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VAMOS DE ESTRENO (o no) * Viernes 26 de febrero *
13 HORAS, LOS SOLDADOS SECRETOS DE BENGASI (13 Hours: The Secret Soldiers of Benghazi, Michael Bay, 2016)
USA. Duración: 144 min. Guión: Chuck Hogan (Libro: Mitchell Zuckoff) Música: Lorne Balfe Fotografía: Dion Beebe Productora: Paramount Pictures / 3 Arts Entertainment Género: Thriller bélico.
Reparto: James Badge Dale, John Krasinski, David Denman, Pablo Schreiber, Max Martini, Freddie Stroma
Sinopsis: El filme se centra en el equipo de fuerzas especiales de rescate. Del director Michael Bay llega “13 horas: Los soldados secretos de Bengasi”, basada en los hechos acontecidos durante el ataque terrorista a la embajada de EEUU en Bengasi (Libia) el 11 de septiembre de 2012. Seis ex militares de élite, cuya tarea era proteger a la CIA, tuvieron el coraje de hacer lo correcto y sostuvieron una lucha, contra todo pronóstico, para defender al personal de la embajada. Esta película, basada en hechos reales, nos cuenta las 13 angustiosas horas que vivieron esos ex-militares durante el ataque.
Basada en el libro 13 Horas de Mitchell Zuckoff, escrito en colaboración con los personajes reales del Equipo de Seguridad Annex, esta cinta termina siendo una loa al sacrificio de los soldados norteamericanos, cuya vida personal y familiar se nos retrata a golpe de brocha, encontraste con los villanos, los malos, los mal encarados libios, que no son seres humanos son, sencillamente, los malos. De hecho una de las zonas a vigilar por el destacamento de soldados la han bautizado como Zombieland. Y eso es lo es el enemigo: sombras a las que, significativamente, abaten disparándoles en la cabeza. Enemigos que no agradecen haber sido liberados a golpe de invasión y destrucción y que, tal y como se recuerda en el texto de turno que sirve como epílogo a la cinta, habitan en un país que se ha convertido actualmente en cuna para el ISIS.
Sin un ápice de autocrítica y sin sentido del minutaje, esta eterna cinta resulta atmosférica precisamente cuando está finalizando, en el momento del amanecer, cuando todo termina tras una noche de órdago. Sí, se critica finalmente al papel desempeñado por la CIA y la labor de la burocracia a la hora de enviar refuerzos pero… francamente, uno se llega a perder entre esta ensalada de tiros, tipos duros y testosterona. Tan absurda y confusa como la guerra que retrata.
EL BOSQUE DE LOS SUICIDIOS (The Forest, Jason Zada, 2016)
USA. Duración: 93 min. Guión: Nick Antosca, Sarah Cornwell, David S. Goyer, Ben Ketai Música: Bear McCreary Fotografía: Mattias Troelstrup Productora: Gramercy Pictures / Lava Bear Films Género: Terror
Reparto: Natalie Dormer, Taylor Kinney, Yukiyoshi Ozawa, Eoin Macken, Rina Takasaki, Kikuo Ichikawa, Noriko Sakura, Yûho Yamashita, Stephanie Vogt, James Owen, Nadja Mazalica, Terry Diab
Sinopsis: Convencida de que su hermana gemela aún está viva, Sara (Natalie Dormer) cruza el océano en su busca. La joven ha desaparecido misteriosamente en el legendario bosque Aokigahara, situado en la falda del Monte Fuji en Japón, un lugar en el que existen extrañas creencias ya que la gente suele acudir allí para suicidarse.
A pesar de las advertencias de todo el mundo para que no entre en el bosque, Sara acaba adentrándose en este lugar mágico y misterioso, decidida a descubrir la verdad sobre lo sucedido y cuál fue el destino de su hermana, con la que Sara tiene un lazo emocional muy profundo. Al hacerlo se enfrentará a las almas atormentadas de aquellos que han muerto en este lugar y que asedian a todo aquel que deambule por el bosque.
Deslucida opera prima de Jason Zada con buenos momentos atmosféricos que quedan malogrados por un guión confuso y mal desarrollado. Una auténtica lástima. (Crítica completa en este enlace)
LA HABITACIÓN (Room, Lenny Abrahamson, 2015)
Irlanda. Duración: 118 min. Guión: Emma Donoghue (Novela: Emma Donoghue)Música: Stephen Rennicks Fotografía: Danny Cohen Productora: Film4 / Irish Film Board / Element Pictures Género: Drama
Reparto: Brie Larson, Jacob Tremblay, Joan Allen, William H. Macy, Megan Park, Amanda Brugel, Sean Bridgers, Joe Pingue, Chantelle Chung, Randal Edwards, Jack Fulton, Kate Drummond
Huyan ustedes de las sinopsis, no dejen que les cuenten la película, porque La habitación es una de esas cintas cuya trama debe irse descubriendo conforme nos vamos sumergiendo en ella. El irlandés Lenny Abrahamson nos conduce con paso firme y excelente pulso narrativo a través de la amorosa relación entre una madre y su hijo que son todo el uno para el otro en el pequeño universo que han creado.
