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Serendipia’s Sitges Film Festival. Cuarta cápsula

30 octubre 2015 Deja un comentario

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En el capítulo anterior: El buitre sobrevolaba burlón sobre los cuerpos de nuestros protagonistas celebrando su victoria. Pero…

LUNES 12 DE OCTUBRE

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Se trataba de comenzar la semana con energía, así que qué mejor que empezar con la polémica (es absurdo, pero el sexo siempre lo es) Love de Gaspar Noé, cinta que nos cuenta gráficamente la historia de amor entre Murphy (Karl Glusman), un estudiante de cine, y  Electra (Aomi Muyock), una pintora, relación que termina en traición y tragedia, cuando Omi (Klara Kristin) tercera ficha del tablero, queda embarazada de Murphy.  En un momento como el actual en el que casi todas las películas comerciales prescinden de enseñar los cuerpos desnudos de sus actores, incluso en las escenas sexuales, Love demuestra ser más sincera con el espectador, mostrando la pasión que produce el enamoramiento, su culmen y, finalmente, su fin. Amor, traición, desamor y bajada a los infiernos sin recurrir al fundido en negro en las escenas más tórridas, dando la oportunidad al espectador de penetrar en la alcoba con los protagonistas y ser partícipe de los actos sexuales, recibiendo incluso una prolongada eyaculación en 3D. Con todo el cariño de Noé.

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La cinta, como no podía ser de otra manera, vuelve a poner al día el eterno conflicto de qué es pornografía y qué no lo es. Donde están los límites y hasta donde se puede llegar. Otros directores antes de Noé ya habían flirteado con el cine pornográfico, caso de los hermanos Baños en la época muda  o Jaime Chavarri en los noventa; o habían incluido imágenes explícitas dentro de cine -más o menos- comercial, como en el caso de Los idiotas (Idioterne, Lars von Trier, 1998) o Fóllame (Baise-moi, Virginie Despertes y Coralie, 2000). Pero aún así siempre sorprende, y llama al escándalo, cualquier iniciativa en este sentido.

En la película del argentino también hay humor, poco, ya que estamos ante un drama, pero sardónico. Con gags a costa del propio director y del público, al que, señalando con el índice en impecable 3D, se permite insultar llamándolo hijo de puta. Y claro, no olvidemos la abundante descarga seminal que regala al espectador. Una escena no por esperada menos impactante. Y ya se sabe, estas cosas como que nos hacen mucha gracia, con toda la sala celebrando el chaparrón. Hay que decir, eso sí, que el 3D de Noé no es demasiado admirable ya que, quitando los dos momentos mencionados (más el viaje de ayahuasca que los protagonistas se regalan), poco partido se le saca.

Y no crean, contra todo pronóstico la película de Noé no resulta pedante (la escasa tesis intelectual que esconde es bastante simple e incluso es puesta en boca de los personajes por si nos hubiéramos perdido), y los espectadores, superada la sorpresa inicial (el director empieza fuerte) nos acostumbramos pronto a las escenas sexuales (casi todas rodadas en larguísimo plano fijo), incluidos los momentos estelares en 3D. Y es que el escándalo está en el que mira, pues las imágenes, tal y como las muestra Noé, no ofenden. Y más si están arropadas con una banda sonora heterogénea que incluye fragmentos pertenecientes a Pink Floyd, Erik Satie o Bach, entre otros. Tan heterogénea como los carteles cinematográficos que decoran la habitación de Murphy (Saló, Freaks, Daughter of Horror, Holocausto Caníbal, Taxi Driver, una imagen de la actriz Laura Gemser…).

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¿El resultado?: bastante más que un porno sin opción a pasar las escenas aburridas con fast forward. Ganas de epatar al espectador todavía le quedan a Gaspar Noé, pero el respetable ya está bastante curtido, y lejos de ello se convierte en cómplice, ya que en los foros donde el filme es proyectado, el espectador sabe bien lo que va a ver (motivo que daría pie a un extenso debate sobre qué es la provocación en el arte, cuál es su sentido en pleno S XXI donde todo puede ser rápidamente fagocitado y domesticado por un sistema globalizado e hípercomunicado, debate que excedería el espacio de este artículo, pero que no queríamos dejar de enunciar)

Eso no quita que l’Auditori tuviera una erección generalizada delatada por el silencio con el que el público seguía la cinta, un silencio tan solo roto por un cretino que se reía con todos los diálogos. Aunque, ¿quién sabe? quizás el risueño fuera el propio Noé, que quiso estar presente en la sala durante la proyección de su cinta.

Una de las muchas cosas buenas que tiene el cine, y por extensión el  festival de Sitges, es la variedad. Así que al espectador cinéfago, como es el caso de Serendipia, no  le resulta difícil disfrutar a continuación con una cinta totalmente diferente a la que acaba de meterse entre cornea y cogote. Sí, amigos, la magia del cine. Y así disfrutamos casi sin pausa con  Miss Hokusai, deliciosa película de animación del japonés Keiichi Hara que adapta el manga de culto de Hinako Sugiura sobre el artista Hokusai, pero poniendo la atención en la hija del pintor, O-Ei, que parece demostrarnos en toda época los creadores, los artistas y los músicos,  han representado al sector más bohemio y trasgresor de la sociedad. El más rebelde. Por ello la banda sonora está compuesta de música rock, que contrasta pero a la vez marida también a la perfección con la historia que se está contando, perteneciente al Japón decimonónico en plena Revolución Meiji. Con fondos muy elaborados y un dibujo que consigue recrear las obras de Hokusai en particular y de las pinturas japonesas clásicas en general (incluidos los grabados ukiyo-e de Utamaro). En cuanto a la animación, destaca la simulación de elegantes ‘movimientos de cámara’ que contrastan con la rigidez facial característica del anime japonés.

