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Diario de Serendipia en Sitges 2023: Décima cápsula

Con este artículo y el fotográfico, que ofrecemos conjuntamente, damos por cerrada esta edición del festival de Sitges, que a su vez cerramos, como es habitual y tanto nos gusta, en el Prado, viendo clásicos y películas antiguas. Lo mejor. Y si se trata de una canallada con la que el aforo se puede echar unas risas, pues mejor que mejor, por su sabor a catarsis. Pero también estuvimos en el Tramontana, donde su equipo nos trata tan bien, tan cómodos estamos y donde pudirmos ver la última de Brad Anderson, Blood; y finalmente, en el Prado revisamos el King Kong original de 1933 y el último descubrimiento relacionado con Santo, el enmascarado de plata, las escenas con desnudos de Los jinetes del terror, una inocente cinta de luchadores mexicanos y vaqueros que, con estos insertos se convertía en…Los leprosos y el sexo. Imposible pedir mejor fin de fiesta ¡Viva el Santo!

Mientras empezaba a ensayar el «lástima que terminó el festival de hoy«, Serendipia encaminaba sus pasos hacia la que había sido casi su segunda casa, la Sala Tramontana. La última visita. Y es que, nuevamente, y como venía siendo casi una constante en esta edición, también el último día se decantó por la alternativa menos mayoritaria. La mayoría se acomodó en el Auditori para celebrar un nuevo filme con Nicolas Cage, Dream Scenario (Kristoffer Borgli), al que le fue encomendada la labor de clausurar el certamen. Nada en contra, pero a Serendipia le apeteció más echarle un vistazo al último trabajo de Brad Anderson, viejo conocido del que había admirado El maquinista (2004), con producción española, pero al que ya empezó a seguir la pista desde la singular Sesión 9 (2001). Invitado al festival para recoger una Màquina del
Temps como reconocimiento a su carrera. Serendipia tuvo la ocasión de hacerse con su autógrafo (¿hemos dicho ya que la colección de Serendipia ha ganado 64 firmas más?), eterna alma de fan la nuestra, eso sí, siempre desde el respeto a la intimidad. ¿Qué menos que corresponder a su gentileza que viendo su último filme?
La carrera de Brad Anderson se ha fraguado más en televisión que en cine, pero ha ido dando alegrías a los amantes del séptimo arte con pequeñas incursiones de notable valor, como pueden ser Transsiberian (2008), La última llamada (2013) o Fractura (2019). En 2022 rodó la que nos llega ahora, Blood (que en todas partes es referida con el nombre del director como coletilla). Un bonito ejercicio de hibridación entre el drama familiar y el terror más… (¿creen que vamos a decir puro?): estricto. En la cinta, conoceremos a la enfermera y madre recientemente separada, Jess (magnífica Michelle Monaghan). Para seguir adelante y crear una buena vida para ella y sus criaturas, traslada a su hija, Tyler (Skylar Morgan Jones), y a su hijo pequeño, Owen (Finlay Wojtak-Hissong), a la granja de su familia. Es una casa antigua un poco alejada de todo, pero es la única opción que cuadra con su economía. El paisaje y el tono del arranque nos hace pensar que volvemos a estar ante una película de casas encantadas, pero no, es más original que eso. Es el tropo del vampirismo el que se va a ver transfigurado en manos de Anderson. Sigamos con el argumento. Poco después de mudarse a la granja, el perro de la familia (que el padre les había regalado a los niños) huye hacia el bosque. Los niños están angustiados y la madre está perdida. En las pelis de miedo los perretes lo tienen siempre crudo. El de Tyler y Owen regresa, pero muy trastornado. ¿Rabia? Sea lo que sea ataca a Owen, en una escena a la que Anderson le da un tratamiento realista y cruento. Tras ser mordido en el cuello, también el pequeño se infectará. Es trasladado al hospital en el que trabaja Jess, pero su estado es crítico, nada parecen hacer los cuidados de los que la propia madre se encarga. Languidece y languidece, hasta que despierta repentinamente y busca la bolsa de sangre al lado de su cama. Y sin pensárselo dos veces la ingiere como quien toma un biberón. Ésa es la cura. Owen necesita sangre y mucha. De hecho, si no recibe sangre, su comportamiento se volverá tan aterrador como el del perrete. El trabajo de Jess va a ser a partir de ahora alimentar con el rojo líquido al niño y no vacilará ante nada para hacerse con la sangre necesaria para su cachorro. No desvelemos más.
