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Nada de lo que sucede se olvida jamás: Descifrando El viaje de Chihiro
EL VIAJE DE CHIHIRO. NADA DE LO QUE SUCEDE SE OLVIDA JAMÁS…
ÁLVARO LÓPEZ MARTÍN. Prólogo Marta Fernández.
Diábolo Ediciones. Encuadernación en tapa dura. 280 páginas a todo color
La primera vez que oí hablar de El viaje de Chihiro fue gracias a un compañero de trabajo. Hasta entonces consideraba el Anime como poco menos que un entretenimiento destinado a niños, que incluso había disfrutado en mi infancia gracias a series como Marco, Heidi y sobre todo Mazinguer-Z. Ya como adulto quise darle un margen de confianza y en 1992, cuando se estrenó en nuestras salas Akira (1988) de Katsuhiro Otomo, acudí a verla no agradándome, a excepción de su animación.
Este amigo me vendió la película de Hayao Miyazaki como una aventura lisérgica muy imaginativa. Sabía que yo entendía lo que quería decir. Mientras su hija la disfrutaba a un nivel, él encontraba otra lectura que convertía la película en una experiencia totalmente diferente. Así que intrigado le hice caso y la vi. Y me conquistó. Hice las paces tan profundamente con el Anime que, con diferencia, es el cine de animación que más disfruto.
Pero El viaje de Chihiro continúa siendo mi favorita, todo ello a pesar de las numerosas cosas que no acabo de entender (que para mí añaden atractivo por estar abiertas a mil conjeturas), así como las exóticas referencias culturales que se escapan a los occidentales. Y es que El viaje de Chihiro, ganadora del Óscar y el Oso de Oro de Berlín, es una de las películas más aclamadas de la historia del cine, pero también de las más complejas y profundas, por lo que se hacía más que necesario que alguien escribiera un libro, en concreto este libro, que nos explicara y detallara estas referencias, que intentara explicarnos qué simbolizan y les pusiera nombre. Y no es que saber todo ello sea realmente imprescindible para disfrutar de esta maravillosa historia, pero estimo que el autor de El viaje de Chihiro. Nada de lo que sucede se olvida jamás… puede ofrecer al lector una visión de la película que podría tornarse también en apasionante, ayudándole a entender ese mundo y su entorno cultural, enriqueciendo así el visionado de esta obra capital del cine.
Lo que el espectador experimenta cuando ve El viaje de Chihiro, además de múltiples lecturas, son los estados de ánimo que sus imágenes trasmiten. Cuando oscurece y aparecen los fantasmas la atmósfera nos contagia cierta desazón, que aumentará ante esas criaturas que aparentan haber surgido de un cuadro de El Bosco; O ante esas máscaras benefactoras silenciosas, quejumbrosas; o ante el melancólico discurrir del tren en su viaje imposible por el mar. Un sentido de la maravilla que esperamos entender más, comprender gracias a El viaje de Chihiro. Nada de lo que sucede se olvida jamás…
Y, para emprender ese viaje, Diábolo no nos podría haber puesto en mejores manos. Álvaro López Martín tiene dos libros sobre el arte de Miyazaki a sus espaldas (Mi vecino Miyazaki y Antes de mi vecino Miyazaki, escritos junto a Marta García Villar y publicados por Diábolo) y dirige un blog de referencia como es, Generación Ghibli, avales más que suficientes como para resultar el autor ideal con el que adentrarnos en los distintos viajes de Chihiro y con el que descifrar todos sus misterios sumergiéndonos, nuevamente pero en su compañía, en esta historia única y fascinante que, como bien indica Álvaro López, es una historia de detalles.
Junto al autor analizaremos cada escena, deteniéndonos en las partes que, ya sea por merecer una interpretación (o más de una) o por hacer referencia a algún detalle perteneciente a la cultura oriental en general, y japonesa en particular, merece ser explicado. Recurriendo incluso en diversas ocasiones a la voz del propio Miyazaki, ya sea mediante declaraciones extraídas de diversos medios o de su autobiografía.
Álvaro nos descubre o confirma algunas de nuestras sospechas, incluidas las más descabelladas ¿Es la casa de baños un lupanar? Pues al parecer sí, con Yubaba como madam del establecimiento, lo cual no significa que contenga trasfondo pedófilo, con el Sin Cara como cliente encaprichado con comprar a toda costa a Chihiro. Pero no deja de ser una lectura apasionante, sugerente y sorprendente.
Cierto es que El viaje de Chihiro es sobre todo una historia de crecimiento personal, de maduración, pero también de respeto hacia las tradiciones ancestrales y al exceso de occidentalización que invade la cultura japonesa. Es una oda a la naturaleza y una fuerte crítica también al capitalismo exacerbado que domina nuestra sociedad y que tantos monstruos ha creado. El viaje de Chihiro es todo eso y mucho más. Son experiencias personales de Miyazaki; son leyendas japonesas; son elementos culturales del japón más tradicional… un maremágnum de referencias que Álvaro López nos aclarará, haciendo asequibles al lector los múltiples mensajes del filme de Miyazaki.
