nuestra mirada, pese a la voz en off de Silas (Fassbender), se vuelve cómplice de la de Jay, el adolescente escocés que ha cruzado medio mundo para recuperar a su amada, encarnado por Kodi Smit-McPhee (el niño de The Road que ya no es tan niño y empieza a perfilarse como promesa). Él es el noble, por nacimiento y por actitud, que es capaz de apreciar el lado bello de las cosas, por eso ante ese desfile de los rostros y tipos que pueblan el Oeste y que, como decíamos, se presentan como en un desfile sonámbulo, sólo él conserva la esperanza en su mirar. Jay es el héroe romántico en el sentido estricto del término quien, análogamente a lo que ocurre con Alférez Cristoph Rilke (nos referimos al protagonista del relato de Rilke), convierte Slow West en una canción de amor y de muerte de la que saldremos redimidos igual que el personaje interpretado por Fassbender. Podríamos decir que Slow West es una balada a la esperanza dentro del crepúsculo, que nos reconforta llenándonos de dulce melancolía.
¿Está esta cinta realmente en la órbita del fantástico tal como se nos presenta en el Festival de Sitges? Ya no sé qué respuesta dar a esta pregunta, más que pronunciar un titubeante tal vez (por su atmósfera onírica y sus personajes sonámbulos), cada vez veo menos claro cuáles son los contornos de los géneros. Lo que sí sé es que Slow West es un buen filme que no nos deja indiferentes tras su visionado.
HELLIONS (Bruce McDonald)
Lo que comienza como otra rutinaria cinta de terror con la festividad de Halloween como escenario, termina siendo una sorprendente pesadilla lisérgica. Un ejercicio de puro terror enmarcado en el más perfecto American Gothic. Un mal viaje en el que lo de menos es su argumento, y lo primordial la atmósfera, que consigue transmitir inquietud mediante el buen manejo de diferentes elementos como el sonido, la música, y sobre todo la luz, que desde la tarde al ocaso de una luna de sangre, juega con los colores consiguiendo trasmitir una atmósfera irreal a esta pequeña pieza de artesanía.
La acción, situada tal y como se ha comentado en Halloween, está protagonizada por la joven Chloe Rose, actriz que realiza un soberbio solo de interpretación enfrentándose a los diferentes miedos que la acosarán durante tan especial noche, especialmente unos siniestros niños, pero también sangrientas visiones. El filme también cuenta con Robert Patrick, que ustedes recordarán como el frío T-1000 de Terminator 2 (Terminator 2: Judgment Day, James Cameron, 1991) y Rossif Sutherland hijo, efectivamente, de Donald Sutherland y medio hermano de Kiefer en el papel de médico. En cuanto a Bruce McDonald, su prolífico director, ya pudo disfrutarse de su talento en Sitges durante la edición de 2009, cuando se proyectó Pontypool (2008),
En Hellions se entra o no se entra, pero sin duda no dejará indiferente al espectador. Una de las piezas interesantes de puro género que se han podido ver durante esta edición del festival aunque fuera de competición y relegada a la sección Panorama Fantàstic.
Sitges 2015: bajo el signo de Seven
Pues, no, si habían pensado que este año el Festival de Sitges sería dedicado a Regreso al futuro, andaban equivocados. La organización ha querido huir de lo obvio para buscar un motivo menos trillado y que fuera, sobre todo, más acorde a las directrices que han venido definiendo las últimas ediciones. Apostando por ampliar los límites del fantástico, el Festival ha ido incluyendo en su programación cintas fronterizas con el género, especialmente thrillers que extiendan su intriga hacia un terror de nuevo cuño, a las que ha llegado a dedicar sección propia, la sección Órbita. Así, se ha decidido homenajear en esta 48 edición al filme que hizo saltar a la palestra a David Fincher (que a día de hoy es uno de los directores más consagrados). Evidentemente hablamos de Seven cuyo vigésimo aniversario se celebra este año (sí, si la viste en sus estreno, puedes confirmar que veinte años han pasado en un soplo). El segundo largometraje de Fincher abría en su momento nuevas perspectivas para la intriga policíaca, acercándola al terror con la creación de uno de los psicópatas más espeluznantes de las últimas décadas. Elegir esta cinta es toda una declaración de principios y una pista clara sobre cuales van a ser los derroteros que circulará el festival.
También el cartel diseñado por la agencia CHINA está pensado como parte de un juego de pistas que el público habrá de ir descubriendo. Tal como los personajes interpretados por Morgan Freeman y Brad Pitt tenían que ir interpretando los indicios que dejaba el asesino sobre todas sus víctimas. La primera pista sobre el cartel es que está dedicado a Seven, así que reproduce uno de los elementos más emblemáticos del filme, la caja que recibe Pitt en su impactante final. Se trata de un cartel que juega a la abstracción, en la línea transitada por Tàpies, y al minimalismo, mostrar lo mínimo para sugerir al máximo. Todo esto lo puedo contar ahora después de haber escuchado las explicaciones de su creador, Miguel Ángel Duo, porque cuando se ha desvelado en la rueda de prensa se me ha quedado cara de WTF??? Lo primero que he visto es lo que nadie ha visto, la iglesia de Sitges deconstruida cual plato de Ferràn Adrià, sólo gracias a mi compañero he comprendido que era una caja manchada de sangre. Pero no andaba yo mal encaminada porque, aunque parezca que no está, está, encontrarla es el primer reto que nos ofrece el cartel. ¿La ven ustedes? Y si la ven, ¿dónde está?
Pero el cartel no ha sido el único secreto revelado, Ángel Sala ha anunciado ya dos de las cintas que podrán verse este octubre. La primera es Knock Knock, película que han dirigido y producido un tándem de buenos amigos del Festival, Eli Roth y Nicolás López. Knock Knock tiene a Keanu Reeves, Ana de Armas y Lorenza Izzo como protagonistas en un thriller donde dos chicas jóvenes irrumpen en casa de un hombre casado para convertir su vida perfecta en un infierno. Después de Aftershock y The Green Inferno, Roth y López volverán a estar en Sitges. En la última edición del Festival, The Stranger, film dirigido por Nicolás López, resultó el primer ganador del sello de cine iberoamericano Blood Window.
El otro título anunciado se incluye en la cuota de cine de género producido en Cataluña que siempre tiene presencia en el Festival, se trata de la polémica e inquietante The Corpse of Anna Fritz, de Héctor Fernández Vicens, que ha participado en el prestigioso certamen norteamericano SXSW de Austin (Texas) y que, también estará presente en la Sección Oficial Fantàstic de Sitges 2015. Una actriz joven y famosa aparece muerta en su habitación de un hotel. Tres chicos consiguen colarse en el depósito de cadáveres para poder verla desnuda y, fascinados por su belleza, fantasean con la idea de hacerle el amor por última vez. Una historia interpretada por Alba Ribas, Cristian Valencia, Bernat Saumell y Albert Carbó.
No se han podido anticipar más pues algunas iniciarán su carrera en el certamen de Cannes y no pueden ser divulgadas antes de su premiere mundial. Otro hecho que impide asegurar más títulos es la apuesta de la organización por programar cintas de reciente creación muchas de las cuales todavía están en fase de postproducción. Una sana voluntad de estar a la última y difundir lo novísimo.
También es demasiado pronto para avanzar nombres de invitados, pero los cazadores de autógrafos ya pueden ir preparando sus materiales para conseguir la preciada firma del director de Drive. La 48ª edición del Festival reconocerá con el premio Màquina del Temps la trayectoria del director, guionista y productor danés Nicolas Winding Refn, viejo conocido del certamen.
Con 162 películas, sólo 22 de ellas a competición, esta edición promete ser heterogénea y aspira a superar a las pasadas. Una gran novedad, que desarrollaremos conforme vayamos teniendo más información, es el anuncio de una cuarta sala de proyecciones que vendrá a sumarse a las tradicionales, Prado, Retiro y Auditorio, y permitirá ajustar mejor la parrilla personal puesto que hará posible que hayan más pases de las cintas. La nueva sala estará muy, muy, cerca del Auditorio y hasta aquí podemos leer. Este será el principal cambio, aunque no el único, porque habrán modificaciones en algunas de las secciones. Así Noves Visions pierde las subdivisiones internas, se potenciará aún más Órbita y Focus Asia se convierte en sello transversal, de modo que las películas asiáticas se incluirán en las restantes secciones. Por otro lado, la sección Anima’t también fortalecerá su oferta de películas de animación, a fin de que el Festival sea referencia también en ese apartado.
Faltan aún siete meses, pero el esqueleto de la 48 edición ya está perfectamente diseñado, de modo que comienza la cuenta atrás. ¡Hay ganas!