El lema «la sangre es vida» en Blood da lugar a una cinta atípica, que sólo ha gustado a medias a la crítica (58% en Rotten Tomatoes), demasiado sangrienta (jeje) para los amantes del drama, y
demasiada tragedia familiar para los gorekids. Sin embargo, somos de la opinión de que al armazón no se le notan demasiado las costuras. La figura de Jess, encarnada por una inspirada Michelle Monaghan, es la central, una insana madre coraje que hace las veces de metáfora desquiciada de la sobreprotección parental que viven las últimas generaciones. No podríamos decir (o sí) qué es más terrorífico, que un niño beba sangre humana, o que una madre esté dispuesta a todo con tal de protegerle. No falta tampoco la hipótesis sobrenatural que explica la afección, poco desarrollada, eso sí, pero a Serendipia ya le gusta que se deje intuir, lo prefiere a que se insista en describir a toda costa. No salimos alborozados, pero sí satisfechos.
Y decimos hasta el año que viene a la Sala Tramontana, para dirigirnos sin prisa, pero sin pausa, al Cine Prado, nuestra última parada. Dos películas, dos, nos atienden. La primera cita es con el gorila más emblemático del Festival, el King Kong original, que se proyectó en una copia restaurada exquisita. Lástima que algunos problemas técnicos hicieran deslucir la sesión. Por suerte, el entrañable Phil Tippett nos compensó.
Phil Tippett, mago de los modernos efectos especiales (pre-digitales), estuvo en Sitges para recibir un merecido Gran Premio Honorífico del Festival. Fundador de Tippet Studios, ha ganado dos Oscar a los efectos especiales por El retorno del Jedi (Return of the Jedi, Richard Marquand, 1982) y Parque Jurásico (Jurassic Park, Steven Spielberg, 1993) y ha sido
director de Mad God, la estupenda película que maravilló a Serendipia y a todos los que tuvieron la suerte de verla durante la edición de 2021. Campechano y carismático, Tippett se paseó por Sitges con total tranquilidad, hablando con todo el que se le acercaba, maravillando con su cercanía. Durante la rueda de prensa que dio, opinó sobre cuestiones que han revolucionado los efectos especiales, comentando que a pesar de que su mente, en sus propias palabras, «trabaja analógicamente», no solo no reniega de los efectos digitales, sino que le parecen sorprendentes y reconoce que todo se revolucionó a partir de Parque Jurásico, pues no se había visto nada parecido hasta entonces. También dio su opinión sobre la IA, que para él nadie puede rehusar y debe integrarse en el cine. De hecho, confesó estar muy emocionado respecto a lo que pueda realizar esta nueva tecnología en las películas.
Presencia constante durante los días de festival, al enterarse de que se iba a proyectar King Kong (Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, 1933) en la pantalla del entrañable cine Prado (cuya arquitectura y murales admiró), el creador de Jabba the Hut se ofreció a presentarla ante el
público, con el que se quedó a verla. En su charla inicial, Phil Tippett recordó lo que le impresionó la película cuando la vio por primera vez en 1956, en un pequeño televisor, cuando tenía seis años, en como «me cambió la vida«, al igual que antes que a él a Harryhausen y tantos otros mitos de los efectos especiales artesanales y aficionados al cine fantástico en general. Comentó que tuvo el honor de conocer a Marcel Delgado, estrecho colaborador de Willis O’Brian y que aquel todavía tenía en su poder los scrapbooks de El gran gorila (Mighty Joe Young, Ernest B. Schoedsack, 1949), que misteriosamente, tras su muerte, desaparecieron.
