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De Carla Dey a Carmen Serret: un viaje por el cine «S» y de terror de los ochenta

El denominado cine clasificado «S» que «por su temática o contenido pudiera herir la sensibilidad del espectador» nace para proteger al españolito y advertirle de que lo que se disponía a ver era algo diferente a lo que se le había  acostumbrado durante los cuarenta años anteriores.  El público demandaba ver lo que la dictura y sus organismos  le habían prohibido durante tanto tiempo y que habian podido atisbar algunos viajando a Perpignan, donde cada fin de semana podian verse cosas que, en nuestras salas estaban más que prohibidas o en el «mejor» de los casos, cortadas. Así que en 1976, con el caudillo enterrado bajo una enorme losa, comienza una tímida apertura en la que se suprime la censura previa en los guiones  que da paso al año siguiente a la abolición de la censura, pero como ya se estaban estrenando films que podrian espantar a los de siempre, como es el caso de El último tango en París (1972, Bernardo Bertolucci) o varios ejemplos del castizo «destape», que encumbró a recordadas divas como Agata Lys, María José Cantudo o Barbara Rey,   se decide  crear una nueva clasificación, la «S», que engloba tanto films políticos como de terror,  pero muy especialmente eróticos. Primero con el estreno de producciones foráneas como es el caso de las primeras en estrenarse en enero de 1978, Emmanuelle (1974, Just Jaeckin)  y Emmanuelle II, la antivirgen (1975, Francis Giacobetti). En cuanto a producción española, la primera película  que recibió tal clasificación  fue Una loca extravagancia sexy (1978) de Enrique Guevara, y la última en recibirla No me toques el pito que me irrito (1983) de Richard Vogue (que no es otro que el amigo Ricard Reguant, que ya nos contó parte de sus batallitas en esta entrevista).

Pronto ven los avispados productores españoles que se trata de un buen negocio, ya que cualquier film, por malo que fuera, por el hecho de tener una «S» colgada en su cartel parecía interesar mucho y dar substanciosas prevendas, además de recibir su subvención, tal y como explican Joe Krankol y Tomás Pérez Niño en el libro E»s»paña erótica:  «Los productores y directores españoles  podían acogerse a la ayuda oficial que representaba el 15% del rendimiento bruto en taquilla, así como a los créditos cinematográficos. Las «S» recaudaban como media unos más que aceptables 30 millones de pesetas (…)»

Así que a partir de 1980 los productores españoles se meten de lleno en el género, destacando sobre todos ellos el avispado Ignacio F. Iquino, que con el exito La caliente niña Julieta (1981) abre el portón a otros directores como Carlos Aured o Jesús Franco que ven una forma de seguir rodando y tener mercado, así como a otros directores y actores que debutan con unos filmes de rodaje veloz, poco presupuesto y  guiones picantes que mezclan comedia o terror con erotismo, mezclas de géneros que hacían más digerible este tipo de cine a las sufridas (o no) esposas a las que su marido llevaba al cine (por aquello de poner en práctica lo visto…) Pero en 1982 el filón termina cuando Pilar Miro decreta el final de esta clasificación y la puesta en marcha de las salas X. El cine S sigue en vigor durante unos pocos años más, concretamente hasta 1985, cuando se estrena el último film con tal clasificación, La mansión de los muertos vivientes de Jesús Franco, en el que ya predomina el terror. A partir de entonces este lucrativo negocio, que por supuesto daba mucho trabajo, se viene abajo dejando un total de 425 filmes con la clasificación «S»,  de los que 285 eran extrajeros y el resto españoles o realizados en régimen de coproducción.

CARMEN SERRET ERA UNA JOVEN ACTRIZ DE ESA GENERACIÓN:

«Desde que era una niña adoraba el cine. Cuando me preguntaban que quería ser de mayor siempre respondía «ACTRIZ». Iba a un colegio de monjas y eso no les gustó nada,  hasta el extremo de que me invitaron a que dejara el cole. Tenia por entonces 12 años.

