Archivo
El dia que King Kong llegó a España
Sí, Kong llegó y bastante puntual, por cierto. Pero no piensen que el gran mono lo tuvo fácil cuando desembarcó en nuestro país Aquí hubo opiniones de todo tipo y la crítica no se lo puso del todo fácil al enamoradizo primate. Y eso que la situación en España entonces, al igual que ahora, no estaba para echar cohetes y lo que hacía falta era eso, puro entretenimiento. Pero bueno, el respetable sí que parece que se rindió al gran Kong, La 8ª maravilla del mundo, ya desde su desembarco en el madrileño cine Avenida de Madrid el 9 de octubre de 1933 (siete meses más tarde que en USA) y después, el 20 de noviembre en el Tivoli de Barcelona. Y no crean que destaco estas dos plazas por sectarismo, sencillamente lo hago por tratarse de los dos lugares de los que he podido recabar información.
La llegada de Kong, al igual que sucedió en todo el mundo, fue anunciada en España con bastante antelación al estreno. En un artículo acertadamente titulado “Una extraña película” publicado en La Vanguardia del 13 de diciembre de 1932 se hablaba del rodaje, casi secreto, de King-Kong en los estudios RKO. Se aseguraba que se trataría de una película que daría ocasión de presenciar trucos técnicos y efectos fotográficos jamás vistos en el cine, y se aprovechaba para narrar detalladamente el argumento del film. Se desbarataba la historia, si, pero no solo eso ya que, a pesar de que el autor indicaba que: “Nadie conoce aún cómo es ni como aparecerá ‘Kong’ sobre la pantalla. Cada uno lo imagina a su manera, y en ello está uno de los grandes secretos que mantienen la curiosidad popular en torno a esta producción extraña…”[1]. No le tembló el pulso cuando en un momento de la narración describía a Kong como “una especie intermedia entre el hombre y el mono, de una estatura no menor a siete metros, de una fuerza y una agilidad de acuerdo a su tamaño”[2].
Un mes antes del estreno se publicaron más notas en la prensa española, en este caso provenientes de la prensa argentina, en cuyo diario, La Razón, se alabó la impresionante factura técnica de la producción, aderezando el texto con unas gotas un tanto políticamente incorrectas. Pongan acento porteño y lean un extracto de la reseña:
“Reviviendo la fábula de «La bella y la bestia», los directores de «King Kong» aprovecharon la idea para convertirla en una cinta de grandes vuelos. «King Kong», el monstruo gorila que había desafiado los siglos, soberano absoluto en su milenario reinado, vencedor de épicas luchas con otros seres prehistóricos no menos gigantescos y feroces que él, es derrotado por una delicada mujercita. Juguete en sus descomunales garras. «King Kong» no había visto en su prodigiosa vida más que las negras hijas de la tribu, que compartían con él la existencia en la fantástica isla. La expedición de los hombres blancos, los primeros de esta raza que hollaron aquel reino desconocido, trajo la única arma que podía vencer definitivamente al monstruoso animal, una mujer rubia y blanca, encarnada por la gentil Fay Wray. Fascinado por aquella visión, siente brotar en su pecho gigantesco una pasión que lo domina y lo vence. Y cuando en pleno centro civilizado, en pleno Nueva York, «King Kong» huye con la bella, las escenas más emocionantes, más audaces, de más atrevida técnica se suceden colocando a esta cinta en una situación tan elevada que dudamos que durante mucho tiempo la cinematografía pueda producir una obra mecánica comparable con «King Kong»”[3].
Suena adorable eso de “obra mecánica” ¿no les parece?
Ya con el inminente estreno del film en Madrid, se realizó un pase privado que despertó gran entusiasmo entre los asistentes:
“Hace unos días, en la sala de pruebas que posee la casa S. I. C. E., distribuidores en España del material R. K. O., ha sido pasada de prueba a varios empresarios la producción «King-Kong». Cuantos han asistido a dicho acto comentan favorablemente los muchos valores que contiene esta cinta, y han declarado que es una de las películas más excepcionales que se presentarán durante esta temperada. La técnica que ha sido preciso desarrollar en este film, para la reconstrucción de los monstruos antediluvianos, es de un perfeccionamiento que asombra, y su acción dinámica, repleta de una emoción difícil de igualar, tiene en suspenso el ánimo del espectador hasta la última escena, en la que el enorme gorila destruye a uno de los aeroplanos que han salido en su persecución, resulta de un efecto tan fantástico que bastaría ella sola para catalogar a esta película como una de las producciones más grandes que ha realizado el cinematógrafo”[4].
El ambiente estaba perfectamente caldeado y preparado para la llegada del gran Kong. A la información que la prensa diaria dedicó a la película se sumó la de las numerosas revistas sobre cine que se publicaban en la España de la época. Pero nada daba una idea de las colosales proporciones de la película que se avecinaba.
