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Serendipia’s Sitges Film Festival 2018: Tercera cápsula

SÁBADO 6 DE OCTUBRE                                                      (Fotos: Serendipia)

Dia fuerte para Serendipia: cinco películas seguidas. De nueve de la mañana a 7 de la tarde. Vamos allá:

Y comenzamos bien. Mandy, segunda película de Panos Cosmatos tras sorprender al público de Sitges con su opera prima, Beyond the Black Rainbow, es pura psicodelia visual y sonora. Dividida en dos partes bien diferenciadas, ninguna defrauda. Imágenes con grano nos mostrarán el paraíso terrenal durante la primera parte del filme, con una protagonista, Mandy (Andrea Riseborough) no exenta de cierta aura extraña. Esas imágenes presagiarán la bajada al infierno de su compañero, Red,  interpretado por un Nicolas Cage desatado que se enfrentará al mal en estado puro, atávico. Los monstruos invadirán el paraíso dejando desolación tras de sí. Como elefantes en una cacharrería. Ecos de la pesadilla hippie que tiñó de sangre Los Angeles aquel 9 de agosto de 1969. Monstruos ridículos que Cage pondrá en su lugar. Monstruos patéticos que Cage eliminará.

LA nueva imagen icónica de Nicolas Cage al final de Mandy

Polémica, Mandy despertó (y seguirá despertando), apegos y desapegos entre los espectadores. Para algunos lo mejor del festival, para otros ni mucho menos, en definitiva: una cita obligatoria.

Demián Rugna, director de ‘Aterrados’

A Serendipia le gusta el cine artesanal. Y le gustan las películas sudamericanas. Así que Aterrados nos pareció una cinta muy digna. Visceral y efectiva, es una película de terror sobrenatural con algunos elementos de comedia, pero ante todo nada tímida a la hora de mostrar hemoglobina, con golpes de efecto de la vieja escuela, sombras y sobresaltos. Inquietante. Una de esas cintas que hacen que el espectador se revuelva nervioso en la butaca. Fresca como la primera entrega de Insidious, nos muestra a unos parapsicólogos con más dudas que sentencias, unos especialistas que saben muy poco más que los profanos, sus (des)conocimientos redundan en la comicidad que impregna la cinta y que tiene en  Maximiliano Ghione, como comisario  Maza, su ejecutor más brillante. Gente que desaparece, muertos que vuelven de sus tumbas, entes invisibles, movimientos magnéticos sin explicación alguna… Grandes dosis de enredo y susto, combinación que la hace destacar pese a su modestia.

Nueva carrera y Piercing, un perfecto ejemplo de cine indie norteamericano que La Aventura distribuirá en nuestras pantallas. El punto de partida no deja de ser inquietante: el protagonista quiere cometer un asesinato y en su imaginación su propio bebé y su esposa le animarán a ello, así que contratará a una prostituta con la que hacer realidad su sueño. Inspirado en una obra de Ryû Murakami, la cinta cuenta con la participación de Christopher Abbott, Mia Wasikowska y Laia Costa y posee, además, una fantástica selección de temas en su banda sonora, entre ellos el motivo principal de Tenebre (Dario Argento, 1982) compuesto por Simonetti, Morante y Pignatelli. Comedia, patetismo, masoquismo y mucho ingenio. Un nuevo jalón en ese río de thrillers en clave de comedia loca y nocturna, en el que la irrealidad y lo real se dan la mano en una vorágine de acontecimientos divertidos y tristes a la vez, patéticos y simpáticos a partes iguales.

Summer of 84 es la nueva película de los creadores de Turbo Kid (François Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissell), cinta que se sumó, ¡y de qué manera! al revival ochentero que nos está asolando. Y está nueva propuesta del trío, como bien delata el propio título, también tiene mucho de eso, pues los protagonistas son un arquetípico grupo de adolescentes de vacaciones que, como pueden suponer, incluso van en bicicleta. Uno de ellos sospecha que delante de su casa vive un asesino de niños, que lejos de ser un individuo siniestro, es conocido y querido por todo el vecindario ya que, además, es policía. Entre amoríos adolescentes, humor y niños desaparecidos, nuestros protagonistas hablarán de lo que hablan todos los adolescentes: de sexo, de sexo y de sexo. Todo está dispuesto para que nos entreguemos a un ejercicio de nostalgia, disfrutando de ese subgénero de púberes enfrentados a un misterio que les hará pasar la aventura de su vida (subgénero que ya viene de lejos y que tiene en Tom Sawyer de Mark Twain su primer gran título), pero… El final viene a sacarnos de  nuestra inocente complacencia, Summer of 84 no es Los Goonies posee un trasfondo tenebroso y una conclusión inesperada que nos obliga a retroceder sobre lo visto porque a la luz de esa coda todo cobra una nueva dimensión. La premisa, cualquiera de nuestros vecinos puede ser un asesino, acaba teniendo una concreción amarga, el fin de la infancia no llega por superar la aventura de crecimiento, sino por darse de bruces con lo que comporta afrontar a un asesino. Y no revelamos más, mejor déjense sorprender y vayan a verla, pues A contracorriente la distribuirá pronto en los mejores cines.

Los simpáticos François Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissell recibidos en Sitges con ovación

¿Y qué mejor forma de terminar el día que con zombies? ¿Que están hartos de ellos? Nosotros también. Sin embargo, nos gusta el enfoque que se les da en la francesa La nuit a dévoré le monde, de Dominique Rocher, un joven director que debuta en el largometraje con esta historia que, más que enlazada al tópico apocalipsis zombie, es cercana en espíritu a Soy leyenda de Richard Matheson. Protagonizada por el único sobreviviente que, enclaustrado en un edificio, deberá luchar por sobrevivir, protegerse de los muertos vivientes y combatir la terrible soledad. La cinta se recrea en la evolución que sufrirá el protagonista de esta historia de superación y supervivencia, pero para decirnos mucho sobre nosotros mismos, sobre el valor y el dolor de la soledad, sobre la necesidad de arriesgar y apostar por abandonar nuestra zona de confort si queremos tener la esperanza de completarnos en comunidad con el otro. La nuit a dévoré le monde parecerá repetitiva, casi aburrida, a quienes busquen pirotecnia fácil, pues es de esas cintas en las que parece no pasar apenas nada, pero eso es mera apariencia, en este viaje interior nada permanece quieto, no es un survival al uso, es una lectura humanista sobre los significados de sobrevivir.

Y ejercicio puro de supervivencia fue el que realizó Serendipia en esta apretada jornada. Diez horas seguidas de proyección mina la resistencia del más aguerrido de los cinéfagos. Ayudó, y mucho, a superar la prueba, que ese encadenado de imágenes en movimiento fueran ejemplo de cine con mayúsculas. De buen cine.

Mientras estábamos en la oscuridad, en el exterior la no-vida seguía. Tuvo lugar la particular y tradicional Sitges Zombie Walk, y entre película y película lo mejor: encontrarse con amigos y algún conocido como Jack Taylor, al que saludar sin que la organización nos aparte a manotazos. Que de todo hubo. También hubo glamour, pero eso no lo vimos porque nos pillaba lejos.

 

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