Tras la proyección de No profanar el sueño de los muertos que organizó la publicación El buque maldito el sábado 6 de junio de 2015 en el barcelonés cine Phenomena, se celebró una interesante charla que contó con su director, Jorge Grau, el cual departió con Diego López, responsable de esa publicación, y con el público asistente. Dio detalles sobre el rodaje, sobre sus otras películas, sobre el cine, sobre la vida y… sobre la muerte. Lo que sigue es una trascripción de lo que Jorge Grau comentó durante aquella velada.
(Fotos: Serendipia)
Un productor español, cuando llegó la moda del cine de terror me dijo: “¿Tú tienes el guión de aquella película de la mujer que mató a 600 chicas?” (1) “Pues sí, lo tengo”. Se lo doy, se lo manda a un productor italiano, Edmondo Amati (2) , que yo no conocía y Amati dice: “¡Que venga este señor inmediatamente a Roma!” Voy a Roma y dice: “Ahora iremos a ver a mi guionista porque haremos la película”. Me mete en su coche, me lleva a casa del guionista, y durante el camino me pregunta: “¿A usted le gusta La noche de los muertos vivientes?”. Le digo que sí, que es una muy buena película, y dice: “Pues este guión se tiene que convertir en La noche de los muertos vivientes. ¡Pero en color”. “¡Pero esto no tiene nada que ver!” “Que sí, que sí. Ya verá como mi guionista, Sandro Continenza, le convence. Es un hombre muy hábil”.
Vamos a casa de Sandro y este, que era, o es (3), un hombre muy inteligente y culto dice: “Esta película no tiene nada que ver con ‘La noche de los muertos vivientes’ ”. Entonces Sandro y yo nos pusimos a hablar sobre qué puede pasar por dentro de la cabeza de una mujer que mata a 600 chicas, no por odio ni por ambición ¿Qué es lo que pasa dentro de ella? Y estuvimos hablando hasta que Amati cortó violentamente la conversación y dijo: “¡Vale, el film no se hace!”. Nos llevó en su coche a cenar, comprobó la calidad de la carne del restauran, y me mandó para casa.
Hice ‘Ceremonia sangrienta’ con otra gente, luego hice ‘Pena de muerte’, y al cabo de un par de años me llama por la mañana el Dr. Edmondo Amati y me dice: “Le invito a desayunar”. Estaba en Madrid, y fue en un hotel de lujo. Un desayuno espléndido, y de pronto dice: “¿Le sigue gustando ‘La noche de los muertos vivientes’?”. Entonces saca un guión de un maletín, lo pone en la mesa y dice: “Pues esto es como ‘La noche de los muertos vivientes’. ¡Pero en color!
Yo pensé que estaba loco, pero cogí el guión y me lo llevé. Leyéndolo me encontré con que tenía cosas con las que yo conectaba. Además, pagaba muy bien, tenía la oportunidad de rodar en Cinecittà, que era el sueño de los cineastas españoles de la época, y rodar en Inglaterra después. Acepté y la película se hizo. Y a Edmondo Amati le gustó mucho como quedó. El título, que primero había sido ‘Weekend per i morti’, no le gustaba. Entonces Sandro Continenza inventó ‘Non si deve profanare il sonno dei morti’.
Arthur Kennedy, que era un espléndido actor, se había retirado y llevaba una escuela de teatro en Canadá. De vez en cuando recibía un encargo de Europa para hacer un papelito en una película. Él llegaba con su oficio, lo salvaba fácilmente, y volvía. Entonces, el día que llegó a Castleton, pueblo del Midway donde estábamos rodando y me lo presentaron yo le dije: “Bueno, ¿se ha leído usted el guión?” y me contestó “Sí, claro, claro” y entonces yo, como es mi hábito, le amplié su personaje: “Este policía que es un hombre fracasado, de mal temperamento, y que está como resentido contra el mundo…” y a medida que yo iba hablando, Arthur iba abriendo el guión, buscando lo que yo le estaba contando, es decir, no se había leído el guión. Pero a partir de ese momento no solo interpretó espléndidamente su personaje, sino que además fue un gran colaborador. Cuando algún actor español tenía dificultades, porque la película se rodó en inglés, él paraba, me miraba y me decía: “Por favor, arregla esto”. Y entonces yo tenía que hablar con el actor y convencerle. Volvía, y si la cosa salía bien, Arthur me decía: “Ok¸macho”.

