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Diario de Serendipia en Sitges 2023: novena cápsula

Penúltima jornada de festival con un día de los más italiano. Todo lo cual no nos supone un problema, bien al contrario, pues a Serendipia gli piace molto el fantástico italiano, así que se pone de gala para ver el documental Dario Argento Panico y, ya por la tarde, asistir a un encuentro con Lamberto Bava, flamante premio Màquina del Temps. Pero claro, hay más películas, pues el Tramontana nos esperaba desde primerísima hora para una sesión de Orbita (Lumberjack the Monster) y una Noves Visions en femenino (Humanist Vampire Seeks Consenting Suicide Person).

Serendipia se dispone a ingerir un menú de tres platos en la Sala Tramontana. Un poco con el corazón partido, porque Serendipia es fan de la animación (aún la denomina dibujos animados en su fuero interno) y este viernes 13 en l’Auditori proyectaban White Plastic Sky (Müanyag égbolt, Tibor Bánóczki y Sarolta Szabó) que se anunciaba como una de las joyas europeas del año, pero no podía hacerle un feo a Takashi Miike, así que empezamos con él.

El japonés más asiduo al festival se presentaba con Lumberjack the Monster (怪物の木こり), un sangriento y bruto thriller, tal y como nos gustan, con un carismático y prácticamente invencible protagonista, y un argumento en el que caben también chips neuronales y mucha sangre. Géiseres de sangre brotando de  gargantas seccionadas. A Serendipia la sació, pero algunos se quedaron sedientos de más hemoglobina. Y de más violencia.  Y de más personalidad. Y… Vamos que no faltaron voces que tildaron a esta cinta de mediocre. ¿Qué hay de ello? El propio director declaraba en la rueda de prensa que cuando se tiene un mayor presupuesto, se tiene que buscar más público y se reduce la violencia, pero que a sus 63 años se ha cansado del estilo ‘light’ y quiere «volver al punto de origen» más violento. Y eso es lo que parece estar tramando: su nuevo proyecto será «un remake de una obra muy explosiva, idóneo para Sitges«. Pese a los lamentos de unos y otros, tenemos que decir que Lumberjack the Monster es un thriller muy sólido y bien resuelto. Clásico, pero sin que le falten esencias del estilo Miike.

Basada en la novela homónima de Mayusuke Kurai, el argumento de la película gira en torno a un abogado implacable, Akira Ninomiya (Kazuya Kamenashi), que no duda en eliminar a cualquiera que se interponga en su camino. Una noche es brutalmente asaltado por un individuo con una monstruosa máscara. Si bien sobrevive por los pelos, Ninomiya se obsesiona con encontrar al atacante y hacerle pagar con la misma moneda. Mientras tanto, se suceden una serie de horribles asesinatos cuyas víctimas aparecen con el cerebro extirpado. A la vez que la policía lleva a cabo una ardua investigación, Ninomiya busca venganza contra el agresor. ¿Quién descubrirá la verdad primero? es la pregunta que sostiene el suspense. La cinta se pregunta sobre la naturaleza del monstruo (que el MacGuffin atribuye a un implante neuronal), se interroga sobre las bases de la psicopatía y sobre si esta pudiera llegar a ser reversible. En cualquier caso, aunque esté lejos de la ultraviolencia que ha caracterizado al nipón, ofrece una cinta estimulante que gradúa muy bien el desarrollo de la trama y sus giros, muy bien interpretada por la estrella del pop Kazuya Kamenashi, un trabajo actoral tan atinado que hasta llega a conseguir un aspecto físico imponente (Serendipia apenas lo reconoció cuando se topó con él en el hall del Melià). Esta especie de Psycho Vs. Serial Killer (como reza en la promoción del filme) brinda una intriga policial con buen ritmo resuelta con solvencia y buen oficio por Miike. El nipón, aún estando más contenido de lo habitual, deja impreso su sello personal en este thriller de corte clásico que no es, de ningún modo, mediocre.