Mi madre fue Vedette de revista y estaba muy relacionada con ese mundo aunque ya no ejercía. Su nombre artístico era Carmen Duwal. Trabajo con Aladi, Mari Samtpere, Paco Martinez Soria, etcétera, y Paco en una baja de la obra «Guardame el secreto Lucas» me hizo una prueba para sustituir a la que hacia de hija suya. Le gusto mucho mi interpretación y trabaje con él 10 meses.

Me apunté en la agencia de Marta Flores, donde al poco tiempo me propuso hacer un papel casi de figuración en Viriato, de José Antonio de la Loma.
Marta Flores me llamó para una prueba con Iquino, me vió, me hizo leer unas frases y me dijo: ‘Carmen Serret no es comercial, te vas a poner otro nombre, pensaré y te lo diré’. Yo me quedé alucinada, me comentó sobre los desnudos y que se tenian que hacer para hacer cine en la época en la que estábamos. Me lo pensé mucho antes de aceptar. Al final dije que si, y  cuando firmé el contrato me dijo, ‘¿que te parece Carla Dey?’ Bueno, no me pareció mal y con este nombre me quedé. Seguro que ahora no se cambiarían los nombres como antes, pero me acostumbré y hasta me sonaba muy bien».
A partir de entonces Carmen (ya Carla) entra en el desquiciado mundo del director catalán Ignacio F. Iquino, un prolífico artesano todo-terreno que había organizado una importante productora y que poseía un buen olfato para hacer negocio. En activo desde los años treinta en el cine y el teatro y tras rodar todo tipo de género, se apuntó al destape y poco después produjo un buen número de películas » S» eróticas. Tenía proverbial fama de, digamos, ser ahorrativo durante sus rodajes:
» ¡¡¡Pues si, era muy tacaño!!! Era un personaje raro, especial. El ‘cámara…¡Acción!’, no existía. Su paso a entrar en escena era «Y…» Ahorraba hasta en frases (jejejeje).
Recuerdo al ayudante de Dirección, Sr. Liza, que era impresentable, nada amable, con muy mal carácter y pegaba broncas por todo.
También recuerdo un día que tenia una escena y me dió un ataque de risa que no podía parar. La cara de Iquino era un poema. Se enfadó, pero su enfado aun me hacía más gracia……Total, no pudimos rodarla hasta que rodaron otra escena en la  que no estaba yo….
El cine clasificado «S» no  me gustaba nada, según que escena me costaba rodarla y lo pasaba mal, pero era la opción mas rápida para introducirte en este mundo. Muy duro al momento de rodar erótico y muy bien cuando eran escenas normalitas. Pero lo pase bien viendo como se rodaba una película: maquillaje, compañeros, compañeras…..Adoraba y adoro el cine.  Me mentalice y pensé en todo lo bueno que podía aportarme lo que estaba haciendo. Quizás estaba muy impaciente y tendría que haber esperado otro tipo de películas, que pocas, pero las había sin ser «S».  Además, hay mucha gente inculta de cine que confunde «S» con «X». Y has de dar muchas explicaciones.
Con mi madre no hubo ningun problema. Mi padre había fallecido y él no lo habría aceptado.
Es más,  he tenido problemas con los años, como en el caso de mi actual marido. No le ha gustado nada y he recibido por su parte algún que otro comentario desafortunado. Es difícil dependiendo tu mentalidad entender según que cosas.
Carla Dey debuta en un papel sin acreditar  con Iquino en La desnuda chica del rélax (1980), y con Inclinación sexual al desnudo (1981) ya entra de lleno en la “troupe” Iquino, con papeles más destacados. El film parece ser era de los más atrevidos de la época, mejor rodados y que además obtuvo una más que importante recaudación (35 millones de pesetas):
«Lo pase genial, conocí mucho mejor a Concha Valero, y nos hicimos muy buenas amigas. Estaba Victor Guerrero, que también llegamos a ser buenos amigos y mantenemos esa amistad.
¡¡¡El rodaje duraba unas 3 semanas o más!!!
Anécdota: rodaba una chica, que no se su nombre,  que resulto ser un transexual, pero no lo parecía. Estábamos Concha, ella y yo diciendo que no nos creíamos que fuera un hombre….y coge y se baja los pantalones. ¡Nos quedamos las dos de piedra! Tuvimos muy buen rollo, salíamos fuera del rodaje y nos llevábamos muy bien».