Sitges 2014: una inauguración de estreno, Rec 4
¿Qué sería de nosotros si no existiera lo cíclico? No voy a (ni puedo) entrar en una disquisición sobre el tiempo, sólo a apuntar que, si nos percibiéramos constantemente en una fuga lineal e irrevocable del mismo hacia ese final del cual todos sabemos su qué aunque no sepamos su cómo, enloqueceríamos. Quizás sea por ello que hemos inventado sucedáneos de repetición: esos eventos que celebramos siempre en fechas idénticas de años distintos. Jalonamos con ellos nuestro camino y rellenamos con fiesta lo que bien podría ser un vacío. Fiesta es el Festival de Sitges. El certamen no es sólo una muestra de filmes más o menos relevantes, supone también, y a lo mejor sobre todo, el esperado retorno de unos días que parecen estar fuera del transcurso ordinario, unos días de locura y excesos que nos hacen sentir que nos hemos fugado del tiempo. Sitges nos hace un poco eternos.
Sitges es un anhelo y esta edición no podía haber tenido una inauguración más esperada: [Rec] 4, Apocalipsis, la cinta con la que Jaume Balagueró pone fin a la saga de terror española más celebrada de todos los tiempos. Después del interludios fallero de [Rec]3 firmada en solitario por Paco Plaza, Balagueró prometía, para su propia entrega individual, que volvería a la senda oscura inaugural. Recapitulemos un poco.
[Rec] (2007) supuso todo un hito para el género, nos enfrentaba a un terror moderno rodado modernamente, un bien aprovechado bajo presupuesto que se apuntó en la línea del hiperrealismo, del falso documental de unos hechos narrados en presente y rodados con cámaras digitales y teléfonos móviles. Su éxito se vio afirmado con el remake americano, Quarantine (2008), aunque no pasara de ser un producto desleído de segunda fila. Al mismo tiempo su final abierto había creado muchas expectativas, así que la secuela se volvió inevitable. [Rec] 2 llegaba a los cines el octubre de 2009 y la polémica quedó servida, para algunos fue decepcionante, el terror había disminuido en aras de una mayor acción, otros salimos satisfechos porque el tándem de jóvenes realizadores nos seguía pareciendo vigoroso y capaz de continuarse sin repetirse. Fue en mayo del 2010 cuando Fílmax acababa con todos los rumores sobre si habría o no continuidad: el cinco de ese mes anunciaban lo que ahora ya es historia, iba a haber no una sino dos continuaciones, la primera a modo de precuela de la mano de Paco Plaza y la última como conclusión dirigida por Balagueró. [Rec] 3 (2012) no acabó con la división del público, al contrario, para algunos era todo un soplo de aire fresco que la convertía en prácticamente mejor que la primera entrega, otros no comulgaron con el abandono de los tonos oscuros y perversos que se habían conservado en la segunda (en esta casa hicimos una crítica bastante dura, pero puedo confesarles que en el seno de esta entidad que les escribe se dio la misma división que en la platea). Así que a [Rec] 4 la esperan unas expectativas muy crecidas, todos están esperando ver si renace o no el espíritu que la hacía especial. No sabemos cómo van a reaccionar público y crítica, pero (vista dos veces) ya podemos afirmar que esas expectativas le van a ir en contra. Veamos por qué.
Última pieza del puzzle, [Rec] 4 sigue estando más centrada en la acción, al igual que la segunda parte de la que es continuación directa. Desecha teorías y orígenes (de la tercera entrega no queda más que algún guiño en el argumento), ofrece respuestas a algunas de las claves de la saga y un final un tanto abierto a pesar de que Balagueró ha jurado y perjurado que con esta cuarta entrega finaliza la saga.
La acción abandona el emblemático edificio del ensanche barcelonés y se desplaza a un barco completamente aislado en medio del mar, a fin de que la situación sea todavía más claustrofóbica si cabe y, a priori parece la intención, se agudice la impresión de terror. En ese barco nos encontramos con la heroína, Ángela Vidal (Manuela Velasco) única superviviente de lo acontecido en la finca, los dos soldados que la rescataron, Guzmán (Paco Manzanedo) y Lucas (Críspulo Cabezas) y la también única superviviente de la boda (María Alfonsa Rosso) en la que se produjo el otro brote (el guiño del que hablábamos). Su situación es de aislamiento, en principio como supuesta cuarentena, vigilados por un equipo médico; pronto descubriremos que es más bien un confinamiento, de ellos y de la tripulación del barco, casi un secuestro. ¿La finalidad? Confeccionar el antídoto contra el virus de la infección, más bien parásito a través del que el Maligno se sirve para extender su reino del mal, todo un experimento en el que estarían implicados los servicios secretos. Un fallo en la vigilancia hace que se reproduzca la infección en el barco. El equipo médico, y su escolta, hacen las veces de villanos, de antagonistas, aunque tal vez no lo sean tanto como revelarán los giros de guión.
[Rec] 4 no nos ofrece un ejercicio de terror puro, no hay ninguna potencia, sobrenatural o no, que lo cree, nos conduce más bien hacia el pánico que se desata en los protagonistas de los survivals el cual provocará en el público intriga y tensión. Los espectadores se sienten más interesados en ir siguiendo los intrincados hilos de la trama (aunque esta sea siempre un MacGuffin) que en buscar un posible sentido más profundo que se oculte tras ella. Insistimos, la última cinta de Balagueró es una intriga de acción (thriller si lo prefieren) con algunos apuntes gore para satisfacer a la platea (ese motor de lancha que tritura infectados y que viene a ocupar el lugar de la canónica sierra mecánica). El cineasta renuncia en esta entrega totalmente al found footage, todo está narrado en cámara objetiva perfectamente anclada, a lo que no renuncia es a los planos cortos y el montaje acelerado que se ha venido a convertir en estándar al menos ( si no antes) desde los 28 días después (2002) de Danny Boyle. Para los que amamos la narrativa clásica (hace poco nos relamíamos de nuevo con La noche del cazador) esta planificación y montaje representan un hándicap, aunque reconocemos que es un buen recurso para desatar la adrenalina, lamentamos que no se le dé fisicidad plástica a las escenas. Todo se vuelve oscuro y confuso, e incluso los excelentes efectos de maquillaje quedan deslucidos. Claustrofóbica resulta, pero también opaca. No se ocupa de mostrar sino que busca impactar, y lo consigue, pero quizás el segmento del público que se ha de ver complacido por esa narrativa le pediría más carnaza.
Aunque sea una obra propia, casi parece que Balagueró la haya emprendido como un encargo, tal vez porque más que una necesidad de contar le mueve el compromiso con la productora y los fans. No es una cinta mediocre, pero se queda en correcta porque le falta alma. Tiene sin duda méritos, por su ritmo mantiene el interés durante su metraje con suficientes momentos climáticos para que no haya declives. Los actores están convincentes en sus interpretaciones y los personajes no están mal trazados (aunque el «mad» doctor sea un poco esquemático). Entre los que se incorporan en esta entrega hay que destacar a Nic (Ismael Fritschi) el radiotelegrafista de la tripulación, experto en informática y hacker ocasional (entra en el sistema cerrado de cámaras para poder ver a su admirada Ángela Vidal), sus conocimientos acabarán siendo fundamentales en un momento del filme.
Nic va cobrando importancia conforme avanza la película hasta llegar a compartir protagonismo con la actriz principal. Se trata de un friqui (dicho cariñosamente, claro) en el que se podrá ver reconocido el segmento del público al que se dirige el filme especialmente. Ismael Fritschi presta su encarnadura para construir un personaje que resulta un trasunto del fan: él acaba siendo pieza clave para el desenlace, del mismo modo que son los aficionados (auténticos feligreses en algunos casos) los verdaderos impulsores de la continuidad de la saga.
¿Y ese final abierto significa que habrá más? Balagueró declaraba expresamente: «no seguirá«, sino que «es un modo de que el espectador se vaya a casa con la cabeza llena de cosas e imagine posibles evoluciones de la historia«. Al respecto, recordó que «el género se caracteriza porque nunca tiene finales muy contundentes, y en eso hemos querido ser fieles«. Así que hasta aquí llegó lo que se daba. La pelota está en el tejado de los aficionados para determinar si fue complaciente o no (e incluso, si se quiere, de continuarlo mediante fan movies ¿por qué no?). De lo que no va a quedar duda es de la relevancia que supone esta saga para la historia del fantaterror patrio en la que quedará inscrita por derecho propio.
