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Un vistazo al Drácula hispano de la Universal (1931)
Con la llegada del sonoro a finales de los años veinte, llegó el problema del lenguaje a la hora de exportar las películas. En España y otros países se estrenaron directamente las películas sonoras en el idioma original, eso las salas que tenían los avances técnicos para poder proyectar «talkies», que desde luego no eran las que más.
Pero pronto los jerifaltes de Hollywood buscaron una solución a este problema poniéndose manos a la obra, desechando ideas de iluminados como que el cine tuviera un idioma universal, que sería el esperanto. Así que decidieron algo menos radical creando versiones alternativas a la americana, rodada con personal autóctono que hablara el idioma de la versión a rodar, aprovechando decorados y vestuario, para así filmar por la mañana la versión americana y por la noche la alternativa con los actores y equipo «extranjero». Esta solución funciona durante un tiempo, pero pronto el público reclama las obras originales, ya que estas versiones eran, en la mayoría de los casos, de un calidad sensiblemente inferior a la de sus hermanos mayores.
Así que pronto vino el doblaje, pero aún así Hollywood intentó acaparar el mercado hispano. Por ejemplo la Paramount mantuvo durante un cierto tiempo las instalaciones que montó en Joinville (Francia) y se siguieron realizando films con los actores contratados, estrellas como Imperio Argentina o Carlos Gardel, con los que rodaron películas exclusivamente destinadas al mercando hispano.
Pero siguiendo con las versiones alternativas por motivos de idioma, tenemos casos como el de Laurel y Hardy, que naturalmente eran insustituibles y que interpretaron todas las versiones aprendiéndose fonéticamente el idioma correspondiente ¿Recuerdan como hablaban? pues eran sus voces reales, que luego los dobladores imitaron. Llegaron a realizar cinco versiones de Pardon Us (1931, James Parrott): la original en inglés y la italiana, hispana, francesa y ¡alemana!, dándose la curiosidad de que las versiones alternativas eran más largas y contenían los gags más elaborados. En todas ellas la mayoría de los secundarios eran suplantados por actores que hablaran el idioma correspondiente, aunque se da la paradoja de que por ejemplo la versión francesa de, precisamente Pardon Us, Sous les verrous (1931, James Parrott) cuenta con la colaboración de un imberbe Boris Karloff , actor que no figura en ninguna de las otra versiones del film, incluida la americana.
Otros actores como Lupe Vélez, Charley Chase o Buster Keaton se vieron envueltos también en este tipo de producciones, que no fue un producto exclusivo de Hollywood, ya que también en Europa se realizaron experimentos similares, llegándonos dobles versiones de por ejemplo El Ángel Azul (Der Blaue Engel, 1930 Joseph Von Sternberg): la original alemana y la alternativa interpretada por los mismos actores pero en inglés; El testamento del doctor Mabuse (Das Testament des Dr. Mabuse, 1932 Fritz Lang) en versión alemana y versión francesa con distintos actores o La comedia de la vida (1931, G.W. Pabst) que se rodó en alemán como Die Dreigroschenoper y en Francés como L’Opera de Quat´Sous también con diferentes actores, siendo esta versión en francés la que se estreno, sin doblar, en España.
Pero fueron los estudios americanos los que realizaron más de este tipo de dobles versiones que, afortunadamente se fueron dejando de lado conforme se perfeccionaba el doblaje.
En cuanto al cine fantástico, que ya les noto bostezar a algunos, hay algunas curiosidades como:
– La Voluntad del muerto (1930 George Melford) que es la versión hispana de The Cat Creeps (1930 Rupert Julian) que ya se estrenó en nuestras pantallas en su versión muda como El legado tenebroso (The Cat and the Canary, 1927 Paul Leni).
– Wu Li Chang (1930 Nick Grinde) que es la versión hispana y sonora interpretada por Ernesto Vilches de de la precedente Mr. Wu (1927, William Nigh) protagonizada por el genial Lon Chaney.