Poco después se produjo el estreno en Madrid, tal y como hemos mencionado, el día 9 de octubre de 1933, despertando elogios inmediatos:
“(…) La Radio Pictures nos presenta una nueva modalidad cinematográfica con la magia de la técnica mecánica puesta al servicio de una fábula impresionante y dramática que nos recuerda la encantadora obra de Jonathan Swift «Viajes de Gulliver».
(…)El viaje a la isla desconocida y misteriosa, las ceremonias de sus habitantes, la cacería para capturar a la bestia, la huida de ésta en la ciudad civilizada, sembrando el pánico y el terror por todas partes y por último su ascensión a la torre del Empire para depositar en la cornisa de su remate a la muñeca de carne y hueso que le fue arrebatada para caer en su poder de nuevo, son episodios de «King Kong» de una gran novedad artística, de una fantasía cinematográfica digna de la admiración de los entusiastas y de los profanos de la pantalla, lo mismo que de la ovación con que fue recibida por el público”[5].
Cuarenta y dos días después también la crítica y el público de Barcelona pudieron ver por si mismos el film que tanto interés estaba suscitando.
Pero provocó opiniones encontradas:
“Todo lo que ocurre aquí es sencillamente inverosímil. Lo sabemos tan de antemano que cuando ante el espectador desfilan las primeras escenas, el que se retarde la presencia de lo absurdo le sienta como una desilusión. No importa; porque lo maravilloso se prodiga tanto y tanto en «King-Kong» que la impaciencia se vuelve fácilmente en obsesión. No es nuevo jugar con animales antediluvianos—en algunas partes hemos leído «antidiluvianos»—en la pantalla (…) En «King-Kong» esos animales forman el fondo o el ambiente de un puñado de escenas de interés, en que vemos desfilar aparatosos y solemnes, una porción de reconstrucciones animales prehistóricas: desde los «tricepatops» hasta el «pterodáctylo», pasando por el impresionante «diplodocus», a los que quita intensidad emotiva la casi familiaridad con que el público se los mira.
Pero hay una novedad decisiva en «King Kong», que constituye, por cierto, el eje de la obra: es ese «King Kong», ese simio gigante o lo que sea, digno de la imaginación de un Julio Verne un poco más atormentado que el de «Los hijos del capitán Grant» y, sobre todo, de la técnica americana del cinema.
(…) Todo en esta película es grandioso, imponente, y cae sobre el espectador como una pesadilla en la que la fuerza ciega de la naturaleza luchase a brazo partido con el hombre y con su civilización.
El tema es ya de por si interesante, y no es otra cosa que esa lucha. Y la película es, de verdad, un alarde de técnica, con sus defectos graves y con sus aciertos definitivos. Hay momentos en que King-Kong nos descubre, por sus sacudidas bruscas, lo artificioso de su contextura; pero a pesar de todo, logra impresionar puesto en acción, más que por él mismo, por su significado de fuerza ciega e indomable. Hay que destacar como bien realizadas las escenas del asedio aéreo, que tienen su emoción, y, en general, a los protagonistas de la obra -Fay Wray, Robert Armstrong y Bruce Cabot—así como la sonorización, que era difícil y que aparece bien realizada.
«King Kong» es seguido por el público con un singular interés y emoción”[6].
Aunque el responsable de la crónica se muestra bastante exigente con los trucajes, en general deja más que bien una película que, dos días después, todavía hace correr ríos de tinta a más de un crítico maravillado ante lo visto en la pantalla del barcelonés cine Tivoli:
“No nos engañaba la prensa americana cuando nos aseguraba que esta temporada sería pródiga en avances cinematográficos. El film (…) es un paso de gigante en el orden de la técnica; «King Kong», es un alarde asombroso de como la técnica del cinema puesta al servicio de la fantasía, puede realizar los milagros más increíbles.
(…)Toda la riqueza escenográfica, toda la riqueza de conjuntos se ponen a contribución para la pintoresca presentación del pueblo primitivo que bastaría para ambientar una espléndida aventura cinematográfica. Pero esto no es más que un brillante prólogo. Lo insólito es la seudo reconstrucción de la vida en el planeta tal y como debió ser antes de que el hombre hiciese en él su aparición. Los bosques de plantas colosales, las lagunas sin límites, saurios y reptiles de monstruosas dimensiones y espantable aspecto aparecen ante la asombrada vista del espectador como algo alucinante…
En estos dominios vive «King Kong» el descomunal gorila, al que los salvajes del cercano poblado rinden el tributo de las más bellas mujeres. Fuera flaco servicio para el lector revelarle el desenlace de la extraordinaria aventura de la bella Fay Wray, baste decir que «King Kong» siguiendo a su adorable y leve presa, destruye el poblado de los indígenas y que más tarde en Nueva York, siembra el espanto, destruyendo coches, aviones y edificios como si fuesen para el simio gigante lo que para nosotros castillos de naipes. Al final el monstruo es vencido más que por la fuerza por la belleza. ¿Qué más podría fingir y cómo lo fingirá mejor el cinematógrafo? Hasta ahora lo que en «King Kong» crea y alienta es un milagro insuperable”[7].
