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El cine en zapatillas: La maldición de la llorona
Hace bien poco les adelantábamos que Regia Films iba a iniciar una nueva colección dedicada a los mejores títulos del cine de terror mexicano. Algo que gusta, y mucho, a Serendipia. Así que raudo y feliz ha disfrutado del primero de ellos: La maldición de la llorona (Rafael Baledón, 1963). Pero esto no termina aquí, ya que Regia continúa con la lujosa edición de los mejores giallos italianos. ¿Entienden porqué Regia es en la actualidad uno de los sellos más queridos por los fans del cine de género?
En 1933 el cubano Ramón Peón dirigió La llorona, una pionera cinta que mezclaba fantasía, misterio y drama a la mexicana con la leyenda local de la Llorona, que era como se llamaba al fantasma de Doña Marina -también conocida como La Malinche-, concubina indígena del conquistador Hernán Cortés a la que arrebataron sus hijos para que recibieran una educación española. Aunque también hay otra teoría que explica que lo que sucedió realmente fue que, enloquecida, mató a sus propios vástagos. Sea por una cosa o por otra, su fantasma anuncia su presencia con terribles lamentos al grito de «¡Ay, mis hijos!», y ambas teorías se utilizaron en la cinta de Ramón Peón. En 1947 Mauricio Magdaleno retomó el personaje con La herencia de la Llorona y de ahí hasta 1960, año en el que René Cardona dirigió una nueva versión del filme inicial que se enmarcó en el boom del cine de terror mexicano que se inició con El vampiro (1957), filme dirigido por Fernando Méndez y producido por Abel Salazar y su compañía ABSA. Este actor metido a productor quiso probar suerte con el cine de terror y en vista del éxito de El vampiro, se animó con su precipitada secuela, El ataúd del vampiro, que fue seguida por otro título más sobre chupasangres, El mundo de los vampiros (1960), aunque en esta ocasión no pudo contar con el magnífico actor asturiano afincado en México Germán Robles. Abel Salazar reconocía que sus producciones tenían una fuerte influencia de los clásicos literarios y del cine de terror de la Universal. No en vano llegó a declarar que El vampiro no era otra cosa que «Drácula ambientado en una hacienda mexicana«. También se atrevió con un sosia de Mr. Hyde con El hombre y el monstruo (Rafael Baledón, 1959), pero también con seres autóctonos en El espejo de la bruja (1962), La cabeza viviente (1963) o la delirante El barón del terror (1962), sin duda la más popular del lote entre los fans junto al díptico vampírico. A estas producciones de Salazar dirigidas por Chano Urueta habría que sumarle la secuela de La llorona, La maldición de la llorona, que en 1961 dirigió Rafael Baledón, un actor metido a director que como hemos visto también dirigió El hombre y el monstruo para ABSA.
La maldición de la llorona tiene, al igual que todas las producciones ABSA, una excelente fotografía en blanco y negro e impecable dirección artística, a pesar de su bajo presupuesto. Con la acción situada en México, recurre a una atmósfera gótica repleta de telarañas, monstruos encerrados en mazmorras, murciélagos y ratas. Y es que esta Llorona tiene mucho de vampiro (no se refleja en los espejos y tiene querencia por la sangre). Con ese comienzo de impacto y esos ojos vacíos, La maldición de la llorona es un cuento de terror naïf, pero efectivo gracias a que no contar con la presencia de ningún elemento cómico, algo casi obligado en las cintas de luchadores que pronto se pondrían de moda.
Además del propio Salazar en su habitual papel de galán (registro que cambiará en El barón del terror), la cinta cuenta con la encantadora Rosita Arenas, actriz venezolana que inició su carrera en 1950 a caballo entre México y España. Se casó con el noble aragán Jaime de Mora y Aragón, con el que tuvo una breve convivencia y, de nuevo en México, trabajó en memorables películas como La momia azteca contra el robot humano (Rafael Portillo, 1958), Neutrón, el enmascarado negro (Federico Curiel, 1960) y la nombrada El espejo de la bruja, próximo título a editar por Regia Films en esta colección dedicada al cine de terror mexicano. Por su parte Rita Macedo intervino en tres de las mejores películas de Luis Buñuel, Ensayo de un crimen (1955), Nazarín (1959) y El ángel exterminador (1962).
