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Archive for noviembre 2023

Novedades Diábolo Ediciones noviembre de 2023 (2ª Parte)

28 noviembre 2023 Deja un comentario

Ya están aquí el resto de las novedades de Diábolo para noviembre de 2023, un mes, como vemos, de lo más cargado e interesante. Comenzando con un nuevo tomo de E.C. Comics que reúne la serie Impact completa. Una colección que ya formó parte de la New Direction, línea editorial con la que E.C. deseaba adaptarse a los nuevos tiempos surgidos tras los problemas que tuvieron con las investigaciones del Congreso sobre la influencia de los cómics en la violencia juvenil (todo lo cual abordamos aquí). Pero no se crean, ni mucho menos, que las historietas incluidas en el tomo son flojas o vacías.

También salen a la venta este mes nuevas ediciones de best sellers de Diábolo, como es le caso de Candy Candy, más bonita cuando sonríe, El viaje de Chihiro, nada de lo que sucede se olvida jamás o del agotadísimo tercer tomo de la Nancyclopedia. Y finalmente tres nuevas incorporaciones al catálogo: Leyendas de Star Wars, obra en la cual Javier Peinado reúne todo el universo expandido que se ha desarrollado al margen de las películas en cómics, novelas, videojuegos o series de televisión; Todo Lovecraft ilustrado, en el que el artista Pete von Solly intenta dar forma al  imposible universo del solitario de Providence; y John Carter of Mars, que reúne la adaptación completa en un tomo, del cómic que Marvel  realizó de la obra del creador de Tarzán, Edgar Rice Burroughs, y que contó con talentos de la talla de Chris Claremont, Marv Wolfman, Gil Kane, Ernie Colon y Frank Miller, entre otros. Un noviembre, sin duda, repleto de novedades con las que dar la bienvenida a un nuevo año rodeado de la mejor lectura.
























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Y EN DIÁBOLO EDICIONES 

‘La última noche de Sandra M.’ fabulando sobre una tragedia de la Transición

28 noviembre 2023 Deja un comentario

LA ÚLTIMA NOCHE DE SANDRA M. (Borja de la Vega, 2023)

España. Duración: 80 min. Guion: Borja de la Vega Música: Marc Durandeau Fotografía: Martín Urrea Compañías: Paciencia y Baraja, Toned Media, FTFcam, Antaviana Films Género: Drama

Reparto: Claudia Traisac, Georgina Amorós, Nuria Prims, Nicolás Illoro, Pep Ambròs, Beatriz Arjona, Olaya Caldera, Rafa Castejón, Manu Imizcoz, Ramon Pujol, Bruno Sevilla, Oriol Tarrasó

Sinopsis: Libremente inspirada en la vida de la actriz Sandra Mozarowsky (Claudia Traisac), fallecida en 1977 al precipitarse desde la terraza de su casa de Madrid, la historia se centra en el día previo al accidente, en la que la soledad, los miedos y la angustia de Sandra ante una situación desesperada se mezclan con sus sueños y ambiciones.

Soy una chica de quince años que quiere ser actriz. Que pretende ser actriz, que va a ser actriz”.

Sandra vivía con sus padres en Madrid, cerca de La Castellana y a un paso de la casa de Lola Flores. Calificada como exótica, Mozarowski, terminado con i latina, era su apellido real, pues su padre era un diplomático ruso que estuvo destinado en Tánger donde ella nació. Un exotismo al que se le quiso quitar el misterio mostrando generosamente su cuerpo en muchas portadas de revista. Un cuerpo, contundente y joven, que no reflejaba su corta edad. Antes, aunque no mucho antes, a los 9 años, Sandra interpretó su primer papel en el cine con El otro árbol de Guernica (Pedro Lazaga, 1969), junto a la que sería ya su amiga, Inma de Santi. Dos niñas que estaban empezando a vivir y que no sabían que nunca llegarían a envejecer.

Son los años 70. El viejo buitre está agonizando y las ventanas están dejando, poco a poco, que entre el aire en una España que olía a rancio tras 40 años de dictadura. El cine y los quioscos se preparaban para el fin de la censura y los primeros cuerpos comenzaron a copar portadas y pantallas y, como ahora mismo, los que nunca se fueron se dispusieron a hacer negocio con todo aquello que antes prohibieron. Y vaya si lo hicieron.

 “Soy una chica de quince años que quiere ser actriz. Que pretende ser actriz, que va a ser actriz”.

Vinieron muchas sesiones de fotos trufadas de preguntas estúpidas. Casi todas en su propia casa, la de sus padres en Madrid, cerca de la Castellana y a un paso de la casa de Lola Flores. Sesiones de fotos que dejaban imaginar. Soñar. Camisas abiertas, sugerentes. “¿Puedes desabrocharte un par de botones de la camisa? ¡Así!”. Muchas fotos en el balcón. Un balcón de un segundo piso que era una cuarta planta. Un balcón lleno de geranios.

Y romances, que eso vendía. Inventados, por supuesto. “No me interesan los pretendientes ni quiero tener novio. El amor se acaba, la amistad es más perdurable”, decía a los 16 años en una revista, con imágenes de su casa, de su cuerpo, de su cuerpo en su casa. Con dos botones desabrochados para mostrar, un poco más… y esa mirada clara, líquida, de sus ojos. ese mohín de niña tímida, embargada por la ilusión del futuro que se abría ante ella, pero también con el miedo a ser arrinconada, como tantas, porque había decidido que no, que tenía derecho a exigir un trabajo digno de sus sacrificios, de sus duros aprendizajes.

Soy una chica de quince años que quiere ser actriz. Que pretende ser actriz, que va a ser actriz”.

A los 16 recién cumplidos protagonizaba la que fuera su película favorita, Beatriz (1976), que dirigió Gonzalo Suárez y a la que llegó de rebote ante la renuncia, por “problemas de salud”, de Beatriz Galbó, hermana de la también niña-actriz Cristina Galbó. En cuanto el director la llamó, Sandra se personó en Galicia, llenando Monforte de Lemos de luz y calor.

Pero todo se trastocó. Todo se truncó en lo que para Fotogramas fue un “extraño accidente”, noticia que ni tan siquiera mereció honores de portada, tan solo un recuadro que, además, sirvió para tapar las partes pudendas de la chica que la protagonizaba ese mes, una tal Fabette, que seguramente también quería ser actriz, y que mostraba generosamente sus encantos. Para Lecturas fue una “extraña muerte”, que se produjo tras 22 días en coma.

Claudia Traisac es una buena actriz. Y lo demuestra interpretando, peleando, sufriendo, pues tan bien lo entiende, el papel de Sandra en La última noche de Sandra M., un film en el que ella es protagonista absoluta y en el que, valiéndose de su boca, habla Sandra M., pero también Claudia T., pues esta película es también una reflexión sobre el arte de la interpretación. Y mucho más, pues el film cuenta con un guion tan sólido, que ha sabido expresar sin decir, denunciar sin acusar, pero que más allá del morbo del caso real, fruto de rumores y habladurías que desde aquel aciago día de agosto de 1977 corren por las calles de la Villa y Corte, consigue que nos encariñemos mucho con la actriz, con las dos, y que temamos el momento en el que suene el timbre por última vez, pues sabemos que en ese fatídico momento deberemos despedirnos de Sandra, sí, pero también de Claudia.

Sandra Mozarowski es un fantasma, un bello espectro que clama justicia y no caer en el olvido. Un inmerecido olvido, un limbo del que tan solo es rescatada por aficionados al cine de terror que se hacía en aquella España. Un cine de terror de pipas y sesión doble que ha trascendido de su papel, puramente alimenticio, y que va ocupando su lugar en la historia. Ahora también ha recuperado la memoria de la actriz el director Borja de la Vega, que con los medios y el espacio del que dispone realiza lo que es una todo un trabajo de orfebrería en el cual evita entorpecer a su actriz. A sus actrices,  a Sandra y a Claudia, ocupándose tan solo de vehicular la arrolladora actuación de Claudia Traisac, protagonista absoluta del relato, con el hogar como refugio de la soledad de su personaje. Un espacio en el que íntegramente se desarrolla la acción del film y que ya coprotagonizó Mía y Moi (2021), primer largometraje del director y en el que echa mano, como en esta, del rico casting de actores jóvenes de la serie Cuéntame.

Ella solo quería ser actriz. Tan solo actriz y La última noche de Sandra M. es una fantasía sobre cómo podría haber sido esa larga noche, sobre lo que tan solo podemos fantasear, pero también, para su director, es “un homenaje a una joven de 18 años que quería ser actriz”.

Categorías: VAMOS DE ESTRENO

Clausura y entrega de premios FANTAELX 2023

27 noviembre 2023 Deja un comentario

El Festival Internacional de Cine Fantástico de Elche – FANTAELX ha anunciado las obras premiadas de su undécima edición, cuya Clausura ha tenido lugar la tarde del sábado 25 de noviembre en el Auditorio del Centro de Congresos “Ciutat d’Elx”, contando con una marcada presencia de cineastas participantes y premiados, así como de personalidades procedentes del mundo de la cultura. En la presente edición, además de proyectarse películas como Parque Jurásico, unido al desarrollo de nuevas actividades como el Ciclo Raíces del Fantástico Valenciano, la Sección Transversal o la Formación Fantástica, se han exhibido un total de cincuenta obras que han competido en las diferentes categorías, muchas de ellas subtituladas al valenciano y con audiodescripción para personas con discapacidad auditiva. A la sección oficial también se le suma la gala y premio especial FANTAELX-L’ALJUB, donde parte del estudiantado de la Universidad Miguel Hernández estrenó sus cortometrajes de animación en los cines ABC del centro comercial, resultando ganador el trabajo Una Canción, de Inés Pérez, Jorge Torres, Alejandra Celdrán, Lucía Mompeán, Alexander Elizalde y Belén Hernández.

En cuanto al palmarés de la sección oficial, el cortometraje Nada de Nada, de Gaston Diego Haag, ha obtenido el premio al mejor cortometraje nacional, dándole acceso directo al Festival 1000 Gritos de Buenos Aires (Argentina). Por su parte, el director británico Sparky Tehnsuko ha ganado el premio al mejor cortometraje internacional con su obra Villain, que accederá al Skyline Benidorm Film Festival. Por otro lado, el premio al mejor cortometraje alicantino ha sido otorgado a Pequeño, de Meka Ribera y Álvaro G. Company, dándole acceso al festival Navidades Sangrientas – Weekend Horror Awards, de Alicante. Asimismo, también se han premiado el Falso Tráiler Las espantosas aventuras de una rubia tonta y un valenciano de pueblo que se convierte en dinosaurio en un museo paleontológico 2, dirigido por Guillermo Rojo; y el cortometraje Co-Haunting, de Adrián Carande, Paula Sánchez y Pepe Rico, que ha recibido el galardón al mejor cortometraje “Social y Fantástico”, el cual será proyectado en el Festival de Cine Sant Joan d’Alacant. Además, este año también se ha otorgado una Mención Especial al cortometraje Fideuá, del cineasta oriolano Fran Gas. Como novedad, los premios en las diferentes categorías principales de los cortometrajes también han recibido diferentes dotaciones económicas.

El jurado internacional de la undécima edición del festival ha sido compuesto por la actriz y cineasta Silvia Conesa, también encargada de conducir la gala de Clausura; la artista visual Beatriz Galiano; la productora e investigadora Michelle Copmans; el cineasta y director del Festival 1000 Gritos Matías Sánchez; el guionista y director Joan Martín Giménez; y Mario-Paul Martínez Fabre, cineasta, profesor del Departamento de Arte de la Universidad Miguel Hernández de Elche, director del Grupo de Investigación Massiva y co-director del Congreso Internacional de Género Fantástico, Audiovisuales y Nuevas Tecnologías, actividad enmarcada dentro del festival, y que este año ha contado con la participación de más de 50 ponentes procedentes de países como La India, Francia o Rumanía, a los que se suman el investigador Jasper Vrancken, que acudió a Elche desde Bélgica para estrenar su nuevo trabajo, o Ainara Aberasturi, directora del Museo Paleontológico de Elche (MUPE).

La undécima edición del Festival, dirigido por Fran Mateu, ha sido organizada por la asociación “Unicornio Negro”, el Centro de Investigación en Artes (CIA) y el grupo de investigación Massiva, de la Universidad Miguel Hernández. Asimismo, también ha contado con el apoyo de diversos organismos y entidades, como el Instituto Valenciano de Cultura, la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Elche, Visit Elche, el Vicerrectorado de Cultura de la Universidad Miguel Hernández, el centro comercial L’Aljub, la tienda alicantina Cinema Paradiso, el I.E.S. Luis García Berlanga, el Lope de Vega International School, Santō Pub Elche, la Asociación Cineclub Catral, o la librería ilicitana Ali i Truc, donde se presentó el libro Territorios de la Alta Fantasía en el marco del festival. Con esta nueva edición, se ha vuelto a crear un punto de encuentro en la provincia de Alicante para los amantes de la cultura en general, y del género fantástico en particular

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VAMOS DE ESTRENO * Viernes 24 de noviembre de 2023 *

24 noviembre 2023 Deja un comentario

TERESA (Paula Ortiz, 2023)

España/Bélgica. Duración: 100 min. Guion: Paula Ortiz, Javier García Arredondo. Obra: Juan Mayorga Música: JuanFilms, La Lengua en Pedazos, RTVE. Distribuidora: BTeam Pictures Género: Drama

Reparto: Blanca Portillo, Asier Etxeandia, Greta Fernández, Ainet Jounou, Consuelo Trujillo, Urko Olazabal, Julia de Castro, Claudia Traisac, Luis Bermejo, Miriam Moukhles, Miriam Escurriola, Núria Florensa

Sinopsis: Teresa espera paciente la llegada del Inquisidor para ser juzgada. De su visita y de sus palabras dependerá su futuro: libertad, cárcel o la hoguera.

En palabras de Paula Ortiz, “Teresa no es una mujer. Son mil mujeres. No es sólo un retrato de las contradicciones de sí misma o de un tiempo. Es un paisaje, un deseo, una duda, una determinación al amor, uniendo tradición y modernidad -el tiempo de Teresa y el nuestro, el diálogo entre el siglo XVI y nuestra época.”