– Cheri-Bibi (1931 Carlos F. Borcosque) es una adaptación de una obra de Gastón Leroux que iba a ser la segunda película sonora interpretada por el mítico Lon Chaney, por lo que se rodó la versión hispana
con, otra vez Ernesto Vilches, aunque lamentablemente el fallecimiento de Chaney impidió que se rodara la versión americana.
– Eran trece (1931 David Howard) era la adaptación de Charlie Chan Carries on (1931 Hamilton MacFadden) en la que el papel del genial detective oriental interpretado por Warner Oland recayó en Manuel Arbó, actor que también actuó en la versión hispana de Drácula interpretando a Martín, vigilante del sanatorio.
– El último varón sobre la tierra (1932 James Tinling) es la versión en castellano de la muda The Last Man on Earth (1924 John G. Blystone) film del que se realizó su versión inglesa posteriormente contando con el protagonista de esta, Raul Roulien, bajo el título It’s Great to be Alive (1933 Alfred L. Werker).
Y sobre todo Drácula.
Paul Kohner, productor de origen checo e íntimo del gran jefe de la Universal, Carl Laemmle, recibió el encargo de producir la realización de la versión hispana de The Cat Creeps, que recibió el título de La voluntad del muerto, una cinta que lamentablemente permanece desaparecida, y que contaba con la actuación de la mexicana Lupita Tovar en el papel protagonista. La joven estaba a punto de volver a su México natal, ya que tras realizar varias películas mudas para la Fox en Hollywood, pensó que su carrera se iría al traste tras la implantación del sonoro, ya que ella no dominaba el inglés. Pero Kohner tenía un interés más allá del artístico por la mexicana, recomendando a su jefe su contratación, por lo que obtuvo el papel sin llegar a pasar ni siquiera por una prueba.
El resultado satisfizo a todos, en especial a Mr. Laemmle, lo suficiente para realizarle más encargos a Kohner, que a partir de entonces se pone a trabajar con la versión hispana de Drácula, que será rodada por el equipo hispano por la noche aprovechando los decorados, el vestuario e incluso las marcas del equipo americano.
Para ello contrata al director George Melford, que ya había colaborado con el productor dirigiendo La voluntad del muerto. Un director que curiosamente no tenía ni idea de castellano, pero que a pesar de ello consiguió comunicarse con sus actores, que cariñosamente lo llamaban Tío George.
A ellos se les unió el cámara George Robinson, que junto al productor y el director será responsable de la innovadora factura de este film, visionando con la moviola las imágenes rodadas durante el día por el equipo americano que, como todos sabéis contaba con Tod Browning a la dirección, además de con la experta cámara de Karl Freund, el mago alemán que ya había dejado su impronta en obras de capital importancia de la talla de El último (Der Letzte Mann, 1924 F. W. Murnau) o Metrópolis (1927, Fritz Lang) y que dirigiría poco después el recordado film La Momia (The Mummy, 1932) para Universal y Las Manos de Orlac (Mad Love, 1935) para la Metro.
Para el reparto de la versión hispana se contrataron actores españoles y sudamericanos, al contrario que la Fox, que según Lupita Tovar “sólo utilizaba actores y actrices nacidos en España porque estaban convencidos de que eran los únicos que sabían hablar correctamente el castellano, pero a la Universal le daba igual el acento. Si el papel nos iba bien no les importaba de dónde fuéramos”.
Así pues el reparto contó con los siguientes actores españoles:
Carlos Villarías (que en los títulos de crédito figura equivocadamente como Carlos Villar) nacido en Córdoba y que contaba entonces con 38 años, interpretó a Drácula, siendo el único actor del reparto que pudo ver las escenas rodadas por el equipo americano con intención de acercar su actuación lo más posible a la de Bela Lugosi, tanto que incluso compartieron peluquín. El actor, que había llegado a Estados Unidos en 1915, dominaba el inglés, lo que le permitiría permanecer en Hollywood, marchando posteriormente a México donde actuó en El Superloco (1937, Juan José Segura) y Nostradamus (1937, Juan Bustillo Oro / Antonio Helú) . En 1949 regresó a España y e interpretó algunas películas. Falleciendo en Los Ángeles en 1976.
