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Las lecturas de Serendipia: ‘Biblioteca de Cómics de Terror de los años 50. Voodoo’
BIBLIOTECA DE CÓMICS DE TERROR DE LOS AÑOS 50 VOL. 9:
VOODOO
Prólogo de Mike Howlett
Diábolo Ediciones. Encuadernación en tapa dura. Formato magazine, 192 páginas a todo color
Prosigue la Biblioteca de Cómics de Terror de los años 50 de Diábolo con la edición de un nuevo volumen monográfico, no solo en cuanto a la temática que lo protagoniza, que en parte también, si no en que recopila 6 números de una misma colección, concretamente de Voodoo, uno de los títulos con los que la editorial Farrell se sumaba a la fiebre por los cómics de terror iniciada por E.C. Comics en la Norteamerica de los años cincuenta reciclando, eso sí, varias historietas pertenecientes a colecciones de aventuras selváticas y protagonizadas por tarzanas, herederas de Sheena, unas series que gozaban de popularidad, en parte, por los escuetos modelos que lucían las heroínas. Junto a estas historietas, se publicaron varias cercanas al terror, pero también al género detectivesco, con apariciones de fantasmas y ataques de hombre lobo que finalmente se descubría que no eran reales
Así, los primeros números de Voodoo son un cajón de sastre en el que cabe un poco de todo, como aventuras selváticas protagonizadas la misteriosa Olane, que no es otra que Alani, personaje del que ya se publicaban sus aventuras en otro título de Farrell, Seven Seas Comics. O Khola, en el segundo número, nombre que recibió el personaje conocido como Rulah, al menos, cuando la historieta fue publicada en Fox’s Rulah número 26, del que se recuperó para Voodoo. Será a partir del tercero cuando comenzarán a publicarse nuevas historias de terror, de la mano de The Iger Shop, estudios fundados en solitario por el anterior socio de Will Eisner, Jerry Iger, y en el cual trabajaban un buen número de profesionales, que abordaban el trabajo de manera comunal. Así, en la mayoría de las historietas y portadas no hay ningún autor acreditado más allá de The Iger Shop, con gran parte de los extraños guiones escritos, también sin acreditar, por la editora y más tarde socia de Iger, Ruth Roche.
El nexo común entre casi todas las historietas de Voodoo, o al menos en los primeros números, es el escenario exótico, ya sea situando la acción en algún lugar de África, como en alguna isla de los mares del sur, emplazamientos idóneos para la el misterio y la fantasía que parece justifica el título de la colección, pues por entonces el vudú y los zombis se identificaban exclusivamente con Haití. Los devoradores de cerebros vendrían mucho después, en 1969, y lo harían desde los cines.
De entre las historietas que contiene el tomo, destacan Un juego llamado muerte, con una mano amputada como ejecutor de la venganza de ultratumba; La plantación del terror, en la que aparecen unas extrañas (y divertidas), raíces de mandrágora antropomórficas que chillan cuando son extraidas de la tierra; El horror reptante, que se desarrolla en Yucatán, en donde al recitar una arcana inscripción maya despertarán a Quetzalcoalt, la serpiente emplumada… Pero conforme avance la numeración, nuevos escenarios se sumarán a los lugares exóticos en los que se desarrollan las historietas de Voodoo. Con aventuras ambientadas en la edad media, la Irlanda contemporánea o el moderno Nueva York, donde se desarrolla una de las mejores historietas del tomo, Los cadáveres del jurado, con una venganza de ultratumba que caerá, implacable, sobre un asesino nazi huído y refugiado en Estados Unidos. También habrá espacio para el humor negro, muy negro, como el que se encuentra en Gul por un día.