En cuanto a la abundancia de escenas lésbicas: «Pienso que era una forma de vender más. Las odiaba, les hacía comer chiclet…me ponía enferma. No es lo mismo hacer una escena de amor con un hombre que con una mujer, aunque todo sea ficticio».
Luego vino, también con el mismo director,  Jóvenes amiguitas buscan placer (1981) y a continuación Playa Azul (1981) ya con Jaime Jesús Balcázar . Su protagonista es la tan admirada por los fans del cine de terror español (y de género en general) Helga Line:  
«Muy simpática. Queríamos ir a tomar el sol y era imposible del aire que nos hizo los 15 días en Lanzarote. Los compañeros muy bien y sobre todo Jesús Balcazar (el dire), al que tengo mucho cariño. Terminé de rodar y me pidió que me quedara para hacer de canguro de su hijo Jaime (el cual hace unos años falleció en accidente de trafico). Mantuve mucho tiempo muy buena amistad con ellos».
En Porno, situación límite (1981)  parece que se pretende dar algo de dignidad al cine erótico español , rodando con más presupuesto y mezclando actores no habituales en el género como Emilio Gutiérrez Caba  o Joaquín Kremel, junto a los rostros más familiares de Raquel Evans, Eva Lyberten y Concha Valero, además de Carla:
«Lo pasamos de maravilla, hicimos varias fiestas cenas etc… Había mucha alegría en el rodaje
Íbamos siempre juntos, Emilio, Joaquín, Concha y yo (pero sin nada más que amistad). Le pedí a Joaquin que me diera un bofetón para hacer una escena en la que tenía que llorar….él no quería… hasta que me lo dió.
Emilio, por problemas de hotel, me pidió si podía quedarse dos días en mi casa, (yo vivía con mi madre y ella no estaba). Y se quedó. Mantenemos mucho contacto. Es más, es mi padrino,  el que me entró en mi segunda boda hace casi dos años. Y en una cena Joaquin y yo al final del rodaje montamos un improvisado en mitad de la cena, ¡fue divertidisimo!.
El director Manel Esteba era un señor encantador del que,  por desgracia,  fui hace unos años al entierro».
A continuación Carla entró en el “mundo” del director chileno Enrique Guevara. Primero rodando junto a su hermana Raquel Evans Una virgen para Calígula (1982, Jaime J. Puig) y a continuación ya con el director con En busca del polvo perdido (1982), donde conoce a Ricard Reguant, que más tarde la contrató para su film No me toques el pito que me irrito. En Bacanales Romanas, que posiblemente se rodó a la vez que Una virgen para Calígula, también intervino Ajita Wilson, actriz de la que luego se supo que era transexual. De esta última película se sospecha que existe una versión X:
 Bien. Bonito maquillaje, vestidos, peinados… Yo hacia de Agripina y de Ajita recuerdo que apenas hablaba, muy seca, sosa, pero de que era transexual lo sabíamos  todos. Me contó lo de su próxima operación, que se la iba hacer en el extranjero.
Creo que si  hubo la versión «S» y luego había una versión que se hacia con actores porno. Pero no sé muy bien si llego al cine en esa versión.
Otro rodaje fue De niña a mujer, film dirigido por Carlos Aured:
No era erótico, era una comedia con algo de destape, pero muy poco y solo destape superior.
Una de las actrices, una chica jovencita, al poco de terminar el rodaje, se mato con una moto.
Carlos Aured era muy agradable y asequible. Pasamos un rodaje agradable.
Y Llegamos al final del cine S, que es sustituido por la X. En 1983 se estrena uno de sus últimos films eróticos No me toques el pito que me irrito de Ricard Reguant (Richard Vogue), más tarde responsable de diversos musicales.
«Muy buenos recuerdos de Ricard (aun tenemos contacto por face) es como tu bien dices muy simpático y próximo.
Andrea Albani una pena de chica. Era muy reservada, tenia su círculo y no era muy abierta, por lo menos conmigo. La veía como con miedo, influenciable totalmente, como con traumas o complejos….
Me supo muy mal como se destrozó la vida. Creo que tenía mucho futuro y se lo fumó».
Con el cine erótico comenzando a estar de capa caída, Carla comienza a  rodar películas en los que predomina el terror (aunque en algunos casos no se abandonan las gotas de erotismo), como El invernadero (1983) de Santiago Lapeira, compartiendo reparto con Ovidi Montllor, Llàtzer Escarceller, Alfred Luchetti  y Víctor Israel.
