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Desde el principio yo lo tenía muy claro: Quería ser actor. Conversación con José Ruiz Lifante (1ª Parte)

José Ruiz Lifante forma parte de esa casta de actores todo terreno que, a pesar de los pequeños papeles con los que intervienen en las películas en las que actuan, son recordados y pasan a  formar parte de la memoria colectiva. ¿Quién no conoce fisicamente a José Ruiz Lifante? Visto en infinidad de películas de todo género y de todo tipo: desde pequeñas  producciones  de género para  sesión doble, a grandes clásicos del cine español  de  Berlanga, Jorge Grau o Bardem. De producciones extranjeras a multitud de series televisivas. De las prestigiosas tablas del teatro a cortos de directores noveles, José Lifante se atreve con todo.Y figura particularmente en el corazón de los fans del cine de terror por sus interpretaciones en importantes películas del Fantaterror, pero muy concretamente en No profanar el sueño de los muertos, el gran clásico de Jorge Grau.

Tuvimos ocasión de conocer a este actor durante la proyección, organizada por el fanzine El Buque Maldito,  de uno de sus films, La perversa caricia de Satán , y no pudimos evitar abordarlo y pedirle la entrevista que os ofrecemos. Una extensísima entrevista que demuestra el cariño, la vitalidad, la amabilidad y… paciencia de este actor.

Así que, nos orgullece presentaros la primera de las dos partes en las que os ofrecemos esta larga  entrevista, con la que además celebramos las 100.000 visitas a nuestro blog. Gracias a todos y… ¡¡a por las 200.000!!

Con ustedes… José Ruiz Lifante,  Actor:

LOS INICIOS

 – ¿Que hace que un licenciado en Filosofía y letras e Historia del Arte termine dedicándose a la interpretación?

Desde un principio, yo lo tenía muy claro: quería ser actor.

A los catorce años me matriculé en el “Institut del Teatre” de Barcelona. Obtuve el Título de Arte Dramático y el carné   profesional. (El del sindicato vertical: «Teatro, circo y variedades»).

Continué mis estudios en la “Escola d´Art Dramàtic ADRIÀ GUAL” y empecé a estudiar la carrera de Filosofía y Letras,  (Hª del Arte), en la Universidad.

En la “Adrià Gual” tuve  profesores excepcionales: Ricard Salvat, Carme Serrallonga, Mª Aurèlia Capmany y otros…  Mª Aurèlia  me decía siempre que la inteligencia es como un saco que tenemos que llenar. Y me puse a llenarlo. Estudié Hª del Arte  porque me pareció lo más adecuado para desempeñar mí trabajo.

 Lo que luego aprendí es que el saco nunca se acaba de llenar…

– ¿Qué películas recuerda de su niñez?

Yo tuve la suerte de que a mi madre le gustaba mucho el cine. Me  hizo un “voyeur”. Me llevaba una vez a la semana. Veíamos un programa doble, los miércoles, a la salida del colegio. Y los sábados por la tarde, iba con mis amigos a ver dos películas más.

Recuerdo muchas imágenes de las películas que vi. Imágenes, que con el tiempo he ido situando en el archivo de mi memoria:

Imperio Argentina, Amparo Rivelles, Bette Davis, Elizabeth Taylor, Catherine Hepburn, Aurora Bautista, Sarita Montiel… Fernando Fernán Gómez, Conrado San Martín, Miguel Ligero, Jorge Negrete, Robert Taylor, Henry Fonda, Alan Ladd…

Títulos como  Jezabel (1938, William Wyler),  Ivanhoe (1952, Richard Thorpe) y casi todas las del “Oeste” y la “Guerra de Secesión”.

Sabíamos más de la historia de los E.E.U.U. que de la  española.

… La colonización cultural…

¿Recuerda alguna de terror? ¿Cual le impresionó especialmente?   

Sí, recuerdo algunas películas de terror:

Las de Fu Manchú, Los crímenes del museo de cera (House of Wax, 1953 André de Thot), El péndulo de la muerte (Pit and the Pendulum, 1961 Roger Corman), que para mí eran películas normales. Eran películas de miedo; como las había de aventuras, de amor, de dibujos o musicales (nunca llegué a entender porqué se ponían a cantar  mientras estaban hablando). Vamos, de todos los géneros.

