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Apostando por el cine de bajo presupuesto, llega #littlesecretfilm
Los libros de historia del futuro pondrán un epíteto con el que definir la época que nos está tocando padecer. Una crisis que ya ha cumplido casi siete años y a la que no se le ve fin. Y es que es más que una crisis económica, es la crisis de todo un modelo. La tecnología ha tenido su parte en la función obligando a reconvertir no pocos sectores, entre ellos el cine. La facilidad con la que podemos ver cine sin pasar por los circuitos tradicionales es cada vez mayor de ahí que se hayan oído muchos lamentos por parte de la industria empeñada en destacar lo negativo y omitir deliberadamente los aspectos positivos que ello puede tener.
Entre los aspectos que han cambiado en la nueva era tecnológica está el hecho de que hacer cine cada vez está al alcance de más gente con el abaratamiento que le ha supuesto todo lo digital. No hace falta siquiera recurrir a cámaras profesionales ni a programas de edición complejos para obtener brillantes resultados, véase el siguiente vídeo como ejemplo (no me sean perezosos y denle al play que vale la pena):
Transformers from repey815 on Vimeo.
Lo que pueden ser malos tiempos para el mercado son buenos para el desarrollo de la creatividad. Así lo han entendido los promotores del proyecto #littlesecretfilm. ¿En qué consiste tal proyecto? Se pretende un impulso al cine basado en un decálogo, como tantas otras veces ha ocurrido, la diferencia es que aquí no se ponen cortapisas a la libre elección de recursos expresivos (como si ocurría con el Dogma) sino que las premisas aluden a la creación y distribución de las obras que se acojan a esta empresa. Es pues un proyecto que apoya a una nueva producción según diez normas para alentar a todos a adentrarse en el mundo de la realización cinematográfica. No pretende convertirse en escuela o movimiento sino que impulsa un nuevo modelo no comercial de producir filmes basado en el riesgo, la improvisación y el azar frente al largo proceso convencional. Apuestan por Internet como ventana de distribución gratuita (lo que no quiere decir que se apuesta por la cultura del todo gratis) amparando las obras a una licencia creative commons. Rodados mediante cámaras HD, sin guión dialogado previo, con un equipo reducido (máximo 10 personas) se rodarán durante 24 horas consecutivas. #littlesecretfilm se manifiesta como un acto de amor al cine, de apreciación del arte por el arte como respuesta alternativa a la industria lucrativa.
Puede parecer algo de locos, se podría sospechar que interesará a pocos (todos tenemos que comer), pero el reto está ahí y desde el primer día de este mes ya podemos disfrutar de las primeras 16 obras colgadas en la página web del proyecto. Serendipia se ha adentrado en el visionado de algunos de estos filmes, como es Piccolo grande amore dirigida por el crítico de cine Jordi Costa.
Jordi Costa parte de su amor por la cultura popular, concretamente acude al fenómeno de la canción italiana, y por el giallo, para ofrecernos una cinta plagada de frases brillantes con formato de cine experimental sobre la fuerza que nos rige: el amor (y según reza en la sinopsis esto es lo peor que podría habernos pasado). Dos acciones paralelas desarrollan la trama: por una parte asistimos a una reunión de tres amigas que acuden a una particular quedada de su grupo de Internet formado a partir de la afición a la canción italiana; por otra, vemos a un personaje, que podría ser el sosias del Monsieur Merde de Carax, contándole a un niño lo que cree son las intenciones de estas tres nornas, estas tres brujas de Macbeth, en definitiva de estas tres madres de Argento. Ni que decir tiene que los momentos más hilarantes del film vienen de la mano de este indigente interpretado por un excelente Ignatius Farray, especialmente cuando analiza el vídeo de Dyango y Pimpinela, para aplaudir. En la película de Costa encontramos muchos de los tópicos que definen nuestro presente, la llamada cultura del apocalipsis, el efecto de la red de redes en nuestras relaciones interpersonales, nuestra vivencia del amor, el sentido de nuestros actos que empiezan a morir justo cuando nacen, la dialéctica entre lo masculino y lo femenino etc. Todo ello hacen de este experimento algo digno de tener en cuenta. Si hubiésemos de ponerle un pero, sería el de que la acción de las tres mujeres parece más teatro filmado que auténtico lenguaje cinematográfico.