Tras el paréntesis que supuso el documental Dario Argento Panico, que nos saltamos ahora para agrupar todo lo italiano, y ya recuperados del (suficiente) baño de sangre que nos ha ofrecido el bueno de Miike, recibimos, en la tercera sesión y como delicioso postre, algunas salpicaduras más de hemoglobina provenientes de Vampire humaniste cherche suicidaireconsentant, una adorable película que no estuvo desde el inicio en nuestro programa, pues nuestra intención original había sido ver Les chambres rouges (Pascal Plante), pero tanto los pases de prensa como las entradas se agotaron a la velocidad del rayo. El imperativo del azar resultó ser todo un acierto, porque la peripecia de la vampira humanista fue ideal, a estas alturas de festival, para airear nuestras maltrechas neuronas.

Vampire humaniste cherche suicidaire consentant es una pequeña pieza de orfebrería dirigida por la francocanadiense Ariane Louis-Seize, que debuta con este film en el largo. Una comedia adolescente vampírica exenta de todo tipo de estupidez, ingeniosa y muy bien llevada e interpretada, especialmente por su joven protagonista, Sara Montpetit, que encarna a Sasha,  la benjamina de una estirpe de chupasangres que no parece progresar adecuadamente, pues le están comenzando a salir los primeros colmillos y se niega a matar para obtener el néctar de la vida, conformándose con producto envasado. Acomplejada, cuando se cruza en su camino Paul (Félix-Antoine Bénard), que patética e infructuosamente intenta quitarse la vida, acordará con él chupar su sangre hasta la muerte y así ambos se beneficiarán, pues él dejará eficazmente este valle de lágrimas y ella conseguirá, por fin, iniciarse en la caza pero…

Ocurrente mezcla de humanismo y depredación, esta opera prima da un giro imaginativo a los relatos de crecimiento y aprendizaje, que ahora muchos nombran como coming of age, pero que nosotros, si tuviéramos que utilizar un extranjerismo prefiriríamos decirlo en alemán, bildungsroman, mucho más altisonante, ¡dónde va a parar! Ariane Louis-Seize Imprime un tono dulcemente melancólico, más que lánguido, a los problemas de adaptación de una adolescente ante un mundo que la rechaza. Es una sólida comedia fantástica con lo vampírico de fondo, pero no en la línea de la tan petarda como excelente Lo que hacemos en las sombras de Taika Waikiki sino con un tono gótico y romántico bien entendidos. Su mejor baza es su guion, mimado hasta el milímetro, que el jurado de  Noves Visions reconoció con el premio de la sección.

Especialmente indicada para amantes  de Wednesday Addams, Emily The Strange y Lydia Deetz, en Vampire humaniste cherche suicidaire consentant como en casi toda narración adscrita al vampirismo, la sangre es una alegoría del sexo, haciendo un símil entre la aparición de los colmillos y el nacimiento del deseo sexual -o el advenimiento del periodo-; y el acto de morder a la víctima, como un remedo de las relaciones sexuales. Ariane Louis-Seize ha realizado una cinta deliciosa, repleta de humor negro y que cuenta con un tema musical final de lo más sorprendente para el público español (que tenga conocimientos de música bizarra).

Por cierto, Vampire humaniste cherche suicidaire consentant, para nada se trata de un exponente de lo que entendemos como Noves Visions (una sección que se caracterizó un día por ofrecer auténticas marcianadas autorales). En todo caso, bienvenida sea.

Serendipia se sube a la góndola y marcha para Italia. La primera parada la hacemos en el magnífico documental Dario Argento Panico, dirigido por Simone Scafidi, responsable de otros como Fulci for Fake (2019) y que, en esta ocasión, repasa la vida y obra del cineasta romano. Si en su pieza de 2019 recurría a una ficción para hilvanar los testimonios y el material de archivo (contrató a Nicola Nocella para interpretar a Fulci mientras enmarcaba el documental dentro de la investigación de Nocella sobre el hombre que iba a interpretar), en el actual  ficciona con el propio Argento, acompañándolo a su (¿supuesto?) retiro para escribir el guion de una próxima película. Las reflexiones del romano se intercalan con declaraciones de compañeros de profesión como Vittorio Cecchi Gori , Lamberto Bava , Michele Soavi y Franco Ferrini , familiares, y autores influidos por su obra, en mayor o menor medida, como son Gaspar Noé y Guillermo del Toro. Todo ello ilustrado con fotos e imágenes provenientes de fondos privados y prensa, además de escenas de sus películas.

