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Diario de Serendipia en Sitges 2021: Remontando la pandemia. Tercera cápsula
Tercera jornada y se acabó lo que se daba. Si el primer día Serendipia tuvo que comprar dos entradas si quería ver Titane y Censor (tan rápido se agotaron los tiques de prensa que tan solo le dio tiempo de reservar uno de cada), en esta ocasión y tras la sesión despertador, le fue imposible conseguir entradas de prensa para el pase de prensa (¿contradictorio, no?) de la película que Serendipia deseaba ver, Belle (Ryû to sobakasu no hime, 2021), último anime de Mamoru Hosoda, lo que nos obliga a cambiar los planes. Pero a veces lo inesperado viene acompañado de agradables sorpresas… En todo caso iniciamos nuestra relación con la sala Tramontana, lugar en el que prácticamente viviremos el resto del festival, a excepción de las sesiones despertador, claro y dos sesiones maravillosas en el Prado. Pero no nos adelantemos…
A las 8,15 ya estamos en l’Auditori para ver la nueva película de Álex de la Iglesia, Veneciafrenia (2021), una propuesta que ha sido clasificada de giallo por unos y slasher por otros, y que es posiblemente todo eso y mucho más, bastante más, pues no en vano estamos hablando de Álex de la Iglesia y raro sería que no incluyera gotas de comedia y costumbrismo, así como denuncia, en este caso del turismo adocenado. Más que giallo, este slasher cuenta con el habitual grupo variopinto de jóvenes deliciosamente masacrables, pero en lugar de meterlos en una cabaña en el bosque u hogar habitado por sucios rednecks en el profundo sur de Estados Unidos, se los lleva a una Venecia muy lejana en la memoria como paraíso romántico, ahora totalmente invadida por el turismo basura. Por nosotros, vamos. Como comentó el director durante la rueda de prensa: “Mi principal intención con la película era explicar cómo los seres humanos destruimos aquello que amamos. Hay una evidente crítica social que siempre ha estado presente en mi cine de alguna manera, pero quizás aquí se ha visto mucho más claro”. Soy consciente que yo mismo soy parte del problema porque también soy turista. Pero he decidido explicarlo a través de una obra que al final busca entretener”.
La parte puntillosa de Serendipia halla varias similitudes entre Veneciafrenia y La matanza de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, Tobe Hooper, 1974): tenemos en ambas a un grupo de jóvenes que son abordados por un tipo raro e inquietante (el autoestopista allí, el bufón aquí) que les adentrará en lo extraño. Poco después uno de los jóvenes será asesinado e introducido en una habitación, que el asesino cerrará con un sonoro portazo, tal y como sucede durante la primera aparición del bueno de Leatherface en la película de Hooper. Por no hablar de la presencia de un gancho del que, por supuesto, acabará prendida una víctima. En Veneciafrenia hay, asimismo, generosas dosis de la turismofobia a la manera de Hostel (Eli Roth, 2005) o Aftershock (Nicolás López, 2012), y una efectiva banda sonora de Roque Baños, quien recibió un merecidísimo homenaje durante el festival. El film de de la Iglesia, cuya proyección nocturna en l’Auditori fue la que acusó un mayor número de público durante todo el festival, se cierra por todo lo alto con un final operístico y, sin parecernos excepcional, si que figura entre las mejores de las últimas dirigidas por el vasco.
Noomi Rapace con la moderadora de la rueda de prensa, Desirée de Fez. Foto: Serendipia
El cambio de planes trae un inesperado tiempo muerto de las 10 a las 13.30 horas, pero como Serendipia no ha venido a Sitges a perder el tiempo pone su contador en pausa y decide ir a la sala de prensa donde se informa de las ruedas de prensa del equipo de la excelente comedia negra The Trip (I onde dager, Tommy Wirkola, 2021) y The Deep House (Alexandre Bustillo y Julien Maury, 2021), lo que le da ocasión de disfrutar de una charla presidida por la encantadora Noomi Rapace junto a los los guionistas Nick Ball y John Niven y otra con los directores franceses. Rapace habló sobre las dos películas protagonizadas por ella que se presentaban en Sitges, la mencionada The Trip y Lamb y sobre su personaje en ellas: “Ha sido un gran honor interpretar estos dos personajes que son tan opuestos el uno del otro. Con ‘Lamb’ he podido volver a mis raíces escandinavas con un personaje nada vanidoso, una mujer sumergida en un dolor profundo por una pérdida. Por el contrario, Lisa de ‘The Trip’ es absolutamente vanidosa y refleja de manera muy evidente el odio que siente hacia su marido. Las dos tienen algo de mí”.