Me impresionaban todas las películas, las vivía apasionadamente sentado en mi butaca, sin pestañear, inmóvil. Con el tiempo he observado que cuando me muevo en la butaca algo falla en la pantalla: el ritmo, la música, la interpretación, la historia; algo falla. Si no me muevo, la cinta es estupenda.

Tras diversos trabajos en el  teatro se muda a Madrid y se centra en el cine ¿Como llega a ese mundo?

Sí. Estaba trabajando en teatro. También había hecho algunos cortos y varias películas.

Jordi Grau me volvió a contratar para hacer el personaje de Martin en su película No profanar el sueño de los muertos (1974).  Se tenía que rodar en Roma, Manchester y Barcelona. Cuando terminamos los exteriores en Italia y en el Reino Unido vinimos a España para rodar el interior del hospital, donde termina la película,  pero el estudio de Barcelona todavía continuaba ocupado y nos trasladamos al estudio Cinearte de Madrid donde concluimos el rodaje. Durante esa etapa madrileña me propusieron varios trabajos nuevos y me quedé en Madrid para terminarlos. Más y más películas. Me plantee dos años  de prueba; en ese tiempo continué trabajando en un ambiente que me gustaba. Y así hasta ahora.  

EL TERROR

–  Una de tus primeras películas es el film de episodios Pastel de Sangre (1970). Interviniendo en el episodio dirigido por Jaime Chávarri, “La Danza”, uno de los más valorados del largometraje. ¿Algún recuerdo de aquella película? Con Chávarri volverías  a rodar muchos años después (1996) el film  Gran Slalom.  

Fue mi primer contacto con Jaime Chavarri, director preparado, con mucha clase, que me proponía una película de terror a medio camino entre lo onírico y los dibujos animados. Fue un rodaje entrañable: La maravillosa Romi, la pareja del director Jacinto Esteva Grewe, era modelo y hacía publicidad. Yo había coincidido con ella en aquel Boccacio de la Barcelona de los años 70, de  Regás.  El sorprendente Luís Ciges, con el que volvería a rodar tantas veces… Muchos recuerdos, unidos a Josep  Mª  Forn,    que producía la película y a los otros tres directores  Joan Vallès, Emilio Martínez  Lázaro y Francesc Bellmunt.

-En 1972 protagoniza el montaje teatral de Drácula que adapta Carlos Ballesteros. Un proyecto curioso ya que es la primera adaptación que se hace desde la de  1943 por Enrique Rambal. Aunque si bien la antigua fue un éxito no se puede decir lo mismo de esta. ¿Es verdad que parte de las críticas negativas fueron porque contenía humor? ¿Nos puede contar más detalles de este Drácula teatral?

Fue una idea de Carlos Ballesteros. Estábamos representando “El embrujado” de Valle-Inclán, en el Teatro Moratín. Pensó que yo era el Drácula idóneo para su montaje. Y nos pusimos a trabajar. Él tenía hecha la adaptación de la novela de Bram Stoker y la dramaturgia del espectáculo. Tenía diseñado el decorado.

Sabíamos que Enrique Rambal había montado Drácula en 1943 con su espectacular estilo, para un público adicto. Buscamos la documentación que hubiese del montaje, maquetas, fotografías, diseños… y no encontramos nada. Sólo una revista que hablaba de la sorprendente aparición en escena de Drácula-Rambal, muy de acuerdo con la estética de sus montajes.

Carlos buscaba otra aproximación al espectador. Puso en marcha algo que nunca se había utilizado hasta entonces en nuestros escenarios. Pensando en el primero plano del cine, que  aproximaba el personaje al público, le pidió a Blas Martí que rodara varías películas, de pocos minutos de duración, que se proyectarían, en una gran pantalla sobre la embocadura del teatro, intercaladas durante la representación. Los actores debíamos sincronizar nuestras acciones escénicas con la película proyectada. El efecto fue sorprendente. Ahora nos parece normal ver la cara del actor ampliada en una pantalla digital, pero en 1972 era impensable. El ingenio se adelantó a la técnica.

La dramaturgia de Carlos Ballesteros, en un principio, era fiel al estilo de la novela. Ensayamos una pieza de terror. Pero cuando puso en pié el espectáculo empezaron a surgir problemas técnicos. Los cambios de los catorce decorados se hacía eternos, los ruidos eran incontrolables, los efectos musicales estaban calculados para intermedios rápidos. Los actores no llevábamos micrófono. Era una lucha contra elementos hostiles y una falta de costumbre de montajes tan complicados.

