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Serendipia’s Sitges Film Festival 2015. Primera cápsula
Sí, no se sorprendan por el título de nuestra serie de artículos. Lo que vamos a contar es nuestro festival de Sitges, ya que con tanta película programada, de las que pudimos ver unas cuarenta cintas, la selección de, por ejemplo usted, podría ser totalmente diferente, y así podríamos narrar dos festivales totalmente diferentes siendo, como es, el mismo.
Pero no solo hablaremos de películas, ya que nuestra estancia en el festival ha tenido un poco de todo: felices reencuentros, amenas charlas, carreras de una a otra sala, y puestas de largo de varias publicaciones. Pero sobre todo cine, mejor y peor cine, pero cine seleccionado por el equipo del festival de entre lo más granado proveniente de todos los continentes.
Nueve días dan para mucho. Para que en tan solo un día parezca que uno lleve en Sitges un mes, y para sorprenderse de lo rápido que pasan los días. Y es que vivir el festival es entrar en una burbuja temporal en la que los problemas cotidianos quedan en suspenso, en lo que lo más importante es coger un buen asiento y penetrar en una nueva fantasía.
Quizá por ello nos gusta tanto vivir el festival de Sitges. A pesar de que después tengamos que atravesar después un periodo de adaptación a la realidad, una vuelta a los problemas que dejamos aparcados y a recuperarnos físicamente de todo el cansancio que, de sala en sala, no notamos en su momento. Eso sí, nos hemos traído también un buen constipado… Pero todos esos ‘efectos secundarios’ se llevan mucho mejor gracias a ese puñado de buenos momentos vividos e imposibles de resumir, pero que vamos a compartir con ustedes en estas crónicas de nuestro 48 Festival de Sitges.
VIERNES 9 DE OCTUBRE
Instalados desde el día antes y con la nevera bien provista, Serendipia inicia su itinerario por el festival desde el entrañable Prado. Abriéndolo y tomando asiento en su butaca favorita para ver un filme del que no nos esperábamos nada bueno. Y es que la versión americana de Martyrs (Kevin y Michael Goetz, 2015), traiciona el original francés tanto en el fondo como en la forma. Como no podía ser de otra forma añade acción e intriga a la propuesta de Pascal Laugier, pero a cambio de pervertir el sentido de la cinta, su profundidad, convirtiéndola en una medianía. Elimina la violencia más cruda y necesaria, anulando la relación de ciego amor y sumisión de la protagonista Anna (Morjana Alaoui) hacia su amiga Lucie (Mylène Jampanoï). Se ha prescindido de escenas como aquellas en la que Anna era rapada y vejada, sin ningún tipo de sentimiento, imágenes que resultaban tan o más violentas e impactantes que el propio desollamiento, dando como resultado una película que revaloriza aún más la original. Resulta innecesaria, ridícula. Muerte anunciada.
Mientras, en l’Auditori, se proyectaba en sesión exclusiva para escuelas la catalana Segon Origen (Carles Porta, 2015), una descafeinada adaptación de la obra de Manuel de Pedrolo Mecanoscrit del segon origen que ya fue adaptada como serie televisiva en los años ochenta por Ricard Reguant. Rodada de forma casi mecánica y apresuradamente, como si hubiera que cumplir con los momentos relevantes de la novela, esta adaptación libre, contra las que no tenemos inconveniente si respetan el sentido de la novela, añade subtramas a su antojo que, además, no aportan nada al relato. Y no es eso lo peor, lo peor es que se traiciona el espíritu de la obra para no provocar la ira de lo políticamente correcto: en la novela Alba es apenas una adolescente y Dídac un niño cuando tienen su primer contacto sexual. Y Alba es totalmente consciente de que habrá de tener hijos con su propio hijo si quiere construir una nueva humanidad, pensamiento que es recogido literalmente en el texto. No podemos saber como habría sido la película de haber sido realizada por Bigas Luna, pero a buen seguro que no habría desperdiciado estos elementos transgresores.
Segon Origen es una película fallida en la que ni siguiera el gran Sergi López resulta creíble en uno de los caracteres que mejor se le dan, el de villano de la función. Tampoco nos parece bien la elección de la actriz inglesa Rachel Hurd-Wood como protagonista, ya que su dicción despoja de credibilidad al personaje.
