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Los diarios íntimos de Montserrat Prous

 

Los diarios íntimos de Montserrat<br /><br /><br /><br />
Dos mozuelas de órdago se revuelcan al son de una música hipnótica y putera en un night club. Naturalmente, son objeto de las miradas de la clientela, pero la cámara mantiene en primer término a un viejo con mostacho que bebe whiskey, fuma colillas y sonríe como un gilipollas. A la muchacha de la peluca rubia le ha trabajao bien los bajos su comensal del amor, quien se ceba ahora con sus pezones, siguiendo las pautas marcadas por la sensual música, de ascendente éxtasis ero-jazzistico. Cuando la cámara se coloca a la altura de sus hombros, enfocándola con un cojonudo primer plano, ella nos mira directo a los ojos con cara de vértigo sexual y una contención morbosa de otro planeta. Ojos grandes y oscuros, boca perfecta, cuerpito ténue y esbelto, mirada sibilina y un magnetismo que agita hasta los tuétanos. <br /><br /><br /><br />
Pocas veces una mirada, una actriz, me había causado semejante sacudida eléctrica en la cabeza, y menos veces, quizá ninguna, transcurridos los 3 primeros minutos de desarrollo de una película. Su nombre es Montserrat Prous, y la pelí, de la que es absoluta y maravillosa protagonista, es la incalculablemente buena, fascinante y compleja Diario íntimo de una ninfómana (Jesús Franco, 1972), y lo es gracias, en gran medida, que no queremos restarle méritos a la labor de un genial Jesús Franco (tan fino como con Venus in Furs o la primera Eugenie), a Montserrat. Fue el papel de su vida, donde más y mejor ha podido esta catalana demostrar sus cualidades como actriz (tan desaprovechada), sin desmerecer de sus intervenciones en otras pelis de menor rango interpretativo y artístico, que a mí siempre me harán gracia e incluso me parecerán buenas.<br /><br /><br /><br />
Si uno ve Un silencio de tumba (Jesús Franco, 1972), su debut protagonista, y Los ojos siniestros del Dr. Orloff (Jesús Franco, 1972), mucho mejor esta última, detectará la gracia, el estilo y la picardía de Kali Hansa, pero si hay algo que destaca sobre el resto es Montserrat, y no sólo por ser la prota, y no, desde luego, tampoco hablo nublado por su belleza escultural, su cara bonita (una obra de arte característicamente mediterránea) y porte naîf, sino porque, precisamente, estos pueden encerrar intenciones poco inocentes, así como una madurez insólita de repente, aspectos que suplen con radical facilidad la falta de medios de estos dos títulos rodados a destajo.<br /><br /><br /><br />
Jesús Franco, con su habitual buen ojo para las féminas con maneras, fue el primero en reparar del talento natural, la personal sensibilidad y la belleza sin par de Montserrat. Por eso, empeñado en remediar la repentina pérdida de su hasta entonces musa Soledad Miranda, contó con Montserrat para 4 de las 7 pelis que filmó en el 72 y para la dos primeras que filmó el año siguiente, los dos Macistes (el total de 6, consecutivamente). Es atrevido afirmar que entre todas las musas del director madrileño Montserrat ha sido la más impresionante, sin embargo, para mí es fácil confirmar su superioridad dramática frente a carismas y presencias tan especiales como las de Soledad Miranda, Maria Rohm, Marie Liljedahl, Lina Romay o Janine Reynaud. Tan solo la dulzura de Maria Silva y la potencia de salida de la argentina Perla Cristal, dos de las primeras musas del tío Jess, son comparables a su talento escénico, tan sobradamente demostrado y virtuosamente empleado en Diario íntimo de una ninfómana, donde se marca un tour de force psicosexual y mortuorio de antología, aunque, sí es cierto que sin sutilezas, lleno de candidez y elegancia. <br /><br /><br /><br />
Hace unas semanas se me acercó un chaval en el festival de Sitges, y me hizo sentir alguien que hace cosas porque se confesó seguidor mío. Era majo, y me considero afortunado porque todo aquel que hoy en día se me confiesa seguidor mío me parece majo por razones ajenas al halago (aunque parezca que veladamente esté diciendo que suelo gustar a gente que mola). Me dijo que era Javier Pueyo, el director del corto-documental que acababa de filmar sobre Montserrat Prous, Diario íntimo de una actriz, y me lo dijo convencido de que sabía de qué me hablaba, puesto que hacía poco que le retwitee el cartel de éste. Lo presentó el día anterior en el Brigadoon, y ello hizo que me diera cuenta que me estoy volviendo un sibarita de mierda, relegando mi papel en el festival a las tres salas de siempre, sin arrimar el hocico a (ni preocupándome por enterarme de) las noblezas del también clásico e interesante espacio del Brigadoon. Así pues, me lo perdí, asistencia de la propia Montserrat al evento inclusive, y hubiera preferido ver a Montserrat, y aún más conocerla, antes que ver el título más esperado de los programados en el festival. <br /><br /><br /><br />
Pero Javier, tan majo él, me regaló un DVD de su corto. Le prometí una reseña en cuanto lo viera, porque me parece de puta madre que alguien, y más a su edad, le dedique tiempo, dinero y esfuerzo a hablar de una de las musas estupendas del tío Jess y una de las caras más bonitas y sugerentes del cine patrio. Como vemos, esto, más que una reseña de su corto, es la excusa para mi pequeño tributo a Montserrat, que en el corto se la ve radiante a pesar de los años, que le han sentado muy bien.<br /><br /><br /><br />
A Javier le ha salido un trabajo cortito y al grano, elegante y preciso, cuidado y con tacto, a modo, claro, de diario de una actriz, huyendo así de los rígidos estandartes del formato documental, con montaje impersonal de entrevistas. Enhorabuena a él, a Montse y gracias a Jesús Franco por descubrirla y permitir que, décadas y décadas después, unos niñatos como nosotros flipen con ella y le dediquen tiempo, dinero y esfuerzo como bien se merece. Que aprendan nuestros abuelos.

