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Archive for 15 marzo 2024

Supersonic Man vuelve con… ‘Simon Says’

Supersonic Man vuelve a las páginas del cómic con una nueva entrega con guion y dibujos de Héctor Caño titulada Simon Says, en una edición muy limitada de 100 ejemplares firmados y numerados que no hay que perderse. Cine de culto y cómic de culto.

Los cómics que realiza Héctor Caño sobre Supersonic Man, como ya hemos dicho con anterioridad, son un acto de amor. Amor al cómic de superhéroes, pero también al cine. Ese cine fantástico y de terror humilde en medios, pero rico en imaginación, que se realizó en España durante los años setenta y ochenta. Y Juan Piquer Simón fue un director de esos. Un hombre orquesta y un visionario capaz de imaginar una infraestructura en Levante con la cual realizar cine de aventuras, fantasía y terror, “a la americana”. Un cine que pudiera exportarse sin sonrojo. Y todo eso lo hizo en un momento en el cual el cine fantástico y de género se había extinguido y tan solo unos pocos francotiradores se jugaban su patrimonio personal para continuar haciendo lo que les gustaba. Así, Piquer Simón creó a Supersonic Man, el primer superhéroe cinematográfico autóctono, que cobró vida en el film homónimo de 1979, pero también dirigió cintas de terror como Mil gritos tiene la noche (1982) o Slugs, muerte viscosa (1988); de ciencia ficción como La grieta (1990) y Los nuevos extraterrestres (1983); y diversas adaptaciones del universo de Julio Verne, como Viaje al centro de la tierra (1977) o  Los diablos del mar (1982).

Pues bien, Héctor Caño ha mezclado el universo de J.P. Simón y el suyo propio, añadiendo diversos homenajes al cómic español y ha lanzado, junto a José María Gil Gil, el entrañable Txemita, responsable del fanzine Neutrón, un nuevo cómic centrado en el superhéroe español. Un cómic del que tan solo saldrá un centenar de copias a la venta. 100 ejemplares para 100 seguidores de este personaje que podrán escoger entre ¡15 variantes de portada! Varias de ellas ilustradas por Héctor Caño, pero otras por Cels Piñol, Paco Alcázar o Sanchís, dibujante de la primera colección que se editó sobre el personaje.

De sus páginas destaca la evolución en el dibujo de Caño, así como la elegante distribución de las viñetas y las espectaculares splash pages, todo ello realizado del mismo modo que el precedente Un hombre solo contra España (2019): a lápiz y entintando, tan solo, las “masas de negro”, tal y como especifica su autor aunque, repetimos, el resultado es significativamente mejor

El cuaderno, que continúa el anterior mencionado, consta, al igual que aquel, de dos historietas:  Simon Says, protagonizada por Supersonic Man y otra que transcurre en el Siglo XXXV a más de 30.000 millones de años luz de distancia y que está protagonizada por Silencio (otra encarnación de Supersonic Man) y Fantastika, Supersonic Girl, un personaje creado por Juan Piquer Simón con la colaboración del histórico ilustrador Jano, que realizó el dibujo con el objetivo de promocionar un proyecto que, por desgracia, no llegó a materializarse. Esta segunda historieta está realizada por Grego Pulp utilizando técnicas y herramientas digitales

En la primera aventura se presenta al lector un nuevo personaje, antagonista para Supersonic Man, que está extraído también del imaginario del cineasta valenciano, Pieces, referencia directa al nombre que recibió en Estados Unidos la película Mil gritos tiene la noche, un salvaje slasher repleto de sangre y artesanales, pero efectivos, trucos. Rodada en plena fiebre por el subgénero, la película se encuentra entre las favoritas de directores especializados en el género como Eli Roth. Pero la referencia al universo Piquer Simón no se queda en el nombre del personaje, también el aspecto está basado en uno de los carteles promocionales del film, el que mostraba a un personaje similar al clásico La Sombra, tan similar que el dibujo se corresponde a una ilustración de Mike KalutaMaster of Men (1976). La diferencia es que el personaje de Piquer Simón blandía una motosierra, una herramienta que tiene gran protagonismo en Mil gritos tiene la noche, y no precisamente para podar árboles. Aunque en el caso del cómic de Héctor Caño servirá para arrancar las malas hierbas, pues Pieces, armado con su motosierra, despedaza a varios críticos, productores, profesionales del cómic y todo aquel que habló mal del cine de Juan Piquer Simón, así que el Comisario Dan le encargará a Supersonic Man que investigue quién puede ser el asesino. Este Comisario Dan es un claro referente al Inspector Dan, personaje que comenzó su andadura en los años cuarenta dibujado por Eugenio Giner con guiones de Rafael González Martínez y otros autores, guiño-homenaje de Caño a los personajes del cómic clásico español, una práctica habitual en sus cómics. Con todo, Héctor Caño ha hecho suyo el personaje, pero sin dejar de respetar su esencia. Ha creado alrededor suyo un universo propio que ha mezclado con el del film de Piquer Simón ofreciendo al lector un Supersonic Man más poderoso que nunca y que, aún así, estará en serios aprietos cuando deba enfrentarse a su propia némesis.