También Teresa es el cuarto largometraje de Paula Ortiz. Un film que sigue -y persigue- la estela de La novia por su preciosismo en la puesta en escena, por su tratamiento teatral. Basada libremente en  La lengua en pedazos de Juan Mayorga, (Premio Princesa de Asturias de las Letras 2022), que se basa a su te  vez en El Libro de la Vida de Santa Teresa De Jesús, Teresa es un duelo interpretativo de calado entre la santa de Ávila (Blanca Portillo) y el inquisidor (Asier Etxeandia, también presente en La novia), que la interrogará sobre su vida pasada para entender su presente, todo lo cual servirá para mezclar el hoy con el ayer, y a la Teresa madura con la joven Teresa que interpreta Greta Fernández, con sus anhelos, levitaciones, desesperos y éxtasis voluptuosos.

Alegórica, artística, con soberbias localizaciones e interpretaciones, es, Teresa, una película un tanto pretenciosa, carne de festival, que muestra a las claras su intención de repetir el éxito y los laureles de La  novia. Que posiblemente obtendrá.

NAPOLEÓN (Ridley Scott, 2023)

USA/UK. Duración: 147 min. Guion: David Scarpa Música: Martin Phipps Fotografía: Dariusz Wolski Compañías: Scott Free Productions, Apple, Apple Studios, BGI Supplies, Dune Films, Latina Pictures.Distribuidora: Apple TV+, Sony Pictures Género: Drama

Reparto: Joaquin Phoenix, Vanessa Kirby, Tahar Rahim, Ben Miles, Ludivine Sagnier, Rupert Everett, Matthew Needham, Youssef Kerkour, Phil Cornwell, Edouard Philipponnat, Ian McNeice, Paul Rhys, John Hollingworth.

Sinopsis: Napoleón detalla el enrevesado ascenso y caída del icónico Emperador francés Napoleón Bonaparte (Joaquim Phoenix). Mostrando su incesante carrera hasta el poder, a través del prisma de la adictiva y volátil relación con Josefina, la que fue su único amor verdadero, presentando sus visionarias tácticas políticas y militares a través de algunas de las secuencias prácticas de batallas más dinámicas jamás filmadas.

La vida de Napoleón no es algo que se pueda resumir en un biopic al uso. No es la biografía de un youtuber o incluso de un científico. La vida y los días de Napoleón son un conjunto de epopeyas más grandes que la vida, que incluso dos horas y media no pueden reunir de manera satisfactoria. Eso explica que otros directores se limitaran en su momento a reflejar diferentes épocas de la vida de Bonaparte. O incluso una única batalla.

Eso ya lo sabía Abel Gance, que en 1927 realizó el épico clásico del cine silente. Un innovador film cuyas complicaciones técnicas motivaron que quedara como primera parte de ¡cinco horas y media! de lo que pretendía fueran seis largometrajes. Algo inabarcable ya de partida. Aún así Ridley Scott asume el riesgo y consigue dar un largo repaso a la vida de Napoleón partiendo desde la decapitación de María Antonieta, en plena Revolución Francesa, hasta su muerte en Santa Helena. Ello obliga a pasar de puntillas por algunas partes, deteniéndose en las más importantes, y todo con cierta sensación de velocidad que consigue que las dos horas y media pasen en un suspiro: el Terror, las guerras contra Inglaterra, sus alianzas, las intrigas de palacio, Josefina y la pasión casi infantil y masoquista de Napoleón por ella, el poder de la artillería y su papel como estratega en las victorias, Austerlitz, en la que destacan sobremanera las escenas submarinas de las tropas enemigas y Waterloo, donde cae vencido.

Con lujoso refinamiento en la corte y sangre en crudeza en la batalla, Ridley Scott retrata una Francia convulsa, perdida tras la Revolución por conspiraciones, que termina coronando la testa de Napoleón Bonaparte, al que Joaquim Phoenix compone chaparro, nervioso, torpón en el amor, de polvo conejero y que Scott retrata como poco menos que un pelele cuando está en el hogar, un llorón, lo que contrasta con el estratega que ordena a las tropas en el campo de batalla.

Napoleón es una canción de amor al cine como espectáculo, rematado por una banda sonora a la altura, compuesta por el eminentemente televisivo Martin Phipps. Si bien el film no cuenta con un reparto repleto de nombres sobresalientes, cuenta con un eficaz elenco de actores encabezados por un Phoenix cuyos mejores momentos son los que se muestra más contenido, los cuales se desarrollan eminentemente en el campo de batalla. También la londinense Vanessa Kirby, realiza un encomiable trabajo, y Napoleón también cuenta con un viejo conocido, Rupert Everett, que encarna durante Waterloo al Duque de Wellington con la solvencia habitual.

 

 

 

Categorías: VAMOS DE ESTRENO

En Halloween de 2024 Art llega a los cines españoles con… ‘Terrifier 3’

21 noviembre 2023 Deja un comentario

El próximo Halloween de 2024 llega a los cines TERRIFIER 3 de la mano de SelectaVisión. La secuela directa de los slashers de culto Terrifier (2016) y Terrifier 2 (2022), con Damien Leone de nuevo moviendo los hilos del sádico payaso psicópata Art en una nueva oleada de cruentos y divertidos asesinatos, solo que esta vez en plenas festividades navideñas.

«Si creíais que Terrifier 2 era extrema, no habéis visto nada», declara el cineasta Damien Leone, el hombre detrás de la realización y los efectos especiales de esta franquicia de terror. Así, Terrifier 3 contará de nuevo con el tándem que el director conforma junto al productor Phil Falcone, apostando de nuevo por una libertad creativa sin límites. El gran aliciente detrás del éxito de la segunda entrega. Una vez más producida por Bloody Disgusting.

En cuanto a Terrifier 3, Leone asegura tener un nuevo festín preparado: «Vamos a tener un presupuesto mayor. Vamos a rodar en pantalla panorámica anamórfica, así que quiero que se parezca más a una película de la vieja escuela de John Carpenter. Va a seguir teniendo ese aire épico de la segunda parte, pero ahora tendrá el tono de la primera con la temática navideña. Va a ser una bestia completamente diferente. Se verá diferente. Se va a sentir diferente, pero va a tener todo lo que amas en ella.»

Diario de Serendipia en Sitges 2023: Décima cápsula

18 noviembre 2023 Deja un comentario

Con este artículo y el fotográfico, que ofrecemos conjuntamente, damos por cerrada esta edición del festival de Sitges, que a su vez cerramos, como es habitual y tanto nos gusta, en el Prado, viendo clásicos y películas antiguas. Lo mejor. Y si se trata de una canallada con la que el aforo se puede echar unas risas, pues mejor que mejor, por su sabor a catarsis. Pero también estuvimos en el Tramontana, donde su equipo nos trata tan bien, tan cómodos estamos y donde pudirmos ver la última de Brad Anderson, Blood; y finalmente, en el Prado revisamos el King Kong original de 1933 y el último descubrimiento relacionado con Santo, el enmascarado de plata, las escenas con desnudos de Los jinetes del terror, una inocente cinta de luchadores mexicanos y vaqueros que, con estos insertos se convertía en…Los leprosos y el sexo. Imposible pedir mejor fin de fiesta ¡Viva el Santo!

Mientras empezaba a ensayar el «lástima que terminó el festival de hoy«, Serendipia encaminaba sus pasos hacia la que había sido casi su segunda casa, la Sala Tramontana. La última visita. Y es que, nuevamente, y como venía siendo casi una constante en esta edición, también el último día se decantó por la alternativa menos mayoritaria. La mayoría se acomodó en el Auditori para celebrar un nuevo filme con Nicolas Cage, Dream Scenario (Kristoffer Borgli), al que le fue encomendada la labor de clausurar el certamen. Nada en contra, pero a Serendipia le apeteció más echarle un vistazo al último trabajo de Brad Anderson, viejo conocido del que había admirado El maquinista (2004), con producción española, pero al que ya empezó a seguir la pista desde la singular Sesión 9 (2001). Invitado al festival para recoger una Màquina del Temps como reconocimiento a su carrera. Serendipia tuvo la ocasión de hacerse con su autógrafo (¿hemos dicho ya que la colección de Serendipia ha ganado 64 firmas más?), eterna alma de fan la nuestra, eso sí, siempre desde el respeto a la intimidad. ¿Qué menos que corresponder a su gentileza que viendo su último filme?

La carrera de Brad Anderson se ha fraguado más en televisión que en cine, pero ha ido dando alegrías a los amantes del séptimo arte con pequeñas incursiones de notable valor, como pueden ser Transsiberian (2008), La última llamada (2013) o Fractura (2019). En 2022 rodó la que nos llega ahora, Blood (que en todas partes es referida con el nombre del director como coletilla). Un bonito ejercicio de hibridación entre el drama familiar y el terror más… (¿creen que vamos a decir puro?): estricto. En la cinta, conoceremos a la enfermera y madre recientemente separada, Jess (magnífica Michelle Monaghan). Para seguir adelante y crear una buena vida para ella y sus criaturas, traslada a su hija, Tyler (Skylar Morgan Jones), y a su hijo pequeño, Owen (Finlay Wojtak-Hissong), a la granja de su familia. Es una casa antigua un poco alejada de todo, pero es la única opción que cuadra con su economía. El paisaje y el tono del arranque nos hace pensar que volvemos a estar ante una película de casas encantadas, pero no, es más original que eso. Es el tropo del vampirismo el que se va a ver transfigurado en manos de Anderson. Sigamos con el argumento. Poco después de mudarse a la granja, el perro de la familia (que el padre les había regalado a los niños) huye hacia el bosque. Los niños están angustiados y la madre está perdida. En las pelis de miedo los perretes lo tienen siempre crudo. El de Tyler y Owen regresa, pero muy trastornado. ¿Rabia? Sea lo que sea ataca a Owen, en una escena a la que Anderson le da un tratamiento realista y cruento. Tras ser mordido en el cuello, también el pequeño se infectará. Es trasladado al hospital en el que trabaja Jess, pero su estado es crítico, nada parecen hacer los cuidados de los que la propia madre se encarga. Languidece y languidece, hasta que despierta repentinamente y busca la bolsa de sangre al lado de su cama. Y sin pensárselo dos veces la ingiere como quien toma un biberón. Ésa es la cura. Owen necesita sangre y mucha. De hecho, si no recibe sangre, su comportamiento se volverá tan aterrador como el del perrete. El trabajo de Jess va a ser a partir de ahora alimentar con el rojo líquido al niño y no vacilará ante nada para hacerse con la sangre necesaria para su cachorro. No desvelemos más.

El lema «la sangre es vida» en Blood da lugar a una cinta atípica, que sólo ha gustado a medias a la crítica (58% en Rotten Tomatoes), demasiado sangrienta (jeje) para los amantes del drama, y demasiada tragedia familiar para los gorekids. Sin embargo, somos de la opinión de que al armazón no se le notan demasiado las costuras. La figura de Jess, encarnada por una inspirada Michelle Monaghan, es la central, una insana madre coraje que hace las veces de metáfora desquiciada de la sobreprotección parental que viven las últimas generaciones. No podríamos decir (o sí) qué es más terrorífico, que un niño beba sangre humana, o que una madre esté dispuesta a todo con tal de protegerle. No falta tampoco la hipótesis sobrenatural que explica la afección, poco desarrollada, eso sí, pero a Serendipia ya le gusta que se deje intuir, lo prefiere a que se insista en describir a toda costa. No salimos alborozados, pero sí satisfechos.

Y decimos hasta el año que viene a la Sala Tramontana, para dirigirnos sin prisa, pero sin pausa, al Cine Prado, nuestra última parada. Dos películas, dos, nos atienden. La primera cita es con el gorila más emblemático del Festival, el King Kong original, que se proyectó en una copia restaurada exquisita. Lástima que algunos problemas técnicos hicieran deslucir la sesión. Por suerte, el entrañable Phil Tippett nos compensó.

Phil Tippett, mago de los modernos efectos especiales (pre-digitales), estuvo en Sitges para recibir un merecido Gran Premio Honorífico del Festival. Fundador de Tippet Studios, ha ganado dos Oscar a los efectos especiales por El retorno del Jedi (Return of the Jedi, Richard Marquand, 1982) y  Parque Jurásico (Jurassic Park, Steven Spielberg, 1993) y ha sido director de Mad God, la estupenda película que maravilló a Serendipia y a todos los que tuvieron la suerte de verla durante la edición de 2021. Campechano y carismático, Tippett se paseó por Sitges con total tranquilidad, hablando con todo el que se le acercaba, maravillando con su cercanía. Durante la rueda de prensa que dio, opinó sobre cuestiones que han revolucionado los efectos especiales, comentando que a pesar de que su mente, en sus propias palabras, «trabaja analógicamente», no solo no reniega de los efectos digitales, sino que le parecen sorprendentes y reconoce que todo se revolucionó a partir de Parque Jurásico, pues no se había visto nada parecido hasta entonces. También dio su opinión sobre la IA, que para él nadie puede rehusar y debe integrarse en el cine. De hecho, confesó estar muy emocionado respecto a lo que pueda realizar esta nueva tecnología en las películas.

Presencia constante durante los días de festival, al enterarse de que se iba a proyectar King Kong (Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, 1933) en la pantalla del entrañable cine Prado (cuya arquitectura y murales admiró), el creador de Jabba the Hut se ofreció a presentarla ante el público, con el que se quedó a verla. En su charla inicial, Phil Tippett recordó lo que le impresionó la película cuando la vio por primera vez en 1956, en un pequeño televisor, cuando tenía seis años, en como «me cambió la vida«, al igual que antes que a él a Harryhausen y tantos otros mitos de los efectos especiales artesanales y aficionados al cine fantástico en general. Comentó que tuvo el honor de conocer a Marcel Delgado, estrecho colaborador de Willis O’Brian y que aquel todavía tenía en su poder los scrapbooks de El gran gorila (Mighty Joe Young, Ernest B. Schoedsack, 1949), que misteriosamente, tras su muerte, desaparecieron.