El absurdo cartel americano de Ceremonia Sangrienta
Para que los actores se prestaran a devorar vísceras, se trataba simplemente de buscar comidas apetecibles dándoles forma humana, pero en realidad eran comidas estupendas. Por ejemplo, hay una escena en la que una mujer arranca el ojo de un cadáver y se lo come, pues bien, el ojo era un huevo de codorniz, que estaba riquísimo, claro. Gianetto de Rossi era un maquillador ya famoso que había hecho películas en Estados Unidos. El productor dijo que Gianetto no querría hacer una película de género, pero hablé con él y pasó lo mismo que pasó con Sandro Continenza, es decir, que de una conversación particular, de una simpatía mutua, surgió una colaboración entusiasta. Gianetto se dedicó a buscar colores de sangre que no ofendieran al color de la película. Porque en ‘La noche de los muertos vivientes’, por poner un ejemplo, la sangre que aparece es negra, al ser la película en blanco y negro. Entonces estuvimos buscando colores distintos de sangre, y del color de la sangre, surgió el color de la película. Porque el color que predomina, aparte del rojo de la sangre, es el verde: la chica lleva un abrigo verde; la mayoría del tiempo vemos paisajes verdes; y toda la selección de decorados y vestuario está basada en ese verde, que es el contrapunto al rojo. Es decir, que una película, que para el productor era simplemente una película de terror en color, sin más, para los que trabajábamos en ella, fue una labor gratificante en muchos aspectos. Recuerdo que Gianetto de Rossi tuvo un fracaso tremendo tratando de maquillar los dientes de los muertos para que no fueran blancos. Estando en Manchester, Gianetto pensó en mancharlos con regaliz, pero no había en Inglaterra así que, aprovechando un fin de semana cogió el avión, se fue a Roma, compró regaliz, y cuando los actores lo probaron, los dientes seguían siendo blancos porque el regaliz de nuestra juventud, de Gianetto y mía, es distinto del regaliz que se hacía entonces, que no manchaba los dientes. Un tremendo fracaso debido a los avances de la ciencia.
Gianetto de Rossi fue un estupendo colaborador y no solo él. La gente de la película. Solo puedo contar una anécdota de tipo negativo del equipo. Y es que cuando estaba localizando el río, el decorador se quedó junto al coche del jefe de producción y yo lo que hice fue pasar por esas piedras que se ven y mirar desde el otro lado con el visor. Y mientras yo hacía mis cosas, el jefe de producción y el decorador mantuvieron un diálogo más o menos como este: “¿Qué hace?”. «Pues está mirando que es lo que tiene que hacer y desde donde». «Ah, ¿Entonces sabe lo que quiere hacer?». «Evidentemente». «Entonces, ¡Habría que darle lo que pida!».

Con Diego López durante el evento en Cine Phenomena
Como el productor no quiso gastar dinero en un músico solvente, se le encargó a un profesional de esos que hacen portadas en televisión. Dio la casualidad de que este músico, Giuliano Sorgini, tenía además afición por la música abstracta y tenía en su estudio aparatos para hacer estas cosas. Entonces se usó un trozo, ya pregrabado, de música convencional que él había utilizado para títulos en algún programa de televisión, y el resto lo hicimos juntos. Teníamos un micrófono, teníamos los filtros y él toda la técnica para usar todas esas cosas. Y entre él y yo hicimos la banda sonora. Por cierto, él me dijo: “En la próxima película yo hago los ruidos y tú haces la música”.
Las películas tienen el problema de que hay poco tiempo y hay que trabajar mucho, eso es normal. Recuerdo varias anécdotas, por ejemplo a Ruiz Lifante esperando maquillado de muerto a que lo recogiera el coche y toda la gente del pueblo buscando a la policía pensando que era una víctima de algo. Pero para mí lo que voy descubriendo, que es lo que decía al principio, es que muchas veces uno hace cosas que no sabe que las está haciendo. Por ejemplo, la relación de amor entre Edna (Cristina Galbó) y George (Ray Lovelock), es una relación que, ahora veo, estaba desde el principio. En realidad estaba contada por la actuación de los actores. Una cosa que quiero resaltar es la gran categoría de los actores, aunque no lo parezca, porque es una película que se basa en un supuesto efectismo, pero los actores hacen verdaderas interpretaciones y yo se lo agradezco públicamente.