Y no queremos desvelar más. Tan sólo añadir que la edición en preventa ya está agotada.

Nosotros, por supuesto, ya tenemos reservado el nuestro.

VAMOS DE ESTRENO * Viernes 15 de marzo de 2024 *

EL CLAN DE HIERRO (The Iron Claw, Sean Durkin, 2023)

UK/USA. Duración: 130 min. Guion: Sean Durkin Música: Richard Reed Parry Fotografía: Mátyás Erdély Compañías: BBC Film, Access Entertainment, House Productions, A24. Distribuidora: A24 Género: Drama

Reparto: Zac Efron, Jeremy Allen White, Harris Dickinson, Maura Tierney, Stanley Simons, Holt McCallany, Lily James, Cazzey Louis Cereghino, Jim Gleason, Jullian Dulce Vida, Kevin Anton, Michael Harney, Aaron Dean Eisenberg

Sinopsis: Basada en la increíble historia de los hermanos Von Erich, que se convirtieron en mitos de la lucha libre a principios de la década de los 80. Bajo la sombra de su dominante padre y entrenador, Kevin (Zac Efron), Kerry (Jeremy Allen White), David (Harris Dickinson) y Mike (Stanley Simons) alcanzarán la gloria y serán golpeados por la tragedia, pero su amor fraternal estará siempre por encima de todo.

Pudiera parecer que algo tan, en principio, poco atrayente como la historia de una saga familiar de practicantes de lucha libre, poseedores de unos, cuanto menos, singulares tocados capilares y ambientada en Texas durante los años menos glamourosos del siglo XX, no pudiera resultar interesante, pero nada más lejos de la realidad, pues, El clan de hierro, absurdo título que adapta el original La garra de hierro (The Iron Claw) en referencia a la técnica favorita del patriarca de la familia, Fritz Von Erich, es un drama sobre la frustración de un padre, luchador, cuyos objetivos de triunfo nunca se cumplieron y que buscará hacerlo por medio de sus cuatro hijos. Cuatro jóvenes muy unidos, que lucharán por ser el favorito de su benefactor y conseguir lo que con tanto ahínco quiere poseer el pater familias: el cinturón de campeón mundial de pesos pesados. A través de la tragedia y el triunfo, bajo la sombra de ese dominante padre, que además es su férreo entrenador, los hermanos buscan la inmortalidad en el escenario más importante del deporte.

En manos de otro autor, sus hazañas en la lona quizás hubieran sido material para la exaltación de los valores del esfuerzo deportivo, vinculándolos, a la menor oportunidad, con los ideales de la nación americana, habrían compuesto un biopic deportivo a mayor gloria de los Von Erich, pero Sean Durkin, nuevamente, no desperdicia la ocasión para bucear en los aspectos más oscuros de la naturaleza humana. En el extremo opuesto del cantar de gestas, El clan de hierro es una crónica anti-épica que nos conduce por los rincones del éxito mostrando los puntos más enajenados, los vericuetos de la obsesión por una victoria vicaria, la de los hijos, que haga justicia a los méritos propios, los del padre. Un padre que actúa en la vida como en el ring, sometiendo sin piedad, contagiando el virus del orgullo, como un sargento de hierro que arenga a la tropa para henchir sus ánimos y arrojarlos a la batalla, a la muerte. En la cara visible de esa luna se proyecta la luz de la fortaleza, porque son fuertes los respetarán, pero en su cara oculta se esconde su reverso desapiadado, la oscuridad de la implacabilidad que menosprecia cualquier resquicio de humanismo.