Carlos Ballesteros y el empresario Jorge Martín, pensando que el público no estaba acostumbrado al teatro de terror y en la cantidad de problemas que surgían, decidieron introducir ciertos elementos cómicos en el texto para aligerar el espectáculo y ganar tiempo en los cambios. Y así se hizo, un poco sobre la marcha.

Recuerdo que yo, vestido de Conde Drácula y con un candelabro encendido en mi mano derecha, bajaba una inmensa escalera desde un primer piso hasta el centro del escenario. Justo en el momento de salir a escena el regidor me avisó.- “¡Cuidado, Pepe, la escalera no está sujeta, la aguantan tres hombres por debajo!”. No les había dado tiempo a encastrarla en la plataforma. Y yo salí a escena. Puse el pié en el primer peldaño y la escalera cedió unos veinte centímetros… El público aplaudió mi espectacular aparición, y no advirtió que estuve a punto de despeñarme y romperme la crisma.

Lo que no ocasionó ningún problema fueron las proyecciones. Entraban en el momento exacto. Producían un efecto asombroso. Me gustaría encontrar el paradero de esas películas. 

    

– En 1974 Jorge Grau rueda No profanar el sueño de los muertos, que se rueda en Manchester, Dovedale, Derbyshire (Inglaterra), Cineccittá (Italia) y Madrid (Cinearte). ¿Como llega este proyecto a tus manos? ¿Conocías La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, 1968 George A. Romero),  film en el que en principio se basaba?

Jordi me había contratado en 1972, para interpretar a un guardia civil en su película Pena de muerte, con Marisa Mell, Fernando Rey y Espartaco Santoni. Fue una buena experiencia. Yo tenía un asesor, un Comandante de la Guardia Civil, una persona muy culta y preparada, que me indicaba el comportamiento de mi personaje en las distintas situaciones del film. Tal vez mi forma de asimilar sus indicaciones como director y las del Comandante como asesor le indujeron a llamarme para su nueva película.

Devorando a la pobre Isabel Mestres.

Fue un regalo. El guión me interesó desde un principio. La juventud inconformista, el ecologismo, la drogadicción, la testarudez del sistema…Era una historia lógica, todo tenía una explicación coherente. Los muertos vivientes no aparecían porque sí. Una máquina anti-insecticida producía ciertos efectos sobre los seres elementales: los recién nacidos y los recién muertos.

He comprobado que cuando los espectadores se creen una historia aceptan todo lo que se les proponga.

Un sueño. Como cuando Jordi Grau, en Cineccitá, en una pausa del rodaje  me llevó al estudio donde Fellini había rodado Amarcord: allí estaba el “Rex” flotando en su mar de plástico negro. O, como cuando encontramos en el cementerio de Derbyshire la tumba de “Little John”, el gran compañero de “Robin Hood”… Inolvidable.

¿Fueron muchos días de rodaje en Inglaterra? ¿Hubo buena conexión con el equipo italiano? 

Estuvimos rodando dos semanas en Italia y otras dos en Inglaterra. Y sí, había muy buena armonía con los equipos, tanto actores como técnicos.

¿Recuerdas al maquillador Gianetto di Rossi?.  Un técnico infinitamente popular para los fans por sus obras en memorables películas de Luico Fulci como Nueva York bajo el terror de los zombi (Zombi 2, 1979), El más allá (E tu vivrai nel terrore – L’aldilà, 1981) o Aquella casa al lado del cementerio (Quella villa accanto al cimitero, 1981).

 El maquillador Gianetto di Rossi era muy bueno. Diseñó un maquillaje especial para Martin ya convertido en muerto viviente: unas contusiones en la cabeza, tres arañazos, en diagonal  en el rostro y el ojo derecho desprendido. Al final el efecto del ojo se anuló por un problema de tiempo en la realización.  Pero el maquillaje es muy convincente.

¿Como estaba la tecnología en lentillas? ¿Se veía con ellas?

(…) Eran una verdadera tortura. En aquel momento las lentillas eran rígidas, molestaban y producían ciertas molestias en la córnea. Nos las quitaban cuando dejábamos de rodar  para que pudiéramos descansar. El efecto era estupendo.