La vida cinematográfica de este personaje ha tenido cierta continuidad en el cine mexicano, basta recordar películas como La venganza de la Llorona (Miguel M. Delgado, 1974) en la que el espectro deberá enfrentarse a Santo y el púgil Mantequilla Nápoles; o incluso en una reciente cinta de animación, La leyenda de la Llorona (Alberto Rodríguez, 2011).
Sin lugar a dudas La maldición de la llorona resulta ser un buen título inaugural para esta colección que esperamos sea muy longeva. Bien por Regia Films.
VAMOS DE ESTRENO (o no) * Viernes 22 de abril *
LOS RECUERDOS (Les Souvenirs, Jean- Paul Rouve, 2014)
Francia. Duración: 92 min. Guión: Jean-Paul Rouve (Novela: David Foenkinos)Música: Alexis Rault Fotografía: Christophe Offenstein Productora: Nolita Cinema / TF1 Droits Audiovisuels / Union Générale Cinématographique (UGC) Género: Comedia dramática.
Reparto: Michel Blanc, Annie Cordy, Mathieu Spinosi, Chantal Lauby, William Lebghil, Flore Bonaventura, Audrey Lamy, Jean-Paul Rouve, Jacques Boudet, Xavier Briere, Yvan Garouel, Daniel Morin
Sinopsis: Romain (Mathieu Spinosi) tiene 23 años y quiere ser escritor, aunque de momento es vigilante nocturno en un hotel. Su padre Michel (Michel Blanc), tiene 62 años, está jubilado y todo parece importarle un bledo. Romain comparte apartamento con un chico de 24 años cuyo único objetivo en la vida es seducir a las mujeres, sin importarle quién ni cuánto le cueste. A su abuela (Annie Cordy), de 85 años, la ingresan sus hijos en una residencia tras enviudar y se pregunta qué diablos hace allí. Un día desaparece…
La muerte, un nuevo nacimiento, la jubilación… La vida pasa volando, como nos dice uno de los protagonistas de Los recuerdos, y viene bien cargada, tanto de alegrías como de terrores cotidianos. No hay que perder la espontaneidad ni la capacidad de improvisar y sorprender a los que más queremos. Todo ello es Los recuerdos, sin lecciones morales ni repulsivos buenismos con lenguaje de autoayuda. Sin necesidad de mantras ni falsos encantamientos. Una lección de vida y de cine de la mano del actor metido a director Jean-Paul Rouve y de los dos personajes, en principio, más antagónicos pero también cercanos de la trama, abuela y nieto, cuya deliciosa complicidad nos logran trasmitir la veterana Annie Cordy y el joven Mathieu Spinosi. Humor, amor, tristeza, alegría, felicidad, muerte… la vida, todo lo que tenemos.
CEGADOS POR EL SOL (A Bigger Splash, Luca Guadagnino, 2015)
Francia-Italia. Duración: 124 min. Guión: David Kajganich (Historia: Alain Page) Productora: Frenesy Film Company / StudioCanal Género: Drama
Reparto: Ralph Fiennes, Dakota Johnson, Tilda Swinton, Matthias Schoenaerts, Aurore Clément, Corrado Guzzanti
Sinopsis: La estrella de rock Marianne Lane (Tilda Swinton) y su pareja Paul (Matthias Schoenaerts) están reposando en la isla de Pantellería, en Sicilia (Italia). Marianne se recupera de una afonía cuando recibe la visita de su antiguo productor y amante, Harry (Ralph Fiennes) que aparecerá junto a Penélope ( Dakota Johnson), su hija adolescente. Ambos irrumpirán en la vida de la pareja como un elefante en una cacharrería, dando la vuelta al idílico retiro y convirtiéndolo en algo bien distinto.
Una lucha entre ambos protagonistas masculinos, desigual para Paul, ya que Harry tiene un «fascinante» pasado como productor de estrellas de éxito y una forma hedonista de entender la vida. Luca Guadagnino introduce pequeños flash-backs con los que conoceremos de forma más profunda la relación entre los personajes.