Pero ¿quienes son Willis O’Brian y Marcel Delgado? porque, si bien el nombre de Ray Harryhausen todavía resulta familiar para las últimas generaciones de aficionados, prensa y críticos cinematográficos especializados en cine fantástico de nuestro país, poco o nada es reconocido ni reivindicado el de Willis O’Brien y Marcel Delgado, padres de la animación stop-motion y los efectos especiales y mentores de Harryhausen y todos sus herederos. O’Brien y Delgado fueron los hombres que hicieron cobrar vida a King Kong. Y todo, absolutamente todo lo referente a efectos especiales, comenzó en 1933 con King Kong, a pesar de que 8 años antes
Marcel Delgado y el esqueleto del Sr. Kong
ambos hombres ya hubieran colaborado animando dinosaurios en una historia muy similar a la de Kong, El mundo perdido (The Lost World, Harry O. Hoyt, 1925). Delgado innovó la animación stop-motion en la que O’Brien era especialista, añadiendo a los modelos, hasta entonces de arcilla y plastilina, un armazón hecho de dural, una resistente aleación de aluminio que Delgado forraba con músculos de hule y goma y recubría después con una piel de látex, que daba a los modelos un aspecto más natural y realista. En algunas ocasiones colocaba también una vejiga inflable dentro de sus pechos, que creaba la sensación de que sus figuras respiraban, todo lo cual puede percibirse perfectamente en King Kong. Tanto en el enorme gorila, como en los diferentes dinosaurios. Willis O’Brian y Marcel Delgado formaron equipo y continuaron trabajando juntos en diversas películas, como El hijo de Kong (The Son of Kong, Ernest B. Schoedsack, 1933) o El gran gorila (Mighty Joe Young, Ernest B. Schoedsack, 1949). A pesar de todo, el trabajo de Delgado nunca recibió acreditación, permaneciendo a la sombra de O’Brien, posiblemente por cuestiones de corte racistas, pues Delgado cruzó junto a su familia la frontera a los 6 años al estallar la revolución mexicana. Aunque también es posible que fuera debido a lo poco que se respetaba entonces la labor de estos artistas y técnicos, pues el trabajo de Willis O’Brien tampoco fue acreditado en varias de las películas en las cuales trabajó.
Uno de los armazones que Delgado construyó para Kong ha sobrevivido, como mudo testigo de la historia del cine. La misma historia a la que no pasará, pero indudablemente nos hizo pasar un estupendo rato, Los leprosos y el sexo (René Cardona, 1970), película con la que cerramos, en gran gala particular y rodeado de amigos, la edición número 56 del festival.
En 1952 nació el cine de luchadores mejicano. Ese año se estrenó, también en España, La bestia magnífica (Chano Urueta), un drama que se desarrollaba en el ambiente de la lucha libre. Pero el honor de inaugurar el cine de luchadores enmascarados, tal y como lo entendemos, fue de El enmascarado de plata (1954) de René Cardona, que nada tiene que ver con nuestro chaparro héroe, pues estaba protagonizada por otro luchador profesional enmascarado, El médico asesino. Santo, tras cuya máscara de plata estaba, aunque era uno de los secretos mejor guardados, Rodolfo Guzmán Huerta, y que se dedicaba a la lucha desde 1942, se hizo muy popular, especialmente entre la chiquillería, por protagonizar historietas