Fritz Von Erich inocula en sus vástagos el germen del culto a la fuerza, sólo lo inquebrantable es admirable, el único sentimiento que ha de adornar a un hombre es el de la competitividad, el de la aspiración al máximo, un máximo que él no alcanzó, pero que a ellos no se les resistirá. Pero como si ese sueño incumplido fuera una maldición, poco a poco la desgracia se ceba en los hermanos, la muerte los irá visitando de a uno   en uno. Para el patriarca de los Von Erich, ni siquiera eso es obstáculo, dónde no haya llegado uno de ellos, otro lo hará, actúa como si sus hijos fueran peones a sacrificar con tal de recuperar la dama. La madre, porque también hay una madre, apenas hace contrapeso, aunque mujer de carácter, no se interpone, se limita a inculcar los valores de la fe. Poca ayuda puede brindar cuando ella misma ha pospuesto sus sueños y anhelos frente a los del esposo. La muerte de los hijos para ella tiene el valor del martirio. Hasta que la cuerda se tense en exceso.

Todo lo vemos a través de los ojos de Kevin Von Erich, el mayor de la saga. Ser el primogénito no le da privilegios sobre el favor del padre, en realidad, será el último en aspirar al preciado cinturón de campeón. Ser el primogénito redobla la presión. Ser el primogénito le pone en una posición de cuidado hacia sus hermanos. Ser el primogénito le hace consciente hasta la duda. Es el primogénito y será el superviviente. Ser el superviviente le da la responsabilidad de Matar al Padre, psicoanalíticamente hablando. Y no le dará muerte con el puño, eso sería darle la razón, le matará con la ternura. Dejará en herencia a los suyos las lágrimas que habrán de deshacer la maldición de los Von Erich.

El clan de hierro cuenta con las magníficas interpretaciones de Zac Efron (High School Musical, El gran showman), Jeremy Allen White (The Bear, Shameless), Harris Dickinson (El triángulo de la tristeza) y Stanley Simons (Little America), además de Lily James (Baby Driver), Maura Tierney (The Affair) o Holt McCallany (Mindhunter). El clan de hierro, dirigida por Sean Durkin, ha sido uno de los estrenos más taquilleros de 2023 en Estados Unidos, alcanzando casi 40 millones de dólares, y es el estreno de A24 mejor valorado de su historia según la empresa de estudios de mercado CinemaScore.

 

HOW TO HAVE SEX (Molly Manning Walker, 2023)

UK. Duración: 91 min. Guion: Molly Manning Walker Música: James Jacob Fotografía: Nicolas Canniccioni Compañías: British Film Institute, Film4 Productions, Wild Swim Films. Distribuidora: Film4 Productions Género: Drama

Reparto: Mia McKenna-Bruce, Samuel Bottomley, Lara Peake, Enva Lewis, Daisy Jelley, Eilidh Loan, Shaun Thomas

Sinopsis: Tres adolescentes británicas se van de vacaciones para celebrar sus ritos de iniciación: beber, salir de fiesta y ligar, en lo que debería ser el mejor verano de sus vidas.

En 1907, la joven británica Lucy Honeychurch y su carabina, su prima solterona Charlotte Bartlett, pasan unas vacaciones en Florencia. En la pensión en la que se hospedan durante el viaje conocerán al señor Emerson y a su hijo George, que muy amablemente les cederán sus habitaciones para que disfruten de las vistas de la ciudad. La suya es la historia de una joven que despierta al mundo y que termina por asumir sus propios anhelos más íntimos, tras engañarse tanto a sí misma como a la sociedad que la rodea. El viaje al sur como proceso iniciático de descubrimiento y liberación. Más de cien años después, en 2023, la británica Tara también viaja al calor, a Malia (Creta), con sus mejores amigas, en busca de culminar el fin de la adolescencia en un rito de paso tocado por el desfase etílico y la explosión erótica. La suya también es la historia de una joven que despierta al mundo, pero el suyo es un despertar brusco y amargo que termina por confundir y decepcionar. El viaje al sur sigue siendo un proceso de descubrimiento, pero ya no es liberador.