-En la película tu personaje no solo mata a su esposa (Jeanine Mestre) sino que también casi lo consigue  con su cuñada (Cristina Galbó) ¿Que recuerda de estas actrices? ¿Crees que pasaron miedo durante el rodaje?

Dos estupendas compañeras en aquella ocasión.  Lo pasábamos bien durante el rodaje. No creo que tuvieran miedo.

Con Cristina no he vuelto a coincidir…y lo siento. Cristina empezó la película después de un grave problema familiar, que al principio le mantuvo un poco al margen. Al cabo de un tiempo la convivencia se normalizó.

Con Jeannine sí he vuelto a coincidir y a trabajar. Siempre con buenas vibraciones.  Es una mujer preparada y emprendedora. En 2010 representamos la obra de Francisco Nieva “Tórtolas, crepúsculo y…telón” (Premio Max 2010) en el C.D.N. dirigida por el propio Nieva con gran éxito en el Teatro Valle-Inclán. Sólo  pudo verse en Madrid.

–   ¿Tuviste relación con el mítico Arthur Kennedy? ¿Nos cuentas algo de él?

Los sábados por la tarde me daban dinero para comprarme el tebeo “Hazañas bélicas” y para ir al cine con mis amigos. Por la pantalla del cine Manila* de Barcelona habían pasado tantas aventuras, tantos acontecimientos, tantos actores y actrices: un mundo mágico. Aquel actor que había visto cabalgando por prados y pueblos del oeste, luchando y solucionando problemas lo iba a tener a mi lado. No podía creérmelo.  Trabajar con un  actor mítico, para mí, como Arthur Kennedy era impensable. Cuando me lo presentaron le estreché la mano, le saludé y prometo que mis rodillas temblaban.

Fue ejemplar trabajar con él: su profesionalidad, su actitud, su atención. Una escuela admirable.

* (Situado en la calle Sant Pere Més Baix 28, el cine Manila, con 1477 localidades, cerró en  febrero de 1969 tras 27 años de exhibir sueños en programa doble con complementos que, desde 1942 incluyeron las populares «varietés») 

–    Jorge Grau cuenta que se tomó muy en serio a los muertos que salen en la película: Tanto en como debían moverse como su aspecto, revisando infinidad de fotografías forenses. ¿Es cierto que teníais una profesora de movimiento escénico?

 Sí. Aprendimos a movernos, a desplazarnos, a respirar, a emitir sonidos. La rigidez. La reacción retardada. La mirada….

– ¿De qué eran las vísceras que os echabais al gaznate? ¿Eran reales? Hay cierto higadillo que  muerde Fernando Hilbeck que parece todo menos falso.

Sí. Recuerdo que tuvieron la gentileza de ofrecernos un menú: podíamos elegir entre hígado de cerdo ligeramente sofrito, jamón york o lacón frescos, convenientemente ambientados. ¡Muy rico!

–  También tenías como compañero de correrías a  Joaquin Hinojosa como zombie recién salido de una autopsia.

 Sí. Magnífico. Era otro maquillaje espectacular.

-Todos los participantes en este film coinciden en que está tan bien realizado que por eso se sostiene y se mantiene tan bien en la actualidad.

Jordi Grau es muy meticuloso. Siempre programa los efectos en sus películas. El resultado ahí está. Hay películas que te atrapan; ésta es una de ellas.

¿Que piensa de que su imagen forme parte importante del cartel de la película en muchos países como en Italia, Francia o Alemania?

¡Qué voy a pensar! El exhibidor tiene la película en sus manos y la lanza al mercado como mejor le parece. Es algo que se escapa de nuestro control. No tenemos derechos sobre el film, como en otros países.

Ray Lovelock observa el estropicio que le han hecho a la pobre Isabel Mestres.

– Yo fui uno de los niños que vio No profanar… en mis terrores favoritos. Al día siguiente en mi clase no se hablaba de otra cosa, en especial de la imagen del destripamiento de la telefonista, que interpretó Isabel Mestres. ¿Es cierto que la película fracasó en los  cines españoles  porque se estrenó el 20 N de 1975? (mientras en la película unos salían de sus tumbas otros, por suerte, marchaban para no volver…)

Yo estaba en Argentina rodando Tiempos duros para Drácula  (1976, Jorge Darnell) en noviembre del 75, cuando se estreno No profanar… en Madrid. Mal momento. Todos estaban pendientes de la agonía del dictador y la película no atrajo al público…

Pero cuando Narciso Ibáñez Serrador la presentó en su programa de televisión el impacto fue brutal. Lo notábamos por las reacciones de la gente de la calle. Creo que  colocó la película en el lugar que le correspondía. ¡Gracias, “Chicho”!