Si Costa viene a hablarnos del poder destructivo del amor su compañera en Mondo Bruto, Jimina Sabadú, nos habla, en su pequeño film secreto La pájara, de la mezquindad, la gente que vende cosas por Internet, los enfermos que abusan de su condición, y las personas que aman a todo el mundo menos a quien tienen más cerca.
Una historia realista, pero con muñecos, así la define su sinopsis, La pájara está narrada al modo de los cuentos infantiles. Esa estructura de por sí ya abre paso a la narrativa fantástica y se afianza aún más en lo fantástico por su humor de absurdo y surreal que la pone en referencia con ese film de culto que es Amanece que no es poco. Como en la película de Cuerda los diálogos son su mejor baza, evidencian la formación literaria de su directora y acaban de abundar en sus aires de fábula grotesca. No dejéis de disfrutarla y seguid buscando al hada de las albóndigas: http://www.vimeo.com/58176529
Si Jordi Costa y Jimina Sabadú han optado por el humor, Álex Mendíbil (aka Álex Zinéfilo) apuesta por el drama para hablarnos del cine, de los caprichos de la percepción, del poder de las imágenes. Mendíbil, en su pequeño film secreto, Undo Infinito, nos ofrece todo un brillante ejercicio de cine dentro del cine en el que hace de la interpolación textual un arte.
UNDO INFINITO from Álex Mendíbil on Vimeo.
Como argumento nos cuenta la peripecia de Marta, una editora de vídeo, que tras sufrir un accidente de amargas consecuencias, se encierra en su trabajo hasta la obsesión, de tal modo que deja de distinguir entre lo que ha visto o vivido analógicamente y lo meramente digital. La historia de Marta y su esposo avanza a golpe de diálogos en plano fijo que con sutiles indicios nos va mostrando la degradación de la pareja tras el accidente. La vida de Marta (¿la real?) se nos cuenta desde la deconstrucción del tiempo diegético, del presente de la acción pasamos a momentos pasados sin solución de continuidad entre el ahora y el antes. Pero Undo Infinito va mucho más allá de contarnos una anécdota argumental, lo más interesante del filme es cómo se van interpolando diferentes textos audiovisuales, desde la película de serie B que está preparando para su edición hasta el vídeo doméstico, pasando por imágenes documentales. El cine, esa imágen con duración, ya no requiere de soporte físico todo es código binario, la ausencia de película diluye la diferencia entre original y copia y, más lejos aún, ya no permite distinguir entre lo captado en un instante con lo que ha sido manipulado digitalmente; basta con dar un paso más para apelar a qué va a quedarse fijado en nuestra memoria. Sumergidos como estamos a la presencia constante de imagen, la ilusión óptica va viéndose magnificada hasta el punto de que perdemos conciencia de qué hemos experimentado y qué conocemos sólo por su imago virtual. Así nos lo va contando Mendíbil con su inteligente puesta en escena, la confusión de Marta queda expuesta ya desde la primera escena en la que hábilmente se coloca en el punto de fuga la imagen de vídeo que está revisando, nuestra vista se proyecta constantemente hacia él, la inteligencia del plano nos obliga a tomar una actitud reflexiva ante esta propuesta visual. Ironía Brechtiana bien entendida, Undo Infinito, funciona bien en todos los niveles de lectura que se plantea, es una obra de muy buena factura tanto en sus aspectos artísticos como técnicos. Para verla y revisarla.
Valgan estas tres breves reseñas como presentación de lo mucho bueno que nos ha traído #littlesecretfilm. Es todavía pronto para valorar el alcance que puede tener esta iniciativa, de momento lo que nos consta es que tuvo muy buena acogida por el público en su lanzamiento. Más de 10.000 visionados habían apoyado su estreno el fin de semana pasado, llegando a convertirse en trending tópic en la ciudad de Madrid. Lo que está claro es que estamos ante el trabajo de los pioneras del siglo XXI en el que el lenguaje audiovisual está llamado a renovarse. Larga vida al proyecto.
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