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VAMOS DE ESTRENO (O NO) Viernes 27-02-2015
FUERZA MAYOR (Turist, Ruben Östlund, 2014) *****
Duración:118 min. País: Suecia, Francia, Dinamarca, Noruega. Guión: Ruben Östlund. Música: Ola Flottum. Fotografía: Fredrik Wenzel. Distribución: Golem. Género: Drama familiar.
Reparto: Johannes Bah Kuhnke, Lissa Loven Kongsli, Clara Wettergren, Kristofer Hivju y Fanni Metelius.
Una familia va a esquiar a los Alpes. Están almorzando en un restaurante cuando se produce una avalancha y todo el mundo cae presa del pánico.. Ebba, la madre, llama a su esposo Tomas para que la ayude a proteger a sus hijos, pero Tomas ha huido para salvar su vida. La avalancha se detiene sin ocasionar daños; sin embargo, el universo familiar no volverá a ser el mismo.
Que los suecos son raros, todo el mundo lo sabe o debería saberlo. Sino ¿cómo es posible que a pesar de que en apariencia son fríos como témpanos, Private, la revista pornográfica más cerda del mundo provenga de allí? ¿O Pippi Calzaslargas? Por no hablar de las suecas devoradoras de españolitos que, cuenta la leyenda, asolaron las costas españolas durante el boom turístico de los sesenta y primeros setenta. Para el cine Suecia nos legó célebres actrices como Greta Garbo o Ingrid Bergman. Además de, claro, el director favorito de los pedantes de los setenta, Ingmar Bergman. Así que ya saben que a la hora de hacer cine son mucho de hablar, y hablar. Y Fuerza mayor no se libra de ello, pero tiene muchas virtudes: durante el primer tramo crea tensión y mantiene al espectador embobado y sumergido en un terrorífico paisaje blanco repleto de silencios en el que un hecho imprevisto desencadenará una seria crisis en la aparentemente idílica familia protagonista, con una situación que los pondrá al límite y que hará que nos preguntemos qué haríamos en una situación semejante. Pero no se crean, también hay lugar para el humor. Humor sueco, eso sí, pero humor.
Su bien construido y detallista argumento; las actuaciones naturales (incluso de los niños); y su sugerente ambientación, con notable utilización del sonido, hacen de Fuerza mayor una película difícilmente catalogable pero muy disfrutable.
EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS (Le meraviglie, Alice Rohrwacher, 2014) *****
Duración:111 min. País: Italia. Guión: Alice Rohrwacher. Fotografía: Hélène Louvart. Distribución: Karma Films. Género: Drama familiar.
Reparto: Alexandra Lungu, Sam Louwick, Alba Rohrwacher Sabine Timoteo, Agnese Grazioni, Luis Huilca Logroño, Eva Morrow y Monica Belucci.
Sinopsis: Gelsomina vive con sus padres y sus tres hermanas pequeñas en una granja destartalada de la Umbría italiana en la que se dedican a la producción artesanal de miel. Las chicas crecen alejadas de todos pues su padre prefiere el contacto directo con la naturaleza alejado de la modernidad de la gran ciudad y la sociedad de consumo. La llegada a la región del equipo de un concurso de televisión conocido como “El país de las maravillas” – que ofrece un premio monetario y un crucero de lujo a la familia más tradicional – alterará la tranquila vida de la región.
La película dirigida por la cineasta italiana Alice Rohrwacher llega a las salas avalada por el Grand Prix de Cannes y el Premio Especial del Jurado en el Festival de Sevilla. El filme es una pieza de realismo mágico, una fábula autobiográfica sobre la vida en el campo, sobre el amor de un padre a sus hijas y sobre los inicios de la adolescencia, una historia conmovedora mezcla de realidad y ensoñación que ha levantado ya numerosos aplausos y elogios.
La película está protagonizada por la joven María Alexandra Lungu – Mejor Actriz exaequo en el Festival de Cine de Sevilla y Mención Especial del Sindicato italiano de periodistas cinematográficos – en el papel de Gelsomina. Junto a ella la actriz italiana, y hermana de la directora, Alba Rohrwacher (Yo soy el Amor, 2009; La Soledad de los Números Primos, 2013) en el papel de Angelica, la madre. El País de las Maravillas (Le Meraviglie) cuenta además con la participación de todo un icono del cine italiano, la actriz Mónica Bellucci en el papel de una exuberante presentadora de televisión que visita la región para encandilar a sus habitantes con su presencia y con la grabación de un famoso concurso televisivo.
Retrato impecable del inexorable paso del tiempo y la irrupción de los cambios, sociales y personales, a los que el personaje del padre parece ser impermeable. Un niño más en una miríada de ellos entre los que solo parece haber dos personajes maduros, el de la madre y sobre todo su hija Gelsomina, competentemente interpretada por María Alexandra Lungu. El filme cuenta, además, con la más que bienvenida participación de ese monumento del cine italiano que es Monica Bellucci, protagonista injusta de la promoción del filme y su cartel español.