El reparto resulta competente: Ralph Fiennes demuestra que siempre tiene un nuevo registro en la manga como el desmesurado productor; Tilda Swinton, como es habitual, fascinante y creíble como frágil estrella dependiente; Matthias Schoenaerts deberá enfrentarse a varias pruebas que se ponen en su camino, construyendo un personaje que en cualquier momento puede estallar; y Dakota Johnson resulta convincente en su papel de tardía lolita, resultando insolentemente sexy. La acción queda matizada con una variada banda sonora compuesta por rock, ópera, música orquestal y electrónica. Pura desmesura. La película también incluye unos agradecidos y necesarios desnudos de todos los protagonistas que resultan sorprendentes (y refrescantes) en esta tan pacata y puritana época. Quizás si peca de algo es de un exceso de metraje, pero el resultado lo hace disculpable.
Libre remake de La piscina (Jacques Deray, 1969), película que contó con Alain Delon y Romy Scheneider como Jean-Paul y Marianne y Mauricer Ronet y la explosiva Jane Birkin como Harry y Penélope, deberemos cruzar los dedos ya que el próximo proyecto de Guadagnino es acometer el clásico Suspiria de Dario Argento, contando también con Tilda Swinton y Dakota Johnson…
ROMANCE EN TOKYO (Tokyo Fiancée, Stefan Liberski, 2014)
Bélgica/Francia/Canadá Duración: 100 min. Guión: Stefan Liberski (Libro: Amélie Nothomb) Música: Casimir Liberski Fotografía: Hichame Alaouie Productora: Versus Production / Les Films du Worso / Forum Films / Radio Télévision Belge Francophone (RTBF) / Belgacom Género: Comedia romántica
Reparto: Pauline Etienne, Taichi Inoue, Julie LeBreton, Alice de Lencquesaing, Akimi Ota, Hiroki Kageyama, Tokio Yokoi, Hiromi Asai, Shinnosuke Kasahara, Masaki Watanabe, Miho Suzuki
Sinopsis: Amelie es una joven belga soñadora de 20 años que vuelve a Japón, donde nació y pasó parte de su infancia. Allí da clases privadas de francés para ganarse la vida, y es así como conocerá a Rinri, su primer y único estudiante, un joven japonés con el que entablará un romance. Entre sorpresas, momentos felices y escollos en mitad de un choque cultural, Amelie descubrirá un lado de Japón que nunca antes había conocido.
Tenemos un simpático personaje femenino niponófilo de manual y que para más inri ha nacido en Tokio. Igualito, igualito que la autora, Amélie Nothomb, ya que se trata de una película basada en una época concreta de su vida que relató en forma de novela en Ni de Eva ni de Adán ¿El resultado? pues un ejercicio de existencialismo Wanna Be para Millenials que pretende mostrar un choque cultural Oriente-Occidente pero que carece de todo calado: ni ella es francesa (es belga); ni él es japonés arquetípico, con lo que el choque es más de ilusiones. Si el nombre de Amelie ya viene cargado de ciertas reminiscencias negativas para el que esto escribe, esta cinta confirma los malos presagios que evoca. Con dos partes muy diferenciadas que tienen como punto de inflexión entre una y otra una supuesta experiencia iniciática (la joven se pierde en el campo), pasa de ser una historia luminosa, solar, musical, tan colorista como el bic de cuatro colores que se muestra insistentemente en varios planos, a convertirse en un relato desolado y pesimista que, como no podría ser de otra manera, culmina con un terremoto que remarca aún más la impenetrabilidad del sentir nipón. Posiblemente solo agradará a lectores(as) de la autora.
Eso sí, la idiosincrasia de la ciudad japonesa se muestra en todo su esplendor, convirtiéndose en un personaje más (el único interesante).
TORO (Kike Maillo, 2016)
España Guión: Rafael Cobos, Fernando Navarro Fotografía: Arnau Valls Colomer Productora: Apaches Entertainment / Atresmedia Cine / Escándalo Films / ZircoZine Género: thriller
Reparto: Mario Casas, Luis Tosar, José Sacristán, Ingrid García Jonsson, Claudia Vega, Nya de la Rubia, Ignacio Herráez, José Manuel Poga, Manuel Salas
Sinopsis: Dos hermanos se reencuentran después de cinco años. Uno ha estado en la cárcel. El otro ha robado a un peligroso perista y ahora huye junto a Diana, su hija pequeña. Los tres emprenden un viaje por una Andalucía violenta, mítica, agreste y salvaje. Un viaje en el que aparecen las viejas heridas del pasado y en el que los hermanos se ven obligados a reconciliarse para salvar la vida.