A continuación, Julien Maury y Alexandre Bustillo hablaron sobre su última incursión en el cine de terror con The Deep House y en especial sobre las dificultades técnicas que comportó el rodaje, en el que “lo más difícil era comunicarse con los actores bajo el agua mientras nosotros controlábamos en la superficie. Tuvimos que utilizar dobles especializados porque era muy complicado tener a los actores doce horas diarias bajo la agua”. Respecto a las localizaciones de rodaje, Bustillo apuntó: “Rodamos en un tanque de agua de seis metros en un estudio que tenía una gran piscina. La casa sumergida la construimos de cero en el tanque, planta por planta. También rodamos una gran parte en el lago que aparece en la pel ícula”.
Alexandre Bustillo y Maury. Foto: Serendipia
Serendipia aprovechó para conversar brevemente con todos ellos y hacerse con algunas firmas para su colección, entre ellas la de Noomi Rapace. Y es que hay que decir que en esta ocasión la seguridad del festival fue más laxa y no impidió, cual guardia pretoriana como en otras ocasiones, acercarse y saludar respetuosamente a los invitados. Por el camino nos topamos, además, con Mamoru Hosoda y, ¡zás!, otra pieza para nuestra colección.
Con la parte fetichista de Serendipia totalmente satisfecha y los ánimos bien altos, nos metemos nuevamente en la sala oscura para ver Dead & Beautiful (David Verbeek, 2021), que compite en la sección Noves Visions y está protagonizada por un grupo de jóvenes hedonistas, bellos, ricos y aburridos en busca de nuevas emociones, las que encontrarán cuando un día despierten convertidos en vampiros. Con visos de crítica social, la cinta no acaba de manejar bien su timón y acaba siendo la historia de unos auténticos muertos de aburrimiento en vida.
A continuación, y en formato doble episodio por sesión, pudieron verse las cuatro nuevas Historias para no dormir, que actualizan algunos de los mejores episodios clásicos bajo la dirección de renombrados directores y Sitges ofreció en primicia previa a su estreno el 5 de noviembre en Amazon Prime Video. La broma, dirigido por Rodrigo Cortés, cuenta con Nathalie Poza, Eduard Fernández y Raúl Arévalo como codiciosos protagonistas y es el más divertido de todos; El doble, que dirige Rodirgo Sorogoyen y cuenta con David Verdaguer y Vicky Luengo como protagonistas, se ubica en un futuro más o menos cercano en el que la inteligencia artificial deja cada vez menos espacio a las relaciones entre humanos; En El asfalto, cuyo episodio clásico muchos recordarán por la magnífica interpretación de Narciso Ibáñez Menta, se retrata la angustia de ser engullido por la tierra, en esta versión, un repartidor de comida a domicilio que comienza a ser tragado por el asfalto. Paula Ortiz es la directora y bajo sus órdenes actúan Dani Rovira e Inma Cuesta. Y finalmente Freddy, otro de los episodios más recordados que, en esta ocasión, dirige Paco Plaza y que cuenta cómo un actor de medio pelo establece una tétrica relación con un muñeco de ventrílocuo gracias a los consejos del mismísimo Chicho Ibáñez Serrador, con Miki Esparbé, Adriana Torrebejano y Carlos Santos encabezando el reparto. Los cuatro cineastas compartieron impresiones sobre la contribución de Chicho al cine de terror y el proceso de creación del proyecto. Paco Plaza, que considera al creador de La residencia como un “virtuoso del lenguaje cinematográfico”, declaró que uno de los objetivos de su episodio era “convertir a Chicho en un personaje de ficción”, y que lo que más valoraba era “como él mismo cuestionaba el resultado del capítulo, una cosa impensable en los tiempos actuales de hipérbole y autofelación”. De la presión de actualizar un material con un éxito tan consolidado como la serie original, Rodrigo Cortés puntualizó que: “En lugar de sentir que estamos a la sombra de Chicho, prefiero pensar que estamos bajo su paraguas. Este proyecto nos permite devolverle nuestro material como forma de agradecimiento y sensación de tributo”. La opinión positiva de público y crítica respecto a la serie fue bastante unánime, siendo las historias más valoradas Freddy y La broma. En todo caso, consuela ver como Chicho
continúa estando presente y su legado ligado al fantástico más vivo que nunca.
