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‘El infierno verde’: una revisión al cine de caníbales de los ochenta

EL INFIERNO VERDE (The Green Inferno, Eli Roth, 2013)

USA. Duración: 103 min. Guión: Guillermo Amoedo, Eli Roth Música: Manuel Riveiro Fotografía: Antonio Quercia Productora: Worldview Entertainment / Dragonfly Entertainment / Sobras.com Producciones Género: Terror

Reparto: Lorenza Izzo, Ariel Levy, Sky Ferreira, Nicolás Martínez, Kirby Bliss Blanton, Aaron Burns, Magda Apanowicz, Matías López, Daryl Sabara, Adam Leong, Mary Dunworth, Cody Pittman

Sinopsis: Justine y sus idealistas compañeros activistas de Nueva York viajan a la selva en Perú para impedir la destrucción de una parte de la jungla por la tala de árboles que perturbe la vida de una tribu indígena local. Hasta aquí todo son buenas intenciones, que se torcerán cuando descubran que la tribu en cuestión es caníbal.

El_Infierno_Verde_POSTERLa entente entre Eli Roth y Nicolás López comenzó cuando Roth produjo al chileno su película Aftershock (2012). A partir de entonces ambos han trabajado juntos y la conexión del director americano con Chile no ha hecho más que aumentar. No solo se ha casado con una bella actriz del lugar, Lorena Izzo, protagonista de Aftershock y de todas las cintas del director yankee desde entonces, sino que también en sus películas colabora mucho personal de ese país sudamericano, tal y como sucede en El infierno verde, interpretada por Izzo y otros actores conocidos de Nicolás López como Ariel LevyNicolás Martínez (presentes también en Aftershock).

Durante el rodaje en Chile de Aftershock, Eli Roth había comenzado la escritura de un guion sobre un grupo de estudiantes universitarios que buscan resolver los problemas del mundo mediante la difusión de vídeos que avergonzasen públicamente a todo aquel a quien descubriesen haciendo el mal. Antes de darlo por concluido, la organización Invisible Children lanzó el documental Kony 2012, que instaba a los espectadores a involucrarse para acabar con el señor de la guerra ugandés Joseph Kony y con las acciones criminales de la Lord’s Resistance Army. Impulsado por las redes sociales, el vídeo se hizo viral en internet, siendo visto más de 100 millones de veces. Pronto, sin embargo, fue objeto de intensas críticas por simplificar en exceso y por tergiversar, en algunos casos, una situación demasiado difícil y compleja; como consecuencia, el fundador de Invisible Children e impulsor de Kony 2012, el activista Jason Russell, sufrió un ataque psicótico debido al agotamiento y al estrés.

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Roth se sorprendió de que estos acontecimientos de la realidad se asemejasen tanto a la premisa principal de El infierno verde. «Todo el mundo estaba twiteando algo sobre algo que habían visto en un vídeo de YouTube, y casi obligaban a otras personas a retuitear para dejar constancia de que no les era indiferente el tema de los niños soldado de Uganda«, recuerda. «Menos de un mes más tarde, el líder de su causa estaba corriendo desnudo por las calles de San Diego. Finalmente, la campaña de Kony 2012 no hizo apenas nada para solucionar los problemas que subrayaba. Sí que originó un instinto de conciencia, pero sólo a través de esos retuits de YouTube que, evidentemente, no iban a detener a los señores de la guerra«.

Para Roth, la controversia alrededor de Kony 2012 validó el concepto principal de El infierno verde: la idea de que el ‘slacktivism‘ (el activismo de sillón) es un medio para que los usuarios de las redes sociales piensen que están haciendo algo respecto a terribles acontecimientos que están lejos de su control. «Venía de un buen lugar, queriendo ayudar a otros en un lejano rincón del mundo«, dice Roth. «Pero básicamente, se trataba de que las personas se sintiesen mejor consigo mismas«.

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En la cinta de Eli Roth, las buenas intenciones de una ONG pronto se verán ensombrecidas por el egoísmo de todos, caníbales incluidos. La excusa medioambiental, será un buen punto de partida que pondrá el acento sobre el cinismo de algunas ONG’S, así como sobre los sanos habitantes del primer mundo cuando fingen preocuparse por el agujero de ozono o, como en este caso, la selva amazónica. Nuestros protagonistas lucharán para proteger el ecosistema que ha mantenido casi vírgenes las selvas y las tribus que viven en el corazón del Amazonas. Tan grande será su vocación de protegerles, que les servirán incluso de alimento.

La cinta está rodada en la cuenca del Amazonas, en el pequeño poblado de Callanayacu. Mientras localizaban, Roth vio una cabaña que era justo como la que buscaba, bajaron de la barca y pidió a Sánchez que les dijera a los aldeanos  que estaban explorando para encontrar un lugar concreto para filmar la película. Gustavo le comentó que los aldeanos jamás habían visto una película, de hecho no sabían lo que era una película. Sin electricidad, ni agua corriente, Callanayacu apenas tenia contacto con el mundo exterior, más allá de la embarcación que ocasionalmente les suministra productos. Sin embargo, Roth y los productores tuvieron una calurosa acogida y a pesar de los problemas logísticos que tendrían, decidieron rodar allí, algo que los aldeanos decidieron mediante el voto.

Una vez comenzada la filmación, los aldeanos se adaptaron con rapidez al proceso de producción: algunos trabajaron en el departamento artístico, otros ayudaron en las construcciones y el vestuario, mientras que otros sirvieron como figurantes. «Fueron los mejores extras con los que he trabajado«, comenta Roth.»Nunca se quejaban. Acababan una toma y seguidamente reían y reían». El resultado refleja el fantástico entorno en el que se ha rodado la película y la autenticidad de los extras, muy convincentes en su papel de aborígenes.

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Proyectada en competición en el festival de Sitges de 2013, The Green Inferno, es una revisitación del viejo subgénero transalpino de caníbales, aunque bastante más comedido que los filmes emblemáticos en los que se inspira. Entretenida y a ratos divertida, tiene esas características introducciones tan prolongadas a las que Eli Roth nos tiene acostumbrados y que exasperan a más de uno. Tendrán que tener paciencia, pues hasta el minuto 41 el director no comenzará a poner la carne en el asador.

Resulta refrescante la intención de recrear el alimenticio subgénero de caníbales transalpino, que tantos buenos (malos) momentos ha hecho pasar al público más curtido de la mano de Ruggero Deodato o Umberto Lenzi, directores que llevaron a las pantallas de todo el mundo las más importantes muestras de este indigesto género, Holocausto Canibal (1980) y Canibal Feroz (1981), respectivamente. Pero lo  malo de El infierno verde es que, para el público más curtido, la propuesta de Roth se le quedará muy corta. En cuanto a los que se acerquen por primera vez al tema, posiblemente pasarán un mal rato, sobre todo el sector femenino, pues Roth ha tenido a bien introducir entre los ritos caníbales uno muy sensible y exclusivo de la mujer. Bon Appetit!

 

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