Pese a no querer revelar el desenlace de la historia, el responsable de la anterior crítica casi llega a desvelarlo en su totalidad movido por el entusiasmo. Y si entusiastas fueron las críticas positivas, también lo fueron las negativas, basadas sobre todo en defectos técnicos, pero también en la supuesta falta de cierta verosimilitud para una historia que a fin de cuentas es pura fantasía. Tampoco puede evitar algún crítico, como sigue sucediendo ahora, ver este tipo de cine desde una supuesta superioridad intelectual. Sebastià Roig en su magnífica obra, Els malsons dels nostres avis (Las pesadillas de nuestros abuelos) recogió algunas de estas reseñas. Disfruten de lo caducas que han quedado en su mayor parte:
“(…) una técnica prodigiosa puesta al servicio de unos temas que, de tan refinadamente pueriles, naufragan en la extravagancia (…) Y es que todas esas aventuras fantásticas y extravagantes (…) no dan en ningún momento la sensación de realidad. Todo hace olor a estudio. La trampa se mastica constantemente. Todos esos monstruos no son otra cosa que muñecos mecánicos. Sus movimientos bruscos son como de dibujos animados mediocres. Y se adivina fácilmente que estos monstruos, como los personajes de los dibujos, se mueven gracias a la yuxtaposición de imágenes, cada una de las cuales es la fase de un gesto”.
“(…)Los espectadores cultivados no encontrarán en King Kong (…) el matiz, el detalle que se busca en una obra artística. Todos estos trucos (…) solo les harán sonreír en lugar de emocionarlos. Una película así solo puede satisfacer e impresionar a un público popular y fácil. Le auguramos mucho éxito en cines de barrio y pueblos, donde encontrará la calurosa acogida que el teatro Tivoli le niega”. [8].
“King Kong tiene, al igual que una fábula clásica, su moraleja. Es la bestia vencida por la bella. No es este el aspecto más verosímil de un film tan cargado de cosas inverosímiles La verdad, entre King Kong y Fay Wray hay una diferencia de tamaño tan enorme, que la posibilidad de darse una pasión, digamos extática, por no decir erótica, aparece como un máximo reto al más elemental sentido común”
“(…) King Kong gesticula de una manera inconfundiblemente mecánica que delata la presencia de un autómata allí donde se necesitaría una bestia para hacerlo creíble”[9].
“En King Kong se tiene la sensación de encontrarse en la entrada de un nuevo mundo cinematográfico, repleto de posibilidades, pero como en la infancia de todo nuevo mundo, imperfecto y, en cierta manera, rudimentario”[10].
“El movimiento de los monstruos y especialmente de Kong, la brusquedad de su caminar, dejar entrever claramente su construcción mecánica, y por consiguiente es muy natural que el público no pueda sentir la emoción si el truco está tan claro”[11].
Un crisol de críticas de todo tipo para una película que continuó circulando en salas hasta el inicio de la contienda que azotaría España y que dejaría su propio rastro de destrucción muy pocos años después. Durante esos años previos a la guerra civil, King-Kong se exhibiría como único plato, pero también compartiendo programa doble acompañada en muchos casos de otra producción R.K.O., Los gángsters del aire (Parachute Jumper, 1933 Alfred E. Green), un film de aventuras para lucimiento de Douglas Fairbanks Jr., en el que fue secundado por una ascendente Bette Davis.
Pero no había abandonado King-Kong todavía las carteleras cuando se informó que el enorme gorila tenía descendencia, tal y como pudo leerse, muy apropiadamente, en la sección «Chismorreo Hollywudense» de La Vanguardia: «¿Sabían ustedes que Kong tuvo un hijo?… ¿No?… Pues le verán en la nueva película de aventuras, «El hijo de Kong», en la que aparecerá el retoño del formidable gorila, pero en vez de Fay Wray la heroína será Helen Mack. Robert Armstrong, Frank Reicher y el «chinito», continúan interpretando los mismos papeles que iniciaron en la sensacional cinta «King Kong»»[12]
Y en enero de 1935 el albino vástago de Kong asomó su cabeza por España, aunque parece ser que sin conseguir que el público olvidara a su añorado padre, como demuestra esta crítica publicada al día siguiente de su estreno en Barcelona, en la que incluso el autor se permite descubrirnos sus conocimientos de boxeo (o de su jerga). Toda una delicia:
«El hijo de Kong» es un remedo, en menor escala, y resuelto de distinta manera, de la anterior cinta (…) La primera mitad del film no deja adivinar, por lo vacilante y vulgar, la forma que toma la acción en el resto del film, es decir, desde que ésta transcurre en la isla polinésica—made in Hollywood—donde mora «el hijo de Kong» y una serie de animales antidiluvianos, diseñados y construidos en los estudios. A partir de este momento, el film cobra un tono irónico (de no haberse hecho adrede hubiera podido ocurrir lo propio), que constituye un evidente acierto. Los monstruos se acometen con «uppercuts» y «swings» y por último un terremoto sepulta la isla en el océano, pereciendo el hijo de Kong y dejando ya al director del film definitivamente imposible, por falta de descendencia, para una tercera edición sobre el mismo tema.