Sitges 2014: entre nuestras favoritas, Musarañas y The Voices
Deponer el gusto y buscar la objetividad debiera ser la premisa de todo crítico. Y no sólo a la hora de escribir, esa debiera ser ya la actitud en la hora de ponerse a visionar el filme. Porque los gustos son como los culos, cada uno tiene uno; son personales e intransferibles, así que de poco le va a servir al espectador saber si le ha agradado o no al comentarista. Se trataría de analizar no de emitir juicios de valor. Sin embargo, es bastante difícil olvidar el yo a la hora de entablar diálogo con el objeto y más aún de no acudir al bagaje propio para interpretar lo visto. Toda lectura acaba por ser personal porque el objeto no dice lo mismo para todos los receptores, así que hay que rebajar el presupuesto y aspirar a alcanzar únicamente el mayor grado de intersubjetividad posible en nuestras conclusiones.
Esta petición de principio podría haber precedido a cualquier comentario tecleado por nuestras manos, si lo hago expreso aquí es porque en esta ocasión traigo dos películas que figurarán siempre en nuestro listado de preferidas. Nos gustaron y por eso hubiéramos querido que figuraran en el palmarés. Para nosotros tanto Musarañas como The Voices hubieran merecido más. Y no pretendo la objetividad aquí, me conformo con dar razón de mi gusto y que algún otro pueda coincidir con él. Dicho esto, procedo.
Las musarañas viven más tiempo en cautividad que en libertad, son asustadizas y poco dadas a vivir en comunidad. Con ellas son comparadas por Carlos (Hugo Silva) Montse (Macarena Gómez) y su hermana «la niña» (Nadia de Santiago), porque las dos hermanas también viven como escondiéndose, sobre todo Montse que sufre agorafobia. La niña acaba de cumplir 18 años y Montse empieza a temer que se marche del nido dejándola todavía más aislada junto a sus fantasmas, ya que su única conexión con el mundo es su hermana pequeña. Estamos en la España de los cincuenta, una España que no acaba de despegar de su posguerra ni de recuperarse de sus traumas de guerra. Ambas hermanas son fruto de su época, la mayor es un reflejo del oscurantismo, de esa España que se ha encerrado sobre sí misma y de paso trata de clausurar a los demás, la niña quiere volar, refleja la incipiente voluntad de recuperación de un pueblo que ha sufrido mucho, pero todavía está demasiado atada al pasado. En su presentación, Musarañas parece llevarnos al drama social de la España profunda, nos hace que la emparentemos con la excelente Una vela para el diablo de Eugenio Martín. Pero la cinta avanza y habremos de cambiar de referente. Todo cambia cuando entra en escena su vecino Carlos. Carlos es un hombre todavía joven, despreocupado y poco responsable, parece estar huyendo (aunque no sabemos hasta más tarde de qué) cuando cae por las escaleras. La única puerta a la que puede llamar es a la de las hermanas y Montse habrá de hacer un esfuerzo para conseguir entrarle y darle cobijo. La presencia masculina en esa casa va a resultar todo un catalizador que hará aflorar la verdad oculta que no pasa del dintel de la puerta. El comportamiento de Montse cada vez va a ser más enfermizo y la situación va volviéndose cada vez más esperpéntica. Si comparábamos Musarañas con la película de Eugenio Martín al principio, conforme avanza la trama la reconocemos deudora del universo del Fernán Gómez de El extraño Viaje o de Siete mil días juntos. Referencias que se pueden poner en contacto pero que no agotan la ópera prima de Juanfer Andrés y Esteban Roel. En su tercer acto la película se distancia de sus precedentes y nos regala un festín de hemoglobina con ritmo envidiable que arropa todo un impacto final.
En Musarañas se dan la mano el costumbrismo, el esperpento y el humor negro para traernos un soplo de aire fresco y una mirada nueva sobre temáticas que no lo son tanto, pero que a la luz del filme cobran nuevas dimensiones. Escasas son las localizaciones de la acción: la calle vista desde la ventana (desde la mirada de Montse), el rellano, límite del territorio de la mayor de las hermanas, y el piso del que no va a salir Montse, (otro espacio es el piso del vecino, que sale en una sola escena). Un espacio limitado e interior que fuerza la pericia de los directores para construir los encuadres más certeros y los fuera de campo más efectivos. Si la labor de los directores es meritoria, magistral es la interpretación de Macarena Gómez. La actriz demuestra su capacidad para el drama sin renunciar a la vis cómica a la que debe su popularidad televisiva; combinando ambos registros construye un personaje con alma, lleno de matices que despierta ternura incluso cuando se hunde en la espiral de desquiciamiento que conduce al turbulento y sangriento final. La Montse de Macarena es un ser a la vez fuerte y desvalido, con una sensualidad reprimida y un pasado que no deja de torturarla, la actriz le comunica al personaje un perfil psicológico complejo que será el motor de toda la trama, sabe convertirse en el epicentro de la acción sin caer en ningún momento en el hsitrionismo. Posiblemente sea su mejor papel y su mejor interpretación.
En el apartado actoral, Macarena está bien acompañada por Hugo Silva y Nadia de Santiago, pero nuevamente es Luis Tosar el que llena con su presencia la pantalla en las contadas ocasiones que entra en acción. Luis Tosar interpreta al padre «desaparecido» de Montse al que ésta, sin embargo, ve como aparición (alucinación, si se prefiere); funciona en ella como voz de la conciencia (semejante al caso de la serie Dexter), una conciencia que la reprende y casi ridiculiza en sus intentos por cambiar su situación. Es este personaje el que introduce muchas de las notas cómicas del filme. Pese a lo opresivo de la situación que se plantea, Juanfer Andrés y Esteban Roel saben dar a la cinta un clima ágil y distendido, la película se hizo con el fervor del público que se deshizo en aplausos tras la proyección vespertina. Al final no obtuvo ningún premio, pero seguramente va a ser de las más recordadas. Esperamos que el público general (el de Sitges no deja de ser el target más específico al que va dedicada) la acoja con el mismo entusiasmo y llegue a ser el éxito de taquilla que deseamos para esta producción de Álex de la Iglesia.
Recordaré siempre la frase de un amigo al salir del pase de Musarañas que afirmaba que había que darle un premio ya sin esperar el resto del festival. Con la misma sensación de que había que galardonar la película recién vista, salimos del Retiro tras ver The Voices. La última cinta de Marjane Satrapi (que no procede de un cómic de la autora) nos arrebató por su habilidad a la hora de mezclar diversos ingredientes narrativos (fantasía, comedia, drama y hasta musical) y conseguir un filme redondo (o casi) en el que el retrato de un psychokiller no conduce al terror sino a un universo fantástico donde hasta las mascotas hablan.
Ryan Reynolds es Jerry Hickfang, mozo de almacén en una empresa de recambios sanitarios. Es un chico especial, siempre de buen humor y con un halo de ingenuidad extrema, casi demasiado extrema. Vive solo en compañía de sus mascotas, un perro, Bosco, y un gato, Mr. Whiskers, y está enamorado de Fiona (Gemma Arterton), que trabaja en el departamento de contabilidad. Todo parece dispuesto para que se nos cuente una historia romántica en la que el chico ha de conquistar a la chica que de entrada tiene reparos hacia él. Pero no, Satrapi (que debutó adaptando su cómic en Persépolis) nos tiene preparada toda una caja de sorpresas. Y no por el giro que toman los acontecimientos cuando de forma accidental Jerry acaba con la vida de Fiona, giro que hará que lo que parecía una comedia romántica pase a entrar en el slasher, porque hasta ahí tampoco habría habido novedad. Lo que hace especial The Voices es el tono narrativo que va a elegir la iraní para desarrollar la trama. De entrada las mascotas de Jerry hablan, jugando a ser su particular demonio que le impele a profundizar en el mal (el minino) y su ángel portavoz de la conciencia (el perro); y no serán las únicas voces, también las asesinadas tienen mucho que decir a la hora de aprobar o afear la conducta del joven. Lo que podía haber sido una historia de psychokillers al uso, se convierte en un jolgorio fantástico y colorido.
El color tiene valor narrativo en la película de Satrapi, es un medio para sumergirnos en el desdoblamiento esquizofrénico del protagonista. La realidad es que el entorno de Jerry es gris, además de su trastorno psicótico, padece todo un síndrome de Diógenes que le lleva a vivir rodeado de mugre y descomposición, nada mantiene equilibrio en su verdadero mundo (lo descubrimos a través de terceras miradas). En verdad, el estado psicótico libra al protagonista de ver lo sórdido de su situación. La iraní ofrece un retrato empático del psicópata para hacernos ver el drama de la locura, su retrato bizarro es más efectivo para ello que el habitual tono dramático. Maestra en el arte de la viñeta, usa la paleta cromática para hacernos entrar en la visión deformada del enfermo sin emitir juicios de valor sancionadores.