El día culminó con la inabarcable cinta de animación stop-motion Mad God, que ha estado realizando artesanalmente el genio de la animación y los efectos especiales Phil Tippett durante los últimos 30 años y que se ha finalizado gracias a una campaña de mecenazgo y la colaboración desinteresada de un equipo que se reunía los fines de semana para dar vida al oscuro universo de Tippett. Una espera que, sin lugar a duda, ha merecido la pena. Mad God es toda una experiencia, cercana en algunos momentos al video-arte, que se desarrolla en un escenario apocalíptico con un imaginario que se diría surgido de peor pesadilla de El Bosco. El tan manido adjetivo de obra maestra se ajusta aquí en toda su extensión. Podemos asegurar que la vimos con la boca abierta durante toda su proyección, pues la fantasía desatada en esta obra daría para muchas horas de debate. Todo el que se sumerge en Mad God, ve sus propias pesadillas y la interpreta, si desea hacerlo, de una manera diferente. Y es que es en lo que sugiere donde estriba su grandeza: campos de exterminio; experimentos científicos; alquimia; guerra; muerte… todo presidido por un dios loco que condena a sus creaciones a una existencia sin sentido en un inexorable paso del tiempo. Es por obras como Mad God por las que Serendipia acude cada año a Sitges. Por la rara y placentera sensación de estar viviendo una experiencia cinematográfica única.
Diario de Serendipia en Sitges 2021: Remontando la pandemia. Segunda cápsula
Nueva jornada, con las pilas bien cargadas tras un inicio de lo más nutritivo. Se acerca un largo fin de semana que será el de más afluencia de público al ser el del puente. Un fin de semana que demostrará que el público, tras un año pandemia, tiene ganas de cine y de pasar miedo y desazón, pero ficticio y desde las seguras butacas del festival de Sitges.
La programación que Serendipia se había preparado se mantiene bajo lo planeado -y deseado- y este día disfrutará, íntegramente en l’Auditori, de cuatro producciones pertenecientes a la sección Oficial Fantàstic Competició, iniciando la jornada con Cliff Walkers, segunda película de Zhang Yimou que vimos ese mes tras la deliciosa, y muy diferente, One Second (2020), toda una oda a la imagen cinematográfica, como guardián de la memoria, que inauguró el Festival de San Sebastián. Cliff Walkers, por su parte, es un trepidante y elegante cinta de espías desarrollada durante los primeros años treinta, con Manchuria ocupada por Japón y en donde desembarcará un comando de 4 agentes chinos entrenados en Rusia. Con una banda sonora que en algunos momentos nos transportará al Morricone de Hasta que llegó su hora, la película es emocionante y absorbente, aunque quizás un tanto confusa para el espectador occidental. Yimou es un mago de la iluminación y la composición pero, pese a su fantástica belleza, carece de elementos fantásticos tanto en la trama como en la forma de ser narrada que justifiquen su inclusión en la Sección Oficial, a nadie le amarga un dulce, dicen, pero era necesario señalar su imposible adscripción al género.
Tras la obra de un director consagrado, le llegaba el turno a la primera incursión cinematográfica de Lee Haven Jone, conocido, hasta ahora, por su trabajo en televisión: The Feast (Gwled, 2021), una cinta de horror contemporáneo servida en el idioma del País de Gales. En el trabajo de Haven Jones se dan la mano los terrores del Siglo XXI con el sustrato legendario de Gales y el resultado es una inquietante cinta que aborda el problema de la especulación con el suelo, que arruina del ecosistema sostenible y gentrifica la placidez rural, en clave feérica. La película está protagonizada por una magnífica y joven actriz, Annes Elwy, su personaje soporta el peso de la función y, ya desde el primer momento, introduce del elemento de la extrañeza. Llegada a la granja de una familia adinerada para ayudar en la celebración de un banquete, cuyo objetivo es convencer a sus vecinos de que vendan sus tierras al empresario italiano que se ha hecho con todos los títulos de propiedad de la comarca, para así permitir la explotación minera, la joven deambulará por la mansión como una presencia inquietante que no media palabra con ninguno de sus habitantes y ante cuya enigmática mirada iremos descubriendo las miserias del resto de personajes. Los extraños manejos de la misteriosa joven desencadenarán un festín de horror y sangre a borbotones que choca frontalmente con el planteamiento pausado que había precedido a ese desenlace tempestuoso (y que a algún espectador le chirrió en exceso). Y es que la enigmática protagonista sería en verdad la ninfa de esas tierras cuya voluntad no debe ser contrariada, una deidad cuya venganza sirve a las demandas ecologistas que alzan su voz contra el cambio climático. Cuanto menos The Feast es una propuesta inquietante que articula modernidad y tradición con pulso firme y que nos regala un buen puñado de imágenes, elegantemente espeluznantes, que grabar en nuestra memoria.
