VAMOS DE ESTRENO (o no) * Viernes 21 de julio *
SIETE DESEOS (Wish Upon, John R. Leonetti, 2017)
USA. Duración: 90 min. Guion: Barbara Marshall Música: Toby Chu Fotografía: Michael Galbraith Productora: Broad Green Pictures / Busted Shark Productions. Distribuida por Orion Género: Terror
Reparto: Sherilyn Fenn, Joey King, Ryan Phillippe, Elisabeth Röhm, Shannon Purser,Ki Hong Lee, Sydney Park, Alice Lee, Daniela Barbosa, Michelle Alexander,Raegan Revord, Sean Jones, Natalie Prinzen-Klages, Josephine Langford,Mitchell Slaggert, Alexander Nunez
Sinopsis: Clare Shannon (Joey King), de 17 años, sobrevive como puede al infierno que es el instituto junto a sus amigas Meredith (Sydney Park) y June (Shannon Purser). Cuando su padre (Ryan Phillippe) le regala una vieja caja de música con una inscripción que promete conceder los deseos de su dueño, ella piensa que no tiene nada que perder. Clare pide su primer deseo y, para su sorpresa, se hace realidad. En poco tiempo lo tiene todo: dinero, popularidad y el chico de sus sueños. Todo parece perfecto hasta que las personas más cercanas a ella empiezan a morir de manera espantosa y retorcida.
Después de la fallida Anabelle (2014), John R. Leonetti vuelve a adentrarse por los derroteros del subgénero de terror asociado a objetos malditos. Siete deseos tiene puesta su mira en el sector adolescente del público, sin embargo, se trata de una película muy correcta y suficientemente inteligente como para agradar a un público más amplio. Pésimo favor se hace, pues, a esta cinta promocionándola en relación con aquella de 2014. Siete deseos brilla más que el filme que la precede, pues no deja de ser terror mainstream, pero con una premisa atractiva y que podríamos resumir como la exposición del lado perverso de la lámpara de Aladino.
De entrada, Leonetti se aleja de las fórmulas manidas del slasher para abordar los eternos conflictos de la adolescencia, la necesidad de reconocimiento del grupo, las rivalidades entre pandillas, la popularidad y el rechazo, el valor de la amistad y los devaneos sentimentales; aunque sus personajes jueguen los roles usuales tienen la suficiente entidad psicológica como para no ser meros clichés, ni mucho menos carnaza. Está lejos de las repetitivas zombie movies e incluso de las películas de fantasmas con susto fácil. Tampoco se enfrentarán sus protagonistas a ningún psicópata, lo que está en juego es la propia ambición, el mal está en la resbaladiza ambivalencia de los deseos: un bien para nosotros puede comportar serios contratiempos para otros. Y todo ello se canaliza mediante el recurso a un objeto maldito, en esta ocasión una caja de música de la antigua china que le brinda siete deseos a quien la posea, pero advirtiéndole que lo pagará con sangre. Una advertencia que no se descubrirá hasta bien entrada la película, cuando la trama ya condena a la protagonista a no poder controlar el poder que ha despertado, cosa que la llevará al inapelable desenlace con el que se cierra (bien) el filme.
Leonetti recurre a usos narrativos que ya había ensayado en Anabelle, la tensión construida mediante planos detalle de los elementos que rodean una acción jugando con la distinta información que posee el espectador respecto al personaje que protagoniza la secuencia, pero lo que allí se dilataba hasta el punto de que cuando llegaba la resolución no se conseguí el efecto, aquí, en Siete deseos, se pauta en un tiempo mesurado que dota a la acción del tempo perfecto para sus pretensiones. Leonetti, pues, ha corregido sus excesos y sus defectos y se nos muestra ahora como un diestro arquitecto del suspense. Es muy probable que en esta cinta haya trabajado con más libertad que en la anterior, del mismo modo que el guion de Barbara Marshall (responsable del de Viral) le ofrece mejores mimbres que tejer de los que disponía en Anabelle. Si aquella fue un decepcionante spin off de un título mayor (Expediente Warren: The Conjuring), la cinta que llega ahora a nuestras salas es un pequeño ejercicio, pero muy eficiente, que puede verse sin rubor.
Dentro del acertado reparto destaca la joven y ascendente protagonista, Joey King, que a pesar de su juventud tiene una extensa carrera a sus espaldas. Para el fan del terror resultará familiar desde bien pronto, pues con nueve años interpretó a la salvaje niña zombie, Briana, en la versión americana de [Rec], Quarantine (John Erick Dowdle, 2008); o a Christine en Expediente Warren: The Conjuring (James Wan, 2013). Aunque también la hemos podido ver recientemente en otro registro totalmente diferente en Un golpe con estilo (Going in Style, Zach Braff, 2017). Por otra parte, resulta agradable encontrarse con un rostro, todavía tan bello, como es el de Sherilyn Fenn.
Siete deseos nos ofrece una cinta de terror adolescente consumible por toda la familia, con un guion sólido, un buen reparto, y una acertada dirección. Divertirá haciéndoselo pasar mal a muchos, por ese uso preciso del suspense que ya indicábamos, pero también por las ingeniosas muertes que perlan el relato, totalmente alejadas de esa casquería a la que nos tienen acostumbrados los productos dirigidos al mismo público que esta tiene como objetivo. Sin ser brillante es más que correcta, un producto que se sale de la media que, sin ser absolutamente original, juega bien las bazas del terror sin tener que recurrir siquiera al abuso del jump scare. Digna, muy digna.
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