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Jaume Balagueró, en nombre de la oscuridad. Un libro de Julio Ángel Olivares Merino
Todo empezó con el fundido a negro final de Los sin nombre (1999,Jaume Balagueró). Inquietante donde los haya, ese fundido. Ahí nació la historia de amor de Julio Ángel Olivares con el cine de Balagueró. Él lo recuerda muy bien y nos lo cuenta en la introducción de su libro: «todos en la platea escapamos aquella noche de las circunstancias reales al extasis de lo filmado y exhibido, despertando ulteriormente de inconsciente colectivo tras el fundido en n egro de clausura(…) seguida apenas de unos murmullos aislados, suspiros o risas nerviosas». Jaume Balagueró, en nombre de la oscuridad es el primer libro dedicado a la filmografía del director ilerdense y ya venía haciendo falta que se le dedicará la atención que merece este autor, uno de los más interesantes dentro del panorama español.
Julios Ángel Olivares tiene un buen currículo tras de sí: es profesor titular del Departamento de Filología Inglesa de la Universidad de Jaén, especializado en la literatura y el cine góticos. En 2005 escribe The Ring: una mirada al abismo y es autor además de varias obras de ficción con más de veinte publicadas. Su rigor académico queda patente en la estructura canónica de sus análisis.
El libro que reseñamos recorre dos líneas de interpretación: la contextualización del cine balagueriano dentro del panorama del género de terror, tanto español como el de más allá de las fronteras; y la definición de los rasgos estílisticos del cineasta, tanto formales, como argumentales y temáticos. Avanza pues de lo más general a lo particular, para ver como los rasgos de estilo confluyen en un concepto clave, polisémico y angular: la oscuridad; desde el cual se ensaya en este libro una teoría de la creación balagueriana como sublimación del inconsciente y retórica de la crueldad. Así los dos primeros capítulos del ensayo de Olivares están dedicados a la exposición del contexto y las influencias; el cuerpo central lo constituyen los capítulos cuatro y cinco, donde se exponen las constantes formales y temáticas y el concepto clave: la oscuridad.Tras un breve repaso a las últimas producciones de Balagueró después de Rec 2 (2009), llegan las conclusiones.
Para el autor del ensayo, Balagueró ha tejido un discurso sobre las connotaciones de la oscuridad finisecular (extendida hasta nuestros días). Un discurso que bascula entre los modos más clásicos (y comerciales), y la impronta personal, esto es los estilemas (rasgos de estilo) del subconsciente de fobias, soledad y oscuridad interior. El de Balagueró es un terror sobrenatural (aunque no dude en hacer guiños al género) dentro de un universo poblado por sombras erráticas, antihéroes, cadencias trágicas y poco o nulo espacio para la esperanza. Su cine está plagado de fundidos a negro, de desencuadres, de deformaciones ópticas, de convulsiones de la cámara y de escenarios que tienden al gigantismo que convierten al ser humano en una nimiedad absolutamente vulnerable. En definitiva, nos dice Julio Ángel Olivares la filmografía de Balagueró es un relato iniciático sobre nuestra cesación.

Julio Ángel Olivares, autor del libro reseñado
Así expuesto, Jaume Balagueró, en nombre de la oscuridad, se nos presenta como un libro interesante que analiza con exhaustividad los distintos recovecos del cine del ilerdense. Se diría que cubre sobresalientemente ese vacío bibliográfico que pendía sobre nuestro director. Mas, pero, ¡ah! Sin embargo: desde este modesto púlpito no podemos recomendar su lectura. Nos explicamos.
Todo lo que tiene el libro de nítida estructura, lo tiene de opacidad expositiva. Julio Ángel Olivares padece lo que podríamos denominar como «síndrome de Heráclito el Oscuro», mal que aqueja a muchos escritores noveles (aunque el nuestro ya tenga rodaje): la confusión de la elegancia con la saturación de cultismos alejados del habla común.. Su prosa, pretendidamente poética y precisa, resulta pomposa y farragosa. Su escritura consiste en una acumulación de términos rebuscados más que técnicos (no es cierto, pues que se dirija a un público especializado, no caigamos en su trampa). La lectura se sufre desde la primera hasta la última letra y la obra se desmerece por momentos. Esa acumulación de barroquismos lingüísticos se convierte en una barrera para el fluir de las ideas y el reto constante a la comprensión léxica del lector acaba por hacerle desistir. Mostremos un párrafo como ejemplo: «La composición de su sinfonía fantasmática parasita estribillos visuales a modo de psicofonías, la repetición y variación de motivos que conforman un mundo de texturas resonantes sumergidas en la oscuridad, la plástica del inconsciente, la espirutualidad fugada a espejos o superficies refractantes como hologramas de dolor, imágenes de afección y emanaciones súbitas del escalofrío advenedizo». ¿Cómo se os queda el cuerpo? Pues eso, no lo leáis, quedaos con este modesto resumen y la diáfana filmografía de Balagueró: su cine oscuro y brutal no merecía este esperpento.
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