Buen film en su aspecto técnico»[13].
Y nos quedamos sin Kong durante una larga temporada, ya que aunque tras la guerra civil es posible que circulara alguna copia por salas, no hay constancia de que se reestrenara hasta mediados de los años sesenta, concretamente en 1965, año en el que Rey Soria Films puso en circulación de nuevo en cine King Kong, pero cometiendo el agravio de utilizar, por aquello de modernizar la cosa, el cartel de una película británica que se basaba (por no decir que plagiaba) a nuestro inmortal simio: Konga (1961, John Lemont). Eso sí, al cartel se le realizaron unos sutiles cambios, siendo el más significativo el de sustituir el emblemático Bing Beng por el Empire State Building, pero dejando los característicos autobuses ingleses de dos pisos.
La reposición fue recibida con cierto cariño:
««King Kong» es una de las películas «de miedo» cuyo interés ha sobrevivido al paso de los años. En el «Ciclo de cine del terror» proyectado en el último Festival de San Sebastián, fue una de las que llamaron más poderosamente la atención. Ya unos meses atrás la película había sido extraída de los archivos y vuelta a proyectar en las pantallas comerciales de diversos países, al parecer con éxito. (…) El guión está realizado hábilmente, y para llevarlo a cabo se ha empleado una enorme cantidad de recursos técnicos, muchos de los cuales todavía sorprenden por su audacia y perfección. Aun cuando la película fue realizada en 1933, conserva todavía incentivos que la hacen estimable. Naturalmente que este género de cine requiere no ser demasiado exigente y aceptar lo convencional con una relativa manga ancha. De todos modos, lo importante es que la película continúa interesando»[14].
Y hubo más reestrenos en salas comerciales (como el de 1982, posiblemente el último) pero el filme, que muchos en su momento ya disfrutamos y descubrimos en televisión, reclamaba su lugar en filmotecas caseras, primero en forma de cinta VHS (cuando no en Súper-8) y más tarde en formato digital.
De lo que no hay duda es que la película King-Kong es pura historia del cine y su personaje un icono del siglo XX. Y sí, aunque el tamaño hacía imposible “la posibilidad de darse una pasión, digamos extática, por no decir erótica” entre el simio y la chica, la historia y el puro espectáculo que representó y sigue representando, ha resultado ser inmortal e inolvidable y motivo de culto entre varias generaciones de amantes del cine.
NOTAS
[1] “Una extraña película” en La Vanguardia del día 13 de diciembre de 1932. Pág. 17.
[2] Íbidem. Pág. 16-17.
[3] “Ecos y noticias” en La Vanguardia del día 5 de mayo de 1933. Barcelona, Pág. 17
[4] “Los comentarios que ha suscitado ‘King-Kong’” en La Vanguardia del día 11 de octubre de 1933. Barcelona, Pág. 11.
[5] Crítica de El Heraldo, citado en “La prensa madrileña, sobre el estreno de King Kong” en La Vanguardia del día 7 de noviembre de 1933. Pág. 18.
[6] “King-Kong. Una fantasía cinematográfica de la R.K.O” por J. Ruiz de Larios en La Vanguardia del martes 21 de noviembre de 1933. Pág. 15.
[7] La Vanguardia, 23 de noviembre de 1933. Pág. 12.
[8] Sebastià Gasch en L’Opinió citado por ROIG, S. Els malsons dels postres avis. Ed. Dux, Barcelona 2006. Pag. 60-61-62-63.
[9] Josep Palau en Mirador, citado por ROIG, S. en Opus cit. Pag. 60-61-62.
[10] Àngel Ferran en La Publicitat, citado por ROIG, S. en Opus cit. Pág. 61.
[11] El de la fila 12 en La Humanitat, citado por ROIG, S. en Opus cit. Pág. 62.
[12] La Vanguardia, miércoles 24 de enero de 1934. Pág. 13.
[13] S. M. en La Vanguardia del martes, 29 de enero de 1929. Pág. 17.
[14] A.M.T en La Vanguardia del sábado 6 de noviembre de 1965. Pág. 51.
Arranca el décimo Fimucité
El Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife (FIMUCITÉ) alcanza en 2016 su décima edición y presenta un intenso programa, que tendrá lugar entre el 23 de septiembre y el 1 de octubre gracias al patrocinio del Cabildo Insular de Tenerife, el Gobierno de Canarias y el Ayuntamiento de Santa Cruz. Las dos líneas temáticas del festival, representadas en el cartel oficial, son las más importantes producciones de ciencia ficción, desde “Star Wars” a “Star Trek”, bajo el título genérico de “Space Opera: La música de las estrellas”, y la obra de Howard Shore, creador de la banda sonora de las trilogías de “El Señor de los anillos” y “El Hobbit”.
