Serendipia’s Sitges Film Festival 2016. Cuarta cápsula
LUNES 10 DE OCTUBRE
De nuevo Serendipia madrugando en un día que amenaza lluvia, como finalmente fue. Afortunadamente será una jornada en la que primará el buen cine con respecto al malo y en la que habrá de todo: directores clásicos, nuevos talentos españoles y el remake (en este caso innecesario) de turno. Vayamos pues a por ello.
Salt and Fire, la última película de Werner Herzog, era de visión obligada. Lo que se inicia como un inquietante relato de secuestros, perpetrados por una sofisticada guerrilla sudamericana, termina siendo un juego con trasfondo ecológico, casi un engaño, de Herzog al espectador. Un engaño impecablemente rodado, eso sí, como sólo un buen director como Herzog sabe hacer, captando la terrible desolación de los paisajes naturales que muestra, como ese fascinante océano de sal que cualquiera diría pertenece a otro mundo. Nadie ha rodado nunca como Herzog la belleza de lo inhóspito. A esas imágenes añade una tan extraña como conveniente banda sonora y unos actores convincentes en sus papeles. Junto al ascendente Michael Shannon, el director cuenta con un casi episódico Gael García Bernal y sobre todo Veronica Ferres, que ofrece todo un recital interpretativo abandonada a su suerte en ese inmenso desierto junto a dos niños ciegos. Una de las más poderosas e inolvidables imágenes con las que Salt and Fire despertará sentimientos de amor o de odio en el espectador. Pero sentimientos, que no es poco.
Muy diferente a Salt and Fire pero también proveniente de otro veterano como es Paul Schrader fue Dog Eat Dog, que nos pareció toda una declaración de principios y un puntapié en las partes para los directores jóvenes. Porque Schrader es un veterano, sí, pero demuestra que sabe escupir bilis cuando conviene. Y que sabe rodar a la maniera de Tarantino sin despeinarse. Divertida y salvaje, Dog Eat Dog fue otro de los buenos momentos que ofreció el festival de Sitges. Colores degradados, dibujos animados y lenguaje descarnado para esta comedia salvaje, tan violenta como divertida en la que el director experimenta con colores y texturas: «El cine vive un momento en el que puedes
mezclar casi cualquier cosa (…): una escena al estilo Cassavettes, al estilo Errol Morris, al estilo Bertolucci, al estilo Welles y al estilo Michael Bay. No pasa nada. Puedes permitirte este tipo de libertad.»
Un cartoon hiperviolento y lisérgico que debe también gran parte de su mérito a los actores escogidos, pues Willen Dafoe, Nicolas Cage y Christopher Matthew Cook están, textualmente, que se salen.
Afortunadamente estas dos piezas cargaron las pilas de Serendipia de buen cine con el que hacer frente a Blair Witch, de la que no esperábamos gran cosa, la verdad, pero que viniendo de Adam Wingard decepciona aún más tras haber visto aceptables cintas de este director como Tú eres el siguiente (You’re Next, 2011) y The Guest (2014). Lo que nos ofrece en Blair Witch es más de lo mismo en un remake disfrazado de secuela con los adelantos tecnológicos actuales, léase teléfono móvil y dron. Sustos absurdos y diálogos vergonzantes en una de las menos interesantes cintas que tuvimos ocasión de ver durante el festival (si no la más). Para usar, tirar y no volver a recuperar.
Afortunadamente, quedaba otra bala en la recámara que consiguió que Serendipia no marchara a su cubil con mal sabor de boca. Pet, del barcelonés Carles Torrens, del que ya habíamos visto otras cintas tan correctas como Emergo (2011) y el exitoso cortometraje Sequence (2014), salvó la papeleta.
Con una factura que la hace pasar como producción
foránea, no en vano está producida entre España y Estados Unidos, Pet está protagonizada por Dominic Monaghan, rostro que les resultará familiar gracias a su participación en la trilogía de El Señor de los Anillos de Peter Jackson o en la serie Perdidos (Lost, 2004-2010) y Ksenia Solo, actriz letona que participó en El cisne negro (Black Swam, 2010) de Darren Aronofsky. Ambos actores interpretan un duelo interpretativo durante el cual cambiarán su rol de cazador y presa. Ganador del premio Cine365 otorgado en Sitges, Carles Torrens ha convertido el galardón en este suculento largometraje, un psicothriller rodado con poco presupuesto, en sólo cuatro días, protagonizado por dos personajes aislados que tienen mucho más en común de lo que creen. Resulta inevitable que nos traiga a la mente películas como El coleccionista (The Collector, William Wyler, 1965) o Chained (Jennifer Lynch, 2012), pero añade una perversa vuelta de tuerca que la diferencia de estas. Pet es voluntariosa e intenta abrir caminos dentro del cine de género (más o menos) español, pero su guión tiene agujeros que abren interrogantes que la película no responde de forma lógica.
Resumiendo ese lunes: una magnífica cosecha con tan solo un punto oscuro pero que era de obligada visión. El día siguiente traería una de las mejores, sino la mejor, película del festival. Pero eso será en la próxima cápsula.
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