No profanar…, entre otras, tiene una virtud: está hecha en serio.

La secuencia de la telefonista, la primera aparición de la guapísima Isabel Mestres  en el cine comercial, es sobrecogedora. Y a pesar de su aparatosidad, de la terrorífica situación, los  espectadores no se mueven en sus butacas, están petrificados.

– ¿Ha sido invitado a muchos lugares para hablar de esta película? ¿Le gusta que se le reconozca como uno de los actores de esta película de Jorge Grau?

¡Claro que sí! Para mí es un honor.

-¿Que opina de que se haya convertido en película de culto entre los aficionados al cine de terror de todo el mundo?

En No profanar… se invirtió muy poco dinero para  lanzarla al mercado. Si ha conseguido esas cotas de reconocimiento  mundial debe de ser por sus propios valores.

– ¿Todavía guarda el guión original? ¿Contratos? De ser así son como el santo grial de los fans.

No. Lo siento mucho.

– ¿Como fue su relación con Jorge Grau? Colaboró con él en varios films: En 1973 Pena de Muerte (con Marisa Mell, Fernando Rey, Máximo Valverde y Espartaco Santoni… ¡¡Todo un reparto heterogéneo!!); y después El secreto inconfesable de un chico bien (1976) y La siesta (1980).

Sí, he trabajado mucho con Jordi. Aun que siempre hubo una primera vez. Jordi conoce muy bien la mente del actor. Tiene un libro sobre interpretación, muy interesante, y sabe como tratarnos, como proponernos lo que quiere. Tengo mucha complicidad con él. Después de cada “toma” le miro y ya sé por dónde van los tiros.

A Jordi Grau tengo varias cosas que agradecerle. En sus películas siempre me ha dado personajes distintos, tal vez por yo soy un actor todo-terreno…No sé.  Pero la galería de personajes tan dispares  que muestro en sus cintas da una idea de lo que es la creación conjunta. Él piensa un carácter y yo lo materializo. Es un trabajo apasionante.

Jordi  me trajo a  Madrid. Llegué en 1974 acabando No profanar… y aquí establecí  mi residencia. Me desplazo a otras Comunidades cuando me contratan: Catalunya, Valencia, Andalucía, Galicia… “Si tu me dices ven, lo dejo todo”.

Los actores no podemos guardar nuestros trabajos en un ordenador.  O los hacemos aquí y ahora, o no los haremos nunca jamás.

YA PUEDEN LEER LA SEGUNDA PARTE DE ESTA ENTREVISTA CLICKANDO AQUÍ.

  1. 26 junio 2011 a las 4:58

    ¡Gran entrevista!.El último cartel de No profanar el sueño de los muertos,¿es hindú?.¿Que tal es Lifante en las distancias cortas?.He oido que es un tipo bastante amable.
    Espero con ansias la segunda parte.

    • 27 junio 2011 a las 12:02

      ¡Hola Jesús! Gracias por tus piropos. El cartel es tailandés y pertenece a la carátula de un interesante (por lo bizarro y curioso) dvd que se acaba de editar. Corre por Ebay y si pudiera… aunque seguro que todos tenemos ediciones mucho mejores. Pero no por ello deja de ser curioso y los fetichistas del cine somos como somos…
      José Ruiz Lifante es todo un caballero: amigable, amable, cercano, simpático… sólo hay que ver la extensa entrevista que le hice y su predisposición para contestar sin ningún problema y extendiéndose en los puntos que le interesaban más. No tengo más que palabras de agradecimiento. Hoy mismo podrás ver la continuación de la entrevista, que para mí es incluso mejor que lo publicado (lleno de curiosos datos) y enlaces interesantes.
      Lo dicho, gracias Jesús y quedo a la espera del ansiado Monster World, que según he leido no se publicará durante el festival (¡que envidia!) que teneis allí. Por favor, avisadme en cuanto salga. Un abrazo.

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