Fallece José Luis López Vázquez a los 87 años.
José Luis López Vázquez no únicamente forma parte de nuestra memoria personal desde siempre, también es historia del cine español. El Morito», apodo con el que era conocido López Vázquez tal y como indicó su compañero de profesión Alfredo Landa en el polémico libro biográfico que se publicó el pasado año, era un trabajador incansable que realizó teatro, televisión y más de doscientas películas, muchas de ellas inolvidables.
Aunque quizás en donde más despuntó su talento fuera en la comedia, en los setenta realizó difíciles papeles dramáticos como es el radical registro que consiguió con Mi querida señorita (1971 Jaime de Armiñán), donde demostrando su valía y valentía realizó un modélico papel de señora sin despertar risas en el perplejo público, ganándose el respeto de los pocos que podían pensar que era únicamente un resultón actor cómico. Bueno, resultón no, genial, ya que como auténtico robaplanos que era, su aparición por minúscula que fuera siempre quedaba en la memoria del espectador.
El actor inicia su carrera en 1951 a las órdenes de Bardem y Berlanga con Esa pareja feliz y a lo largo de su carrera su histriónico personaje nos deleitó en una larga lista de películas, de las que destaco a bote pronto: Los jueves, milagro (1957 Luis Gª Berlanga), El pisito (1958 Marco Ferreri), El cochecito (1960 Marco Ferreri), Plácido (Luis Gª Berlanga), La gran familia (1962 Fernando Palacios), Atraco a las tres (José Mª Forqué), El verdugo (Luis Gª Berlanga), Los Palomos (1964 Fernando Fernán Gómez), ¡Como está el servicio! (1968 Mariano Ozores), Mi marido y sus complejos (1968 Luis Mª Delgado), Habla mudita (1973 Manuel Gutiérrez Aragón), La prima Angélica (Carlos Saura), La escopeta nacional (1977 Luis Gª Berlanga), El fascista, la beata y su hija desvirgada (1978 Joaquín Coll Espona), La colmena (1982 Mario Camus), La avispita Ruinasa (José Luis Merino) , Torrente 2: Misión Marbella (2001 Santiago Segura) pura historia del cine español que abarca desde la obra de arte a la más infame peliculita, de Berlanga a Ozores, de Saura a Santiago Segura; de compartir fluidos con la mejor Jane Birkin (La Miel, 1979 Pedro Masó) a ser dirigido por George Cukor en Viajes con mi tía (Travels with my aunt, 1972), López Vázquez pertenece a esa casta de actores profesionales para los que cualquier papel era importante aunque se limitara a una única línea.
Pero a estas alturas habrá quien se pregunte que qué hace López Vázquez en estas páginas dedicadas al cine fantástico, pues bueno, todo tiene una explicación. Les cuento:
Cuando era pequeño (unos seis o siete años) el miedo se me metió en el cuerpo cuando por la tele pasaron una pequeña película de treinta y siete minutos (lo que ahora se llama TV movie, tú) de Antonio Mercero. No, no me refiero a Verano Azul, ese terror vendría años más tarde traumatizando a otra generación, me refiero a La Cabina. Ni historias para no dormir, ni Dráculas, ni ostias, con La Cabina sencillamente me cagaba de miedo.
El argumento, por si alguien lo ignora, contaba como el personaje interpretado por J. L. López Vázquez tras entrar en una cabina telefónica se queda encerrado sin poder salir e incomunicado, lo que causa la curiosidad e hilaridad del personal (algunos van incluso a verlo bocadillo en ristre). Desde fuera nadie puede oírlo y se comunica con gestos, y aunque varias personas, incluidos los bomberos, intentan sacarlo, todos los esfuerzos son inútiles ya que la cabina parece irrompible. El individuo atrapado en la cabina poco a poco va perdiendo interés entre los transeúntes y finalmente se lo llevan los que parecen pertenecer a la empresa de mantenimiento, que cargan la cabina en un camión. Durante el trayecto se encuentra con otro camión en el que hay otro individuo atrapado en una cabina (Agustín González) con el que intercambia gestos, ante la imposibilidad de comunicarse.
La cabina llega a su destino tras recorrer varios subterráneos, un lugar en el que hay miles de cabinas ocupadas por otros individuos, algunos muertos ya y momificados, incluido el individuo que se encontraba encerrado en su misma situación y con el que se cruzó durante el trayecto, que no pudiendo soportar la situación se había suicidado estrangulándose con el cable del teléfono. Poco a poco el personaje interpretado por López Vázquez parece comprender que no tiene salida… y la película termina mientras él se va dejando caer en la cabina.
Una historia que como ven tiene más fondo del que se ve a simple vista, se interpretó como una crítica al sistema (estábamos en 1972 con cierto tipo residiendo en El Pardo) y escapando a la obtusa censura obtuvo, entre otros, el premio de la crítica en el XIII Festival de Montecarlo.
Bueno, supongo que los más mayores recordarán que no hace tanto tiempo no todas las casas tenían teléfono instalado, y muchos teníamos que bajar a la cabina telefónica a efectuar llamadas, pues bién, esta película hizo que el que esto les cuenta, cada vez que mi madre bajaba a la calle a hacer una llamada, yo fuera con ella y le sujetara la puerta para que no se quedara encerrada, fobia que me duró un tiempo largo y que aún hoy (tantos años después…) sigue siendo motivo de befas y chascarrillos en las fiestas familiares.
Pero hay más motivos para incluir aquí a López Vázquez sin que me corran ustedes a boinazos, ya que ha sido dirigido en dos ocasiones por Paul Naschy, o mejor dicho, por Jacinto Molina: protagonizando Mi amigo el vagabundo (1984), una comedia sentimental donde también intervenían otros grandes como José Bódalo, Florinda Chico y Gracita Morales, además de Naschy y su hijo Sergio Molina; y en Operación Mantis (1984), parodia de las películas tipo Bond con José Sazartornil Saza, Fedra Lorente y el mismo Paul Naschy.
Y no hay que olvidar la descacharrante comedia Un vampiro para dos (Pedro Lazaga 1965) en la que López Vázquez y Gracita Morales emigran a Alemania y entran a trabajar al servicio de un conde que resulta ser un vampiro (Fernando Fernán Gómez), al que combaten entre otras cosas con sopas de ajo; ni La otra residencia, realizada en 1970 por Alfonso Paso para parodiar La Residencia (Narciso Ibáñez Serrador, 1969); ni la comedia El astronauta (Javier Aguirre, 1970) con esa ciencia-ficción a la española con tecnología de la S.A.N.A; o ya más recientemente, en 1997 colaboró en Memorias del ángel caído de Fernando Cámara y David Delgado.
Pero si merece estar en estas páginas es sobre todo por su estupenda interpretación del buhonero Benito Freire que cree transformarse en un salvaje lobisome en las Galicia de El bosque del lobo, realizada en 1971 por Pedro Olea, otra de esas grandes interpretaciones dramáticas que hacen enmudecer al que piensa que López Vázquez no era un actor completo.
Nos ha dejado un gran actor, pero afortunadamente siempre quedan las obras, y mientras estén ahí y en nuestra memoria no pueden morir.
¡Felicidades! Acabas de realizar un gran trabajo.
Yo en mi blog reseñe el «Bosque del lobo» Me parece de lo mejor del cine de terror patrio.
Gran artículo.