FIMUCITÉ cumple diez años en los que ha logrado posicionarse en el calendario internacional como evento referente dentro del género de las bandas sonoras cinematográficas.
El concierto inaugural “Lalo Schifrin’s Jazz Goes to Hollywood” se ofrecerá el viernes 23 de septiembre, a las 20:30 horas, en el Auditorio Infanta Leonor de Los Cristianos. La Big Band de Canarias, con el prestigioso saxofonista Kike Perdomo al frente, realizará un sensacional recorrido a través de las obras del músico argentino creador de la reconocible banda sonora de la serie de televisión “Misión Imposible”.
El sábado 24 de septiembre, el Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife acoge una nueva entrega de la exitosa propuesta de The Pop Culture Band, un espectáculo en el que las mejores canciones del cine de los años 70 serán esta vez protagonistas: “That 70s show”. La banda canaria liderada por Gonzalo de Araoz ofrecerá un repertorio en el que no faltarán piezas como “Disco Inferno” o “Staying Alive”, de la película “Fiebre del Sábado Noche”, un medley con lo mejor de la banda sonora de “Grease” o el tema principal de la serie de televisión “Vacaciones en el mar”. Hay dos funciones programadas de este evento, la primera a las 19:00 horas y la segunda a las 22:00 horas.
El domingo 25 de septiembre, a las 19:30 horas, el Paraninfo de la Universidad de La Laguna acoge la proyección de la película “El Ladrón de los guantes blancos”, considerada el primer largometraje canario. Con motivo del 90º aniversario de su rodaje, con la colaboración de Filmoteca Canaria se proyectará la película en una sesión con música en directo a cargo de la pianista Sophia Unsworth.
Además, FIMUCITÉ legitima e impulsa en su décima edición su colaboración con el Conservatorio Profesional de Música de Santa Cruz de Tenerife con la programación de varios conciertos dedicados a las populares series de animación de los estudios Warner Bros., que serán interpretados por la Banda Sinfónica y la Orquesta Sinfónica del centro en el Teatro Guimerá de la capital tinerfeña los días 28 y 29 de septiembre, a las 20:00 horas. El primero será “Homenaje a Shirley Walker”, la primera mujer compositora en hacerse un nombre en Hollywood, y el segundo estará dedicado a los “Héroes animados de la Warner”.
En ambos conciertos participarán los reconocidos compositores Lolita Ritmanis, Kristopher Carter y Michael McCuistion, componentes del colectivo Dynamic Music Partners, prolíficos discípulos de Walker. Varias de las piezas serán dirigidas en directo por estos magníficos compositores.
El viernes 30 de septiembre, a las 20:00 horas, el Auditorio de Tenerife “Adán Martín” acogerá el concierto “Space Opera: La Música de las estrellas”, que contará con el destacado director de ópera, música contemporánea y música de cine de origen alemán Christian Schumann, quien se pondrá al frente de la Orquesta Sinfónica de Tenerife (OST) en la interpretación de piezas de películas como «Dune», «Perdidos en el espacio», «El Quinto elemento», «Galactica, estrella de combate», «Starfighter: La aventura comienza», «Interstellar», «Flash Gordon», «Gravity» y «Star Trek», entre otras.
Asimismo, los compositores Óscar Navarro y Federico Jusid, que visitarán este año FIMUCITÉ para recoger los Premios de la Crítica Especializada 2016 de Scoremagacine que les han sido otorgados, dirigirán a la OST al inicio del concierto del viernes 30 en la interpretación de sus obras. Así, el alicantino Óscar Navarro, galardonado en la categoría de mejor score nacional presentará el estreno mundial de la suite de la música del documental premiado con un Goya “Sueños de sal”. El argentino Federico Jusid, premiado como mejor compositor español o afincado en España, presentará su música para las series de televisión “Isabel” y “Carlos, Rey Emperador” y el largometraje “Misconduct”.
Finalmente Howard Shore, el autor de la música de la trilogía de “El Señor de los Anillos” y compositor indispensable para cineastas como David Cronenberg o Martin Scorsese, será el protagonista de la Gala de Clausura del sábado 1 de octubre que dará inicio a las 19:30 horas. Shore, a quien estará dedicado el concierto que dirigirá Diego Navarro, recibirá el premio FIMUCITÉ – Antón García Abril. Además, el compositor dirigirá a la OST en algunas piezas.
El otro galardón honorífico FIMUCITÉ – Antón García Abril de esta décima edición se otorgará, a título póstumo, a Shirley Walker.
ACTIVIDADES PARALELAS
De otro lado, son numerosas las actividades paralelas al programa de conciertos que tendrán lugar en el marco de FIMUCITÉ 10.