Nuevamente una opera prima en nuestro programa: The Execution (2021) dirigida por el ruso Lado Kvataniya, una cinta que se gesta al fresco de la prolongada sombra de los crímenes de Andréi Chikatilo y su adapatación audiovisual, Ciudadano X (Citizen X, Chris Gerolmo, 1995) laureada en Sitges, y, aunque no alcanza los méritos de aquella, resulta una pieza a tener en cuenta dentro del subgénero de asesinos en serie. Varias son las bazas en juego entre las que no es la menor el uso de la intriga criminal como vehículo para la crítica al estado burocrático y policial soviético, la brutalidad de los investigadores no le va a la zaga a la sórdida violencia de los asesinatos, este thriller articulado sobre el salto temporal da cuenta de la débil relación entre la actuación de la policía y la ética, de como, más que la búsqueda de la justicia, lo que está en juego es el prestigio del cuerpo y las aspiraciones de ascenso social dentro de un paisaje en el que importa más la apariencia de control que la verdad. En la Rusia inmediatamente previa a la Perestroika, Issa Valentinovich (Niko Tavadze) e Ivan Sevastyanov (Evgeniy Tkachuk) están al frente de la investigación de la ristra de asesinatos, sus métodos incluyen la tortura física y psicológica, en un estado que se tambalea todo está permitido si logra resultados. Pero estos se hacen esperar, las evidencias se resisten y el tiempo apremia, como lo hace la ambición de Valentinovich quien no dudará en dar por cerrado el caso pese a que las pruebas no sean concluyentes y aunque ello suponga dejar a quien sea en la cuneta, incluso si es su compañero y amigo Sevastyanov. The execution es una crónica de un desmoronamiento doble, el de un país en crisis y el de unos personajes que nunca fueron héroes, y en sus líneas se lee una reflexión sobre la esencia del monstruo y la posibilidad o no de la justicia, retratada con una paleta cargada de negros y rojos que irán palideciendo conforme el despliegue de la trama revele la miseria de unos y otros. La bisoñez de Kvataniya, que se evidencia en un metraje que podría haberse reducido, no es óbice para mantener con buen pulso narrativo esta película compleja narrada en tiempo discontinuo (es enternecedor que cada salto venga precedido de unos números danzarines que nos ubican en el año de la acción). Un debut saldado con honores.

Sangin Manizha Dalerovna (que no está cantando, aunque participó en Eurovisión 2021 representando a Rusia) actriz en The Execution, junto a su director, Lado Kvataniya, que la mira embobado y coronado por el sol (Foto: Serendipia)
La jornada terminó con Visitante que, contrariamente a la rusa, supone el fallido debut de Alberto Evangelio, posiblemente sobre el papel el proyecto resultara interesante, pero su plasmación en imágenes malogra la idea. Existencias paralelas, realidades alternativas y fantasmas invisibles que, como en las películas de escaso presupuesto, obligan a los actores a ejercer de mimo, en este tímido acercamiento a la ciencia ficción vestida de ambigüedad, a la que el director hizo referencia durante la rueda de prensa: “Mi intención era plantearle al público este esfuerzo en el visionado. Me parece interesante cuando el espectador hace un trabajo para entender lo que se está proponiendo en la historia. Cuando se genera un debate posterior a la proyección. El fan del fantástico está más acostumbrado que ningún otro a este tipo d e películas que se acercan a la ciencia ficción”. Pero ni la mejor voluntad del espectador suple la carencia de ritmo, la medianía de las interpretaciones y la falta de empuje de la trama, un suspense inexistente que hace que bien pronto nos desinteresemos por los personajes planos que desfilan en la pantalla. ¿Lo mejor? Iria (El increíble finde menguante) del Río.
