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Serendipia’s Sitges Film Festival 2019: Tercera cápsula


SÁBADO 5 DE OCTUBRE                                                     (Fotos: Serendipia)

Sábado. Tercer día y primero fuerte del festival, pues a la afluencia de público hay que sumar la ya tradicional Zombie Walk (de la que procuramos estar alejados) y que Serendipia tiene una agenda de cinco películas seguidas. Así que comencemos:

Ventajas de viajar en tren (Aritz Moreno, 2019) ya la había visto parte de la crítica en San Sebastián, así que llegaba a Sitges seguida de buenos augurios. Y ciertamente no defraudó. Protagonizada por un amplio ramillete de rostros conocidos, comandados por Pilar Bravo y Ernesto Alterio y secundados por los omnipresentes Belén Cuesta y Luis Tosar, esta comedia surrealista y muy loca, que puede hacernos pensar en Relatos salvajes (Damián Szifron, 2014) al tener una estructura episódica (aunque aquí con un nexo común que hilvana la cinta convirtiéndola en un todo), está cargada de un humor negro y disparatado que se apoya en situaciones extrañas. Algunas de ellas con la pornografía infantil, la coprofagia, la zoofilia y las películas snuff como motivos principales. Y no es broma. Todo un fresco sobre los extravagantes modos de la insania contado con buen pulso y mejor ritmo. Con un magnífico y sucio diseño de producción de Mikel Serrano (ganador del Goya el año pasado por Andia), y que aquí nos recuerda los apocalípticos decorados de Arrizabalaga y Biaffra para Álex de la Iglesia, la cinta de Aritz Moreno, que adapta una exitosa novela de Antonio  Orejudo, representa todo un soplo de aire fresco para la cinematografía española y un sonado debut en el largometraje que participó en la Sección Oficial a competición.

Les dejamos, por gentileza del Sitges Film Festival, con la rueda de prensa que ofreció el equipo del film español:

A continuación deberíamos haber podido ver nuestra primera opción y acudir al pase de prensa de Vivarium (Lorcan Finnegan, 2019), otra de las cintas de la Seccion Oficial protagonizada por la adorable Imogen Poots pero, por el tema de la extraña gestión de la organización del festival con los pases de prensa que les detallamos en el artículo anterior, tuvimos que tirar de Noves Visions e ir a la sala pequeña a ver Carmilla (Emily Harris, 2019), cinta basada en la conocida historia gótica de vampirismo y lesbianismo de Sheridan Le Fanu ubicada en la época victoriana, con sus estrictas tradiciones y su moral puritana. La película retratará el paso a la edad adulta y, claro, el despertar al sexo de la joven Lara (Hannah Rae), que se confirmará con la irrupción de Carmilla (Devrim Lingnau). De ritmo pausado y bastante fiel al relato original, la historia sabe jugar en tono ambiguo con el supuesto vampirismo. Todo podría ser fruto de la mente sucia de la institutriz. Harris sabe emular en su cinta ese tono mórbido que adornaba la excelente The Innocents de Jack Clayton. Más que correcta, destaca su delicada fotografía en la que la naturaleza muestra esa sensualidad que pintaron en ella los prerrafaelitas. Posiblemente Serendipia salió ganando con la posibilidad de poder ver esta interesante película, que probablemente permanecerá inédita en nuestras pantallas mientras que Vivarium, cuyos derechos ya han sido adquiridos por A Contracorriente, será estrenada en los próximos meses. En otro orden de cosas, el que esta cinta, cercana en su narración a los modos clásicos, formara parte de la sección Noves Visions, permanecerá entre los muchos misterios del comité de selección.

Excepcionalmente Serendipia pudo disfrutar de una pequeña pausa durante la cual se dejó caer por la carpa Fnac para, más o menos, ver las presentaciones de dos libros tras los que están algunos amigos nuestros: La casa de los horrores de Tobe Hooper, coordinado por Carlos Díaz Maroto y José Luis Salvador Estébenez editado por Vial of Delicatessens y Cuando las carátulas tenían sentimientos, libro que recopila carátulas de video de cintas de género fantástico y de terror españolas e italianas. Un trabajo editado por Javier Perea, el entrañable capo de Imagen Death, quien lo presentó con la colaboración de Diego López.

Tras este espejismo de calma, este leve oasis de tranquilidad, volvemos a las colas y a los cines. Y precisamente para ver una de las películas que más ilusión hacía a Serendipia. No solo por la temática, sino también por la amistad que nos une con uno de sus responsables, Paco Limón. Nos hacía especial ilusión porque hemos sido un poco testigos de la evolución del proyecto, así que no podíamos perdernos la puesta de largo de Sesión Salvaje (Paco Limón y Julio Cesar Sánchez, 2019) EL DOCUMENTAL sobre cine de género español de los años setenta y ochenta que, partiendo del Spaghetti Western repasará la época dorada del Fantaterror, deteniéndose en la comedia de Ozores y el cine Quinqui. Llevando al espectador de Paul Naschy a Piquer Simón, deteniéndose significativamente en el reivindicativo y reivindicable, Eloy de la Iglesia y finalizando el trayecto con la llegada de la Ley Miró. Todo pespuntado con maestría, gracias, sobre todo, a su excepcional montaje que evita convertir la cinta en un simple ensartado de documentos. Aquí los entrevistados parecen hablar entre sí, no es una simple sucesión de entrevistas, el montador logra remitir al espectador la sensación de diálogo, un diálogo que se da entre los participantes, pero incluso entre las declaraciones y la imágenes que las ilustran. Así, los diálogos de las películas reseñadas logran abrir y cerrar los capítulos de este trabajo como si fueran secuencias lógicas que se desprendieran de ellas mismas. Todo ello hace que este documental sea una experiencia feliz y amena para el espectador, sin olvidar su labor didáctica que logra despertar el interés incluso de aquella parte del público que, probablemente, desconocía el tema en la profundidad con la que aquí se aborda. No es un mero ejercicio de nostalgia. Sesión Salvaje es una obra de amor por el cine, todo el cine, pero especialmente ese cine de nuestra infancia que nos esforzamos en recuperar cada vez que cerramos las luces y vemos en nuestra pantalla una de aquellas películas realizadas por artesanos como León Klimovsky, Carlos Aured o Amando de Ossorio. Cine de género, de consumo, carne de sesión doble. Serie-B en muchos casos por formar parte de ese programa doble como la película que acompañaba a ‘la americana’, pero que en muchos casos permanecían en nuestra joven memoria mucho más que la cinta supuestamente principal. Y todo de la mano de varios de sus protagonistas, como los directores Eugenio Martin, Jordi Grau, Javier Aguirre y Mariano Ozores; los actores Fernando Esteso, Lone Fleming, Loreta Tovar, Simón Andreu, Antonio Mayans, Esperanza Roy o Álvaro de Luna, entre muchos