¿Qué puedo contar como aperitivo para que les apetezca todavía más verla? Empezaría diciendo que la traducción del título en español es incorrecta, ese artículo determinado que han antepuesto al nombre desvirtúa el sentido del filme. Efectivamente, hay que llamarla Habitación a secas porque ese es el nombre con el que los personajes designan su espacio. Sin artículo, porque vemos ese universo desde los ojos de un niño de cinco años y para él todo lo que existe es singular, cada cosa que le rodea es el único ejemplar de su especie porque el mundo entero está en habitación, más allá sólo hay el espacio extraterrestre y la bidimensional esfera de la televisión con sus colores saturados. Nadie es real más allá de Ma y él mismo, ni siquiera el Viejo Dick se libra de tener un punto de imaginario. Así es como un cubículo puede ser el paraíso y la vida plena entre cuatro paredes.
Para continuar abriendo boca debo indicar que, donde cualquier película que quisiéramos nombrar referente termina, La habitación sigue y así podemos descubrir que después del trauma puede llegar otro de distinto cuño pero igual de opresivo. Tras el final supuestamente feliz, la vida continúa y readaptarse puede ser un trabajo tan angustioso como la desesperación del encierro. Mundo está lleno de matices, cada rincón esconde un nuevo estímulo, regresar a él aumenta la percepción del drama vivido porque las cosas no están donde estaban y lo perdido se vuelve más consciente. Sólo el amor dará la “fuerteza” y sólo el adiós cerrará la herida; ese es el recorrido de la cinta, desde el buenos días Habitación hasta el adiós definitivo que cierra el círculo y deja entrar la libertad y la vida.
También puedo hablar de la excelente labor de los protagonistas. La actriz y cantante estadounidense Brie Larson encarna a Ma. Favorita en la carrera por el Óscar tras ganar 15 premios como mejor actriz por La habitación, incluyendo los más importantes, nos trae en esta película una interpretación llena de humanidad que hace plenamente creíble su personaje, la actriz deja su piel en ello y eso hace que empaticemos rápidamente con Ma. De la mano de Larson tomamos conciencia del drama en todos sus matices, sobre todo de los que llegan una vez rebasados los muros de su cautiverio. Una interpretación, la suya, que permite que Ma se convierta en uno de nuestros personajes imborrables. Pero si alguien lleva el peso de la función ese es el pequeño Jacob Tremblay, él es Jack, el niño nacido en ese pequeño espacio de tres metros cuadrados que con su sola presencia rompe los muros y da amplitud universal tras esa puerta siempre cerrada. Con apenas nueve años, el pequeño canadiense es un auténtico actor revelación que lo llena todo con su presencia.
Y puedo acabar diciendo que, en una época marcada por los remakes, precuelas, secuelas, refundaciones y un largo etcétera de revisiones de éxitos pasados, La habitación supone un soplo de aire fresco por su condición de original. Nos trae una dura temática que había dado títulos cargados de angustia claustrofóbica, y lo hace cambiando radicalmente el enfoque. Mirando por los ojos de Jack, nos asoma a una lectura mágica del mundo que es capaz de derribar todas las limitaciones y permite mantener indemne la esperanza. Dos actores en estado de gracia y un director con buen pulso que ha sabido sacar lo más jugoso que contiene la novela que adapta, han creado una historia inmensa desde la humildad de sus mimbres.
Cuatro palabras a modo de conclusión: no se la pierdan.
El bosque de los suicidios, oportunidad perdida
Sinopsis: Convencida de que su hermana gemela aún está viva, Sara (Natalie Dormer) cruza el océano en su busca. La joven ha desaparecido misteriosamente en el legendario bosque Aokigahara, situado en la falda del Monte Fuji en Japón, un lugar en el que existen extrañas creencias ya que la gente suele acudir allí para suicidarse.
A pesar de las advertencias de todo el mundo para que no entre en el bosque, Sara acaba adentrándose en este lugar mágico y misterioso, decidida a descubrir la verdad sobre lo sucedido y cuál fue el destino de su hermana, con la que Sara tiene un lazo emocional muy profundo. Al hacerlo se enfrentará a las almas atormentadas de aquellos que han muerto en este lugar y que asedian a todo aquel que deambule por el bosque.