Dos mozuelas de órdago se revuelcan al son de una música hipnótica y putera en un night club. Naturalmente, son objeto de las miradas de la clientela, pero la cámara mantiene en primer término a un viejo con mostacho que bebe whisky, fuma colillas y sonríe como un gilipollas. A la muchacha de la peluca rubia le ha trabajao bien los bajos su comensal del amor, quien se ceba ahora con sus pezones, siguiendo las pautas marcadas por la sensual música, de ascendente éxtasis ero-jazzistico. Cuando la cámara se coloca a la altura de sus hombros, enfocándola con un cojonudo primer plano, ella nos mira directo a los ojos con cara de vértigo sexual y una contención morbosa de otro planeta. Ojos grandes y oscuros, boca perfecta, cuerpito ténue y esbelto, mirada sibilina y un magnetismo que agita hasta los tuétanos.

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Pocas veces una mirada, una actriz, me había causado semejante sacudida eléctrica en la cabeza, y menos veces, quizá ninguna, transcurridos los 3 primeros minutos de desarrollo de una película. Su nombre es Montserrat Prous, y la pelí, de la que es absoluta y maravillosa protagonista, es la incalculablemente buena, fascinante y compleja Diario íntimo de una ninfómana (Jesús Franco, 1972), y lo es gracias, en gran medida, que no queremos restarle méritos a la labor de un genial Jesús Franco (tan fino como con Venus in Furs o la primera Eugenie), a Montserrat. Fue el papel de su vida, donde más y mejor ha podido esta catalana demostrar sus cualidades como actriz (tan desaprovechada), sin desmerecer de sus intervenciones en otras pelis de menor rango interpretativo y artístico, que a mí siempre me harán gracia e incluso me parecerán buenas.

