Dark Shadows, Burton vuelve a casa… pero no llega
No puede discutirse la habilidad de Burton para recrear escenarios gótico-románticos en el sentido más estricto de la expresión. El arranque de Dark Shadows desde ese puerto de Liverpool y la llegada a Maine, tan de Turner, hasta el acantilado de la viuda, tan de Friedrich, que ocupa todo el segmento del prólogo es para aplaudir con las orejas. Con esos mimbres podría haber tejido un relato de terror clásico de primera. Pero Tim Burton tenía que jugar a hacer bromas petardas y sumarle al espíritu de Sleepy Hollow el de Mars Attack, y la macedonia resulta un tanto indigesta para los paladares curtidos (tal vez viciados, si se quiere) a los sabores puros.
Esperábamos poco, muy poco. Si bien es cierto que las primeras imágenes prometían, las siguientes ya asustaban un poco y el primer trailer trajo el crujir de dientes de los aficionados.
De modo que íbamos ya con el prejuicio de vérnoslas con un plato indigerible, pero no, el manjar no es totalmente ingrato e incluso tiene momentos afortunados. Más allá del prólogo que ya hemos comentado, otra secuencia interesante es el despertar de Barnabas Collins tras doscientos años de letargo, muerto de sed, que devora a los obreros que le descubren. También es divertido el encuentro del protagonista con los hippies que tendrán igualmente un final sangriento. Además de los buenos gags, hay toda una serie de guiños a los fans del género, ese movimiento de las manos hipnotizantes de Collins tan próximas al de Bela Lugosi en el clásico de la Universal (su trabajo en Ed Wood debió de ser todo un ensayo). La dirección de actores también destaca y todos ellos están más que correctos en sus roles, especialmente la bruja Angelique Brouchard interpretada por Eva Green. La Pfeiffer sigue resultando atractiva y Bonham Carter se separa de sus registros torturados, Jonhy Deep controla su histrionismo y, aunque su personaje hubiese merecido una mayor profundidad, hace una composición interesante. Y nuestra Chloe sigue encaminándose a ser una señora de la escena (y parece que especializada en el fantástico).
Y hasta aquí los aciertos, porque la verdad es que en otros segmentos roza el vergonzante humor chusco, y la desmesura del duelo final tiene tal alcance que casi nos olvidamos de las virtudes que habíamos observado.
En suma, es una película irregular. Más allá de que pueda hacer remover en sus tumbas a los seguidores de la serie original (cosa que no sería preocupante porque cada autor es dueño de su voluntad de adaptación), empaña sus virtudes con sus astracanadas fuera de lugar, esa mezcla con lo cómico impide que sea la buena cinta de terror que podría haber sido. Parece que Burton hace tiempo que perdió su Norte, y en esta película podría haberlo recuperado, pero, aunque se acerca a quien fue, el mismo tira arena a sus logros.
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