Si alguien ha seguido mis películas verá que yo siempre pongo pequeñas secuencias, como notas, que tienen que ver con la realidad que se está viviendo en aquel momento. Estaba de moda por entonces y era una bandera de la libertad el streaking (4). Se hacía streaking en campos de fútbol, se hacía por todas partes. Y en la secuencia de inicio una chica hace streaking y, sin embargo, la gente que está en el autobús está cada uno a lo suyo, pensando en el plato de patatas que tiene que comer. Hay algo hecho a vuelapluma de crítica a una sociedad indiferente que sigue teniendo una cierta validez.
Esta película, que ha dado la vuelta al mundo y se sigue proyectando, en España no tuvo éxito en su estreno, ya que coincidió con un hecho bastante afortunado como fue el final del franquismo, y entonces a la gente no le interesó. Yo recuerdo que el premio al mejor director español del año 74 me lo dieron a mí habiendo en concurso películas de Borau, Saura… de gente de gran categoría. Y el público, un público inquieto cinematográficamente y políticamente, supongo, silenció la entrega de mi premio, que me entregó Stanley Baker. Es decir, para la gente normal en el momento político y social que se estaba viviendo, esta era una película de recurso, una película cualquiera, una película barata. Y no fueron a verla. Entonces me encontré sin trabajo, porque el éxito de la película, la difusión de la película en el extranjero, vino mucho después. El productor José Frade me convenció de que tenía que seguir haciendo un cine de crítica social o temática social, porque si no, podía quedar convertido en uno de los directores que en aquellos momentos se consideraban de segunda fila. Buenos profesionales, pero que no significaban nada, como Klimovsky o Lazaga, a los que por otra parte respeto como estupendos profesionales. Y por eso no seguí con el cine de género.
Tuve la suerte de hacer ‘La trastienda’ que, digamos, recuperó mi puesto como profesional de primera división. Y luego a trancas y barrancas he seguido haciendo cosas. No sé si yo tendría que haber seguido haciendo cine de este género porque, en realidad, esta no es una película de género, es una película de ‘degenero’. Es una película que está fuera de corriente, es decir, por ejemplo: a mi no me gusta el cine de sustos, me encanta y me entusiasma ‘Drácula’ o ‘Nosferatu’ o ‘La parada de los monstruos’, esta temática sí, pero sin embargo las películas basadas en sustos, que de vez en cuando se le dan al espectador y que el espectador acepta muy complacido comiendo palomitas, pues no es tampoco lo mío.

Con el paso de los años me he ido encontrando poco a poco con reacciones altamente satisfactorias sobre la película. Por ejemplo, George Romero comentó que mi película y ‘La noche de los muertos vivientes’ eran distintas porque los muertos en su película eran un elemento de terror, y en la mía tenían como vida propia. En las películas de Romero, el público pone a los muertos vivientes siempre como seres destructivos, y yo trato de buscarles su lado (ex)humano, llamémosle así. En realidad, como ya he apuntado, todo esto es Drácula, es el deseo de permanecer de alguna manera a costa de lo que sea. Bram Stoker encuentra una fórmula para seguir viviendo, y esa fórmula es la sangre. Es decir, que estamos ante el vacío de siempre, y en él…hay una cosa que cuando he dicho ‘No profanar el sueño de los muertos’, no se trata solo del sueño de dormirse, si no del sueño de pensar en algo distinto ¿Cuál es el sueño de los muertos? ¿Cuál es el sueño de todos aquellos que nos han dejado y que han tenido que interrumpir su sueño?
