El Espectro de Justine o los sueños rotos de Jordi Gigó
La última proyección organizada en el Centro Garcilaso por El Buque Maldito se convirtió en una charla sobre el sueño de hacer cine a toda costa personificado en Jordi Gigó, un olvidado realizador andorrano que, si bien dejó muy poco rodado tras de sí, fue recordado con cariño por algunos de los profesionales que trabajaron con él, presentes en la proyección de El espectro de Justine, última película del director: las actrices María Elías y Mercè Fillola y los técnicos Ricard Reguant, Ignasi P. Ferré y Josep Canet, que ejercieron de ayudantes de dirección de Gigó.
Se habló de la ilusión de hacer cine a pesar de que todos los elementos se pongan en contra. De la pasión puesta en escribir un detallado guión y de rodarlo contando con escasos medios, arriesgando el propio patrimonio en un sueño. Se habló de contratar un buen puñado de profesionales y técnicos y de contagiarles la pasión. De involucrar a actores como Toni Isbert, cuya carrera nunca llegó a arrancar del todo, quizás por tener la presión de una prestigiosa saga familiar tras de sí. De María Elías que habiendo trabajado mucho en teatro y televisión, y en menor medida en el cine, ve potencial en el guión de Gigó y aprovecha la posibilidad de hacer un papel protagonista, poniendo toda su profesión e ilusión en ello. De Mercé Fillola, una joven principiante que por primera vez está en algo parecido a un rodaje “de verdad”.
Pero sobre todo se habló de la pasión de un autor, como lo definió Ricard Reguant, ¿o no es un auténtico filme de autor el escrito, producido, dirigido y montado por una misma persona? Una persona que puso su alma en una obra que, hasta hoy estuvo olvidada (pero por suerte también conservada) en una vieja cinta de video en casa de María Elías.
El espectro de Justine es una historia de cine dentro del cine. De posesión de una actriz por un personaje. Todo ello aderezado con formulas de cine fantástico y de terror. Una película rodada en 1986 en la que Gigó puso todas sus esperanzas, pero que nunca se estrenó. Tras finalizar su rodaje, el director hizo un montaje provisional que mostró a Ricard Reguant para ver si podía hacer algo con ella. Enfrascado en otras labores, Reguant le recomendó encomendar un nuevo montaje a Carme Fàbregas, experimentada montadora y esposa del entrañable director Miguel Iglesias Bonns, pero la pista del film se perdió ahí, ignorando Reguant si llegó a realizarse ese montaje que tanto hubiera beneficiado la película, quedando el film sin estrenar, posiblemente sin montar y olvidado. Hasta hace unos años, cuando María Elías recibió una llamada de un compañero diciendo que había localizado una película en la que salía. Esa película era El espectro de Justine. María, que ni siquiera la había visto, pidió que le hiciera una copia (en video) siendo esta, de momento, la única copia superviviente del film de Gigó.
Y gracias a que la actriz, cuyo aparato de video hace mucho que pasó a mejor vida, no se desprendió de esa vieja cinta y se la cedió a Diego López para que la pasara a formato digital, El espectro de Justine se apareció 27 años después ante unos pocos afortunados en el Centro Garcilaso.
María quiso avisarnos antes de la proyección de que la película era bastante insufrible. Una copia de trabajo con un montaje provisional realizado por Gigó de casi dos horas de duración (1h.50m.). Y se resiente de ello resultando larga y lenta. Pero por otro lado, como también dijo la actriz, en cierto modo fuimos unos privilegiados, ya que somos de los pocos que han podido ver esta película inexistente, invisible (hasta ayer) y algo maldita. Repleta de la misma ilusión depositada en otros films que sí que llegaron a buen puerto, y que a pesar de continuar estando denostados por el cine español “oficial”, han sido editados en otros lugares del mundo, convirtiéndose incluso en películas de culto. Pero no pretendo engañarles. El espectro de Justine no es un Santo Grial del Fantaterror español, ni mucho menos, pero fue interesante y agradable verla. Cine en bruto. Sueño en bruto (y no, no me refiero al tedio que pudo provocar en alguno), me refiero al sueño, en este caso truncado, de un director por realizar su película.
Hubo entre el público quien solo quiso ver los defectos de guión. Y movido por cierta hilaridad reírse, no desprovisto de cierta crueldad, de los muchos fallos de una película que no estaba terminada, sin fijarse en que todo estaba correctamente rodado, perfectamente doblado y en general muy bien interpretado. No estábamos ante una muestra de cine “trash” improvisado. Había un torrente de ideas, un rodaje impecable, unos efectos especiales inexistentes pero a la vez extrañamente eficaces. Unos momentos que recordaban, aunque lejanamente y sin lugar a dudas involuntariamente, esa gran obra de arte incomprendida en su momento y hoy película de culto que es Carnival of Souls (1962, Herk Harvey). Quizás tampoco quiso ver que tras un rodaje hay un buen montón de profesionales, de dinero invertido y de ilusiones, que a veces no cristalizan. Hacer cine en esas condiciones es un acto de heroísmo. Y si es cine fantástico y en España… es casi un suicidio profesional, que de hecho es lo que le sucedió al director.
