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VAMOS DE ESTRENO * Viernes 27 de enero de 2023 *

LA BALLENA (The Whale, Darren Aronofsky, 2022)

USA. Duración: 117 min. Guion: Darren Aronofsky. Obra: Samuel D. Hunter Música: Rob Simonsen Fotografía: Matthew Libatique Compañías: A24, Protozoa Pictures. Distribuidora: A24 Género: Drama

Reparto: Brendan Fraser, Sadie Sink, Samantha Morton, Ty Simpkins, Hong Chau, Sathya Sridharan, Jacey Sink

Sinopsis: Un solitario profesor de inglés con obesidad severa (Brendan Fraser) intenta reconectar con su hija adolescente en una última oportunidad de redención.

Brendan Fraser tuvo ocasión de demostrar que, además de poseer un músculado físico, era un buen actor en Dioses y monstruos (1998), la estupenda cinta de Bill Condon sobre la decadencia del director de películas como El doctor Frankenstein (1931), La novia de Frankenstein (1935) o El hombre invisible (1933), James Whale. Y con The Whale (La ballena), Fraser vuelve a demostrar que, quien tuvo retuvo y que se trata de un actor a tener muy en cuenta, aunque aquel físico ya esté en el recuerdo, y que se trata de un actor que raro sería que no se llevara el Oscar por esta interpretación.

Basada en una obra teatral de Sam D. Hunter, The Whale es un sobrecogedor retrato sobre la soledad y el dolor que, a pesar de todo, consigue resultar optimista. El personaje de Fraser vive preso en su hogar (de donde no nos alejaremos durante todo el metraje), y también en su enorme cuerpo. Se asemeja a un animal herido, que se disculpa constantemente por existir y que ve la muerte como una liberación, pero que conseguirá la redención haciendo las paces con su hija, y así, consigo mismo.

Darren Aronofsky ha querido adaptar The Whale al cine desde que vio por primera vez la obra hace casi una década. La obra lo impresionó de inmediato por su inteligencia y por la forma intrépida en que cuestiona la condición humana sin ofrecer una respuesta fácil. Según Aronofsky: “Lo que más me gusta de The Whale es que te invita a ver la humanidad de personajes que no son ni buenos ni malos, sino que viven en esos tonos grises en los que vive la gente de a pie; personajes que tienen una vida interior profunda e intrincada. Todos han cometido errores, pero comparten un corazón inmenso y el deseo de amar a los demás, aunque los demás parezcan incapaces de amar. Es una historia que nos plantea una pregunta simple y a la vez esencial: ¿podemos salvarnos los unos a los otros? Es una pregunta muy importante en estos momentos, sobre todo ahora que nos damos la espalda más que nunca”.

Todos los protagonistas de The Whale realizan una labor excepcional, tanto Sadie Sink (Stranger Things), como Hong Chau (El verano de Cody) y Samantha Morton (Minority Report, En América), pero es Brendan Fraser el que sobresale sobre todos ellos, y a pesar de que el filme ha sido ignorado en los Globos de Oro, el Oscar a la mejor interpretación ya tiene su nombre grabado en la placa de su base.

Darren Aronofsky ha realizado un filme más asumible para el público general que su anterior propuesta, Mother (2017), pero sigue permaneciendo en él ese aura de director maldito, que levanta tantas pasiones como críticas y que con la incómoda The Whale, no dejará a nadie indiferente.

THE OFFERING (Oliver Park, 2022)

USA. Duración: 93 min. Guion: Hank Hoffman.Historia: Hank Hoffman, Jonathan Yunger Música: Christopher Young Fotografía: Lorenzo Senatore Compañías: Millennium Media Género: Terror

Reparto: Nick Blood, Emily Wiseman, Paul Kaye, Allan Corduner, Jonathan Yunger, Velizar Binev, Daniel Ben Zenou, Nathan Cooper, Sofia Weldon, Boyan Anev, Yonko Dimitrov, Jodie Jacobs 

Sinopsis: Desesperado por pagar sus deudas, un hombre intenta secretamente manipular a su padre para que venda su funeraria. Sin saberlo, desatará a un espíritu maligno que tiene la mirada puesta en su esposa embarazada.

The Offering tiene un prometedor punto de partida que mezcla tradiciones arcanas, conocimientos milenarios, sortilegios y brujería, todo ello envuelto en una tan atractiva como amenazadora oscuridad. Nos introduce, como ya hiciera la interesante The Vigil (Keith Thomas, 2019), en las poco conocidas tradiciones funerarias de la comunidad judía ortodoxa y en sus mitos. En esta ocasión se trata de una figura demoniaca femenina temida por sus prácticas relacionadas con abortos y muertes de niños, conocida como roba niños.