«Aquí no había desnudos, ¡¡Por lo menos por mi parte!! Me lo pasé muy bien con Ovidi y con Santi, hablamos mucho y compartimos muchas confidencias personales y profesionales. ¡¡Un buen rodaje!!»
Y a continuación vino Morbus (1983) de Ignaci P. Ferrer, una película un tanto desquiciada que mezcla terror, erotismo y comedia con guión de Isabel Coixet y en la que repite junto a Víctor Israel
«Mi Película». La rodamos en invierno, mucho frío, pero fue un mes inolvidable.
No conocí a Isabel. Pero quiero decirte que Ignasi es un hombre encantador, me gusto mucho rodar con él y todos los compañeros fueron realmente muy buenos compañeros.
Y quiero hacer mención al cámara, Paco Ribas, con el que había trabajado en varias películas y que murió al estrellarse en  globo cuando estaba él y otros más rodando. Fue una noticia impactante».
Tras el final del cine «S» y el bajón de trabajo que eso significó, Carla fue tentada con rodar cine «X». Pero lo tuvo claro y recicló su trabajo: 
«¡¡¡NOOOOOO eso jamás!!! Me lo propuso un compañero actor. Iba a dirigir una porno y me propuso todo lo que te puedas imaginar. Pero le dije que no, que es algo que no haría nunca.
¿Bajón de trabajo? Algo si, pero hice varias cosas: azafata en TV en el programa «Si lo sé no vengo», doblé algunas películas  y presenté la III Mostra Cinematográfica en Sitges.  Me encantó estar toda una semana presentando el festival, entrevistando… ¡Qué buenos momentos! Y la cantidad de gente que conocí…
Aquí me ofrecieron si quería cambiar mi nombre y me pusieron Carmen Cano. No sé si fue buena decisión, pero pensé que sería como cambiar el chip de lo pasado».
Trás  Yo, el vaquilla (1985, José Antonio de la Loma)  donde«aparte del poco papel conocí al Vaquilla y al Torete, impresionada de ver a estos delicuentes tan cerca»,su útimo trabajo en el cine ha sido en Más allá de la muerte de Sebastián D’Arbó, donde coincide con el gran Narciso Ibáñez Menta y, de nuevo, con Víctor Israel.
«Conocí a Narciso,  persona muy interesante con muchas cosas que contar. Con Víctor habíamos coincidido en varias ocasiones, muy divertido y  un placer trabajar con él.
Me hubiera gustado rodar mas películas de terror, sin erotismo… pero estaba embarazada de mi primer hijo. En la película de Sebastiá no pude hacer casi nada ya que se me notaba el embarazo. Y dejé el cine al ver que no tenía ofertas interesantes y estaba esperando un bebé. Seguro que si hubiese tenido la insistencia que tengo ahora en todo, aún seguiría haciendo CINE, y por desgracia tendría que haberme ido a Madrid, que es donde hay mas posibilidades de cine, teatro etc…
Hace unos 10 años quise volver al cine, me apunte en  una agencia de representantes en París, ya que aquí faltaban buenos y reales representantes que se preocuparan realmente de tí. Y me llamaron de la Agencia para que fuera a Madrid a una reunión para hacer un papel co-protagonista junto Annie Girardot y Emma Penella. Fui y me cogieron para el papel de hija de Annie.
Fue un mes inexplicable de maravilloso: estaba las 24 horas con Annie; nos convertimos en muy buenas amigas; el rodaje era todo lujo de entrevistas, ruedas de prensa, TV etc…hasta que la productora dejó de pagar y no se pudo terminar la película.
Para mi fue un desastre ya que confiaba que esta peli fuera como el lanzamiento y la segunda oportunidad de volver por la puerta grande al cine.
Corrí un tupido velo y saqué lo mejor: tener por amiga a una de las grandes, ANNIE GIRARDOT.
Ahora soy visitadora de farmacia, trabajo para un laboratorio. Y si me ofrecieran algo de cine o teatro volvería por tercera vez.
Por eso me he dado de alta en AISGE y, bueno, el destino verá si es  o no posible que entre en este mundo que amo.
Amo interpretar».
A nosotros solo nos queda agradecer a Carmen el haber contestado amablemente  esta entrevista y contribuido con varias de las fotos que la ilustran. Ha sido todo un lujo. Nosotros también amamos el cine y a las personas que, con mejor o peor fortuna han puesto y ponen su ilusión en ello.
  1. 11 agosto 2018 a las 3:54