Ricard Reguant lo repitió varias veces, El espectro de Justine que vimos era una copia de trabajo montada por el director de forma provisional, y aunque reconoció que posiblemente no habría ganado mucho más con un montaje que hubiera recortado su metraje, si que quizás habría quedado un film más que correcto. Uno puede ver entre tantas ideas, desbrozando, el pequeño potencial que podría haber tenido. Tanto Mercé como María nos hablaron de un detallado y abultado guión. Rodado línea por línea sin dejar lugar para la improvisación. Un guión que le pareció lo suficientemente interesante a María, no lo olvidemos actriz con una sólida carrera a sus espaldas, como para embarcarse en el rodaje.
También se habló de los otros filmes de la carrera de Jordi Gigó, como La perversa caricia de satán (1976) y muy especialmente de Porno Girls, de la que Ricard fue ayudante de dirección (en su versión «S») e Ignaci P. Ferrer y Josep Canet, directores de segunda unidad, añadiendo insertos que la convirtieron en porno. De hecho la primera película porno rodada en España, pero que no llegó a estrenarse en salas, solo en formato video. Reguant, siempre dispuesto a contar sabrosas anécdotas, contó cómo consiguieron actrices en la sala Bagdad y lugares similares y de la dificultad que tuvieron para conseguir actores, recurriendo a poner un anuncio en la prensa al que respondieron un buen número de individuos. Y contó también como de los seleccionados, a la hora de la verdad ninguno pudo “ponerse en situación”, recurriendo a un profesional alemán que realizó toda la tarea dura.
Se habló de otros profesionales como José Antonio de la Loma. De cómo se pusieron palos a las ruedas en su proyecto de serie televisiva Viriato, a base de estrangular el presupuesto. Un presupuesto que dio para montar los decorados en los estudios que tenía Profilmes, en la carretera de Sants. Unos decorados, según Reguant, para partirse de risa por su precariedad, pero que lejos de desaprovecharse, tras abortarse la serie, sirvieron para el rodaje de dos filmes “S”, Bacanales romanas (1982, Jaime J. Puig) y su segunda parte, de las que ya les hablamos cuando entrevistamos a Carla Dey (Carmen Serret). María Elías, involucrada también en su momento en Viriato, contaba lo interesantes que eran los guiones, lo bien pensada que estaba y lo magnífica que habría podido ser pero… alguien parecía más interesado en que no se hiciera y así fue. Esta serie hubiera sido algo muy parecido a la exitosa Hispania, ya que relataba la misma historia.
Gigó, como contó Reguant, terminó trabajando en un periódico junto a su esposa en su Andorra natal años después de abandonar una profesión que amaba. Y precisamente por el desastre económico que le causó El espectro de Justine.
En esa mesa del Garcilaso, repleta de años y años de profesión, se respiraba cariño hacia Gigó, tanto las actrices como los técnicos que trabajaron con él recordaban sus gestos característicos. También lo profesional y lo buena persona que era; como sabía lo que quería hacer y de cómo, a pesar de las estrecheces económicas en el presupuesto, cobraron todos religiosamente. Se habló de pasión. De la misma pasión depositada en tantas películas que tanto ustedes como nosotros adoramos y que tienen detrás historias muchas veces desconocidas. De tanto trabajo depositado en ellas y de tantos sueños rotos. De cómo ahora alguno puede simplemente reírse sin entender que detrás de un rodaje y de un abultado guión hay un montón de profesionales trabajando y que algo realizado con tanto amor pueda terminar siendo proyectado y compartido con dos de sus actrices, tres compañeros y amigos del director y un buen puñado de cinéfilos afortunados de haber vivido un rato de cinefilia en estado bruto, nunca mejor dicho.
Otra velada memorable y muy especial en el Garcilaso.
Me resulta muy sugerente la segunda imagen tomada durante el rodaje. Aprecio el cuidado vestuario.
Un eXcelente Narración de lo Vivido en la Velada del Sábado 4 de maYo. EnhoraBuena, SerendipiaS!
También debo añadir que se intentó montar un festival de cine en Andorra, pero todo acabó por el mismo motivo. En sus últimos años tuvimos un trato muy estrecho. Estuve a punto de irme a vivir a Andorra para trabajar en la productora, pero se malogró.
Entre su anterior película y la segunda había mucho espacio de tiempo. Se la jugaron bien.
Jordi Gigó era muy amigo mío al igual que su esposa Rosa María Sorribes. Conocí los problemas de esta película de primera mano por mi amistad con parte del equipo técnico y artístico así como con el productor Germán Monzó:Algunos detalles prefiero no contarlos aquí porque fueron muy desagradables.
Tuvimos muy mala suerte con Gigó. Porque con él comenzamos a montar un proyecto de productora en Andorra para huir de la política española de Pilar Miró (que entonces ya no estaba pero sí su sucesor) y la de la Generalitat que era terrorífica, con quienes yo estaba enemistado por haber trabajado en el equipo original del Festival de Sitges.
Desgraciadamente el proyecto se truncó porque Jordi que era un gran amigo y una excelente persona enfermó. Falleció inesperadamente y el proyecto se malogró.
Ese recuerdo me trae mucha tristeza y también mucha rabia por cómo se trata a la gente de cine en este país poniéndote en listas negras, palos en las ruedas, insultos y amenazas. No creo que en el mundo haya otro país semejante al nuestro.