En The Voices la autora de Persépolis (que por primera vez parte de un guión ajeno) juega a reinterpretar claves del género demostrando su capacidad para entonar una voz personal y propia. Si el asesino múltiple nos ha llegado siempre desde el prisma del terror, Satrapi lo desplaza al fantástico, añadiéndole gotas de comedia gamberra, desde un humor que no es negro sino multicolor, y no dudando en acercarlo al musical, muy meritorias y desternillantes son las coreografías que abren y cierran la cinta (y no son los únicos números musicales que contiene). Supone todo un cambio de registro respecto a Pollo con ciruelas la última película suya que hemos podido ver en España, pero no abandona, sin embargo, el aura mágica que ha impregnado muchas de sus historias. A conseguir esa magia contribuye grandemente el trabajo actoral de Ryan Reynolds, el actor está sobresaliente tanto en la composición del amable e ingenuo piscópata, como en el trabajo con la voz, él es quien dobla tanto al bonachón Bosco (la voz de la conciencia) como al quisquilloso Mr. Whiskers (la pulsión asesina).
Por su originalidad, por su alucinado bizarrismo y su personal retrato de la locura, The Voices se contará siempre entre nuestras películas favoritas, aunque seamos conscientes de que es un plato que no se va a adaptar a todos los paladares. Aquí somos amantes de los productos inclasificables y siempre estamos dispuestos a romper una lanza por ellos.
Sitges 2014, licántropos en el festival, Late Phases y Der Samurai
Contra el orden regular de la naturaleza se erige el monstruo. Como sustantivo deriva del vocablo latino ‘monstrum‘, con un significado inquietante: ‘aviso de los dioses’; el monstruo advierte de lo sobrenatural. Ahora bien, el monstruo no sólo muestra a, también es mostrado por el hombre para otros hombres con la finalidad de conjurar los miedos. El monstruo causa espanto y el espanto aviva la prudencia. Adversarios por excelencia de los héroes, nos repelen, y, sin embargo, también nos atraen; lo explicaba ya Friederich Schiller en Del arte trágico (1792): “es un fenómeno general en nuestra naturaleza que lo que es triste, terrible y hasta horrendo nos atrae con una fascinación irresistible; que las escenas de dolor y de terror nos repelen y nos atraen con la misma fuerza.” Es la atracción por lo desmesurado, por aquello que rompe con los límites e invita a la transgresión. Por lo sublime. En el monstruo se refleja también, pues, nuestra voluntad de contravenir nuestra condición finita y mortal, nuestra necesidad de asaltar el cielo y pensarnos dioses.
Máscaras de inmortalidad, los monstruos han poblado nuestras lecturas del mundo, primero en el mito, en la literatura después y en el cine más tarde. Su figura se ha convertido en ítem clásico de nuestro imaginario fantástico. Es por eso que cada año se dan cita en el Festival de Sitges un buen número de ellos. Desde los más modernos, zombies, asesinos seriales, a los más tradicionales como son los vampiros o los hombres lobo. En el licántropo nos vamos a entretener. El lobisón es probablemente la criatura legendaria que está presente en más culturas, hombre bestia, a través de él nos contamos el poder de los instintos y la necesidad de controlarlos. La naturaleza como mal frente a lo civilizado humano como bien, esa es la premisa que subyace en su articulación, pero estableciendo que esa naturaleza está también en la esencia de lo humano. Así el licántropo es manifestación del bifrontismo de nuestra especie. Leyenda arcana, el cine es el que ha armado los rasgos con los que nos lo representamos revitalizando el mito (poco presente en la literatura) y manteniendo su popularidad hasta nuestros días. A lo largo de la historia del séptimo arte se han dado diferentes versiones sobre la licantropía desde las más románticas (el hombre que se transforma en lobo está afectado por una maldición y sólo se librará de ella si se le da muerte por amor, Waldemar Daninsky por excelencia) hasta las más brutales (Un hombre lobo americano en Londres, la saga Aullidos iniciada por Joe Dante como ejemplos), pero el cine no ha agotado aún las representaciones sigue siendo posible acercarse al mito y darle una nueva interpretación. Muestra de ello son las desiguales Late Phases y Der Samurai, más convencional la primera, más particular la segunda.
Late Phases es el primer largometraje de Adrián García Bogliano rodado en inglés, el autor argentino nacido en Madrid debuta en el mercado de EE.UU. con este filme de hombres lobo. Esta vez no ha estado al cargo del guión sino que ha partido del trabajo de Eric Stolze (escritor del Under the Bed de Steven C. Miller), de ahí que pueda ser considerada como la más impersonal de sus obras. Pero impersonal no significa despreciable, Bogliano ha sabido trabajar como buen artesano y aprovechar los recursos con los que ha contado, superiores a sus anteriores producciones pero lejos de ser desorbitados.
El filme nos enfrenta de entrada a la vejez, esa última fase de la vida en la que se nos considera casi incapacitados para cuidar de nosotros mismos, a veces incluso poco menos que una carga para los demás. Probablemente así vea Will (Ethan Embry) a su padre Ambrose ( Nick Damici) militar retirado ciego, excombatiente de Vietnam, al que prácticamente obliga a vivir en Crescent Bay un barrio residencial, vigilado e idílico en apariencia, donde viven sólo ancianos. Pronto descubrimos que no es tan paradisíaco, la promesa de tranquilidad desaparece cuando unas criaturas extrañas atacan el complejo. Los ataques coinciden con la luna llena y no son los primeros que han tenido lugar. Nuestro veterano de guerra, tocado por todos los estigmas que asociamos a tal figura (amargado, casi borde, pero con un punto entrañable), va a ser el que se les enfrente. Sus deducciones apuntan a que se trata de unas criaturas enormes, demasiado grandes para ser alimañas, la coincidencia con la luna llena (la última fase de la luna) le hace sospechar que se trata de licántropos. Ambrose confirmará sus sospechas, desvelará la identidad (previsible) del hombre lobo, y acabará con las criaturas en un tercer acto en el que se saca todo el jugo a unos efectos voluntariamente artesanales, con transformaciones propias de la vieja escuela orquestadas por Robert Kurtzam.
Adrián García Bogliano es un autor que va madurando con cada nuevo filme, lejos de encorsetarse, a lo largo de su obra ha ido recorriendo los distintos subgéneros del terror y los ha ido abordando, además, desde diversas narrativas y estilos cinematográficos. Late Phases supone su incursión en el terreno de las monster movies, de la que cabe destacar su elección de un personaje central atípico en este tipo de películas, su protagonista es un anciano que se revela todo un héroe otoñal, un sosias del Eastwood actual metido a cazador de licántropos. Esto permite darle a la cinta una dimensión peculiar, la caza del monstruo está puesta al servicio de la dignificación de la vejez tratada además con mucho humor (cosa esta última en la que coincide con otros retratos de personajes similares, un ejemplo sería El anciano que saltó por la ventana y se largó). Valor que quizás no sea apreciado por todos, pero que la hace ser distinta sin tener que apartarse de los estándares de los relatos licantrópicos.
La cinta del argentino no deja de tener toques peculiares, pero no tantos como para ser arriesgada. Sí lo es y mucho la propuesta de Till Kleinert, Der Samurai. Producción de bajo coste, financiada mediante crowdfunding, está ópera prima busca ser una rareza en toda la polisemia del término, extraña y singular. Su historia nos lleva a una aldea alemana que está siendo amenazada por los lobos, Jakob (Michel Diercks), jefe de la policía local, con la intención de apartar las fieras de las viviendas, deja cada día carne en el bosque. Jakob es un hombre taciturno y apocado, apenas respetado como autoridad por sus convecinos (especialmente por los jóvenes). Un día llega a comisaría un extraño paquete destinado a «Lobo Solitario», ese mismo día más tarde recibe una extraña llamada pidiéndole que lleve personalmente el paquete a una casa abandonada en el bosque. Jacob, después de finalizar la jornada, se dispone a cumplir el encargo. En la casa se encuentra con un enigmático personaje: un hombre ataviado de mujer con un vestido blanco (semejante al de una novia), él es el destinatario del paquete, que contiene una katana. A partir de ese momento empieza un juego sádico entre los dos personajes, el travestido samurai (Pit Bukowski) emprende una espiral de violencia contra el pueblo a la que trata de arrastrar a Jacob, quien se ve desbordado por la incontrolable situación.
