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Serendipia vuelve a Molins: Una crónica de su 35 edición y mucho más
Si, reconozco que he llegado a ponerme pesado cada vez que me cruzaba con alguno de los responsables de TerrorMolins. Siempre me sentía en la obligación de disculparme por la vergüenza que sentía por no haber podido acudir al festival desde el ya lejano 2009. Ese año inaugurábamos Proyecto Naschy y allí estuvimos. De hecho nos habríamos apuntado a un bombardeo si hubiere sido preciso. Pero a partir de entonces, ya fuera por razones monetarias (y no me refiero a que cobráramos por ir), o por andar liadísimos, o por coincidir con otro certamen con el que colaboramos durante los últimos años, Fantasti’CS de Castellón, se hizo imposible que Serendipia volviera a asomar su bicéfala cabeza por el Teatre de la Peni. Afortunadamente este año hemos vuelto al Festival de Cine de Terror de Molins de Rei. Y hemos vuelto para quedarnos.
PERO ¿COMO COMENZÓ TODO ESTO?
En 1973 un grupo de inquietos jóvenes que se autodenominaba Cineclub Juventud, decide montar las primeras 16 horas de Cinema de Terror en el cine Juventud Católica de Molins de Rei (actual La Peni). En julio del siguiente año se repite la experiencia recurriendo, al igual que en la edición anterior, a títulos ya conocidos como La máscara del demonio, Pánico en el Transiberiano o Psicosis. La entrada, que costaba 200 pesetas, daba derecho a dos cafés y un bocadillo, y la sesión se iniciaba a las 21 horas y finalizaba sobre las 12 del mediodía del siguiente día. Poco a poco la cita se fue popularizando y nuevas actividades se van sumando al evento. Como las performances entre películas, de las que se recuerdan algunas realmente descabelladas. Como la magnífica idea de liberar 100 palomas en la sala donde se proyectaba Los pájaros (The Birds, Alfred Hitchcock, 1963); o la inesperada aparición de dos encapuchados con motosierras tras la proyección de La matanza de Texas (The Texas Chainshaw Massacre, Tobe Hooper, 1974). En futuras ediciones el maratón pasará a ser de 12 horas y la programación añadirá, junto a los clásicos, los últimos estrenos de la cartelera española. Pero por diferentes motivos las 12 horas de Cinema de Terror de Molins dejan de hacerse en 1991.
En 1993 nueva sangre retoma la iniciativa ofreciendo unos títulos más que interesantes, diversificando su programación hacia el fantástico y ofreciendo el maratón en dos salas diferentes. Pero el ambicioso plan no funciona como la organización espera, lo que supone un nuevo y largo parón que se alarga hasta el nuevo milenio. Es en 2001 cuando una nueva organización se hace cargo del evento cambiando su fecha habitual de junio a octubre, tras el festival de Sitges, lo que les da oportunidad de ofrecer títulos allí estrenados. Al año siguiente se proyectan, además de las 12 horas, cortometrajes, pasando a ser festival de cortos de terror con jurado. También se potencia la presencia de invitados y en 2004 se homenajea a Jesús Franco, que acude emocionado a Molins. Por entonces el ya festival TerrorMolins consta de dos días, el primero para proyectar los cortometrajes finalistas y el segundo para la maratón.
En 2009 acude el primer invitado extranjero, Ari (First Jason) Lehman, que ofrece un concierto con su banda. Ese es el año en el cual Serendipia se deja caer por Molins, descubriendo porqué los espectadores de la maratón se llevaban mullidos almohadones a La Peni. A partir de ahí, exposiciones (como una magnífica dedicada a los FX de DDT), concursos de micro-relatos, más invitados (Deborah Kara Hunger en 2010), y el paso que confirma a TerrorMolins como Festival asentado y mayor de edad: el concurso de largometrajes.
Larga historia la de este festival. Repleta de anécdotas (que pueden ustedes revisar en el magnífico documental que les enlazamos aquí) y que tanto antes como ahora mantiene un denominador común: una gran pasión por el cine.
EDICIÓN Nº35: ¿DONDE ESTÁ LA MOJCA, AQUÍ O ALLÍ?