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Una magnífica película de animación para adultos que Selecta Visión pondrá a nuestra disposición en el mercado español.

Y de nuevo al Tramuntana para ver la última vuelta de tuerca (disculpen el chascarrillo) al mito de Frankenstein, con dirección de Bernard Rose, realizador inglés que ya nos ofreció prestigiosas cintas como La casa de papel (Paperhouse, 1988) o Candyman (1992). Nos ocasionaba cierto temor, para que engañarnos, pues la simpática creación de Mary Shelley es una de las debilidades de Serendipia. Pero aún así apostamos por esta puesta a punto del personaje para la que Rose ha recurrido al original literario, demostrando que el mito del moderno Prometeo está más en boga que nunca. El director, que acudió al festival por primera vez, no basa su criatura en frankenstein-postercadáveres remendados y opta por la creación mediante tecnología 3D (la criatura se imprime literalmente). Y Rose partirá de la tecnología actual no tan solo para la creación de Adam (nombre que recibe la criatura en el filme), sino también para el pasaje en el cual la criatura localiza a su creador, ya que lo hará mediante un GPS. Más aún que la creación de un ser, a Bernard Rose lo que le atrae de la novela  es  la creación de una conciencia, enfatizando la tragedia del diferente, que rechazado por la sociedad pero poseyendo ya su propia conciencia, determina terminar con su existencia y organizar su propio funeral, respetando así el original literario.  Un final que satisface al director, pues siente aversión por los finales felices. Y es que, tal y como aseguró «Me gustan las películas de terror porque puedo matar a todos los personajes al final».

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Bernard Rose presentando su criatura (Foto: Serendipia)

Al actor escogido por el director para encarnar la creación del gélido Dr. Frankenstein (Danny Huston ), el australiano Xavier Samuel, poseedor de un físico agraciado y escultural, tal y como quería Rose, no se le pidió que recitara para acceder a su papel, no hacía falta, la prueba consistió en que representara, de la forma más fiel posible, la escena en la que, abandonado en el bosque, sobrevive alimentándose de insectos. El actor lo interpretó tan fielmente que devoró realmente cuanto insecto encontró. Y todo porque  su actuación debía simular a la de un actor de cine mudo. De hecho Bernard Rose comentó que hasta en la planificación se inspiró en el arte silente, concretamente en la del filme La pasión de Juana de Arco (La passion de Jeanne d’Arc, 1928) de Dreyer. Secundando al protagonista tenemos varios rostros ilustres, como el de  Carrie-Anne Moss (protagonista de la saga Matrix), el del ya nombrado Danny Huston y el de Tony Todd, actor que encarnó a Candyman también para Rose.

Narrada desde el punto de vista de Adam, y no exenta de algunas pinceladas de humor socarrón y mucho gore, esta ingeniosa y sangrienta adaptación recorre los momentos cumbre de la novela (y de sus adaptaciones cinematográficas anteriores), pero ofreciendo ingeniosos giros, como el de caracterizar al ciego que enseñará a hablar y ofrecerá sentimientos positivos  a la criatura como un bluesman homeless de color. O el giro que se ofrece en el encuentro del monstruo con la niña. Su descubrimiento de la inocencia y la belleza. Todo marcará la personalidad de Adam, que  al igual que en la novela, rechazado por la sociedad y consciente de que no puede inspirar amor, decidirá inspirar miedo.

No es, pues, una readaptación despreciable del mitema ya que consigue aproximarlo a los grandes interrogantes y temores de nuestro propio presente sin dejar de lado sus rasgos más icónicos. Si hubiera que encontrarle algún pero, este sería el carácter que se le imprime a la esposa del creador, si bien es encomiable que le dé un mayor protagonismo y la ponga en pie de igualdad con los personajes masculinos, su actitud maternal con Adam chirría con el espíritu del tratamiento de Mary W. Shelley. La romántica proyectó todo su drama personal en su obra, así la criatura es máscara de ella misma y Víctor lo es de su propio padre, un padre que nunca le dio el menor afecto ni el menor reconocimiento. La soledad del monstruo shelleyniano es aún mayor que la de esta criatura puesta al día. Pero en cualquier caso es un pecado menor que no empaña sus aciertos. Eso sí, si no lo digo reviento, para la dimensión femenina de Serendipia, ninguna adaptación ha logrado penetrar el sentido último de la obra y su filiación romántica como la española Remando al Viento, una pieza a reivindicar siempre.

cine para Otoño - Remando al viento - Frankenstein - El troblogdita - El fancine

Como ven una velada de lo más variada y ajustada que completamos con Maggie, Bound to Vengeance y German Angst, que ya comentamos en la entrada de rigor.

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Categorías: Sitges Film Festival
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