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Double Feature de Dan O’Bannon con Toni Bascoy
Hace unos pocos meses salieron los cuatro primeros ejemplares de la colección Double Feature de Tyrannosaurus Books en los que se analizan dos películas de género (o no). Así que para que los conozcan mejor, tanto a los autores como a sus obras, hemos decidido contactar con ellos para que sean precisamente los responsables los que les cuenten todo lo que se les ocurra sobre ellos mismos y sus vástagos. Así que sin más prolegómenos les dejamos con Toni Bascoy para que les hable de Double Feature volumen 1: DARK STAR – EL REGRESO DE LOS MUERTOS VIVIENTES.
Mi relación con el cine ha sido, desde muy pequeño, contagiado por el entusiasmo que tenían mi madre y mis hermanas mayores, de pasión reverencial y naturaleza geométrica, comenzando en un ángulo de 180 grados, es decir, frente a él, como espectador. El concepto de cine fantástico, en mi tierna infancia, me resultaba redundante, pues todo el cine era fantástico: mágico, exuberante, contagioso. Aún así, mi espíritu catalogador pronto comprendió que había películas que reflejaban con una mayor distorsión lo que a este lado solíamos llamar «realidad»; películas que, mayormente, veía en la tele en blanco y negro del comedor, en el canal UHF, a oscuras; delirios que me dejaban trastornado, y de las que recuerdo como si me la hubiesen tatuado en el cerebro, por poner un ejemplo significativo, El increíble hombre menguante.
No fue hasta mis años de instituto que comencé a interesarme por las personas que hacían posibles esos artefactos, lo que me llevó a juntarme con lo mejor de cada casa, con los que intercambiaba grabaciones en VHS de películas de difícil acceso. Estudiando Historia del Arte me especialicé, dentro de lo que pude, en Historia del Cine, y después di el paso natural al otro lado de la cámara estudiando Guión Cinematográfico en Madrid y, ya de vuelta al terruño, haciendo algún que otro corto, trabajando como guionista en TV en programas de cocina, y lo que se me ponía a tiro. Paralelamente comencé a escribir mi propio blog (http://tonibascoy.blogspot.com.es/), donde mezclaba, y lo sigo haciendo, creación literaria (ejem), con reflexiones sobre cultura popular (ejem ejem), ya sea cómic, música, televisión o, claro está, cine.
Llegué a este libro por pura casualidad, o por una serie de vericuetos que un observador externo podría calificar como casuales. Resumiendo: un amigo común nos puso en contacto a los Tyrannosaurus y a un servidor, y algo debió de gustarles de lo que escribía en mi blog, porque me propusieron colaborar en su libro Steampunk Cinema. Allí aprendí a escribir de forma sistemática, no solo placentera, sobre una película en concreto. Cuando me llegó el libro a casa lo devoré lleno de emoción… Incluso cuando vi un par de errores (una fecha mal asignada, unos párrafos repetidos…). Cuando los carnívoros editores me preguntaron qué tal me había parecido el resultado, les dije que genial, pero no pude evitar comentarles los fallos, concretando la página y la corrección correspondiente. Resultado natural: me pidieron trabajar como corrector para la editorial. Al convertirme en una especie de «chico para todo», el equivalente virtual del chaval que pulula por la redacción haciendo lo que nadie más quiere hacer, supongo que me tuvieron en cuenta a la hora de pensar en nuevos títulos para la colección Double Feature.
La decisión de qué obras tratar fue consensuada. Por supuesto, lo primero que me pidieron los editores fue que les propusiese títulos, así que me pasé unos cuantos días pensando en películas que me gustasen lo suficiente como para dedicarles unos meses de mi vida, que fuesen afines a la línea y espíritu de la editorial, y que además pudiesen funcionar como un programa doble. Se me ocurrieron varias propuestas unificadas bajo ideas, más o menos peregrinas, como «Dos adaptaciones de Philip K. Dick», «Dos películas post-apocalípticas raras», «Dos películas de animación atípicas», o, yo qué sé, «Dos películas de terror americano actuales con reminiscencias setenteras». Y digo «yo qué sé» porque escribo de memoria: justo hace unos días hice limpieza en mi escritorio (algo que pasa con la frecuencia del cometa Halley junto a la órbita terrestre) y tiré el papel donde había apuntado estas ideas. Los dos títulos que al final acabaron en el libro estaban, si no recuerdo mal, en mi lista, pero curiosamente en dos propuestas distintas, por lo que la labor del editor en este caso fue fundamental y clarividente: encontró el nexo de unión entre estas dos obras y vio el libro resultante. Yo también lo vi en cuanto lo leí en su mail: Dan O’Bannon era el nexo; Dan O’Bannon sería el hombre para mí durante los próximos meses.