Aunque durante el fin de semana anterior ya hubo algunas actividades, como la sesión inaugural con La madriguera, de Kurro González, en absoluta primicia europea; una sesión de cortos al siguiente día y dos películas más el domingo, una de ellas la magnífica Action Jackson (Prabhudheva, 2014) película india que cerró las Nits de Cinema Oriental de Vic de 2015, el festival en sí se inició el lunes 14 de noviembre y se extendió durante toda esa semana, ofreciendo novedades y premieres, reservando algunas de las mejores películas proyectadas durante el reciente Festival de Sitges para la maratón que se celebra el último día. Entre ellas la magnífica cinta coreana The Wailing (Na Hong-Jin); la gran revelación de Nicolas Winding Refn, The Neon Demon, con aforo completo en La Peni; la muy disfrutable epopeya zombi Train to Busan (Yeon Sang-ho); o la muy inquietante La autopsia de Jane Doe (The Autopsy of Jane Doe), fantástica película de André Øvredal, director al que quizás recuerden por haber ganado la edición del Festival de Sitges de 2011 con Troll Hunter.
Se tuvo la oportunidad de recuperar películas que no pudimos ver o que pasaron casi desapercibidas entre la extensa programación ofrecida en Sitges y que en festivales como el de Molins pueden apreciarse en su justa medida. Este es el caso de, por ejemplo, The Eyes of my Mother (Nicolas Pesce), una tan sórdida como memorable película. Pero también hubo espacio para los estrenos con las interesantes cintas We go On (Jesse Holland y Andy Mitton), Cruel Summer (Phillip Escott, Craig Newman), la muy interesante y abierta a múltiples lecturas K-Shop (Dan Pringle) o Kristen (Mark Weistra) que tuvo en TerrorMolins su premiere
mundial. Magníficas películas que demuestran que siempre hay algo a descubrir más allá de Sitges.
También hubo lugar para una de las cosas que más agradan a Serendipia, las sesiones retrospectivas. En esta ocasión, con las mutaciones como leitmotiv y el acento puesto en la mosca cronenbergiana, no podía faltar esta cinta a la cita. Un soberbio remake del clásico de Kurt Newman del 58 pero, tan sumamente mutado (ya que estamos en ello), que no aceptan comparaciones. También pudo disfrutarse de El hombre con rayos X en los ojos (X, the man with X-ray eyes, 1963) una de las más interesantes películas del prolífico Roger Corman en la que nos propone una inquietante paradoja. Un clásico que Serendipia, al igual que muchos de su generación, descubrió en televisión en esa edad en la que las cosas que nos impresionan se quedan para siempre en nuestra mente para no volver a salir.
Actividades, mesas redondas y el que quizás fue el evento especial, la presentación y puesta de largo del primer libro editado por el festival, completaron la lista de actos del festival.
PUEDE SER CONTAGIOSO. LAS MUTACIONES EN EL CINE DE GÉNERO Editorial Hermenaute
Coordinado por Albert Galera y con prólogo de Jesús Palacios nos llega el primer libro editado por TerrorMolins, que fue presentado por el coordinador junto a varios de los colaboradores del mismo en el Restaurant La Peni, donde se respiraba un ambiente de satisfacción ante el recién nacido, aunque el neonato les haya salido mutante. 250 páginas con imágenes en blanco y negro y nueve apartados en los cuales veremos distintos tipos de tratar las mutaciones en el cine de la mano de 12 especialistas y/o colaboradores de Terrormolins, entre ellos el propio Galera que nos acerca a Cronenberg y la Nueva Carne; Gerard Fossas y Javier Rueda que aportan una original visión de las mutaciones atómicas; Manel Calpe y Sergi Sanmartí que escriben sobre mascotas asesinas; Jaume Claver y David Izquierdo que se introducen el la serie B, los zombis y otras mutaciones. Todos ellos, junto al editor del libro, Lluis Rueda, responsable de Editorial Hermenaute, estuvieron presentes en el acto. Pero la obra también cuenta con colaboraciones de Jordi Puigdomènech, Rafael Dalmau, Israel Paredes, Quim Crusellas y Fausto Fernández. Una obra imprescindible en cualquier biblioteca de cine fantástico.