La película aparenta a primera vista ser una historia de suspense de policía persiguiendo a psicópata asesino tocada con una estética queer. Pero es mucho más que eso. Der Samurai es toda una exploración de los impulsos reprimidos. La odisea de Jacob persiguiendo y combatiendo al travestido es un paralelismo de su autonegación, de esa contención que cree necesaria para integrarse en su medio, una sociedad pequeñoburguesa, rural y pacata (que bien pudiera trasponerse a cualquier otra sociedad occidental) en la que el diferente no es bien visto. Los atropellos del travesti semejan actos de venganza contra ese orden represor y censurador, la desinhibición airada y justiciadora. Es la rebelación de la naturaleza. El samurai es el trasunto del lobo, un lobo que como el de Caperucita representa la pulsión sexual. Personaje sin nombre, es el alter ego del propio Jacob. Si alimentando al lobo conseguía alejarlo del pueblo, del orden castrador, para liberarse de esa carga habrá de darle muerte. Matar la fiera es tanto como asumirla (todo un acto de entrega la escena final).
Conceptualmente rompedora, Der Samurai viene de la mano de una puesta en escena elegante en la que es especialmente reseñable la paleta cromática de su fotografía. La peripecia nocturna viene retratada con una luz dorada que resalta los colores haciendo cada vez más presente el rojo sangre. Esa fotografía ayuda a crear el ambiente misterioso y dramático, a la vez que (simultánea y paradojicamente) consigue la distanciación irónica que le da un áurea de exageración caricaturesca. Sin ser totalmente redonda, la propuesta de Till Kleinert es de las que nos agrada ver en un festival, pues una de las funciones de un certamen es descubrir nuevos discursos y nuevos valores.
Der Samurai es un canto a la liberación de los corsés castradores de la sociedad conservadora que nos rodea. Como dijo el propio Kleinert al presentarla, es una invitación a bailar. A bailar con lobos.
Sitges 2014: objetos malditos, Annabelle y Oculus
Si en el panorama actual del terror estamos asistiendo al renacimiento de sus manifestaciones más clásicas (casas encantadas, fantasmas, ambientes góticos… ), no podían faltar en Sitges buenos ejemplos de ello. Ejemplos que han resultado de factura y acogimiento (por parte del público) dispares. Uno de los autores que más ha contribuido a ese renacimiento es James Wan, con sus dos entregas de Insidious y, sobre todo, con The Conjuring. Es por eso que Annabelle era una de las películas que más interés había generado a priori. No en vano venía dirigida de la mano del director de fotografía de las aclamadas cintas de James Wan, John R. Leonetti, avalada por la producción del propio Wan y con el reclamo de la muñeca Annabelle (que ya tenía un papel episódico pero intenso en The Conjuring). Tal vez era esperada también porque la pediofobia, ese miedo irracional a las muñecas, es uno de los temores más extendidos. Todas esas expectativas se vieron frustradas: la película no pasó de ser una exploit desleída del subgénero y el público la despidió (en el auditorio) con la pitada más unánime. Abucheo no totalmente justo porque no deja de jugar honestamente con las claves de la serie B.
Annabelle es un producto pop que busca calar en el segmento más joven del público, terror para adolescentes como se ha puesto de manifiesto en Francia, altercados incluidos. Como tal no carece de las típicas escenas de impacto (lamentablemente desveladas casi todas en el trailer), algunos sustos bien filmados y bien coreografiados que podrían redimirla si no fuera por el exceso de ingredientes que se dan cita en su guión. Efectivamente, el argumento de Annabelle resulta complicado (que no complejo) con una sobrecarga de elementos que no acaban de tener buena resolución. En Annabelle se dan la mano sectas destructivas (con la sombra de Manson en el horizonte), asesinatos brutales (en fuera de campo), invocaciones satánicas, posesiones diabólicas y hasta inmolaciones altruistas para salvar a la protagonista. Acumulación de tópicos que acaba empañando el esperado protagonismo de la muñeca maldita, que era lo que a priori prometía este filme concebido como spin off (y a la vez especie de precuela) de The Conjuring. Y, por si fuera poco, el cóctel viene aderezado por un mensaje moralista y conservador.
En resumen, sin que pueda considerarse como despropósito, Annabelle tiene (casi)todos los números para acabar decepcionando. Mucho más redonda resulta Oculus (Mike Flanagan), aunque dividió al público en dos grupos irreconciliables: los que le dedicaron grandes, y hasta excesivos, elogios y los que prácticamente la abominaron. Entre los comentarios positivos el más exagerado fue el de un espectador que la calificó de nuevo hito del terror como en su día fuera El exorcista (William Friedkin), basando su juicio en las reacciones de pánico que había observado durante la proyección. Podemos testimoniar que parte de la platea disfrutó pasándolo verdaderamente mal, pero Oculus no pasa de ser una película efectiva que (para nosotros) tiene su mejor baza en la perspectiva narrativa bajo la que se desarrolla. Su argumento no es original (ni lo pretende): tiempo atrás, un asesinato dejó dos niños huérfanos. Las autoridades culparon al hermano, mientras que la hermana creció creyendo que el verdadero culpable fue un antiguo espejo maldito. Ahora, completamente rehabilitado y con veinte años, el hermano está listo para empezar de nuevo, pero la hermana está decidida a demostrar que fue el espejo lo que destrozó a su familia (FILMAFFINITY). No es, pues, más que una típica historia de objetos encantados que extienden su maldición a lo largo de los tiempos en la que se mezcla terror y suspense a partes iguales. No es un hito ni va a serlo. Ahora bien, sí tiene suficientes valores como para merecer ser bien considerada dentro del subgénero al que se adscribe.
Lugar común en este tipo de relatos es que los hechos terribles sucedan en dos momentos distintos del tiempo, uno pasado en el que se gesta la maldición y otro presente en el que se repite el embrujo pudiendo quedar resuelto o, al contrario, reforzado para seguir dándose. Del pasado se puede dar noticia en una secuencia inicial que funcione a modo de prólogo o mediante una serie de flashbacks; Oculus opta por lo segundo. Lo que la hace peculiar es que los flashbacks no suponen una ruptura del tiempo de narración sino que se trenzan totalmente con el presente al estar montados en paralelo y secuenciados a la par. El espectador va descubriendo a la vez el antecedente y la peripecia actual, coincidiendo, además, su descubrimiento con el del propio protagonista que va rescatando sus recuerdos mientras vuelve a pasar por situaciones parejas. Flanagan sabe desarrollar las dos tramas haciendo coincidir sus clímax y consiguiendo que la intriga se extienda por igual a ambas. Recurso que consigue por sí mismo crear la atmósfera y la tensión. Los sobresaltos no dejan de estar en un segundo plano respecto a la estratagema narrativa, pero ello no los desmerece sino que los coloca en el punto de mira exacto para que resulten efectivos y no chirríen (ni siquiera son vergonzantes las apariciones fantasmales).
Oculus confirma a su director como hábil orquestador capaz de dar un toque personal a materiales usados muchas veces antes. Y sin duda fue el mejor filme adscrito al terror clásico de los que se presentaron en la 47 edición del Festival. A tener en cuenta.
Sitges 2014: Cold in July, suspense crepuscular
Jim Mickle se está convirtiendo en una presencia habitual en Sitges desde que en la edición de 20o7 presentara su ópera prima Mulberry Street. En 2010 vino Stake Land (traducida como Vampiros del Hampa), obra con la que se dio a conocer internacionalmente. y en 2013 repetía cita con We Are What We Are, remake de la mexicana Somos lo que hay (Jorge Michel Grau), cinta que contó con sus adeptos pero que, en nuestra opinión, no estaba a la altura de la pieza de Grau. En ambas ocasiones Mickle se internaba por el camino del terror, senda que, sin embargo, abandona en su última producción, Cold in July por la que participa en la presente edición del festival. Cold in July puede ser calificada como thriller, sobre todo ahora que dicha etiqueta se ha convertido en una especie de cajón de sastre en el que se engloban películas muy dispares entre sí. En Rotten Tomatoes la califican de misterio-suspense y no faltan listados en la que se la incluye en el drama independiente. Nos preguntamos si es justa su comparecencia en un certamen que se presenta como festival de cine fantástico. Cierto es que las fronteras del fantástico se han ampliado hasta abarcar no una temática sino una forma de narrar, pero, háganse los malabares que se hagan, Cold in July no se puede incluir en el género que da carácter (o debiera dar, al menos) al festival, sobre todo cuando este se pretende principal certamen internacional de cine fantástico.
