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Serendipia’s Sitges Film Festival 2016. Sexta cápsula
MIÉRCOLES 12 DE OCTUBRE
A la producción franco-belga Grave se le ha hecho un flaco favor calificándola como una cinta sangrienta, gore. Ángel Sala la definió como la It Follows de esta edición del festival. Y, si bien tiene su punto carnívoro, no es, ni de lejos, lo que cualquier Gorehound consideraría una película fuerte. Pero para nada es desdeñable. Muy al contrario para Serendipia fue, con diferencia, una de las cintas de temática fantástica que personalmente más le gustó. Dirigida por la joven Julia Ducournau, que debuta en el largometraje, Grave nos cuenta como reacciona Justine (Garance Marillier), una joven de 16 años que se ha criado con una familia vegetariana cuando en una prueba de iniciación universitaria come carne cruda.
Ducournau ha medido los tiempos de Grave con cronómetro. Aunque durante gran parte de la cinta no suceda nada extraño, y mucho menos terrorífico, no resulta aburrida, muy al contrario, la historia está tan bien narrada que hace que nos interesemos por los jóvenes protagonistas y por como se desenvuelven en su nuevo habitat universitario, donde serán objeto de las novatadas de los veteranos. Todo desde un punto de vista muy diferente a como lo contaría un director americano. Los personajes resultan muy cercanos, reales. En especial las dos hermanas protagonistas y en particular Garance Marillier, actriz que debutó junto a la directora en su primer cortometraje, Junior (2011) y que ahora recupera para su primer largometraje demostrando que Ducournau tiene buen olfato, pues gran parte del éxito que pueda tener su película se deberá a esta actriz, que tan bien desarrolla su personaje sin forzados histrionismos y realizando una auténtica transformación conforme avanza la cinta.
Una película adulta, impecable, en la linea de otras producciones terroríficas francesas, en la que la carne humana se convierte en una adición con su propio síndrome de abstinencia y desbordándose, claro, cuando llega el despertar de los sentidos. El despertar de la carne para la joven virgen. Y esta catarsis no será gráfica a lo Nekromantik 2, pero igualmente satisfactoria para el que esto les narra. Sin duda Grave es una de las set pieces de terror de Sitges 2016, como así se lo supieron reconocer otorgándole los premios a la mejor dirección novel; el del Jurado Jove a la mejor película; y el Méliès d’Argent a la Mejor Película Europea. Galardones que se suman al premio Fipresci que ya había obtenido en Cannes, y sin olvidar que la cinta va a ser distribuida por Universal, lo cual podría suponer un buen espaldarazo para la prometedora carrera de la directora gala, fan declarada del cine de Cronenberg y Lynch.
UN INCISO: ASH VS. SITGES FANDOM
Serendipia decidió dejarse caer por la rueda de prensa que ofrecía Bruce Campbell. Y allí estaba el mismísimo Ash. Pero ciertamente no habíamos traído nada para que nos firmara, puesto que pensamos que sería una misión de lo más difícil, por no decir imposible pero, fue terminar la rueda de prensa y el hombre, amablemente, se ofreció a firmar a todos un objeto, eso sí, sin dedicatoria ni fotografía, pues tampoco se trataba de eternizar la cola. Además, había otros compromisos. En ordenada cola Campbell firmó a todos ante la estupefacción, todo hay que decirlo, de la organización, que no se esperaba esta iniciativa, totalmente improvisada, por parte del actor, que también tuvo para todos una frase amable o divertida en spanglish. Sabemos de buena tienta que lo mismo sucedió tras el pase de Bubba Ho-Tep (2002), sesión que compartió con el bueno de su director, Don Coscarelli. Y finalmente se organizó una tercera y última sesión de firmas, de forma totalmente improvisada, pero con una buena afluencia de público. Pues bien, aún así, hay quien dice que Bruce Campbell fue un cretino (bueno, no fue exactamente este el adjetivo empleado) y un divo. Y no nos parece justo, ya que eso es mentira. Fue amable, firmó cuanto pudo (en sesiones improvisadas y de forma totalmente personal, ya que no tenía porqué hacerlas) y además estuvo la mar de simpático. O sea, que no hagan caso de lo que oigan por ahí.
Y AHORA, SIGAMOS CON LAS PELÍCULAS
Con autógrafo de Bruce «Stay Groovy» Campbell en nuestro cuaderno, fuimos a por la siguiente película. Más cine oriental de la mano de uno de los directores más inclasificables y favoritos de Serendipia, Sion Sono, de quien se estrenaba Anti-Porn, un film totalmente experimental no apto para todos los públicos que se desarrolla en un único escenario repleto de colores chillones y actrices en lencería. La cinta está protagonizado por su actriz fetiche, Ami Tomite, que encarna a una artista de prestigio que mantiene una sádica relación con su asistente. De pronto alguien grita “¡corten!”, y la personalidad de la protagonista se escinde en varias capas de delirio. Diálogos absurdos y abstractos, visitas al baño y algún desnudo como pequeña relectura del Roman Porno japonés, un subgénero tan prolífico en el pasado como desaparecido en la actualidad. Digamos que después de ver el año anterior dos fantásticas muestras del genio de Sono como son Ravu & Pîso y Tag, pues como que no nos terminó de convencer su nueva propuesta, que confirma al director, eso sí, como uno de los más desquiciados talentos del cine japonés.
Todavía en cortocircuito Serendipia se las tuvo que ver con una de las películas más polémicas, a su pesar, del festival. Y es que aunque la mexicana, Tenemos la carne, juega a la provocación, cogió cierta fama mal entendida. Se escribió en un periódico, y se compartió en otros, que el público abandonaba la sala por el terror que inundaba la pantalla y no, no fue ni mucho menos eso lo que hizo que algunos asistentes se fueran del cine, fue por la crudeza de sus escenas sexuales. Parte del público huyo incómodo por la sordidez trasmitida por alguno de sus planos. Y es que desde que Buñuel mostró la cara oscura del mismo México que inundó las pantallas de imposibles películas folclóricas protagonizadas por Jorge Negrete y Pedro Infante, se incrustó en la memoria colectiva ese otro México nada luminoso, oscuro, que directores como Ripstein no se han cansado de mostrar, de lucir casi con orgullo. Ese México sórdido que nos ha traído cintas como Somos lo que hay (Jorge Michel Grau, 2010) herederas, al igual que esta Tenemos la carne, de Los olvidados (1950), pero también del universo particular de Alejandro Jodorowsky. Un México miserable, sucio, podrido y sin esperanza que también retrataron programas televisivos como Duro y directo y revistas de sucesos como Alerta!, que bien repletas de fotografías a colores, inundaron los quioscos. El joven director y guionista Emiliano Rocha Minder nos introduce en un México apocalíptico, en el que encontramos a Mariano (magnífico Noé Hernández), una mezcla de pordiosero y gurú que malvive en una cueva con forma de vientre materno. Allí vivirán también los hermanos Lucio (Diego Lamaliel) y Fauna (María Evoli), a los que el perverso hombre iniciará en una extraña relación sexual en la que tendrá cabida todo. Canibalismo, sexo, sangre, suciedad, incesto, semen, necrofilia y escenas oníricas en un universo de basura, cartón y madera en el que no hay lugar para la luz ni la esperanza. Sin lugar a dudas un debut abrumador y en total libertad el de este director que inició su carrera a los dieciséis años y que desde entonces no ha parado de hacer de todo en relación al cine. Compartimos con ustedes una entrevista realizada por nuestros amigos de ScifiWorld que sirve como colofón de oro para este sexto día, que dejó en la mente de Serendipia dos películas inolvidables.
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