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VAMOS DE ESTRENO * Miércoles 27 de diciembre de 2023 *

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FALLEN LEAVES (Kuolleet Lehdet, Aki Kaurismäki, 2023)

Finlandia. Duración: 81 min. Guion: Aki Kaurismäki Fotografía: Timo Salminen Compañías:  Sputnik, Finnish Film Foundation Género: Comedia.

Reparto: Alma Pöysti, Jussi Vatanen, Anna Karjalainen, Alina Tomnikov, Kaisa Karjalainen, Janne Hyytiäinen, Martti Suosalo, Sherwan Haji, Nuppu Koivu, Mika Nikander, Paula Oinonen, Maria Heiskanen, Eero Ritala, Matti Onnismaa

Sinopsis: La historia de dos personas solitarias que se encuentran por casualidad en la noche de Helsinki e intentan encontrar el primer, único y último amor de sus vidas. Su camino hacia esta honrosa meta se ve empañado por el alcoholismo del hombre, números de teléfono perdidos y la tendencia general de la vida a poner obstáculos en el camino de quienes buscan su felicidad.

Hoy Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde fui a nadar”, esto escribió en su diario Franz Kafka el 2 de agosto de 1914. En la pluma del escritor la anécdota personal está en el mismo plano que el gran evento histórico, el individuo kafkiano se halla desplazado del centro de la toma de decisiones, por eso no puede medir la gravedad de los sucesos más que en relación a sí mismo, de modo que lo micro y lo macro son intercambiables, más aún, afecta más lo propio que lo global. Más de cien años después, todos somos sujetos kafkianos. Los personajes de Akis Kaurismäki no podían ser de otro modo. En Fallen Leaves las noticias de la guerra en Ucrania son omnipresentes, asaltan a los protagonistas en cualquier circunstancia, pero ellos las sienten apenas tangenciales, son solo un rumor de fondo en las páginas de su historia, una murga que añade fastidio, pero ante la cual sólo les cabe alzarse de hombros y apagar la radio. El director emplea esa tesitura para que sea el espectador el que tenga una referencia temporal, un indicio de la rabiosa actualidad del conflicto que se desarrolla ante sus ojos, un dato más para la desazón que nos despiertan los personajes. La película nos habla de unas crisis dentro de otras crisis, como en un juego de muñecas rusas, y nos lleva a tomar conciencia de que lo coyuntural y lo estructural se remiten uno a otro, si es que no llegan a fundirse entre sí en una moneda de caras indiscernibles.

Porque los ecos del enfrentamiento armado son los únicos que ponen fecha, el resto de elementos podría haberse dado hace veinte, o cuarenta, o más, años atrás. Si ya existía el retrofuturismo, Kaurismäki inventa el retropresente, lo que subyace es el conflicto del proletariado, o casi mejor decir el precariado, y este no se ha modificado en su esencia por más que ahora vivamos al margen de la conciencia de clase. El finlandés vindica la dignidad de los desfavorecidos, como ya lo hiciera hace casi cuatro décadas en otras cintas como Sombras en el paraíso (1986), Ariel (1988) y La chica de la fábrica de cerillas (1990), con un cine que más que mensaje lo que contiene es espejos deformantes que, paradójicamente, devuelven unas imágenes bien nítidas del mundo que nos ha tocado en suerte. No hay distorsión ideológica aunque haya denuncia, Akis Kaurismäki no es Ken Loach, por más que ponga la mirilla en temas comunes a los del británico. El finlandés rehúye del realismo formal a la hora de narrar historias, lejos del Cinema Vérité, casi en sus antípodas, sus universos están contados en planos medios casi fijos, con diálogos de una ironía que roza el absurdo, pronunciados por personajes gélidos que apenas se sostienen la mirada los unos a los otros, y, sin embargo, sus retratos nos conmueven. Un cine, más que comprometido, efectivo. Y en Fallen Leaves Kaurismäki echa mano a todos sus estilemas para llevarnos a concluir que, en un mundo que se hunde, lo subversivo es luchar por alcanzar los sueños particulares, amar es el único antídoto eficaz para combatir la alienación extrema de un capitalismo cada vez más feroz. No es una película navideña, pero si es un canto a no perder la esperanza, y eso, a día de hoy, ya es revolucionario. Y además rompe una lanza a favor del cine como maquinaria que ayuda a tejer ilusiones individuales, que son, a la vez, compartidas.