El productor Enrique López Lavigne y los directores Paco Limón y Julio Cesar Sánchez

otros, que rememoran aquellos tiempos, junto a la opinión de jóvenes directores actuales, que crecieron con aquellas películas y que las sitúan en su justo lugar más allá de la nostalgia, como Paco Cabezas, Álex de la Iglesia, Miguel Ángel Vivas y, sobre todo, Nacho Vigalondo, que comparte con Serendipia su opinión sobre la desaparición de esas películas más allá de, simplemente, echar la culpar a Pilar Miró y su ley. También Vigalondo describe, mejor que nadie, la falsa nostalgia actual con respecto a aquellas películas, que cabe situar en su época como productos de consumo rápido, sin que ello resulte peyorativo. Categoría que alguna de estas películas trascendió situándose como obras maestras del cine español.

El documental, modélico y emocionante, llamado a ser de referencia, gracias también a haber podido contar con los medios suficientes para acceder a los archivos de imágenes necesarios, evita

Paco Limón y Julio Cesar Sánchez paralizados por el flash

ser una sucesión de bustos parlantes, por lo que, repetimos, resultará ameno para el neófito o el interesado casual sobre el tema. Sesión salvaje  se cierra abriendo, a su vez, un interesante discurso sobre el consumo actual de audiovisual y la facilidad de poder disfrutar de tanto cine con un simple click. Pero ese es tema, quizás, para otro documental.

Con gran satisfacción, pero también disgusto, tuvimos que abandonar la sala al terminar la cinta, perdiéndonos la sesión de questions and answers que hubo con los directores con posterioridad al pase. Pero tocaba volver a hacer cola. Tocaba volver al cine.

Little Monsters (Abe Forsythe, 2019) hace referencia a los niños que protagonizan esta nueva vuelta de tuerca al tema de los zombies, en una película en la que también tendremos como protagonistas a un inmaduro treintañero (Alexander England), que todavía aspira a ser una estrella del rock y al que acaba de dejar la novia por no querer tener descendencia; y una pizpireta profesora, que junto a un nutrido grupo de niños verán como un día de excursión al parque, con sus canciones y diversiones, se convertirá en un festival de sangre y vísceras. Un divertimento poco inspirado que se diría indicado para toda la familia a pesar de que el presupuesto no ahorra ni un dolar en tripas. La protagonista, una empoderada Lupita Nyong’o, está todo lo encantadora que puede estar, pero el resultado no deja de ser bastante liviano y casi fuera de lugar en un festival como Sitges, al menos en su Sección Oficial. Es la cinta de zombies que podrán ver con gusto todos aquellos a quienes, en verdad, nunca les han interesado. Eso sí, hay que reconocérselo, el Auditori estaba lleno hasta la bandera y los espectadores (ese público de fin de semana) saludaron con risas todo el metraje.

Mucha más suerte, y un inmejorable colofón para esta jornada, tuvimos con la producción chino hongkonesa Chen mo de zheng ren (Bodies at Rest, 2019) dirigida por un Renny Harlin que parece haber cogido gusto a rodar en China, pues con está ya son tres las producciones que ha rodado allí. La historia se desarrolla en uno de los lugares más sugestivos en el que puede rodarse una película: una morgue. Allí y durante la noche de Navidad, tres enmascarados entraran para recuperar, a cualquier coste, una bala incriminatoria que permanece todavía en un cadáver. Un forense y su ayudante no se lo pondrán nada fácil ¿el resultado?: un magnífico thriller de acción, un mecanismo de relojería que milimetra las secuencias engarzándolas en un ritmo vertiginoso. Todo entra en el momento justo y el interés no decae si quiera cuando se cruzan los elementos más sentimentales. Diversión máxima en  una cinta ideal para disfrutar durante las próximas fiestas (o quizás al fresco en un cine de verano), protagonizada por unos explosivos Nick Cheung y Zi Yang. Y es que, de un tiempo a esta parte, el cine oriental está resultando ser el que más alegrías  y garantías ofrece a Serendipia, si más no, al menos en lo que hace referencia al entretenimiento, y esta película, que se ofreció dentro de la sección Órbita, es un claro ejemplo de ello. Fue el bonito fin de un sábado lleno de contrastes en las más de doce horas que pasamos en la sala oscura.

No queríamos despedir esta crónica sin una pequeña desiderata. Si bien antes teníamos ciertas reticencias respecto al cine asiático, ahora vivimos con él un auténtico idilio. Esperamos que con la marcha de Mike Hostench, subdirector y máximo valedor del cine oriental en el Festival de Sitges, no desaparezcan las películas locas y los thriller tensos de acción provenientes del continente amarillo.

 

 

 

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