Una buena oportunidad desaprovechada de realizar una buena cinta de ciencia-ficción autóctona basada en la obra de un escritor que parece no tener suerte con las adaptaciones de sus novelas, basta recordar (o mejor no), Garum (Fantástica contradicción) de Tomás Muñoz o Emmanuelle y Carol del prolífico Ignacio F. Iquino.
Tras Martyrs primera carrerilla hacia l’Auditori para ver el film que inauguraba, de verdad, el festival. The Witch, cinta con las que su director Robert Eggers debutaba en el cine y con la que obtuvo el premio a la mejor dirección en el Festival de Sundance. Basada también en un guión suyo, está ambientada en Nueva Inglaterra (lugar de origen de Eggers) en el siglo XVII. Nos narra como una familia que vive sola en el bosque es pasto de lo que en principio parecen ser supersticiones: un bebé desaparece, una cabra comienza a dar sangre en lugar de leche… todo situado en un ambiente inquietante, el bosque como lugar donde habita el mal, acompañado de una sobrecogedora banda sonora y una bella fotografía plagada de fundidos en negro y tableaux vivants que llevan directamente al tratamiento de las sombras y luces de Rembrandt y a la imaginería de Gustavo Doré. La película tiene más de una lectura, como retrato de la superstición e ignorancia que explica todo mal como producto del diablo; o como parábola de una nación, la americana, que está naciendo; pero también puede leerse como un acto de liberación de la feminidad de la protagonista. Una de esas cintas que dejan poso, que apetece volver a revisar.
Absolutely Anything, dirigida por el -para siempre- Monty Python Terry Jones, fue una de las varias comedias que pudimos disfrutar durante el festival. Protagonizada por Simon Pegg, en cierto modo moderno heredero del mejor humor inglés, y la magnífica Kate Beckinsale, nos cuenta como la tierra será juzgada por la Comunidad Intergaláctica de Seres Superiores, unos divertidos alienígenas cuyas voces están dobladas por las de los componentes de Monty Python, con una prueba consistente en escoger a un terrícola al azar y darle el poder de hacer realidad todo cuanto se le ocurra. Si hace el bien, invitarán a la tierra a sumarse al consejo. Si no, fulminarán el planeta. Naturalmente este terrícola será Simon Pegg y lo que en principio parece resultar fácil no lo será tanto. Y es que como dijo el tío Ben: ‘Todo gran poder conlleva una gran responsabilidad‘, lo que dará ocasión de ver al personaje interpretado por Pegg tanto en modo filantrópico como miserable dejando por medio un buen número de gags. Resumiendo, una magnífica comedia fantástica y otra ocasión de recordar porqué amamos tanto a Monty Python.
Con Mr. Right llegó otra vez el turno de la comedia. Dirigida por el sevillano Paco
Cabezas de nuevo con presupuesto americano tras desembarcar en el mercado yankee con Tokarev (2014), la cinta es una atípica comedia sentimental que nos cuenta la historia de amor entre un asesino a sueldo (Sam Rockwell) y una excéntrica muchacha (Anna Kendrick) que viven su romance a ritmo de disparos, humor acción y baile. Repleta de diálogos veloces y situaciones descabelladas que suponen una auténtica deconstrucción del género y que inevitablemente nos hacen pensar en el universo tarantiniano. Situaciones que pueden tener algo de surreal, hasta de fabuloso, pero en las que lo fantástico brilla por su ausencia. Mr. Right representa otro paso adelante del simpático director sevillano hacia el afianzamiento de su carrera, aunque tenga que ser allende los mares. Por cierto un director que, cuando escribo esto, se encuentra rodando algunos episodios de la nueva temporada de la exitosa serie Penny Dreadful que como recordamos también tiene dos episodios dirigidos por J. A. Bayona.
Buen sabor de boca con el que abordar Sorgenfri (What We Become), cinta danesa con la que debuta en la dirección de largometrajes Bo Mikkelsen, autor también del guión de esta historia de epidemias que obligan a instaurar la ley marcial en la, hasta entonces, idílica ciudad de los protagonistas. La intriga se construye, y muy bien, por medio del clima que desata esa estricta ley marcial similar, a veces, a una ocupación militar con paseos incluidos a algunos ciudadanos. Pero todo se viene abajo cuando vamos viendo los familiares síntomas que produce la epidemia: sí, lo han adivinado, los infectados se transforman en hambrientos zombis caníbales. Y toda la trama construida hasta ese momento se transforma en otra rutinaria historia de muertos vivientes con un final abierto que no vaticina nada bueno. Y es que sin lugar a dudas el zombi es el monstruo del siglo XXI, pero ya empieza a cansar y hubiéramos preferido que en lugar de acudir a ellos la causa y consecuencia de la epidemia apocalíptica hubiese quedado por determinar manteniendo el suspense hasta el final.