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Si uno ve Un silencio de tumba (Jesús Franco, 1972), su debut protagonista, y la mucho mejor Los ojos siniestros del Dr. Orloff (Jesús Franco, 1972), detectará la gracia, el estilo y la picardía de Kali Hansa, pero si hay algo que destaca sobre el resto es Montserrat, y no sólo por ser la prota, y no, desde luego tampoco hablo nublado por su belleza escultural, su cara bonita (una obra de arte característicamente mediterránea) y porte naîf, sino porque, precisamente, estos pueden encerrar intenciones poco inocentes, así como una madurez insólita de repente, aspectos que suplen con radical facilidad la falta de medios de estos dos títulos rodados a destajo.

2iad9ptJesús Franco, con su habitual buen ojo para las féminas con maneras, fue el primero en reparar en el talento natural, la personal sensibilidad y la belleza sin par de Montserrat. Por eso, empeñado en remediar la repentina pérdida de su hasta entonces musa Soledad Miranda, contó con Montserrat para 4 de las 7 pelis que filmó en el 72 y para la dos primeras que filmó al año siguiente, los dos Macistes (un total de 6, consecutivamente). Es atrevido afirmar que entre todas las musas del director madrileño Montserrat ha sido la más impresionante, sin embargo, para mí es fácil confirmar su superioridad dramática frente a carismas y presencias tan especiales como las de Soledad Miranda, Maria RohmMarie Liljedahl, Lina Romay o Janine Reynaud. Tan solo la dulzura de Maria Silva y la potencia de salida de la argentina Perla Cristal, dos de las primeras musas del tío Jess, son comparables a su talento escénico, tan sobradamente demostrado y virtuosamente empleado en Diario íntimo de una ninfómana, donde se marca un tour de force psicosexual y mortuorio de antología, aunque, sí es cierto que sin sutilezas, lleno de candidez y elegancia.

diario_intimoHace unas semanas se me acercó un chaval en el festival de Sitges, y me hizo sentir alguien que hace cosas porque se confesó seguidor mío. Era majo, y me considero afortunado porque todo aquel que hoy en día se me confiesa seguidor mío me parece majo por razones ajenas al halago (aunque parezca que veladamente esté diciendo que suelo gustar a gente que mola). Me dijo que era Javier Pueyo, el director del corto-documental que acababa de filmar sobre Montserrat Prous, Diario íntimo de una actriz, y me lo dijo convencido de que sabía de qué me hablaba, puesto que hacía poco que le retwitee el cartel de éste. Lo presentó el día anterior en el Brigadoon, y ello hizo que me diera cuenta que me estoy volviendo un sibarita de mierda, relegando mi papel en el festival a las tres salas de siempre, sin arrimar el hocico a (ni preocupándome por enterarme de) las noblezas del también clásico e interesante espacio del Brigadoon. Así pues, me lo perdí, asistencia de la propia Montserrat al evento inclusive, y hubiera preferido ver a Montserrat, y aún más conocerla, antes que ver el título más esperado de los programados en el festival.

Pero Javier, tan majo él, me regaló un DVD de su corto. Le prometí una reseña en cuanto lo viera, porque me parece de puta madre que alguien, y más a su edad, le dedique tiempo, dinero y esfuerzo a hablar de una de las musas estupendas del tío Jess y una de las caras más bonitas y sugerentes del cine patrio. Como vemos, esto, más que una reseña de su corto, es la excusa para mi pequeño tributo a Montserrat, que en el corto se la ve radiante a pesar de los años, que le han sentado muy bien.

A Javier le ha salido un trabajo cortito y al grano, elegante y preciso, cuidado y con tacto, a modo, claro, de diario de una actriz, huyendo así de los rígidos estandartes del formato documental, con montaje impersonal de entrevistas. Enhorabuena a él, a Montse y gracias a Jesús Franco por descubrirla y permitir que, décadas y décadas después, unos niñatos como nosotros flipen con ella y le dediquen tiempo, dinero y esfuerzo como bien se merece. Que aprendan nuestros abuelos.

Sergio Colmenar

Publicado previamente en el blog: Yo soy fulano de tal.

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