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Calamar ediciones edita James Whale, El padre de Frankenstein de Juan A. Pedrero Santos
El viernes 13 de enero de 1939 se estrenaba La sombra de Frankenstein (The Son of Frankenstein, 1939 Rowland V. Lee) en el Pantages Theatre junto a la comedia de RKO Next Time I Marry (1938, Garson Kanin) interpretada por Lucille Ball. Fue todo un acontecimiento que inició una nueva era del cine de terror tras los problemas ocasionados por la censura, principalmente en Inglaterra. Fueron años aciagos en los que tanto Karloff como Lugosi tuvieron que rebajar sus respectivos sueldos para poder subsistir. Karloff pudo reciclarse en diversos géneros, mientras que Lugosi conoció el desempleo y las privaciones. Pero a petición popular el cine de terror volvió a las pantallas tras el atronador éxito que cosechó un doble programa que reunía Drácula (Tod Browning) y Frankenstein (James Whale), dos viejas cintas Universal de 1931 que en el verano de 1938 un avispado empresario se animó a alquilar y programar conjuntamente, siendo un bombazo que llegó a proyectarse ininterrumpidamente durante 24 horas seguidas.
Universal vió que el filón volvía a ponerse en marcha, y tras ofrecer un nuevo contrato a Karloff (pero no a Lugosi), rodó un nuevo episodio de la más exitosa saga de los estudios, la protagonizada por la criatura del Dr. Frankenstein.
El día que se estrenó La sombra de Frankenstein, un personaje se dirigió a la taquilla presentándose como el director de El Doctor Frankenstein y La novia de Frankenstein: se trataba de James Whale, que en ese momento se encontraba rodando El hombre de la máscara de hierro (The Man in the Iron Mask) para la pequeña productora Edward Small Productions. El taquillero, en absoluto impresionado por el ilustre director, le invitó a ponerse al final de la cola y comprar su ticket si quería entrar.
Ignoro si finalmente entró en la sala, pero creo que de haberlo hecho la película no hubiera agradado a James Whale, ya que , a pesar de ser un film más que meritorio, no llega a la altura de las grandes películas que el defenestrado director rodó cuando era el niño mimado de unos estudios Universal regentados por los Laemmle, films de la categoría de Journey’s End (1931), El puente de Waterloo (Waterloo Bridge, 1931) , El caserón de las sombras (The Old Dark House, 1932), El hombre invisible (The Invisible Man, 1933) o Magnolia (Show Boat, 1936).
Whale fue otro juguete roto y otra tragedia en el camino de Hollywood, cuya biografía y obra ya pudimos ver en dos libros muy diferentes editados en nuestro país: James Whale de James Curtis editado por la Filmoteca Española y el Festival Internacional de Cine de San Sebastián en 1989, y El padre de Frankenstein, de Christopher Bram editado por Anagrama diez años después.
Los dos son excelentes: el de James Curtis un detallado análisis a la obra del director repleta de magníficas imágenes y el segundo una novela que dió lugar al maravilloso film Dioses y monstruos (Gods and Monsters, 1998 Bill Condon).
Pero no es suficiente. Nunca es suficiente. Y a estas dos obras tenemos las suerte de poder sumar la escrita por Juan Andrés Pedrero Santos, un escritor nacido el mismo año que yo (1966) y aficionado al cine y a los comics (como yo). Pedrero ya tiene en su haber dos libros: Terror Cinema, publicado por Calamar Ediciones en 2008 y Johnny Weissmuller. Biografía, editado por T&B Editores en 2010 que contó con prólogo de Paul Naschy. También colabora con la revista “Scifiworld Magazine” y con las webs dedicadas al cine “Pasadizo.com” y “La abadía de Berzano”.
Ahora tenemos este James Whale, el padre de Frankenstein, un libro necesario editado también por Calamar Ediciones en el que tal y como indica su prologuista de lujo Guillermo del Toro: “encontraremos una puntillosa crónica y un inteligente análisis de la obra de un cineasta único. El ascenso y eventual olvido de Whale se narran con precisión y bien informadas opiniones. En esta crónica encontraremos los fortuitos accidentes que impidieron que Bela Lugosi hiciera el papel del monstruo, la metodología del volcánico y quimérico maquillador Jack Pierce, mago del colodión y el algodón; las castas crónicas de un Hollywood salvaje y descocado y todos los demás detalles que conforman el vía crucis de un hombre que creía tener el alma manchada de hollín, como un minero, y que creó una autobiografía imaginaria sin censura, sin medida y sin final«.
Estamos deseando echarle el diente a este libro y volver a pasear por la edad de oro de los estudios Universal siendo testigos del ascenso y caida de un director excepcional que legó obras que formarán para siempre parte de la historia del cine con mayúsculas.
JAMES WHALE, EL PADRE DE FRANKENSTEIN. Calamar Ediciones. 288 páginas profusamente ilustradas, 24 euros.
Y como somos unos fetichistas, ponemos unos cuantos programas de mano españoles de algunos de sus títulos más representativos:
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