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Archive for 7 junio 2012

La temperatura a la que el papel arde, Ray Bradbury nos deja a los 91 años

Háganme caso y denle al play al siguiente tubo, porque ésa es la banda sonora que acompaña estas palabras de homenaje:

En mi recuerdo Guy Montag se presenta en blanco y negro, porque así era mi televisor la primera vez que vi Farenheit 451 (1966, François Truffaut) no me acuerdo ya en qué programa (¿cine club, tal vez?). Tampoco recuerdo cuántos años tenía yo, pero sí sé que desde entonces los hombres-libro quedaron prendidos para siempre en mi memoria. Ya siendo niña amé las distopías, aunque entonces yo no conociera el término.

Fue después cuando llegó la cinefilia y me convertí en asidua de la Filmoteca, allí la vi en pantalla grande con todo su color y toda su música (la que están escuchando si me han hecho caso). A esa sesión asistieron muchos jóvenes, era un ciclo dedicado a Truffaut y habrían leído en alguna parte que ése era un director importante, recuerdo que cuando empezaron a salir esos policías «helicóptero» en la pantalla, la sala se llenó de carcajadas (Bradbury no tuvo mucha suerte con las adaptaciones cinematográficas). Sí, la película envejeció mal. La novela, no. La novela no envejecerá nunca.

Farenheit 451 es la tempertura a la que arde el papel, Montag es uno de esos bomberos (¿o debiéramos llamarlos antibomberos?) contratados por el gobierno para eliminar todo rastro de libros y detener a los resistentes que se niegan a desprenderse de ellos. Ray Bradbury nos presenta un mundo ficticio al que el nuestro real se va pareciendo cada vez más. Un mundo donde se monopoliza la información y se busca el pensamiento único. Rodeados de pantallas, enajenados de la lectura, porque los libros pueden desarrollar el pensamiento crítico (aunque a los gobernantes parece que incluso el simple pensamiento les parece peligroso) y, al hacernos críticos, podríamos darnos cuenta de que el mundo no es un lugar perfecto. Pueden hacernos infelices, y la infelicidad demasiadas veces es creativa.

Dale unos cuantos versos a un hombre y se creerá que es el Señor de la Creación.

Hoy, en nuestro mundo, la web 2.0 nos hace soñar que somos los promotores de la información, pero, aunque algo de ello es cierto, la misma saturación nos embota y nos vuelve inoperantes. Nos aparta de lo cercano a copia de acercarlo todo y se pierden las perspectivas, se confunde lo crítico con la murmuración (basta con leerse los comentarios de Menéame), vivimos en la cultura de la superficialidad, sólo leemos titulares que compartimos compulsivamente en las redes sociales. Ahora bien, todo es reversible, la resistencia siempre es posible y las mismas redes sociales que nos distraen (en su sentido más estricto) puede pillar por sorpresa a esos gobernantes más preocupados por los votos que por el servicio social. Nosotros, desde la web, podemos ser el equivalente a los hombres libro de Bradbury.

Ray Bradbury se ha ido, pero no nos ha dejado. Su granito de arena ha quedado fijado en la playa de la reflexión humana y sus palabras escritas, aquellas que no se lleva el viento, seguirán hablándole a todas las generaciones. Otro mundo es posible, esa es la lectura que se esconde bajo el pesimismo de las distopías. Ese fue su mensaje y nosotros aquí lo recogemos.

Categorías: HOMENAJES
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