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Las lecturas de Serendipia: La loca historia de Mel Brooks

LA LOCA HISTORIA DE MEL BROOKS

JORGE SAN ROMÁN

Diábolo Ediciones. Encuadernación en tapa dura. 304 pág. repletas de ilustraciones a todo color. 

 Los que disfrutamos en el cine, su hábitat natural, El jovencito Frankenstein (Young Frankenstein, 1974) o La última locura (Silent Movie, 1976), tardamos en enterarnos de que el torpe Maxwell Smart, aquel Superagente 86 al que se le cerraban las puertas en los títulos de crédito hasta pillarle las narices, también estaba creado por Mel Brooks, un actor, director, guionista y muchas cosas más que inició su carrera creando guiones y gags para shows de la pequeña pantalla.

Mel Brooks, que para varias generaciones de espectadores fue responsable de algunas de sus comedias favoritas, forma parte de una larga tradición de cómicos judíos que partiendo desde los escenarios del vodevil y los teatros se popularizaron en la gran y pequeña pantalla y de los que los hermanos Marx, Jack Benny, Eddie Cantor e incluso el mismísimo Woody Allen, con el que Brooks coincidió en su etapa televisiva, son tan solo algunos ejemplos.

Enérgico, divertido, vital,… Mel Brooks cumple a rajatable una de sus máximas: «Nunca intentes ser gracioso (…) solo la situación debe de serlo«, y eso es lo que ha vertido en los guiones de sus películas. Nada escapa al humor de Mel Brooks: unas veces salvaje; otras sutil; siempre disparatado, ha parodiado géneros como el thriller (Máxima ansiedad); el terror (El jovencito Frankenstein, Dracula. Un muerto muy contento y feliz); el western (Sillas de montar calientes); el cine mudo (La última locura); la Space Opera (La loca historia de las galaxias)… todo siempre desde el máximo respeto, conocimiento y cariño hacia los clásicos que reinterpreta en clave disparatada.

Aunque muchos juegos de palabras quedan malogrados por la traducción, sus inolvidables gags visuales sirvieron de modelo para Zucker, Zucker y Abrahams, Bobby y Peter Farrelly y otros cómicos de este subgénero del humor denominado spoof. Algunos de los gags de sus películas han envejecido mal, mientras otros han ganado gracias a lo políticamente incorrectos que resultan hoy en día, en el que el humor es tan inmaculado y se pretende que no ofenda. Mel Brooks lo tuvo claro desde el principio, y a pesar de que ya en la época le dio algunos problemas, hizo humor con absolutamente todas las razas y credos, comenzando con la suya.

Posiblemente Lynch no sería Lynch si no hubiera recibido el apoyo de Mel Brooks, que le produjo El hombre elefante, su entrada en la industria cinematográfica de Hollywood

Por todo esto y mucho más, Mel Brooks pedía un homenaje en forma de libro, y eso es lo que Jorge San Román y Diábolo Ediciones ofrecen con La loca historia de Mel Brooks, en el que el autor repasa la vida y carrera de Brooks desde sus inicios como músico a su paso por televisión como guionista y finalmente sus largometrajes, que analiza de forma cronológica título a título, sin ofrecer al lector un profundo análisis cinematográfico, pero perlando la narración con numerosos fragmentos de entrevistas y declaraciones en las que Melvin Kaminsky, bautizado para el arte como Mel Brooks, deja amplia constancia de su talento.

El autor no olvida detenerse en los actores y compañeros de fatiga del director, como el adorable e histriónico Gene Wilder, Zero Mostel, el inolvidable Marty Feldman o Madeline Kahn, entre muchos otros, sin olvidar su faceta de productor y creador de musicales basados en sus mayores éxitos, El jovencito Frankenstein y Los productores. Todo esto y mucho más en La loca historia de Mel Brooks, libro que, como es habitual en Diábolo Ediciones, está profusamente ilustrado.

El matrimonio con la actriz Anne Bancroft es parte fundamental en la vida y obra del director.

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