en forma de fotonovelas semanales, que desde 1952 se comercializaron con el título Santo, El Enmascarado de Plata ¡Una aventura atómica!, de las que se vendieron miles de ejemplares. Pero lo que convirtió al luchador en referente mediático internacional fue el cine, donde debutó en 1961 (aunque otras fuentes datan 1958), con Santo contra el cerebro del mal de Joselito Rodríguez, una película realizada en régimen de coproducción entre México y Cuba que recientemente fue remasterizada por la compañía de Nicolas Winding Refn y proyectada, entre otros festivales, en el de Sitges. Desde esa primera y hasta 1982, el enmascarado de plata protagonizó 52 películas, en las cuales se enfrentó a distintos enemigos como hombres lobo, mujeres vampiro, el barón Brakola y el propio conde Drácula, extraterrestres, momias, brujas, la llorona, las mafias del vicio, la hija de Frankestein (sic) e incluso a los karatekas, dependiendo de la moda imperante en ese momento en el cine popular, compartiendo aventuras en diversas ocasiones con otros luchadores, como Mil Máscaras o Blue Demon, el más popular tras Santo. Dichas películas fueron un éxito de taquilla no solo en México, sino en gran parte de América Latina, Europa y algunos lugares tan distantes como Líbano o Turquía. Se trataba de películas de bajo presupuesto, amables y aptas para todos los públicos. En las cuales primaban los buenos sentimientos y la defensa del débil.
Había varias luchas pero siempre ganaba el bien frente a los malvados. Muchas de ellas contaban con un humorista que hacía de compañero del luchador, siendo de largo lo que peor ha envejecido de estos entrañables productos, que cuentan con muchos seguidores y coleccionistas. Una popularidad y tradición de la que supieron sacar partido los norteamericanos con el Pressing Catch de los años ochenta. Una imitación que ni de lejos posee el sabor de estos luchadores enmascarados mexicanos, lo cuales son, merecidamente, todo un icono cultural de su país.
Tantas fueron las aventuras y desventuras de Santo, el enmascarado de plata, que se rodaron escenas para versiones alternativas de algunas de sus películas. Escenas sexys, con desnudos femeninos, destinadas a la exportación. Algo que casi formaba parte de la leyenda, pero de lo que existía constancia por algunas imágenes en revistas y libros y que parecían corroborarlo. Serendipia tuvo noticia de El vampiro y el sexo por las fotos incluidas en el libro El vampiro en el cine, de David Pirie, que se publicó en España en 1977. Viviana García Besné, archivista y heredera de los derechos de las películas de Santo y otros luchadores, así como de aquel cine soft conocido como de ficheras (o sexycomedias), fue quien encontró el metraje «prohibido». Mientras entrevistaba a su tío-abuelo, el productor Guillermo Calderón para un documental que estaba realizando sobre películas perdidas, salió el tema de estas dobles versiones de las películas de Santo, algo que ella desconocía, concretamente sobre El vampiro y el sexo: “Me quedé con mucha curiosidad y empecé a hacer un poco de investigación en redes sociales y en periódicos para ver qué
información había sobre la película El vampiro y el sexo. Me encontré con mucha controversia y ya que yo tenía acceso a la bodega de la productora Permanencia Voluntaria, me puse a buscar y entonces descubrí que sí existía”.
Besné, para la que era importante que esta película pudiera verse, pues estamos hablando de historia viva del cine mexicano, recibió amenazas incluso de El hijo del Santo, que de pensar que ese material no existía, cuando apareció se decantó por oponerse a su exhibición, a pesar de no poseer los derechos sobre el mismo. Pero Viviana encontró más material. Como explica José Antonio Monterrosas Figueiras en la revista online Los Cínicos, de la que están tomadas las declaraciones de Viviana García Besné, todo comenzó cuando, nuevamente en la productora Permanencia Voluntaria, «entre miles de rollos de 35 milímetros, había una lata que decía las sugerentes palabras: “Jinetes sexy”. Al mirarla, sorprendida, descubrió que era una película que estaba perdida por años, Los leprosos y el sexo, la versión soft porn de Santo vs los jinetes del terror, el único western del Enmascarado