EX MACHINA (Alex Garland, 2015) (*****) (ver aquí)
Ex Machina, ciencia ficción minimalista
Los límites vienen a ser nuestra condición de posibilidad (igual que el aire que frena a la paloma es el que le permite volar), determinarlos es lo que nos permitiría avanzar en nuestro conocimiento científico sin empantanarnos en razonamientos falaces. Así pensaríamos si sólo pesase sobre nosotros la herencia de la Ilustración, y en parte somos sus herederos, sí, pero también descendemos del Romanticismo, y ello nos lleva a querer rebasar continuamente los límites. Junto a la ciencia está el arte y desde el arte siempre hemos querido asomarnos sobre el abismo, vislumbrar y rozar con nuestros dedos lo ilimitado. No nos basta conocer, necesitamos crear.
Ser hombres nos impele un poco a querer ser dioses y a tener conciencia de nuestra voluntad sacrílega. Lo hemos expresado en nuestros mitos, pero sobre todo en uno, el de Prometeo y sobre él hemos ido componiendo variaciones, la más célebre se la debemos a Mary Shelley: Frankenstein o el moderno Prometeo encadenado. Ex Machina retorna a Prometeo, esta vez con la Inteligencia Artificial como fondo. Alex Garland en su debut como director nos trae la historia de Caleb (Domhnall Gleeson), joven informático, que gana un premio en la compañía de internet para la que trabaja, Bluebook (nacida a partir de un importante buscador). El premio es jugoso: visitar durante una semana el enorme paraje natural privado y la casa de su multimillonario jefe, Nathan (Oscar Isaac). Pronto descubre que el premio esconde algo más, Nathan le ha atraído para que le ayude a probar su último prototipo de Inteligencia Artificial, que está incorporado en el cuerpo de Ava (Alicia Vikander) una atractiva mujer robot (que no oculta sus circuitos). Caleb y Ava mantendrán una sesión cada día, dedicada a mantener conversaciones de cualquier tipo para averiguar si el robot podría pasar perfectamente por una persona, o lo que es lo mismo si supera el Test de Turing. Sin embargo, la cosa no será tan sencilla a partir de que la seductora Ava le diga al muchacho que Nathan no es lo que parece ser.
Ciencia ficción de pequeño formato (casi una pieza de cámara), tres personajes principales (más la aparente sirvienta asiática de Nathan que acabará teniendo peso en un punto de la historia), en apenas unos pocos escenarios (casi todos interiores), en Ex Machina se juega bien la baza de la situación claustrofóbica sobre todo conforme la trama avanza hacia el thriller psicológico. Lo que está en juego es dirimir qué puede llegar a hacer indistinguible la máquina de lo humano, está claro que no es la capacidad de operar conceptos matemáticos, eso entra dentro de lo mecánico y ahí las máquinas pueden ser incluso superiores y sin embargo perfectamente reconocibles como productos artificiales. Ex Machina parece decirnos que las máquinas mimetizaran lo humano cuando sean capaces de emocionarse.
Y ahí nacen nuevos dilemas: ¿son esas emociones suficientes para dispensar a una máquina el mismo trato que a un ser humano? ¿Es el deseo de supervivencia algo instintivo o programado? Y, si una máquina puede sentir emociones… ¿puede un ser humano corresponderlas de forma genuina? Her está entre los referentes, pero más aún el capítulo Be Right Back de la serie británica Black Mirror con el que comparte protagonista masculino (todo un guiño). Salvo que la película de Garland va más lejos, y es que el filme discurre entre los juegos mentales y persuasivos de los seres humanos en las relaciones interpersonales, la liberación de la mujer ante las presiones del macho alfa o el importante papel de los impulsos –llámese intuición- en el proceso creativo. Ava es una nueva Eva (el juego de nombres venía servido) dispuesta a plantarle cara a su creador, una Eva que no dudará en utilizar a su propio Adán en beneficio de sí misma en su acto de rebeldía, una nueva “mujer” que en su asalto al cielo arrambla contra el imperio de todo lo masculino.
Borrar los límites entre la máquina y lo humano supone tanto como desdibujar los que separan lo humano de lo divino, reza la frase promocional, y parece inferir que esa superación habrá de pasar por la liberación definitiva de lo femenino. Dicho en términos de mito, el Prometeo del nuevo milenio habrá de ser Pandora, una Pandora que ya no será castigo enviado por los dioses a los hombres, sino al contrario una auténtica vengadora de lo humano que subvertirá todo el orden de los valores.
Garland se estrena como director con una película modesta pero interesante, muy acertada en su puesta en escena y su diseño de producción. Pero sobre todo con un trasfondo inteligente que abre interrogantes sobre nuestra condición humana proyectada en un futuro muy próximo en el que la tecnología permite por fin crear vida de la nada. Una película como esta depende mucho de los actores y la triada protagonista sale airosa de su reto, especialmente Alicia Vikander, seductora dentro y fuera de la pantalla.
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