El siglo que separa a la protagonista de Una habitación con vistas de la de How to Have Sex ha supuesto un torrente de cambios vertiginosos que, derrocando corsés castradores en su haber positivo, también ha provocado desconcierto y pérdida de suelo. “Hay un enorme vacío en los jóvenes. No saben lo que es el placer, el consenso o las relaciones sexuales gratificantes”, reflexiona la debutante Molly Manning Walker, que parte de mimbres autobiográficos para tejer su ficción. La idea para la película se le ocurrió a Walker tras rememorar con algunos amigos el verano previo a la universidad en el que viajaron a España para salir de fiesta (un ritual, que ella misma comenta, es muy común entre los británicos). El ambiente sexualmente desinhibido marcó mucho su recuerdo y el de sus amigos, y se refleja en el filme: si la presión sobre la heroína de Forster/Ivory era reprimir los impulsos de su libido, Tara está en el extremo opuesto, su virginidad le quema, en gran medida porque todo en su entorno la apremia para desprenderse de ella. La liberación sexual femenina tiene un punto de nominal, porque “hay tanto tabú alrededor del placer femenino, sobre el buen sexo para las mujeres. La tendencia es ‘hazlo y listo, no hablemos de ello’. Pero deberíamos hablar de ello, sobre cómo nos sentimos, cómo debería suceder”, en palabras de la directora. Sólo el diálogo, el hacer pedagogía si es necesario, permitirá encauzar a la adolescencia actual, llenar ese vacío en los jóvenes que, paradójicamente, aumenta en este mundo contemporáneo hiperconectado y, sobre todo, acelerado. How to Have Sex, en realidad, habla de cómo no debiéramos tener sexo, la directora lanza una mirada ingeniosa, matizada y, en última instancia, devastadora, sobre los entresijos de la amistad femenina y la sexualidad adolescente, una mirada que concluye que hemos de reorientar las prioridades y devolver las relaciones sexuales al caudal de “pasar un buen momento con el otro, involucrarse verdaderamente, relacionarse de una manera más profunda”. Y añadimos a las palabras de la autora, de nuestro propio cuño, que el sentimiento debe volver a sobreponerse al mero instinto.

Con un trabajo de cámara basado en no mirar nunca desde arriba a los personajes, en mantenerse siempre a la altura de su mirada, para que el espectador se sienta uno más del grupo y nunca se atreva a juzgarles de ninguna manera, comprendemos que How to Have Sex no pretende ser un ajuste de cuentas con ningún colectivo. Aunque puede decirse que hay una víctima, no hay plenos culpables, lo que impera es una dinámica voraz que arrastra a todos, incluso a los más negativos, a amoldarse a los roles que más reconocimiento creen que pueden darles. “Era muy importante para mí hacer una película que no dejara a los hombres fuera de la conversación, por eso queríamos mostrar que la presión social viene desde diferentes ángulos. También desde las mujeres”. Las leyes no escritas del comportamiento sólo pueden ser frenadas con el diálogo, y el debut de Walker busca hacernos conscientes de que hace falta encontrar las palabras que eviten el pacto de silencio sobre las malas experiencias, tanto entre ellos, como entre ellas. Solo sí es sí, reza el epítome de la ley, pero el consentimiento es algo mucho más lábil que una mera declaración binaria, al menos en las prácticas más comunes en las que no concurre una violencia expresa, menos extrema, sino el desentendimiento y falta de empatía absolutos sobre quien se ve forzada por la situación, coyuntural y estructural. Si sólo concurre el disfrute propio sin atender al goce del otro, menospreciando su deseo o ausencia de él, estamos adoptando un rol agresivo, aunque hayamos recibido un asentimiento verbal. El sexo es un juego a dos y la baraja ha de ser la misma. Más importante que el verbal, es el asentimiento gestual, porque podemos mentir con palabras, pero no con las respuestas del cuerpo. No hacen falta contratos, hace falta respeto. Tal vez estemos en el ocaso de la monogamia, tal vez eso sea bueno, pero, quizás por eso mismo, sea el mejor momento para volver a interrelacionar lo sexual y lo afectivo, sobre todo en los primeros contactos, para que no lleguen a ser traumáticos. Para que en el día después no haya turbación. Esa que siente Tara tras la noche del desenfreno, cuando la luz del sol barre la de los neones y de la fiesta sólo quedan las lágrimas.