De entre los eventos de industria que se celebraron, y a los que no pudimos acudir, pues entre nuestras facultades no se cuenta el don de la ubicuidad, destacó especialmente el denominado Sitges Tabook’s, que contó con la participación especial del director, productor y guionista Pedro Olea que habló sobre la adaptación de El bosque de Ancines de Carlos Martinez- Barbeito que se convirtió en el largometraje El bosque del lobo, película que en breve contará con una estupenda edición en blu-ray y DVD a cargo de Edicions Setanta-Nou. Una charla que enlazamos para el goce y solaz de los admiradores del entrañable director vasco entre los cuales, naturalmente, Serendipia se cuenta.
El 40º TerrorMolins encara una semana con las películas de terror nacionales más destacadas del año y unas jornadas profesionales de récord
Después de una inauguración que, dos años después, volvió a llenar el teatro de La Peni, y de un fin de semana lleno de invitados y actividades heterogéneas y para todos tipos de públicos, el TerrorMolins encara una semana en la cual se proyectará el grueso de la programación de largometrajes y tendrán lugar las Jornadas profesionales, que cuentan con cifras récord: unos 220 asistentes y la participación de algunas de las empresas nacionales e internacionales más destacadas del sector.Sigue la fiesta del terror
El estreno nacional de Lo inevitable, del argentino Fercks Castellani; o las producciones La pasajera, Jacinto y Y todos arderán son algunos de los platos fuertes que esperan al público de Molins de Rei durante esta semana, que podrán degustar el más reciente de la producción nacional de terror. Después de estrenarse en Sitges, La pasajera aterriza en Sección Oficial al TerrorMolins de la mano de sus directores Fernando González Gómez y Raúl Cerezo, que presentarán el film al público. También en Sección Oficial se proyectarán la apocalíptica Lo inevitable, con presencia del director Fercks Castellani y el actor Javier Godino, y la película de posesiones Y todos arderán, dirigida por David Hebrero y protagonizada por Macarena Gómez. En la sección más irreverente y heterodoxa, True Survivor, se estrenará el film de terror rural gallego Jacinto, presentado por su equipo.
El viernes se celebra la clausura del TerrorMolins 2021, con la proyección de la esperada The Innocents (Eskil Vogt) y el cortometraje T’es morte Hélène (Michiel Blanchart). Antes, Pere Portabella presentará en La Peni su mítico film Vampir-Cuadecuc, obra que forma parte de la historia cinematográfica del país y también del festival, siendo la película sorpresa del primer Maratón de Terror, el 1973, que dio paso al festival actual. Además de las proyecciones y presentaciones, el TerrorMolins acogerá sesiones festivas como la Batalla de programadores, que enfrentará ante la pantalla los festivales Fantosfreak y Cryptshow para saber quién es más friki, un Karaoke o, pasada la clausura y el anuncio del palmarés, el Maratón de 12 horas de terror, con seis películas que cerrarán la parte presencial de la 40ª edición del festival.
Jornadas profesionales
Más de 220 acreditados participan en esta edición de las Jornadas profesionales, récord de personas y también de empresas, entre las que se encuentran algunas de las más importantes del país. En los pitchings que reunirán siete importantes proyectos y posibles productoras habrá representantes de compañías como Fosca Films, Ikiru Films, Life&Pictures o Filmax, y en las charlas y actividades participarán profesionales como Kike Maíllo, Mariana Cangas, o Gabriela Iacob. Previamente a las fechas del festival presencial, del 2 al 4 de noviembre, tuvo lugar el primer Foro de coproducción Argentina-España de proyectos de terror y fantástico. Un encuentro organizado por las asociaciones APIMA (Argentina), PAC (España), y el TerrorMolins, que tenía como objetivo compartir experiencias y conocimientos, así como propiciar coproducciones, todo en respuesta a la pérdida de soberanía ante las grandes plataformas.
El fin de semana del cortometraje de terror
Durante el primer fin de semana del 40º TerrorMolins el cortometraje tomó protagonismo, con las tres sesiones de Sección Oficial que tuvieron lugar sábado en La Peni, donde asistieron algunos de los realizadores, y la gala de la sección Ç Trencada, de films catalanes, en el Teatre del Foment, de donde salieron los dos primeros premios del certamen. El principal, ganador de la sección, fue a para el cortometraje de Rubén González Once Familiar. El jurado también dio una mención especial a Aurora, de Sergio de Asensio, por la interpretación protagonista de Montse Ribadellas. También dedicado al formato corto, en este caso de espíritu familiar, fue el TerrorKids, que llenó La Peni de jovencísimos espectadoras y realizadores. Esto y actividades como la charla sobre contracultura, el Vermut literario o los Molins Horror Games remataron el primer fin de semana del festival presencial.
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