Pablo Álvarez Rubio, periodista, actor y orador español nacido en Madrid, que ya había actuado en La voluntad del muerto, borda aquí el papel de Renfield, el sirviente de Drácula, teniendo muchos momentos memorables. Después de Drácula volvería a España, donde tendría una prolífica carrera hasta su fallecimiento en 1983.
José Soriano Viosca, que interpreta al doctor Seward, padre de Eva (Mina en la versión de Browning), también es español y realizó en los años treinta varios papeles en las versiones hispanas de los films de Hollywood, rodando su último film en México en 1932.
Manuel Arbó tras rodar varias películas en Hollywood, vuelve a Madrid en 1932 iniciando una dilatada carrera como actor de carácter que se prolonga hasta 1970, falleciendo tres años después. En Drácula realiza un papel de comedia encarnando a Martín, vigilante del manicomio del doctor Seward donde está ingresado Renfield.
El último español que interviene en la cinta es Baltasar Fernández Cué, que llega a Hollywood como corresponsal de la revista Cine Mundial y pronto comienza a trabajar de traductor y adaptador de los diálogos al castellano para las versiones hispanas de los films rodados por la Fox, Warner Bros y Universal, donde realiza la adaptación de, entre otras, La voluntad del muerto y Drácula. Ya en España y durante la guerra civil es acusado de espionaje por los fascistas y encarcelado. Cuando recobra la libertad marcha a Los Ángeles para no volver, falleciendo allí en 1966.
El film, toda una amalgama de acentos, también cuenta con actores mexicanos, como la nombrada Lupita Tovar que al año siguiente de rodar Drácula se casaría con el productor Paul Kohner, quedándose en Estados Unidos y abandonando el cine en 1945, mientras su esposo se convertía en un importante representante artístico. La hija de ambos, Susan Kohner, se dedicó a la interpretación siendo nominada al Oscar por la exitosa versión de 1959 de Imitación a la vida (Imitation of Life, 1959 Douglas Sirk).
También mexicanos eran Eduardo Arozamena, que interpreta un muy teatral profesor Van Helsing y Carmen Guerrero, la vampirizada amiga de Eva, Lucía.
Y Drácula también tiene un acento argentino proporcionado por el actor Barry Norton, que interpreta a Juan Harker (el John Harker que interpretara David Manners en la versión USA). Un actor que permanecería en Estados Unidos hasta su fallecimiento en 1956 realizando pequeños papeles después de haber colaborado en legendarios films de Murnau como Amanecer (Sunrise: A Song of Two
Humans, 1927) y la perdida Los Cuatro Diablos (Four Devils, 1928) además de en grandes obras del cine junto a figuras de la talla de Greta Garbo y Marlene Dietrich, aunque eso sí, con papeles cada vez más diminutos.
La película de Melford sigue más fielmente el guión original, no sufriendo los cortes y ajustes que Browning realizó a última hora en la versión americana, por lo que su duración es bastante más larga, ya que la hispana tiene una duración de 1 hora con 44 minutos en comparación de la hora y cuarto de la rodada por Browning.
El rodaje se inicia el 10 de octubre de 1930, un mes más tarde que el americano. Cuando el equipo americano marcha a las seis de la tarde, la unidad hispana toma el plató y rueda hasta las siete y media de la mañana, con una pausa a las doce para cenar, siendo relevados otra vez por el equipo americano a las ocho. Ambas versiones según mis datos contaron con la presencia del mago del maquillaje Jack P. Pierce.
Como ya comenté antes, el productor, director y cámara, veían las escenas rodadas por Browning durante el día y se proponían siempre mejorarlas y superarlas, realizando escenas en muchos casos más dinámicas y audaces que las rodadas para la acartonada versión americana.
Los cambios llegan desde el primer momento, ya que hasta los títulos de crédito son distintos, con una vela que se apaga. Tanto quieren desmarcarse de lo rodado por la unidad americana que, incluso el material de Lugosi que se aprovecha para la versión hispana, como la de la llegada de Drácula al teatro, son tomas alternativas o negativos desechados.