Bien es cierto que muchas veces el cariño y la erudicción no garantizan que la obra resultante sea valiosa. No es este el caso, Álvaro López es, además de un gran especialista y amante del cine de animación de Miyazaki, un estudioso de la cultura oriental, nos muestra escenarios, nos descifra claves y nos traduce palabras y símbolos. Y consigue narrarlo todo de forma ordenada y apasionante. Viajar junto a Álvaro López al extraño mundo de El viaje de Chihiro es viajar hasta el alma y el corazón de esta obra de Hayao Miyazaki que no se olvida jamás…
VAMOS DE ESTRENO (esta sí) * Miércoles 12 de julio de 2017 *
LA GUERRA DEL PLANETA DE LOS SIMIOS (War for the Planet of the Apes, Matt Reeves, 2017)
USA. Duración: 142 min. Guion: Mark Bomback, Matt Reeves (Novela: Pierre Boulle) Música: Michael Giacchino Fotografía: Michael Seresin Productora: 20th Century Fox / Chernin Entertainment Género: Ciencia ficción.
Reparto: Andy Serkis, Woody Harrelson, Steve Zahn, Judy Greer, Gabriel Chavarria,Max Lloyd-Jones, Terry Notary, Sara Canning, Ty Olsson, Devyn Dalton
Para el lanzamiento de la película Superman (Richard Donner) del año 1978 se utilizó una afortunada frase publicitaria «Usted creerá que el hombre puede volar», pues no sería descabellado que esta saga, y particularmente esta tercera entrega, tuviera un reclamo tal que así, «Usted creerá que el mono puede hablar». Y es que esta tercera película de la nueva saga de El Planeta de los Simios es un portento tecnológico de esos que cuando salen en DVD hay que negarse categóricamente a ver los extras, pues toda la magia que se contempla en la pantalla, queda totalmente reducida a pantallas verdes y cosas muy extrañas que enturbian el impresionante resultado. Créanme, se lo que digo. Lo hice con los de Gravity y quiero olvidarlos, sepultarlos en mi memoria.
Hay que creer, pues el cine es lo que nos pide: que creamos en los vemos en la pantalla, todavía con ojos de niño pre-tecnológico. Pero para creer hay que ofrecer un producto bien realizado, con alma, y estos simios poseen alma y nos la trasmiten a través de sus miradas. Y Matt Reeves con su película.
Esta atinada conclusión de la serie de los simios de este nuevo milenio ofrece algunos guiños a la saga precedente. Un guiño para los veteranos. Veremos a Cornelius, estirpe de César; conoceremos a una pequeña humana que será bautizada como Nova; serán Alfa y Omega el objeto de destrucción como también lo fue en el feudo de los mutantes; y se contará con la presencia de simios crucificados, un símbolo que pondrá a los monos esclavizados en consonancia con la revuelta de los gladiadores de Espartaco, naturalmente vía Kubrick.
César ni quiso ni inició esa guerra de humanos contra simios, tan solo busca la libertad de su pueblo, pero cuando él sufra una importante pérdida, se convertirá en algo personal, llenando su semblante de ira hacia el Coronel, el humano que mató a sus seres queridos. Una furia ciega que le aleja de sus intereses hacia el pueblo que lidera. Y es que César tiene más humanidad que los humanos. Incluidos sus defectos, esos pequeños defectos que llevan al hombre a su destrucción. Además, el propio virus que ha dado cada vez más inteligencia a los simios, se la está arrebatando a los humanos. Y contra eso es contra lo que se rebela el Coronel, el villano de la función, que tiene un terrible pánico a perder a deshumanizarse. Lo que no sabe es que, hace tiempo, años, que dejamos de serlo.
Woody Harrelson está magnífico como ese sosias del Coronel Kurtz, que como aquel pierde la razón. Una similitud que se busca, en cierto modo, con esas pintadas en los túneles (‘Ape-calypse Now’), pero más allá de él, las estrellas de la película, y así se muestra en el reparto, son los actores que encarnan a los simios. Andy Serkis en los ojos de César, sí, pero también Karin Konoval como Maurice o Steve Zahn como ese Bad Ape, un pequeño reducto cómico en un personaje entrañable. Todos ellos actuando con sus ojos y gestos, expresando mucho más que con palabras. Mimo y vuelta a los orígenes del cine, cuando la mímica comunicaba todo lo que necesitábamos saber. Cuando el cine se llamaba Arte Mudo. Cuando el cine dejó, con la llegada del sonoro, de ser Arte. Y algo que, por cierto, hace que la cinta requiera ser parcialmente subtitulada incluso en su versión doblada, lo cual nos lleva a que nos cuestionemos si será posible que esa parte del público que es incapaz de dejarse llevar será capaz de soltar el móvil durante la proyección de la película y consiga centrarse en (¡Oh, diablos!) LEER los subtítulos de la pantalla. de esta cinta multigenérica. Multigenérica porque, de la guerra del título, tiene el inicio y parte de la conclusión, pero con un acto central que utiliza ingeniosamente el lenguaje de otros géneros y subgéneros como el western y el cine de evasiones.
Personalmente la saga original de El Planeta de los Simios forma parte de mi memoria sentimental. De niño compré muñecos Mego de la saga, jugué a las películas que vi en los cines de programa doble, y coleccioné hasta los comics Vértice. Esta nueva saga es diferente, no hay que comparar para evitar agravios, totalmente injustos para ambas partes. Es otra historia, con elementos en común, pero que pueden convivir. Una no anula a la otra. Añade. Suma y engrandece la historia original. Dos horas y veinte minutos de cine, de vida, bien invertidos. Por favor, no perdamos la capacidad de maravillarnos ante las posibilidades de la máscara (tecnológica, pero máscara) y la actuación eficaz. Algo que se ha dado desde el primero actor que prefirió ser anónimo ocultando su cara, para apoyar y añadir eficacia a su interpretación.
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