Porque Fallen Leaves es también un ejercicio de cine dentro del cine. Las referencias son el papel de regalo que envuelve el relato de las peripecias de sus protagonistas. Y las hay para todos los gustos, desde Pierrot le Fou a Operación Dragón, de Rocco y sus hermanos a Plan 9 from Outer Space, sin descuidar clásicos como el Breve Encuentro de David Lean y/o el Tú y yo de Leo McCarey. A veces los guiños son diegéticos, carteles o programas colgados en las paredes del set, en otras los homenajes vienen a modo de parafraseo, secuencias rodadas a imagen y semejanza de obras anteriores. E incluso se permite citas explícitas, si el cine ha de ser el lugar del encuentro y reencuentro de los personajes, la primera vez que acuden juntos se proyecta en la pantalla Los muertos no mueren (The Dead Don’t Die, 2019) de su amigo Jim Jarmush, con el que se atreve a bromear mediante los comentarios de dos espectadores que al salir la comparan a El diario de un cura de campaña de Robert Bresson y a Bande à part de Jean-Luc Godard. Lo serio y lo humorístico se dan la mano en este su particular repaso de qué nos ha dado el cine. Porque de lo importante es mejor hablar en términos risueños. La ironía muchas veces es vehículo de la ternura, y Kaurismäki es maestro en lograr esa comunión de polos aparentemente alejados. Fallen Leaves es una historia de jovialidad en tiempos de catastrofismo. Sobre un fondo de grises y tonos fríos, los personajes visten, o se envuelven con los colores del parchís. Nunca fue tan adecuado al propósito de un relato distinguir cromáticamente la figura de su entorno. Eso es algo que toma el cine del arte pictórico y Kaurismäki sabe lanzarlo a su máxima expresión en ésta su última película. Y lo logra sin estrépito, sin subrayados innecesarios, apoyándose sólo en los recursos de la imagen en movimiento, salpicada, eso sí, por una cuidada selección musical.

Porque la música siempre ha sido significativa en el cine del finlandés. Y en Fallen Leaves su relevancia es casi más notoria que en sus predecesoras. En su revestimiento musical cabe desde el rock a los tangos de Gardel y muchas canciones melódicas con sabor añejo. Es el repertorio musical uno de los principales ingredientes del carácter difuso del tiempo en la cinta, ese ser de hoy pero parecer de ayer, y siempre para alumbrar una respuesta a futuro. Piezas que son estándares de la canción ligera, pero que aquí suenan siempre -excepto en el caso del inigualable Galdel-, en sus versiones finesas, en otra capa más de cómo lo particular contiene lo universal. Canciones que pautan el pulso del filme confiriéndole su registro melancólico, entendida aquí la melancolía como alegría contenida en la tristeza. En una Europa sacudida por crisis que suceden a otras crisis, con el horizonte de la guerra en sus fronteras, y con una polarización de la riqueza que hace aumentar el número de la población instalada en el umbral de la pobreza, Kaurismäki, siempre irónico, pero nunca cínico, enarbola la bandera de la dignidad de los supuestos perdedores y de la fe en los valores humanistas. Porque hay personas buenas es necesario que el arte loe a la esperanza, es así como lo dramático se convierte en tragicómico por la magia del cine. Una sala de cine es el único reducto de belleza, dijo una vez el director finlandés. Y desde esa trinchera, al son de las hojas muertas que caen en este otoño europeo, con Chaplin, como epítome del séptimo arte, reinando sobre el firmamento, Kaurismäki nos regala una canción de amor que habrá de inspirarnos a sobreponernos a la desolación. “Les feuilles mortes se ramassent à la pelle// Les souvenirs et les regrets aussi// Mais mon amour silencieux et fidèle// Sourit toujours et remercie la vie”.

 

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