Pero ¿quienes son Willis O’Brian y Marcel Delgado? porque, si bien el nombre de Ray Harryhausen todavía resulta familiar para las últimas generaciones de aficionados, prensa y críticos cinematográficos especializados en cine fantástico de nuestro país, poco o nada es reconocido ni reivindicado el de  Willis O’Brien y Marcel Delgado, padres de la animación stop-motion y los efectos especiales y mentores de Harryhausen y todos sus herederos.  O’Brien y Delgado fueron los hombres que hicieron cobrar vida a King Kong. Y todo, absolutamente todo lo referente a efectos especiales, comenzó en 1933 con King Kong, a pesar de que 8 años antes

Marcel Delgado y el esqueleto del Sr. Kong

ambos hombres ya hubieran colaborado animando dinosaurios en una historia muy similar a la de Kong, El mundo perdido (The Lost World, Harry O. Hoyt, 1925). Delgado innovó la animación stop-motion en la que O’Brien era especialista, añadiendo a los modelos, hasta entonces de arcilla y plastilina, un armazón hecho de dural, una resistente aleación de aluminio que Delgado forraba con músculos de hule y goma y recubría después con una piel de látex, que daba a los modelos un aspecto más natural y realista. En algunas ocasiones colocaba también una vejiga inflable dentro de sus pechos, que creaba la sensación de que sus figuras respiraban, todo lo cual puede percibirse perfectamente en King Kong. Tanto en el enorme gorila, como en los diferentes dinosaurios. Willis O’Brian y Marcel Delgado formaron equipo y continuaron trabajando juntos en diversas películas, como El hijo de Kong (The Son of Kong, Ernest B. Schoedsack, 1933) o El gran gorila (Mighty Joe Young, Ernest B. Schoedsack, 1949). A pesar de todo, el trabajo de Delgado nunca recibió acreditación, permaneciendo a la sombra de O’Brien, posiblemente por cuestiones de corte racistas, pues Delgado cruzó junto a su familia la frontera a los 6 años al estallar la revolución mexicana. Aunque también es posible que fuera debido a lo poco que se respetaba entonces la labor de estos artistas y técnicos, pues el trabajo de Willis O’Brien tampoco fue acreditado en varias de las películas en las cuales trabajó.

Uno de los armazones que Delgado construyó para Kong ha sobrevivido, como mudo testigo de la historia del cine. La misma historia a la que no pasará, pero indudablemente nos hizo pasar un estupendo rato, Los leprosos y el sexo (René Cardona, 1970), película con la que cerramos, en gran gala particular y rodeado de amigos, la edición número 56 del festival.

En 1952 nació el cine de luchadores mejicano. Ese año se estrenó, también en España, La bestia magnífica (Chano Urueta), un drama que se desarrollaba en el ambiente de la lucha libre. Pero el honor de inaugurar el cine de luchadores enmascarados, tal y como lo entendemos, fue de El enmascarado de plata (1954) de René Cardona, que nada tiene que ver con nuestro chaparro héroe, pues estaba protagonizada por otro luchador profesional enmascarado, El médico asesino. Santo, tras cuya máscara de plata estaba, aunque era uno de los secretos mejor guardados, Rodolfo Guzmán Huerta, y que se dedicaba a la lucha desde 1942, se hizo muy popular, especialmente entre la chiquillería, por protagonizar historietas en forma de fotonovelas semanales, que desde 1952 se comercializaron con el título Santo, El Enmascarado de Plata ¡Una aventura atómica!, de las que se vendieron miles de ejemplares. Pero lo que convirtió al luchador en referente mediático internacional fue el cine, donde debutó en 1961 (aunque otras fuentes datan 1958), con Santo contra el cerebro del mal de Joselito Rodríguez, una película realizada en régimen de coproducción entre México y Cuba que recientemente fue remasterizada por la compañía de Nicolas Winding Refn y proyectada, entre otros festivales, en el de Sitges. Desde esa primera y hasta 1982, el enmascarado de plata protagonizó 52 películas, en las cuales se enfrentó a distintos enemigos como hombres lobo, mujeres vampiro, el barón Brakola y el propio conde Drácula, extraterrestres, momias, brujas, la llorona, las mafias del vicio, la hija de Frankestein (sic) e incluso a los karatekas, dependiendo de la moda imperante en ese momento en el cine popular, compartiendo aventuras en diversas ocasiones con otros luchadores, como Mil Máscaras o Blue Demon, el más popular tras Santo.​ Dichas películas fueron un éxito de taquilla no solo en México, sino en gran parte de América Latina, Europa y algunos lugares tan distantes como Líbano o Turquía. Se trataba de películas de bajo presupuesto, amables y aptas para todos los públicos. En las cuales primaban los buenos sentimientos y la defensa del débil. Había varias luchas pero siempre ganaba el bien frente a los malvados. Muchas de ellas contaban con un humorista que hacía de compañero del luchador, siendo de largo lo que peor ha envejecido de estos entrañables productos, que cuentan con muchos seguidores y coleccionistas. Una popularidad y tradición de la que supieron sacar partido los norteamericanos con el Pressing Catch de los años ochenta. Una imitación que ni de lejos posee el sabor de estos luchadores enmascarados mexicanos, lo cuales son, merecidamente, todo un icono cultural de su país.

Tantas fueron las aventuras y desventuras de Santo, el enmascarado de plata, que se rodaron escenas para versiones alternativas de algunas de sus películas. Escenas sexys, con desnudos femeninos, destinadas a la exportación. Algo que casi formaba parte de la leyenda, pero de lo que existía constancia por algunas imágenes en revistas y libros y que parecían corroborarlo. Serendipia tuvo noticia de El vampiro y el sexo por las fotos incluidas en el libro El vampiro en el cine, de David Pirie, que se publicó en España en 1977. Viviana García Besné, archivista y heredera de los derechos de las películas de Santo y otros luchadores, así como de aquel cine soft conocido como de ficheras (o sexycomedias), fue quien encontró el metraje «prohibido». Mientras entrevistaba a su tío-abuelo, el productor Guillermo Calderón para un documental que estaba realizando sobre películas perdidas, salió el tema de estas dobles versiones de las películas de Santo, algo que ella desconocía, concretamente sobre El vampiro y el sexo: “Me quedé con mucha curiosidad y empecé a hacer un poco de investigación en redes sociales y en periódicos para ver qué información había sobre la película El vampiro y el sexo. Me encontré con mucha controversia y ya que yo tenía acceso a la bodega de la productora Permanencia Voluntaria, me puse a buscar y entonces descubrí que sí existía”.

Besné, para la que era importante que esta película pudiera verse, pues estamos hablando de historia viva del cine mexicano, recibió amenazas incluso de El hijo del Santo, que de pensar que ese material no existía, cuando apareció se decantó por oponerse a su exhibición, a pesar de no poseer los derechos sobre el mismo. Pero Viviana encontró más material. Como explica José Antonio Monterrosas Figueiras en la revista online Los Cínicos, de la que están tomadas las declaraciones de Viviana García Besné, todo comenzó cuando, nuevamente en la productora Permanencia Voluntaria, «entre miles de rollos de 35 milímetros, había una lata que decía las sugerentes palabras: “Jinetes sexy”. Al mirarla, sorprendida, descubrió que era una película que estaba perdida por años, Los leprosos y el sexo, la versión soft porn de Santo vs los jinetes del terror, el único western del Enmascarado

Un fotograma de Los leprosos y el sexo en el que no hay leprosos a la vista pero parece que habrá algo de sexo…

de Plata, filmado por René Cardona, estrenada en 1970″. Financiada su  restauración mediante crowdfunding, por fin ese material pudo ser montado y estrenado en  el festival de Rotterdam, desde donde ha pasado a otros, entre ellos el del Sitges, donde Serendipia tuvo el hondo privilegio de disfrutarla en una sesión que fue toda una fiesta, pues naturalmente se trata de un cine de otra época, con comportamientos bien diferentes a los actuales y con unas escenas sexys que mueven casi a la hilaridad. O que serían objeto de tijeras. Insertos algo más picantes que los que recordamos de El vampiro y el sexo, pero siempre dentro del más estricto Softcore. En todo caso, la hilaridad que acompañó algunos momentos de la proyección del film, estuvo teñida de cariño y  respeto.

Los leprosos y el sexo se inicia cuando unos leprosos escapan del hospicio en el que están internados, sembrando el terror, pues además de tener un mal contagioso, se dedican a robar. Pero, todo y con eso no serán, ni mucho menos, los villanos de la función. Para que vuelva la tranquilidad a la pequeña ciudad se reclamará la presencia de Santo, el enmascarado de plata, justiciero que acudirá a lomos de su caballo para enfrentarse y derrotar a los viles bandidos, retornando la paz a la ciudad. Santo, además, anunciará a los enfermos que ya existe un fármaco que cura la lepra. Final feliz para los justos en una aventura ¡A colores!

Y final feliz también para una gran jornada, y para un festival de Sitges que Serendipia culminó compartiendo unas cervezas con amigos y compañeros en la terraza del mismo Prado. El 56 festival de Sitges había terminado. Vendrían otros certámenes, pero Serendipia había sobrevivido, y con nota, a otra edición del mejor festival de cine fantástico del mundo. Eso sí, durante el mismo nos llegó la noticia del fallecimiento del gran Carlos Pumares, al que sin duda todos echaremos de menos. También se han jubilado los entrañables encargados del Prado, lo que ha dado paso a la llegada de un marcial caballerete de gesto siempre adusto. En fin…en todo caso…

¡¡¡Nos veremos en Sitges 2024!!!


Y ahora, les dejamos con el…

PALMARES DE LA 55ª EDICIÓN SITGES FILM FESTIVAL

SECCIÓ OFICIAL FANTÀSTIC A COMPETICIÓ 

Mejor película

Cuando acecha la maldad

Premio especial del Jurado 

Ex-aequo

Stopmotion (Por su exploración creativa del lado oscuro de la creatividad)

Vermin: la plaga (Vermines) (Por ser una película de monstruos poderosa y política)

Mejor dirección 

Baloji por Omen

Mejor interpretación femenina 

Kate Lyn Sheil por The Seeding 

  Menció especial per:

Zafreen Zairizai por Tiger Stripes (Por su talento emergente)

 Mejor interpretación masculina  

Karim Leklou por Vincent debe morir (Vincent Must Die)

  Mejor guion 

Colin y Cameron Cairnes por Late Night with the Devil 

Mejores efectos especiales, visuales o de maquillaje 

Frédéric Lainé, Jean-Christophe Spadaccini, Pascal Molina, Cyrille Bonjean-Jean, Bruno Sommier y Jean-Louis Autret por El reino animal (Animal Kingdom)

Mejor música 

Markus Binder por Club Zero 

Mejor fotografía

Martin Roux por La Morsure 

Menciones Especiales

Moscas (Por su bonita visión del lado feo de Buenos Aires)

Riddle of Fire (Porque ha hecho al jurado muy feliz)

NOVES VISIONS 

Mejor película 

Moon Garden 

  Mejor dirección

David Kapac y Andrija Mardesic por The Uncle 

Mejor corto Noves 

The Old Young Crow 

Menciones Especiales

Halfway Home 

Humanist Vampire Seeks Consenting Suicidal Person (Por su guion)

Mimì – Prince of Darkness (Por su fotografia)

  JURAT MÉLIÈS D’ARGENT

Premio Méliès d’Argent a la mejor película de género fantástico 

La morsure 

  Premi0 Méliès d’Argent al mejor corto europeo de género fantástico 

Cultes 

ANIMA’T 

Mejor largometraje de animación 

Tony, Shelly i la llanterna màgica (Tony, Shelly and the Magic Light)

  Mejor cortometraje de animación

Ghost of the Dark Path 

ÒRBITA 

Mejor pel·lícula 

The Last Stop in Yuma County 

BLOOD WINDOW 

Premio Blood Window a la mejor película

Cuando acecha la maldad

JURADO DE LA CRÍTICA

La teoría universal 

Premio Citizen Kane para el mejor director revelación

Stéphan Castang por Vincent debe morir 

Mejor cortometraje 

I’m Not a Robot   

PREMIO BRIGADOON

Premio Brigadoon Paul Naschy al mejor corto

Ellos (Néstor López y Óscar Romero)

SGAE NOVA AUTORIA

Mejor dirección-realización

Mikel Garrido por Tenemos patria 

Mejor guion 

Karen Joaquín por O que me parta un rayo 

Mejor música original

Márcio Echevarria por The Sun Thief 

JURADO CARNET JOVE

millor pel·lícula 

La morsure 

Millor pel·lícula Sitges Documenta

Kim’s Video 

PREMIOS DEL PÚBLICO

Gran Premio del Público a la mejor película 

Robot Dreams 

  Premio del Público Panorama Fantàstic

El exorcismo de Eastfield 

Premio del Público Focus Asia

Fuerza bruta: sin salida 

Premio del Público Midnight X-treme

Os reviento


Y tras este último video, un enlace (aquí) a nuestro habitual álbum fotográfico. 

Categorías: Sitges Film Festival

Diario de Serendipia en Sitges 2023: álbum fotográfico

18 noviembre 2023 Deja un comentario

Cualquiera que haya dado un ojo a los anteriores artículos, o nos haya visto por el festival de Sitges podría pensar que no hacemos más que ver películas, una detrás de otra hasta el infinito. Pues no, Serendipia también hace otras cosas durante el festival, pues es muy importante vivir y hacer otras actividades. Aunque no somos amigos de hacer muchas fotos con actores o directores, les ponemos un poco del ambiente que se respiró en otros ámbitos del festival. 

La noche previa a todo… calma chicha…

… y ya empezamos un año más…

…rodeados de zombis lectores…

…y entre los libros una nueva entrega ¿la última? sospechamos que no, del extenso repaso a la filmografía de d’Arbó, titánico trabajo que está realizando (ya van cuatro tomos), el amigo Diego Peñalver…

…que por muchos libros que escriba, bueno, ni él ni nadie, nunca alcanzará el número de tomos publicados por el prolífico Octavio López Sanjuán, al que siempre es una alegría poder saludar.

Dos tanatopractores adecentando a dos visitantes del festival…

…mientras esta bella dama consulta su correo.

Hablando de bellas damas, tuvimos el gran privilegio de saludar a Barbara Bouchet: puro glamour, amabilidad y cercanía. Una señora estupenda y unos ojos difíciles de olvidar.

Fueron diez madrugones...

Fueron 10 madrugones, 10…

…pero no fuimos los únicos.

Todo con tal de ver esas cortinas rojas que dan paso a la fantasía.

Tampoco se perdieron la cita Jesús y parte de sus discípulos, que ya están rodando el largometraje ‘Once a Time in Jerusalem’ ¡y trajeron pruebas palpables, imágenes y reliquias del milagro!

Como siempre fue un gran placer escuchar a los sabios maestros.

…y escaparse por la King Kong Area…

…en un festival que tuvo temperatura veraniega…

…y donde nos encontramos con viejos amiguetes…

… y hasta con María, lo cual nos hizo caer en cuenta de que el festival ya no la utiliza como premio.