Un fotograma de Los leprosos y el sexo en el que no hay leprosos a la vista pero parece que habrá algo de sexo…
de Plata, filmado por René Cardona, estrenada en 1970″. Financiada su restauración mediante crowdfunding, por fin ese material pudo ser montado y estrenado en el festival de Rotterdam, desde donde ha pasado a otros, entre ellos el del Sitges, donde Serendipia tuvo el hondo privilegio de disfrutarla en una sesión que fue toda una fiesta, pues naturalmente se trata de un cine de otra época, con comportamientos bien diferentes a los actuales y con unas escenas sexys que mueven casi a la hilaridad. O que serían objeto de tijeras. Insertos algo más picantes que los que recordamos de El vampiro y el sexo, pero siempre dentro del más estricto Softcore. En todo caso, la hilaridad que acompañó algunos momentos de la proyección del film, estuvo teñida de cariño y respeto.
Los leprosos y el sexo se inicia cuando unos leprosos escapan del hospicio en el que están internados, sembrando el terror, pues además de tener un mal contagioso, se dedican a robar. Pero, todo y con eso no serán, ni mucho menos, los villanos de la función. Para que vuelva la tranquilidad a la pequeña ciudad se reclamará la presencia de Santo, el enmascarado de plata, justiciero que acudirá a lomos de su caballo para enfrentarse y derrotar a los viles bandidos, retornando la paz a la ciudad. Santo, además, anunciará a los enfermos que ya existe un fármaco que cura la lepra. Final feliz para los justos en una aventura ¡A colores!
Y final feliz también para una gran jornada, y para un festival de Sitges que Serendipia culminó compartiendo unas cervezas con amigos y compañeros en la terraza del mismo Prado. El 56 festival de Sitges había terminado. Vendrían otros certámenes, pero Serendipia había sobrevivido, y con nota, a otra edición del mejor festival de cine fantástico del mundo. Eso sí, durante el mismo nos llegó la noticia del fallecimiento del gran Carlos Pumares, al que sin duda todos echaremos de menos. También se han jubilado los entrañables encargados del Prado, lo que ha dado paso a la llegada de un marcial caballerete de gesto siempre adusto. En fin…en todo caso…
¡¡¡Nos veremos en Sitges 2024!!!
Y ahora, les dejamos con el…
PALMARES DE LA 55ª EDICIÓN SITGES FILM FESTIVAL
SECCIÓ OFICIAL FANTÀSTIC A COMPETICIÓ
Mejor película
Cuando acecha la maldad
Premio especial del Jurado
Ex-aequo:
Stopmotion (Por su exploración creativa del lado oscuro de la creatividad)
Vermin: la plaga (Vermines) (Por ser una película de monstruos poderosa y política)
Mejor dirección
Baloji por Omen
Mejor interpretación femenina
Kate Lyn Sheil por The Seeding
Menció especial per:
Zafreen Zairizai por Tiger Stripes (Por su talento emergente)
Mejor interpretación masculina
Karim Leklou por Vincent debe morir (Vincent Must Die)
Mejor guion
Colin y Cameron Cairnes por Late Night with the Devil
Mejores efectos especiales, visuales o de maquillaje
Frédéric Lainé, Jean-Christophe Spadaccini, Pascal Molina, Cyrille Bonjean-Jean, Bruno Sommier y Jean-Louis Autret por El reino animal (Animal Kingdom)
Mejor música
Markus Binder por Club Zero
Mejor fotografía
Martin Roux por La Morsure
Menciones Especiales
Moscas (Por su bonita visión del lado feo de Buenos Aires)
Riddle of Fire (Porque ha hecho al jurado muy feliz)
NOVES VISIONS
Mejor película
Moon Garden
Mejor dirección
David Kapac y Andrija Mardesic por The Uncle
Mejor corto Noves
The Old Young Crow
Menciones Especiales
Halfway Home
Humanist Vampire Seeks Consenting Suicidal Person (Por su guion)
Mimì – Prince of Darkness (Por su fotografia)
JURAT MÉLIÈS D’ARGENT
Premio Méliès d’Argent a la mejor película de género fantástico
La morsure
Premi0 Méliès d’Argent al mejor corto europeo de género fantástico
Cultes
ANIMA’T
Mejor largometraje de animación
Tony, Shelly i la llanterna màgica (Tony, Shelly and the Magic Light)
Mejor cortometraje de animación
Ghost of the Dark Path
ÒRBITA
Mejor pel·lícula
The Last Stop in Yuma County
BLOOD WINDOW
Premio Blood Window a la mejor película
Cuando acecha la maldad
JURADO DE LA CRÍTICA
La teoría universal
Premio Citizen Kane para el mejor director revelación
Stéphan Castang por Vincent debe morir
Mejor cortometraje
I’m Not a Robot
PREMIO BRIGADOON
Premio Brigadoon Paul Naschy al mejor corto
Ellos (Néstor López y Óscar Romero)
SGAE NOVA AUTORIA
Mejor dirección-realización
Mikel Garrido por Tenemos patria
Mejor guion
Karen Joaquín por O que me parta un rayo
Mejor música original
Márcio Echevarria por The Sun Thief
JURADO CARNET JOVE
millor pel·lícula
La morsure
Millor pel·lícula Sitges Documenta
Kim’s Video
PREMIOS DEL PÚBLICO
Gran Premio del Público a la mejor película
Robot Dreams
Premio del Público Panorama Fantàstic
El exorcismo de Eastfield
Premio del Público Focus Asia
Fuerza bruta: sin salida
Premio del Público Midnight X-treme
Os reviento
Y tras este último video, un enlace (aquí) a nuestro habitual álbum fotográfico.
Diario de Serendipia en Sitges 2023: álbum fotográfico