SERENDIPIA VUELVE A LA PENI
Entre las películas que Serendipia pudo disfrutar durante su estancia en Molins destacaron Darling (Mickey Keating, 2015) una inquietante cinta low cost rodada en blanco y negro y protagonizada por Lauren Ashley Carter, actriz que puede resultarles familiar por su intervención en The Woman (2011) de Lucky McKee
o Jug Face (2013) de Chad Crawford Kinkle, que se marca en la cinta de Keating un magnífico solo interpretativo. Exhibida por primera vez en Catalunya esta cinta, ambientada entre finales de los 50 y primeros 60, posee una fotografía brillante, escasos diálogos y una esmerada utilización del sonido que sirve de perfecto apoyo a sus imágenes subliminales. Con cierto aire arty y un guión predecible, esta historia con casa maldita resultó ser una propuesta muy interesante, pero menor en comparación con otras que se ofrecieron durante el certamen. Pensamos, por ejemplo y excluyendo las ya vistas en Sitges, en la fascinante The Eyes of my Mother (Nicolas Pesce, 2016), una perversa fábula sobre la soledad rodada también en blanco y negro que tiene entre sus grandes bazas la magnifica actuación de su protagonista, Kika Magalhaes. Nicolas Pesce ha realizado una bella y oscura ópera prima.Una historia macabra, enfermiza, en la que la protagonista combate su soledad rodeándose de muertos. Áspera e incómoda, nos hace depositar grandes esperanzas en su joven director. Como también habrá que seguir de cerca a Dan Pringle, otro joven realizador británico que debuta con K-Shop, una crítica al racismo si queremos quedarnos en la superficie, pero toda una bomba de profundidad que narra los avatares de Salah (Ziad Abaza), que ha tenido que dejar sus estudios para ayudar a su padre, temporalmente de baja, al frente de su tienda de kebabs, establecimiento ante el que desfilará, cada fin de semana, la flor y nata de la peor basura blanca atiborrada de alcohol y drogas. Pero la crisis y falta de liquidez llevará a la falta de suministro de carne con la que hacer sus kebabs así que, ¿Qué mejor suministro de carne que la de todos esos inútiles xenófobos que cada fin de semana acuden a la costa en busca de sexo, drogas y mucho alcohol? K-Shop extrae lo peor de nosotros mismos, pues uno no puede más que ser cómplice de Salah, jaleándole incluso a hacer justicia cocinando algo útil con toda esa basura. Una intensa ópera prima que quizás peca de exceso de metraje, pero es que su director abre muchas puertas, deja muchas cuestiones sobre el tapete. Quiere que, al igual que hace Salah, cuestionemos sus acciones.
Finalmente, también vimos, en premiere mundial, Kristen, una muy inteligente cinta holandesa dirigida por Mark Weistra, que estuvo presente durante el pase y que contó la epopeya de rodar esta película con tan solo 8000 euros, una única localización y la participación desinteresada de todo el equipo. Ofreciendo como resultado una obra de magnífico acabado con una protagonista, Terence Schreurs, que realiza un poderoso solo interpretativo merecedor del reconocimiento del jurado del festival. Todo ello con una historia que, partiendo de una situación de acoso telefónico, se transformará en una intriga metafísica que sabrán entender mejor los protestantes, pues en su cultura nadie tiene garantizado el paraíso: son como arcilla en manos de Dios con la que moldeará, a su antojo, vasos de oprobio o vasos de honor. No hay recompensa para el arrepentimiento, su Dios es un déspota que les condena a su silencio.
PALMARÉS Y CONCLUSIONES
El jurado, compuesto por Matthew A. Brown, Howard Gorman, Ashley-C-Williams, Paco Rodríguez Prieto (Paco Fox) y Lluis Rueda, concedió los siguiente premios:
Como podemos ver, la gran ganadora fue I Am Not a Serial Killer, de Billy O’Brien, cinta que se pasó en Sitges con más pena que gloria y que el jurado de Molins quiso destacar por encima de otras que, a bote pronto, partían como favoritas. Aunque hay que destacar la excelente calidad de todos los títulos seleccionados, entre los que se ha querido contar con algunos de los mejores presentados en Sitges junto a algunas perlas que el festival ha sabido seleccionar y presentar. Entre los invitados que visitaron el festival y que pudieron ser entrevistados por los medios presentes se contó con parte de los equipos de las películas The Unseen, Cruel Summer, Tear Me Apart, K-Shop y Kristen. La organización del festival estuvo muy atenta en todo momento de los asistentes y La Peni continuó siendo un lugar ideal y confortable para ofrecer los diferentes pases de películas. No tanto el anfiteatro, donde las butacas continúan siendo de plástico duro anti-maratón. La oferta gastronómica es magnífica y el tiempo se apiadó de los asistentes. Serendipia se lo pasó muy bien en TerrorMolins y pudo comprobar que la organización no le guarda rencor por su larga ausencia, muy al contrario, fuimos tratados como reyes, al igual que el resto del público asistente a este festival, sin duda uno de los más importantes a nivel estatal y europeo en cine fantástico y de terror.
¡¡¡NOS VEMOS EN TERRORMOLINS 2017!!!
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