Las lecturas de Serendipia: ‘López Espí. El arte del terror’
LÓPEZ ESPÍ. EL ARTE DEL TERROR
Diábolo Ediciones. 266 páginas a todo color encuadernadas en tapa dura con sobrecubierta. Dimensiones: 18.11 x 7 x 34 cm.
El trabajo de López Espí era fundamental, pues como portadista tenía que atraer la atención del lector con tan solo echar un vistazo a la ilustración. Tenía que servir de anzuelo para que el cliente y que, de entre todas las publicaciones que había en el kiosco, se detuviera, se quedara prendado y adquiriera la que tenía la portada ilustrada por él. Y esta labor la realizó el artista durante muchísimos años, todos los que estuvieron las publicaciones Vértice, y su breve continuadora, Surco, en los kioscos.
Y es que, si Marvel en España no habría sido lo mismo sin Vértice. Vértice no habría sido lo mismo sin López Espí. El estilo pictórico que tanto Enrich como López Espí dieron a los personajes Marvel en las portadas de los tomitos de aquel volumen 1 otorgaron un sabor especial totalmente autóctono a unos cómics que, como aquella España de finales de los sesenta, habían perdido el color y se editaban en blanco y negro.
Cuando cambiaron de formato, de tomo a revista, Vértice incorporó nuevos títulos a los ya existentes, cuyas portadas, en su práctica totalidad, realizó López Espí. Un aumento de producción que inevitablemente hizo que se resintiera la calidad de su trabajo, algo que ya se había comenzado a detectar en los últimos tomos del volumen 1.
Cuando Vértice perdió los derechos de Marvel a mediados de los ochenta, también se perdió la pista de López Espí, pero no el recuerdo de su trabajo, que pasó a ser reivindicado por los aficionados. Pero mientras su labor con los superhéroes es bien conocida, la que realizó para publicaciones de terror ha permanecido bastante olvidada, a pesar de que en ellas recuperó su estilo pictórico realizando el que posiblemente sea su mejor trabajo.
Vértice, en vista del boom que experimentaron en España los cómics de terror, iniciado a finales de los sesenta por las adaptaciones españolas de Warren: Vampus (Creepy), Rufus (Eerie) y Vampirella (además de Dossier Negro, la más veterana), lanzó también su propia línea, en formato revista, que se inició en 1972 con Fantom (Vol.1-38 números) y Espectros (28 números), dos publicaciones (ojo, quincenales), en blanco y negro que estuvieron en el kiosco durante dos años. En el caso de Fantom un año más, pues tuvo continuidad en un Vol.2 que constó de 23 números más. Esos cómics recuperaban viejas historietas de los años cincuenta, de cuando Marvel todavía era Atlas y se había subido al carro del éxito de los cómics de terror de E.C. Estas historietas tenían en muchos casos un final shock, como aquellas, que terminarían cautivando al lector español, al que todo ello le parecía muy original al ignorar que existieron las publicaciones de Will Gaines, colecciones que afortunadamente los aficionados pueden recuperarar ahora en cuidados tomos de la mano de editorial Diábolo. A este material antiguo, se fue sumando el de las nuevas series, proveniente de Tomb of Dracula y otras historietas protagonizadas por Morbius y Frankenstein, entre otros. Pero por si el ilustrador no tenía suficiente trabajo, no olvidemos que también realizaba las portadas de todas las series de superhéroes, pósters e incluso, más tarde, cromos de personajes Marvel, además de algún eventual trabajo para Vampus y Rufus, de Garbo editorial, en 1973 salió al mercado Escalofrío (1973-79),
una publicación mensual que en sus 67 números reunió diferentes cabeceras de Marvel, como Vampire Tales, Tales of the Zombie, Dracula Lives! y Monsters Unleashed!, además de una nueva colección, Fasman, de la que no salió más que un primer número, eso sí, también con portada de López Espí.
Todo este trabajo, es el que Diábolo ha reunido en López Espí. El arte del terror, un monumental volumen editado en gran formato, con tapa dura y sobrecubiertas que reproduce con mimo esas portadas en papel satinado, la extensa mayoría de ellas a tamaño natural, recuperando algunos originales y añadiendo, además, otros trabajos, quizás las grandes perlas del tomo al reproducirse a partir de los propios originales, como son las ilustraciones destinadas a editoriales extranjeras, como los espectaculares trabajos para el sello alemán Bastei, que fueron las que mantuvieron al artista ocupado durante los años ochenta y noventa. Weird West y terror gótico con una calidad que, sin duda, superaba el contenido de las novelitas a las que iban destinadas. López Espí. El arte del terror, además, se cierra con una magistral galería de monstruos que demuestra, una vez más, la inventiva del ilustrador.
Un merecido homenaje a este veterano artista catalán, nacido en plena guerra civil, cuya pasión por el cómic se iniciaba ya de niño y que desde que comenzara, a corta edad, a trabajar para diferentes editoriales realizando todo tipo de, primero cómics, y después ilustraciones a color, no dejaría de aprender y experimentar.
Diábolo Ediciones
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