Juan Luis Galiardo se va de picos pardos a otro barrio
A mi de joven Juan Luis Galiardo no me caía demasido bien. Su registro principalmente era de galán con regusto indiscutiblemente ibérico. Pero conforme se hizo mayor y se convirtió en un bon vivant de verbo rápido, grandilocuente y algo enloquecido comenzó a hacerme gracia. Era una delicia ver esas entrevistas en las que descolocaba a su interlocutor con salidas inesperadas.
De extensísiva carrera no se ha prodigado mucho en el cine fantástico, ha tenído un par de titulos de fantaterror remarcables: uno humilde, Autopsia (1973, Juan Logar), una descacharrante película que mezcla ficción con documental y cuya principal baza es que incluye una autopsia real. El otro es más interesante, ya que formó parte del film con el que debutó en la dirección Jacinto Molina, Inquisición (1976).
El caso es que nos caía muy bien, así que cuando sorprendentemente nos cruzamos con él durante el pasado festival de Sitges en el hall del Melià, no pude más que decirle a la parte femenina de Serendipia que le pidiera un autógrafo, ya que yo le tenía cierto respeto y no sabía por donde me podría salir. Tontadas, fue muy amable y no únicamente nos firmó, sino que también y en voz alta mientras lo escribía nos puso lo siguiente: «Todo irá a peor. Esperad nada de nadie. Sin vosotros no se puede hacer la revolución. Juan Luis Galiardo». Eso sí, otra persona al ver que nos firmaba y reconocerlo se acercó diciendo que le admiraba mucho: craso error, ya que ahí salió el histrión que a grandes voces le espetó: «¡Pues hace usted muy mal!» , mientras, eso sí, le dedicaba su autógrafo.
Por eso y por lo inesperado, porque nos ha pillado de sorpresa, sabe mal la reciente muerte del actor. Un buen actor y viendo los recuerdos de sus compañeros de profesión, seguro que también una buena persona.
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