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Archive for 5 octubre 2014

Sitges 2014: Goal of the dead, París bajo el terror de los hooligans

hwdeorbqYy1DxTH6IzvChXmMTmBSí, lo han adivinado. Goal of the Dead es  otra vuelca de tuerca en el, aparentemente inagotable, universo zombie apostando, una vez más, por la vertiente humorística y mezclando el deporte que más masas arrastra con una modalidad de monstruo también dado a atacar en bloque, como los hooligans. Como ven, toda una parábola dirigida a cuatro manos por los franceses Thierry Poiraud y Benjamin Rocher, parabola que afortunadamente disfrutarán tanto los forofos del llamado deporte rey como los que, como Serendipia, lo consideran una pérdida de tiempo. No, no es necesario que sepan las reglas del fuera de juego para  ver este filme que por su tono evoca comedias inglesas como Grabbers (2012) de Jon Wright o films de Edgar Wright (y Simon Pegg) con Zombies Party (Shaun of the Dead, 2004)  y Bienvenidos al fin del mundo (The Worl’s End, 2013) en cabeza, pero transportando la acción y los modos a la idiosincrasia francesa.

Con una duración de 140 minutos y dividida, como los partidos de fútbol, en dos partes, este ameno y divertido cóctel resulta toda una grata sorpresa con personajes bien perfilados, tramas paralelas y un humor ingenioso enmarcando los efectos gore, los vómitos y las degollinas protagonizadas por estos veloces y rabiosos infectados. Para ello ha sido necesaria la entente de cinco guionistas además del autor de la idea, Nicolas Peufaillit, colaborador también en el guión de La Horde () y de la serie Les Revenants, además de responsable del guión original de la galardonada Un profeta (Un prophète, Jacques Audiard, 2009).

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Como ya hemos adelantado, dos son los directores que han unido fuerzas: Thierry Poiraud, comenzó dirigiendo cortos junto a su hermano Didier, y ya tiene experiencia en proyectos descabellados, como puede comprobarse ojeando su primer largometraje, también junto a su hermano, Atomik Circus – Le retour de James Bataille (2004) un loco cóctel de horror, comedia, aventura, ciencia ficción y musical protagonizado por Vanessa Paradis, actriz y cantante de la que también realizó el documental, Vanessa Paradis: Divinidylle Tour. Tras Goal of the Dead ha dirigido, ya en solitario, la producción española rodada en inglés, Don’t Grow Up, que se encuentra en post-producción. Por su parte Benjamin Rocher es junto a Yannick Dahan uno de los directores de The Horde (2009). Y con esto ya está casi todo dicho.  Entre los actores se encuentra Alban Lenoir, un rostro muy familiar en la televisión francesa interpretando a  Sam Lorit, el futbolista ‘traidor’ que ficha por el equipo rival pasando a ser odiado por toda la afición de su ciudad y Patrick Ligardes, que puede verse también en Frontière(s) (Xavier Gens, 2007), en el papel de entrenador.

Fútbol, humor, trabajo en equipo, nauseas (porque aquí los zombies no comen cerebros sino que extienden el contagio mediante vómitos), cerveza, cánticos e infectados. Muchos infectados sedientos de sangre, todo eso y mucho más es Goal of the Dead. Mucho más porque su pirotecnia  tiene todo un trasfondo detrás. Los autores de Goal of the Dead nos ofrecen toda una reflexión sobre los parámetros que configuran la identidad personal y la colectiva; sobre la necesidad de pertenencia a un grupo; sobre la bondad de la cooperación en equipo frente a los individualismos narcisistas. Una película sorprendente (el trailer no le hace justicia), original en su tratamiento de los clichés del cine de zombies y dotada de una profundidad que no es frecuente en el subgénero.

 

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Sitges 2014: Dead Snow 2, el retorno de los zombies nazis

Dead_Snow_2_cartelLos zombies, el monstruo de moda, nunca faltan a su cita con el Festival de Sitges. Su presencia trae algunos de los momentos más divertidos del evento cuando son abordados desde la comicidad. Ese es el caso de la nueva cinta de Tommy Wirkola. El noruego nos ofrecía en 2009 la primera entrega de su propuesta, Dead Snow, título que fue traducido para su estreno en España como Zombies Nazis, una película modesta que no pretendía aportar innovaciones significativas, al contrario,  explotaba las convenciones del género desde la parodia autoconsciente (en la línea de la saga Scream); y no escondía su referencia a títulos ya canónicos como Posesión infernal de Sam Raimi o el gore más alocado de Peter Jackson, presente incluso en la camiseta de uno de los personajes. Mezcla de slapstick  y splatter, conectó con su sector de público aunque dividiera a la crítica. El mejor resumen de esta cinta se lo debemos a Jesús Palacios: «Con ingenio, mala uva, muertes creativas, ritmo endiablado y buen final. (…) Wirkola ha sabido resucitar con gracia ese universo, ese humor negro y sangriento que parecía ya olvidado«. Cinco años más tarde Wirkola vuelve a la carga con la segunda entrega, Dead Snow 2, con nuevas dosis de efectos de maquillaje y risas aseguradas. En esta ocasión no se cumple el dicho de que segundas partes nunca fueron buenas, porque, si bien no es una película excelente, sigue siendo eficaz en sus pretensiones e incluso aumenta su voluntad de explotar la vena cómica de su protagonista, bien encarnado por Vear Hoel.

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La secuela arranca en el mismo punto exacto en el que terminaba la primera, con Martin, nuestro héroe, malherido tras enfrentarse a un ejército de zombis nazis. Ahora deberá hacer frente a una horda todavía mayor de muertos vivientes, pero contará con tres baluartes que serán decisivos: un brazo «milagroso», un comando americano especializado en la erradicación de zombies y… un pelotón soviético de la Segunda Guerra Mundial resucitado. Ya vimos a Martin amputarse su propio brazo infectado en la cinta inaugural (un homenaje nada disimulado al Ash de Terroríficamente muertos), y en esta segunda parte, cuando es encontrado por la policía y llevado al hospital, le implantan un  brazo pensando que el pertenece, aunque en verdad es del coronel Herzog (oficial al mando de la tropa zombie), un apéndice que resultará decisivo a la hora de machacar cabezas. Y no sólo eso, el brazo tiene también el poder de resucitar a los muertos ¡¡zombificándolos!! En cuanto al mencionado comando americano, resulta ser un trío de amigos nerds fanáticos del género al que deberemos muchos de los momentos hilarantes del filme.

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Con estos mimbres Wirkola teje una comedia negra, irregular en algunos momentos del metraje, pero llena de gags efectivos e incluso con algún detalle entrañable como el de ese pobre hombre zombificado y masacrado sucesivas veces a lo largo del filme. Si en la primera Wirkola homenajeaba los lugares comunes del género, en esta se decanta por darle un giro más personal a la trama y las situaciones, cosa que quizás no gustará a los más puristas pero que conectará con su público potencial. Película entretenida que no se toma en serio a sí misma, combina acertadamente humor y vísceras y nos regala con Martin, un personaje que podría incluirse en la galería de antihéroes icónicos que pueblan las comedias con zombies como el Shaun de Zombies Party (2004), el Tallahassee de Zombieland (2009) (que se alzó con el premio del público cuando fue proyectada en el Festival de Sitges), o el ‘héroe’ de Juan de los muertos (2011).

Para verla sin prejuicios y sin esperar mucho más que diversión a gogó.

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