La carrera del director Kike Maillo no termina de encontrar su hueco. Su ópera prima Eva (2011) gustó básicamente por ser una valiente y resultona propuesta de cine de ciencia ficción en España. La segunda, que tenía el sacrílego nombre de Tú y yo (2014), era un vehículo para el lucimiento del cantamañanas David Bisbal que pasó de puntillas por los cines. Así que con los mimbres con lo que ha contado el director para Toro, uno esperaba que Maillo hubiera realizado un filme más sólido. Después del pase de prensa hubo cierta unanimidad de opinión en que tras sus 40 primeros prometedores minutos, el film decaía hacía el abismo de la mediocridad. Para Serendipia, incluso ese comienzo que parece tener de todo, atracos, personajes atractivos, persecuciones automovilísticas como no se veían desde las cintas de José Antonio de la Loma… tampoco termina de funcionar y ya desde esa primera escena se intuye lo que más tarde podremos verificar: un alarmantemente pobre diseño de personajes y situaciones poco creíbles que harán que el guion vaya haciendo aguas por todos lados. Y todo ello pese a ciertos detalles con los que el director ha querido vestir a sus personajes. Y es toda una lástima, pues Mario Casas parece haber acudido, al fin, a la consulta del logopeda. El siempre eficaz José Sacristán hace lo que puede con un villano de alta alcurnia pero…; y Luis Tosar quizás se lleva la peor parte del trío protagonista al tener que sacar adelante un papel carente de fuerza. Inocuo. Por no hablar de Ingrid García-Johnsson y su pequeño (casi episódico) papel. Sí, es toda una lástima, porque los materiales están, pero el resultado dista de ser tan prometedor como podría esperarse.
GENERACIÓN Z (Generation Z, Steve Barker, 2015)
España/UK/Bélgica Duración: 95 min. Guión: Paul Gerstenberger Música: Zacarías M. de la Riva Fotografía: Roman Osin Productora: Matador Pictures / Gloucester Place Films / Catalyst Global Media / Umedia / LWH Entertainment / Thekraken Films / Green Screen Productions / Bulletproof Género: Terror
Reparto: Dougray Scott, Jessica De Gouw, Martin McCann, Claire Goose, Elen Rhys, Jassa Ahluwalia, Sam Douglas, Robert Firth, Dionne Vincent, Manuela Maletta
Sinopsis: La Tierra ha sufrido un Apocalipsis zombie, pero ha conseguido salir victoriosa. A pesar de ello, muchos de los habitantes del planeta acabaron convertidos en zombis. Melanie sufre un verdadero trauma ya que cuando era una niña vio cómo sus padres se convertían en zombis. Ahora, la civilización se ha recuperado por completo y tiene la situación completamente controlada. De hecho, uno de los lugares más famosos para ir de vacaciones es el Resort Zombie (REZORT), un lugar donde las personas pueden divertirse viviendo una aventura y pudiendo matar zombis. Pero, una fuga en el REZORT provoca de nuevo el pánico y una alarma mundial. Melanie se tiene que enfrentar de nuevo al infierno.
Según sus creadores, Generación Z es como «Parque Jurásico con zombis«, y no les falta razón. Tiene mucho de eso con el añadido de cierto trasfondo social presente en otras películas del universo zombi como la ecologista No profanar el sueño de los muertos (1974) de Jorge Grau; o Nueva York bajo el terror de los zombies (Zombi 2, Lucio Fulci, 1979), donde se adivina una revancha por parte de los desheredados de los países del tercer mundo colonizados (y explotados) por los países occidentales. Generación Z introduce en su guión la tragedia de los desplazados, de los refugiados y qué hacer con ellos. Y ofrece una drástica solución, quizás no muy alejada de la triste realidad. El rezort (situado, por cierto, en Mallorca), es el equivalente a los grandes resorts sudamericanos en los cuales los turistas son preservados de la dura realidad del país. Protegidos de toda «la suciedad» que puede contagiarles el pueblo real, pobre y necesitado. En el rezort los adinerados turistas pueden vengarse o, simplemente, divertirse matando zombis (o infectados) esparciendo a tiros sus sesos. Steve Barker ya tiene práctica en manejarse con zombis, ya que entre sus películas figuran Outpost (2008) y Outpost: Black Sun (2012), protagonizadas por zombis nazis. ¿El resultado?: pues no vamos a engañarles, un entretenimiento bastante inocuo que parece confirmar que el tema de los zombis podría estar ya algo quemado y que quizás merecería un descanso.
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