Una inconmensurable Mia McKenna-Bruce encarna a Tara. La joven actriz logra capturar la esencia de una adolescente atrapada entre las expectativas sociales y sus propios anhelos, deseosa de encajar pero sin comprender completamente las implicaciones de sus acciones. Tara, con su gargantilla en la que leemos Angel, signo que da razón de su bendita inocencia, de su andar todavía de puntillas por el sendero de la vida, que resume los motivos que la hacen debatirse entre hablar o callar, entre repudiar o celebrar el sexo. Al final, el viaje a Malia sí será el viaje de su vida, porque cerrará una etapa, el grupo de amistades se dividirá, cambiará, habrán caído las máscaras, la mejor amiga será la peor compañía… El último verano. Ahora toca empezar lo nuevo con los pies totalmente en el suelo. En casa.

Los hondos méritos de esta opera prima han sido reconocidos con el Premio a la Mejor Película en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes, donde sorprendió al público y prensa especializada y tres premios British Independent Awards (Mejor Interpretación Protagonista para Mia McKenna-Bruce, Mejor Interpretación de Reparto para Samuel Bottomley y Mejor Casting).

IMAGINARY (Jeff Wadlow, 2024)

USA. Duración: 104 min. Guion: Greg Erb, Bryce McGuire, Jason Oremland, Jeff Wadlow Música: Bear McCreary Fotografía: James McMillan Compañías: Blumhouse Productions, Lions Gate Films, Tower of Babble Entertainment. Distribuidora: Lionsgate Género: Terror

Reparto: DeWanda Wise, Tom Payne, Taegen Burns, Pyper Braun, Veronica Falcón, Betty Buckley, Matthew Sato, Suzette Lange, Dane DiLiegro, Brooklyn Majors

Sinopsis: Cuando Jessica vuelve con su familia a la casa de su infancia, Alice, su hijastra más pequeña, comienza a desarrollar un extraño apego hacia Chauncey, el oso de peluche que encuentra en el sótano. En un primer momento, Alice y Chauncey se entretienen con juegos aparentemente divertidos que, poco a poco, irán volviéndose más siniestros y peligrosos. A medida que el comportamiento de Alice se va volviendo más inquietante, Jessica decide intervenir, pero cuando lo hace se da cuenta de que Chauncey es mucho más que un inofensivo oso de peluche.

La ganadora del Pulitzer en 1923, Willa Cather, afirmaba que “solo existen dos o tres historias humanas, pero se repiten con tanta insistencia que parece que nunca antes hubieran ocurrido”. Tal vez sea acientífico el concepto de Inconsciente Colectivo (en alemán kollektives Unbewusstes), pero es altamente eficaz para analizar el arte del narrar porque, como si efectivamente existieran un conjunto de estructuras compartidas entre los miembros de nuestra especie bajo la forma de instintos y arquetipos, es fácil demostrar que, a la hora de expresar nuestras fantasías, recurrimos a patrones, elementos y personajes que se repiten una y otra vez en la tradición, con sus múltiples variantes. Christopher Vogler en El viaje del escritor (1992 primera edición) explica que ningún autor está libre de la forma; incluso aquellos que basan su arte en el rechazo a cualquier tipo de principio, tradición o modelo son esclavos de ese mismo sistema del que pretenden liberarse, pues ellos también conocen y se miran en ese espejo, aunque sea para seguir otro camino. El arte de crear, aunque pueda ser una aventura solitaria, acaba siempre remitiendo al magma de lo colectivo, así, la originalidad, en buena medida, no es otra cosa que adoptar lo formalmente ya dado para adaptarlo a nuestra personalidad e interés, imprimir la huella propia en la arcilla de la tradición y obtener una obra nueva con el mismo molde intemporal. Crear no es repetir mecánicamente los esquemas, no es convertir lo formal en formulario, pero tampoco incurrir en la obsesiva búsqueda de la ruptura por la ruptura, de hecho, esa obsesión ni siquiera sería novedosa, por ese camino circularon y se agotaron las Vanguardias del siglo pasado; de otro modo, romper por romper ya forma parte de la tradición. Crear es saber de las estructuras y construir algo que siendo lo de siempre, es totalmente otro. Como quien hace castillos con piezas de Lego. Y toda esta larga perorata que acabamos de exponer no es otra cosa que el contrargumento con el que falsar el juicio (casi unánime) de la crítica respecto a la última película del artesano Jeff Wadlow, a la que tildan de amasijo de tópicos y clichés, como si eso fuera un delito nefando y bastara ya para enviarla de un plumazo al limbo de lo mediocre sin que hubiera que añadir nada más. Diciéndolo con una metáfora, es cierto que Imaginary no inventa el reactor de fusión nuclear comercial (ese Santo Grial moderno), sin embargo, quizás sí es lo suficientemente astuta como para reinventar la sopa de ajo, plato culinario modesto pero de alto valor para regular los niveles de colesterol, beneficiar la salud cardiovascular, proteger al sistema respiratorio, equilibrar los niveles de presión arterial y combatir todo tipo de infecciones. Y más aún, la sopa de ajo es una sopa de abuela fácil, estupenda y cremosa. Así, Imaginary es un manjar grueso que no aspira a estrellas Michelin, pero que sacia el hambre de relatos de miedo más efectivos que efectistas, aplicando bien, aderezados y sin estridencias, los lugares comunes del género. No es poco.