Puntual a su cita, el 79 con su jefe, Joan Castelló, al frente. Muchos de ustedes pensaban que se trataba de una leyenda urbana que contaban los coleccionistas durante las frías noches de invierno, pero aquí está la prueba de su existencia: con ustedes el responsable de la ‘Colección Fantaterror’…

…y de otras maravillosas ediciones físicas de sus películas favoritas.

Y este no podría ser más que el stand de un imprescindible y querido amigo, Javier. Bubba estará siempre en nuestro corazón.

Phil Tippet demostró gran vitalidad e ilusión. Dice mucho de él que decidiera quedarse a ver King Kong y se ofreciera, además, a presentarla al público que llenó el Prado.

Ya se pone el sol. El festival termina, pero no teman pues…

…ya se prepara una nueva edición. Nos vemos allí.

 

 

VAMOS DE ESTRENO * Viernes 17 de noviembre de 2023 *

17 noviembre 2023 Deja un comentario

BLACK FRIDAY (Thanksgiving, Eli Roth, 2023)

USA. Duración: 107 min. Guion: Jeff Rendell. Historia: Eli Roth, Jeff Rendell Música: Brandon Roberts Fotografía: Milan Chadima Compañías: Spyglass Media Group, Cream Productions, TriStar Pictures, Ethereal Visage Productions. Distribuidora: TriStar Pictures Género: Terror

Reparto: Patrick Dempsey, Addison Rae, Milo Manheim, Jalen Thomas Brooks, Nell Verlaque, Rick Hoffman, Gina Gershon, Karen Cliche, Tim Dillon, Tomaso Sanelli, Jenna Warren, Jordan Poole, Shailyn Griffin.

Sinopsis: Tras un Black Friday en el que se producen disturbios que acaban en tragedia, un misterioso asesino inspirado por la festividad de Acción de Gracias aterroriza Plymouth, en Massachusetts –lugar de origen de la tristemente célebre festividad.

Tras las dos salvajes partes de Hostel (2005-2007) y la simpática Cabin Fever (2002), el director Eli Roth ha andado algo perdido. De codearse con Quentin Tarantino a hacerse amigote de Nicolás López, el tóxico director chileno, su carrera pasó a un segundo (y televisivo) plano. Hasta ahora, que vuelve al cine que lo encumbró con un film que, si bien, no es precisamente innovador, si que da todo lo que puede esperarse de él. Inspirada directamente por La noche de Halloween (Halloween, John Carpenter, 1978), Black Friday cuenta con un asesino enmascarado (cuya identidad, como sucede en los giallos, importa realmente bien poco); se celebra en una festividad señalada; es una pequeña ciudad en la que se conoce todo el mundo; hay un grupo de jóvenes universitarios que se la van a cargar; e incluso la primera escena ya es todo un homenaje al film de Carpenter. Pero, repetimos, no defrauda, porque el gore de garrafón es tan exagerado que mueve a la risa -nerviosa, pero risa- y las muertes resultan atractivas. Además, es crítica, en cierto modo, con la fiebre consumista, con esas avalanchas, en este caso mortales, que tan poco se diferencian de las que veíamos en los informativos cuando comenzaban las rebajas de El Corte Inglés.

Basada en su falso tráiler Thanksgiving, incluido en el proyecto Grindhouse de Tarantino/Rodríguez, Black Friday no llega a las cotas de sangre y transgresión de aquel, pero si que se permite repetir alguno de sus «gags» en un film que, realmente no pensamos que se pretenda sea una primera entrega de una serie de films, pues el personaje no llega tan lejos como en aquel apetitoso tráiler, ni a las cotas de hemoglobina de, por ejemplo, Art the Clown, pero cuando menos es un retorno de Roth  a los cines y, lo que es mejor, con un nuevo film de terror que da todo lo que pueda esperarse de él: un buen rato a base de asesinatos ingeniosos y sangrientos con los cuales pasar la tarde, protagonizado por Patrick DempseyAddison RaeMilo ManheimJalen Brooks ThomasNell VerlaqueRick Hoffman y Gina Gershon.

Diario de Serendipia en Sitges 2023: novena cápsula

17 noviembre 2023 Deja un comentario

Penúltima jornada de festival con un día de los más italiano. Todo lo cual no nos supone un problema, bien al contrario, pues a Serendipia gli piace molto el fantástico italiano, así que se pone de gala para ver el documental Dario Argento Panico y, ya por la tarde, asistir a un encuentro con Lamberto Bava, flamante premio Màquina del Temps. Pero claro, hay más películas, pues el Tramontana nos esperaba desde primerísima hora para una sesión de Orbita (Lumberjack the Monster) y una Noves Visions en femenino (Humanist Vampire Seeks Consenting Suicide Person).

Serendipia se dispone a ingerir un menú de tres platos en la Sala Tramontana. Un poco con el corazón partido, porque Serendipia es fan de la animación (aún la denomina dibujos animados en su fuero interno) y este viernes 13 en l’Auditori proyectaban White Plastic Sky (Müanyag égbolt, Tibor Bánóczki y Sarolta Szabó) que se anunciaba como una de las joyas europeas del año, pero no podía hacerle un feo a Takashi Miike, así que empezamos con él.

El japonés más asiduo al festival se presentaba con Lumberjack the Monster (怪物の木こり), un sangriento y bruto thriller, tal y como nos gustan, con un carismático y prácticamente invencible protagonista, y un argumento en el que caben también chips neuronales y mucha sangre. Géiseres de sangre brotando de  gargantas seccionadas. A Serendipia la sació, pero algunos se quedaron sedientos de más hemoglobina. Y de más violencia.  Y de más personalidad. Y… Vamos que no faltaron voces que tildaron a esta cinta de mediocre. ¿Qué hay de ello? El propio director declaraba en la rueda de prensa que cuando se tiene un mayor presupuesto, se tiene que buscar más público y se reduce la violencia, pero que a sus 63 años se ha cansado del estilo ‘light’ y quiere «volver al punto de origen» más violento. Y eso es lo que parece estar tramando: su nuevo proyecto será «un remake de una obra muy explosiva, idóneo para Sitges«. Pese a los lamentos de unos y otros, tenemos que decir que Lumberjack the Monster es un thriller muy sólido y bien resuelto. Clásico, pero sin que le falten esencias del estilo Miike.

Basada en la novela homónima de Mayusuke Kurai, el argumento de la película gira en torno a un abogado implacable, Akira Ninomiya (Kazuya Kamenashi), que no duda en eliminar a cualquiera que se interponga en su camino. Una noche es brutalmente asaltado por un individuo con una monstruosa máscara. Si bien sobrevive por los pelos, Ninomiya se obsesiona con encontrar al atacante y hacerle pagar con la misma moneda. Mientras tanto, se suceden una serie de horribles asesinatos cuyas víctimas aparecen con el cerebro extirpado. A la vez que la policía lleva a cabo una ardua investigación, Ninomiya busca venganza contra el agresor. ¿Quién descubrirá la verdad primero? es la pregunta que sostiene el suspense. La cinta se pregunta sobre la naturaleza del monstruo (que el MacGuffin atribuye a un implante neuronal), se interroga sobre las bases de la psicopatía y sobre si esta pudiera llegar a ser reversible. En cualquier caso, aunque esté lejos de la ultraviolencia que ha caracterizado al nipón, ofrece una cinta estimulante que gradúa muy bien el desarrollo de la trama y sus giros, muy bien interpretada por la estrella del pop Kazuya Kamenashi, un trabajo actoral tan atinado que hasta llega a conseguir un aspecto físico imponente (Serendipia apenas lo reconoció cuando se topó con él en el hall del Melià). Esta especie de Psycho Vs. Serial Killer (como reza en la promoción del filme) brinda una intriga policial con buen ritmo resuelta con solvencia y buen oficio por Miike. El nipón, aún estando más contenido de lo habitual, deja impreso su sello personal en este thriller de corte clásico que no es, de ningún modo, mediocre.

Tras el paréntesis que supuso el documental Dario Argento Panico, que nos saltamos ahora para agrupar todo lo italiano, y ya recuperados del (suficiente) baño de sangre que nos ha ofrecido el bueno de Miike, recibimos, en la tercera sesión y como delicioso postre, algunas salpicaduras más de hemoglobina provenientes de Vampire humaniste cherche suicidaireconsentant, una adorable película que no estuvo desde el inicio en nuestro programa, pues nuestra intención original había sido ver Les chambres rouges (Pascal Plante), pero tanto los pases de prensa como las entradas se agotaron a la velocidad del rayo. El imperativo del azar resultó ser todo un acierto, porque la peripecia de la vampira humanista fue ideal, a estas alturas de festival, para airear nuestras maltrechas neuronas.

Vampire humaniste cherche suicidaire consentant es una pequeña pieza de orfebrería dirigida por la francocanadiense Ariane Louis-Seize, que debuta con este film en el largo. Una comedia adolescente vampírica exenta de todo tipo de estupidez, ingeniosa y muy bien llevada e interpretada, especialmente por su joven protagonista, Sara Montpetit, que encarna a Sasha,  la benjamina de una estirpe de chupasangres que no parece progresar adecuadamente, pues le están comenzando a salir los primeros colmillos y se niega a matar para obtener el néctar de la vida, conformándose con producto envasado. Acomplejada, cuando se cruza en su camino Paul (Félix-Antoine Bénard), que patética e infructuosamente intenta quitarse la vida, acordará con él chupar su sangre hasta la muerte y así ambos se beneficiarán, pues él dejará eficazmente este valle de lágrimas y ella conseguirá, por fin, iniciarse en la caza pero…

Ocurrente mezcla de humanismo y depredación, esta opera prima da un giro imaginativo a los relatos de crecimiento y aprendizaje, que ahora muchos nombran como coming of age, pero que nosotros, si tuviéramos que utilizar un extranjerismo prefiriríamos decirlo en alemán, bildungsroman, mucho más altisonante, ¡dónde va a parar! Ariane Louis-Seize Imprime un tono dulcemente melancólico, más que lánguido, a los problemas de adaptación de una adolescente ante un mundo que la rechaza. Es una sólida comedia fantástica con lo vampírico de fondo, pero no en la línea de la tan petarda como excelente Lo que hacemos en las sombras de Taika Waikiki sino con un tono gótico y romántico bien entendidos. Su mejor baza es su guion, mimado hasta el milímetro, que el jurado de  Noves Visions reconoció con el premio de la sección.

Especialmente indicada para amantes  de Wednesday Addams, Emily The Strange y Lydia Deetz, en Vampire humaniste cherche suicidaire consentant como en casi toda narración adscrita al vampirismo, la sangre es una alegoría del sexo, haciendo un símil entre la aparición de los colmillos y el nacimiento del deseo sexual -o el advenimiento del periodo-; y el acto de morder a la víctima, como un remedo de las relaciones sexuales. Ariane Louis-Seize ha realizado una cinta deliciosa, repleta de humor negro y que cuenta con un tema musical final de lo más sorprendente para el público español (que tenga conocimientos de música bizarra).

Por cierto, Vampire humaniste cherche suicidaire consentant, para nada se trata de un exponente de lo que entendemos como Noves Visions (una sección que se caracterizó un día por ofrecer auténticas marcianadas autorales). En todo caso, bienvenida sea.

Serendipia se sube a la góndola y marcha para Italia. La primera parada la hacemos en el magnífico documental Dario Argento Panico, dirigido por Simone Scafidi, responsable de otros como Fulci for Fake (2019) y que, en esta ocasión, repasa la vida y obra del cineasta romano. Si en su pieza de 2019 recurría a una ficción para hilvanar los testimonios y el material de archivo (contrató a Nicola Nocella para interpretar a Fulci mientras enmarcaba el documental dentro de la investigación de Nocella sobre el hombre que iba a interpretar), en el actual  ficciona con el propio Argento, acompañándolo a su (¿supuesto?) retiro para escribir el guion de una próxima película. Las reflexiones del romano se intercalan con declaraciones de compañeros de profesión como Vittorio Cecchi Gori , Lamberto Bava , Michele Soavi y Franco Ferrini , familiares, y autores influidos por su obra, en mayor o menor medida, como son Gaspar Noé y Guillermo del Toro. Todo ello ilustrado con fotos e imágenes provenientes de fondos privados y prensa, además de escenas de sus películas.

Scafidi, de manera ágil y amena, entrelaza la faceta profesional de Argento con su figura privada. Así, el documental nos muestra a un hombre reservado y de voz suave, meridianamente sensato y con verdaera devoción por su familia, una imagen que contrasta con el carácter extremo de sus gialli. La personalidad profesional del autor se caracteriza por la ambición de hacerse un hueco relevante dentro del género. Y lo consigue con creces puesto que él mismo se convierte en epítome de todo ese tipo de terror transalpino. El documental arroja luz sobre historias que se dieron entre bastidores, igual que insiste sobre los inicios de Argento. Un hombre que confiesa sentirse predestinado al cine, como el hijo de un padre productor de cine (Salvatore Argent0) que es. Pero si alguien le inoculó el virus del séptimo arte fue su madre, Elda Luxardo , que le llevaba con ella mientras fotografiaba a las estrellas del momento. Se hace hincapié en sus mejores títulos, pasando de puntillas por esas piezas que no parecen estar a su altura (su Drácula 3-D, de 2012, ni se menciona), algo que, más que escatimar datos, ayuda a comprender mejor a este cineasta al que no le interesaba el terror per se, sino provocar el pánico del espectador.

Dario Argento Panico es una doble semblanza, personal y artística, que utiliza bien sus recursos para no crear fisuras entre ambos aspectos, así el testimonio de sus hijas refuerza la expresión de la dicotomía: Fiore Argento, la mayor de las dos, arroja luz sobre Darío como padre; en cambio, Asia Argento nos conecta con su experiencia con el Argento director. Un documental exhaustivo e intenso que fue muy del agrado de Serendipia, que lo terminó sintiendo un sabor agridulce en su paladar cinéfilo. Y es que no nos podemos sacudir la sensación de que  ha entonado un hermoso panegírico, un canto fúnebre, que esperamos tarde todavía mucho en tener que apostillarlo con un in memoriam.

La aventura italiana de Serendipia continúo por la tarde de este día, uno de los pocos en los que pudo prescindir de la fiambrera y comer como como dios manda, sentadx en una mesa. Era el turno de un cambio de registro, no tocaba una película sino un encuentro organizado en la sección de industria del festival, al que seguimos desde la primera fila, por supuesto. Serendipia culminaba la jornada con una nueva cita con el padre de Demons.

