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Sergio Molina y varios compañeros hablan sobre Naschy en el programa radiofónico Carne Cruda (03/12/09)

4 diciembre 2009 Deja un comentario

Se hace extraño subir y escuchar un programa sobre Paul Naschy sin Paul Naschy. El mismo programa Carne Cruda de Radio 3 que entrevistó al actor el día 13 de octubre recién llegado de Sitges, realiza el día 3 de diciembre, tan solo un día después de su entierro, un programa homenaje en el que se juntaron varios amigos y colegas para hablar de su figura. En un programa  que contó  con Sergio Molina, su hijo; Ángel Agudo, co-escritor del libro Paul Naschy: La máscara de Jacinto Molina; José Luis Alemán, director de La Herencia Valdemar y sus colegas de profesión: el director  Jesús Franco y el actor Saturnino García, que además de actuar junto a Naschy en Rojo Sangre (2004 Christian Molina), compartío escenario teatral con la obra  La danza de la muerte (2005, Víctor Matellano).

Rememorando a Paul Naschy en el programa Carne Cruda de Radio 3 (03/12/09)

Categorías: Paul Naschy

Paranormal Activity en Manresa

4 diciembre 2009 Deja un comentario

Desde el miércoles 18 de noviembre hasta el domingo 22 Manresa se llenó de buen cine como ya viene siendo costumbre cada otoño desde hace once años.  La undécima edición del Fecinema inundó las calles de la capital del Bages. Oficialmente es un festival de cine negro pero no olvida el fantástico al que le dedica toda una sección que culmina en la cita más esperada: la sesión golfa con la «muerte» de Antonio Busquets y la película sorpresa que este año fue el divertimento que dirigió Takeshi Miike en 2007, Sukiyaki Western Django , un extraño remake del spaguetti western Django (1966, Sergio Corbucci) mezclado con guerras feudales japonesas y la participación de Quentin Tarantino.

Títulos muy esperados eran los que componían este año la sección oficial de cine fantástico: las premiadas Zombieland (2009, Ruben Fleischer) -premio del público en Sitges- y Lesbian vampire killers (2009, Phil Claydon) -primer premio en la Semana de Donosti-, dos comedias de distinto corte pero igualmente divertidas de las que hablaremos; la curiosa Ricky de François Ozon y la profunda y lírica The Road (2009, John Hillcoat) que cumple con sobresaliente la difícil tarea de adaptar la novela de Mccarthy; por último, la que, probablemente, despertaba más expectativas Paranormal Activity (2007/2009 Oren Peli) y que fue proyectada el sábado 21.   Sin embargo, esa proyección, con la platea llena a rebosar, fue para mí la experiencia más triste del festival.

El sábado 21 las personas que esperaban en el vestíbulo de la sala 2 de los Cines Atlántida se las prometía muy felices saboreando de anteamo el placer de sentir tanto miedo como los espectadores del trailer promocional de esta cinta independiente, amateur, que ha conquistado a América.  89 minutos después el cine seguía en silencio y el pánico había brillado por su ausencia.  Y es que la cinta de Peli no carece de bondades: la utilización del flash forward como recurso para la intriga ya sea avanzando rápido para ver lo anómalo ya sea deteniéndolo para anunciarnos que va a ocurrir algo; la explotación del mismo plano general de la habitación con la cama a la derecha y la puerta y el pasillo a la izquierda, que por repetido se graba y puede recordarse cuando estamos nosotros mismos en la cama

; la estética de youtube propia de las supuestas grabaciones de fantasmas que hacen las delicias de los adolescentes, peeeeeeeero… En esta película el pero es muy grande y no se trata de la fotografía feísta ni de la pesadilla de la cámara en mano, eso podría comprenderse como estrategias del género del nuevo falso documental.  No, lo que le falla a Paranormal Activity es algo más básico y es su defectuosa construcción narrativa: el tempo de la acción está mal regulado, la progresión de los sobresaltos no está bien medida se acumulan, sí, pero su intensidad sólo aumenta de forma precipitada en la última media hora; las escenas diurnas de transición no contribuyen al desarrollo de la trama, sólo son intermedios anodinos entre acción y acción; la construcción de los personajes es inexistente tanto por lo que se refiere al guión como a la interpretación de unos actores que, en verdad, no actúan, sólo posan ante la cámara.  Así las cosas, la empatía es imposible y la suspensión de la incredulidad, más, como no la traigas suspendida ya desde casa y te niegues a recuperarla.  Hay, si se quiere, una buena idea que no se concreta en nada y a la que el final pensado por Spielberg (y que es el que se ve definitivamente en las salas) sólo le sirve para remarcar su deficiencia a la vez que queda totalmente disociado del cuerpo de la película.  En suma, una película mala que ni siquiera resulta divertida como despropósito.