Nace este año la Fimucité Film Scoring Academy (Academia Fimucité para Compositores Audiovisuales) dirigida a estudiantes y profesionales que quieran recibir formación especializada. Se ofrecerá un taller para músicos impartido por Lolita Ritmanis, Kristopher Carter y Michael McCuistion, y un seminario para compositores del sector audiovisual y estudiantes de composición a cargo de Richard Bellis. Asimismo, dentro de esta iniciativa, los conciertos que tendrán lugar el 28 y el 29 de septiembre en homenaje a la compositora Shirley Walker y a los héroes animados de la Warner Bros. respectivamente, contarán los mismos días con funciones matinales, a las 10:30 horas, para el público escolar en el Teatro Guimerá. FIMUCITÉ apuesta de este modo por fomentar la cultura entre los más jóvenes y por promover la creación de nuevos públicos, amantes de la música y el cine en este caso.
Y por cuarto año consecutivo, el Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife ofrece su sección oficial a concurso FIMUCINEMA, donde se premia el apartado de composición musical tanto para largometrajes de ficción, documentales y cortometrajes y que se desarrollará de manera paralela al festival. Las proyecciones tendrán lugar en TEA Tenerife Espacio de las Artes entre el lunes 26 y el jueves 29, a partir de las 17.00 horas, con entrada gratuita previa retirada de invitación en taquilla. FIMUCINEMA contará también con la participación del Aula de Cine de la Universidad de La Laguna, Charlas de Cine y Multicines Tenerife, que acogerán la proyección inaugural de «Playing Lecuona» el sábado 24 de septiembre y la apertura de la sección a concurso el domingo 25, además de la proyección final de las películas ganadoras el domingo 2 de octubre tras ser anunciado el palmarés durante el concierto del viernes 30 en el Auditorio de Tenerife “Adán Martín”.
VAMOS DE ESTRENO (o no) * Viernes 23 de septiembre de 2016 *
BASKIN (Can Evrenol, 2015)
Turkia Duración: 97 min. Guión: Ogulcan Eren Akay, Can Evrenol, Cem Ozuduru, Ercin Sadikoglu Música: Ulas Pakkan Fotografía: Alp Korfali Género: Terror
Reparto: Muharrem Bayrak, Mehmet Akif Budak, Fadik Bülbül, Mehmet Cerrahoglu, Elif Dag, Mehmet Fatih Dokgoz, Aslihan Erguvan, Mümin Kaar, Gorkem Kasal, Sevinc Kaya, Serhat Mustafa Kiliç, Ergun Kuyucu .

Aciertos tiene: la atmósfera insana de ese inframundo al que desciende la patrulla, con su gore a lo Fulci y que tiene su clímax con la salida a escena de ese enano-maestro de ceremonias infernal; el intento de construir un relato en el que el plano de lo onírico se confunde con el plano de lo real, para acabar manifestándose como narración de un auténtico bucle temporal; la escena casi costumbrista en la que se nos presenta a los protagonistas (y que a mí, llaménme rara, es lo que más me interesa del filme)… Pero (uno de esos peros en los que uno se apoya en la sílaba tónica para alargarlo hasta el infinito) no, la película es un no. Y lo es porque no puede ocultar que su origen es un corto que aquí se ha hinchado con planos innecesarios, escenas alargadas a fuerza de utilizar la cámara lenta y episodios inconexos que poco aportan, hasta conseguir unos escasos noventa minutos que puedan hacerlo pasar por un largo. Escaso sentido del ritmo, una intriga que se apoya en la acumulación y no en la tensión dramática, mera suma de momentos más que trabazón narrativa, son lastres que empañan el resultado cuanto menos cuando ya conoces el argumento. Baskin es una de esas películas que es disfrutable en el marco de un certamen, pero que vista en solitario, y sin el cansancio eufórico que arrastra el espectador durante un festival, no tiene solidez suficiente como para funcionar por ella misma.
Un debut justito el de Can Evrenol y cuidado que ya está trabajando en la secuela. No sé si nos quedarán ganas.
NERUDA (Pablo Larraín, 2016)
Chile/España/Francia. Duración: 107 min. Guión: Guillermo Calderón Música: Federico Jusid Fotografía: Sergio Armstrong Productora: AZ Films / Fabula / Funny Balloons / Participant Media / Setembro Cine / TELEFE Género: Drama biográfico
Reparto: Luis Gnecco, Gael García Bernal, Mercedes Morán, Alfredo Castro, Pablo Derqui, Marcelo Alonso, Alejandro Goic, Antonia Zegers, Jaime Vadell, Diego Muñoz, Francisco Reyes, Michael Silva, Victor Montero
Sinopsis: En 1948, el senador y escritor Pablo Neruda acusa al gobierno chileno de traicionar a los comunistas en el congreso. El presidente González Videla lo desafuera y ordena su captura. El poeta emprende la huida del país junto a su mujer. Mientras es perseguido por el prefecto de la policía, Neruda comienza a escribir «Canto general» y se convierte en símbolo de la libertad y leyenda literaria.
