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Diario de Serendipia en Sitges 2011: UNO
¡Ya basta de calma!, después de una cena reposada en un restaurante sabiendo que pasaría tiempo hasta tener una velada tan relajante, otro madrugón y a por las acreditaciones. El ansia viva, además de que abren más tarde, hace que seamos los primeros en ser acreditados y en ponernos a la cola de la primera proyección de nuestra, por entonces, cuidada programación, ya que habíamos dispuesto que todo funcionara como una maquinaria de relojería… ¡Qué ilusos!
Eva, de Kike Maillo, orgulloso buque insignia de inauguración del festival resultó ser un film agradable y que abre quizás la puerta a otro tipo de argumentos en películas que son carne de subvención. Inmenso Lluis Homar, en un atípico papel para su estupenda galería de personajes. Tras ella Contagion (Steven Soderbergh), película con un ritmo constante que funciona con precisión , sensación incrementada por su banda sonora compuesta por música industrial.
Oooootra cola más y ya la primera de la tarde (como ven lo del ansía viva no iba en broma), ahora tocó revisar Inteligencia Artificial, que todos ustedes ya conocen y que contó con presentadores de lujo: Jan Harlan y Chris Baker, este último responsable de los diseños de producción, además de una filmada para la ocasión por el mismo Spielberg. Tras la proyección se pudo acudir a un postscreening con los dos invitados.
Entre pase y pase, los sufridos individuos que hacíamos nuestra cola pudimos disfrutar del ameno teatrillo que organizaron en el stand de Gas Natural, donde con un sonoro órgano se nos invitaba a odiar a la pobre “Delores Albadalejo”. El calor, las colas, las carreras y “Delores Albadalejo”.
A todo esto sin comer, la comidilla general es que los tres films que se proyectan a la cuatro no tienen pase de prensa, lo que desató todo tipo de comentarios respecto a teletransportarse si, precisamente a las cuatro se reparten los tickets de prensa. Todo se arregló finalmente y no se tuvo que recurrir al desdoblamiento para poder acudir a esos pases.
Como nos sobraba el tiempo, mientras renunciáramos a comer, y como tenemos máquina de fotos nueva, nos atrevimos a meternos entre la nube de fotógrafos para realizar nuestro emocionante primer photocall. Inmortalizamos así al jurado de este año, compuesto por J. A. Bayona (director de El Orfanato); Quim Casas (crítico y escritor cinematográfico); Ryoo Seung-Wan (cineasta coreano) y las que me llevaron al photocall: Ashley Laurence (protagonista de los dos primeros títulos de la saga Hellraiser), que no pudo acudir, quizás abducida por los cenobitas y Lisa Marie, la portentosa Vampira del EdWood Burtoniano. A esta sí que se la comían las cámaras…
Más práctico resultó el nuevo espacio FNAC, donde además de comprar dvd’s y libros (que de vender se trata), resultó ser un lugar muy práctico y abierto al público donde presentar nuevas publicaciones y encuentros con cineastas y actores y es que, si algo se ha potenciado en este certamen ha sido el acercar el festival al público, mediante estos espacios y posteriores postscreenings a las proyecciones. Una muy buena propuesta que desde aquí no podemos más que aplaudir.
Algunas correrizas más y por la noche nos plantamos en el entrañable Prado, donde vemos un documental por aquello de desintoxicarse de tanta inteligencia artificial. La mujer del Eternauta de Adán Aliaga, resultó ser un estupendo documental sobre las miseria de la dictadura de Videla centrada en Elsa Sánchez, esposa de Héctor Oesterheld, guionista y creador del cómic El Eternauta, que vivió el horror de perder a su esposo y a cuatro hijas (y dos nietos que iban en camino). El horror real.
También resultó horroroso, aunque por motivos más leves, el mediometraje que nos endiñaron antes, Boro in the Box: 45 agónicos minutos de “arte”.
Tras ello una merecida cena, único alimento ingerido en el día (exceptuando algunas dosis de cebada líquida) que terminó de ponernos en nuestro lugar.
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