Lamberto Bava, que ya en otras ocasiones asistió al festival (lo recordamos como jurado de una edición), ahora recibía una más que merecida Màquina del Temps. El director durante una hora departió con el público sobre su familia, también habló de él y, como no, de su carrera, así como de la situación del cine italiano en general y del de terror, en particular.

Aunque ya habíamos tenido el placer de entrevistarlo en otra ocasión, fue nuevamente un placer escuchar al entrañable director narrar sus recuerdos de la que ha sido la profesión de toda una saga familiar, pues al cine se dedicó su abuelo; su padre, el gran Mario Bava; él mismo  y se prolonga en uno de sus hijos. Recordó cuando pisó el primer plató de cine, de niño, donde su padre le presentó al muy popular y voluminoso actor Aldo Fabrizi. También como para él, el cine no fue algo vocacional, y no le interesó especialmente como profesión, todo lo cual le llevó a estudiar y sacar el título de Derecho. Pero pronto descubrió que no le interesaba ser abogado y encontró su camino cuando, en un rodaje nocturno, concretamente de Seis mujeres para el asesino (6 donne per l’assassino, 1964), que dirigía su padre, al que le unía una relación de amistad, más que paternal, Lamberto quedó totalmente fascinado, lo que le animó a iniciar su carrera en el cine,  desde abajo, aunque ascendiendo rápidamente en la profesión. Una vida en el cine que Lamberto Bava vivió y compartió y que se desarrolló en una época en la que el cine era EL gran espectáculo popular que, por desgracia, y a causa de los avances tecnológicos, ya no es.

El paseo por la península Itálica dejó a Serendipia con un punto de melancolía. Pero también con mucha satisfacción. Así que la novena fue una jornada llena de contrastes, tanto por los géneros que visitó como por las sensaciones, pero muy fructífera. Mañana más y después punto y final.

 

 

Categorías: Sitges Film Festival

Enrique Buleo rueda la comedia negra coral ‘Bodegón con fantasmas’

16 noviembre 2023 Deja un comentario

El director conquense Enrique Buleo rueda su ópera prima Bodegón con fantasmas en la Manchuela. Se trata de una comedia negra coral, un compendio de relatos sobre los vecinos de un pequeño pueblo de interior donde la creencia en lo paranormal está totalmente aceptada. 

Sinopsis: Angustiados por los sinsabores y aprietos de la vida y la muerte, fantasmas y humanos de un pequeño pueblo de La Mancha hacen lo imposible por poner fin a sus problemas y no dudan en llevar a cabo extremos y desesperados planes para lograrlo. Tere consigue ver la luz del sol después de un encierro de meses, pero la repentina aparición de su padre desde el más allá, amenaza con devolverla a la oscuridad.Paqui vive una vida de insatisfacción y cuando parece estar a punto de librarse de su marido, causante de sus problemas, este pone en marcha un plan para estar juntos para siempre. Don Manuel, el cura local, lleva años viviendo sin fe, y el día que decide colgar los hábitos es visitado por dos fantasmas en busca de ayuda. Flor intenta acabar con su angustiosa soledad siguiendo las pautas dictadas por un programa de contenido paranormal. Fausti y Sebastian tratan de poner fin a su penosa economía echando mano del folclore fantasmal.

El rodaje del primer largometraje escrito y dirigido por Enrique Buleo se inició a finales de septiembre y se llevó a cabo en diferentes localizaciones de la Manchuela conquense (Villanueva de la Jara, donde nació el director, El Picazo, Casasimarro, Iniesta y Amodóvar del Pinar), Castellón y Valencia. La película fue uno de los dos proyectos ganadores del Concurso de producción de proyectos audiovisuales de la fundación ETuria CLM, impulsado por la Film Commission de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha para la promoción turística de Castilla La Mancha.«La Manchuela, a mitad de camino entre La Mancha y el Levante, tiene una particular idiosincrasia que bebe de ambas fuentes. Forjó mi personalidad, me dotó de un sentido del humor entre lo absurdo y lo macabro y me dio un imaginario donde conviven el bakalao, las charangas, Don Quijote o la religiosidad más puritana«, explica el director.

Como viene haciendo desde sus multipremiados cortometrajes, Las visitantes, candidato a los Premios Goya y Feroz o El infierno y tal, Buleo vuelve a sus raíces para contar historias con su particular sentido del humor. Bodegón con fantasmas “contiene elementos autobiográficos, inspirados en la realidad circundante y en mis inevitables tropiezos con otros humanos. Se dan cita elementos típicamente propios de la idiosincrasia española como el esperpento, la picaresca o el humor macabro y supondrá un retrato único de la Manchuela”.En Bodegón con fantasmas conviven la comedia negra, el drama rural, el humor absurdo, el realismo mágico y hasta elementos de la ciencia ficción. En palabras de Enrique Buleo: «Es una comedia negra y absurda con tintes de realismo mágico manchego. La película es un retrato mitad cómico, mitad macabro, de algunos de los miedos y deseos más primarios y universales. Abarca temas como la búsqueda de la identidad, la lucha contra la soledad o el miedo al sinsentido en la vida«.Producida por Quatre Films y Cuidado con el perro, en coproducción con la productora francesa Ikki Films y la serbia This and That, el film cuenta con un reparto coral en el que destacan Consuelo Trujillo, Fernando Sansegundo, Ferran Gadea, Enric Benavent, Eduardo Antuña, Patty Bonet, Cristina García, Pilar Matas, Bianca Kovacs, Nuria Mencía, Jordi Aguilar y José Carabias, entre otros. Además, en la película también participan actores naturales, habituales en la filmografía del director, como Gloria Martínez y Laureana Descalzo.

ENRIQUE BULEO, director y guionista

Nace en Villanueva de la Jara (Cuenca). En 2001 se gradúa en Bellas Artes por la Universidad de Cuenca y comienza a producir obra gráfica que compagina con sus primeros trabajos cinematográficos. En 2012 cursa el Máster en Guion Cinematográfico – Universidad de La Laguna. En 2016 dirige Decorosa, con el que consigue premios internacionales y 60 selecciones nacionales e internacionales. Con El infierno y tal (2019), producido por Quatre Films, que estrena en el Festival de Cine de Gijón, consigue la Mención Especial del Jurado en el Festival Clermont Ferrand (Francia), el Premio de la cadena ARTE en Dresden (Alemania) y el Tercer Premio del Concurso de Cortometrajes de Versión Española y SGAE, además de numerosas selecciones en festivales de prestigio y ser adquirido por Movistar Plus+, TVE y CLM Media.Su último cortometraje Las visitantes (2022) producido por Quatre Films e Ikki Films, tras una carrera meteórica, recibe los premios a Mejor Corto Europeo y Mejor Comedia en Clermont Ferrand y ha sido candidato a los 36 Premios de Cine Europeo.  Actualmente es candidato a los Premios Goya y Premios Forqué.

Diario de Serendipia en Sitges 2023: octava cápsula

16 noviembre 2023 Deja un comentario

Con los entrañables Phil Tippett y Lamberto Bava ya merodeando por Sitges, Serendipia inicia una nueva jornada de festival, reduciendo, en esta ocasión, la ingesta de películas para coger impulso ante el largo fin de semana que se nos viene encima. Más Noves Visions en el Tramontana (Raging Grace, The Vourdalak) y nuestra última visita de este año a l’Auditori con Concrete Utopia, enmarcada en la sección Órbita  y que agotó aforo con un lleno hasta la bandera. 

Serendipia tiene algo con Filipinas. Quizás porque toda la filmografía filipina anterior a la II Guerra Mundial cayó bajo el fuego japonés y norteamericano y eso nos causa una gran congoja. Quizás por el cine de terror bizarro que allí se realizó en los años sesenta y setenta. Puede que sea porque una de sus mayores estrellas haya sido el pequeño Weng Weng, nombre artístico de Ernesto de la Cruz. Quizás por la dictadura tan bizarra que sufrieron… vaya usted a saber, pero todo lo que tiene cierto sabor filipino, nos atrae. Si bien Raging Grace es una producción británica, su director y guionista, Paris Zarcilla, que debuta en el largo con esta cinta, es de origen británico-filipino. La historia que narra está protagonizada por Joy (Max Eigenmann) una emigrante indocumentada y madre soltera llegada, con su pequeña hija Grace (Jaeden Paige Boadilla), desde Filipinas a Inglaterra, donde se gana la vida como puede. Grace es un diablillo travieso, sus bromas pueden llegar a ser pesadas, pero manifiestan su inocencia y, en cierta forma, esa imaginación vivaracha alivia la carga de los días de Joy. La niña tiene que mantenerse escondida en el cubil que es su vivienda, agregando más tensión a Joy (en una ocasión tendrá que llevarla, escondida, a uno de sus trabajos proporcionando algunas de las situaciones más cómicas de la cinta). De modo que, cuando encuentra trabajo fijo con derecho a vivienda como cuidadora de Mr. Garrett (David Hayman), un anciano terminal que está en coma, Joy cree que sus problemas han finalizado. Pero lo cierto es que solo acaban de empezar. Pronto se percatará de que el anciano realmente está siendo sedado lentamente por su sobrina (Leanne Best). Así que la pregunta es ¿Por qué lo mantiene sedado? ¿Con qué fin? Cuando su sobrina se ausenta durante unos días, Joy logra reanimar al anciano con cuidados que ha aprendido en su tierra. Mr. Garrett está agradecido y atenderá con especial mimo a la niña. Una afabilidad que no extenderá a la madre, a la que trata con desdén,  como si quisiera ponerla en su lugar: es una mera criada y debe estar a su servicio. El anciano había sido criado por una nani también filipina, habla con añoranza de ella, pero Joy descubre un día que las cartas a su familia se le habían secuestrado dejando a la nani en una situación de desamparo. Este descubrimiento será el punto de inflexión de la trama, un nuevo giro le descubre a Joy que quizás no ha sido buena idea ponerse de parte de Mr. Garrett, pues parece estar detrás de aquel sometimiento del que fue víctima su nani. La trama se complica y el horror cotidiano que había vivido la protagonista se tiñe de una opresión, un misterio que desencadena, en el tercer acto de la cinta, un encadenado de situaciones que tiñen la película dándole naturaleza de terror.

Paris Zarcilla sale airoso en la realización de un filme que tiene más de sátira oscura que de terror, pero el hábil suspense que se mantiene durante todo el metraje permite que la hibridación no ofrezca fisuras. Eso sí, siendo un  debut sólido, no deja de utilizar recursos convencionales, así que su ubicación en la sección más alternativa del festival no parece del todo ajustada. Más original que la media de las que son exhibidas en Panorama Fantástico, se diría que no se confió suficientemente en ella como para incluirla en la sección oficial. Película agradable de ver, efectiva en esa crítica de un colonialismo que aún sigue vigente tantos años después de que desaparecieran las colonías, comprendemos que el programador que la seleccionó quisiera traerla al festival, pero se debió apostar más fuerte.

Sí nos parece apropiada la inclusión en Noves visions de la siguiente película, que degustamos sin abandonar la Tramontana. Otra de las cintas que pocos se aventuraron a ver, y suponemos que no solo porque le colgaron el dudoso eslogan promocional de ser «arte y ensayo cercana al cine de Albert Serra«. La producción francesa Le Vourdalak, que como puede suponerse adapta el relato de Alekséi Tolstói sobre vampirismo que tan bien llevara a la pantalla Mario Bava en 1963 en uno de los episodios que componen Las tres caras del miedo (I tre volti della paura) y que aquí, tal y como expresó su propio director, Adrien Beau, adapta de «una manera artesanal«. Y si, pero muy efectiva, añadimos, pues si bien el presupuesto se adivina escaso, con la mayor parte de la acción rodada en un bosque, la intriga y los personajes están bien modelados, desde el Marqués Jacques Antoine Saturnin d’Urfé, un petrimetre noble interpretado por Kacey Mottet Klein, que perdido por el bosque encontrará cobijo en un caserón arruinado habitado por una extraña familia; desde la exótica Sdenka (Ariane Labed); pasando por su aún más exótico hermano, Piotr (Vassili Schneider); y terminando con el patriarca de la familia, casi un cadáver, encarnado por una convincente marioneta tallada por el propio director. Para lograr el aspecto de fantasía de la vieja escuela, Beau renunció al rodaje en digital, hubiera dado a la imagen una apariencia demasiado precisa y los efectos logrados en la postproducción le hubiesen restado atmósfera, se utilizó una cámara de súper 16 y los efectos, como la propia marioneta, fueron físicos. Le Vourdalak es una cinta minimalista, a los aspectos técnicos señalados, se suma un elenco reducido, sólo siete actores a los que se pidió que llevaran a cabo una interpretación marcadamente teatral, que expresan más con sus movimientos, casi coreográficos, que con la declamación de las palabras. Y el minimalismo se traduce en un aura fantasmal, como si todos los personajes llevaran tiempo muertos, y la propia película vagara como un fantasma entre fantasmas. El director, pues, confeso amante de las transformaciones corporales, de las criaturas monstruosas, tenía muy claro qué es lo que intentaba trabajar dentro del género: nada interesado en los aspectos violentos ni en los sobresaltos típicos del terror más comercial, lo que le atrae es «explorar el lado oscuro del mundo, un poco como en los cuentos de hadas, a través de la brecha entre la crueldad y la ingenuidad» (declaraciones para Cineuropa). Todo este cóctel se adereza con unas gotas de sano humor que acaban de convertir Le Vourdalak en un petit plaisir.

Y como Serendipia pasó una hora y media deliciosa con esta producció ingeniosa y atmosférica que captura las dos almas del relato original (fue publicada en francés en vida de Tolstoi y en ruso de forma póstuma), les dejamos su trailer a modo de degustación.

Última película de la jornada, última sesión en l’Auditori de esta edición. Toca despedirse de la sala estrella. Y la verdad es que está más que bien hacerlo con una super producción a la altura de las condiciones de l’Auditori como es la surcoreana Concrete Utopia (콘크리트 유토피아, Tae-hwa Eom), adaptación de un célebre webtoon (cómic coreano serial), que fue la tercera película más taquillera del año en su país y seleccionada como candidata surcoreana a la mejor película internacional en los Óscar 2024. Como curiosidad, aún no estaba lista para el estreno cuando se anunció el proyecto de otra película que, aunque está ambientada en una época muy posterior, comparte el mundo de Concrete Utopia. Es un hecho inusual en la industria cinematográfica surcoreana comenzar la producción de la segunda parte cuando la primera aún no se ha estrenado. Se concretó que sería el primer largometraje dirigido por el especialista en artes marciales Huh Myung-haeng, y que contaría con la presencia de Ma Dong-seok como protagonista. Un hecho insólito que aventura la calidad de la película que tenemos entre manos.