Hay algo de pesimismo y de terror final porque… y esto es una cosa que me han preguntado muchas veces, los vivos, una vez han dejado de serlo y son muertos vivientes ¿Qué piensan? ¿Qué hacen? Es decir: el protagonista mata al inspector y lógicamente lo convierte en muerto viviente. Cuando los dos sean muertos vivientes ¿Qué van a hacer? ¿Van a colaborar en plan compincheo, o se van a pelear entre sí? ¿Qué va a pasar? Esta es la pregunta del millón ¿Qué hay después de la muerte? ¿Qué pasa? Yo por ejemplo, hace un año murió mi mujer, y yo, pues llevo un año que hay muchísimas cosas que estoy deseando decirle, pensando que las va a entender y que le van o no a
gustar, pero claro, ya me callo porque sé que es imposible, al menos hasta la fecha. Además, habían pasado cosas en la película. Cosas de verdad. El marido de Cristina Galbó, la protagonista, había muerto quince días antes y estaba conmocionada (5) . Cuando le tiende a George una antorcha para que la queme, levanta la mano y le mira como diciendo ¿Porqué no vienes conmigo? Vuelve a salir la idea de ¿Qué pasa después de la muerte?
Os voy a contar, si me permitís, una historia. A un compañero se le murió su padre, con el cual estaba muy unido, y quedó muy apenado. Estaba inconsolable. Yo traté de ayudarle, y una de las cosas que hice fue llevarlo a los toros, que sabía que le gustaban mucho, para que se distrajera. Al llegar al tendido, de pronto mi amigo se levantó, miró a toda la plaza que estaba llena y exclamó: “¡Cadáveres! ¡Cadáveres! ¿Qué hacéis aquí? ¡A la tumba! ¡A la tumba!”. Rompió a llorar y se lo tuvieron que llevar. Yo salí tras él y en los pasillos de la plaza pude ver a mi amigo y al guardia abrazados, llorando. A saber que es en lo que habría coincidido el guardia con el dolor de mi amigo. Yo pensé entonces: he aquí dos futuros muertos vivientes agarrados a una vida que no quieren dejar. Me vino a la cabeza Drácula… Nosferatu. Ni Bram Stoker ni nadie ha inventado nada sobre este tema. Lo que han hecho ha sido recoger un deseo. Un sueño íntimo de la gente. De todos nosotros por superar esa barrera que es la muerte, aunque sea a costa de verdaderos despropósitos o desastres como en Drácula o en tantas otras obras.
Solo quiero decir que yo también me emociono al ver que al cabo de los años, esta película que yo estuve a punto de no hacer, porque era en color, está produciendo pensamientos y reacciones. Por lo tanto, para despedirme, solo quiero daros un recuerdo, que a la vez es un consejo de amigo, de compañero: No profanar el sueño de los muertos.

NOTAS
(1) El guión al que se refieren es el de Ceremonia sangrienta, que Jorge Grau escribió con la colaboración de Juan Tébar y que narra los crímenes cometidos por la condesa Erzebeth Bathory, gran aficionada a bañarse en sangre de doncellas.
(2) Edmondo Amati fue un prolífico productor italiano de cine de género que estuvo en activo durante 20 años. Entre algunas de las cintas de terror y fantasía que produjo figuran Anticristo (L’Anticristo, Alberto de Martino, 1974), Holocausto 2000 (Holocaust 2000, Alberto de Martino, 1977) y Virus (Apocalipse Domani, Antonio Margheritti, 1980), entre muchas otras. Falleció en Roma en 1992.
(3) Era, puesto que el prolífico guionista Sandro Continenza falleció en 1996 a los 76 años. Entre sus numerosas colaboraciones se cuentan las que realizó para Ceremonia Sangrienta de Jorge Grau, Jack, el destripador de Londres (1971) de José Luis Madrid; El colegio de la muerte (1975) de José Luis Ramírez y la taquillera No desearás al vecino del quinto (Ramón Fernández, 1970)
(4) Streaking es un anglicismo que designa el acto de correr desnudo en la calle, en estadios deportivos o en otros lugares públicos cualesquiera. Se distingue del nudismo en que el streaking suele ser una práctica ocasional que intenta llamar la atención, de ahí la elección de lugares muy concurridos para realizarlo, a pesar del riesgo de ser arrestado.
(5) El también actor Peter Lee Lawrence, de origen alemán, rodó un buen número de spaghetti westerns en España y, precisamente trabajando en uno de ellos, La furia de Johnny Kid (Gianni Puccini, 1967), conoció a Cristina Galbó, que se convertiría en su esposa en 1969. La pareja tuvo un hijo en 1971. En marzo de 1974, el actor ingresó en una clínica de Roma por problemas estomacales falleciendo el 20 de abril.
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