Acertadamente la acción del film se ubica en una antigua funeraria judia de Nueva York, a donde llega el  hijo pródigo, Art (Nick Blood), junto a su nueva esposa, Emily (Emily Wiseman), embarazada de varios meses. Viejos rencores y enfrentamientos con su padre (Allan Corduner) saldrán a flote y en esas llegará el cadáver de un anciano que se ha suicidado de una manera un tanto extraña: con una certera puñalada en el corazón. Ese será el detonante que facilitará la entrada del mal en el hogar de los protagonistas, un lugar especialmente siniestro, lo que permitirá al director la utilización de varios elementos y sustos comunes con las narraciones de fantasmas y casas encantadas, lease voces, sonidos, puertas que chirrían, sombras, pasadizos con ventadas en las que el viento azota sus cortinas… Nada nuevo, desde luego, pero con resultado siempre eficaz, lo cual unido al atractivo argumento y el marco donde se desarrolla,  conformará una atmósfera inquietante que preparará al espectador para el  climax.

The Offering, cinta encargada de clausurar la 33ª Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, no ofrecerá grandes alicientes al aficionado al cine de terror, más allá de su prometedor punto de partida y el novedoso entorno en el cual se desarrolla, pero en conjunto funciona en su misión de inquietar, a pesar de caer en uno de los handicaps de este género, ¿es necesario mostrar siempre la criatura?

TÁR (Todd Field, 2022)

USA. Duración: 158 min. Guion: Todd Field Música: Hildur Guðnadóttir Fotografía: Florian Hoffmeister Compañías: Focus Features, Emjag Productions, Standard Film Company Género: Drama

Reparto: Cate Blanchett, Nina Hoss, Mark Strong, Noémie Merlant, Sam Douglas, Sydney Lemmon, Murali Perumal, Diana Birenyte, Vivian Full, Amanda Blake

Sinopsis: La innovadora, y mundialmente famosa, directora de una de las orquestas más importantes de Alemania, Tár (Cate Blanchett), se encuentra en la cúspide de su carrera, a punto de publicar un libro y de dirigir la Quinta Sinfonía de Mahler. Sin embargo, su vida empezará a desmoronarse en las siguientes semanas. El resultado es un mordaz examen del poder, de su impacto y de su perdurabilidad en el mundo de hoy.

Esta reseña que escribo ahora mismo es la reseña que tú lees ahora mismo. Y esta frase que acabo de escribir, y que tú acabas de leer, es un anómalo bucle autorreferencial que podría tender al infinito. También la música de Bach es un eterno y grácil bucle que, en su pulcritud matemática, ha conseguido expresar como ninguna otra el humano diálogo con lo divino, con el absoluto. Decir Bach es pronunciar un sinónimo de genio. Ahora bien, en un mundo completamente laicizado como lo es el nuestro, no queda nada sagrado. El propio autor de la Misa en si menor, auténtico Everest entre las cimas que ha coronado la música de todos los tiempos, ha sido repudiado. Incluso entre estudiantes de conservatorio (a los que se presume la voluntad de comprender la esencia de la música). El Cantor de Leipzig engendró 20 hijos y eso a ojos de un alumno, pongamos por caso, racializado y pansexual, ya es motivo para denostarle por ser prototipo de la explotación del cisheteropatriarcado blanco. Todd Field dibuja este ejemplo en una de las escenas nucleares de Tár. Estamos ante la cultura de la cancelación que no distingue la obra de la persona que la crea.

Tár, Lydia Tár, pianista, etnomusicóloga, compositora, primera mujer en ser directora titular de la Filarmónica de Berlín y promotora de Accordion Foundation, fundación que beca a jóvenes aspirantes a directoras, también se verá triturada por esa tendencia en la que, además, ser acusado equivale a ser juzgado culpable. El tercer largometraje de Todd Field explora, con una ficción, este fenómeno que se ha convertido en actitud dominante del espíritu de nuestro tiempo y del que todos conocemos casos reales (no es gratuito que en uno de sus viajes la protagonista sea alojada en la suite de Plácido Domingo). Ahora bien, reducir Tár a la denuncia de la cancelación, sería quedarse en la epidermis del filme. Bajo ese epitelio, en la dermis de la cinta se siguen y persiguen, como en una fuga de múltiples voces, consideraciones que van más allá de la coyuntura. Temas universales entre los que emergen como notas dominantes el poder y el amor.

