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Sitges 2015: ‘Slow West’ y ‘Hellions’. De órbitas lejanas y fantástico

15 octubre 2015 Deja un comentario

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SLOW WEST (John McLean)

My name is john Ford, i make westerns.  Todo el mundo conoce esta concisa autopresentación del genial cineasta, escueta y contundente. Decir Western es pensar en Jonh Ford, porque casi todas las claves del género nacen en él y los mejores personajes, también. Ford es el padre de los arquetipos, a los que capturó en Slow-Westmemorables escenas que darían para hacer toda una tesis sobre qué es el cine. Uno de los más memorables (y de los más queridos por mí) es el tío Ethan de Centauros del desierto (me gusta mucho más el poético título en español que el original en inglés). Ethan Edwards (de otro modo, John Wayne) es el solitario, el outsider que no pertenece a ningún grupo, con cierto toque de perdedor (estuvo en la batalla de El Álamo), pero que será vital en la reconstrucción del hogar, de un hogar del que nuevamente quedará ausente porque él no puede echar raíces, sólo actuar como catalizador y luego partir (ese emocionante plano final). Elegir un sólo momento del filme es casi un sacrilegio, pero quería hacer hincapié en uno de los más emblemáticos: aquel en el que Wayne alza al vuelo a Nathalie Wood (su sobrina raptada en la ficción) y vence su primer impulso (el mejor indio es el indio muerto y ella ya es casi una india) para acabar abrazándola tiernamente. Ahí está la redención del héroe, o mejor del antihéroe, y uno de los elementos más relevantes del relato.

Encabezar un artículo sobre Slow West hablando de Ford puede inducir a pensar que hemos elevado excesivamente el listón, pero es que la película de John Maclean es fiel a los cánones del género (para algunos hasta demasiado) y Fassbender se resuelve excelentemente en la encarnación de un personaje que en otro tiempo habría sido encargado a Wayne. Por otra parte Slow West comparte con Centauros su estructura de viaje de iniciación, de camino hacia el crecimiento de los personajes, y de historia de redención (con una interesante vuelta de tuerca en su final). El título se le 740full-slow-west-posterajusta a la película como un guante, porque vamos a encontrarnos ante un fresco que retrata el Oeste tomándose su tiempo, como si nos condujera a cámara lenta (sin usar ese recurso, no se me asusten) hacia un entorno mitológico poblado de seres casi fantasmales. Y a esta humilde comentarista le ha venido a la mente Dead Man, el clásico de culto de Jim Jarmusch, por ese abanico de personajes extravagantes, esas charlas en campamentos surreales y esa atmósfera casi onírica que se sostiene durante todo el filme .

Slow West tiene mucho de crepuscular, pero a la vez también de amanecer, porque después de todo nuestra mirada, pese a la voz en off de Silas (Fassbender), se vuelve cómplice de la de Jay, el adolescente escocés que ha cruzado medio mundo para recuperar a su amada, encarnado por Kodi Smit-McPhee (el niño de The Road que ya no es tan niño y empieza a perfilarse como promesa). Él es el noble, por nacimiento y por actitud, que es capaz de apreciar el lado bello de las cosas, por eso ante ese desfile de los rostros y tipos que pueblan el Oeste y que, como decíamos, se presentan como en un desfile sonámbulo, sólo él conserva la esperanza en su mirar. Jay es el héroe romántico en el sentido estricto del término quien, análogamente a lo que ocurre con Alférez Cristoph Rilke (nos referimos al protagonista del relato de Rilke),  convierte Slow West en una canción de amor y de muerte de la que saldremos redimidos igual que el personaje interpretado por Fassbender. Podríamos decir que Slow West es una balada a la esperanza dentro del crepúsculo, que nos reconforta llenándonos de dulce melancolía.

¿Está esta cinta realmente en la órbita del fantástico tal como se nos presenta en el Festival de Sitges? Ya no sé qué respuesta dar a esta pregunta, más que pronunciar un titubeante tal vez (por su atmósfera onírica y sus personajes sonámbulos), cada vez veo menos claro cuáles son los contornos de los géneros. Lo que sí sé es que Slow West es un buen filme que no nos deja indiferentes tras su visionado.

HELLIONS (Bruce McDonald)

Beauty, Power and GraceLo que comienza como otra rutinaria cinta de terror con la festividad de Halloween como escenario, termina siendo una sorprendente pesadilla lisérgica. Un ejercicio de puro terror enmarcado en el más perfecto American Gothic. Un mal viaje en el que lo de menos es su argumento, y lo primordial la atmósfera, que consigue transmitir inquietud mediante el buen manejo de diferentes elementos como el sonido, la música, y sobre todo la luz, que desde la tarde al ocaso de una luna de sangre, juega con los colores consiguiendo trasmitir una atmósfera irreal a esta pequeña pieza de artesanía.

La acción, situada tal y como se ha comentado en Halloween, está protagonizada por la joven Chloe Rose, actriz que realiza un soberbio solo de interpretación enfrentándose a los diferentes miedos que la acosarán durante tan especial noche, especialmente unos siniestros niños, pero también sangrientas visiones. El filme también cuenta con Robert Patrick, que ustedes recordarán como el frío T-1000 de Terminator 2 (Terminator 2: Judgment Day, James Cameron, 1991) y Rossif Sutherland hijo, efectivamente, de Donald Sutherland y medio hermano de Kiefer en el papel de médico. En cuanto a Bruce McDonald, su prolífico director,  ya pudo disfrutarse de su talento en Sitges durante la edición de 2009, cuando se proyectó Pontypool (2008),

En Hellions se entra o no se entra, pero sin duda no dejará indiferente al espectador. Una de las piezas interesantes de puro género que se han podido ver durante esta edición del festival aunque fuera de competición y relegada a la sección Panorama Fantàstic.

 

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