Pablo Larraín no ha querido hacer un biopic al uso, él mismo declaraba tras su estreno en Cannes, que la suya “más que una película sobre Neruda, es una película nerudiana”. Larraín toma la figura del poeta y construye un relato poético más cercano a la obra que a un prosaíco documento sobre el autor de la Canción desesperada. El suyo es un retrato ficcionado que juega a mostrarnos la construcción del mito, sin dejar de entrar para ello en su cara oculta, en la húmeda intimidad gástrica como la llamaba Sartre (no es baladí que la película arranque en los lavabos del senado chileno con los políticos discutiéndo allí).
Tomando la falsilla de un momento concreto de la vida de Neruda, el período en el que por la ilegalización del Partido Comunista se vio forzado a la clandestinidad, primero, y al exilio, después, Larraín penetra en el Neruda hombre, con su complejidad y sus contradicciones: mujeriego, megalómano, aburguesado en ocasiones, pero también entrañable, idealista y generoso en otras. Y así nos irá desgranando el reverso de su imagen idealizada y lírica. Pero el director chileno no se limita a ello, si se hubiese limitado a desvelar el lado antiheroíco, su cinta habría sido un retrato plano más, lo que dimensiona el filme del autor de No es haber introducido en la trama la figura del perseguidor, así lo emparenta con el género policíaco pero para llevarlo mucho más allá. La voz narrativa se entreteje con el objeto a narrar y aporta un punto de vista que permitirá la digresión y el metadiscurso.
Al frente de la trama nos encontramos con una tríada protagonista, el poeta, el comisario encargado de detenerlo (de cuya existencia real sólo se conserva el nombre, Óscar Peluchonneau), que pone la voz en off como narrador en primera persona, y la “hormiguita”, Delia del Carril, segunda esposa de Neruda y auténtica artífice de su pátina legendaria. Lo humano y lo mítico se entremezclan en este juego de enfrentamiento entre el poeta y su antagonista, un juego entre gato y ratón que nos trae dos personajes que acaban confundiéndose en uno solo, pues ambos se necesitan para existir (como Los duelistas de Conrad adaptados al cine por Ridley Scott). La primera persona insertada en el filme permite auténticos juegos con el adentro de la ficción narrada y una estancia metadiscursiva en la que se cuece el afuera. No son pocas las escenas en la que este desdoblamiento se plasma con un cambio de eje que nos saca del decorado de la trama para instalarnos en el espacio de la metaficción más universal que la ficción misma. Desde ahí se introducen los hilos de la reflexión sobre el crear mismo que convierte a la cinta de Larraín en un ejercicio que es a la vez de antibiografía y de digresión literaria. Lo importante no es sólo alejarse de la descripción romántica de Neruda, lo verdaderamente significativo es analizar cómo se tejen los mitos, cómo se construyen los iconos y dilucidar quién es el verdadero autor del autor, quién escribe a quién y reparte los roles. En este sentido la secuencia más relevante es la que relata el encuentro (supuesto) entre Peluchonneau y Delia del Carril, secuencia en la que se ponen las cartas narrativas sobre la mesa y viene a concluir que poco importa la historia porque el espacio de la leyenda es el verdadero taller donde se confecciona el sentido. Neruda es también, así, la historia de un sacrificio, el de la esposa del poeta que se busca secundaria para contribuir a que el mito prevalezca, un mito en el que ella ha sido creadora activa pero del que borra su huella porque el vate es el que ha de pasar a la historia como dador de nombre y constructor de épica. Sólo de ese modo se da esperanza a los hombres.
FLORENCE FOSTER JENKINS (Stephan Frears, 2016)
UK Duración: 110 min. Guión: Nicholas Martin Música: Alexandre Desplat Fotografía: Danny Cohen Productora: Qwerty Films / Pathé / BBC Films Género: Comedia dramática
Reparto: Meryl Streep, Hugh Grant, Simon Helberg, Nina Arianda, Rebecca Ferguson, Neve Gachev, Dilyana Bouklieva, John Kavanagh, Jorge Leon Martinez, Danny Mahoney, Paola Dionisotti, David Menkin, Tony Paul West, Philip Rosch, Sid Phoenix
Sinopsis: Narra la historia real de Florence Foster Jenkins, una mujer que, al heredar la fortuna de su padre, pudo cumplir su sueño de estudiar para ser soprano. El problema era que carecía de talento, pero la gente acudía a sus recitales para comprobar si de verdad era tan mala cantante como decían los críticos.