Teníamos ganas de ver Summer Camp, el nuevo filme presentado por Filmax. Principalmente porque desde Proyecto Naschy nos declaramos fans de la labor que viene realizando esta productora por el fantástico en España (y que parece que no se valora lo suficiente). Y segundo porque es el debut en la dirección de Alberto Marini, guionista de películas como Mientras duermes (2011) de Jaume Balagueró, cinta cuyo argumento nos encantó por su reflejo de la cara oculta de la cotidianidad y de la muy interesante El desconocido (Dani de la Torre, 2015), entre otras.
Definida por su propio director como «una peli de terror gamberro«, Summer Camp es exactamente eso. Y quizás por ello ni él ni su compañera de guión, Danielle Schleif, se han estrujado mucho el cerebro en su escritura, poniendo más el acento en los efectos sangrientos y en las persecuciones. Mezclando comedia, terror y diversos fluidos a golpe de efecto con mucho de Posesión infernal (incluido un plano que homenajea su cartel). El resultado no deja de ser tan entretenido como manido. Caer en el tópico, pese a contar con un elemento atractivo (los efectos de la infección aparecen y desaparecen en un twister imprevisible), no es lo peor de la cinta con la que debuta Marini; lo peor es que no parece encontrar el correcto tono narrativo. Esto es, la película viene lastrada por un primer acto insulso en el que se dan detalles que no tendrán la menor relevancia en el resto de la trama, y en el que no llegamos a saber si estamos viendo una parodia o un filme que se toma en serio a sí mismo pero cae repetidamente en el humor involuntario. Según parece, en el montaje previo que fue exhibido en Estados Unidos el elemento cómico era patente, pero no funcionó con los espectadores americanos, motivo que llevó a sus creadores a remontar el primer acto reduciendo su comicidad. A todas luces un gran error porque lo único que se logra con el montaje proyectado es que dé la impresión de que la película no arranca ni se define, para cuando encuentra su camino humorístico ya es demasiado tarde para conferirle ese tono de cine gamberro que se prometía en la presentación.
Rodada en inglés con reparto internacional y repleta de efectismos y sustos de esos que se ven venir, lo mejor de la película es que el personaje interpretado por Andrés Velencoso muere al poco de comenzar la acción … y no vuelve.
Para terminar un intenso día, nada mejor que una cita con el peor cine de la mano de Cine Basura. Y es que como va siendo habitual y, por nuestra parte, esperado, se emitió un nuevo espacio del programa presentado por Paco Fox y en las mejores condiciones, en la nueva sala Tramuntana habilitada como cine.
Paco Fox y Carlos Palencia, pope de la Cutrecon, nos trajeron basura de primera, ya que vinieron con Encuentro con la maldad bajo el brazo. Una bazofia italiana también conocida como La casa 4 y Witchcraft producida por la Filmirage de Joe d’Amato y que a pesar de estar rodada en Estados Unidos, puede notarse el regusto de la salsa carbonara repitiéndose en todos los fotogramas. Protagonizada (lo de interpretada le va grande) por una Linda Blair en horas bajísimas y David Hasselhoff en la que posiblemente sea la peor/mejor interpretación de su carrera, la cinta esta dirigida por Martin Newlin (o lo que es lo mismo, Fabrizio Laurenti).
Esta gema del humor involuntario fue despedazada sin piedad por Fox y Palencia, que contaron también con la colaboración del director Paco Cabezas, que se dejó caer como invitado. Lamentablemente el proyeccionista no estaba muy al tanto del funcionamiento de Cine Basura, así que el volumen de la película estaba más alto que el del micrófono de los presentadores, por lo que no se les escuchó durante buena parte del metraje. Algo que suponemos será subsanado en futuras ediciones, ya que la sala ha ganado en cuanto a comodidad y calidad. Pero de la sala Tramuntana ya hablaremos en las conclusiones de esta edición del Festival de Sitges.
Y poco más queda de esta primera, y potente, jornada en el festival de Sitges. Tan solo sumar a las películas reseñadas tres título más: Blodsucking Bastards, We Are Still Here y Turbo Kid, de las cuales ya les hablamos en su día aquí.
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