La disquisición sobre el género es pertinente a la hora de valorar su inclusión en esta 47 edición, pero no es relevante para enjuiciar su calidad. El buen cine no entiende de fronteras ni taxonomías. Y Cold in July es la obra más redonda de su autor. No sólo por su trama original sino sobre todo por su pulso a la hora de narrar. El televisivo Michael. C Hall (al que le costará desprenderse de su personaje Dexter) interpreta en esta ocasión a Richard Dane un padre de familia corriente que se convierte en héroe local al abatir a un ladrón que había allanado su domicilio. El filme se inicia como una historia de acoso y venganza, pues los Dane se verán amenazados por Russell (Sam Shepard) exconvicto padre del supuesto ladrón. Todo cambia cuando Dane descubre que la policía ha mentido sobre la identidad del asaltante. A partir de ahí la película se convierte en un relato de compañeros unidos por compartir una causa común. Y ahí es donde el filme toma carácter de naturaleza, en ese giro de guión que nos lleva a una historia de personajes extravagantes con un tratamiento igualmente extravagante de la trama.
Cold in July nos regala una galería de personajes que viene a sumarse a la colección de idiosincráticos pobladores de las narraciones de la américa rural. La película está dotada de un aura otoñal que incluso la aproxima al western crepuscular. Especial mención merece Jim Bob, interpretado por un Don Jhonson en estado de gracia; medio detective medio compinche, Jim Bob representa la amistad incondicional, la fidelidad y el código de honor entre la gente del hampa, y todo ello impregnado por la vis cómica que el actor sabe imprimirle. Aunque la historia que nos trae Mickle vaya cayendo en situaciones cada vez más sórdidas, una leve pátina de humor sobrevuela el filme, haciéndolo así todavía más atractivo. La película exhibe ante nosotros la corrupción policial, los miembros del cuerpo están más por figurar que por hacer servicio a la justicia. Paradójicamente serán los fuera de la ley (la tríada de protagonistas) quienes se encargarán de penalizar el delito, organizando la cacería y ejecución del delincuente que campa a sus anchas amparado por el programa de protección de testigos. El sistema hace la vista gorda y le deja actuar impunemente a cambio de que testifique contra un malhechor más importante; los fuera de la ley no entienden de jerarquías entre delitos, sólo entienden que el mal merece el castigo y se ocuparán de ello aun poniendo su vida en juego. Una ácida conclusión que da razón del título: el desenlace del filme es capaz de dejarnos la sangre helada en las venas.
Sitges 2014, nuevos avances de la programación
A poco más de dos meses de su inicio, la 47 edición del Festival de Sitges ya tiene confirmada el 75% de la programación y Ángel Sala ofrecía un avance ayer en su encuentro con los fans. Es voluntad del equipo organizador (y especialmente de su director) mantener una comunicación directa con el público en general y no sólo con los medios, pues el público es el que da color y calor al festival convirtiendo el evento en una auténtica fiesta. Y esa voluntad se puso de manifiesto en el tono desenfadado con el que se dirigió Sala a los asistentes al acto, pudimos ver al director del certamen más cercano y distendido, disfrutando verdaderamente de su exposición lejos del encorsetamiento que tienen los actos con la prensa y las autoridades.
En ese marco, Sala se reafirmó en su apuesta por una concepción muy abierta del género que busca no sólo lo estrictamente fantástico sino también su concomitancia con el thriller y la comedia autoparódica (por citar dos ejemplos), tendencia que viene siendo habitual en las últimas ediciones. Eso no quiere decir que el festival olvide cuál es su esencia, así se destacaba en el encuentro la nutrida presencia de filmes enmarcados en el sobrenatural subgénero de las casas encantadas (cuyo renacer actual le debe mucho a James Wan). Títulos significativos son la neozelandesa Housebound, de Gerard Johnstone; o la australiana The Babadook, de Jennifer Kent. Otro ejemplo del género, Home, de Nicholas McCarthy, también se podrá ver en el marco del Festival. Y por último, The Canal, de Ivan Kavanagh, cierra este cuarteto de títulos que harán saltar a los espectadores de la butaca con sus apariciones demoníacas.
Si las casas encantadas vuelven a tomar protagonismo, no lo pierden por ello los zombies, una de las presencias más queridas en Sitges. Durante el primer fin de semana tendrá lugar la ya habitual Zombiewalk y los maratones zombies que nos traen títulos delirantes como Dead Snow 2, de Tommy Wirkola, en la que el único superviviente de la primera parte tendrá que combatir un ejército de zombies todavía mayor. Si la obra de Wirkola mezcla nazis y zombies, otras mezclas alocadas están representadas con Goal of the Dead y Zombeavers, títulos que proponen combinaciones imposibles de zombies con futbol y castores, respectivamente. El primero se trata de un filme doble (dos partes de 70 minutos, como si fuera un partido), dirigido por Benjamin Rocher y Thierry Poiraud (responsables de La horda); el segundo parte de la conocida premisa “grupo de jóvenes, vacaciones, diversión, alcohol y sexo” que se transforma en una orgía de sangre. Y, si nos sonríe la fortuna, tal vez pueda verse Cooties niños zombies y Elijah Wood como protagonista.
No sólo de zombies viven los maratones, así, otra de las citas que más dsifruta el público es la Japan Madness donde podrá verse Torture Club dirigida por Kôta Yoshida y Live la última producción del director de Dead Sushi, Noboru Iguchi. Un thriller de supervivencia basado en una novela de Yusuke Yamada. Platillos ambos que presentan una apetitosa apariencia.
Igualmente apetecibles son algunas manifestaciones de género que se acogen a la, cada vez más tenida en cuenta por el público, sección Noves Visions. Desde Alemania llega Der Samurai, un film oscuro y ambiguo que ha sido descrito como thriller queer (el protagonista es un asesino en serie travesti), dirigido por Till Kleinert y financiado a través de micromecenazgo. El último de los nuevos títulos de esta sección confirmados ayer es The Curse of Downers Grove, película sobre los asesinatos de unos adolescentes atribuidos a una extraña maldición, dirigida por Derick Martini y coguionizada por el novelista Brett Easton Ellis, el autor de American Psycho, cuya versión cinematográfica inauguró Sitges 2000.
Sobre los invitados que acudirán al festival Ángel Sala anunciaba la presencia de Dick Miller, secundario de lujo activo desde 1955 con directores como Joe Dante, Roger Corman, James Cameron etc. El actor recibirá el homenaje del festival con ocasión de la proyeción del documental sobre su trayectoria That Guy Dick Miller, de Elijah Drenner. En lo que hace referencia a los documentales cabe destacar los dos dedicados a la productora Cannon (tan de culto para algunos) rodado uno desde el punto de vista de los fans, Electric Boogaloo: the Wild untold story of Cannon de Mark Harley (director conocido por su magnífico Machete Maidens Unleashed, documental sobre el cine de serie B filipino). Y el otro desde el punto de vista de los responsables del sello, Menahem Golan y Yoram Globus,The Gogo Boys: the inside story of Cannon. Finalmente, se adelantó también Doc of the Dead, una cinta que se ha definido como el “documental definitivo de la cultura zombie”. Dirigido por Alexander O. Philippe (The people versus George Lucas y The Life and Times of Paul the Psychic Octopus) y con las participaciones de Alex Cox, Simon Pegg, George A. Romero o Steven Scholzman, esta pieza analiza cómo el fenómeno zombie se ha popularizado en los últimos años en todo tipo de campos, como la literatura, las series o, incluso, la moda.
En Sitges 2014 tampoco faltarán los clásicos. El Festival ha confirmado la proyección de Sorcerer, el film de William Friedkin de 1977, remake de El salario del miedo, de H.G Clouzot (1953), protagonizado por Roy Scheider, Bruno Cremer, y Francisco Rabal.
Una edición, la 47, definida por su eclecticismo con títulos que cubren todo el espectro del género icluídas, como decíamos, sus concomitancias con el thriller (de los que ya hemos nombrado unos cuantos) y la comedia donde cabe destacar Premature, de Dan Beers, la historia de un estudiante de secundaria que debe revivir reiteradamente la pérdida de su virginidad como si fuera un giro alocado de Atrapado en el tiempo. Pero si algo nos quedó claro en el encuentro de ayer es que la gran favorita de Ángel Sala es la ya anunciada Under the Skin dirigida por Jonathan Glazer y protagonizada por Scarlett Johansson que fue tildada por Carlos Boyero de delirio sin gracia, pero sobre la que el director del Festival piensa que será la que más dará que hablar este Sitges. Allí estaremos para verlo y contarlo.