    Enhorabuena al gran équipo de PROYECTO NASCHY, por sus artículos, su forma de sintetizar historia de este país, gustos cinematográficos, cambios culturales … Y por estas entrevistas a gente cómo Carla Lay/ Carmen Serret. Creo que si nos hiciesemos notar todos los que tenemos nostágia del cine de género español … Habría bastante mas público que las películas que nos venden en los Goya o en TV.
    Me ha encantado la entrevista, y Carmen Serret a la que deseo la mejor de las carreras, sea aquí o en París dónde seguro que tratan mejor a sus artistas. Con ver que Jess franco era digno de homenajes allí o en New Jersey, cuando aquí para él sólo había inusltos …

    Quisiera por último decir que estaba interesado en hacer un documental sobre Laly Espinet, y un paso por los cambios de la época, el erotismo en el cine, el cine kinky, La Ley Miró, y tantas y tantas cosas que pasaron en los ’80 que no tienen explicación.

    Pero la verdad es que mo lahn puesto díficl no, imposible. Por si interesa por aquí, decir que Laly Espinet llegó aser modelo de … ¡VAMPIRELLA! Conseguí una foto suya y la portada del cómic. La de conexiones que habían en esa misteriosa mujer.

  2. Carmen Serret
    1 octubre 2013 a las 12:04

    Estoy muy feliz de volver al mundo que amo..que es el cine, el teatro, la televisión.. Y gracias a la gente que confía en mi estoy en muy buenos comienzos.

    • 1 octubre 2013 a las 8:24

      Y nosotros estamos contentos de que luches por lo que te gusta. Es lo que intentamos todos y nos alegramos de que vayan surgiendo cosas, que esperamos ver pronto. Un fuerte abrazo de nuestra parte, Carmen.

  3. 19 May 2012 a las 9:44

    El «maestro» Iquino. Nunca coincidí porque cuando empecé a rodar, hace unos 30 años ya, estaba al final de su carrera. Al principio era un cineasta ambicioso, aunque algunas películas las encuentro algo tontas, e intentó hacer muy buen cine. «El Judas», «Investigación criminal», son buenísimas. Pero la taquilla le dio un buen rapapolvo y pronunció la famosa frase: «Sí el público quiere mierda, le daré mierda».
    Iquino era consciente de que sus películas eran malas, se autodespreciaba. Muchos directores de aquella época hacían lo mismo, Leon Klimovsky y Amando de Ossorio, tenían pésimo concepto de sí mismos. Es algo que nunca se cuenta.
    El autodesprecio de Iquino era grandioso. Una vez acabadas las carreras comerciales de sus películas las vendía a una fábrica de camisas para hacer cuellos. Muchas de sus obras se perdieron por este motivo.

  4. 19 May 2012 a las 9:18

    Mi querida amiga Carmen. La conocí en la Mostra de Cinéma de Catalunya, un festival donde trabajábamos los supervivientes del antiguo festival de cine fantástico de Sitges, que la Generalitat nos arrebató. Muchas actrices se arrepintieron de aquella etapa con Iquino y con razón, eran películas malísimas. Pero Carmen rodó otras que estaban mejor. La amistad ha perdurado hasta hoy. Me alegro del reportaje.

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