El seppuku, suicidio ritual japonés, formaba parte del bushidō, el código ético de los samuráis, y se realizaba de forma voluntaria para morir con honor en lugar de caer en manos del enemigo y ser torturado, o bien como una forma de pena capital para aquellos que habían cometido serias ofensas o se habían deshonrado. La consideración del suicidio como decisión moral es milenaria en el país del sol naciente, no extraña, pues, que, situado en la novena posición de mayor número de suicidios, darse muerte por mano propia goce todavía de bastante tolerancia entre la sociedad nipona. Hay en Japón toda una cultura del suicidio que se extiende desde los samurais a los kamikazes, desde las leyendas a la literatura, y llega hasta los suicidios colectivos concertados por Internet fundamentalmente entre adolescentes (sólo a raíz de estos ha empezado a problematizarse para la sociedad).
A caballo entre la leyenda y la realidad nos encontramos con Aokigahara también conocido como Jyukai (Mar de Árboles), el bosque que ocupa mas de 3.000 hectáreas en las faldas del Fujiyama y es elegido por decenas de personas para quitarse la vida. Ya en el Japón feudal, que duró hasta el siglo XIX, cuando tenía lugar una hambruna las familias más pobres se acercaban a este bosque para abandonar y dejar morir a los niños y personas mayores que no podían alimentar (práctica que nos hace pensar en la magistral La balada de Narayama). Desde el siglo XX su misterio fue abordado por la literatura, destacando el libro de Tsurumi Wataru titulado Kanzen Jisatsu Manyuaru (El Completo Manual del Suicidio, 1993), que ha vendido 173 millones de ejemplares en Japón, y que recomendaba Aokigahara como el lugar perfecto para quitarse la vida. Desde 1950 se han encontrado cadáveres en el bosque, en 2003 se rompió el récord con 100 cuerpos. Para no alarmar a la población, el gobierno ha dejado de revelar todas las cifras de defunciones en el bosque y desde 1970 se realiza una búsqueda anual para recuperar los cuerpos. Y claro, a esta triste realidad la envuelve la leyenda, leyenda sobre almas vagando en pena que se materializarían ante los que se adentran en este mar de árboles, algunos argumentan que el bosque está plagado de Yurei (fantasmas de la tradición popular japonesa) quienes regresan a la vida terrenal debido a la falta de una ceremonia funeraria adecuada o por cometer suicidio, con lo que persiguen a quienes se cruzan en su camino.
Con este material era inevitable que alguien tuviera la idea de ambientar ahí una cinta de terror. Un entorno atmosférico de por sí, con el toque macabro de los restos humanos que allí se pueden encontrar y esa creencia en presencias sobrenaturales, trazan el marco ideal para un filme de género. Eso es lo que debió de inspirar al debutante Jason Zada su primer largo, que llega a nuestras carteleras este fin de semana. Zada, formado en la publicidad y los vídeos musicales, con tres cortos en su haber, y 10.000.000 de presupuesto, se aventura en las aguas procelosas del thriller psicológico. Sin embargo, no obtiene el resultado deseado.
No fallan los hilos (es sólo una anécdota que el bosque tuviera que ser recreado en Serbia por la negativa de las autoridades japonesas para rodar en la localización real), de hecho logra momentos verdaderamente atmosféricos, pero sucumbe a la tentación de recurrir al susto fácil y previsible. Zada desaprovecha las posibilidades que ofrece el entorno, su carácter fatídico y su aura de misterio. El bosque de Aokigahara tiene una historia por contar (de hecho varias, que ya se han adaptado al cine con mayor o menor fortuna), pero esa historia no es la que nos presenta el debutante. La trama peca por ambición, por haber mezclado el fatalismo del bosque con la exposición de la relación de los gemelos univitelinos que siempre ha sido propicia a darle un aire extrasensorial y haber añadido, además, subtramas que no quedan bien resueltas (sobre el personaje de Eoin Macken se generan unas expectativas de intriga que a tenor del resultado solo podemos calificar de innecesarias). Quiere jugar a las repetidas vueltas de tuerca pero, más que provocar la sorpresa del espectador, lo único que consigue es darle al guion un tono confuso y enmarañado que desluce el misterio. Zada malogra las buenas ideas que podían haber entramado la historia y nos trae una cinta fallida que no puede generar más que decepción.
Un planteamiento prometedor que se asfixia por su mal desarrollo, eso es El bosque de los suicidios, de la que sólo puede salvarse la interpretación de Natalie Dormer que hace todo lo que puede para darle entidad a su personaje. Una verdadera lástima.
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