Hace bien poco, concretamente a principios de abril de este mismo año, les hablábamos de Madame Marguerite, una producción europea que abordaba, en clave de ficción, el caso de una millonaria que desea, a pesar de hacerlo nefastamente, cantar ópera en público. Y realiza su sueño, siendo adoptada por unos divertidos anarquistas que harán de ella una figura que podría formar parte de un circo de fenómenos. La historia estaba basada en la de Florence Foster Jenkins, una adinerada norteamericana, y esa historia es la que ha dirigido Stephan Frears en lo que ha resultado ser una coincidencia que podría haber sido desafortunada y, sin embargo, no lo es porque ambas cintas tienen su valor y son dos modélicas producciones (cada una en su estilo y enfoque) que no tienen porque ser comparadas. Si acaso la más ficticia incide más en lo trágico e universal de la anécdota, pero ambas tratan a la imposible soprano con gran tacto, consiguiendo que el espectador ría, pero también sienta, a la vez, lástima y simpatía por ella. Ambas hacen gala de una extrema ternura.
En esta, Meryl Streep encarna a la protagonista con la solvencia que la caracteriza, consiguiendo meterse en el personaje y realizando casi una transformación física a la altura de las de Lon Chaney; mientras que Hugh Grant demuestra que, a pesar de que ya no es aquel joven galán que vivió tan buenos momentos en los años noventa, sigue manteniendo el encanto de antaño y continúa siendo el mejor para interpretar a esos bribones simpáticos que tan bien sabe encarnar. Nos gana con su encanto y su clase. Sin olvidar a Simon Helberg, el tercero en discordia. Popular por ser uno de los protagonistas de la popular serie Big Bang Theory, escapa de su encasillamiento interpretando al pianista que acompaña a la Jenkins. También destaca la banda sonora de Alexandre Desplat.
Comedia agridulce pero, ante todo comedia, Florence Foster Jenkins es una magnífica y refinada propuesta cinematográfica compatible con Madame Marguerite, pues las dos cintas son lo suficientemente diferentes como para convivir e incluso soportar un programa doble conjunto.
EL HOMBRE DE LAS MIL CARAS (Alberto Rodríguez, 2016)
España Duración: 123 min. Guión: Alberto Rodríguez, Rafael Cobos (Libro: Manuel Cerdán) Música: Julio de la Rosa Fotografía: Alex Catalán Productora: Zeta Cinema / Atresmedia Cine / Atípica Films / Sacromonte Género: Thriller
Reparto: Eduard Fernández, José Coronado, Carlos Santos, Marta Etura, Emilio Gutiérrez Caba
El Hombre de las Mil Caras es la historia del hombre que engañó a todo un país. Inspirada en el libro periodístico de Manuel Cerdán Paesa, el espía de las mil caras, es un thriller ambientado en los años 90 que gira en torno a la vida del agente secreto español Francisco Paesa y su determinante papel en la fuga y posterior entrega del entonces jefe de la Guardia Civil, Luis Roldán. Pero es mucho más, es la confirmación de Alberto Rodríguez como un magnífico director de thriller, algo que ya demostró con La isla mínima (2014) y que corrobora ahora con esta mezcla de ficción y realidad, espionaje y corrupción. José Coronado, el actor mejor y peor aprovechado del cine español, realiza un magnífico papel como testigo y narrador de todos los acontecimientos en los cuales el principal protagonista es el súperespía español Paesa, magistralmente interpretado por Eduard Fernández, personaje para el cual los demás serán tan solo piezas del tablero a la espera de la jugada maestra.
El director mantiene la tensión durante las dos horas de duración de la cinta (que en este caso resultan justificadas) con el concurso imprescindible de la magnífica banda sonora de Julio de la Rosa, que acompasa el pulso de nuestro corazón con el vertiginoso ritmo de la narración hasta su desenlace. Algunos comentarios cuestionan la utilización de la voz en off, pero su compañía resulta necesaria, de entrada, si no queremos perdernos en la complejidad que en algunos momentos tiene la trama. Pero hay más argumentos en favor de ese recurso, la utilización de la primera persona para narrar nos mete más de lleno en la acción haciéndola más cercana al espectador e imprimiéndole aún mayor fuerza.
Saliendo de ver otra producción española, un crítico afirmaba que en España no se sabía hacer cine de género de calidad, yo defendí entonces (y defiendo ahora) lo contrario, poniendo como ejemplo destacado, precisamente, La isla mínima. El Hombre de las Mil Caras está nuevamente a la altura de las mejores producciones que ha dado el thriller: sabiamente narrada, con un sentido del ritmo del que sólo las mejores producciones hacen gala, más que meritoria en la construcción de personajes y destilación de la intriga, atenta a los detalles sin olvidar esos toques de humor que imprimen carácter a la trama y la hacen aún más ágil. Es cine corazón, cine con garra, pero también cine de preciosista factura y sabia puesta en escena, con unas interpretaciones sobresalientes y una dirección de pulso perfecto. El Hombre de las Mil Caras, impecable ejercicio de crónica política ficcionada, es cine. Cine de ese que puede escribirse con mayúsculas y perdurar en la historia.
Últimos comentarios