La maestro (feminizar el apelativo para ella resulta tan absurdo como llamar astronautrices a las astronautas) está en la cúspide de su carrera, a punto de publicar su esperada autobiografía y de ser la primera en registrar en directo la integral de las sinfonías de Mahler. Sólo le falta la más célebre, la 5ª, de la que casi todos conocemos, al menos, su adagietto. Visconti lo utiliza en Muerte en Venecia, y no ha sido el único cineasta que ha arropado sus imágenes con este movimiento cuya instrumentación consta únicamente de cuerdas y arpa. Una métrica y una melodía flotantes dan la impresión de una frágil intimidad. Precisamente por eso, el movimiento fue repetidamente interpretado como una declaración de amor de Mahler a su esposa Alma. En el guion, del propio Field, nada es azaroso, que sea la quinta y no otra la que le queda pendiente es una decisión intencionada, es la manera que elige para desarrollar la visión que tiene Tár del amor. Sharon, su esposa y concertino de la filarmónica, le espeta en un momento dado que todas sus relaciones han sido interesadas, excepto la que la une a Petra, la hija de ambas. Y el espectador puede coincidir en ese juicio viendo como trata a todos los que la rodean, especialmente a su alumna Krista Taylor, personaje que nunca aparece encarnado, pero de cuyo suicidio no le queda dudas al público de que Tár ha sido la inductora. Suicidio que prende la hoguera en la que se consumirá la protagonista. Las apariencias nos hacen sentir que ella es una fría cazadora a la que no le importa la situación en la que quedan sus presas cuando se le ha apagado la pasión que la movió a seducirlas. Pero, ¿es realmente una insensible? Para responder a esta pregunta hemos de partir de que, la música en especial, pero el arte en general, es la única vía mediante la que expresar sentimientos que no caben recogidos en la palabra. Tár llorará sólo una vez, cuando los sucesos ya la han superado, viendo en su habitación de adolescente una grabación del programa de Leonard Bernstein en la que el célebre músico y director establece la mencionada premisa. Tár no miente cuando afirma que ella elige el amor, pero lo expresa en la abstracción musical, en lo concreto apenas es capaz de dar abrazos.

Solo Cate Blanchett podía dar cuerpo a esa mujer poderosa (¿O hay que decir empoderada?) que es Tár, tan semejante a la Petra Von Kant de Fassbinder, triunfadoras en lo profesional, pero abocadas a perderse en lo sentimental. Apenas maquillada, la actriz compone una interpretación sobria que deja fluir los matices de un carácter que recorre un arco que va de la soberbia a la inseguridad, pasando por todos los estados intermedios. En sus manos Tár no es un personaje sino una persona. El trabajo de Blanchett permite incardinar el mordaz examen del poder, de su impacto y de su perdurabilidad en el mundo de hoy, que desea llevar a cabo Todd Field. La Tár de Blanchett es adicta a la seducción, pero, más que el hambre por la carne fresca, lo que la motiva es subyugar al talento.  Como la Jean Brodie de Maggie Smith, podría suscribir: “Dadme una niña [joven en el caso de Tár] en una edad influenciable y será mía para siempre”. Modelar aspirantes sobresalientes como si fueran barro en manos divinas. La naturaleza de su deseo no es definida por el sexo (aunque pueda haberlo) sino que viene conformada por el ansia de tener potestad sobre el destino.

Tár es un filme brillante. Y lo es no solo por su guion y por el trabajo interpretativo, sino también por su puesta en escena que ha sido elogiada por el mismísimo Martin Scorsese. Para el director de Taxi Driver, la mayoría de las producciones actuales no hacen presagiarle al cine un buen futuro, pero ver Tár le hizo atisbar luz más allá de las nubes. Y ello gracias a su “magistral mise-en-scène, con ángulos y bordes controlados, precisos, peligrosos y escarpados, geométricamente cincelados en una maravillosa relación de aspecto de 2:3. Los límites del propio encuadre y la provocación de tomas largas medidas reflejan la arquitectura brutal de su alma: el alma de Tár [personaje]”. Field logra el milagro por su dominio del lenguaje cinematográfico, pero también por su condición de músico que le permite usar estructuras musicales para explicitar su narración. Tár empieza con un silencio (no suena la cabecera de Universal), como lo hace la Quinta de Beethoven, y la coincidencia no es casual. La secuencia rítmica de tres notas cortas seguidas de una larga (ta, ta, ta, taaaa) con la que Beethoven comienza su 5.ª Sinfonía, es uno de los pasajes más icónicos de la historia de la música, con ella el portentoso creador alemán quiere expresar la llamada del destino. Y la 5.ª en su totalidad, que es un viaje hacia las estrellas a pesar de todas las dificultades, representa la imposibilidad de vencer al destino. Tampoco Tár, que ha querido ser demiurgo de vidas ajenas, es capaz de cambiar el rumbo, la derrota, de su periplo vital.

El descenso de Lydia Tár es un viaje al corazón de las tinieblas. Todo lo planificado se ha desbaratado y nada va a permanecer. Sólo queda el olvido. “This is the end, my only friend”.

 

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