Cuando una buena idea se le ocurre a otro hay un período de reflexión (por no decir de rechazo) de lo más sano. Como si de una fábula cronenbergiana sobre la nueva carne se tratase, esa idea crecía en mi cerebro como un tumor, haciéndose su sitio. Podía aceptarla e integrarla en mi pensamiento, o rechazarla como a un órgano trasplantado. Rebusqué en mi archivo sentimental mis relaciones con el señor O’Bannon y descubrí, o redescubrí, todo lo que había disfrutado con su obra, con su participación en películas y comics que habían marcado mi infancia y mi adolescencia. Investigando un poco sobre su biografía descubrí que, además, había tenido unas circunstancias vitales casi novelescas, lo que lo hacían aún más atractivo como protagonista de nuestra historia.
Nunca había dedicado tanto tiempo ni páginas al estudio de una sola obra, quizás desde mis tiempo universitarios, así que tuve que aprender un poco sobre la marcha. Decidí que primero tenía que saber de qué iba a hablar, así que me vi las dos películas, que tenía un poco brumosas en la memoria, y traté de entusiasmarme con ellas para intentar que esa pasión se trasladara al texto. No fue complicado. Después llegó la hora de la documentación: gracias a internet pude localizar muchos estudios sobre Carpenter, algunos menos sobre O’Bannon, y algunos menos aún sobre estas películas en cuestión. Pero fue suficiente para realizar un mapa básico sobre las dos obras en el que ir rellenando huecos, reduciendo poco a poco las dimensiones de la terra ingognita y, si me perdonan por mezclar metáforas, creando una cosmogonía que explicase todo ese universo. Resulta mucho más sencillo escribir cuando eres consciente de lo que ignoras, pues lo más difícil es encontrar las preguntas que te pongan en marcha. Para responder a las cuestiones que se me planteaban, fui asiduo a la biblioteca pública, me curtí la ciática a base de horas frente al ordenador, y me visité todas las librerías que pude para fotografiar con el móvil las páginas sueltas que me pudiesen ser de utilidad. Cuando descubrí cómo silenciar el teléfono, mi connatural ansiedad bajó un par de enteros.
En este punto, y ya con suficiente documentación como para rellenar un libro, llegaba el momento crucial de darle forma, de establecer un discurso para que el texto no fuese una mera recopilación de datos más o menos interesantes. El señor O’Bannon, el protagonista que venía dado, por así decir, por contrato, funcionaría como eje sobre el que giraría toda la historia, lo que me permitía hablar del lado sombrío de Hollywood, con un antihéroe que debido a su carácter rebelde y contestatario y a una serie de elecciones desafortunadas, logró esquivar el éxito masivo de forma casi total. Mi formación como historiador hizo el resto, empujándome a buscar un correlato a las gestaciones de las dos películas titulares centrándome precisamente en el marco temporal que ambas ayudaban a enmarcar, y que podríamos denominar como el nacimiento y encumbramiento del nuevo cine fantástico americano, que nació a finales de los años 60’s, cuando O’Bannon y Carpenter estudiaban en la USC, y que culminó (a nivel popular y comercial) a mediados de los 80’s, justo cuando se estrena El regreso de los muertos vivientes. Con esta unidad temporal como estructura para nuestra historia, y con un gran protagonista, ya «solo» quedaba escribir el libro. Pero eso es un proceso tan aburrido y antidramático que voy a obviarlo (si han visto Barton Fink pueden hacerse una idea).
A pesar de que se trata de un texto sobre hechos consumados, sobre obras terminadas y completas, es imposible darle una finalización. Después de entregar el texto «definitivo», después de ir a imprenta, todavía seguía dando vueltas en mi cabeza, que establecía nuevas relaciones, que encontraba nuevos elementos significativos que se me había pasado por alto resaltar, o se me aparecían con claridad meridiana aspectos que en el texto se expresaban, a mi entender, de forma torpe. Pero por encima de todos los peros que pueda ponerle, estoy contento con el resultado del libro; porque es mi primera obra publicada, y porque es un reflejo sincero de mi amor por un tipo de cine y por las personas que lo hicieron posible. Estar metido, aunque sea virtualmente, durante unos meses en todo ese universo, acompañar a esos talentosos muchachos en su paso por la University of Southern California, sufrir con sus rencillas, empatizar con sus luchas frente a productores desaprensivos, ver cómo iniciaban sus carreras profesionales y alcanzaban el éxito, ha sido muy gratificante. Y en mi faceta de historiador, casi de arqueólogo, ha sido maravilloso poder excavar en textos y documentos hasta lograr descubrir patrones y concordancias, cruzar datos para encontrar significación en acontecimientos aparentemente caóticos. Eso ha sido lo más satisfactorio de todo el proceso: hallar un sentido en todos esos hechos aleatorios, construir mi propio relato. Los datos, el compendio de hechos y sucesos, ahora mismo, en este momento de la historia, están a disposición de todo el mundo; lo que no lo está es la estructura, la creación de un discurso a partir de esos datos. Dar sentido a algo que no la tiene es, en el fondo, mentir; pero lograr que la mentira suene convincente, que la forma resultante sea hermosa, es lo máximo a lo que podemos aspirar como cronistas. O eso creo.
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