Y es que Concrete utopía es una epopeya de más de dos horas que confirma, definitivamente, que la especie humana merece la extinción. Veamos porqué. La película se inicia después de un fortísimo terremoto, con Seúl reducida a escombros. Todo en la ciudad se ha derrumbado excepto un edificio, los apartamentos Hwang Gung, que permanecen en pie. Cuando los supervivientes del exterior se enteran de esto, comienzan a reunirse allí, lo cual hace que los residentes originales del edificio empiecen a sentirse amenazados y decidan unirse para su supervivencia. Eligen a Young-tak (Lee Byung-hun) como delegado de los residentes y bajo su liderazgo se prohíbe estrictamente la entrada de personas externas. También se elabora un nuevo reglamento pero, en medio de las continuas amenazas a la supervivencia de los residentes, comienzan a surgir entre ellos conflictos inesperados.

Hostilidad en un mundo hostil, no hace falta ser muy listo para ver que el film coreano es una llamada a la solidaridad, o mejor dicho, a la falta de solidaridad existente entre los países. Entre las ciudades. Entre los vecinos. Pero hay más, pues destaca el tema de la gentrificación de los barrios populares,  el clasismo y el totalitarismo, pues Young-tak termina siendo poco menos que un dictadorzuelo al que todos siguen ciegamente. Vamos, como los que estos días se están reuniendo en Ferraz. Y, al igual que ocurre con los disturbios ante la sede del PSOE, con lo dramático de la situación, aun queda algún -puto- espacio para la comedia. Concrete Utopia no es cine de catástrofes al uso, aunque la acción se inicie tras un terremoto y se centre en ese único edificio que queda en pie y en las ruinas de los colindantes. Habla de un  estado de guerra que nos resulta cotidiano. De una guerra entre los que no han perdido nada y los que lo han perdido todo. Entre los de dentro y los de fuera. O sea, lo de siempre. El pan nuestro de nuestras vidas. La radicalidad de la acusación y el fatalismo con el que se aborda la descripción de la naturaleza humana no nos deja sin esperanza, sin embargo. Porque Um Tae-hwa logra también hacernos comprender la presión social que lleva a la gente promedio, como nosotros, a abandonar todos los valores humanistas. También porque deja entrever que hay otros mundos, fuera de esta utopía segura, donde otra lógica es posible. Pero, sobre todo, porque sabe darle todo el protagonismo  a la joven Myeong-hwa, la antagonista del líder carismático, una enfermera que se niega a abandonar la promesa que hizo de ayudar a los más vulnerables. Todavía se puede empezar de cero, parece decirnos la conclusión del filme.

Concrete utopia fue proyectada dentro de la sección Órbita que, no nos engañemos, bendita sea, por las películas que permite incluir en el festival sin complejo de culpa. No pertenecen,  claramente, ni al género fantástico ni al terror, son en su mayoría thrillers de alto octanaje que se interseccionan en algún punto con la fantasía y el horror, por sus aspectos más visuales, por sus temáticas, por el tratamiento de la tensión, sin caer dentro del espectro global del género. Flotan en torno a él sin mimetizarlo plenamente. De ahí lo de órbita. Una sección que enriquece aún más el panorama de Sitges, sin duda.

Nos vamos de l’Auditori, toca recogerse. Decimos hasta mañana y les dejamos con unos dibujos animados gentileza del Quim Crusellas Team:

 

Categorías: Sitges Film Festival

Tráiler de ‘Madame Web’, enigmático personaje Marvel encarnado por Dakota Johnson

15 noviembre 2023 Deja un comentario

Tráiler y primera imagen de Madame Web, la película en la que conoceremos el origen de esta enigmática heroína de Marvel interpretada por Dakota Johnson y dirigida por SJ Clarkson (Toast, Anatomía de un escándalo) que llegará el próximo 14 de febrero en exclusiva a los cines de toda España. 

Sinopsis: Mientras tanto en otro universo… Con un giro dentro del clásico género, Madame Web cuenta la excepcional historia del origen de una de las heroínas más enigmáticas de Marvel. Un thriller de suspense protagonizado por Dakota Johnson en el papel de Cassandra Webb, una paramédica en Manhattan que podría tener habilidades clarividentes. Obligada a enfrentarse a sucesos que se han revelado de su pasado, crea una relación con tres jóvenes destinadas a tener un futuro poderoso… si consiguen sobrevivir a un presente mortal.

Diario de Serendipia en Sitges 2023: séptima cápsula

15 noviembre 2023 Deja un comentario

Serendipia se planta ya en la séptima jornada de festival. El cansancio comienza a hacer mella pero… ello no quita para que haya seleccionado cuatro películas más: tres de ellas de la sección Oficial Fantàstic Competició (Divinity, Vermin y El reino animal) y una en Noves Visions (Hundred of Beavers). Serendipia también estuvo tentado de acudir a ver un documental que pintaba francamente bien, Enter the Clones of Bruce Lee, pero dada la hora en la que se ofrecía, no nos hubiera permitido madrugar o soportar con dignidad las sesiones del siguiente día. Así que, con todo nuestro dolor, tuvimos que dejar el documental para mejor ocasión…

fotos: Serendipia

Y Serendipia escoge iniciar la jornada en la sala Tramontana con Divinity (Eddie Alcazar), una extraña película que tenía todos los ingredientes para pertenecer a la sección Noves Visions, pero que inexplicablemente fue a parar a Oficial Fantàstic Competició. Y es toda una lástima, pues si bien en Noves Visions hubiera tenido posibilidades de rascar algo, en Oficial Fantàstic fue prácticamente ignorada. A esta circunstancia cabe añadir que esta sesión tuvo lugar mientras en l’Auditori se proyectaba la última de Takeshi Kitano y que los dos pases restantes del film se programaron a horas algo intempestivas, uno de ellos dentro de una maratón nocturna. Así fue poco -o nada- vista por prensa y público asistente. Rodada en blanco y negro y en 16mm, esta fábula futurista se desarrolla en una sociedad distópica en la que el prima el culto al cuerpo, a la belleza y juventud (bueno, aún mucho más que ahora). Divinity ve al científico Sterling Pierce (Scott Bakula) dedicar su vida a la búsqueda de la inmortalidad, creando lentamente los componentes básicos de un suero innovador llamado Divinity. Años más tarde, su hijo Jaxxon Pierce  (Stephen Dorff) controla y fabrica la droga, dando como resultado un planeta hedonista que ha quedado 97% infértil, pero inmortal. La acción arranca con la llegada a la mansión del magnate de dos misteriosos hermanos (¿extraterrestes? ¿ángeles), que le inmovilizan con la ayuda de una seductora mujer llamada Nikita (Karrueche Tran).  El suero de la eterna juventud no consigue, todavía, que el cerebro deje de deteriorarse y los semigemelos convierten al propio Pierce en conejillo de indias para hacerle probar las consecuencias de su invento. Producida por Steven Soderbergh, motivo, posiblemente, de que la cinta participara en la sección «grande»,  el extraño filme contiene escenas rodadas en stop-motion, que lejos de chirriar con el conjunto le añaden extrañeza y fascinación, consiguiendo que sus imágenes permanezcan en la retina del espectador una vez finalizada. Hay quien alegremente le pone el cartelito de «película de culto». No nos atreveríamos a tanto, pues pensamos que actualmente se eleva muy a la ligera a cualquier película a la calificación de cinta de culto u obra maestra («masterpiece» para los guais) sólo con que se salga un tanto de los cánones. Lo que sí es cierto es que, sin llegar a las cotas de radicalidad de Skinamarink (Kyle Edward Ball, 2023),  ya saben, esa cinta que Variety considera mejor película de terror del año, pero que ha llegado directa a plataformas, Divinity,  lo que se dice extraña, lo es un rato la jodía.

Si el año pasado el gran momento friki del festival se produjo durante la proyección del documental Ummo, la España alienígena por los incidentes que causó José Luis Jordán Moreno, el autoproclamado «hijo y coheredero de José Luis Jordán Peña, emisario del planeta Ummo en la Tierra», este año el show estuvo protagonizado por los protagonistas de Hundred of Beavers (Mike Cheslik), una locura súper independiente, ingeniosa, divertida y, por desgracia, un tanto larga con la que culminan varios años de trabajo. Se trata de una epopeya que se desarrolla en el siglo XIX, en América del Norte y en pleno invierno, donde un vendedor de aguardiente de manzana arruinado querrá convertirse en el mayor cazador de pieles de castor para conquistar a la hija del comerciante local, que es quien se las compra. Para ello deberá cazar cientos de ellos, lo cual hará mediante locas trampas que, en muchos casos, se volverán contra sí mismo. Rodada en blanco y negro, utilizando técnicas del viejo slapstick mudo -no hay diálogos-, Hundred of Beavers es una de las óperas primas más salvajes de la temporada, un cartoon viviente de la Warner con gotas de Terry Gilliam cuyos 15.000 planos tardaron cuatro años en rodarse. Con sus casi dos horas de gags continuos, que hicieron las delicias del público del Tramontana, el film es tan consciente de su deuda con los dibujos animados de la Warner, y en concreto con los del Coyote y el Correcaminos, que incluso alguna de las trampas del cazador son marca Acme.

Pero, ¿por qué decimos que fue un momento friki? pues por el show que organizaron durante la presentación su director, Mike Cheslik, y su protagonista (y coguionista) Ryland Brickson Cole Tews. Tras tomar el director un tanto el pelo a la traductora, el actor saltó sobre un castor que apareció en el cine, reduciéndolo con una llave de lucha. Otro funny animal apareció, en este caso un perro, al que raudo venció otra vez, al igual que al tercero, un conejo que llegó a subir al escenario antes de caer a los pies del bizarro cazador de castores. Serendipia, al igual que el resto del público, no creía lo que estaba viviendo. Pero les garantizamos que sucedió. Cuando la película finalmente comenzó, quedó rápidamente demostrado que Hundred of Beavers es  una divertida cinta a disfrutar en compañía, pues el Tramontana se convirtió en una auténtica fiesta.

Por cierto, si el año pasado tras el incidente Ummo vimos  Les cinq diables (Léa Mysius), protagonizada por Adèle Exarchopoulos, en esta ocasión repetiríamos circunstancia: performance bizarra y actriz, pues la bella parisina también es una de las protagonistas de El reino animal, última cinta que veríamos durante esta jornada.

Pero antes… llegaron las arañas.

La francesa Vermin: la plaga (Vermines), con la que debuta en el largo Sébastien Vanicek, director criado en los suburbios parisinos donde sitúa la acción, fue una de las películas que, dentro del más estricto terror (no puro, recuerden), gustaron más a Serendipia, algo que casi parecía asemejarse a un placer culpable, pues si bien en los mentideros del festival todo el mundo estaba de acuerdo en lo bien que se lo había pasado con el film, nadie parecía tenerla en cuenta a la hora del palmarés. Y es una lástima y algo que Serendipia no llega a comprender. En TerrorMolins, por ejemplo, donde también fue programada, lo hizo dentro de una larga maratón. Todo y con ello, obtuvo en Sitges el Premio Especial del Jurado.

Vermin: la plaga es una muy digna producción de terror, enmarcada dentro del subgénero de invasiones de insectos. Una rebelión de la que, naturalmente, el culpable será el hombre. Kaleb (Théo Christine), es un joven que está a punto de cumplir 30 años y nunca ha estado más solo. Peleado con su hermana por un asunto de herencia, también ha cortado los lazos con su mejor amigo. Vive en un barrio parisino que está siendo devorado por la especulación,  y su único consuelo es su gran  pasión son los animales exóticos, muchos de ellos especies protegidas que adquiere de manera ilegal. Un día llega a casa con una extraña y violenta araña proveniente del desierto, que se escapa y multiplica rápidamente, provocando una plaga en el bloque de pisos. Cuando el edificio es puesto en cuarentena, los vecinos se verán  forzados a combatir a los arácnidos, que se vuelven más mortíferos conforme pasa el tiempo. ¡Y también más grandes!

Y Serendipia finaliza la jornada con El reino animal (Le règne animal, Thomas Cailley), otra producción francesa en la que los animales también tienen su protagonismo, pero digamos que de una forma más pacífica, menos molesta. Una pandemia causa mutaciones en la población, trasfiriendo características de diferentes animales a los afectados. Aunque no suponen una amenaza real, los mutantes son tratados con rechazo por buena parte de la sociedad. La película de Cailley nos enfrenta a una fábula que refleja la crispación pospandémica, enfrentarnos a la circunstancia extrema de vivir una situación límite no nos ha hecho mejores, casi todo lo contrario. En El reino animal se explora el lugar común del bosque como espacio de lo misterioso (cuando no de lo estremecedor) para alumbrar un fantástico, que la crítica de cine Desirée de Fez adjetiva como luminoso, en el que lo real muy real se cruza con éxito con lo sobrenatural sin generar fisuras. Lo fantástico es utilizado como la herramienta útil que es para denunciar los males de una época. Cailley elige, además, el tono intimista para su relato y lejos de ofrecernos la descripción objetiva de cómo está desarrollándose la situación general, se centra en las vivencias subjetivas de una familia que se ha visto afectada en primera persona por la plaga. Elegir la perspectiva del caso particular apela a la empatía del espectador, haciendo al relato más efectivo para cumplir sus pretensiones.

El reino animal sigue a François Marindaze (Romain Duris) que hace todo lo posible por salvar a su esposa, aquejada por la misteriosa enfermedad. Mientras la sociedad parece abocada a un nuevo orden, François buscará un remedio a todo ello, sobre todo cuando Émile (Paul Kircher), su hijo de 16 años,  comience a mutar y vea como todo se resquebraja a su alrededor. Juntos comprenderán que el remedio es dejar que suceda, que la especie evolucione. Que la vida siga. El mensaje nos cala gracias a nuestra identificación con los protagonistas (muy bien recreados por sus interpretes), al fin y al cabo lo que se nos plantea no es más que la estilización fantástica de problemas que todos podríamos haber enfrentado. Amén de que nos hace reflexionar sobre nuestro presente en el que la responsabilidad del hombre en el desastre ecológico, cada vez más evidente, hace cuestionarnos nuestra racionalidad. Nos hemos considerado centro del universo y ahora el orden desestabilizado que nos rodea nos lleva a replegarnos, a descubrir nuestras facetas más oscuras y a ensayar respuestas que devuelvan el equilibrio. Cailley entona un bello canto a la búsqueda de una nueva armonía que reponga los equilibrios y nos ponga en nuestro lugar.