Scafidi, de manera ágil y amena, entrelaza la faceta profesional de Argento con su figura privada. Así, el documental nos muestra a un hombre reservado y de voz suave, meridianamente sensato y con verdaera devoción por su familia, una imagen que contrasta con el carácter extremo de sus gialli. La personalidad profesional del autor se caracteriza por la ambición de hacerse un hueco relevante dentro del género. Y lo consigue con creces puesto que él mismo se convierte en epítome de todo ese tipo de terror transalpino. El documental arroja luz sobre historias que se dieron entre bastidores, igual que insiste sobre los inicios de Argento. Un hombre que confiesa sentirse predestinado al cine, como el hijo de un padre productor de cine (Salvatore Argent0) que es. Pero si alguien le inoculó el virus del séptimo arte fue su madre, Elda Luxardo , que le llevaba con ella mientras fotografiaba a las estrellas del momento. Se hace hincapié en sus mejores títulos, pasando de puntillas por esas piezas que no parecen estar a su altura (su Drácula 3-D, de 2012, ni se menciona), algo que, más que escatimar datos, ayuda a comprender mejor a este cineasta al que no le interesaba el terror per se, sino provocar el pánico del espectador.

Dario Argento Panico es una doble semblanza, personal y artística, que utiliza bien sus recursos para no crear fisuras entre ambos aspectos, así el testimonio de sus hijas refuerza la expresión de la dicotomía: Fiore Argento, la mayor de las dos, arroja luz sobre Darío como padre; en cambio, Asia Argento nos conecta con su experiencia con el Argento director. Un documental exhaustivo e intenso que fue muy del agrado de Serendipia, que lo terminó sintiendo un sabor agridulce en su paladar cinéfilo. Y es que no nos podemos sacudir la sensación de que  ha entonado un hermoso panegírico, un canto fúnebre, que esperamos tarde todavía mucho en tener que apostillarlo con un in memoriam.

La aventura italiana de Serendipia continúo por la tarde de este día, uno de los pocos en los que pudo prescindir de la fiambrera y comer como como dios manda, sentadx en una mesa. Era el turno de un cambio de registro, no tocaba una película sino un encuentro organizado en la sección de industria del festival, al que seguimos desde la primera fila, por supuesto. Serendipia culminaba la jornada con una nueva cita con el padre de Demons.

Lamberto Bava, que ya en otras ocasiones asistió al festival (lo recordamos como jurado de una edición), ahora recibía una más que merecida Màquina del Temps. El director durante una hora departió con el público sobre su familia, también habló de él y, como no, de su carrera, así como de la situación del cine italiano en general y del de terror, en particular.

Aunque ya habíamos tenido el placer de entrevistarlo en otra ocasión, fue nuevamente un placer escuchar al entrañable director narrar sus recuerdos de la que ha sido la profesión de toda una saga familiar, pues al cine se dedicó su abuelo; su padre, el gran Mario Bava; él mismo  y se prolonga en uno de sus hijos. Recordó cuando pisó el primer plató de cine, de niño, donde su padre le presentó al muy popular y voluminoso actor Aldo Fabrizi. También como para él, el cine no fue algo vocacional, y no le interesó especialmente como profesión, todo lo cual le llevó a estudiar y sacar el título de Derecho. Pero pronto descubrió que no le interesaba ser abogado y encontró su camino cuando, en un rodaje nocturno, concretamente de Seis mujeres para el asesino (6 donne per l’assassino, 1964), que dirigía su padre, al que le unía una relación de amistad, más que paternal, Lamberto quedó totalmente fascinado, lo que le animó a iniciar su carrera en el cine,  desde abajo, aunque ascendiendo rápidamente en la profesión. Una vida en el cine que Lamberto Bava vivió y compartió y que se desarrolló en una época en la que el cine era EL gran espectáculo popular que, por desgracia, y a causa de los avances tecnológicos, ya no es.

El paseo por la península Itálica dejó a Serendipia con un punto de melancolía. Pero también con mucha satisfacción. Así que la novena fue una jornada llena de contrastes, tanto por los géneros que visitó como por las sensaciones, pero muy fructífera. Mañana más y después punto y final.

 

 

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