Voodoo retornó a las inocentes historietas de aventuras selváticas a partir del número 20 y a raiz del escándalo que finalizaría con la instauración del Comics Code y su ferrea censura, que obligó a muchas editoriales a cerrar colecciones y/o suavizar mucho, hasta la infantilización, sus contenidos, para que no ofendieran a nadie. En el caso de Farrell, recuperó historietas de The Iger Shop, y las manipuló «limpiándolas» de todo horror. Paradójicamente, en 1965 y con la nueva eclosión del cómic de terror «para adultos» de la mano de Warren, Farrell recicló nuevamente estas historietas, en este caso añadiendo detalles espeluznantes y sangrientos, para publicarlas en la revista (en blanco y negro) Weird. Todo un acto de justicia poética.
Robert Farrell forma parte de la historia de los cómics, como también Voodoo, que podemos disfrutar ahora editada en un exquisito tomo con los seis primeros comic books de la colección que, de ir bien, tendrá continuidad en 2 tomos más hasta completar los 19 números iniciales números iniciales.
Más información en Diábolo Ediciones
VAMOS DE ESTRENO * Viernes 3 de junio de 2022 *
TODO A LA VEZ EN TODAS PARTES (Everything Everywhere All at Once, Dan Kwan y Daniel Scheinert, 2022)
USA. Duración: 132 min. Guion: Dan Kwan, Daniel Scheinert Música: Son Lux Fotografía: Larkin Seiple Productora: AGBO, Hotdog Hands, Ley Line Entertainment, Year of The Rat.Distribuidora: A24 Género: Fantástico
Reparto: Michelle Yeoh, Jamie Lee Curtis, Jonathan Ke Quan, James Hong, Anthony Molinari, Audrey Wasilewski, Stephanie Hsu, Peter Banifaz, Brian Le, Andy Le, Tallie Medel, Jenny Slate, Harry Shum Jr.
Sinopsis: Cuando una ruptura interdimensional altera la realidad, Evelyn (Michelle Yeoh), una inmigrante china en Estados Unidos, se ve envuelta en una aventura salvaje en la que solo ella puede salvar el mundo. Perdida en los mundos infinitos del multiverso, esta heroína inesperada debe canalizar sus nuevos poderes para luchar contra los extraños y desconcertantes peligros del multiverso mientras el destino del mundo pende de un hilo.
Todo a la vez y en todas partes es la esperada segunda película de Daniels, que es como firman conjuntamente Daniel Kwan y Daniel Scheinert, dos directores que sorprendieron a propios y extraños con la estupenda Swiss Army Man (2016) y que ahora, con esta cinta, confirman y superan las espectativas que pudieran haber levantado. Lo suyo es un universo propio y muy loco, pero repleto de capas en las que se profundiza todo lo que el espectador deseé, funcionando tanto si desea quedarse en la superficie, como sumergirse en un su rica, y en ciertos momentos apabullante, pero nunca aburrida, propuesta multigénero. Un carrusel frenético que se toma una pequeña pausa a los diez minutos de comenzar (aprovechen, es la única que habrá), antes de que comiencen a suceder cosas realmente extrañas e inesperadas. Sin vuelta atrás, la vertiginosa acción, repleta de humor, enganchará al espectador (o no), pero de hacerlo, sus más de dos horas pasarán en un respiro. Eso sí, física e intelectualmente, agotador.
Con mayor presupuesto que Swiss Army Man, pero sin llegar a los fastos de los blockbuster, los dos Daniel se encuentran en el punto exacto en el que dar rienda suelta a su imaginación y, a la vez, controlar toda la producción. Así, componen con completa libertad una obra poliédrica desde su misma concepción (algunos días llegaron a pergeñar 50 universos diferentes), que ellos resumen como “una historia abolicionista ambientada en el mundo del videojuego más violento de la historia”(rogerebert.com). Alegato no-violento, el viaje a través del espejo de Evelyn se despliega con la lógica del Mortal Kombat, salvo que no se trata de matar, sino de empatizar. Llegar a la cima equivale a recomponer las estructuras de su entorno familiar, el viaje de la heroína es un viaje al corazón de sí misma. Pero, para llegar a la resolución del drama familiar, habrá tenido que transitar todas las esferas concéntricas (circulares, al menos) de la realidad, recorrer el multiverso entero hasta alcanzar su epicentro. Todo a la vez en todas partes, hace honor a su título, porque es un drama familiar, un videojuego de acción con aroma de cinta de artes marciales, ciencia ficción fantástica (recuerden la polisemia), todo ello simultáneamente, y cada cosa en particular, rociado con el espray de la comedia más desacomplejada. Una pieza que es reflejo del siglo en que vivimos (como mínimo de lo que llevamos de él), una especie de loquilandia millennial en la que el nihilismo se convierte en apología de la jovialidad a golpe de icono pop. Nuestros directores lo tienen claro: “No es que quisiéramos ser animadores, queríamos demostrar que lo profundo y lo profano se pertenecen el uno al otro” (ibidem).