Mi indignación fue mayúscula y la volqué visceralmente en foros especializados al grito de: ¡menuda mierda!  Después del primer arrebato mi indignación fue dando paso a la gran pregunta: ¿cómo tamaño engendro ha podido recaudar más de cien millones de dólares después de haber costado a penas 15.000?   Y empecé a buscar información de este colosal montaje.  Voy a contároslo paso a paso.

Oren Peli nació en Israel en 1971 y a la edad de 19 años emigró a EE.UU, ha trabajado como programador de software de animación y videojuegos y no tenía ninguna experiencia cinematográfica hasta que decidió rodar Paranormal Activity.  El germén de su película fue una anécdota, el israelita siempre sintió temor por los fantasmas y su novia y compañera en su infancia creía estar poseída, con estos antecedentes una noche creyeron oír ruidos extraños en su casa y Oren se preguntó qué pasaría si pusiera cámaras para grabar esa actividad.  Esta idea fue el germen de su ópera prima.  Peli hizo obras en su propia casa para que le sirviera de escenario y con un equipo que se reducía a él,  los actores  y los coproductores Toni Taylor, novia de Peli por aquel entonces, y Amir Zbeda, que hoy en día sigue siendo el mejor amigo del director, rodó la cinta en siete días.  El montaje resultó más complejo que la grabación en sí, ningún corte acababa de satisfacerle, finalmente dio por bueno el resultado y presentó la película a «cuatro o cinco festivales» que seleccionó en la guía Ultimate Film Festival Survival Guide de Chris Gore.   Sólo fue aceptada en uno, Screamfest, un festival moderno y pequeño para películas de terror caseras y de culto que tiene lugar en Octubre de cada año en el legendario Teatro Chino de Hollywood Boulevard. Los elogios recibidos a raíz del Screamfest, ayudaron a Peli a encontrar agente en la CAA (Creative Artist Agency, una de las más importantes agencias de representantes de actores y deportistas de EE.UU.); además, ayudaron a la película a hacerse un hueco en el festival Slamdance en enero de 2008 y atrajeron la atención de Steven Schneider, un teórico convertido en productor, licenciado en Filosofía en Harvard y en Estudios Cinematográficos por la NYU, cuyos numerosos libros sobre el género de terror le llevaron de Nueva York a Hollywood en 2003.  Schneider presentó la película a Jason Blum quien antes de establecerse como productor independiente fue uno de los jefes del departamento de Adquisiciones y Co-Producciones de Miramax Films en Nueva York.   Blum vio la cinta una vez esta había sido aceptada por el Festival Slamdance (en Sundance no quisieron saber nada) y Peli había recibido una oferta tentadora para él, eso estimuló la competitividad de Blum dispuesto a crear la gallina de los huevos de oro. En Slamdance, Blum contacta con Ashley Brucks, joven ejecutivo de Dreamworks quien decidió presentarla a su jefe Adam Goodman.  La primera oferta fue que Peli rodase un remake de su propia obra con los medios de la gran industria, pero tras un pase privado empezó a gestarse la campaña para convertir esta película casera en uno de los mayores hypes de la historia.

La maquinaria de rumores se puso en marcha implicando al mismísimo Spielberg.  El Rey Midas de Hollywood habría visto la cinta de Peli en su propia casa y, según se lee en numerosos enlaces de la red, a la mañana siguiente le fue imposible entrar en su habitación que habría sido cerrada por dentro.  El productor de Poltergeist (1982,Tobe Hooper) sufriendo un poltergeist en su domicilio después de ver una película de fantasmas, ¿quién da más?  Así nacía la mayor campaña viral para distribuir una película que, de funcionar, sólo podía hacerlo gracias al boca a boca.  Y si no hay boca a boca espontáneo bien se puede crear.  Esa es la lección que nos han dado Paramount y Dreamworks, secuenciando las proyecciones, difundiendo un vídeo con espectadores histéricos (¿realmente estarán viendo Paranormal Activity?) y acudiendo a las redes sociales, Facebook y su aplicación add it, para que el estreno fuera demandado por aclamación popular, curioso que se anunciase el día del estreno y justito a tiempo se recibieran las demandas necesarias.  El cine es ficción y en esta ocasión no lo es solo la película sino que lo es sobre todo la publicidad que la ha vendido.

En América los espectadores compraron el producto sin rechistar, en nuestro suelo patrio Paranormal Activity fue tercera en su primera semana en cartel, de ahí sólo le puede llegar el descenso y la sepultura en el infierno.  Aquí los boca a boca siguen circulando de espectador a espectador, no aceptamos ni el truco ni el trato.

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