Resulta cuanto menos inevitable recordar a H. G. Wells y La isla del Dr. Moreau, una novela publicada en 1896 y varias veces adaptada al cine en la que el buen doctor protagonista realizaba dolorosos cruces quirúrgicos entre especies animales y seres humanos, obteniendo unos resultados que eran tratados como bestias salvajes carentes de humanidad. Pero también es lícito traer a colación a los X-Men originales, de Stan Lee y Jack Kirby, donde se trataba el tema del diferente y de los cambios hormonales de la adolescencia. Aquí los mutantes no tienen superpoderes, si acaso el de lograr contagiarnos su voluntad de posicionarse ante un mundo que parece preferir la violencia a la convivencia. El reino animal rezuma un humanismo tan sincero, casi ingenuo, que nos enternece y le perdonamos que caiga en algunos desajustes en el tono y que dilate en exceso su desenlace. Defectos que no empañan su condición de fábula cautivadora ambientada en impresionantes decorados naturales y con unos efectos especiales que tienen mucho de poético y que le valieron el premio del festival en esta categoría.

La última cinta del día nos pilló algo cansados, así que casi la hemos disfrutado más al remebrarla que al ingerirla. Así que nos recogemos, ya está bien por hoy, que al día siguiente quedaban todavía perlas por descubrir y un largo fin de semana que gestionar. Cerramos con el cuarto Making of de lo que acontece por Sitges, realizado por Quim Crusellas y su equipo. Unos estupendos cortometrajes en sí mismos, repletos de humor y buen hacer que miden el ambiente del festival. 

 

 

Categorías: Sitges Film Festival

Diario de Serendipia en Sitges 2023: Sexta cápsula

14 noviembre 2023 Deja un comentario

La jornada promete ser fuerte: 4 películas, 4. Y las cuatro pertenecientes a la sección Oficial Fantàstic Competició. Entre ellas la que ganaría el premio a la mejor película. Comenzando en l’Auditori con Pobres criaturas de Yorgos Lanthimos, fuera de competición y que  esperábamos con auténtica expectación. También la extraña producción japonesa Best Wishes to All (みなに幸あれ) de Yûta Shimotsu. Y ya en nuestro segundo hogar, el Tramontana, Cuando acecha la maldad (Demián Rugna), que para nada nos esperábamos el impacto que iba a obtener. Y La espera, el retorno a casa de Francisco Javier Gutiérrez tras su aventura americana.

Fotos: Serendipia

No sabemos a qué hora se acuestan las gallinas, pero ha de ser lo suficientemente temprana como para estar prestas al alba cuando cante el gallo. Y Serendipia se acostó con las gallinas porque sabía que la luna aún reinaría en el firmamento cuando estuviese haciendo cola frente a l’Auditori. Necesitaba estar frescx (más que las rosas) para no perder detalle de la cinta que más esperaba, Pobres criaturas, bastante más de dos horas que iban a requerir toda su atención. La estrategia funcionó y la experiencia fue tan fructífera como esperaba.

Pobres criaturas (Poor Things), la última barrabasada de Yorgos Lanthimos fue, de largo, la mejor película que se proyectó durante esta edición del festival, aunque se ofreciera fuera de competición. La flamante cinta se alzó con el León de Oro en el pasado Festival de Venecia, donde la película fue ovacionada con ocho minutos de aplausos. Y estamos seguros de que hubiera encantado a los surrealistas, que entrarían de buen grado en el laboratorio del Dr. Godwin Baxter (Willem Dafoe) y disfrutarían con sus bizarras criaturas y su más compleja creación: Bella (gran Emma Stone), resultado de sustituir el cerebro de una suicida por el de un nonato.

Bella, es un bebé que todo lo descubre y aprende con pasmosa velocidad, pero con el cuerpo de una mujer adulta, diciéndolo freudianamente, es puro ello, pura amalgama de pulsiones regidas exclusivamente por el Principio del placer (siguiendo con la jerga de Freud). Bella es una hermosa paradoja, una mente sin censura, anterior, no solo al superyo (conciencia moral), sino al mismo yo (sentido corporal-emocional del sí-mismo), en un cuerpo que está en su plena madurez. La inspira un hedonismo inocente como el de los recién nacidos, así va descubriendo el mundo, así también va descubriendo el propio cuerpo. Se palpa como se palpan los bebés y se autosatisface con todo lo que le da placer sin que ningún Principio de realidad (Freud de nuevo) la aliente a posponer sus deseos. Todos al nacer somos así, desvergonzados, nadie nos ha descubierto el pudor, eso es algo que se nos irá inculcando de a poco desde las primeras cucharadas de papilla con cada estonosehace/estonosetoca, para que antes de la pubertad sepamos comportarnos. Bella, en cambio, luce espléndida como una fruta madura, pero con la estructura interna de un primer brote. Su mente, brillante y primitiva, la convierten en la imagen de una adulta no reprimida, espontánea y sin prejuicios, algo que, como cabía esperar, se pondrá de manifiesto, con todas sus consecuencias, cuando descubra la sexualidad.

Hasta el momento de ese despertar, Bella ha vivido en un mundo en blanco y negro encerrada entre los muros de la mansión/laboratorio de Godwin Baxter. Porque su creador/padre necesita unas condiciones ideales para seguir la evolución del experimento que es ella. No la aísla por celo represor sino en aras de alcanzar el mayor rigor científico en la observación de su mejor criatura. En su jaula de oro nada le falta, ni el contacto amoroso, pues el propio Goodwin alienta a su ayudante, el joven Max McCandles (Ramy Youssef) a que dé rienda suelta a su pasión platónica tomándola como prometida. Todo es ordenado y meticuloso hasta que Bella descubre la fruición sexual y con ella la pasión por conocer, lo que la lleva a descubrir el mundo junto al abogado de la familia, un libertino canallita interpretado por Mark Ruffalo. El mundo de la joven se llena de un color vivo en un viaje que va desde una Lisboa retrofuturista (con esos zepelines y ese monoraíl aéreo surcando los cielos) a los barrios bajos de Alejandría y los burdeles de París.  Un recorrido quijotesco en el que a medida que Bella adquiere mayores conocimientos, empieza a entender el mundo en el que vive, aprende a comportarse de acuerdo con las normas de la sociedad y toma consciencia de sus derechos. Así, cuando Bella regresa, es un ser totalmente diferente, experimentado en todos los aspectos y dueña de sí misma. No como mujer liberada, nunca fue prisionera, sino como mujer consciente de su libertad.

Fácil es descubrir en Bella a un trasunto de Mary Shelley a la que su padre describía a sus quince años como una chica «singularmente valiente, un tanto impetuosa y de mente abierta. Sus ansias de conocimiento son enormes, y su perseverancia en todo lo que hace es casi invencible». El trasunto shelleyniano estaba ya en el material del que parte Lanthimos, la novela casi homónima del singular escocés Alasdair Gray, ¡Pobres criaturas!: episodios de la juventud del Dr. Archibald McCandless, funcionario de Salud Pública, algo que se aprecia ya en el nombre del personaje que interpreta Willem DaFoe, Godwin, como el apellido del anarquista padre de la Shelley, y Baxter, apellido del mentor escocés de la autora del Frankenstein (o moderno Prometeo encadenado), el botánico y filósofo radical, que habría terminado de formar el espíritu revolucionario de Mary. La novela, un buen ejemplo de literatura postmoderna, es un pastiche (en la acepción positiva del término) que teje entre sí los modos narrativos del clásico de Mary Shelley con los del Drácula de Bram Stoker, para ofrecer una pieza que en clave satírica se hace eco de las críticas sociales de ambas obras. Y Lanthymos profundiza, también con mucho de comedia, en la reflexión sobre si todo es válido para el desarrollo de la ciencia junto a otros de sus temas más queridos. La Pobres criaturas del griego es, ante todo, un canto al libre albedrío y la libertad de la mujer para decidir y seguir su propio camino. Pero eso se destaca sobre una crítica más ambiciosa que ahonda en el análisis de la complejidad de las dinámicas sociales, los estatus asumidos y el valor de la rebelión. Algo que no reflejaban las primeras y equívocas sinopsis que llegaban en las que se tildaba al personaje de Bella como una especie de criatura de Frankenstein ninfómana.

La mirada del griego hacia la especie humana se vuelve  aquí menos inclemente y cruel, pues, aunque refleja los aspectos negativos de los desarrollos de la humanidad, también tienen cabida la exposición más amable de los perfiles positivos de la especie, deja asomar también la bondad, la empatía y la solidaridad. Y mientras se estiliza en sus contenidos temáticos se radicaliza en su barroquismo visual. Yendo un paso más allá de lo experimentado en La favorita (2018), nos regala una puesta en escena extrema en la que no sólo destaca la transición narrativa del blanco a negro al color, sino que asalta al espectador con  imágenes deformadas por lentes de ojo de pez, con zooms violentos y con grandes escenarios construidos en estudio y digitalmente. Y no se trata de un ejercicio megalómano de un director encantado de conocerse, como sugerían algunas voces al terminar la proyección, sino que sus decisiones formales barrocas resultan perfectamente ajustadas al espíritu que quiere imprimir a su relato. Todo ese artificio e imaginación se ajustan perfectamente a lo que requiere la historia. Toda esa acumulación de elementos resulta coherente y plena de sentido. El espectador atento sabe comprender que la historia no podría haber fluido si se hubiese contado con la parquedad de recursos visuales. Las columnas salomónicas tuvieron razón de ser, por más que las sobrias columnas dóricas cumplían de igual modo su función de sostén.

Es la primera ocasión en la que el director griego ha trabajado con material ajeno, aunque tenía muy claro lo que quería y así se lo pidió a su guionista, Tony McNamara, nombrándole tres películas como referencia al tono que quería para la suya: Y la nave va (E la nave va, Federico Fellini, 1983), Belle de Jour (Luis Buñuel, 1967) y El jovencito Frankenstein (Young Frankenstein, Mel Brooks, 1974). Y en vista de los resultados puede decirse que se fabricó un híbrido perfecto.

Emma Stone repite con Lanthimos tras La favorita (The Favourite, 2018) y el cortometraje Vlihi (2022), como actriz, y en esta ocasión, como productora, demostrando tener muy buen ojo, pues el director sabe sacar de ella unas interpretaciones  antológicas. La actriz ha tenido que a inventarse una nueva forma de andar, una nueva forma de hablar, una nueva forma de actuar. Porque se trataba de alumbrar a la nueva mujer con suficiente histrionismo y suficiente temple como para no caer en la caricatura. Stone asume riesgos que son poco transitados por las estrellas de Hollywood y que pasan también por entregarse sin remilgos a las escenas de sexo.

Lanthymos firma un excelente trabajo de género. ¿De cuál? De uno inclasificable que no se deja resumir en las etiquetas: ¿Es fantasía?, ¿Es humor?, ¿Es sátira? Es todo ello y mucho más. El griego diluye las fronteras en otra obra de rico mestizaje genérico.

Con la cinta de Lanthymos nos acercamos a la prometida reflexión sobre qué narices puede ser la pureza del terror, pero antes haremos otra escala para hablar de la opera prima de Yûta Shimotsu, que es el plato que degustó Serendipia en su antepenúltima sesión en el Auditori.

Shimotsu llegaba a la presentación de su opera prima ataviado con la camiseta del festival. Divertido nos contó que había tenido que comprar ropa de urgencia porque la aerolínea le había extraviado la maleta. Puro entusiasmo, el japonés, sin darse cuenta, hacía todo un spoiler de su largo, procedente de su corto homónimo que se alzó en 2022 con el gran premio de la Japan Horror Movie Competition de Kadokawa: confesó haberse inspirado en una leyenda nipona según la cual ser feliz depende directamente de la infelicidad de otros.

Best Wishes to All (みなに幸あれ) nos sumerge en una pesadilla doméstica. Una llena de extrañeza, que recuerda las atmósferas de Junji Ito, y en la que su joven protagonista (Kotone Furukawa), una estudiante de enfermería,  descubrirá en una visita a casa de sus abuelos que las cosas no están bien. Que estos tienen un comportamiento extraño. Y que, además, suenan golpes provenientes del trastero. Ella parece ser la única de la familia que se percata de todo, pero pronto descubrirá, por las malas, que todo ello es producto de una peculiar tradición ancestral para alejar la infelicidad. 

El arranque de Best Wishes to All nos hace recordar La visita (The Visit, 2015) de M. Night Shyamalan, con esos abuelos que incluso en los primeros compases resultan intrigantes.  haciendo anticipar que algo va a torcerse hacia una esfera de perversidad. Pero pronto, cuando, por ejemplo, los ancianos empiezan a gruñir como los cerdos ante el cochinillo que van a comer, mientras sostienen que los cerdos están satisfechos de ser sacrificados para deleitar nuestros ágapes, y, sobre todo, cuando se arrastra hacia el comedor un personaje semidesnudo que tiene cosidos los párpados y los labios, la cinta de Shimotsu deriva hacia territorios más autóctonos del terror. Takashi Shimizu, uno de los fundadores del terror japonés moderno (y que ya produjo el corto que extiende esta opera prima), saluda a Yûta Shimotsu como nueva savia que va a renacer al J-horror, que parecía haberse aletargado en las últimas décadas.

Aunque aquí no exista la presencia de ningún yūrei, esos fantasmas femeninos que nos deleitaron en el The Ring (リング, 1998) de Hideo Nakata, sí nos movemos en el terreno de los cuentos y leyendas sobrenaturales que han distinguido al País del sol naciente, explotando a las mil maravillas un terror surreal y psicológico. Shimotsu dibuja una pesadilla poblada por monstruos muy humanos con una gran dosis de humor negrísimo, utilizando los efectos visuales y el sonido con moderación para crear una sensación de pavor y terror que se infiltra en nuestra conciencia. Logra un terror que es local y a la vez universal, porque no podemos dejar de mirar pasmados sus extravagantes viñetas de comedia oscura, divertidos a la par que un punto horrorizados. Reímos, pero a la vez se nos queda un gesto sombrío, sobre todo ante su plano final (Spoiler Alert) en el que tomamos conciencia de que nuestra protagonista ha acabado por aceptar la locura de dañar a otros para procurarnos bienestar.