El film coreano ‘Han Gong-Ju’ inaugurará la sección Nuevas Visiones del Festival de Sitges
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Sitges 2013: la comedia negra dentro del festival
Si una impresión es generalizada, es la de que en las últimas ediciones han escaseado las muestras de género estricto. Así ha sido también en la presente. Ello debe de obedecer, en parte a, las nuevas lecturas y revisiones que amplían las fronteras de lo fantástico, claro ejemplo de lo cual lo teníamos en el ensayo de Ángel Sala, Profanando el sueño de los muertos. No queremos abrir aquí un debate, sólo constatar el hecho. Lo cierto es que lo que sí ha abundado es la presencia de filmes pertenecientes a géneros concomitantes, como puede ser el thriller, a veces casi policíaco, y la comedia negra. Dentro de esta última se adscriben dos de las películas más celebradas, Cheap Thrills y Big Bad Wolves.
Hemos dicho comedia negra, pero Big Bad Wolves no lo es puramente, en el caso de la cinta hebrea nos encontramos con un thriller dramático, salpicado de grandes dosis de humor negro. Mezcolanza que no todo el mundo acogió bien, sobre todo porque en el fondo nos encontrábamos ante un caso de pederastia y no todos aceptan que se frivolice sobre un tema que tanto nos sensibiliza. Nos enfrentamos a una serie de brutales asesinatos que ponen en rumbo de colisión la vida de tres hombres: el padre de la última víctima, sediento de venganza; un justiciero detective de policía que opera en los límites de la ley; y el principal sospechoso de los homicidios, un estudiante de religión arrestado y luego liberado debido a una negligencia policial (argumento extraído de Filmaffinity). Próxima en su argumento a Prisoners, se separa de la película de Denis Villeneuve por su tratamiento: si la primera hacía hincapié en el drama para explorar los límites morales de la venganza, Big Bad Wolves se apoya en la sátira para ponernos igualmente ante el mismo dilema moral, una forma más cáustica de encararnos a la dialéctica entre la ley racional y la justicia.
Considerada por Tarantino como la mejor película del 2013, se alzaba en Sitges con el premio a la mejor dirección para Aharon Keshales y Navot Papushado, viejos conocidos de los aficionados por su ópera prima, Rabies, también vista en una anterior edición (año 2010). La película arranca con una secuencia prólogo de tintes casi oníricos en la que de forma elegante se nos explica la desaparición de una niña, tras ella asistimos a un radical cambio de tono: nos trasladamos a los sótanos de una escuela donde tiene lugar el violento interrogatorio a un supuesto sospechoso practicado al margen de las ordenanzas, una violencia tiznada de comicidad en alguno de sus momentos. Así desde el arranque nos encontramos con lo que será el tono de todo el filme, esos tres hilos que se van trenzando: la violencia, el humor negro y la elegante estilización cuando se nos presenta a las pequeñas víctimas.
Aunque su carácter híbrido no haya sido disfrutado por todos, hay que reconocerle a los israelitas que han sabido huir con acierto de la corrección política para abordar temas a la par universales y de rabiosa actualidad (la pedofilia, la tortura, los límites racionales de la ley y la justicia…), a la vez que ironizar con problemas más circunscritos a la cuestión israelita como el papel del ejército o la convivencia con los palestinos. De modo que no puede decirse que Big Bad Wolves no cumpla con la dimensión crítica del cine: con su acidez y mordacidad nos golpea bien hondo, porque nos incomoda ante nosotros mismos y nos hace reflexionar sobre nuestros propios principios; y en ello es más efectiva que otras cintas más de tesis como la ya mencionada Prisoners (que es también una notable película, por supuesto). En definitiva, un filme que busca removernos y lo consigue, que nos pone sonrisas en los labios pero para sacudirnos las entrañas.
Igualmente conmocionadora resultó ser Cheap Thrills, está sí claramente comedia, pero con tintes tan negros que al final más que una sonrisa nos deja una mueca de consternación. Porque E.L. Katz en su debut ha querido abordar una de las más punzantes aristas de nuestra actualidad, el arrinconamiento contra las cuerdas de la clase media engullida por las voraces fauces de un capitalismo que juega con ellas a placer como un niño lo hace con un bibelot.
Cheap Thrills nos cuenta la peripecia de Craig (Pat Healy), trabajador y padre de familia que acaba de perder su trabajo y está a punto de perder su casa por no poder afrontar la hipoteca (¿les suena de algo el panorama?). Cuando se encuentre en el pub con un antiguo compañero de estudios (Ethan Embry), más looser que él mismo, llamarán la atención de una pareja formada por una atractiva y fría rubia (Sara Paxton) y un excéntrico hombre maduro (David Koechner) con cierto aire de mafioso. Los cuatro iniciarán un largo viaje hasta el fin de la noche en el que los dos amigos serán usados para el perverso juego que la pareja ha ideado para combatir el tedio en el aniversario de la joven. El singular acaudalado les irá proponiendo apuestas cada vez más delirantes y vejatorias hasta que la diversión de unos se convierta en la humillación y la degradación de los otros.
Una comedia punzante que va escalando poco a poco en la violencia, tan poco a poco que no sabemos en qué momento se ha convertido en un festín de sangre y horror. También es gradual la pérdida de dignidad de los dos amigos, al principio es sólo un juego de pesadas bromas, al final lo que estará en juego (valga la redundancia) es su propia persona. La premisa parece simple, ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar por dinero? pero conforme avance la trama la pregunta se convierte en otra más descarnada: ¿cuál es nuestro precio?Mediante la broma, se nos está cuestionando por cuánto estamos dispuestos a vendernos, y qué estamos dispuestos a perder por el camino. Lo que empieza como divertimento, acaba como auténtico descenso a los infiernos en el que lo peor es casi la futilidad de esos Mefistófeles que son la adinerada pareja. No actúan como lo hacen llevados por la perfidia, ni menos por el deseo de averiguar los límites del mal al modo de Sade, más bien parece que su comportamiento obedece a su saciedad, tienen todo lo material a su alcance, así que la extorsión al pobre es un mero divertimento, afanan la manipulación por la manipulación.
No es difícil ver tras la cortina del humor negro una metáfora de nuestro hoy. La crisis que padecemos todos (aunque unos más que otros) nos hace empatizar con la figura de los jugadores-perdedores y el último plano nos resulta aterrador porque en él vemos nuestra humillación como clase y la derrota de los valores en los que habíamos creído.
Sitges 2013: el renacer del vampiro, Jim Jarmusch&Neil Jordan
Cada época genera sus propios monstruos y en la nuestra el que se lleva la palma es el zombie, un revivido que cada vez más toma la forma de infectado. Sin duda, esto es así porque la figura del zombie recoge los miedos de nuestra sociedad capitalista presente en la que los temores nos llegan provocados por la propia masificación del mundo que nos convierte en individuos devorados por lo anónimo. Así el zombie es un monstruo colectivo sin un rostro definido que siembra su mal indiscriminadamente y sin conciencia.
El zombie es nuestro monstruo moderno, pero lo cierto es que empieza a fatigarnos su omnipresencia en cine y literatura, así que se ha visto como un alivio que en esta edición del Festival de Sitges haya regresado a la pantalla una figura más clásica como es la del vampiro. Un mito que ahora aparece remozado como no podía ser de otro modo después de que ya en la década de los noventa Neil Jordan lo retratara con una nueva visión en su Entrevista con el vampiro. El no muerto que se alimenta de sangre ya no es una alimaña como el Nosferatu de Murnau, ni siquiera una fiera rebosante de sexualidad como el que compuso Christopher Lee, no, ahora el vampiro está más cerca del Drácula de Bela Lugosi, todo un dandy, pero todavía más delicuescente. Como ya comentábamos a raíz de Kiss of de Damned, nos enfrentamos ahora con vampiros civilizados cuya moralidad es superior a la humana, así no es el vampiro la lacra sino los propios humanos y su degeneración.
En esta nueva interpretación del mito se inscribe sobre todo la última película de Jim Jarmusch, Only lovers left alive, pero también las vampiras de Neil Jordan en Byzantium.
En Byzantium la dulce voz de Saorise Ronnan (Lovely Bones) nos acompaña en off para adentrarnos en la delicuescencia de un relato sobre la necesidad de compartir nuestra historia para librarnos de la opresión de los secretos que no nos dejan mostrarnos como somos. Una narración mórbida y decadente sobre vampiros que necesitan amar y ser amados. Saorise es Eleanor, una eterna adolescente que convive con una eternamente joven Clara (Gemma Arterton), su madre, cada una mantiene una distinta relación con su condición vampírica: para Clara supone la fuerza de la vida eterna y se aferra a su existencia sin vacilar en vender su cuerpo para mantener a ambas y en cometer violentos crímenes para salvarse; para Eleanor supone el peso de vagar eternamente escondiendo su identidad, reniega de la violencia y se alimenta sólo de la sangre de enfermos terminales como si fuera un ángel de la dulce muerte. Huyendo de la escena de un crimen violento recalan en un ciudad vacacional costera (un lánguido Brighton) que conoció mejores épocas, allí Eleanor conocerá a Frank (Caleb Landry Jones), un adolescente enfermo de leucemia que va a cambiar el rumbo de sus vidas.
