Las lecturas de Serendipia: Las 100 primeras películas de Nicolas Cage
LAS 100 PRIMERAS PELÍCULAS DE NICOLAS CAGE
Paco Alcázar y Torïo García
¡Caramba! Rústica con solapas. 20.0 x 20.0 cm, 232 páginas a todo color
Gracias a Paco Alcázar y Torïo García y al libro que han parido en común, Las 100 primeras películas de Nicolas Cage entiendo por fín que lo que yo siento por Nicolas Cage no es desprecio. Que los papeles que obtiene en el cine, muchos de los cuales yo veía como un claro error de casting, no los son. He entendido que las leyes que priman para otros no pueden emplearse con Nicolas Cage.
Por fin entiendo que cuando un director escoge a Nicolas Cage sabe porqué lo hace. Que Panos Cosmatos no lo escogió en Mandy (2018) por error. Que sabía muy bien que solo, y tan solo Nicolas Cage podía darle esa explosión de rabia en calzoncillos en el lavabo. Y no solo eso, que lo haría levantando aplausos en el respetable ante la incredulidad del resto. Y, por supuesto, Panos Cosmatos también sabía que tan solo Nicolas Cage sería capaz de cerrar su película con ese plano.
Ese plano.
Las 100 primeras películas de Nicolas Cage me ha hecho comprender que Mom and Dad (Brian Taylor, 2017) era un juego de autoparodia. De autobombo, si quieren. Pero que no funciona igual por tratarse de algo premeditado. Preparado. Un homenaje, eso sí, a lo que tantos, entre ellos Paco Alcázar y Torïo García han sabido ver en las actuaciones de Nicolas Cage y que yo he tardado en comprender.
Hasta ahora.
Ahora, cuando uno ve como el bueno de Nic especifica que esos animales que tiene en su granja el personaje que interpreta en Colour Out of Space (Richard Stanley, 2018) son alpacas y no llamas, comienza a entender que solo él podría tener alpacas en una granja. Entiende el porqué están allí. Y que él y solo él podría protagonizar el universo Lovecraft y entenderlo tan bien, pues Nicolas Cage es una pesadilla más de las ideadas por el solitario de Providence.
O casi.
No puedo decir que odie o que no me guste Nicolas Cage porque no es así. Y más ahora, que por fin gracias a este libro sé lo que me pasa cuando veo una película en la que Nicolas Cage, de pronto, hace algo que conecta el piloto rojo de la sobreactuación y de la verguenza ajena: Es Nicolas Cage haciendo oro.
Se le ama o se le odia…
Se le ama y se le odia…
…O simplemente se le tolera.
En mi caso es como ver uno de esos musicales de Bollywood de los uno al año, sobre todo si tiene mucha acción, es maravilloso. Pero uno, máximo dos. Pues lo mucho cansa y corre el riesgo de convertirse en algo abominable. Mejor mantenerlo como una cita puntual y especial.
El estupendo libro que han realizado Paco Alcázar y Torïo García es de esos que uno no quiere que se acaben. En él los autores repasan la vida obra del actor título a título, con una ilustración del actor por película acompañada de una sabrosa colección de anécdotas y curiosidades. Y este libro ha realizado en mí un milagro: no solo ha conseguido que me planteé mi relación con el actor, sino que ha despertado mi interés en revisar alguna de sus películas. Es más, ha conseguido que busque varios de los títulos enumerados en el libro, algunos de los cuales desconocía su existencia, pero de los cuales, en vista de los comentarios de los autores y de su grado de «Intensidad Nic», han conseguido despertar a la curiosa bestia cinéfaga que en mi interior habita. Tres ejemplos: Si durante toda mi vida me he resistido a ver Besos de vampiro (Vampire’s Kiss, Robert Bierman, 1988) y he evitado (por respeto a las originales) tanto Teniente corrupto (The Bad Lieutenant: Port of Call-New Orleans, 2009), a pesar de estar dirigida por Herzog, como Wicker Man (Neil LaBute, 2006), ahora no veo el momento de recuperarlas y verlas, no solo libre de prejuicios ante la presencia de Nicolas Cage, sino precisamente por el acicate de que están protagonizadas por él.
Este libro también ha conseguido sorprenderme ante la gran cantidad de películas protagonizadas por Nicolas Cage. Un actor más o menos joven que todavía puede reservar muchas alegrías a los autores del libro y a esa legión de seguidores a los que gracias a esta obra ahora entiendo y a la que, en cierto modo, me uno tras la lectura atenta del mismo.
Paco Alcázar, ese camaleónico ilustrador al que, personalmente, descubrí cuando hacía unos feístas dibujos y unas historias breves y terriblemente incorrectas en fanzines, hace magia con su dibujo realizando magníficos retratos del actor, película tras película, look tras look, mostrando todo su catálogo de expresiones. El lector puede probar a pasar sus hojas como si fuera uno de aquellos libritos en los que, pasando sus hojas rápidamente con el pulgar, las imágenes cobran vida.
Porque sucede:
Una pesadilla de modelos capilares y expresiones que Nicolas Cage ha utilizado a lo largo de su dilatada carrera se sucederán de manera vertiginosa haciendo retroceder al lector a aquellos tiempos en los cuales el cine era una atracción de feria más, compartiendo barraca con la mujer barbuda, los enanos, el tragasables y las hermanas siamesas.
Y ya para terminar. Lo que me ha quedado más claro gracias a Las 100 primeras películas de Nicolas Cage es lo que esperan y adoran de él sus seguidores. Ahora comprendo lo que me repelía de él. Ahora lo entiendo todo. Así que, siéntense, pónganse cómodos, la película va a comenzar. Y no se alarmen, seguro que durante la misma algo les hará reír, llorar, pasar un instante de vergüenza ajena o dar un brinco de sorpresa y/o espanto: no se alarmen.
Es normal.
Es Nicolas Cage y es el mejor en lo que hace.
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