¿Qué harías por la felicidad? Es la interrogación con la que se promocionan estos mejores deseos para todos. Sabemos al terminar que se está preguntando por los límites de lo ético. Esa es la clave conceptual de este cuento de horror en familia, una premisa temática que recuerda la crítica similar de Kiyoshi Kurosawa al consumismo contemporáneo y su correspondiente narcisismo en Creepy (クリーピー 偽りの隣人, 2016). Aún sin llegar a la altura del maestro más autoral del J-horror, el debut de Shimotsu resulta un excelente y atmosférico ejercicio de terror. ¿Puro? Llegamos ya a la gran disquisición, justo cuando cambiamos de sala y vemos la próxima película.

Serendipia vuelve a instalarse en el paraíso de la primera fila del Tramontana, le gusta comerse la pantalla y sólo aquí le es posible. Toca ver otro de los títulos que han despertado expectativas desde que fue anunciada su participación en la sección Oficial Fantàstic Competició: el segundo largo de Demián Rugna, Cuando acecha la maldad. En 2018 Serendipia había disfrutado con su prometedora opera prima, Aterrados, una visceral y efectiva película de terror sobrenatural con elementos de comedia. Y el arranque de Cuando acecha la maldad no podía ser más prometedor, parecíamos estar ante un weird western gaucho: Una hacienda, noche, los perros ladran, se oyen disparos; por la mañana los dos hermanos que guardan la finca inspeccionan el terreno, hallan un cadáver decapitado y todo los lleva a la casa de unos masoveros indígenas, allí descubren que el hijo mayor, Uriel, se ha convertido en una masa de carne hinchada y llena de fístulas: es un embichado. Serendipia se relame acariciando la idea de estar ante un enigmático mal ancestral de color autóctono. La producción argentina (con parte de capital norteamericano) envuelve su atmósfera malsana con toques de humor muy oscuro,  ambas cosas van in crescendo hasta que el primer acto culmina con un festín de muertes bastante gore. Qué es lo que sea un embichado se desgrana, en este primer momento, dosificando la información paulatina y sosegadamente, manteniendo alta la intriga y haciendo cómplice al espectador de la reconstrucción de la lógica de esa particular mitología. Pero la cosa cambia: se abandona la apariencia de western rural, para introducirnos en una especie de road movie de huida de la maldad que acecha a los protagonistas. Lo peor es que se abandona también el desarrollo de la acción progresivo, y las claves de la trama avanzan a golpe de diálogo, puesto en boca de los nuevos personajes que van incorporándose. Nada molesta más a Serendipia que los subrayados discursivos, sobre todo cuando, a su juicio, el metraje de la cinta hubiera sido suficiente como para continuar acudiendo a los elementos puramente visuales para desarrollar la acción.  Además, la naturaleza de los embichados no era todo lo original que habíamos esperado. La acción va derivando hacia unos derroteros más trillados, los embichados no son otra cosa que un cruce entre infectados y poseídos, que sí, es novedoso, pero no deja de ser la fusión de figuras ya establecidas con anterioridad en el género. Como sentencia Wilson Chapman, donde se nos prometía una pesadilla febril de alta temperatura, acabamos encontrando un resfriadillo tejido con los mimbres de un recital de sustos que son más espeluznantes y escandalosos que aterradores. Rugna malogra el potencial de lo que él mismo había planteado. O esa fue la impresión de Serendipia, al menos, porque, al salir, sus compañeros de platea celebraban exaltados lo visto ¡Por fin terror!

Cuando acecha la maldad convenció a casi todos, incluidos los miembros del jurado,  que la coronarían mejor película del certamen. Como explicaron en el palmarés: «nos gusta el cine de terror, las películas de terror y creemos que a veces no tienen el reconocimiento que deberían tener y por eso hemos escogido esta película porque creemos que es la mejor de las películas que hemos visto». Incluso la organización se felicitaba pues «la película supone un éxito para Sitges Industry ya que fue un proyecto que empezó a gestarse en el contexto del Sitges Fanpitch«. Cuanto menos, curioso.

Ante tamaños festejos, la cabeza más secundaria del monstruo que esto escribe empezó a plantearse si acaso eso del terror no iba con ella y, entonces, no tenía derecho a acudir a un festival que está consagrado a ello. Y, a partir de ahí, de su pequeño trauma (diciéndolo un tanto hiperbólicamente), se enfrascó en toda una indagación sobre qué narices es eso del terror que tantos habían calificado de puro. Y ahora es cuando va a soltar la digresión prometida desde el día anterior.

Para el catedrático Sebastián Serrano, somos hijos del miedo. De un miedo con alto valor adaptativo que tiene por antónimo la temeridad. Los temerarios no le tienen tomado el pulso al peligro, por eso se arriesgan sin tino, juansinmiedos de la vida, se atreven con todo, su falta de juicio les expone y… no llegan a viejos. Los temerosos, en cambio, no corren riesgos innecesarios, actúan con prudencia y sobreviven dejando su herencia genética para la especie. Una perpetuación biológica de los miedicas que se refuerza con la educación. A sus vástagos les legan sus genes y los cuentos. Las leyendas y el folklore vestían los peligros naturales con el ropaje de entes dañinos y taimados, así, si no tienes vértigo, un barranco puede resultar hasta atractivo, pero si es la oscura morada de una legión de trolls (por poner), y eres niño, la cosa ya se pone más seria. Vino la Ilustración queriendo poner coto a las supersticiones en nombre del reinado de la recta Razón, pero la generación romántica que la sucedió volvió a elevar y dar valor a lo sobrenatural. Movimiento pendular de la historia en el que tuvo su peso descubrir que el sueño de la razón produce monstruos. Terror por antonomasia es el método expeditivo de represión revolucionaria (o contrarrevolucionaria) que instauraron Robespierre y su pandilla. No es de extrañar la reacción de la generación siguiente que empezó a poner en valor lo medieval y lo oscuro, siguieron la estela de Horace Walpole que en 1764 escribía El castillo de Otranto haciendo nacer la literatura de terror. Si el arte desconfiaba de la Razón, también la propia filosofía la ponía en cuestión: en el siglo XIX nacía la que se ha denominado Filosofía de la Sospecha, que tiene en Marx, Nietzsche y Freud sus cabezas de cartel. Es el vienés el que va a adentrarse en la mente y sus traumas y, claro, pondrá sus miras sobre qué es y qué produce el terror, esa emoción que ahora sabemos que nace en una región del cerebro denominada amígdala, ubicada en el sistema límbico, que se encarga de regular las funciones de conservación del individuo. Aunque admira a Darwin, Freud da una explicación que no es biologista sino una lectura que podríamos denominar (un poco a bulto) metafísica. El padre del psicoanálisis se interesa por el terror desde bien temprano, pero es después de la Gran Guerra cuando dará su definición más elaborada, distinguiendo entre angustia, miedo y terror. Si el miedo es el temor a un peligro presente, conocido, y la angustia la señal de alarma de la mente, que lo anticipa sirviendo de entrenamiento, el terror está relacionado a un estado en que se encuentra el sujeto cuando se ve sorprendido por un peligro para el cual no estaba preparado. Según esta lógica, aterrarse es estar al borde del colapso, enfrentarnos a una  adversidad, tan grande, que quedamos paralizados y, en el peor de los casos, condenados a repetir mentalmente el trauma que hemos vivido (algo que Freud observó entre los veteranos de la Gran Guerra). El miedo nos cualifica, el terror nos incapacita. Así las cosas, deberíamos concluir que los que ven cine de terror somos unos absolutos masocas. Pero es que la cosa no es tan simple. Si disfrutamos del género es porque mientras vemos estas producciones nuestro cuerpo está tensionado y libera cortisol, una hormona que está relacionada con el estrés, por eso, asustarse con una película mejora el estado de ánimo y ayuda a sentirse mejor. El miedo que vivimos en la sala oscura nos activa, nos despierta, hasta nos enardece. Definiéndolo coloquialmente: vivimos un “subidón” químico que nos provoca una euforia momentánea. Sobre todo si el final es catártico. Se disfruta del terror que no paraliza, que es tanto como decir que no aterra, ergo no puede existir algo así como películas de terror puro. De haberlas nos lisiarían, nos dejarían traumatizados (en el sentido fuerte del término) de por vida. Casi muertos. Defender la pureza del género es defender algo que no lleva a parte alguna. Lo puro es lo que está  libre y exento de toda mezcla de otra cosa. Lo que es fiel a una esencia imperturbable, impermeable a cualquier cambio. Pero el terror es también un reflejo de la sociedad, de los miedos de una época, por eso no puede ser invariable. Cada momento histórico vive sus propios espantos y los expresa bajo formas narrativas acordes. En definitiva, no es más puro, ni menos, el terror gótico de Walpole que eso que llaman horror elevado. Sólo son distintos rostros del miedo. Bienvenidas sean todas las manifestaciones del monstruo.

Aliviados tras la perorata, ya podemos continuar con el relato de la jornada que tuvo para Serendipia un bonito final de fiesta: La espera, otra cinta que usa los caminos del western rural, ahora ambientado en la Andalucía natal de su director, Francisco Javier Gutiérrez.

Gutiérrez en La espera incluye varios guiños a su recordada cinta de 2008, 3 Días, con la que debutó en el largometraje y que le supuso bastante reconocimiento en la época. Recupera a uno de sus protagonistas, Víctor Clavijo, que realiza nuevamente un trabajo excepcional. Al igual que el resto de su escogido reparto: Pedro Casablanc, Luis Callejo y Manuel Morón, entre otros. Clavijo encarna a Eladio, guarda de una finca que organiza partidas de caza y que acepta el soborno de uno de los señoritos, el secretario del hacendado, que sabedor de la necesidad que se pasa en el hogar del guarda, le tienta con un cuantioso soborno para que descuide la seguridad y reparta más lotes de caza en la montería. Semanas después su vida entera colapsa. Lo que parecía un vuelco favorable del destino se convertirá en un macabro descenso a los infiernos en el que Eladio sufrirá la trágica pérdida de su familia y verá puesta a prueba su cordura con algo mucho más oscuro.

Después de su poco afortunada aventura americana, Gutiérrez sintió la necesidad de volver a España, a Andalucía, su tierra, y rodar algo más íntimo, más personal, «España me devuelve a mis raíces, a mis recuerdos, así como a mi narrativa más personal. Trato de ahondar en las emociones, explorando una vez más la complejidad, oscuridad, belleza y fragilidad de la naturaleza humana. Todo ello disfrazado de un thriller de terror brutal, sin concesiones, descarnado, con alma de wéstern». Una vez en este blog hablamos de Los santos inocentes (Mario Camus, 1984) y decíamos de ella: «No es una película de terror, pero sí una película sobre el miedo, ¿o acaso no es terrorífico ese abuso de poder de los señoritos, su absoluto desprecio por las vidas ajenas?  Los miedos cotidianos son más sórdidos que los fabulados, por eso tienen más cuerpo y nos remueven más«. La espera entronca con el relato de Miguel Delibes, con la película de Camus, pues estos nos hablaban del monstruo, el que representan los hacendados, esos cazadores de hombres, y también los otros, esos que hacen honor a la etimología del término, los que son dignos de ser mostrados. Azarías es nuestro héroe, el inocente capaz de derramar sangre y conducirnos a la liberación de acabar con mano certera con el servilismo. Pero si Los santos inocentes dejaba margen a la catarsis, eso no ocurrirá en La espera. En el filme del andaluz las partidas de caza se convierten en algo directamente tenebroso y se encauza el drama rural hacia el sendero de lo siniestro, magia negra y sociedades secretas incluidas. El terror se irá cociendo asentado sobre la dilación, sobre la angustia de lo que no llega, pero sí se espera. Y se teme.

La película de Francisco Javier Gutiérrez tiene en la espera del título el centro mismo de su funcionamiento narrativo. Con un sol inmisericorde y un calor constante, que baña de sudor a los personajes, La espera es un trabajo sobre el dolor, la pérdida y el infierno de la culpa. Así como sobre la imbatibilidad del poder, hambriento de sacrificios con los que perpetuarse. Filme de puesta en escena brillante, no faltan las voces que catalogan este ejercicio de realismo, más que mágico, maléfico, de muestra de folk horror nacional.

Más allá de la etiquetas, la propuesta de Gutiérrez se manifestaba como una de las más sugestivas de esta edición. Incluida en la sección Oficial Fantàstic Competició, habría merecido mayor eco de sus bondades. El público que compartió la sala Tramontana disfrutó, además, de las palabras de presentación del propio director.

Cerrar con el filme de Gutiérrez fue un magnífico broche para un día casi perfecto, repleto de importantes títulos de autores ya consagrados, de debutantes y de otros prometedores que aún siguen en la liga de  haber de darnos todavía mucho más.

Mientras tanto, en Sitges continuaban pasando cosas…

 

 

Categorías: Sitges Film Festival

En diciembre llega a las salas un siniestro flautista de Hamelín en ‘La partitura’

13 noviembre 2023 Deja un comentario

El 6 de diciembre llega a los cines españoles La partitura, última apuesta de terror de Millennium Media basada en el popular cuento El flautista de Hamelín, escrita y dirigida por el islandés Erlingur Thoroddsen (Child Eater, Patience Seven). 

Sinopsis: Basada en la fábula de Pied Piper (El flautista de Hamelín), la película se centra en una joven compositora (Charlotte Hope) que se encuentra frente a la oportunidad de su vida cuando recibe el encargo de componer el tercer movimiento de la partitura que su  difunta mentora dejó incompleta al morir repentinamente. Sin embargo, pronto descubrirá que tocar esas notas conlleva repercusiones mortales, lo que la llevará a desenmascarar los orígenes perturbadores de la melodía y la malvada fuerza que ésta despierta.

La partitura está protagonizada por el recientemente desaparecido Julian Sands, quien interpreta al mentor y músico experimentado y Charlotte Hope (La monja, Aliados), la joven compositora que se encontrará ante la oportunidad de su vida, con sorpresa inesperada incluida. Para la composición de la banda sonora, algo fundamental al tratarse de la leyenda del misterioso flautista, la productora ha apostado por uno de sus valores seguros, el experto Christopher Young (Cementerio de animales, Hellraiser, The OfferingSinister), toda una eminencia en la composición de bandas sonoras de películas de terror.

El rodaje de La partitura se desarrolló durante el verano de 2021 en los estudios Nu Boyana (Sofia) y en algunas localizaciones adicionales de la capital búlgara.