La historia de ambas mujeres es contada mediante acertados flashbacks en dos épocas distintas, el presente y el momento pasado en el que accedieron a su condición de vampiro. De gran poderío visual gracias a la fotografía de Sean Bobbitt, la película de Jordan se nos presenta como una reflexión sobre el instinto de supervivencia, la identidad y la necesidad de amar y ser amados. Todo ello enmarcado además dentro de una consideración sobre la condición femenina desde la modernidad hasta nuestros días: subyugadas y perseguidas en un mundo de hombres, ellas encuentran al final el modo de afirmarse y liberarse de su maldición.
Con un tono intimista y reflexivo, Bizantium se degusta como un plato delicado de aroma agridulce, entre la melancolía y la esperanza. A destacar, junto a la interpretación de sus protagonistas, la belleza de esa cascada sanguínea que llena la pantalla en cada conversión y todo el trabajo de fotografía y cromatismo. En lo negativo, si hay que ponerle algún pero, estaría su final un tanto precipitado y demasiado rosa para un cuento cuya tonalidad se pinta con la amplia gama de los fríos grises y azules.
Con un tono todavía más crepuscular nos llega la incursión de Jim Jarmusch en el género vampírico. Un filme totalmente nocturno que nos cuenta la historia de Adam y Eve (nombres fundacionales donde los haya) dos vampiros amantes que deciden reencontrarse (él está en Detroit, ella en Tánger) para afrontar la enorme depresión que le produce a Adam la decadencia de nuestro tiempo. Only lovers left alive es una película hipnótica que nos regala algo más de dos horas de disertaciones existenciales sobre nuestra condición en el mundo.
Adam (Tom Hiddleston) y Eve (elegantísima Tilda Swinton) , igual que los inmortales de Borges habían sido todos y cada uno de los hombres, llevan deambulando durante siglos, han conocido todas las épocas y han aquilatado toda la cultura de aquellas que fueron más doradas que la presente. Son pedantes, en el buen sentido del término, porque han atesorado el acervo cultural de siglos, ahora viven aislados de un mundo que ya no entiende la delicadeza, contaminado por enfermedades más morales que corporales, y en la que los hombres actúan masificados como auténticos zombies. La humanidad está podrida y a la pareja protagonista no le queda otra que refugiarse en su propio mundo cerrado y marginal, donde se entregan a la música, la literatura, la ciencia y el arte en general.
Adam y Eve son vampiros refinados, degustan la sangre no contaminada (cada vez más difícil de encontrar) en vasos de cristal de Murano, rojo elemento que consiguen en bancos de sangre porque la que corre por la venas es cada vez más insalubre y porque ellos ya no son alimañas, las alimañas son los humanos. Frente a ellos contrasta la figura de Ava (Mia Wasikowska), hermana de Eve, quien (como ocurría en Kiss of de damned) todavía se alimenta asaltando humanos y pone en peligro a los protagonistas. Este personaje al que podríamos, clasificar de inadaptado dentro de los inadaptados, sirve al relato como motor de la acción, pues por su causa la pareja tendrá que darse a la fuga. Una fuga que les llevará al límite donde acabaremos descubriendo que sólo el amor nos permite dignificarnos y vivir.
Sitges 2013: Reposiciones de lujo, El desierto de los tártaros
Algunos echamos de menos la sección retrospectiva del festival, la primera que fue sacrificada por la crisis, por eso no nos perdemos las pocas ocasiones que se nos brindan para volver a degustar a los clásicos. Este año se ha podido revisitar alguno de los títulos célebres de Miike, El mago de Oz de Victor Fleming (remozado en 3D) y El desierto de los tártaros en el aniversario de la sección Seven Chances.
Corría todavía la década de los ochenta cuando conocí la obra de Dino Buzzati, desde entonces El desierto de los tártaros ha sido uno de mis libros de cabecera y no he dudado en recomendarlo y compartirlo. Inspirado por su vivencia en la redacción del Corriere della Sera , Buzzati desarrollo una prosa caracterizada por la exposición de realidades laberínticas parejas a aquellas otras de Franz Kafka. En su novela de 1940 nos enfrenta mediante la metáfora (casi alegoría) a nuestra condición humana escindida de la naturaleza con la que el diálogo es imposible. Giovanni Drogo, el protagonista, es una máscara del antihéroe propio del Siglo XX, siempre abocado al límite imposible de alcanzar y conocer. La fortaleza Bastiani es toda una representación de nuestra ubicación en el mundo burocratizado de la modernidad (y de la postmodernidad porque no han cambiado demasiado las cosas), sus pasillos inacabables emulan a los enrevesados vericuetos por los que se enreda, más que circula, la información, laberinto que hace invisible el centro y deja nuestra acción sin sentido. De la mano de Buzzati nos adentramos en un paisaje propio de la paleta de De Chirico y comprendemos que somos seres fronterizos condenados a la orfandad respecto al núcleo y a pasar nuestra vida sin encontrar la dirección de nuestra espera. No habrá acontecimiento revelador del sentido de nuestra existencia, o, en el mejor de los casos, si se llega a dar será demasiado tarde para nosotros.
La novela de Buzzati, por sus características y su trasfondo, es una de esas piezas que se nos antojan difíciles de adaptar al lenguaje audiovisual, porque más que acción hay espera, vida suspendida y tedio ante el absurdo, pero Valerio Zurlini salva esas dificultades con éxito y logra recoger esa atmósfera de absurdo existencial sin que su filme resulte carente de tensión dramática.
Valerio Zurlini perteneció a esa generación de directores italianos que siguió al neorrealismo y que dio nombres como Antonioni o Pasolini. Menos conocido que sus compañeros, Zurlini fue un indagador del drama individual y un analista de los sentimientos, su cine está cargado de sensibilidad y es un nombre a reivindicar. Con su adaptación de El desierto de los tártaros entró con letras mayúsculas en la historia del cine. Para la película homónima de la novela, contó con lo mejor del elenco europeo, tanto en el terreno técnico como en el artístico, y consiguió una de esas piezas sublimes a las que seguimos dándoles vueltas mucho después de haberlas visionado.
Incomprendida por el público en su estreno, El desierto de los tártaros es considerada hoy como la mejor pieza de Zurlini. Se trata de un trabajo casi pictórico en el que apenas hay movimientos de cámara y en el que cada encuadre es todo un texto visual. Planos pausados y preciosistas (a destacar el excelente trabajo de Luciano Tovoli en la dirección de fotografía) que transmiten el espíritu de la novela, esa sensación de sinsentido y de tensa espera de una acción capaz de justificar nuestra existencia se logra en la película gracias al tempo pausado que le imprime la puesta en escena. También el cromatismo (que se pudo gozar en Sitges en su plenitud gracias a la reciente restauración a 4K) contribuye a recrear la atmósfera del relato, tonos nítidos y luminosos en los que se destaca aún más el absurdo de la inactividad. Y la música de Ennio Morricone agudiza aún más la melancolía de la situación.
Si acendrada es la puesta en escena, El desierto de los tártaros es también un filme que reposa en las matizadas actuaciones de sus intérpretes. Zurlini contó con grandes figuras de la escena europea para su trabajo, así nos encontramos con Jacques Perrin en el papel de Giovanni Drogo que nos compone un protagonista sólido a través del que se expresa el extrañamiento humano ante un mundo abocado al límite y para el que la acción llegará demasiado tarde como antihéroe que es. Junto a él destaca Max von Sydow en el papel del capitán Hortiz, Paco Rabal encarnando al sargento Tronk, Fernando Rey interpretando al Coronel Nathanson (el único que ha entrado en combate y ha quedado paralizado, todo un símbolo de la imposibilidad de seguir actuando en el presente) y Vittorio Gassman como el oficial al mando de la Fortaleza Bastiani, elegante aristócrata que sabe llevar su pertenencia al pasado y su jovial resignación ante un presente que ya no le contiene . Todos ellos bordan unos papeles que tienen más de símbolo que de individuo, a los que saben darle el dramatismo y perfil psicológico justo.
El desierto de los tártaros es en suma una película elegante y melancólica que se disfruta como la experiencia artística que es. Todo un ejercicio de reflexión y goce estético.
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