Para ver el espíritu que el equipo creativo quería mostrar en la versión hispana de Drácula, únicamente hay que ver la primera escena en la que aparece el vampiro, en la que Carlos Villarías recibe a Juan Harker en la escalera del castillo. La cámara se acerca al vampiro en un plano secuencia innovador, quedando más dinámica en comparación con la misma escena rodada de forma más convencional por Browning.
En muchos momentos se nota que el equipo había visto el Nosferatu de F. W. Murnau (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, 1922). La escena en la que aparecen las novias de Drácula (mucho más salvajes y siniestras que en la versión Browning), y atacan a Juan Harker, es muy diferente: acechan a Harker, que se asoma al balcón y ve a Drácula preparando los ataúdes para el viaje que va a iniciar en la goleta, acabando las escena cuando es alcanzado por ellas y mordido. Como es sabido, en la versión USA es el propio Drácula el que se encarga de Renfield, alejando a sus novias con un teatral gesto de esos que Lugosi hacía tan bien.
Quizás el que un vampiro/hombre mordiera a otro hombre no estaba bien visto para la mentalidad latina, ya que podía dar pié a equívocos. En la versión hispana el vampiro solo muerde a mujeres. ¡Faltaría más!
También el viaje de Drácula en la Goleta Vesta tiene claras reminiscencia de Nosferatu, resultando más intenso que el rodado por el equipo americano.
Aunque también hay alguna escena que ha desaparecido en la versión de Melford, como la de la florista que ataca Lugosi al llegar a Londres, siendo sustituida esta escena por un, muy bien resuelto efecto especial que muestra como Drácula sale del ataúd materializándose tras una cortina de humo.
Tanto es el esfuerzo de no copiar e innovar, que se llegan a rodar muchos planos desde el extremo opuesto a la versión americana: Si en la versión de Browning Drácula entra al dormitorio de Lucy por la derecha; en la de Melford lo hace por la izquierda, y así en infinidad de ocasiones.
También los actores se desenvuelven de distinta manera. La Eva de la versión hispana luce unos modelos más atrevidos y deja más clara la definición de su estado tras ser presa del primer ataque de Drácula. Un ataque que piensa es producto de sus pesadillas: “A la mañana siguiente me sentí tan débil como si hubiese perdido la virginidad”. Contrasta este texto con el recitado por la Mina interpretada por Helen Chandler en la versión americana: “Por la mañana estaba sin fuerzas. Parecía que me hubieran quitado la energía”. Y no solo eso, cuando ya infectada por el vampiro la Eva de Lupita Tovar intenta atacar a su novio, Juan Harker, esta exuda sexualidad y felicidad: está como ebria, un sentimiento muy alejado del que refleja la siniestra y fúnebre interpretación de Helen Chandler, que cuando es secuestrada por el Conde Drácula, camina por delante de él en estado hipnótico, al contrario del viril Drácula de Villarías, que porta a la desmayada Eva en brazos.
Algunas escenas de Renfield también son más intensas que las realizadas por Dwight Frye, o si no al menos conseguimos averiguar algunos misterios que no se resuelven en la versión más popular: En una escena, mientras una enfermera se desmaya, vemos como Renfield se acerca reptando, y cuando su mano se dirige amenazadoramente al cuello de ella, cambia el plano, no quedando resuelta esta escena. Tenemos que ver la versión de Melford para ver que la intención de Renfield no es otra que cazar una mosca que se ha posado en la cara de la enfermera, que sale volando ante la desolación del Renfield de Álvarez Rubio.
También el Renfield hispano sufre una muerte más violenta en manos del conde que la sufrida por su sosia americano. Según declaró el actor al periodista Florentino Hernández :”Durante la filmación de esta película, el director, mister Melford, se entusiasmo tanto con mi trabajo que un día llevó a set, para que lo presenciaran, a Lupe Vélez y Gary Cooper, felicitándome ambos muy cariñosamente”.
Por su parte Lupita Tovar opinaba de él que “era maravilloso. Siempre estaba alegre y animado, y su papel era muy agotador y difícil de interpretar”.
