Sorprendentes novedades sobre la muerte de Paul Naschy
De un tiempo a esta parte, desde Proyecto Naschy hemos evitado hacer artículos sobre defunciones de actores o directores o, en general, personas apreciadas por los fanáticos del cine de terror y en general del cine. Tuvimos que poner una buena cantidad se obituarios seguidos y, la verdad, decidimos dejar de publicarlos. Siempre estarán vivos para nosotros. Pero al leer esta noticia nos hemos llenado de indignación. Primero por la persona a la que se refiere, pero a continuación porque todos estamos expuestos, bueno, todos no, ya que los que hacen los recortes son, precisamente, los que tienen acceso a la medicina privada. Me ha indignado leer esto y hemos decidido compartir desde este blog esta noticia íntegra tal y como se publica en El Mundo (enlace que incluímos al final para que puedan ver el valiente video en el que la viuda de Jacinto Molina, Elvira Primavera, explica lo sucedido. Desde aquí el apoyo a la familia de Jacinto Molia y a todos los que tenemos familiares con problemas de salud. Que somos o seremos casi todos.
LA MUERTE POR NEGLIGENCIA DE PAUL NASCHY, EL MÍTICO HOMBRE LOBO ESPAÑOL
- Condenado a pagar 43.682 euros un urólogo por no hacerle la biopsia que le hubiera detectado el cáncer de próstata que a la postre le mató
Quico Alsedo | Daniel Izeddin (vídeo) | Madrid
Ni el Conde Drácula, ni La Momia, ni el Jorobado de Notre Dame… Ni siquiera el mismísimo Quentin Tarantino –uno de sus fans más ilustres– pudo, en vida, con Jacinto Molina, de nombre artístico Paul Naschy, un tipo fuerte, mental y físicamente: además de pionero del cine español, fue campeón de España de halterofilia allá por 1958.
Hasta que el mítico Hombre-Lobo español, una estrella que levantaba pasiones incluso en Hollywood, se puso en manos del urólogo M.H.K. Naschy comenzó a visitarle en 2003, y en 2006 empezó a tener niveles analíticos inusuales en su próstata.
El médico, no obstante, se negó a hacerle la prueba más recurrente, una simple biopsia: «La próstata es grande, eso es todo», repitió como un mantra, dice la familia. Tan grande que en 2009 tuvo que quitársela. Por pura inercia, mandó los restos a analizar. Naschy estaba ya invadido de metástasis. Duró apenas unos meses más. Murió, a los 75 años de edad, entre dolores «insoportables», explica, serena, su viuda, Elvira.
Un juzgado madrileño acaba de condenar al urólogo, que trabajaba entonces en la Clínica La Milagrosa, a pagar 43.682 euros a la familia del actor por no haberle realizado «pruebas imprescindibles» para su diagnóstico. No se puede asegurar que la biopsia de marras le hubiera salvado, pero las posibilidades de un tratamiento exitoso habrían sido altas en todo caso. El médico, cuenta la viuda, se negó en redondo a hacerla, «y eso que le dijimos que no escatimara en nada». La sentencia es firme.
Ni siquiera la intervención de un singular fan, oncólogo español en el prestigioso hospital Monte Sinaí de Nueva York, sirvió de mucho: «Quería comprar una escultura del hombre lobo firmada por Paul, y cuando le contaron que estaba enfermo ofreció todo: asesoramiento a los médicos españoles, terapias… Pero nada resultó».
A Elvira le quedó, después de la muerte «sufriendo mucho» de Jacinto, un magro consuelo: «Cuando falleció, el oncólogo me estuvo llamando durante un tiempo, pero yo no tenía fuerza para contestarle. Al final, pude hacerlo, y me dijo: ‘Elvira, después de lo de tu marido, le hago biopsias a todo el mundo’. Le dije: ‘Mira, pues me das una alegría, al menos lo que sufrió él ha servido para algo’».
«Me he decidido a denunciar esta situación», zanja la mujer, «porque mis hijos y yo hemos pasado unos años muy malos, muy malos, sufriendo mucho… Veíamos a ese hombrón tan fuerte, que no se le ponía nada por delante, que nunca se apagaba, totalmente destruido, hundido…Por una prueba completamente rutinaria», cuenta con una paradójica tranquilidad.
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/10/02/madrid/1380744855.html
Cuando mi madre enfermó, la doctora de cabecera no quiso venir porque decía que era perder el tiempo. Nadie la quiso atender incluso nos trataron mal en el hospital de Sant Joan de Reus.
Eso es muy habitual en esta España de pandereta que padecemos.
No me extraña nada la noticia pero cuanta gente vivirá una experiencia similar.
En agosto de 2006 tuve un infarto que me dejó frito, acudí a un centro médico. Les conté lo que había pasado, me miraron con cara extraña y me dieron un recordatorio para el médico de cabecera-
el infarto lo tuve a las siete de la mañana y me atendieron a las dos del mediodía.
Tuve dos infartos más en menos de veinticuatro horas. Aún no entiendo cómo sobreviví.
Por cierto. Me dieron un año de vida en 2005 y llevo vivo ocho. En fin.
Por lo que respecta al caso de este post, muy lamentable pero hace muchos años que las negligencias son denunciadas. Recuerdo el caso del actor Jorge Rigaud que murió en una camilla de un hospital sin que nadie le atendiera.
Bueno, tampoco he querido centrarlo en el amigo Paul, aunque en mi caso le tengo especial cariño. Pero es un caso relevante y me parece perfecto que sirva como denuncia y, ganada en tribunales, espero. Mi padre (que no era ni Jorge Rigaud ni Jacinto Molina) o sea que no quiero dar categorías a los fallecidos, murió muy, muy posiblemente por una negligencia y no les cuento las incidencias porque, en fin, fliparían. Pero en su caso ya la cosa, aunque le quedaban meses, estaba cantada así que…casi que mejor para todos, era un bon vivant de buen estómago y mejor no haber visto como se iba difuminando poco a poco. Así que mejor, sobre todo para él (pero también para nosotros). Pero en el caso de Naschy, me llega por el tema de que, vaya, que lástima, posiblemente habría vivido varios años mas y seguro que no habría parado de hacer cosillas, ya fueran malas o buenas pero cosas. Yo al Sr. Molina le tengo mucha simpatía y admiración. En fín y estas cosas me saben muy mal. Tengo un libro firmado un mes antes de fallecer, con la dedicatoria escrita con letra temblorosa. Sabe mal y si encima es por negligencia…
Lo dicho saludos a todos los que hemos pasado por estas historias. Que nadie se libra.