Jorge Luis Borges definió al Aleph como, “el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos”, un punto espacio-temporal que sólo puede ser descrito desde la metáfora. Antes de dar la suya, el escritor resumía algunas dadas en la historia: “para significar la divinidad, un persa habla de un pájaro que de algún modo es todos los pájaros; Alanus de Insulis, de una esfera cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna; Ezequiel, de un ángel de cuatro caras que a un tiempo se dirige al Oriente y al Occidente, al Norte y al Sur”. Pero lo que nunca pudo presentir la fértil imaginación del autor de El libro de arena es que dos cineastas lo fueran a convertir en un panecillo redondo con un hueco central ¡El Aleph convertido en Bagel! Ese podría ser el subtítulo de esta cinta que comprende todo lo bueno de la postmodernidad sin ninguno de sus inconvenientes. Para algunos es una obra generacional, y lo es, pero, sin dejar de tener presente ese horizonte, se eleva por encima de las particularidades hasta alcanzar la mirada universal del Búho de Minerva, animal que alza el vuelo al atardecer y que Hegel tomó como analogía de la filosofía. Si el alemán tuvo razón, podríamos concluir que Todo a la vez en todas partes cierra un círculo de la historia, aquel en el que estamos, y presagia una nueva etapa en el pensamiento humano. “Si Dios ha muerto, ¿Entonces todo está permitido?” enunciaba Fiodor Dostyevski por boca de Ivan Karamazov, planteando el problema de la vinculación entre toda decisión moral y Dios (muerto éste todo se vuelve relativo), proposición que Slavoj Zizek subvierte (sólo los creyentes se sienten licitados a hacerlo todo, el mal incluido, en nombre de su Dios) y que los Daniels revolucionan al apostar a la carta de que todo lo que concierne a la vida humana, en cualquier dimensión del universo, aunque este fuera múltiple, no es nada más que una inevitabilidad estadística. Nada importa. Pero, ya que estamos aquí… ¿Por qué no hacer el bien? El resultado final será el mismo, pero el durante será mucho más placentero. El proceso iniciático que nos proponen conduce a la deleitosa levedad del ser. Y, lo mejor, sin sermones; porque sus protagonistas habrían encajado en cualquier relato de Ken Loach, pero nuestros Daniels prefieren la risa. Única opción inteligente ante la angustia de vivir.
Todo a la vez en todas partes, se ha convertido en el fenómeno de la temporada en los cines de Estados Unidos. Tras inaugurar el festival South by Southwest (SXSW) en el mes de marzo, su estreno limitado consiguió recaudar más de 500.000 dólares con solo 10 copias en su primer fin de semana. Escrita, dirigida y producida por Daniels, que también tienen algo de Frank Capra del siglo XXI, la película está protagonizada por una estupendísima Michelle Yeoh y Jonathan Ke Quan, que entre otras cosas fue aquel actor infantil que ustedes recordarán (o no, pues ha cambiado lo suyo) por Indiana Jones y el templo maldito y Los Goonies, a los que se les suma una magnífica Jamie Lee Curtis en un papel con el que vuelve a demostrar lo grande que es y la falta de escrúpulos que tiene a la hora de encarar un papel.
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