El rodaje finalizó el ocho de noviembre tras 22 noches de rodaje (comparado con las siete semanas de la versión americana), con un coste de $ 66.069,35 frente a los $ 441.984 de sus colegas americanos. Hubo un preestreno la primera semana de enero de 1931, momento en el que los actores pudieron ver por primera vez el trabajo realizado, mientras Browning rehacía tomas para su versión ese mismo mes.
Lugosi acudió a la premiere calificándola de “preciosa, grande, espléndida” e incluso en algunos pases hizo apariciones en los teatros de Los Ángeles junto a Villarías y Lupita Tovar. Curiosamente en esa ciudad coincidieron ambas versiones en el tiempo proyectándose en distintas salas.
Drácula tuvo mucho éxito en México y en los países de habla hispana, siendo esta la versión que se pudo ver en España, donde se estrenó el 2o de marzo de 1931. Los españoles de la época tendrían que esperar a El doble asesinato de la calle Morgue (Murders in the Rue Morgue, 1932 Robert Florey) para poder ver una película de terror interpretada por Lugosi.
Este Drácula fue uno de los últimos films realizados en doble versión, ya que el doblaje se implantaría, imponiéndose en todo el mundo la versión de Browning, y relegando esta al olvido, incluso en los archivos de la Universal, donde reposó hasta que en 1977, el American Film Institute reclama una copia de la cinta para pasarla en la retrospectiva que el Museo de Arte Moderno realiza de la Universal . Entonces se descubrió que el negativo de nitrato del tercer rollo se había destruido, faltando las escenas más importantes de la película: el ataque de las vampiras a Renfield; el viaje del conde en el Vesta y la llegada a Londres con su presentación en el teatro, donde conoce a Eva, Lucía, Juan y al doctor Seward, una escena que finaliza con una “outtake” perteneciente a El Fantasma de la Opera (The Phantom of the Opera, 1925 Rupert Julian).
Se sacaron copias para su conservación e incluso se llegó a proyectar incompleta en un festival en Dallas en 1991, ocasión que contó con la presencia de su protagonista Lupita Tovar. Y a pesar de ser pasada incompleta y sin subtítulos en inglés, el público la vio con un respetuoso silencio.
Al faltar ese rollo no se pensó en su restauración hasta que se tuvieron noticias de que en la filmoteca de Cuba existía una copia completa de la película. Afortunadamente se pudieron solventar los problemas diplomáticos y se pudo obtener ese rollo faltante, pudiéndose realizar una restauración completa que permitió su estreno en Los Ángeles en noviembre de 1992, el mismo día que se estrenó el Drácula de Coppola .
También ese año MCA Home Video lanzó el esperado video de la película que contó con una introducción de Lupita Tovar, que también fue invitada por la Universidad de Madrid para hablar en un seminario de sus películas rodadas entre 1927 y 1935.
Por fin la película estaba al alcance de quien la quisiera ver, pudiendo disfrutar así el estudioso de los tan familiares escenarios desde otra, así como de otra forma de interpretar y rodar un mismo guión. Como dice Lupita Tovar “de acuerdo con los críticos”, piensa que realizaron una versión mejor que la americana. Difícil es decidirse, ya que tiene algunas actuaciones realmente atroces y, para que negarlo, Villarías desde luego no es Bela Lugosi, y aquí el húngaro hace el papel de su vida (y de su muerte) y lo que Lugosi tiene de enigmático, Villarías lo tiene de altivo y antipático.
Pero la cinta no deja de ser curiosa y de poseer gran encanto. Además de tener algunas escenas que, indiscutiblemente mejoran a la versión de Tod Browning, por mucho que adoremos al director favorito de Lon Chaney.
¿Que hubiera pasado si a Lugosi le hubiera dirigido George Melford? Nunca lo sabremos, pero los que adoramos los terrores de la Universal, nos podemos hacer una idea visionando este Drácula y rememorando un tiempo en el que las cosas eran muy distintas y se tuvo que recurrir al ingenio para poder hacer llegar las películas sonoras a todos los mercados de habla hispana, mediante un experimento fallido que ha quedado relegado al olvido y que constó de 175 producciones, entre las que este Drácula es, sin duda, la más carismática.
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