Cualquiera que haya dado un ojo a los anteriores artículos, o nos haya visto por el festival de Sitges podría pensar que no hacemos más que ver películas, una detrás de otra hasta el infinito. Pues no, Serendipia también hace otras cosas durante el festival, pues es muy importante vivir y hacer otras actividades. Aunque no somos amigos de hacer muchas fotos con actores o directores, les ponemos un poco del ambiente que se respiró en otros ámbitos del festival.

La noche previa a todo… calma chicha…

… y ya empezamos un año más…

…rodeados de zombis lectores…

…y entre los libros una nueva entrega ¿la última? sospechamos que no, del extenso repaso a la filmografía de d’Arbó, titánico trabajo que está realizando (ya van cuatro tomos), el amigo Diego Peñalver…

…que por muchos libros que escriba, bueno, ni él ni nadie, nunca alcanzará el número de tomos publicados por el prolífico Octavio López Sanjuán, al que siempre es una alegría poder saludar.

Dos tanatopractores adecentando a dos visitantes del festival…

…mientras esta bella dama consulta su correo.

Hablando de bellas damas, tuvimos el gran privilegio de saludar a Barbara Bouchet: puro glamour, amabilidad y cercanía. Una señora estupenda y unos ojos difíciles de olvidar.

Fueron 10 madrugones, 10…

…pero no fuimos los únicos.

Todo con tal de ver esas cortinas rojas que dan paso a la fantasía.

Tampoco se perdieron la cita Jesús y parte de sus discípulos, que ya están rodando el largometraje ‘Once a Time in Jerusalem’ ¡y trajeron pruebas palpables, imágenes y reliquias del milagro!

Como siempre fue un gran placer escuchar a los sabios maestros.

…y escaparse por la King Kong Area…

…en un festival que tuvo temperatura veraniega…

…y donde nos encontramos con viejos amiguetes…

… y hasta con María, lo cual nos hizo caer en cuenta de que el festival ya no la utiliza como premio.

Puntual a su cita, el 79 con su jefe, Joan Castelló, al frente. Muchos de ustedes pensaban que se trataba de una leyenda urbana que contaban los coleccionistas durante las frías noches de invierno, pero aquí está la prueba de su existencia: con ustedes el responsable de la ‘Colección Fantaterror’…

…y de otras maravillosas ediciones físicas de sus películas favoritas.

Y este no podría ser más que el stand de un imprescindible y querido amigo, Javier. Bubba estará siempre en nuestro corazón.

Phil Tippet demostró gran vitalidad e ilusión. Dice mucho de él que decidiera quedarse a ver King Kong y se ofreciera, además, a presentarla al público que llenó el Prado.

Ya se pone el sol. El festival termina, pero no teman pues…

…ya se prepara una nueva edición. Nos vemos allí.

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