Sitges 2015: ‘Turbo Kid’, ‘We Are Still Here’ y ‘Bloodsuking Bastards’
TURBO KID (François Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissel)
En 1997 la humanidad ha sufrido un apocalipsis y los supervivientes luchan por conseguir agua, un bien escaso. Un adolescente, solitario y amante de los cómics books de Turbo Ryder, revuelve entre los escombros y la basura para encontrar algún objeto que canjear en el mercado negro a cambio del precioso líquido. Este es el punto de partida de esta coproducción entre Canadá y Nueva Zelanda que pretende (y consigue) tener la apariencia de haber sido rodada en los años ochenta, premisa totalmente conseguida ofreciendo una estética retro en la que tienen cabida cintas de cassette, cubos de rubick, VHS y vestuario delirante, además de unos efectos gore premeditadamente burdos y un argumento naif regado con una banda sonora a base de sintetizadores. Villanos de cuchufleta entre los que destacan Zeus, un enorme Michael Ironside, y Edwin Wright como su secuaz Skeletron.
Esta disparatada cinta está basada en el corto ‘T’ is for Turbo de los canadienses François Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissel, pensado para formar parte de la antología A,B,C of Death que sus responsables han decidido alargar hasta los 93 minutos sin que por ello resulte pesada. Muy al contrario, se trata de un filme delicioso, entretenido y totalmente disfrutable que consigue su premisa de transportarnos a la edad de oro de los video-clubs.
WE ARE STILL HERE (Ted Geoghegan)
Esta opera prima dirigida por el productor metido a director Ted Geoghegan, cuenta con algunas bazas que a priori juegan a su favor: se trata de una historia de fantasmas con casa encantada. Algo que siempre resulta atractivo. Y además cuenta con la participación de dos actrices que a los amantes del fantástico nos gusta ver de nuevo en el candelero: Lisa Marie, que tras su idilio personal y laboral con Tim Burton andaba un tanto de capa caída hasta que Rob Zombie la sacó de su enclaustramiento incorporándola al elenco de The Lords of Salem (2012); y sobre todo Barbara Crampton, heroína de Re-Animator (1985) y Re-Sonator (1986), cintas de Stuart Gordon que convirtieron a la actriz en todo un icono del cine de terror. Espacio que parece estar recuperando de un tiempo a esta parte, concretamente desde que intervino en You’re The Next (Adam Wingard, 2011).
Así que, contando con estos elementos y sin dejar de ser un filme entretenido, uno esperaba algo mejor de esta cinta. A su favor hay que decir que sabe utilizar a la perfección la carta del suspense, creando una inquietante atmósfera. Pero por desgracia conforme avanza la acción, la película se va desinflando convirtiéndose en un trillado relato clasicote de aparecidos y posesiones ciertamente poco innovador con ciertas referencias a Lovecraft y, sobre todo, a Lucio Fulci y su Aquella casa al lado del cementerio (Quella villa accanto al cimitero, 1981) y El más allá (…E tu vivrai nel terrore! L’aldilà, 1981) ¿o me lo ha parecido a mí?
BLOODSUCKING BASTARDS (Brian James O’Connell)
Una empresa de tele-marketing contrata a un vampiro para que vampirice a sus trabajadores y así tener una plantilla perfecta: sin quejas, sin horarios, sin bajas, sin cobrar… vamos, el sueño de la patronal española. Si bien la premisa que se nos propone en Bloodsuking Bastards resulta atractiva, la verdad es que el resultado dista de ser interesante: como comedia no tiene maldita gracia y como película de terror menos, por lo que es, al menos, un magnífico somnífero para los maratones Midnight X-treme en los que ha sido programada. Lástima.
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