El primer lugar común al que se rinde la última producción Blumhouse es al eterno binomio niños-terror. El Séptimo Arte se ha recreado, desde antes del sonoro, en la infancia, sus pequeñas ilusiones, sus miedos, sus mentiras… Y el género de terror, ya desde las vueltas de tuerca de la literatura, es el que más partido ha sacado de todo tipo de infantes. Quizás porque no hay nada más sobrecogedor en imagen que un niño mirando a la cámara fijamente, perdido, sin palabras ¿Es malo? ¿Es bueno? ¿Es una víctima o un actor del mal? En Imaginary lo infantil concurre por partida doble: tenemos, de una parte, a Jessica (DeWanda Wise sosteniendo la mayor parte de la función), autora de relatos ilustrados para niños, que padece terrores nocturnos, pesadillas recurrentes que asocia a la separación brusca del momento feliz de sus cinco años; y, por otra, a Alice (Pyper Braun confirmando sus dotes en este su segundo largo), la menor de sus hijastras, una niña sensible que ha perdido la sonrisa tras la enfermedad de la madre. Ambas protagonistas verán paliadas sus angustias cuando se instalen en la casa donde Jessica vivió su niñez, la adulta porque sentirá que ha restablecido su pérdida, Alice porque proyectará su afecto sobre Chauncey, el oso de peluche que encuentra en el sótano de su nueva residencia. La infancia se nos aparece como el momento en el que nacen nuestros miedos, pero también la etapa en la que el desarrollo de la imaginación permite elaborar los duelos. El retorno a la Arcadia feliz en la que aún no había terrores (Jessica) y la transferencia de los sentimientos sobre el amigo imaginario (Alice) resultan

curativos. Al menos hasta que los juegos de la niña empiecen a tomar una deriva siniestra y se desencadene el giro de guion que revelará los secretos que encierra la casa y supondrá la irrupción de la hipótesis sobrenatural por encima de los desarrollos psicológicos. Un cambio de enfoque que no ha satisfecho a algunos críticos porque, ¡hay que ver! una película de terror que apuesta sin ambigüedades por la explicación fantástica, qué será lo próximo. Somos de la opinión de que la irrupción de lo preternatural en el último tercio no malbarata el dibujo emocional de los personajes y sus circunstancias, no hay antítesis entre lo uno y lo otro, ambas cosas estaban imbricadas en la voluntad de su autor, de hecho. Wadlow ha buscado transformar algunos de sus tropos de terror favoritos (una familia con problemas que se muda a una casa nueva/vieja, sótanos oscuros repletos de objetos olvidados que son poseídos por elementos siniestros) en una exploración evocadora, fantasmal y aterradora de las oscuras energías del trauma reprimido, la percepción y la realidad. Lo que introduce la variable fabulosa es la idea arquetípica del descenso al mundo especial como única vía posible para derrotar a los antagonistas, en un movimiento que supone una muerte simbólica del protagonista, paso necesario para que se produzca la transformación que habrá de permitir el regreso al entorno inicial, pero ya pacificado y libre de peligros.

Película de terror para toda la familia, Imaginary no acude a los tan manidos jump scares que pueblan las producciones actuales, al contrario, mima los efectos de sonido y el score como se hacía en los clásicos. Como Viaje del Héroe de manual que es, no innova, pero cumple con rigor el esquema de los cuentos maravillosos, esos que nos han enseñado a apreciar la fantasía como mejor vehículo para la resolución de los conflictos. Esos que tanto nos han gustado siempre.

 

 

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